jueves, 27 de agosto de 2020

Papa Francisco: sus méritos y sus defectos

Como alguien en el foro ha dicho que se siente algo perdido con el derrotero que toman mis notas, comienzo por ubicar la serie que ahora desarrollo: el pasado sábado comencé a tratar el caso Enzo Bianchi y la Comunidad Monástica de Bosè, planteando la cuestión de interpretar las razones que ha tenido el papa Francisco para imponer sus sanciones. Dije que mi hipótesis es que se trata de una señal que manifiesta un cambio notable en el Papa, y por eso he comenzado por describir el modo como las usinas mediáticas modernistas han venido presentando el pontificado del papa Bergoglio, lo cual comencé a hacer en mis dos últimas notas: Papa Francisco: ¿el Gran Reformador?Papa Francisco: ¿el Papa de un nuevo paradigma? Aunque no es suficiente todavía para describir completamente la situación. Prosigamos entonces...
   
----------Para seguir avanzando en este tema, creo que es interesante advertir cómo los modernistas, aparte de esos inadecuados títulos laudatorios que ellos han ideado para glorificar al papa Francisco como líder mundial (o, como ellos suelen decir, líder del nuevo orden mundial), ninguno de los impulsores de la propaganda modernista lo exalta con esas alabanzas auténticas, que legítimamente le convendrían como Vicario de Nuestro Señor Jesucristo, Sucesor de San Pedro y Cabeza visible de la Iglesia.
----------Vale decir, los aduladores modernistas, aparte de algunos títulos atinentes o por lo menos no inconvenientes con el oficio petrino, como el de "gran profeta" y "gran teólogo", "comunicador universal", "Papa de la libertad" (Radclyffe, Grillo), y más precisamente "Papa de la libertad de conciencia" (padre Sosa Abascal), o "Papa de la libertad sexual" (padre James Martín, mons. Paglia, Enzo Bianchi), apelativos que, por exagerados o equívocos que puedan sonar, sin embargo presentan un Papa excepcional e inaudito, "revolucionario" (Spadaro), pero al mismo tiempo pacificador y conciliador universal, entre católicos y luteranos (Kasper), entre católicos y ortodoxos (Melloni), entre cristianos y judíos (Di Segni), entre cristianos y musulmanes (Acuerdo de Abu Dhabi), entre creyentes y no creyentes (Scalfari), entre teístas y panteístas (rahnerianos), entre teístas e idólatras (adoradores de Pachamama), ninguno de los modernistas exalta al Papa con esas alabanzas que le convendrían propiamente como Sumo Pontífice de la Iglesia católica.
----------En otras palabras, ninguno de los aduladores modernistas exalta en el Papa las virtudes propias de un Romano Pontífice: la piedad religiosa; el temor de Dios y no el de los hombres; la humildad y el espíritu de penitencia; el anuncio integral del Evangelio, con claridad, sin equívocos, sin cortes, ni reticencias y respetos humanos; el celo por la sana doctrina y por la conversión de los pueblos a Cristo; un diálogo constructivo y persuasivo acerca de la verdad del Evangelio, la refutación y represión de la herejía, la unión, sabiamente dosificada, de la motivada misericordia con la justa severidad; la defensa del primado pontificio sobre todas las autoridades de la tierra, la prudencia y el coraje en el gobierno de la Iglesia, el cuidado eficaz por la unidad interna de la Iglesia, en la superación de los extremismos, divisiones y conflictos. Atención, no se confundan los lectores!: no estoy diciendo que todas estas virtudes sean realmente virtudes de este Papa, sino que son las virtudes que deberían adornar al Papa ideal.
----------Es claro que los modernistas reconocen méritos al papa Francisco, que son reales méritos: como su llamado a la fraternidad universal, su atención a los más postergados, a los explotados y marginados, su sensibilidad por los valores humanos dondequiera se encuentren, su atención a la vocación universal a la filiación divina y a la santidad, su lenguaje concreto, inmediato y estimulante, a veces irónico, sus chistes efectivos, su viva percepción de la colegialidad episcopal y del rol de los laicos en la Iglesia y en la política, etc.
----------Pero es muy significativo que los modernistas no vean los defectos pastorales y morales del papa Francisco, defectos evidentes para todo aquel que quiera ver y no se ponga una venda en los ojos, como suelen hacer los papólatras que hoy abundan en la Iglesia: la grave negligencia del Papa en la corrección de los errores doctrinales y dogmáticos, su falta de imparcialidad, su simpatía por la izquierda y su dureza con la derecha, su lenguaje a veces ambiguo y doble. Pero está claro que todas estas cosas hacen que los modernistas se sientan felices y cómodos, o más bien comodísimos con este Papa.
----------Por último, es sumamente significativo que los modernistas descuiden completamente (ya que les resultaría extremadamente incómodo) alabar al papa Francisco por sus reales y excelentes méritos, aunque raros, en el campo teológico, doctrinal y espiritual, como su condena del gnosticismo y del pelagianismo, su devoción al Espíritu Santo, su devoción al Rosario, y sus preciosas instrucciones acerca de la lucha contra el demonio. Es curioso que en la falta de reconocimiento de estos auténticos méritos del papa Francisco concuerden (¡una vez más!) por un lado los modernistas pro-Francisco y, por otro lado, los anti-Francisco que abundan en ese abusivo tradicionalismo que suele caer en el sedevacantismo práctico.
----------Ahora bien, tenemos que dar un nuevo paso adelante en nuestra reflexión, y consiste en advertir que la interpretación del pontificado del actual papa Francisco como un papado extraordinario, en el sentido preciso del término, o sea extra-ordinario, más allá o fuera de lo ordinario, diferente a todos los demás, no es solo producto del fanatismo papólatra de alucinados o la invención de mentes exaltadas, sino que también tiene un fondo de verdad en dos sentidos opuestos: uno positivo y otro negativo.
----------1) En sentido positivo, el pontificado de Francisco es un papado extra-ordinario (repito: en el único sentido de diferente a los demás) por haber realizado actos o gestos que ningún Papa había hecho o pensado poder hacer, como lo que él llama "ecología integral", o el acuerdo de Abu Dhabi, o la condena del gnosticismo y del pelagianismo, o un Sínodo sobre la Amazonia, o un acuerdo con la China comunista. No estoy haciendo aquí ningún juicio de valor político o pastoral acerca de estos hechos del pontificado de Francisco; simplemente los estoy enunciando, para dar pruebas de que sí, efectivamente, es un pontificado fuera de lo ordinario.
----------2) En sentido negativo, vale decir, el aspecto negativo de esta "extraordinariedad" (si se me permite el término) es el hecho de que este Papa crea dificultades en la virtud de la Fe, cosa que nunca antes había sucedido en la historia de la Iglesia. Atención a mis palabras!: no estoy diciendo que sea un Papa herético (algo que ningún católico puede afirmar y seguir siendo católico), sino un Papa que crea dificultades en la virtud de la Fe, en cuanto que han existido en la historia de la Iglesia Papas con todos los pecados posibles e imaginables; pero nunca Papas que hayan creado dudas sobre la fe o diesen la impresión de cambiar los dogmas o el contenido de la doctrina de la fe, Papas aparentemente relativistas, laxistas, aparentemente heréticos, masones, modernistas o rahnerianos. Esta clase de Papas no se habían dado nunca. Esto ha tenido dos consecuencias: a) por un lado, entre los católicos (se trate de cardenales, obispos, teólogos, moralistas, o bien se trate de fieles comunes), ha creado un gran desconcierto, suscitando divisiones, polémicas, cismas y corrupción moral (para empezar, los fanatismos anti y pro Francisco, son sin duda corrupciones morales), y b) por otro lado, complacencia entre los no católicos, vale decir, en el vasto y diferenciado mundo que suele relacionarse con la Iglesia, y está integrado por los pseudo-católicos modernistas y rahnerianos, los protestantes, los masones, los comunistas, los islámicos y los propios ateos o no creyentes, desde cuya maquinaria mediática frecuentemente se alaba con desmesura al papa Francisco.
----------Sin embargo, como lo vengo diciendo en estas notas, no es esta la manera de alabar a un Romano Pontífice. En realidad, los títulos de mérito que los modernistas adscriben al papa Francisco nada tienen que ver con el ministerio petrino, sino que son de carácter puramente secular y político, y además de eso, discutibles. Mencionemos un primer falso título meritorio: su simpatía por la política de izquierda. Supongo que no hace falta probarlo a los lectores. Aún así, les recuerdo que el Papa se ha ganado los elogios de Massimo D'Alema, quien lo aclamó como "líder de la izquierda internacional"; de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, que ve en él el "guía en la liberación de los pueblos"; de Evo Morales, ex presidente de Bolivia, quien le entregó un crucifijo con la hoz y el martillo; y también el Papa se ha ganado la admiración entusiasta de Leonardo Boff, líder impenitente de esa teología de la liberación de orientación marxista, que ya fue condenada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1984.
----------Otros defectos del papa Francisco, que para los modernistas son verdaderos méritos suyos, son los siguientes: su tendencia populista rousseaoiana, su excesiva insistencia sobre la ecología, o sobre el egoísmo económico, o sobre la avariciosa sed de dinero, como si fueran la única causa de todos los males de la sociedad, descuidando o minimizando esas causas gravísimas, que son el subjetivismo doctrinal, la soberbia, el materialismo, el ateísmo, el relativismo y el hedonismo moral; su excesiva dureza para con la derecha, acusada de conservadurismo sólo porque quiere conservar el depósito de la fe; derecha que él acusa de rigidez y rigorismo, sólo porque recuerda la importancia de la ascética y se aferra a los valores absolutos e inmutables, en modo especial al dogma, a la liturgia y a la ética sexual. Y así podríamos seguir...
----------Particularmente astuta (aunque no fácil de comprender para todos) es la movida de quienes quisieran presentar al papa Francisco como un rahneriano, el gran deus ex machina de la teología modernista de hoy, como ha hecho recientemente Alfonso Botti en su artículo Si el Papa se inspira en Rahner, en Vatican Insider del 20 de mayo pasado. Sin embargo (¡y esta es una esperanzadora señal!) el Papa siempre ha escapado hábilmente a esta trampa, consciente de su responsabilidad como Maestro de la fe. Como ya lo dije, el papa Francisco nunca ha mencionado a Rahner, aunque ciertamente los rahnerianos lo presionaron, lo presionan y lo seguirán presionando para que nombre al ideólogo principal del modernismo postconciliar. Podría pensarse que el papa Francisco puede en algún momento mencionar a Rahner sin comprometerse con sus enseñanzas (por ejemplo, como alguna vez ha elogiado el libro del cardenal Kasper sobre la misericordia), pero es muy significativo que no lo nombre. Y esto no es ciertamente una señal de aprobación. Por lo tanto: el Papa no se inspira en Rahner, sino en Nuestro Señor Jesucristo.
----------Ahora bien, existe ulteriormente otra gran cuestión para entender lo que sucede con el papa Francisco, y esa gran cuestión es el gobierno de la Iglesia. Precisamente, su forma de gobernar la Iglesia es la observación principal, la crítica más seria, que se le viene haciendo al Papa por parte de observadores vaticanistas, consejeros, colaboradores sabios y cualificados, y hasta por los menos autorizados y mediocres blogueros católicos (por caso, un humilde servidor). Esa es la crítica que mayoritariamente se le hace: la de gobernar mal la Iglesia, por ejemplo, concediendo demasiada libertad a los heréticos, prestando poca atención a la conservación del depósito de la fe, insistiendo demasiado sobre el cambio, sordo a los buenos consejos y sensible a los lisonjeros, demasiado temeroso de lo que el mundo pueda hacer contra la Iglesia, y poco ocupado en expandirla por el mundo, más preocupado por las relaciones de la Iglesia con el mundo que por las cuestiones internas de la Iglesia.
----------De modo que, en este último aspecto, el papa Francisco podría ser comparado a un padre de familia que, en lugar de dedicar sus cuidados sobre todo a su esposa y a la educación de sus hijos, pasara demasiado tiempo fuera de casa, más interesado en las buenas relaciones con los demás, y no con los propios miembros de su familia, completamente preocupado por llevarse bien con "los otros" y sin preocuparse por resolver los conflictos que surgen en la familia. ¿Sería un buen papá? No, ciertamente.
----------Pues bien -y ahora diré algo que los lectores deben considerar central en esta serie de notas- debemos sin embargo recordar a este respecto que la pastoral del Concilio Vaticano II parece tener un defecto similar. De hecho, el Vaticano II es el primero en la historia de los Concilios, que no está dirigido sólo a los católicos, sino "a todos los hombres de buena voluntad" y parece tener la ingenuidad de creer que en realidad en todos los hombres rige la buena voluntad. Desafortunadamente, esto no es cierto. De ahí la necesidad siempre sentida por los Concilios del pasado, conscientes de la malicia humana, de advertir que quien no acepta los decretos de un Concilio no puede ser parte de la Iglesia, y es enemigo de la Iglesia o está excluido de la Iglesia: y por eso, en todos los concilios precedentes nunca faltaba el famoso anàthema sit.
----------En cambio, el Concilio Vaticano II brinda excelentes enseñanzas, pero no parece preocuparse demasiado por establecer las medidas a tomar contra quienes las falsifiquen. Esto ha hecho posible el retorno del modernismo, que ha consistido exactamente en la falsificación de las doctrinas del último Concilio. Y esto explica por qué los modernistas, por ejemplo los rahnerianos, han podido salirse con la suya hasta ahora y hacer que muchos crean que ellos son los verdaderos intérpretes del Concilio, actuando imperturbables y suscitando la reacción opuesta de los ultra-tradicionalistas, los lefebvrianos, quienes acusan a las doctrinas del Vaticano II de ser doctrinas modernistas. Falsedad absoluta.
----------Si un objetivo tiene este blog es el del enriquecimiento mutuo, entre su autor y los lectores. Y he aquí un ejemplo de esto: entre los comentarios a mi nota de ayer, un lector hizo importantes aportes, y terminó diciendo que: "...en resumen, parecería que al papa Francisco más que el Papa de la misericordia, se lo puede llamar el Papa de la confusión. Una confusión de la que él se sirve y fomenta". En realidad, no estoy completamente seguro con lo que se ha querido decir con eso de la "confusión de la que él se sirve y fomenta", pero intento comprenderlo en el sentido de que el papa Francisco, en lugar de corregir esta interpretación modernista del Concilio Vaticano II, la ha tolerado y en lugar de corregir ese defecto pastoral del Concilio, lo ha acentuado. Sin embargo, debo agregar algo más, pues entiendo que haciéndolo así, acentuando la confusión, el papa Francisco ha venido provocando en la Iglesia una situación de tal sufrimiento y malestar, que finalmente hoy él se ha percatado y está corriendo al encuentro de los remedios. Uno de los signos reconfortantes de este giro providencial en la pastoral del Papa es precisamente la sanción contra Enzo Bianchi, que es uno de los exponentes más conocidos y populares del modernismo sincretista postconciliar, sanción que, como dice hoy una conocida crónica diaria en InfoVaticana es "otro lio servido que no termina y que está provocando tantas perplejidades en los francisquistas que consideran a Bianchi el no va mas", es decir "el no va más" paradigmático del Concilio entendido en clave modernista.
----------Además, sin duda otro defecto del que se resiente la pastoral aplicada por el papa Francisco es que parece que él percibe y siente mucho la Iglesia como un conjunto de comunidades diversas, que en cierto modo lo es, pero considera poco los valores de su esencial unidad y universalidad. De ahí su conocida y repetida imagen del poliedro, que es ciertamente bella y verdadera; pero es incompleta, porque no da la representación de lo universal, es decir, de lo católico, de lo que en los singulares es siempre idéntico a sí mismo ("unum in multis et de multis"). Todo católico, en cuanto católico, es esencialmente idéntico a todo otro católico, aunque concretamente sea un católico diferente.
----------Pero el ser católico como tal es siempre él, está siempre presente idénticamente a sí mismo en todos los católicos, de lo contrario no sería posible la universalidad de la Iglesia Católica, la cual es universal no tanto por el hecho que esté dispersa por todas partes, sino porque en todas partes y en todos los tiempos posee siempre la misma identidad esencial, es siempre Ella, la misma esencialmente, aunque realizada de formas concretas que siempre son diferentes. Ésta es la verdadera, esencial universalidad de la Iglesia, y lo es ya desde el mismísimo día de Pentecostés, en el que se presentó al mundo, aunque sólo fuera en Jerusalén, y aunque todavía no estuviera esparcida por todo el mundo.
----------Como lo ha dicho otro comentarista en el foro: el papa Francisco tiene una gran percepción de lo concreto, pero, agrego ahora yo, debido a cierta antipatía suya a la abstracción, parece encontrar dificultad en el abstraer lo universal de lo singular concreto, o sea para pensar y teorizar conceptualmente la universalidad de la Iglesia, aunque obviamente hay que decir que el papa Francisco, como Maestro de la fe, tratándose de un concepto de fe, de hecho lo posee exactísimamente.
----------Es cierto, por otra parte, como también suele subrayar el papa Francisco, que la Iglesia es una realidad plural, lo cual quiere decir: diversificada o múltiple (cf. I Co 12,4-30), pero el hecho es que, como lo sabemos ya desde el Catecismo de Primeras Nociones, las notas de fe de la Iglesia no son la multiplicidad o variedad, sino la unidad y la universalidad ("católica"). Está claro (contra todo tradicionalismo fijista exclusivista) que la unidad no significa uniformismo o conformidad o monolitismo. Está claro que la unidad no excluye en absoluto la multiplicidad, sino que es el fundamento y el principio de la unión, de la conexión, de la coordinación y de la organización armoniosa de las partes entre sí.
----------De lo contrario, tendríamos el caos, el desorden, la confusión, la contraposición y la división, que no son el efecto del Espíritu Santo, sino del diàbolos, del divisor, del demonio. Lo múltiple por sí solo no crea la unidad o la unión, porque en sí mismo solo dice separación; sino que necesita un principio de unidad: esto es válido para toda comunidad humana y también es válido para la Iglesia. La unidad sirve precisamente para garantizar la sana multiplicidad, de modo que no haya bellum omnium contra omnes, una guerra de todos contra todos, como parece existir hoy. El principio supremo de unidad de la Iglesia es el Espíritu Santo en Sí mismo y mediante sus dones, santificantes, jerárquicos y carismáticos.

11 comentarios:

  1. Dice el P. Filemón que no está "diciendo que sea un Papa herético (algo que ningún católico puede afirmar y seguir siendo católico)".
    Esto cabe seguramente para todos los católicos excepto San Roberto Bellarmino, San Alfonso María de Ligorio y el Cardenal Cayetano.

    Atte.

    Thomas De Vio

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  2. Estimado Anónimo de las 15:36:
    Efectivamente, estoy diciendo que ningún católico puede conscientemente afirmar que un Papa o un Concilio Ecuménico con y bajo el Papa pueden ser heréticos.
    Con anterioridad al Concilio Vaticano I era posible sostener y de hecho ha habido opiniones teológicas (en la baja escolástica) que han sostenido a modo de hipótesis, el supuesto de falibilidad en la fe de un Papa.
    Por santos que sean los teólogos, ellos también pueden descaminarse. El propio Tomás de Aquino, propuesto incluso por el Concilio Vaticano II como Doctor Común y recomendado para los estudios eclesiásticos, también se ha equivocado en cuestiones que en su tiempo no habían sido debidamente esclarecidas por el Magisterio infalible (extraordinario y ordinario).
    Si su interés es el tema preciso de la infalibilidad pontificia le sugiero leer mi post "El misterio de la dignidad pontificia", del 20 de junio del 2020, donde hay algunas ideas al respecto.
    Que Dios le bendiga.

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  3. Lo leí. Gracias.

    Sería interesante que tenga la bondad de indicar dónde está definido que el Papa no puede pecar contra la fe. Lo que no puede es proponer para ser creído algo en contra de la fe.

    Sobre el Papa hereje, hay teólogos posteriores al Vaticano I que siguieron sosteniendo la doctrina de Bellarmino.

    Thomas De Vio

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  4. Querido anónimo de las 22:51, Thomas De Vio:
    En tal caso deberíamos entonces precisar qué se entiende (como hipótesis teórica) un "papa herético", términos que ni siquiera en cuya definición se han puesto de acuerdo quienes han propuesto o rechazado la hipótesis o (aún más equivocadamente) la existencia de tal figura.
    Entiendo que cuando hablamos de hipótesis de un "papa herético" es precisamente en el sentido preciso al que Ud. se refiere, es decir en su rol de Papa. Ud lo dice con las palabras: "no puede proponer para ser creído algo en contra de la fe", y tiene razón, si se lo entiende en su recto sentido. Para evitar malentendidos, yo no usaría tal definición, que implica la condición "para ser creído", que podrían generar los equívocos o malentendidos frecuentes en ultra-tradicionalistas o lefebvrianos, de reducirlo todo a "fe definida" (i.e. magisterio extraordinario o solemne).
    Por mi parte, corregiría su expresión por la de "no puede enseñar algo en contra de la Fe" (lo que incluye también lo que se llama el "magisterio ordinario"). El Espíritu Santo no se lo permitiría, precisamente porque el Papa es Maestro de la Fe, Defensor contra las Herejías. Puede ser y parecer todo lo ambiguo y equívoco que fuera posible en sus enseñanzas, incluso puede (humanamente) querer ir contra el depósito de la Fe, o contra la Tradición, pero...! el Espíritu Santo no le permitiría enseñar nada contra la Fe. Sus equívocos o ambiguedades siempre deben ser interpretados in bonam partem, i.e. en el sentido católico.
    Entendido en este sentido, por supuesto que hay expresiones del Magisterio que lo esclarecen. Si ahora me apura me viene a mi pobre memoria lo que dice el punto del Dz 1479, creo recordar, entre los cánones anatematizados sobre las enseñanzas de Lutero.
    Le agradezco su comentario, y me complace que haya leído mi otro post. Ojalá puedan serle útiles mis pobres exposiciones. Rezo por ello.
    Su inquietud acerca del tema me ha hecho pensar que quizás habría que volver a escribir algo sobre el asunto. Me lo pensaré.
    Su inquietud, sus dudas (preocupante y peligroso siempre, como es tener dudas contra algo del edificio de nuestra Fe) es, sin embargo, algo frecuente, lamentablemente, en estos tiempos de confusión. Es un problema que no sólo lo sufre Ud.
    Recuerdo ahora cuando en los primeros meses del 2019 se publicó una Carta abierta dirigida a todo el episcopado mundial (un despropósito teniendo en cuenta el contenido) firmada por 19 sacerdotes y laicos acusando al papa Francisco de herejía. Entre los 19 firmantes había personalidades que gozan de predicamento, y también de mi respeto. Recuerdo ahora tres nombres: el padre Hunwicke, el filósofo Pasqualucci, o el dr. Kwasniecki. Me sorprendió mucho que ellos también hubieran caído en semejante error doctrinal (además del acto ilícito que suponía atentar, por caso, contra el canon 1404 del CIC). Poco tiempo después de aquello, recuerdo que tuve que escribir unos apuntes y ofrecer una humilde conferencia o charla a un grupo de laicos que, con la ayuda de la gracia, pudieron eliminar todas sus dudas sobre el tema.
    Rezo por Ud.
    Que Dios le bendiga.

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  5. Padre: Recuerdo muy bien esa charla. Yo estaba allí. ¡Y luego hubo muchas preguntas y discusiones! Pero creo que todos los que asistimos salimos más serenos y confiados! Nuestro Señor nunca abandona su barco, aunque parezca que duerme!

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  6. Herminia: Soy testigo. Y te acordarás que yo fui uno de los que más discutió.
    Padre Filemón: sigo esperando que nos proporcione sus argumentos para afirmar que la sanción a Enzo Bianchi es una señal de un cambio en papa Francisco.
    Espero su nota de hoy.

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  7. Herminia, Ernesto,
    Gracias por pasarse por aquí.
    Extraño nuestras reuniones.
    Si el Señor lo quiere, ya volveremos a reunirnos, y seguiremos discutiendo!
    Que Dios les bendiga.

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  8. Fray Filemón ud en un comentario dice: "Puede ser y parecer todo lo ambiguo y equívoco que fuera posible en sus enseñanzas, incluso puede (humanamente) querer ir contra el depósito de la Fe, o contra la Tradición, pero...! el Espíritu Santo no le permitiría enseñar nada contra la Fe. Sus equívocos o ambiguedades siempre deben ser interpretados in bonam partem, i.e. en el sentido católico." ... Eso es lo que Castellani llamaba teología de negros o papolatría.

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  9. Querido Don Benja:
    Me sorprende que haya yo repetido una idea exacta indicada por mi bien recordado padre Castellani, a quien he conocido, leído, estudiado y apreciado mucho, aunque ciertamente no idolatrado.
    Me gustaría que Ud. me indicara el texto o los textos exactos donde eso indica el ex sacerdote jesuita.
    Mi postura ante el Romano Pontífice, se llama Pedro, Pio,Juan o Francisco, ha estado siempre y sigue estando muy lejos de la papolatría.
    Sea como sea, su indicación ¿sugiere algo más que dos afirmaciones contrastadas? Lo que yo digo lo afirmo, y lo vengo probando en mis notas (le sugiero, humilde y respetuosamente, que lea mi nota del 20 de junio pasado, "El misterio de la dignidad pontificia", donde trato de explicarme sobre este tema), que se trata de un dato de fe, mientras que ¿Castellani valora su afirmación como algo de más precio que su opinión personal?
    En el peor de los casos (i.e. en el caso que Castellani negara una verdad de fe), no tendría más argumento que decirle que: los libros del padre Castellani no forman parte del canon de los Libros Sagrados. Y supongo que Ud. no piensa lo contrario.

    Sus comentarios siempre serán bien recibidos.
    Rezo por Ud. Que Dios le bendiga.

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  10. Don Benja: Ha sido bastante despreciativo Castellani con eso de "teología de negros", ¿no?

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  11. Don Benja: Le aseguro que al padre Filemón de lo menos que se le puede tachar es de "papólatra". Creo que Ud. no ha comprendido bien su expresión. Además, el artículo que Fr Filemón le recomendó es muy explicativo al respecto.
    Como complemento, recuerdo ahora lo expresado por el padre José Antonio Fortea (claro que este buen sacerdotes puede ser muy simpático para algunos, y para otros no tanto, pero aquí no se trata de simpatías, sino de la defensa de la verdad). Fortea expresaba en 2016, poco después de las polémicas en torno a la interpretación de aquella nota en Amoris laetitia: "Un Papa puede ser pecador, puede tener mala formación teológica, puede ser un miserable, puede callar ante eclesiásticos que esparcen mala doctrina, puede escribir una encíclica ambigua, puede decir una cosa y tener otra intención, puede formular frases de doble sentido, puede promover a indeseables a los más altos cargos, puede poner como ejemplo a hombres que no son ejemplares. La lista podría continuar. Un Papa podría querer acabar con puntos de la Tradición que son irreformables, podría querer acabar con lo más bello de la liturgia, podría querer malvender los más bellos cálices y templos de la Iglesia. La lista podría extenderse a más aspectos.
    Ahora bien, Dios siempre intervendrá para que ningún Papa proclame como verdad de fe lo que es un error. Por eso ningún Papa nunca podrá ser un hereje".
    Es otra forma de decir lo mismo que ha dicho el padre Filemón en la frase a la que Ud. se ha referido.

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