viernes, 28 de agosto de 2020

El papa Francisco y el Espíritu Santo

Con este quinto post y el sexto de mañana llegaremos, Deo volente, al final de la serie de mis cuatro notas anteriores: 1) Enzo Bianchi y la Comunidad Monástica de Bosè; 2) Papa Francisco: ¿el Gran Reformador?; 3) Papa Francisco: ¿el Papa de un nuevo paradigma?; y 4) Papa Francisco: sus méritos y sus defectos.
   
----------Habiendo considerado en la nota anterior, además de los méritos, los defectos pastorales y de gobierno del papa Francisco en estos siete años de su pontificado, ahora voy a aclarar algo importante respecto a este mismo tema: el papa Bergoglio se resiente de un viejo error pastoral.
----------Lo explico. Haciendo un poco de historia, conviene recordar que inmediatamente después del Concilio Vaticano II hubo quienes comprendieron con exactitud el verdadero valor de la pastoral conciliar (dejando de lado los defectos ya indicados en mi nota anterior) y específicamente comprendieron muy bien el valor doctrinal de la eclesiología conciliar. Entre ellos podríamos mencionar a los cardenales Yves Congar [1904-1995], Charles Journet [1891-1975] y Jean Daniélou [1905-1974], al teólogo Raimundo Spiazzi [1918-2002], o al filósofo tomista Jacques Maritain [1882-1973]. Mientras esos filósofos y teólogos comprendían muy bien la eclesiología y la pastoral del Concilio y la correcta renovación de la Iglesia que el Concilio se había propuesto como finalidad central, por su parte, los Papas del postconcilio se abocaban a dar la correcta interpretación, en contraposición a las desviadas interpretaciones del "magisterio paralelo".
----------Pero lamentablemente, ya en el inmediato postconcilio, nació la infortunada grieta o fractura intra-eclesial entre ultra-tradicionalistas y modernistas, que hoy con el papa Francisco, ha alcanzado una gravedad inaudita; fractura grave no tanto por ser un signo o señal de la presencia de la herejía, que en la Iglesia siempre ha existido, sino más bien debido al hecho de que estas dos corrientes opuestas que luchan entre sí en el interior de la Iglesia, pretenden ambas, aunque en común desobediencia al Magisterio pontificio y conciliar, representar el verdadero catolicismo y la verdadera Iglesia. Efectivamente, tanto el ultra-tradicionalismo (lefebvriano o filo-lefebvriano) como el modernismo, se fundamentan en herejías; pero la gravedad del hecho no es tanto sus herejías en sí mismas (la modernista y la lefebvriana), sino que ambas corrientes pretenden representar el verdadero catolicismo y la verdadera Iglesia.
----------Esto nunca jamás había sucedido hasta ahora en toda la historia de la Iglesia. Mientras 1) en el pasado los herejes quedaban fuera de la Iglesia, ya sea que fueran expulsados o que ellos mismos salieran de ella, con lo cual mostraban abiertamente su hostilidad, 2) ahora, fingiéndose o creyéndose católicos sin serlo, permanecen obstinada y audazmente en la Iglesia, de la cual los unos, los modernistas, se consideran la avanzada aún más progresista que el propio Concilio, y los otros, los ultra-tradicionalistas, pretenden ser los custodios de la verdadera tradición (fijándola y falseándola). Pero tanto los unos como los otros, por su desobediencia al Magisterio, corrompen la Iglesia desde dentro, persiguiendo a los verdaderos católicos y, numerosos y poderosos como se han convertido tanto los modernistas como los ultra-tradicionalistas, impiden que los Papas ejerzan su poder disciplinario cuando han tenido alguna intención de hacerlo, como ocurrió en el caso de los pontificados de san Pablo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Por el contrario, durante estos siete primeros años del papa Francisco, tanto los unos como los otros son considerados igualmente "católicos", y el Papa, en su oficio docente, al parecer desinteresado como está del dogma y de la teología, no identifica ni los errores modernistas ni los errores lefebvrianos, mientras que en su oficio de gobierno, ha mostrado, al menos hasta el presente, notoria parcialidad, dando libertad a modernistas, y comisariando y sancionando a quienes mantenían siquiera vagas tendencias tradicionalistas. Sin embargo, en estas notas, lo que intento expresar es que hoy la actitud del Papa parece haber cambiado.
----------Pero lo que ahora quiero principalmente decir es que el papa Bergoglio se resiente de un viejo y conocido error pastoral. Porque hay que notar que, efectivamente, la constitución Gaudium et spes, que (en sus propósitos) es un documento solamente pastoral y no dogmático, a pesar de sus aspectos de gran sabiduría pastoral, incluso en ellas, en sus enseñanzas pastorales (ya que también cuenta con enseñanzas doctrinales) es un documento que está inficionado por una visión utópica y demasiado optimista del mundo moderno y además parece suponer la idea buenística, misericordista, e ingenua de una humanidad sustancialmente inocente y poseedora siempre de buena fe, exenta de las consecuencias del pecado original, incluso en algunos de sus actos objetivamente más malvados, humanidad necesitada sólo de misericordia y nunca de castigo o de coerción. No hace falta argumentar nada para tener la seguridad de que esta visión pastoral del Concilio se resiente de graves defectos; visión pastoral defectuosa que el papa Francisco no ha corregido y que, incluso, ha confirmado y ha seguido practicando personalmente.
----------Pero lo más grave es que detrás de este "pastoral" permisivismo y falsa misericordia parece estar al frente la idea marcionista de un Dios, preferiblemente llamado "veterotestamentario", que no castiga jamás, sino que siempre perdona, tolera y excusa, por no decir que deja libre al hombre para que actúe como lo crea ("libertad religiosa"), en la falsa certeza, de marca rahneriana, de que todos se salvan. Si esto realmente lo enseñara el Concilio Vaticano II, sería en él una herejía. Pero ha sido una de las herejías de Lutero condenadas por León X, el creer que la herejía pueda entrar en un Concilio (Denz. 1479).
----------Esta idea marcionista del Dios bonachón que no castiga porque de otra manera sería malvado, según se dice, ha saltado a plena luz en la prédica, los discursos y los artículos de muchos obispos, prelados y teólogos particularmente en estos meses desde el inicio de la pandemia, aunque no ha faltado el generoso aporte de teólogos y pastores fieles al Magisterio, que no tardaron en refutarlos uno por uno, tal como iban apareciendo en escena. Pero, lamentablemente, la prédica misericordista de tantos obispos y sacerdotes en este último tiempo es un impresionante testimonio de este clima de buenismo y de misericordismo, que en momentos dramáticos como este de la pandemia, es un falso clima católico, una falsa predicación cristiana ("suspenso de la Iglesia docente" decía el cardenal Newman) que no es capaz de dar esa respuesta resolutiva y consoladora ante el sufrimiento, que solo puede provenir de la Palabra de Dios.
----------Sobre este problema (que bien puede ser identificado con esas palabras de John Henry Newman: "the temporary suspense of the function of the Ecclesia Docens"), han surgido muchos estudios. Se trata de un problema suscitado en primer lugar por el papa Francisco (y por multitud de Obispos siguiendo su estela), problema muy delicado, porque toca la cuestión del conocimiento de la verdad de la doctrina de la fe, acerca de cuya enseñanza el Papa posee el don de infalibilidad. Algunos autores han destacado ciertas declaraciones o frases del Papa, que parecerían desmentir ese don o carisma; sin embargo deben ser interpretadas como escapadas de su boca, o dichas en broma, o inadvertidamente, o imprudentemente, o de forma ambigua e imprecisa, o como opiniones personales.
----------Por otra parte, se debe también decir, como lo indiqué líneas arriba, que si bien es cierto que los Pontífices del postconcilio siempre se han preocupado de dar la recta interpretación de las doctrinas del Concilio Vaticano II, sin embargo hay que reconocer que no han combatido y contrastado eficazmente la falsa interpretación modernista rahneriana, dando la impresión de una cierta duplicidad, como para permitir que ella se extendiera sin obstáculos por toda la Iglesia y que por lo tanto Rahner pareciera sustituir actualmente a santo Tomás de Aquino, apareciendo como el nuevo Doctor communis Ecclesiae, contra las directivas del propio Concilio, que recomiendan la doctrina del Aquinate.
----------En comprensión, disculpa y justificación de esos Pontífices, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, todos ellos por supuesto partícipes de la humana fragilidad, entre los cuales hay santos, se puede decir que ellos no han tenido la fuerza suficiente para frenar el poderosísimo rahnerismo y es muy probable (lo digo simplemente como mera opinión personal) que Benedicto XVI, crítico de Rahner como ha sido, se haya reducido a dimitir bajo presión de la "mafia de San Galo", compuesta por rahnerianos. Los confabulados de San Galo, eligiendo a Bergoglio como Papa, han creído tener entre sus manos un dócil y manipulable instrumento, pero (y ahora digo esto como predicador de la Fe de la Iglesia) no han tomado en cuenta el Espíritu Santo, que ahora le está dando al papa Francisco la fuerza para corregir su pastoral desafiando a la mafia de San Galo y a todos los falsos amigos de la Iglesia, y a sus enemigos.
----------Esto es lo que trataré de explicar en mi nota de mañana...

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