Volviendo al tema de la serie de notas iniciada días atrás, recordemos que habíamos dejado nuestro relato con lo que había decidido el papa Pablo VI respecto a la Compañía de Jesús en el inmediato postconcilio. El papa Montini, les había asignado a los Jesuitas una tarea específica: la lucha contra el ateísmo. Consciente el Romano Pontífice de las grandes empresas llevadas a cabo por los Jesuitas en el pasado, tuvo la idea de asignarles como tarea en la cual pudieran emplear su ciencia teológica, su extraordinaria energía, su iniciativa y su heroísmo, de las cuales en el pasado habían dado tantas pruebas, la lucha contra el ateísmo, que el Concilio Vaticano II considera "uno de los problemas más serios de nuestro tiempo" (Gaudium et Spes n.19). Y efectivamente, el Concilio recomienda "diligencia" al afrontar este problema, ofreciendo una serie de ideas, de indicaciones, de observaciones y de sugerencias útiles para los estudiosos, filósofos, teólogos y pastores. ¿Pero qué hicieron los Jesuitas ante la orden de Pablo VI?...
----------El papa Pablo VI había encomendado a los jesuitas "la lucha contra el ateísmo" bajo el cuarto voto, explicando ese mandato en su discurso a los participantes de la XXXI Congregación General de la Compañía de Jesús, el 7 de mayo de 1965. Y años después, cuando ya ardían las luchas del santo Pontífice contra el "magisterio paralelo" se los recordó a los jesuitas en su discurso a los participantes de la XXXII Congregación, el 3 de diciembre de 1974. Hoy puede no ser un dato menor indicar que entre los 237 jesuitas delegados de noventa provincias de cinco continentes convocados a Roma para participar en esa Congregación General de la Compañía, se encontraba presente el padre Jorge Mario Bergoglio. Por cierto, Austen Ivereigh, autor del libro "El Gran Reformador. Francisco, Retrato de un Papa radical" (2015), que más que biografía es hagiografía del papa Francisco, menciona este dato, y relata la participación de Bergoglio en la reunión jesuítica, aunque sin hacer referencia a la historia que a continuación voy a relatar.
----------Se hubiera esperado que la ejemplar obediencia militar característica de la Compañía de Jesús hubiera asumido con toda la fuerza de su conocido cuarto voto el llamado y la orden del papa Pablo VI. Pero, por el contrario, ¿qué hicieron los buenos jesuitas? El hecho fue que la XXXI Congregación de 1965 puso en agenda la discusión sobre la propuesta del Papa. Sin embargo, desde el inicio, se produjo una extraña movida táctica, que en realidad consistía en una estrategia cuidadosamente estudiada con anterioridad, y a la cual los autores dieron una explicación tan engañosa como desleal y sofisticada: la Comisión encargada de elaborar los puntos a discutir, después de haber diferenciado en un primer momento la propuesta del Papa sobre la "refutación del ateísmo" de la de "promoción de la justicia", imprevistamente las unió en una sola propuesta, que por este mismo hecho ya se desviaba del tema claramente propuesto por el Papa.
----------Se hubiera esperado que la ejemplar obediencia militar característica de la Compañía de Jesús hubiera asumido con toda la fuerza de su conocido cuarto voto el llamado y la orden del papa Pablo VI. Pero, por el contrario, ¿qué hicieron los buenos jesuitas? El hecho fue que la XXXI Congregación de 1965 puso en agenda la discusión sobre la propuesta del Papa. Sin embargo, desde el inicio, se produjo una extraña movida táctica, que en realidad consistía en una estrategia cuidadosamente estudiada con anterioridad, y a la cual los autores dieron una explicación tan engañosa como desleal y sofisticada: la Comisión encargada de elaborar los puntos a discutir, después de haber diferenciado en un primer momento la propuesta del Papa sobre la "refutación del ateísmo" de la de "promoción de la justicia", imprevistamente las unió en una sola propuesta, que por este mismo hecho ya se desviaba del tema claramente propuesto por el Papa.
----------Claro que esto fue solo el inicio de la astuta y desleal maniobra estratégica, pues este plan, por medio de sorprendentes aunque lógicos saltos mortales, condujo exactamente a lo opuesto de cuanto el Papa había pedido, es decir, ¡condujo al apoyo del ateísmo! Y este notable giro e inversión doctrinal, desleal al mandado del Papa, fue confirmado, bajos nuevos términos, en la XXXII Congregación de 1974.
----------¿Cómo pudo ser eso posible? Para comprenderlo, invito al lector a seguir pacientemente el hilo de este retorcido razonamiento. Los Jesuitas dijeron: ¿De modo que el Papa quiere la derrota del ateísmo? Ahora bien, ¿de qué depende el ateísmo? Y aquí ya se produjo una respuesta jesuítica de una inexcusable superficialidad: el ateísmo –se dijo tanto en 1965 como en 1974- depende del hecho de que los pobres se vuelven ateos porque son exasperados por los ricos, falsos creyentes, que los explotan. Liberemos a los pobres de la opresión de los ricos y el ateísmo desaparecerá. Claro que este razonamiento adolece de un reprensible simplismo, porque: ¿Quién nos dice que el ateísmo depende solo de esto? Basta con acudir a los documentos del Concilio Vaticano II para ver enumeradas muchas otras causas.
----------Sin embargo, la maniobra no se detuvo allí y continuó aún más allá, con graves consecuencias, y también con increíble descaro, como si se tratara de convencer a un loco. Se juzgó que las reivindicaciones, las agitaciones, los disturbios e incluso la guerrilla organizada por los marxistas en América Latina, deberían ser considerados como métodos eficaces para la liberación de los oprimidos. ¿Pero no se habían dado cuenta que estos llamados movimientos de liberación eran dirigidos por ateos? ¿Y entonces? ¿Acaso ahora los Jesuitas nos decían que habría que considerar el ateísmo como principio de justicia social? ¡Verdaderamente increíble! Efectivamente, era increíble hasta qué mínimo histórico había caído el nivel intelectual de la Compañía de Jesús, un instituto gloriosísimo, que en el pasado había dado un Francisco Javier [1506-1552], un Pedro Canisio [1521-1597], un Roberto Bellarmino [1542-1621], un Francisco Suárez [1548-1617], un Luigi Taparelli d'Azeglio [1793-1862], un Aldo Marcozzi [1914-1928], un cardenal Louis Billot [1846-1931], un Guido Mattiussi [1852-1925], un cardenal Jean Daniélou [1905-1974] y tantísimos otros.
----------Pero el caso fue que existía un garante para esta sucia operación. Y he aquí que encontramos nuevamente a Karl Rahner, con su teoría del ateísmo, según la cual el ateísmo, como por otra parte el teísmo, en cuanto formas de pensamiento conceptual, pertenecen a un plano del espíritu, llamado por Rahner "categorial", ligado a lo relativo, a lo empírico y a la contingencia, que no expresa la verdad originaria y profunda de la conciencia, el así llamado plano "trascendental, apriorístico, atemático, preconceptual", al cual solo pertenece en todos los hombres, la experiencia de Dios como donador de la gracia. Los lectores que conocen filosofía moderna, kantiana y hegeliana, comprenderán lo que aquí digo.
----------Pero incluso los lectores que no cuenten con suficientes instrumentos filosóficos para la perfecta comprensión de este razonamiento, podrán comprender las consecuencia de los simplistas fundamentos expuestos por los Jesuitas en sus Congregaciones de 1965 y 1974, pues para su gurú, Rahner, ser ateo no tiene ninguna incidencia con el problema de la salvación, que es garantizada a todos, como "cristianos anónimos", en el plano trascendental, tal vez inconscientemente. Uno puede ser ateo a nivel categorial, y creyente a nivel trascendental. Pero el plano que cuenta es éste último. De estas premisas se deduce que el problema del ateísmo no interesa demasiado y no debe preocupar a nadie, dado que Karl Rahner, el teólogo prócer para los jesuitas de aquellos años, nos garantiza que de todos modos todos se salvan, aunque sea como cristianos anónimos. ¡Una buena burla para el pobre Pablo VI!
----------Uno de los lectores, comentaristas en nuestro foro, opinó que Pablo VI debía haber actuado "con más vehemencia" contra Rahner y contra el "magisterio paralelo", incluido el de los Jesuitas. Considero que quizás, en este punto, y para tratar de comprender la personalidad de Montini, sería conveniente recordar el viejo principio moral: Nemo ad impossibilia tenetur, o sea, nadie está obligado a cosas imposibles (Celso, Digesto 50, 17, 185: impossibilium nulla obligatio est, la obligación imposible es nula).
----------Creo que ya lo dije en otras notas referidas a Pablo VI en este mismo blog: quizás Montini estaba demasiado temeroso de las intervenciones disciplinarias. Tomaba demasiados cuidados con personas astutas y desleales, a quienes hubiera sido mejor tratar duramente, puede pensarse hoy, a la distancia que dan los años. Pablo VI tenía demasiada confianza en el diálogo con las personas, piénsese, por ejemplo, en el cardenal Leo Jozef Suenens [1904-1996] o mons. Annibale Bugnini [1912-1982] o Kiko Arguello [1939-] o Edward Schillebeeckx [1914-2009], de quienes luego se dio cuenta de que se burlaban de él.
----------Y entre ellos probablemente también estaba Karl Rahner. ¿Acaso Pablo VI no cometió incluso la ingenuidad de hacerlo miembro de la Comisión Teológica Internacional?... Recordemos que después de algunos años el famoso teólogo jesuita abandonó esa Comisión con arrogancia, juzgándola no a la altura de su genio. Aún más: Rahner defraudó en 1968 la confianza que el Papa le había dado, acusándolo descaradamente de haber errado al prohibir los anticonceptivos en la encíclica Humanae Vitae.
----------Sin embargo, dado que las posiciones de Rahner fueron compartidas solapadamente por otros episcopados, sobre todo por el Episcopado de Alemania, Pablo VI, de modo similar a la actitud que había tenido con ocasión del apoyo del Episcopado Holandés al Nuevo Catecismo inspirado en la teología de Schillebeeckx, otra vez menos que nunca tuvo deseos de castigar, ahora, a Rahner, como seguramente habría merecido; no solo eso, sino que estaba tan herido por la afrenta sufrida de parte de Rahner y sus cómplices, que hasta su muerte en 1978 ya no tuvo ánimo para publicar otras encíclicas.
----------Por el momento cierro aquí esta breve serie de notas, aunque el tema no queda clausurado, y ya volveré (pronto) con estas reflexiones sobre el pontificado de san Pablo VI.
----------Por el momento cierro aquí esta breve serie de notas, aunque el tema no queda clausurado, y ya volveré (pronto) con estas reflexiones sobre el pontificado de san Pablo VI.
Fr Filemón: Considero que lo realmente decisivo fue lo sucedido en la XXXI Congregación General de la Compañía de Jesús, en 1965, el año en que finalizaría el Concilio. En esa ocasión fue cuando Pablo VI le indicó a los Jesuitas la lucha contra el ateísmo, y se elaboró la estrategia que Ud. explica, interpretando el mandato del Papa como la tarea de la liberación temporal o promoción social de los pobres, que se plasmó como directiva general para los Jesuitas en la XXXII Congregación General de 1974.
ResponderEliminarCreo que la gran desilusión del Papa con los jesuitas (y con Rahner por supuesto) fue luego de 1965 y antes de 1974. Para 1974 (después de 1968, y la Humanae vitae) ya Pablo VI sabía que no podía lograr nada de la Compañía, que le era desleal. No es por acaso que desde 1968 ya el Papa no redactó ninguna Encíclica más.
Los Jesuitas se salieron con la suya: desobedecieron al Papa con la apariencia de que lo estaban obedeciendo.
ResponderEliminarEvidentemente Clemente XIV fue más despierto. Los suprimió y listo.
ResponderEliminarMuy buena la broma, Anselmo!
ResponderEliminarBueno, quiero suponer que lo dices en broma. Porque si lo dijeras en serio me harías pensar que eres uno de esos tradicionalistas que piensan que el tiempo se ha detenido vaya a saber en qué época!
No quiero suponer que sea tu caso. Pero conozco ciertos lefebvrianos que llevan sy "fijismo" a semejantes extremos que ni siquiera lo reducen a la Liturgia o a las formulaciones dogmáticas, o a su falso concepto de Tradición, sino que también parecen fijistas en cuestiones disciplinarias y políticas!
Ernesto: como varios en este foto, tenés una obsesión con los lefes.
ResponderEliminarJustamente los lefes son bastante jesuíticos.
Yo no propuse quedarse en 1773. Solamente destaqué que el Papa Ganganelli no fue engañado por la Compañía.
Es muy cierto lo de Clemente XIV; podía suprimir la Compañía de Jesús y lo hizo. La cuestión de si el papa Pablo VI podía suprimirla no está en duda: de hecho podía suprimirla nuevamente. La cuestión es: ¿por qué no lo hizo ante su evidente desobediencia y deslealtad?
ResponderEliminarAnselmo: No sé si está tan claro que sucedió lo que dices: "Solamente destaqué que el Papa Ganganelli no fue engañado por la Compañía".
ResponderEliminarDices eso y parece que el Papa era un dechado de sabiduría e inteligencia, que no pudo ser engañado. Y diciendo eso también afirmas que la Compañía engañaba al Papa o a quien sea.
Ninguna de las dos cosas están tan claras históricamente.
Y más bien me parece, es mi opinión, que en la decisión del Papa se acentuaron las razones políticas e internacionales, que nada tuvieron que ver con su misión de Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo.
Anónimo de las 5:15
ResponderEliminarJustamente afirmo lo contrario de lo que Ud dice. Según Ud "Y diciendo eso también afirmas que la Compañía engañaba al Papa" y si lee mi comentario dice que "el Papa Ganganelli no fue engañado por la Compañía".
Y lo dije por lo que escribió P. Filemón en el post.
Anselmo: Soy el anónimo a quien replicas.
ResponderEliminarNo me has entendido. Yo no me refería en mi comentario a Pablo VI, sino al papa Clemente.
Tal vez no lo estoy entendiendo. Me pareció que Ud se refería a Clemente XIV.
ResponderEliminarUd afirma "también afirmas que la Compañía engañaba al Papa".
Dije que el Papa Ganganelli no fue engañado, o sea la Compañía no engañó al Papa Clemente.
Anselmo ha dicho: "como varios en este foro, tenés una obsesión con los lefes".
ResponderEliminarPor lo que a mí me toca, ya que soy habitué a este foro, voy a decir algo.
De acuerdo, toda "obsesión", salvo que sea obsesión por lo bueno, bello y verdadero, no es aconsejable.
Pero ¿qué hay de malo en ser católico y ser apologeta de lo católico?
Nadie criticaría que defendiera la Fe católica de lo que creen los luteranos, anglicanos, calvinistas, adventistas, etc.,etc. ¿Por qué habría de criticarnos nadie si quisiéramos defender la fe católica de lo que creen los lefebvrianos?
¿Cuál es la diferencia?
Hay protestantes que han cortado la tradición cristiana en so concilios de los cuatro primeros siglos; los lefebvristas cortan la tradición cristiana en 1958. No hay una diferencia esencial entre lefebvrianos y protestantes. Ambas confesiones se han apartado de Roma y de la Fe Católica.