lunes, 3 de agosto de 2020

Satanás y el Nuevo Orden Mundial (1/2)

Los católicos vivimos hoy en un mundo muy alejado de aquel de la Cristiandad medioeval, y ni siquiera es un mundo como el del Renacimiento, que seguía siendo de algún modo cristiano, o como el de la Modernidad en que, aún cuando la sociedad corría a pasos de gigante hacia la secularización, todavía se nutría de raíces cristianas pese a la Revolución y, en gran medida, seguía conservando un barniz de Fe. No, el mundo de hoy, a doscientos treinta años de la Revolución Francesa, es un mundo decididamente anti-cristiano, que no parece ya soportar ni siquiera ver los pocos signos de Cristo que quedan en la superficie de los usos y costumbres sociales, que no ya en lo profundo de la conciencia de las grandes mayorías, donde parece haber desaparecido todo vestigio de Fe en Cristo. Y a la vista de este panorama, no son pocos los que se convencen que en el actual imperio del Nuevo Orden Mundial se hallan malignas fuerzas colectivas preternaturales, con un soberano responsable: Satanás. ¿Qué hay de cierto en ello?

----------En mi nota del lunes pasado, 27 de julio, recordaba el 150° aniversario del nacimiento de Hilaire Belloc, y mencioné que su natural intuición de consumado historiador lo llevó a profetizar para los tiempos que nosotros vivimos (a sesenta y siete años de su muerte) un tiempo de crisis cuya nota característica sería la crueldad, pero entendida por Belloc como "desaparición gradual del sentido de lo sacro", lo cual según él constituiría uno de los peores síntomas de la decadencia de nuestro tiempo, que para él era futuro y para nosotros es presente. Por supuesto, el católico Belloc preveía la crueldad en el propio interior de la Iglesia. ¿Y qué otra cosa sino crueldad nos parece advertir estos años en tantas actitudes que brotan hipócrita y farisaicamente de los más altos organismos de la Iglesia? ¿Hace falta mencionar casos puntuales y concretos?
----------La sumisión de los Obispos a la dictadura de los gobiernos seculares durante la actual pandemia, con la pública supresión del Santo Sacrificio de la Misa en muchos lugares, el hostigamiento a la vida religiosa, la sospechosa connivencia con la corrupción homosexual enquistada en el clero, la obvia parcialidad humana de tantas medidas que brotan actualmente de los organismos de la Santa Sede, lo sucedido con los Franciscanos de la Inmaculada, o lo que sucede con el nombramiento y remoción de Obispos, particularmente en Argentina, lo que ha sucedido en la diócesis de San Luis, o lo que sucede actualmente con el Seminario de San Rafael... ¿Acaso no parecen ser signos de una crueldad eclesiástica que asoma quizás como la clara imagen de aquello que profetizaba Belloc al hablar de esa crueldad de perfiles preternaturales como opuesta al sentido de lo sacro? ¿Acaso tiene algo que ver Satanás en todo esto?...
----------De las narraciones de la Sagrada Escritura, de la historia de la humanidad, de la historia de las naciones, de la de los imperios y de la historia de las religiones, así como de la historia tanto de la santidad como de la perversión humana, considerando las acciones colectivas más crueles e inhumanas suscitadas por tantas ideologías aberrantes, inmorales, impías, antirreligiosas o desconsideradas, que constituyen aquello que la Sagrada Biblia llama "doctrinas diabólicas", y el desencadenarse irracional del odio de masas contra indefensos inocentes, no es difícil adivinar, reconocer o deducir, no solo sobre individuos sino también sobre gobiernos nacionales y supranacionales, líderes religiosos o militares, movimientos políticos, culturales o fuerzas armadas, la influencia de aquel agente espiritual misterioso, poderoso y malvado, presentado a veces como entidad colectiva y a veces como individual, que la tradición cristiana, fundándose en la enseñanza bíblica y evangélica, ha llamado y sigue llamando "diablo", "demonio" o "Satanás", el "maligno" por excelencia.
----------Es necesario notar que, según la Sagrada Escritura, este personaje, Satanás, no es, como algunos creen, un símbolo mítico del "mal", o como dijo el año pasado el actual superior general de los Jesuitas, padre Arturo Sosa: "el demonio existe como una realidad simbólica, no como una realidad personal". No, de ningún modo, Satanás no es un símbolo del "mal", y tanto menos es el "mal" entendido como sustancia: de hecho, ya san Agustín, liberándose del dualismo maniqueo, había comprendido bien que el mal no es una sustancia, sino un accidente contingente y precisamente un defecto o carencia o privación del bien.
----------Por el contrario, y siempre según la Sagrada Escritura, el demonio es una verdadera y propia persona, una persona similar a nosotros, aunque con la diferencia que Satanás es puro espíritu, mientras que nuestra naturaleza implica una unión sustancial de espíritu y cuerpo.
----------Ahora bien, este agente espiritual incorpóreo, como ha sido confirmado por el Concilio Lateranense IV, de 1215, es una creatura de Dios, una creatura que es en sí misma más noble que el hombre, pero en cuanto irrevocablemente rebelde a Dios por su propia culpa, está animado por un odio implacable tanto frente a Dios como frente al hombre (Denz-Sch., Enchiridion symbolorum, n.800).
----------Por esto Dios permite que en el curso de la historia de este mundo (como ha sido recordado por el mismo Concilio Vaticano II), esta personalidad, invisible en sí misma, pero visible en los efectos sensibles que deja, sobre todo en el hombre, dotado de una refinada astucia y capacidad de engaño, tanto como para ser llamado por Cristo, "padre de la mentira", insiste obstinadamente, con parcial éxito, pero con la perspectiva final de la derrota, en el incitar a personas individuales y enteras comunidades o formaciones humanas al pecado, a la violencia, al odio recíproco, a toda suerte de injusticia, discordia y opresión, hasta el punto de ser llamado por Cristo también "asesino desde el principio".
----------Para que no queden dudas acerca de la doctrina del Concilio Vaticano II, ofrezco algún detalle de sus referencias a Satanás. Si bien el Vaticano II se ha interesado más por el presente de la Iglesia que por la doctrina de la creación, no ha dejado de alertar contra la actividad de Satanás y de los demonios. Como ya habían hecho los Concilios de Florencia y de Trento, ha recordado nuevamente, con el Apóstol, que Cristo nos "libera del poder de las tinieblas" [Ad gentes, nn.3 y 14 (nótese la cita de Col 1,13, y el conjunto de la nota 19 del n.14)]; y, resumiendo la Sagrada Escritura, a la manera de San Pablo y del Apocalipsis, la Constitución Gaudium et Spes ha dicho que nuestra historia, la historia universal, "es una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final" [Gaudium et Spes, n.37b]. En otra parte, el Vaticano II renueva la exhortación de la Carta a los Efesios a "vestir la armadura de Dios para poder resistir a las insidias del diablo" [Ef 6,11-12, señalado por la Lumen Gentium 43d]. Porque, como la misma Constitución Lumen Gentium recuerda a los seglares, "debemos luchar contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos" [Ef 6,12, señalado también por la Lumen Gentium 35a]. Finalmente, no causa ninguna sorpresa comprobar que el mismo Concilio, queriendo presentar la Iglesia como el reino de Dios ya comenzado, invoca los milagros de Jesús que, a este respecto, apela precisamente a sus exorcismos [Lumen Gentium 5a]. Efectivamente, en esta ocasión fue pronunciada por Jesús la famosa declaración: "Sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros" [Lc 11,20; cfr. Mt 12,28].
----------Esta creatura, Satanás, luego del pecado original, de acuerdo con la revelación bíblica, ha adquirido por permisión divina como castigo de Adán por su pecado, un fuerte poder en este mundo, un poder opresivo o de seducción, por el cual el hombre, incluso el más santo, sufre por la presencia de este ser malvado, tentador, encantador y corruptor. El hecho de que la pareja originaria haya confiado en la serpiente desconfiando de Dios ha dejado como huella en el género humano una maldita tendencia a preferir a veces, bajo diversos pretextos, a Satanás en vez de Dios, a dejarse engañar por el diablo.
----------Por esta razón, Cristo también lo llama "príncipe de este mundo" y san Pablo "espíritu del mundo", expresión curiosamente retomada (¿inconscientemente?) por Hegel (Welgeist), pero en un sentido que, según Hegel, debería ser positivo, aunque en la concepción hegeliana la referencia es precisamente al demonio, de ahí que Hegel considera el símbolo mítico de aquella "negatividad", que para él es la palanca de esa "dialéctica" que asegura el devenir histórico y con eso mismo el devenir de Dios identificado con la Historia.
----------El modo de influir de Satanás sobre los hombres y sobre los pueblos y naciones es múltiple y muy diversificado. La imaginación popular, sobre todo iconográfica, cuando piensa en el demonio o en aquellos poseídos por el demonio, los ve como seres horrendos y repugnantes, feos a más no poder, repletos de odio, con los ojos saltones o inyectados en sangre, agitados por una furia desenfrenada, presas de la más cruel violencia, sedientos de sangre, vomitando las más horribles blasfemias y fogosos alaridos.
----------Si bien, todo esto no es erróneo, sin embargo está muy lejos de representar completamente la conducta del demonio y de los "hijos de las tinieblas", es decir, de los pueblos invadidos, seducidos o en cualquier caso influenciados por el demonio, aquello que Agustín llama la "Ciudad de Satanás".
----------De hecho, la posesión diabólica constituye un fenómeno muy raro y no es fácil de diagnosticar, un fenómeno ciertamente temible, y remediable con el ritual de exorcismo. Estos hechos no provocan daño sino a la desventurada víctima, pero no van más allá de ella; de hecho, a veces conforman un argumento apologético para hacernos conscientes de la existencia de Satanás y, por lo tanto, para correr a buen reparo. Es por esto que Satanás sabe que no es con este método que él conquista a las masas, sino que tiene muchos otros modos de seducir a individuos y naciones, que procuraremos ver en nuestra próxima nota, buscando responder a la pregunta inicial de esta reflexión: ¿Todo lo que hoy parece venirnos encima de un supuesto y al parecer cada vez más real Nuevo Orden Mundial, tiene a Satanás como último responsable?...

3 comentarios:

  1. ¿Todo lo que hoy parece venirnos encima de un supuesto y al parecer cada vez más real Nuevo Orden Mundial, tiene a Satanás como último responsable?...

    Gran pegunta, querido fr Filemón.Es tod un tema. Que le sirve a Satanás, no cabe la menor duda, pero que venga de él? No dice el Señor que los enemigos del alma son el demonio, el mundo y la carne?

    Los humanos contribuímos mucho en esos males y luego culpamos al diablo y al nuevo orden mundial.

    Sin ir más lejos, tenemos el caso del Cristo Orante. Allí se hizo mucho bien y se dieron muchos buenos frutos, pero también se hizo mucho mal y terminó clausurado y los monjes procesados por acciones infamantes.

    Vamos a culpar al Nuevo Orden Mundial y a Satanás de eso?

    Tenemos que poner las barbas en remojo y rezar y hacer penitencia.

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  2. Anónimo abogado del Diablo: Mi opinión es que cuando se dice "último responsable" no se quiere decir "único responsable".
    Por supuesto: el mal en el mundo tiene HOY tres raíces: el demonio, el mundo y la carne.
    ¿Pero qué sucedió en el AYER, en el PRINCIPIO?
    El mundo hoy es "mundo" (en el sentido joánico) porque está "bajo el poder del demonio". Y la carne, la tentación interior, el fomes, es tal a partir de la caída de nuestros primeros progenitores.
    Ambos, mundo y carne tienen al Demonio como raíz del mal, porque fue la serpiente la que tentó a Eva, y esta a Adán, de acuerdo al relato genesíaco.
    La primera caída fue la de los Angeles, y a esta sobrevino la del genero humano.

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  3. Totalmente de acuerdo con lo que afirma. Todo lo malo sirve al plan del demonio. Pero la distinción que hace el Señor me parece indicar que el demonio no es el único enemigo.

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