lunes, 31 de agosto de 2020

La Masonería: ¿Por qué es enemiga de la Iglesia?

¿Por qué la Masonería es enemiga de la Iglesia? Así nos preguntábamos al final de la breve nota de ayer. Pues bien, para empezar a responder a esa cuestión, por ahora recordemos sólo muy brevísimamente cómo nació y se desarrolló la Masonería.

----------La literatura existente en el campo de la historia de la Masonería es sumamente abundante, aunque no todo, por supuesto, es históricamente confiable en lo que respecta a la historia de las relaciones de la Iglesia con la Masonería, ni lo escrito por historiadores católicos ni lo escrito por masones o simpatizantes de la masonería, ambas corrientes llevadas por sus propios fanatismos. Sin embargo, ya se ha establecido por los historiadores más objetivos que, como resulta claramente del título "free-masons", "constructores (o albañiles o aprendices) libres", la historia del origen inicial de la Masonería consiste en la evolución que tuvo lugar en los siglos VI y VII de los trabajadores medievales implicados en la construcción de las catedrales europeas.
----------Muchos siglos después, con la crisis protestante, debido al declive del culto divino, por una parte disminuyó la necesidad de construir templos, edificios dedicados a la liturgia (liturgia de concepción minimalista en las iglesias reformadas), mientras que por otra parte el protestantismo, con su principio de sola scriptura, entre otras cosas, hizo que el laicado comenzara a volverse cada vez más independiente de la Jerarquías eclesiásticas (obispos, sacerdotes y religiosos), también como respuesta al estado de sometimiento en el que frecuentemente antes se encontraba, en relación con condiciones laborales a menudo opresivas. Así se fue formando una clase social que, a la vez que abandonaba la fe en el dogma católico, aspiraba a progresar y elevarse desde el punto de vista social y cultural.
----------Así fue como las asociaciones de constructores libres, aquellas iniciales asociaciones masónicas, fueron perdiendo progresivamente su referencia al arte de la albañilería o de la construcción, y a la vez comenzaron a recibir en su seno también a individuos que no se dedicaban necesariamente a la construcción sino que mas bien eran personas que estaban ávidas de progreso social y cultural.
----------Y así fue entonces como la Masonería comenzó a convertirse en símbolo de un arte de la construcción entendido en el sentido de la edificación de una nueva humanidad, una nueva humanidad por un lado libre de los vínculos con la Iglesia y, por otro lado, libre de una concepción de la vida, como lo era la vida católica, basada sobre la fe en una Divina Revelación, vale decir en una dogmática y una moral infaliblemente custodiada y enseñada al mundo por la Jerarquía de la Iglesia Católica. La Iglesia, para las asociaciones masónicas, que adquirían nuevo sentido con la reforma protestante, había dejado de ostentar su primacía sobre la sociedad secular, y por lo tanto no regía la sociedad civil, ahora autónoma.
----------Un dato importante a tener en cuenta es que originariamente la Masonería no era anticristiana, aunque sí anticatólica. De hecho, el acta de su fundación, las famosas Constituciones londinenses de 1727, fueron redactadas por un pastor presbiterano escocés, James Anderson [1678-1739], en coautoría con John Theophilus Desaguliers [1683-1744] y en ellas se excluye explícitamente que el masón pueda ser ateo.
----------Así fue como la Masonería asumió un carácter hostil hacia la Iglesia Católica y hacia la institución del Estado en aquellos países en que los Estados eran católicos, pero no así en los Estados que eran protestantes, donde las asociaciones masónicas no necesariamente asumieron un carácter secreto o clandestino, sino que operaron a la luz del día y lograron públicos reconocimientos y estima pública, como sucedió por ejemplo en la fundación de los mismos Estados Unidos de América, donde la Masonería ha sido desde la fundación del país una normal asociación de derecho público.
----------En efecto, con el surgimiento de la organización del Estado moderno, respetuoso del pluralismo de ideas y de la libertad religiosa, la Masonería ha comenzado a revelar con mayor claridad su -digámoslo así- duplicidad o ambivalencia, que constituye, desde un punto de vista católico, una cuestión no fácil de resolver, si el católico no pudiera valerse del juicio de la Iglesia sobre la misma Masonería. En otros términos, en la modernidad, en la cultura respetuosa de la autonomía de lo secular, no es fácil para un cristiano valorar las asociaciones masónicas, que tienen valores y desvalores. Por supuesto, nunca ha sido fácil cumplir el mandamiento de Nuestro Señor: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (Mt 12,17), mucho menos en la modernidad; y esto también sucede en la valoración de la Masonería. Pero el católico cuenta con el auxilio del Magisterio, que desde el mismo origen histórico de las organizaciones masónicas en el siglo XVIII, con las primeras bulas y encíclicas referidas al tema (citadas en la nota anterior) hasta nuestra época posterior al Concilio Vaticano II, con los documentos pontificios postconciliares, ha venido guiando a los fieles católicos, indicando claramente la correcta actitud a tener ante la Masonería.
----------Lo que estoy intentando decir es que hoy más de una vez aparece cómo la Masonería, a nivel humano o civil, no está privada de valores (el recurso a la razón, a la ciencia, el respeto por los derechos del hombre, por la justicia, por la democracia, por el pluralismo, y por la libertad religiosa). Pero lo que en ella sigue siendo inaceptable para la Iglesia es el fundamental principio masónico por el cual cualquier religión basada en una Divina Revelación es considerada como fanatismo y mitología.
----------Al respecto, es necesario añadir otra observación que de alguna manera explica esta hostilidad de la Masonería hacia los dogmas del catolicismo. La Masonería comenzó a formarse en el clima lacerante y escandaloso de las Guerras de Religión, y debemos reconocer con franqueza que el intento fundacional de la Masonería no estuvo privado de un aspecto de nobleza: encontrar el modo de pacificar las almas, ligándolas a la aceptación de valores comunes, que ya no eran los del catolicismo, pues en la modernidad ya la Fe católica enseñada por el Magisterio no era un valor reconocido por todos en Europa.
----------Por consiguiente, así fue como comenzó a surgir la idea de una comunidad estatal ya no fundada en una "religión de estado" (sea la religión católica o la protestante), sino en principios comunes de razón y de justicia natural. Estos fueron los inicios de los modernos Estados democráticos fundados en la libertad religiosa, la cual fue reconocida oficialmente por la Iglesia en el Concilio Vaticano II. Por supuesto, como bien sabemos y ya lo hemos explicado sobradamente, no libertad religiosa en sentido positivo (condenado ya en los tiempos de León XIII, por ejemplo), sino en sentido negativo, de libertad de coacción.
----------Claro que el error de la Masonería fue pretender ubicarse en un nivel de juicio superior a la Divina Revelación enseñada por el Magisterio de la Iglesia católica. De ahí la recuperación y la reviviscencia de las antiguas gnosis paganas, las doctrinas y cultos esotéricos, las cosmovisiones antropocéntricas, las doctrinas teosóficas o el neo-panteísmo moderno, enseñanzas y prácticas neo-gnósticas todas, cuyo resurgimiento se habría producido en gran medida a la sombra protectora de la Masonería desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Curiosamente, esta reviviscencia gnóstica es un fenómeno que habría terminado por corromper los mismos principios de honestidad constitucional en la Masonería, ya que, como bien sabemos, quien quiere reemplazar a Dios no promueve al hombre sino que lo destruye.
----------Por consiguiente, con lo que venimos diciendo hasta aquí, ya podemos responder a nuestra pregunta inicial: ¿Por qué la Masonería es enemiga de la Iglesia? Pues bien, es precisamente en este nivel de pretensión de un conocimiento gnóstico superior a la Divina Revelación, que la Masonería se opone no sólo a la Iglesia, sino a la propia civilización y a las buenos hábitos y costumbres públicas y privadas, como ya señalaba desde el siglo XVIII el magisterio pontificio con acentos de severidad aparentemente exagerada en aquella época; pero que en realidad resultaron proféticos, si se considera los daños provocados por la impiedad masónica en algunas revoluciones como la francesa y la rusa.
----------En sucesivos artículos (aunque no sé si mañana o en otro momento) trataremos de los cambios iniciados por el Concilio Vaticano II y por el postconcilio en las relaciones de la Iglesia con la Masonería.

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