sábado, 17 de octubre de 2020

El papa Francisco y el "sueño de una humanidad fraterna"

Cuando en los primeros meses de este año analizamos la exhortación apostólica postsinodal Querida Amazonía, dijimos que no es conveniente que un documento pontificio use la categoría de "sueño" para expresar doctrina, ni siquiera en los niveles más bajos del Magisterio pontificio.

----------Pero el caso es que también en la carta encíclica Fratelli tutti el Papa usa muchas veces el término "sueño" para referirse al "sueño de una sociedad fraterna", "sueño de fraternidad", "sueño de una Europa unida", "sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia, y de paz", y expresiones por el estilo.
----------El papa Francisco usa unas quince veces la palabra "sueño" en varias expresiones referidas a la meta de construir una sociedad fraterna (también un par de veces para referirse a falsos sueños). Ahora bien, me parece que la palabra "sueño" en esta circunstancia no es la más adecuada. Aunque no está privada de su encanto y belleza literaria, no es la palabra más adecuada para expresar doctrina.
----------Es cierto que existen los sueños proféticos; pero se trata de raros fenómenos carismáticos, que no forman parte de la vida usual de un fiel creyente. Y es cierto también que la palabra "sueño" puede usarse en un sentido metafórico: "un paisaje de ensueño"; "sueño un futuro mejor" y cosas por el estilo.
----------Pero hay que reconocer que soñar puede hacernos perder con bastante frecuencia la conexión que debemos tener con la realidad; el sueño también puede ser una ilusión. No está dicho que un bello sueño se haga necesariamente realidad. En suma, digámoslo claro: el sueño en el sentido propio es obra de la imaginación emotiva y no de la lucidez de la razón. Por otra parte, hay que tener presente con cuanta facilidad los jóvenes son llevados a soñar y con cuanto esfuerzo apenas logran razonar.
----------El sueño es útil a los artistas y a los poetas, pero sirve de poco para quien quiere tener una mirada lúcida, realista y objetiva sobre la realidad, sobre todo si, como en nuestro caso, se trata de esa realidad que es la fraternidad humana, acerca de la cual no se trata de soñar, sino de indagar racionalmente y a la luz de la fe con la mirada más atenta y prudente para asir con firmeza la difícil verdad y evitar las insidias del error.
----------Contra lo que parece ser un hábito del papa Francisco al usar la palabra "sueño" para expresar las metas a las que él quiere conducir a la Iglesia, hay que afirmar que existen muchos otros términos para indicar apropiadamente y sin equívocos lo que al respecto intentamos decir. La fraternidad es un valor, es un deber, es un ideal, es un llamado, es un fin. Ser hermanos no es un sueño, sino un proyecto o un plan de nuestra voluntad; la fraternidad es para la voluntad un objetivo y un deber claro, preciso, irrenunciable y absoluto.
----------Por consiguiente, construir la fraternidad humana y cristiana es el propósito consciente, razonado y bien fundado de una voluntad decidida, inflexible, generosa, firme y constante, sostenida por la gracia, que no se rinde ante las pruebas, los fracasos y los sacrificios, sino que apunta sin desviarse con coraje y coherencia, aunque sea ahora en la penumbra de la fe, pero con el ardor de la caridad, y bajo el impulso del Espíritu Santo, hacia la meta final de la humanidad de los resucitados.
----------Quizás el Papa habría debido precisar mejor que cuando Nuestro Señor Jesucristo dijo "todos vosotros sois hermanos" (Mt 23,8) no intentaba en absoluto referirse a un dato de hecho (cuestión antropológica), sino a un grave deber de todos (cuestión ética) y sobre todo de sus discípulos, que debían dar el ejemplo.
----------Es cierto que el papa Francisco, en esta carta encíclica Fratelli tutti, denuncia muchas formas de injusticia política, social y económica, y también muchas formas de odio y desprecio a los hermanos, que se concretan en las murmuraciones, en la maledicencia, en las difamaciones, en la difusión de noticias falsas, en la calumnia, en el causar conflictos poniendo a uno contra el otro, en el provocar divisiones, cismas y rebeliones, en el incitar al odio, en el romper la comunión fraterna, en el dañar o traicionar las amistades, en las envidias y en los celos, en la intolerancia, en los excesos de ira, en las injurias, en la agresión verbal, en la litigiosidad, en las sentencias y declaraciones arrogantes y pedantes, en la mentira, en la sospecha gratuita, en la crítica venenosa y demoledora, en la denigración, en la burla, en el sarcasmo, en la invectiva amenazante e injusta, en el propósito de venganza, en la condena fácil y partidista.
----------Pero el Papa habría podido igualmente detenerse también en todas aquellas formas de falsa fraternidad, que consisten por ejemplo en fingirse amigos, en manipular y adular a los poderosos en beneficio propio para escalar posiciones y hacer carrera, para ponerse en vidriera, para obtener éxitos y favores, para enriquecerse, por sed de poder, de sobresalir y de mandar; podría haberse referido a la adulación, a la seducción, al astuto engaño, al complot, al fraude, a la herejía, al burlarse de los incapaces, al tender insidias al hermano, explotando e instrumentalizando al prójimo, sobre todo si es psíquicamente débil, frágil, menor o inexperto.
----------En suma, lo que he querido indicar en esta breve nota de hoy, es que no ha sido conveniente que el Papa, una vez más, volviera usar la categoría "sueño" para referirse a la doctrina, y que al enunciar esa doctrina, no ha conservado, como debía, el necesario equilibrio.

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