miércoles, 8 de enero de 2025

Diálogo con lectores acerca de la Tradición

No siempre es para mí agradable la tarea de responder en el foro de este blog a las intervenciones de los lectores, pues frecuentemente ellos no están dispuestos a dialogar, y cuando lo están, a veces se sufren las carencias de algunos por no estar munidos ni siquiera de los rudimentos filosóficos y teológicos para llevar adelante un diálogo coherente. Sin embargo, en un artículo reciente, referido a la relación entre la Tradición y la Sede Apostólica, hubo un puñado de lectores con los cuales, a pesar de todo, pudo dialogarse al menos en un clima de mutuo respeto y entendimiento. Con la esperanza de que ese diálogo continúe, extraigo del centenar de comentarios que recibió aquel artículo, algunas decenas de intervenciones, y aquí las republico, por si alguno de esos mismos lectores u otros, quieran continuar dialogando sobre los mismos temas. [En la imagen: fragmento de "Basílica de San Pedro de Roma", óleo sobre lienzo de Julie Wilehlmine Hagen-Schwarz, pintado entre 1851-1854, obra conservada y expuesta en el Museo de Arte de Tartu, Estonia].

Las preguntas y sus respuestas
   
----------Como hago habitualmente en casos similares, publico en letra cursiva el comentario publicado en el foro por el lector, y a continuación mi correspondiente respuesta.
----------1Un artículo que lleva por título "La Tradición y la Sede Apostólica" me invita enseguida a leerlo. Y de hecho leí el artículo publicado con grandes expectativas... sin embargo, y sea dicho con todo respeto, tras una lectura rápida me ha parecido que son los habituales (y un poco trillados) argumentos muy conocidos del padre Filemón de la Trinidad, según los cuales la tradición es, en definitiva, el carajo que se le antoja al Papa de turno. Con buena paz del principio de no contradicción.
----------Respuesta. Un modo de expresarse tan vulgar como el que usted ha usado, no se ajusta a una voluntad que debo presuponer honesta al pretender tratar seriamente de cosas de la Iglesia, sobre todo si la persona afectada es el Santo Padre. Ya he explicado con claridad lo que es la Sagrada Tradición a la luz del dogma y de la doctrina de la Iglesia, por lo cual le invito a releer lo que he escrito donde encontrará la respuesta a su acusación hecha al papa Francisco de manipular la Sagrada Tradición.
----------Repito aquí, de todos modos, lo que ya he dicho en muchas otras ocasiones, también en este blog. Le recuerdo ante todo la diferencia entre Tradición y tradiciones eclesiales. Mientras que para la custodia de la Tradición el Papa goza de un carisma de infalibilidad en virtud del oficio petrino, en cuanto conservador del depósito revelado, por cuanto los contenidos de esta sagrada Tradición son verdades de fe y doctrinas dogmáticas inmutables, en cambio, los contenidos de las tradiciones eclesiales son de variado género y pueden ser introducidos, modificados o abrogados por autoridad del Sucesor de Pedro, siempre que a su prudente juicio lo juzgue oportuno, conveniente o necesario para el bien de la Iglesia. En este plano el Papa no es infalible, pero exige siempre obediencia de los fieles, porque es impensable que mande un pecado o prohíba un deber, en cuyo solo caso el fiel estaría dispensado de obedecer.
----------Las tradiciones eclesiales son de variado tipo, de todos modos siempre concernientes a la práctica y no a la doctrina de la fe. Por consiguiente, se trata de tradiciones culturales, literarias, canónicas, litúrgicas, pastorales, espirituales, populares, consuetudinarias, históricas, hagiográficas, artísticas, etc.
----------Importante es la relación entre la Tradición y el Magisterio pontificio. Los contenidos de este Magisterio son los mismos de la Sagrada Tradición y de las tradiciones eclesiales, junto con las enseñanzas de la Sagrada Escritura, con la adición de cuanto de nuevo cada Papa quiera eventualmente añadir para explicar, ilustrar, explicitar y aplicar en las diversas circunstancias el contenido de la Tradición.
----------2Estimado... [el lector está hablando, en este caso, con otro lector], te hago saber que una lectura rápida no es lo mismo que leer precipitadamente, cosa que yo no he hecho. Más bien parece que el que ha leído precipitadamente mi comentario has sido tú, que me juzgas poseyendo argumentos prejuiciosos e ideologías. ¿Cómo lo pruebas? Pero... si quieres que pregunte con claridad, no tengo problema en hacerlo...
----------Por eso, me hubiera gustado más bien ver en este artículo cómo se sitúa el Padre Filemón de la Trinidad en relación a tantas contribuciones al discurso surgidas en los últimos años, acerca de la infalibilidad pontificia sobre la continuidad o ruptura entre la enseñanza de los Papas anteriores al Concilio, la enseñanza del Concilio y la de los Papas posteriores al Concilio, en lugar de atrincherarse en la estéril contraposición entre progresistas y lefebvrianos, en busca de una síntesis ya probada y derrotada por la historia (y me estoy refiriendo al principio ratzingeriano del progreso en la continuidad).
----------Respuesta. La contraposición entre modernistas y pasadistas es el fenómeno sociológico más relevante, más grave, significativo y lacerante en la escena eclesial desde los años '60 (yo tengo 80 años y lo estoy experimentando en mi piel desde que tenía 20 años), un fenómeno que se está volviendo cada vez menos tolerable y al cual con urgencia cada vez más es necesario encontrar una solución.
----------La síntesis ratzingeriana (progreso en la continuidad) es la correcta y debe ser absolutamente retomada. Lamento que el papa Francisco no haya sido capaz de retomarla por su falta de imparcialidad, siendo demasiado indulgente hacia los modernistas y demasiado severo contra los pasadistas.
----------Sin duda el largo camino sinodal que dio lugar al reciente Sínodo de Obispos ha sido querido por el Papa para obtener unidad, paz, reconciliación y concordia en la verdad y en la diversidad, con el fin de sanar este conflicto que está ante los ojos de todos los observadores, dentro y fuera de la Iglesia. Es necesario que las dos partes dejen de perturbar a los buenos católicos tratando de atraerlos a su lado y poniéndolos los unos contra los otros; los modernistas instrumentalizando las enseñanzas del Papa para sus planes subversivos, los pasadistas ensañándose contra el Papa con la acusación de traicionar la Tradición.
----------Es necesario que las dos partes, indietristas y modernistas, hagan un esfuerzo de mutua comprensión y de diálogo, comprendiendo que por las cualidades propias de cada parte (conservación y progreso) están hechas para complementarse mutuamente, ambas indispensables para el buen desarrollo de la Iglesia en la fidelidad a la inmutable Palabra de Dios y en el crecimiento en la santidad.
----------3Por allí he leído que alguien ha descrito con agudeza el fenómeno de la "Tradición devorada por el magisterio", esta aplanación de la primera sobre el segundo, el Magisterio, al cual el padre Filemón de la Trinidad da por sentado hasta convertirlo casi en una doctrina de fe.
----------Respuesta: Me he encontrado en alguna ocasión con esa frase que usted cita, la de la "Tradición devorada por el magisterio", en boca de una persona conocida en mi ciudad, un oscuro personaje. el cual lamentablemente ni siquiera es católico (aunque él se considere tal), sino más bien un gnóstico diletante y padeciendo multitud de carencias psicológicas, las cuales se manifiestan en sus exteriorizaciones. Desfoga en sus publicaciones ataques de diabólica malicia contra el Papa, ataques e insultos que ni siquiera han estado en boca del mismo Lutero, lo que ya es decir mucho. No sé dónde habrá leído usted esa frase, pero en mi caso, a causa de la fuente en la que se ha originado, esa frase no merece el mínimo respeto.
----------Sin embargo, en benevolencia a la molestia que usted se ha tomado en escribir su comentario, al menos le diré dos palabras sobre el asunto, a modo de refutación.
----------Acusar al Magisterio de haber "devorado la Tradición", en realidad es la acusación de aquel que no ha entendido nada acerca de la función del Magisterio, que es precisamente la de conservar, custodiar e interpretar la Tradición rectamente entendida, es decir entendida como el propio Magisterio la entiende. Creer que el Concilio Vaticano II o las enseñanzas de los Papas del postconcilio o la Misa novus ordo, hayan traicionado la Tradición, quiere decir, como dice el papa Francisco, permanecer en el pasado, estar entre los pasadistas o indietristas,  y cerrados a la novedad del Espíritu Santo.
----------4Tengo verdadera curiosidad de ver cómo, en cuanto filósofo y teólogo que es desde hace varias décadas, el padre Filemón de la Trinidad argumenta su curiosa regla hermenéutica a partir de los textos de Santo Tomás. Me pregunto si, como experimentado académico de teología dogmática, se ha dado cuenta de que para Santo Tomás no existe la prueba del Magisterio; para él las auctoritates son la Escritura y los Santos Padres, y muy raramente menciona a los Papas o a los Concilios.
----------Respuesta. Falso. Conozco a santo Tomás de Aquino desde hace 60 años y sé muy bien cómo están las cosas. Tomás en muchas ocasiones, al demostrar que una proposición es de fe, cita sentencias de Papas. En particular, ya he dicho en otras ocasiones que Tomás reconoce el derecho exclusivo del Papa a introducir un nuevo artículo en el Símbolo de la fe y definir lo que es o no es de fe.
----------El hecho es que en los tiempos en que le tocó vivir a Tomás no existía aún el tratado teológico De Traditione, que nace solamente con la Reforma tridentina y por obra del gran teólogo español Melchor Cano, en respuesta a la negación luterana de la Sagrada Tradición, que Martín Lutero reducía a las temporáneas y caducas tradiciones eclesiásticas o populares más o menos espurias.
----------En Tomás la percepción y el respeto por la Sagrada Tradición se ven en la atención que presta a los decretos de los Concilios y de los Papas y a la enseñanza de los Padres. Es interesante cómo sabe hacer una selección entre tradiciones auténticas y tradiciones espurias y muy difícilmente asume alguna tradición infundada. La misma legislación canónica, en cuanto fundada sobre el Evangelio y sobre decretos de los Papas y de los Concilios, la ve de hecho aunque no nos lo dice, como testigo de la Tradición.
----------Los Medievales conocían bien lo que es la Tradición, cual es el depósito de la Tradición; pero no pensaban en tener un concepto reflexivo, sistemático y científico. Esto era peligroso porque el hombre medieval, a diferencia del moderno al que le complace la revolución, es instintivamente tradicionalista, por lo cual se siente inclinado a acumular las tradiciones, incluso inútiles y obsoletas, sino que bastaba con que fueran tradicionales para que vienieran a ser conservadas. Pensemos solo en la historia del progreso tecnológico: durante siglos y milenios el hombre se ha servido casi siempre de los mismos medios de transporte, de cuidado, de comunicación o de cultivo o de edificación. Aparte de Galileo, el conocimiento tecnológico ha producido más en cinco siglos que lo que había producido en milenios.
----------Pues bien, la obra meritoria de Lutero fue la de haberse percatado de esta plétora de tradiciones y, consecuentemente, de querer liberar a la Iglesia de la masa de tradiciones espurias que se habían acumulado en los siglos, y que cansinamente y mecánicamente, por no decir supersticiosamente, venían arrastrándose hacia adelante, haciendo inútilmente más pesada la vida cristiana, y ahogando la Palabra de Dios bajo un montón de palabras humanas, para no decir de errores verdaderos y propios.
----------Lutero quiso a su modo recuperar la verdadera tradición evangélica, pero descuidó la apostólica y por tanto la función del Papa como custodio de la Tradición apostólica, la Tradición que se manifiesta en las enseñanzas de los Papas y de los Concilios. Pensó que también esta tradición fuera espuria y abusiva y, en cualquier caso, falible. ¿En qué sentido quería Lutero recuperar la tradición? Él la concibió aún a la manera medieval como tradere traditu morale: la predicación viva de la Palabra. Sin embargo, para él la única fuente de la Revelación, como es sabido, es la sola Scriptura, no hay Tradición apostólica y por lo tanto pontificia.
----------Fue necesario esperar al Concilio Vaticano II (Dei Verbum, n.8) para tener una definición dogmática de lo que es la Sagrada Tradición como fuente junto con la Escritura, de la divina Revelación, Tradición y Escritura a su vez confiadas por Cristo a la interpretación del Magisterio Pontificio y Apostólico.
----------5Y, como cultor de la Summa Theologiae, me permito añadir a las auctoritates que cita santo Tomás de Aquino, la eucología clásica, que de vez en cuando aflora sobre todo en los sed contra: para Tomás la fe orada ab immemorabile es lugar teológico.
----------Respuesta. No hay duda.
----------6Y, no he comprobado, pero no me sorprendería que tantas de esas oraciones que santo Tomás de Aquino usa como argumentos hayan caído bajo el cuchillo impío de los reformadores, dado que en ese aborto de un Misal (para decirlo con uno de los autores de la reforma, Bouyer) sobrevive sin cambios solo el 13% de la eucología del Rito Romano auténtico.
----------Respuesta. Hablemos con respeto del Misal del papa san Pablo VI. Este Misal contiene la Palabra de Dios y la Sagrada Tradición del mismo modo que las contenía el Misal de san Pío V o los Misales precedentes. Hago la advertencia de que el Rito Romano auténtico, es decir la esencia de la Misa, permanecerá integralmente hasta el fin del mundo. Si acaso en el novus ordo, suponiendo que sea cierto el dato, quedará el 13% del rito romano antiguo. No confundamos lo auténtico con lo antiguo. Lo primero es indestructible e inabrogable; lo segundo puede contener partes caducas.
----------Pero también los ritos abandonados, como por ejemplo el vetus ordo, no por ello no abolidos (en cuanto lex orandi de divina institución), como ha hecho presente Benedicto XVI en el Summorum Pontificum, sino que están religiosamente conservados en el tesoro de los ritos precedentes. Así como a nadie en línea de principio se le prohíbe celebrar en el vetus ordo (el motu proprio Traditionis custodes regula la celebración del vetus ordo), a nadie se le prohíbe celebrar en un rito precedente al de san Pío V, siempre que en su momento hubiera sido aprobado por la Santa Sede, y tenga el permiso de su Obispo. Similarmente, como hoy se viaja normalmente con un auto de 2022, a nadie le está prohibido viajar con un auto de 1970 o de 1930, siempre que cumpla con las normas actuales de circulación automovilística.
----------7Pero luego, para poner cuanto menos en duda la legitimidad u obligación de esta "hermenéutica presentista", está toda una reflexión teológica elaborada particularmente por San John Henry Newman, que reconoce el papel del laicado, incluso y sobre todo en tiempo de crisis, respecto a un magisterio -episcopal o papal- desviado o mundanizado (Newman, durante la crisis arriana: "el dogma divino de la divinidad de Nuestro Señor fue proclamado, inculcado, mantenido y (humanamente hablando) preservado mucho más por la Ecclesia docta que por la Ecclesia docens").
----------Reflexión hecha propia también por órganos para-magisteriales, como en el documento de la Comisión Teológica Internacional del 2014 sobre el Sensus Fidei en la Vida de la Iglesia:
----------63. "Alertados por su sensus fidei, los creyentes pueden negar el consentimiento incluso a la enseñanza de pastores legítimos si no reconocen en esa enseñanza la voz de Cristo, el Buen Pastor. 'Las ovejas siguen [el buen pastor] porque conocen su voz. No seguirán a un extraño, sino que huirán de él porque no conocen la voz de los extraños (Jn 10:4-5). Para Santo Tomás, un creyente, incluso sin competencia teológica, puede e incluso debe resistir, en virtud del sensus fidei, a su obispo si este último predica heterodoxia. En tal caso, el creyente no se considera a sí mismo como el último criterio de la verdad de fe, sino más bien, ante una predicación materialmente 'autorizada' que le resulta preocupante, sin poder explicar exactamente por qué, remite su asentimiento y sus llamamientos interiormente a la autoridad superior de la Iglesia universal". (entonces ¿el Padre ve que no estamos precisamente apegados a la manualística de época pacelliana?).
----------Respuesta. Pero lo que usted dice, que es muy correcto, vale hoy como valía en los tiempos de Pío XII, porque se trata de cosas que tocan la esencia inmutable de la Iglesia y en ella el rol del laicado. Y la cita del Evangelio es más que pertinente. Pero con una condición: que se deje fuera al Papa, porque él es el único fiel que desde Cristo tiene la tarea de confirmar en la fe a todos los demás. Por eso todos pueden perder la fe o caer en la herejía, desde el Secretario de Estado al Decano del Sagrado Colegio, hasta el Prefecto del Dicasterio de la Fe. Un Papa, en cambio, puede pecar contra todas las virtudes, pero no contra la fe.
----------8El hecho de que el interés por la Tradición pudiera polarizar en torno a sí un verdadero y propio movimiento eclesial en contraposición al Papado era impensable...
----------Respuesta. Este movimiento por la Tradición es un fenómeno que ha alcanzado hoy dimensiones nunca antes vistas, pero que nació en el inmediato postconcilio con el movimiento de mons. Marcel Lefebvre. Fue la reacción de una pequeña parte del mundo católico a las que aparecían como novedades modernistas del Concilio Vaticano II, ofensivas a la Tradición. Anteriormente la conducta de los Papas, excepto algunos Papas reformadores, siempre ha tenido una impostación tradicionalista, por lo cual los opositores, especialmente en el siglo XIX, se presentaban como revolucionarios.
----------En el Medioevo, por el contrario, donde todos eran tradicionalistas, la diferencia entre los Papas y los herejes no era tradición-progreso, excepto quizás el caso de Joaquín de Fiore, sino dos modos contrarios de ver la Tradición. En el fondo, también Lutero, aunque contrario a la Tradición apostólica, no pretendía renovar o hacer progresar a la Iglesia, sino ante todo recuperar los orígenes, la verdadera Tradición evangélica, en su opinión ofuscada por el papado. En cambio, con el Concilio se ha inaugurado una serie de Papas progresistas, ciertamente cuestionados por los modernistas, pero sobre todo por los pasadistas.
----------Benedicto XVI seguía subrayando la importancia de la Tradición, pero he aquí que con el papa Francisco el desplazamiento a la izquierda retoma dirección hacia el modernismo, sin obviamente alcanzarlo. Entonces se comprende que con Francisco la reacción tradicionalista nunca haya sido tan fuerte como lo es ahora. Es la aplicación de la ley bien conocida por los sociólogos, según la cual la posición extremista de una parte provoca una reacción extremista contraria de la parte opuesta.
----------9En su pequeña y debida distinción, la conocida historia de Juan XXII demuestra que no era entonces tan impensable.
----------Respuesta. Juan XXII no se había expresado como maestro de la fe, sino como doctor privado y en punto de muerte se retractó del error y se corrigió, y su Sucesor, el Beato Benedicto XI en 1336 definió como dogma de fe lo que el Papa anterior había negado, es decir, la visión beatifica inmediata de la esencia divina inmediatamente después de la muerte en gracia.
----------10Por otra parte, usted, me parece recordar, se ha referido a una falsa renovación con la pretensión de interpretar mejor que el Papa las exigencias de la renovación conciliar. ¿A qué se refiere?
----------Respuesta. Muy simple: lo que no le es permitido al teólogo es la pretensión de interpretar el dato de fe mejor que el Papa. Sin embargo, por cuanto respecta a la manera de realizar las perspectivas pastorales-gubernativas-disciplinares, un consejero suyo o, incluso, cualquier fiel, pueden sugerir al Papa una mejor manera de gobernar la Iglesia. Véase por ejemplo a santa Catalina de Siena.
----------11Porque no creo que un solo tradicionalista en el mundo piense y se mueva con la intención y el fin de "interpretar las exigencias de la renovación" de un Concilio para el cual, por decir lo menos, no tiene una gran estima (también porque ha visto los "grandes frutos" de la renovación).
----------Respuesta. No pienso en absoluto en una cosa así. Sé bien que a los pasadistas no les interesa la renovación sino la Tradición. El interés por interpretar las exigencias de la renovación conciliar es propio de todo buen católico, el cual en este punto se fía, al menos en línea de principio, en la interpretación dada por el Papa. La reforma conciliar ha producido escasos frutos, no por inadecuación intrínseca de las directivas conciliares, sino porque han sido mal interpretadas por pasadistas y modernistas. Los primeros las han rechazado por su apego al pasado; los segundos las han realizado mal o sea en forma modernista.
----------12Queda el hecho, creo incuestionable, que prácticamente cualquier padre conciliar, hoy: puesto ante una "misa tipo" Novus Ordo se arrancaría el talar y los cabellos; puesto ante una "misa tipo" según el Rito Romano Auténtico, por como es celebrado hoy, se complacería de los excelentes resultados obtenidos por la Constitución Conciliar sobre la Sagrada Liturgia.
----------Respuesta. No comparto esta opinión. Si leemos atentamente la Sacrosanctum Concilium, notaremos que se expresan aquellas instancias, exigencias, directivas, que luego han llevado a la Misa novus ordo de 1970. Habiendo propuesto los Padres una reforma del rito de la Misa, es impensable que ellos esperaran la reedición del mismo vetus ordo. Por otra parte, noto que usted sigue confundiendo lo auténtico con lo antiguo, tal como ya le he hecho notar en una de mis respuestas anteriores. Su confusión revela en usted indietrismo.
----------13... circundar y casi enterrar estos valores bajo una plétora de usos, mitos, ritos, creencias, prácticas y tradiciones que al final sofocaron la vida espiritual y la autenticidad evangélica...
----------¿No es un poquito arrogante el permitirnos juzgar tan despectivamente "la vida espiritual y la autenticidad evangélica" de nuestros antepasados? Me parece escuchar los argumentos rancios que a veces se me mueven contra la antigua misa: "pero una vez la gente no entendía nada/iba a misa solo por convención, etc.". Pero me pregunto y le pregunto: ¿tú qué sabes?? ¿Cómo te atreves a juzgar a nuestros padres en la fe? Creo que la humildad y la piedad deberían obligarnos a moderar los tonos y los términos cuando hablamos de nuestros antepasados.
----------Respuesta. Lo que yo he dicho acerca de la cultura medieval popular es muy bien conocido por los historiadores más serios y objetivos, que no se dejan llevar por emociones subjetivas y fantasías pasadistas. Se sabe que solo en el siglo XVII nacen las ciencias históricas, las cuales en los siglos siguientes, hasta el nuestro, iniciarán una obra estrictamente crítica de discernimiento con respecto al pasado, por ejemplo en el campo de la arqueología, de la zoología, de las costumbres de los pueblos, de la hagiografía, de los mitos y de las tradiciones populares. Pensemos en el bien conocido cliché de la "leyenda medieval".
----------14Son incomprensibles sus peanas a Lutero, casi como si fuera un salvador de la Tradición. Por desgracia, ha ido demasiado lejos. Pienso que cualquier historiador serio sería capaz de desenmascarar la inconsistencia de esta apología.
----------Respuesta. Ya he indicado que Lutero (en su pensamiento y en su obra) no carece de aspectos positivos, que deben ser reconocidos; lo cual no quiere decir que uno sea ciego respecto a sus errores contra a la fe y sus pecados, y sus directivas morales a las comunidades guiadas por él. Esto segundo sería un falso ecumenismo. Hoy existe sin duda un falso ecumenismo, que ya no recuerda los errores de Lutero o incluso quiere hacerlos pasar por verdades católicas. Si busca en mi blog encontrará varios artículos acerca de este problema.
----------15De uno de sus artículos he tomado nota que usted ha dicho: "El Papa recaba también de la Tradición artículos de fe y dogmas. Existe, pues, una diferencia entre el contenido de la Tradición y el contenido de la doctrina de fe establecida por el Magisterio de la Iglesia y de los Papas. El Magisterio recaba los dogmas no solo de la Escritura, sino también de la Tradición; pero es necesario que sea una verdadera sagrada Tradición apostólica y no una simple tradición eclesial o popular, por muy antigua y autorizada que fuera".
----------El papa, el papa, el papa. Siempre el papa. ¿Cómo puede un católico vivir sin saber dónde está el papa, qué hace el papa, en qué piensa el papa?
----------Acaso nosotros, los católicos de la era de los medios de comunicación, ¿lograremos salir de esta mentalidad papólatra?
----------Respuesta. Estoy hablando de lo que es exclusiva y principalmente la tarea del Papa. El exceso de culto al Papa es cuando se toma como si fuera magisterio una improvisada externalización suya, un chiste de espíritu, un juicio precipitado, una frase ambigua y cosas de este género.
----------16Por otra parte, ¿acaso el trabajo del Papa es "recabar dogmas"? ¿Parir uno con cada encíclica o constitución apostólica?
----------El querido hombre medieval iba adelante con su vida y con su vida espiritual apenas sabiendo el nombre del papa, y cuando se sabía en el pueblo el nombre del recién elegido en Roma ¡ya reinaba su sucesor!
----------Y gracias a los papas superstar, desde Pío XII al reinante, quien más quién menos, los Obispos no se les alinean más, cuando ellos deberían ser antes que nada órgano ordinario del magisterio (con buena paz de la tan alabada colegialidad episcopal).
----------Respuesta. Estoy de acuerdo. Los últimos Papas a partir de san Paulo VI hablan demasiado. El Papa actual les supera con creces. Debería hablar menos y decirnos esas palabras que solo el Papa puede decir. A duras penas llega a afrontar los temas más difíciles e importantes, vinculados al magisterio pontificio, aquellos temas sobre los cuales esperaríamos la palabra-guía, la palabra magistral, clarificadora y resolutiva.
----------17Padre, usted ha escrito en un artículo referido a este tema de la Tradición... "El argumento de la antigüedad («¡desde hace 2000 años!») tan querido por los pasadistas, no es decisivo. Es necesario verificar si se trata de una verdadera Tradición apostólica. El ingreso de la mujer en el presbiterio, introducido por la reforma litúrgica del Vaticano II, tampoco había ocurrido desde hace 2000 años. Pero eso no quita que no sea compatible con la sagrada Tradición..."
----------Por lo tanto, si he entendido bien: hay que comprobar si las monaguillas son verdadera tradición apostólica. Padre Filemón admite que una porquería como esta nunca se ha visto antes. Pero de alguna manera esto es "verdadera tradición apostólica". Bah.
----------Respuesta. Quiero decir que la Tradición apostólica no es sólo la que ha perdurado desde hace 2000 años, sino también lo que quizás ha sido instituido recientemente por la Iglesia en materia de fe, y se puede atribuir a la Tradición o implícito en la Tradición. Yo no soy un especialista en liturgia, particularmente en lo referido a las ceremonias, pero tengo entendido (puedo equivocarme) que las monaguillas de iglesia no están previstas por las normas litúrgicas, y se trata de un abuso de algunos sacerdotes que quieren hacerse los originales. Diferente es el ministerio femenino de Lectora, instituido en toda regla por la Iglesia.
----------¿Cuál es la diferencia? Que derivan de la Tradición solo aquellas cosas que son instituidas para siempre por la Iglesia. La Tradición no está tan ligada al tiempo, sino a lo eterno, a la palabra de Dios que no pasa. Lo tradicional ligado a la palabra de Dios no pasa nunca; lo tradicional simplemente eclesial tarde o temprano pasa. Si la Iglesia ha instituido el ministerio de la Lectora y no el de las monaguillas, quiere decir que el primero es una explicitación de la Tradición, mientras que el segundo es la invención de algún sacerdote en vena de originalidad. Llegará un día en que ya no se hablará más de monaguillas: pero las mujeres ministro (¡no sacerdotisas!) estarán hasta el fin del mundo.
----------18También ha dicho: "...Lo nuevo introducido por la Iglesia, a bien mirar, si no está implícitamente presente en la Tradición, ciertamente no es contrario..."
----------La exclusión de las mujeres del ministerio activo en el altar es el planteamiento realmente coherente con la lógica de la encarnación del Verbo, Jesús Sumo y Eterno Sacerdote, que ha asumido la carne de un varón, un ser humano de género masculino. El desenvuelto servicio de las mujeres en el altar (o en cualquier otro ministerio activo litúrgico) es sin duda contrario a la tradición apostólica.
----------Respuesta. El ministerio litúrgico de la Lectora no es un "servicio en el altar", el cual está reservado al sacerdote, sino un servicio en el ambón, que es el lugar de la liturgia de la Palabra, antes de la ofrenda del Sacrificio, que constituye lo esencial de la Misa. La liturgia de la Palabra no es todavía la Misa propiamente dicha, sino que es introductoria a la Misa.
----------19Y también: "...porque nada establece la Iglesia de modo dogmático y definitivo o incluso solo en el campo disciplinario, moral o jurídico,  que no sea conforme a la Escritura y a la Tradición..."
----------En el campo disciplinario y jurídico, varias veces en la historia la Iglesia se ha ganado grandes dolores de cabeza. Me pregunto cómo se puede negar esto. De esto no tengo que dar ningún ejemplo en particular.
----------Pero ¿cómo se puede afirmar que también estos errores, disciplinarios o jurídicos, eran de todos modos conformes a la Escritura y a la Tradición? Eran "conformes a la Escritura y a la Tradición" de la misma manera que las posteriores y debidas correcciones?
----------Respuesta. Se dice que las normas disciplinarias y jurídicas son conformes a la Escritura y a la Tradición no en cuanto son deducidas o derivadas de ellas, sino en cuanto con ellas no están en contradicción. Por ejemplo, la pena de muerte o el instituto del Cardenalato o la parroquia o las Órdenes religiosas militares están permitidas por la Escritura y la Tradición (vale decir no están en contradicción con ellas), pero no están fundadas en ellas. Por eso han ocurrido los cambios a lo largo de la historia de la Iglesia.
----------La Iglesia en este campo ciertamente no es infalible y no puede establecer nada definitivo e inmutable, como lo hace en el campo dogmático o moral. En su prudencia pastoral y jurídica, sin embargo, la Iglesia no puede establecer nada imprudente o injusto en las oportunas circunstancias. Sin embargo, con el cambio de las circunstancias lo que antes parecía correcto, puede revelarse injusto y por eso la Iglesia lo abole. Por ejemplo, al prohibir durante largos siglos a la mujer el acceso al ambón, la Iglesia, en las condiciones históricas de entonces, no le ha hecho mal a la mujer. Pero al aparecer clara en el siglo pasado su igual dignidad con el hombre, ha considerado justo conceder a la mujer el acceso al ambón.
----------20Aquí se viene a decir que "el Magisterio es infalible en el distinguir las tradiciones apostólicas de aquellas que son espurias o superadas..."
----------Una hipotética infalibilidad nunca sancionada por ningún dogma, mera opinión teológica del padre Filemón. Pero el problema de fondo es el mismo concepto de Magisterio, ya un oráculo metomentodo que debe poner boca sobre todo: mientras fuera León XIII en sacar una encíclica por semana, todo podía ir bien; pero hoy tenemos a Francisco que nos habla de tractores, invernaderos y hermandades humanas. Imagino que se trate tradiciones apostólicas auténticas.
----------Respuesta. Hablando del Magisterio me refiero al magisterio pontificio, cuya infalibilidad ha sido definida dogmáticamente por el papa Pío IX en el Concilio Vaticano I.
----------El Magisterio de la Iglesia no es más que el poder de enseñar el Evangelio a todo el mundo hasta el fin de los siglos, conferido por Cristo a los apóstoles y a sus sucesores teniendo por cabeza a Pedro y a sus Sucesores.
----------21O sea... la Comunión en boca, la exclusión de la mujer del presbiterio, la negación del doctorado de la Iglesia a la mujer, el celebrante de espaldas al pueblo, el latín en la Misa, los órdenes menores. ¿Quién hace el discernimiento? El Magisterio...
----------Respuesta. ¿Y quién debe hacerlo?
----------22¡Cuánta aproximación y superficialidad! ¿La Comunión en boca es cosa superada?? ¿Filemón recordará que la comunión en la mano es un abuso tolerado por indulto? Silencio sobre todo lo demás, realmente es incomentable.
----------Respuesta. Nadie ha dicho que la Comunión en la boca sea cosa superada. Actualmente o al menos recientemente, la Comunión en la mano ha sido prescrita por la Conferencia Episcopal Argentina como medida higiénica en relación con la pandemia.
----------23"...Lutero en particular se da cuenta de que el católico de su tiempo no solo se basa en la Escritura, sino también en la Tradición; y como no tiene la percepción de la sacralidad de la Tradición cristiana, sino que la ve solo como un hecho humano, si no incluso como un instrumento del Papa para oprimir las conciencias, piensa que es un engaño basar la fe en la Tradición..."
----------¿Pero la de Lutero no era una "instancia de purificación del concepto de Tradición", por otra más "correcta"?
----------Respuesta. Lo que Lutero rechaza es la Tradición en sentido católico, es decir, la Tradición apostólica transmitida e interpretada por el Papa, de lo cual procede el famoso sola Scriptura. Pero, como he dicho, no falta en él la instancia de una purificación de la Tradición, aunque a él no le gusta la palabra "Tradición" porque le recuerda el concepto católico. Sin embargo, se puede decir que lo que para el católico es la Tradición para él no es más que la predicación de la Palabra de Dios, el tradere el Evangelio de generación en generación en su pureza. En este sentido he hablado de una "purificación de la Tradición" en Lutero, es decir purificar la predicación de todo contenido que no sea el de la Escritura.

9 comentarios:

  1. Estimado Padre Filemón de la Trinidad,
    Ante todo, me gustaría agradecerle la consideración que ha querido dar a mis reflexiones en su anterior post sobre el tema, opiniones mías que son las de un enamorado de las ciencias teológicas, pero no de un "profesional" como usted. No quiero -ni creo tener los instrumentos para- entrar en polémica con usted. Las mías quieren ser más que nada las pistas para una profundización del discurso, para que éste no se detenga sobre temas o categorías que ya no son capaces de describir la complejidad de lo real.
    Por ejemplo, la misma "contraposición entre modernistas y pasadistas", que usted retoma en su amable respuesta, es, me temo, ya anticuada: 1) sea porque el modernismo ya está dividido en miles de corrientes (muchas a menudo difícilmente reconocibles como cristianas, y mucho menos católicas); 2) sea porque el tradicionalismo, nacido con afán predominantemente litúrgico (aunque la FSSPX nos insiste a menudo en reiterar que su oposición fue ante todo teológica -tanto que durante algunos años continuó utilizando el rito mutilado de 1965-69)-, es hoy en día un fenómeno extrañamente fragmentario -y el presente pontificado ha catalizado ciertamente el proceso- yendo de verdaderos y propios pasadismos de manera (como aquellos hacia los cuales me parecen dirigirse efectivamente varias de sus críticas, con no pocas razones) a paroxismos milenaristas (alimentados por la situación que durante la reciente pandemia ha paralizado al mundo y demasiado a menudo las mentes).
    Por eso insistir en esta contraposición -que sin duda ha tenido su relevancia histórica, en el pasado- me parece ser hoy un esfuerzo estéril e infructuoso, un anacronismo. Es un hablar sin interlocutor real; o un dirigirse a un solo interlocutor individual, cuando en realidad se tiene delante una multitud indeterminada y heterogénea: los tonos, y los contenidos, no pueden sino ser diferentes.
    En este mare magnum del "tradicionalismo", o de los tradicionalismos, se encuentran también corrientes mucho más sanas y equilibradas, en las cuales se están articulando serenamente serias reflexiones sobre las raíces profundas de los males que afligen a la Iglesia visible: entre otros, un sentimiento ultramontanista exagerado y desviado (alguien lo ha llamado el "espíritu -o falso espíritu- del Concilio Vaticano I") y un consecuente ejercicio despótico y exorbitante del poder petrino (ciertamente no prerrogativa de los papas post-conciliares).
    Habiendo dicho esto como presupuesto introductorio, permítame también responder a sus observaciones por interlínea y por partes. Entre hoy y mañana le iré enviando mis comentarios en respuesta a los suyos con los que antes ha querido responder a mis reflexiones.

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    1. Estimado Franco,
      ante todo, me complace su disposición para el diálogo, y sobre todo me reconforta que usted, con realismo y humildad, reconozca no contar con los instrumentos para la profunda discusión sobre los temas planteados.
      Supongo que cuando dice no contar con esos instrumentos, usted se refiere por ejemplo a las mínimas herramientas filosóficas, teológicas, exegéticas y hermenéuticas para un diálogo profundo. Aún así, y presuponiendo esta carencia de su parte, estimo que puedo hacer de mi parte el esfuerzo para hablarle en lenguaje lo más sencillo posible, a fin de que usted me entienda.
      Lo único que le pido, al respecto, es que mantenga este mismo realismo y humildad que usted me ha manifestado con la franqueza que le agradezco, y se lo pido porque es necesaria una actitud de discípulo de su parte al escuchar -si es su voluntad hacerlo ahora- a alguien -no importa que sea yo u otro- que tiene el oficio de teólogo en la Iglesia, y que para eso ha venido capacitándose durante años y que, como es mi caso, ha venido enseñando teología en fidelidad al Magisterio durante cinco décadas.
      Comienzo entonces por responder por puntos a su discurso introductorio:

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    2. 1. No comparto su opinión de que la contraposición "modernistas-pasadistas" ya no sea capaz de describir la complejidad de lo real; y le hago presente que en sus palabras se advierte claramente que los argumentos que usted me ofrece para rechazar tales categorías se resienten de un nominalismo que, obviamente, no alcanza a abstraer lo universal desde lo particular y, en el caso que nos interesa, un nominalismo que no alcanza a distinguir el género "modernismo" o el género "pasadismo", de las diversas especies, o sea, de las diferentes realidades específicas en las que actualmente se realiza hoy tanto el modernismo como el pasadismo.
      Tiene usted toda la razón al observar que tanto el modernismo como el pasadismo (no uso la expresión tradicionalismo, porque puede existir en la Iglesia un sano tradicionalismo) son actualmente realidades muy complejas y diversificadas, pero ni la complejidad ni la diversificación tanto del modernismo como del pasadismo impiden abstraer las notas universales que definen al modernismo por un lado, y al pasadismo (o indietrismo como lo llama el Papa), por el otro.
      Esté atento, entonces a las dos definiciones/descripciones que a continuación le doy:
      (a) A tal respecto, usted debe hacer un esfuerzo por reconocer las características universales del modernismo, que hacen que su definición sea aplicable a todas sus especies y grados. Lo remito para ello a la encíclica Pascendi del papa san Pío X, pero, para hacérselo más fácil, le resumo la definición del modernismo: el modernismo es idolatrar la modernidad al punto de aceptarla como un totum sin discernir sus aspectos negativos y positivos, sus errores y sus verdades, por lo cual el modernista acepta del Evangelio sólo lo que puede ser adecuable a la modernidad, cuando en el fiel católico debería ser al revés, o sea, que el Evangelio funcione cual criterio para discernir en la modernidad aquello que es bueno y aquello que es malo.
      (b) De modo similar, usted debería hacer un esfuerzo por reconocer las características universales de lo que el papa Francisco llama "indietrismo" (y que yo llamo pasadismo o filo-lefebvrismo). Su característica general es su rígido apego a lo pasado en cuanto pasado (sea cual sea el pasado al que se apegue el pasadista: 1054 como los ortodoxos orientales, o 1957 como los lefebvrianos y filolefebvrianos en general, etc.) sin distinguir en ese pasado la Tradición inmutable y viviente respecto de las tradiciones mutables (la primera de institución divina, las segundas de institución humana); con lo que está implicado una total incapacidad por advertir la necesidad del progreso en la Iglesia: de ahí la asimilación que hacen los pasadistas entre los términos de "modernismo" y "progresismo" (de hecho hay un sano progresismo en la Iglesia) y la falsa concepción que tienen los pasadistas acerca de la Tradición, como algo rígidamente anclado en el pasado, sin poder entender que en la Tradición se trata básicamente del "tradere" (transmitir) el Evangelio, Tradición viviente cuyo último estadio es el Papa reinante, como último testigo de la Tradición.

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    3. 2. Por lo tanto, contra lo que a usted equivocadamente le parece, es necesario insistir en señalar esta contraposición entre modernistas vs indietristas, la cual, repito lo que ya he dicho, es el fenómeno sociológico más relevante, más grave, significativo y lacerante en la escena eclesial desde los años sesenta del siglo pasado.
      Insistir en esta contraposición, explicarla a quienes no la comprenden todavía, argumentarla con razones teológicas filosóficas y científicas sociológico-psicológicas, hacerla patente ante las miradas ciegas por estar ideologizadas, no es ningún "esfuerzo estéril e infructuoso", ningún "anacronismo", como usted se equivoca diciendo. Usted manifiesta su error de base nominalista al indicarme que yo no tengo ningún "interlocutor real", o que me dirijo eventualmente a algún "interlocutor individual, cuando en realidad se tiene delante una multitud indeterminada y heterogénea...". En esta expresión suya se advierte precisamente lo que usted con humildad me manifestó en la introducción a sus intervenciones: usted me confesó que carece de instrumentos adecuados para polemizar con un teólogo. Pues bien, precisamente, ahora un teólogo le está diciendo que, debido a su falta de adecuadas herramientas filosóficas, éstas, sus opiniones, se ven claramente afectadas de un nominalismo que le impide abstraer las notas distintivas y universales tanto del modernismo como del indietrismo, por más que hoy sea variada y compleja la burbuja indietrista, y también sea complejo y muy variado el mundillo modernista.
      Siga con humildad mi consejo: le he dado las dos definiciones, la del modernismo y la del indietrismo. Pues bien, usted dice (y con razón) que tanto la realidad del modernismo como la del indietrismo son ambas complejísimas y variadísimas. Y usted tiene razón. Sin embargo, pruebe usted a aplicar a cualquier forma de modernismo o de indietrismo las dos respectivas definiciones que le he dado, y verá que se aplican perfectamente a cualquiera de los modernismos o indietrismos que usted encuentra realizados y presentes en la actual realidad eclesial. Por consiguiente, la categoría de "modernismo" (definida por san Pío X hace más de un siglo) y la categoría de "indietrismo" (descripto por el papa Francisco) no son anacrónicas: son categorías plenamente vigentes de un conflicto más que nunca hoy actual.
      Usted no sabe filosofía ni teología, tal como con franqueza me lo ha dicho; por lo tanto, simplemente yo le he suministrado dos sencillas definiciones, que para usted será fácil aplicar a cualquier forma de modernismo y de indietrismo.

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    4. 3. Respecto al final de su discurso inicial, en primer lugar, insisto en el mal uso que usted hace de la categoría "tradicionalismo", pues no estamos hablando aquí de tradicionalismo in genere, sino de pseudo-tradicionalismo que es en realidad "indietrismo" o "pasadismo", una desviación cismática y herética; mientras que, en cambio, puede existir un sano "tradicionalismo" no cismático ni herético, que es precisamente el de aquel fiel católico que es más sensible a la obra de conservación de la Tradición en la Iglesia, pero que eso no le impide reconocer que tal obra de conservación -absolutamente necesaria en la Iglesia- debe necesariamente complementarse con la obra del progreso, vale decir, progreso en el conocimiento cada vez mejor de la inmutable Verdad revelada, conociéndola con mayor profundidad, esclareciéndola mejor para que sea comprendida en las cambiantes circunstancias históricas, por el hombre de nuestro tiempo, dilucidando verdades implícitas en la inmutable Palabra de Cristo, y poniéndola por obra en la vida cristiana de manera cada vez mejor, obra que seguirá haciendo la Iglesia hasta el fin de los tiempos, lo cual hace legítimo y necesario también la existencia en la Iglesia de un sano "progresismo", a la par del ya mencionado sano "tradicionalismo".
      En segundo lugar, por cuanto respecta a la mención que usted hace del ultramontanismo, aquí no tiene nada que ver, el montanismo o el ultramontanismo aquí no entra para nada, porque se trata de un modo de entender las relaciones entre la Iglesia y el Estado, que hace referencias a otras circunstancias históricas completamente diferentes a las actuales, y a cuestiones que hoy no están en debate.
      En tercer lugar, por cuanto respecta a esas que usted llama "...corrientes mucho más sanas y equilibradas [del tradicionalismo], en las cuales se están articulando serenamente serias reflexiones sobre las raíces profundas de los males que afligen a la Iglesia visible: entre otros [...] el espíritu -o falso espíritu- del Concilio Vaticano I y un consecuente ejercicio despótico y exorbitante del poder petrino...", le hago presente que su expresión "poder petrino" es ambigua, y necesita de la distinción entre (a) el poder petrino en el ámbito de lo doctrinal, ámbito en el cual el Papa goza del carisma de enseñar inequívocamente la Palabra de Cristo con inclaudicable fidelidad, libre de errores, cuando actúa como Maestro de la Fe de toda la Iglesia, y (b) el poder petrino en el ámbito de lo pastoral-gubernativo-disciplinar, ámbito en el cual el Papa, si bien goza de una especial gracia de estado para cumplir bien su misión de Pastor de toda la Iglesia, puede equivocarse y pecar y, en tal sentido, eventualmente puede ejercer despóticamente su poder (como usted dice).

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  2. Estimado Padre, usted me ha dicho: "Un modo de expresarse tan vulgar como el que usted ha usado, no se ajusta a una voluntad que debo presuponer honesta al pretender tratar seriamente de cosas de la Iglesia, sobre todo si la persona afectada es el Santo Padre."
    Yo no pienso que una expresión vaga y eufemística como "el carajo que se le antoja al Papa de turno" pueda hoy ser descrita como "vulgar", sino tal vez en el sentido puramente etimológico del término. No es raro ver sacerdotes (algunos de los cuales sé que usted conoce muy bien) usar en público expresiones, por decir lo menos, extremadamente más coloridas y picantes.
    Confío, por tanto, en que de hoc satis.
    Si, en cambio, usted se refería a haber descrito los contenidos de su intervención como "habituales (y un poco trillados) argumentos", esto es solo porque, como mencionaba en mi anterior introducción, creo haberlos visto ya en usted formulados en el pasado, y esperaba encontrar en sus intervenciones una mayor atención a cómo el discurso teológico se ha ido profundizando en los últimos años.
    Por otra parte, mi consideración no quería ir a "golpear" a ningún pontífice, en concreto, y se refería más bien a la proposición teológica en sí misma considerada. Si se la hubiera de adscribir a alguien, la habría referido a un papa Pío IX (al que se le ha atribuido de manera creíble la expresión: "¡la Tradición soy yo!") más bien que a un papa Francisco, quien siempre recoge, inconsciente, los frutos de un ultramontanismo desviado.

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  3. Respecto, Padre, a lo que usted dice tras su introducción "Repito aquí, de todos modos, lo que ya he dicho"...
    Le agradezco que haya expresado de nuevo su pensamiento, que comprendo y en gran parte comparto. Sin embargo, la equiparación que usted hace de la tradición litúrgica con "banales" tradiciones populares o hagiográficas, sin embargo, no me parece legítima. Esto también solo en la medida en que (y usted mismo lo reconoce en su respuesta al pasaje n.5) la lex orandi tradicional es auténtico lugar teológico. Por lo tanto, difícilmente se puede decir que no tiene relación con la doctrina. Es muy fácil recordar aquí el adagio de Próspero de Aquitania: "legem credendi lexstatuat supplicandi" o, popularmente, "lex orandi, lex credendi". Que no es ilegítimo entender no solo como regla de estética o poética litúrgica, sino como real principio de jerarquía entre liturgia y doctrina. Los orientales (fuera o no de la comunión católica) en este punto son ciertamente más coherentes respecto al pesado intervencionismo de los latinos desde San Pío X y Pío XII en adelante.
    En todo caso, el discurso me parece exageradamente centrado sobre la "autoridad del Sucesor de Pedro", a costa de las legítimas diferencias que se deben reconocer a las Iglesias locales y a la autoridad de los distintos Obispos.
    También aquí el tema es complejo, pero me parece captar una reducción del concepto de "Magisterio" al de "Magisterio pontificio", que corre el riesgo de transformar a los sucesores individuales de los apóstoles en poco más que "gerentes locales" de Roma.

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  4. En su respuesta al n.1, usted dice: "...para la custodia de la Tradición el Papa goza de un carisma de infalibilidad en virtud del oficio petrino, en cuanto conservador del depósito revelado". También ha dicho que: "el Magisterio es infalible en el distinguir las tradiciones apostólicas de aquellas que son espurias o superadas...", en el n.20, donde usted agrega: "Hablando del Magisterio me refiero al magisterio pontificio, cuya infalibilidad ha sido definida dogmáticamente por el papa Pío IX en el Concilio Vaticano I".

    No niego que pueda ser una proposición defendible y piadosa, pero difícilmente se puede hacer recaer bajo la estricta definición dogmática de la infalibilidad pontificia del primer Concilio Vaticano, que (¡Deo Gratias!) concierne exclusivamente al magisterio extraordinario ex cathedra. Tampoco se puede considerar una ampliación necesaria de la indefectilibilidad de la Iglesia (puesto que lo que es falible es al menos tendencialmente controvertible).

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  5. "Sin duda el largo camino sinodal que dio lugar al reciente Sínodo de Obispos ha sido querido por el Papa para obtener unidad, paz, reconciliación y concordia en la verdad y en la diversidad, con el fin de sanar este conflicto que está ante los ojos de todos los observadores, dentro y fuera de la Iglesia […] Es necesario que las dos partes, indietristas y modernistas, hagan un esfuerzo de mutua comprensión y de diálogo, comprendiendo que por las cualidades propias de cada parte (conservación y progreso) están hechas para complementarse mutuamente, ambas indispensables para el buen desarrollo de la Iglesia en la fidelidad a la inmutable Palabra de Dios y en el crecimiento en la santidad".

    Los procesos para las intenciones sobre todo ex ante, no se hacen; y la buena fe se presume. Pero no puedo pensar que usted crea realmente que entre las aspiraciones en la base del último tour de force sinodal esté la pacificación con la galaxia tradicionalista. Seamos serios. ¿Cómo podemos hacernos ilusiones, con una premisa para este "recorrido" como el motu proprio Traditionis Custodes, que con un golpe de pluma ha destruido aquella paz litúrgica que, con pocas excepciones de extremismos alocados (que hay que decir que se encuentran a la izquierda mucho más de lo que se encuentran a la derecha) en muchos lugares había producido buenos y abundantes frutos, hechos ahora objeto de manifiesto desprecio por parte de la jerarquía?

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