martes, 6 de octubre de 2020

La teología del título de Vicario de Cristo aplicado al Papa

Espero que los lectores de este blog dediquen esta semana a hacer una serena lectura y análisis de la Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social. Una lectura sobre todo despojada de prevenciones y prejuicios, basada fundamentalmente en mantener la consciencia de quien ha sido el autor de este documento, el Vicario de Cristo, y del preciso valor que en la Iglesia tiene un documento como éste, una Carta Encíclica. Precisamente, a esos efectos, estamos reflexionando en estos días sobre esas dos expresiones: Vicario de Cristo, y Carta Encíclica, esclareciendo sus verdaderos significados y límites.

----------Terminábamos planteándonos ayer una serie de preguntas:  ¿En qué sentido el Papa es Vicario de Cristo? ¿En qué sentido hace las veces de Cristo? ¿En qué sentido y dentro de cuáles límites el que a él le escucha, escucha a Cristo? ¿Posee los mismos poderes de Cristo? ¿Hace todo aquello que puede hacer Cristo? ¿Lo sustituye? ¿Puede prescindir de Él? ¿Es infalible e impecable en éste su vicariato?
----------Y decíamos que, a partir de todas estas preguntas, ya intuimos que el ser vicario en modo humano de un superior humano es muy diferente, aunque no del todo diferente (pues de lo contrario no se usaría el mismo término), de cómo el Papa es y debe ser Vicario de Cristo. Vale decir: existen similitudesdiferencias entre ser vicario en modo humano de un superior humano, de ser vicario del modo en que todo Papa es vicario de Nuestro Señor Jesucristo. Llegamos así a una nueva etapa en nuestra reflexión: deberemos examinar esas similitudes y esas diferencias, para aclarar el contenido doctrinal del título de Vicario de Cristo.
----------Está claro que Nuestro Señor Jesucristo, aprestándose a dejar este mundo, ha confiado a Pedro el encargo de ser la "roca", la base, el fundamento o piedra angular, sobre la cual Él quiere "edificar" (oikodomeo) su Iglesia ("y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia", Mt 16,18) con el encargo de apacentarla ("Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas", Jn 21,16), de abrir o cerrar a los fieles el ingreso en el reino de los cielos ("Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos", Mt 16,19) y de confirmarla en la fe ("confirma a tus hermanos", Lc 22,32), asegurando a Pedro que los poderes infernales nunca habrán de prevalecer ("las puertas del infierno no prevalecerán contra ella", Mt 16,18).
----------Con respecto a estos encargos encomendados a Pedro, para comprender en qué sentido y dentro de cuáles límites el Papa es Vicario de Nuestro Señor Jesucristo, es necesario hacer algunas distinciones. Un vicario terreno puede sustituir al superior en todos sus poderes, puede hacer por sí mismo todo aquello que el superior haría, si estuviera presente. Diferente es la posición del Papa con respecto a Cristo.
----------Por lo pronto, el Papa participa sólo de algunos poderes de Cristo, vale decir, no los posee todos, de otro modo sería Dios. Ejerce, por gracia especial de Nuestro Señor, un poder divino en la enseñanza de las verdades de fe y en la administración de los sacramentos, pero no posee esa misma gracia en el gobierno jurídico y pastoral de la Iglesia, mucho menos en el ejercicio de su conducta personal. De ahí que la teología hace la distinción entre gracia pontificia magisterial y gracia pontificia pastoral.
----------Esto quiere decir que mientras en el ejercicio del magisterio doctrinal el Papa, asistido por el Espíritu Santo, particularmente en la definición de nuevos dogmas, desempeña siempre dignamente su función de Vicario, en cambio, puede suceder que esto no ocurra en el gobierno de la Iglesia y en su conducta moral personal, lo cual, por lo demás, está suficientemente atestiguado por la historia del Papado.
----------En base a la distinción que acabamos de hacer (y que, por otra parte, los lectores de este blog conocen por otras notas que hemos publicado antes), es necesario decir que el título de Vicario de Cristo no debe parecer demasiado elevado, relativo como es a aquella precisa y limitada función, que Nuestro Señor Jesucristo ha confiado a Pedro como cabeza de los apóstoles y pastor de la Iglesia.
----------Este título, por lo demás, aunque no sea evangélico, sino sólo de tradición eclesiástica, es apropiado, porque tiene efectivamente una confirmación o verificación, al menos parcial, en el vicariato humano, aunque no unívoco, sino sólo análogo, con las debidas distinciones, que ahora estamos haciendo. El hecho es que este título está reservado solo para el Papa como cabeza de la Iglesia. De hecho, si el sacerdote puede ser llamado un alter Christus, debido a su función sacerdotal, de ningún sacerdote se dice que sea el Vicario de Cristo, precisamente porque uno solo es la Cabeza de la Iglesia terrena: el Papa.
----------Por otra parte, cabe señalar que el Papa es Vicario de Cristo solo para la Iglesia terrena, la Iglesia peregrina y militante en la tierra; mientras que en el cielo la Cabeza es Nuestro Señor Jesucristo; y cuando Cristo regrese a la tierra al final del mundo, pondrá término a la serie de sus Vicarios, que ya no serán necesarios en absoluto, porque el mismo Cristo será quien gobierne a la Iglesia directamente también en la tierra. La idea de los cismáticos luteranos y ortodoxos orientales de una Iglesia gobernada directamente por Cristo mediante el Espíritu Santo, es una eclesiología que disuelve la Iglesia terrena en la celestial y, por lo tanto, por inevitable consecuencia, a causa de la confusión, reduce la celestial a la Iglesia terrena.
----------Este género de herejías de las comunidades cismáticas, tanto la luterana y ortodoxa oriental de la Iglesia gobernada directamente por Cristo mediante el Espíritu Santo, como la lefebvriana de la supuesta "Roma eterna", negando de iure o de facto la institución visible, pierden de vista la sabiduría con la cual Nuestro Señor Jesucristo ha querido organizar su Iglesia en esta tierra, teniendo en cuenta el hecho de que la debilidad humana consecuente al pecado original exige que la organización comunitaria de la Iglesia no pueda ser dejada a la buena voluntad de los individuos, aunque sea bajo la guía del Espíritu Santo, sino que debe ser conservada, si es necesario, también por coerción, o cuanto menos con actos externos, por una autoridad visible y eficaz. Y esta es la autoridad del Vicario de Cristo, que "ata y desata" (Mt 16, 19).
----------La Iglesia "invisible" de Lutero, con su aparente espiritualidad y libertad, fue su utopía de los primeros años, tras lo cual debió darse cuenta que era necesario un poder coercitivo o al menos externo, solo que instituyó uno arbitrario de su propio buril, despreciando al legítimo querido por Cristo.
----------Hagamos otra observación, estimados lectores. Tengamos en cuenta que un vicario humano tiene un cierto espacio de maniobra, en la medida en que desempeña correctamente su oficio. Igualmente el Papa, respecto a Nuestro Señor Jesucristo. El Papa debe saber distinguir con claridad 1) lo que le vincula absolutamente a Cristo como su Vicario, de 2) lo que Cristo deja a su iniciativa y, por tanto, también a su riesgo, considerando sobre todo la enorme diferencia de las circunstancias en las cuales vivió Cristo del entorno histórico en el cual vive todo Papa. De cómo un Papa sabe utilizar esas circunstancias y de cómo sabe moverse en ellas, él demuestra cómo sabe desempeñar su mandato de Vicario de Cristo.
----------Ahora bien, nos hacemos otra pregunta muy importante: ¿Dentro de qué límites un Papa es Vicario de Cristo? Claramente dentro de esos límites que se refieren a ser guía de la Iglesia, mediante su enseñanza doctrinal y pastoral. En todos los demás campos de su acción, en sus intereses humanos y culturales, en sus relaciones humanas y en sus amistades, es obvio que él está exento de este oficio, de modo que Jesucristo será para él, como para todo cristiano, simplemente su Señor y su modelo de santidad.
----------Cabe señalar, por otra parte, que el vicio moral puede infectar el gobierno papal de la Iglesia o la conducta moral; pero la ignorancia o el error no pueden nublar la mente del Papa en el conocimiento y la enseñanza de las verdades de fe o de moral, ya se trate de doctrinas directamente o indirectamente conectadas con el dato revelado, ya sean de la Tradición o de la Escritura, ya se trate de enseñanza ordinaria o extraordinaria, simple o solemne, nueva o tradicional. En esta importante afirmación que hemos hecho está implícita la ya mencionada distinción entre gracia magisterial (que el Papa no es libre de rechazar) y gracia pastoral (que el Papa puede rechazar por su debilidad humana y por su pecado). Y también está claramente señalada la infalibilidad en el creer y en el enseñar la Palabra de Dios, en cualquiera de los tres niveles de su magisterio, no sólo en el extraordinario.
----------Pero ahora hablemos de los límites. Decir que el Papa es Vicario de Cristo en la doctrina no debe entenderse, sin embargo, como si la palabra del Papa debiera ser identificada sic et simpliciter con la misma Palabra de Cristo. Fue Lutero quien tuvo esta impía presunción de que la palabra de Lutero era la misma de Cristo. Sin embargo, ni siquiera en sus definiciones dogmáticas el Papa tiene semejante pretensión.
----------A menos que un Papa repita materialmente las palabras del Evangelio, cosa que ahora cualquier cristiano puede hacer, las enseñanzas pontificias no tienen absolutamente la osadía de ponerse al nivel de la Palabra de Dios, sino que, por más infalibles que sean, son simples aclaraciones, interpretaciones, explicitaciones, consecuencias inferidas o explicaciones de esta Palabra.
----------Por lo tanto, es necesario distinguir la doctrina de Cristo de la doctrina de la Iglesia. La Iglesia, por la misma voluntad de Cristo ("El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha, y el que me desecha a mí, desecha al que me envió", Lc 10,16), nos introduce y nos guía a la Palabra del Evangelio y nos la hace comprender, en la medida en que pueda ser comprendida por nuestras mentes limitadas. No le añade nada ni le quita nada. Y mucho menos puede malentenderla o malinterpretarla, como erróneamente creyó Lutero, y creyeron todos los herejes de la historia de la Iglesia, y siguen creyendo los herejes que afirman hoy que el Papa (o un Concilio con y bajo el Papa) puede errar en la Fe.
----------Desde este punto de vista (y me refiero aquí a solo este punto de vista), el Papa es Vicario con mayor autonomía que la del vicario humano, quien debe limitarse a ser, como se dice, un simple "portavoz". Como máximo, en el mejor de los casos, puede explicar el sentido de las palabras; pero no está autorizado para interpretar los conceptos, que debe transmitir tal y cual son.
----------En cambio, el Papa tiene, recibida del Espíritu Santo, en algunas condiciones especiales y en algunas circunstancias oportunas, la facultad y el deber de conducir gradualmente en la historia al pueblo de Dios, sin  por esto cambiar el sentido del Evangelio o de la Tradición, hacia la "plenitud de la verdad" enseñada por Cristo (cf. Jn 16,13) y "al conocimiento perfecto del misterio de Dios, es decir, de Cristo" (Col 2,2), es decir, para hacernos comprender siempre mejor su mensaje y más a fondo de lo que se desprende de la simple lectura del texto. Y este progreso en el conocimiento de la Palabra de Dios sólo tendrá término al fin del mundo, cuando aparecerá sin velo Nuestro Señor Jesucristo, la misma Verdad hecha Persona.
----------Este ministerio doctrinal del Papa está preparado por el trabajo de los teólogos y de los exégetas bíblicos, los cuales proponen al Papa nuevas interpretaciones, que intentan hacer conocer mejor la Palabra de Dios. Queda luego enteramente al juicio del Papa aprobarlas o rechazarlas.
----------En nuestra nota de mañana, terminaremos de examinar las implicancias doctrinales del título de Vicario de Cristo aplicado al Romano Pontífice, para pasar luego a considerar la importancia y el valor de una Carta Encíclica, distinguiéndola de todos los demás documentos con los que el Papa se expresa.

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