lunes, 27 de febrero de 2023

El defecto fundamental de la teología de la liberación

La verdadera teología de la liberación es la que está resumida en estas espléndidas palabras del Salmista: "Bienaventurado el hombre que piensa en el débil y en el pobre: en el día del mal el Señor lo libera, lo guarda, lo hace vivir, lo hace feliz en la tierra y no lo entrega en las manos de sus enemigos" (Sal 41,2). [En la imagen: el venerable siervo de Dios cardenal Eduardo Pironio, cuya causa de beatificación ha sido recientemente incoada].

----------A muy pocos meses de iniciado el pontificado del papa Francisco, el sitio web Vatican Insider publicaba el 7 de septiembre de 2013 una entrevista al teólogo Gustavo Gutiérrez [n.1928], famoso fundador de la llamada "teología de la liberación", fraile dominico desde 2001, quien, comprensiblemente, no le escatimaba al Romano Pontífice elogios incondicionales. Esta corriente teológica sudamericana, como es sabido, tuvo sus fogonazos en las décadas del 70 y 80 del siglo pasado y aún hoy se sigue hablando de ella.
----------Algunos datos curiosos de aquella entrevista de hace casi diez años, advierten el estado de ánimo de los exponentes de este sector de la comunidad teológica ante el advenimiento de Jorge Mario Bergoglio al Sumo Pontificado. En la entrevista, Gutiérrez asegura que la teología de la liberación no es otra cosa que el Evangelio defensor y liberador de los pobres y de los oprimidos, y el teólogo peruano se manifestaba convencido de que en ello tenía la plena aprobación del entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Gerhard Müller e incluso del Papa. Luego citaba al famoso teólogo liberacionista Leonardo Boff [n.1938] en tono favorable, sin tomar para nada en cuenta el hecho de que, en su momento, algunas de sus doctrinas fueron puntual y severamente condenadadas por la misma Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) en el año 1985: véase la Notificación sobre el volumen del P. Leonardo Boff, O.F.M., "Iglesia: Carisma y poder. Ensayo de Eclesiología militante", 11 de marzo de 1985 (AAS 77, 1985, 756-762).
----------En los ambientes académicos históricos en Argentina, para una actual mayoritaria corriente secularista de pensamiento, la teología de la liberación, a finales de los años 60 del siglo pasado, se inscribiría como una de las manifestaciones de que la Iglesia, hasta ese momento "tradicional baluarte de los sectores oligárquicos", se sumaba, al menos en parte, a la "primavera de los pueblos" (cf. Luis A. Romero, Breve Historia Contemporánea de la Argentina, FCE, Buenos Aires 1996, p.245). Así, estos historiadores advierten que en el contexto de los cambios institucionales introducidos primero por san Juan XXIII, y luego por el Concilio Vaticano II, parte de la Iglesia en Latinoamérica había hecho una lectura singular de sus propuestas.
----------El 15 de agosto de 1967, los autodenominados Obispos del Tercer Mundo, encabezados por el brasileño Helder Cámara [1909-1999], proclamaron un modo específico de opción preferencial por los pobres, enfocada en la necesidad de comprometerse activamente en la reforma social y asumir las consecuencias de ese compromiso. Muchos fueron los que entendieron que esta opción quedaba al menos parcialmente legitimada cuando en 1968 se reunión en Medellín, con la presencia del papa san Paulo VI, la Conferencia Episcopal Latinoamericana. Y así, "una teología de la liberación adecuó el tradicional mensaje de la Iglesia a los conflictos de la hora, y la afirmación de que la violencia 'de abajo' era consecuencia de la violencia 'de arriba' autorizó a franquear el límite, cada vez más estrecho, entre la denuncia y la acción" (Ibid., p.246).
----------Ahora bien, sobre esta expresión "teología de la liberación", existen grandes equívocos, y alguno, como dicen en Roma, "ci marcia", es decir, si no es precisamente un ingenuo imperdonable, aprovecha de ella para hacerse el listo, pescar en río revuelto y engañarse a sí mismo y así pasar a engañar también a los fieles. Es indudable que la expresión teología de la liberación en sí misma es muy bella: ¿qué es el Evangelio sino una teología de la liberación? ¿Cristo acaso no es el gran Libertador de la humanidad? El cristianismo -san Pablo docet-, ¿qué es sino una escuela de libertad? Sobre esto no hay ninguna duda.
----------Pero la historia y los usos lingüísticos nos enseñan, si no queremos valernos de hipócritas abstracciones o juegos de palabras, que el nombre con el cual de hecho vienen designados eventualmente por los autores, los iniciadores o los fundadores de una doctrina, una corriente de pensamiento, un sistema filosófico o teológico, un movimiento político o cultural o religioso, es luego el nombre con el cual la gente o los historiadores designan esas realidades. Y con este nombre permanece en el común conversar humano, incluso si etimológicamente o anteriormente ese nombre significaba otra cosa.
----------También es el caso que, por ejemplo, las palabras comunismo, idealismo, historicismo, liberalismo, voluntarismo, empirismo, positivismo, existencialismo, son en sí mismas muy bellas y cargadas de significado positivo: ¿quién no va a apreciar la comunión, el ideal, la historia, la libertad, la voluntad, la experiencia, el hecho positivo?, pero todos los estudiantes de filosofía de secundaria saben que de hecho estos términos designan realidades histórico-culturales muy precisas, prescindiendo del significado que cada una pueda tener de por sí misma en modo abstracto o en sentido etimológico.
----------Pues bien, lo mismo vale para la teología de la liberación, que ha sido y es una corriente teológica muy precisa, con un fundador bien preciso, una fecha precisa de nacimiento y un muy preciso seguimiento de teólogos sustentadores. Por consiguiente, no es el caso de andarse con rodeos en una cuestión sumamente seria como esta, por las incalculables conexiones o implicaciones espirituales, morales, económicas, eclesiales, políticas y sociales, por no hablar de las militares internacionales.
----------Por consiguiente, no es el caso aquí ni de litigar gratuitamente ni de juguetear con las palabras sobre las espaldas de las inconmensurables masas de pobres y oprimidos del mundo. Lo que quiero decir es que no es honesto aprovecharse de la inocencia de la expresión en sí misma para hacer pasar por debajo de la mesa una determinada y bien caracterizada "teología de la liberación", la cual, en el examen de los estudiosos católicos y del propio Magisterio de la Iglesia, lamentablemente ha revelado estar cargada de graves defectos que sería desleal ocultar para hacerle elogios incondicionalmente.
----------En los primeros días de septiembre de 2013, el papa Francisco declaraba que para la defensa de los derechos de los trabajadores "la teología de la liberación no es necesaria". Es evidente el sentido en el cual el Pontífice, a quien no se puede acusar de estar del lado de los ricos, había usado tal expresión: la había usado en aquel sentido negativo condenado por la CDF en 1984: Instrucción sobre algunos aspectos de la "Teologia della liberazione", Libertatis nuntius (Instructio de quibusdam rationibus "Theologiae Liberationis"), 6 agosto 1984; AAS 76 (1984) 876-909, aun cuando al año siguiente la misma CDF emanó otro documento en el cual evidenciaba los aspectos positivos de la teología de la liberación, y en tal sentido obviamente mons. Gerhard Müller se había referido positivamente a la teología de la liberación.
----------De hecho, es archiconocido que esta corriente teológica contiene aspectos indudablemente positivos, a tal punto que en la década de 1980 incluso un Cardenal completamente equilibrado y moderado como el venerable siervo de Dios Eduardo Francisco Pironio [1920-1998], se declaraba tranquilamente a favor de la "teología de la liberación", en términos que naturalmente en nada desdecían aquellos en los que se había expresado el papa san Juan Pablo II a través de los documentos citados, emanados por su prefecto de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger. Hicieron mal, en cambio, y crearon escándalo, los cardenales Paulo Evaristo Arns [1921-2016] y Aloísio Lorscheider [1924-2001] en tomar la defensa de Boff.
----------Pero el bueno de Gutiérrez todavía no se entiende de qué lado está, a tal punto que es a todas luces hábil y estudiada su ambigüedad en la entrevista de marras, que salva cabra y col, y se pone tanto con Boff como con Müller y con el Papa en un exageradamente amplio elogio de la teología de la liberación hecha coincidir sic et simpliciter con el Evangelio. Entonces, surge inmediatamente la pregunta: ¿se ha equivocado la CDF al condenar a Boff en 1985 y a la teología de la liberación en 1984?
----------La gran objeción que los liberacionistas hacían en aquellos años a Roma era: "¡desde Roma no pueden darse cuenta de las reales condiciones de los pobres y de los explotados en América Latina!". Una objeción que se da la azada en los pies, ya que el documento de la CDF no era ni una apología del egoísmo ni una chorrada de personas ignorantes que no saben lo que sucede en América Latina, sino simplemente una puesta a la luz, con la debida autoridad de la Santa Sede, de errores teológicos y hasta de herejías, que tienen un contenido objetivo y universal, para lo cual no significa nada que se esté en Roma o en Buenos Aires, así como cuando un centro médico internacional, digamos desde Roma, propone el remedio para un virus propagado en América Latina, no significa que la vacuna sea válida solo en Roma y no en América Latina. ¿A quién le podría venir en mente objetar que tal vez Roma no conocía la situación de América Latina?
----------Un razonamientos de este tipo todos lo comprenden, pero cuando se trata de verdades o falsedades en el campo de la fe, quién sabe por qué se esgrimen los argumentos más capciosos y sofísticos, con todo perjuicio y daño, se entiende, de los pobres fieles que se quedan confundidos y desconcertados al escuchar a entrometidos e impostores no castigados como se debería, a los cuales en el fondo la salvación de las almas no les interesa, sino que les interesa gozar de la fama de geniales reformadores del pensamiento.
----------La amplia y documentadísima Instrucción de la CDF de 1984, en efecto, muestra con toda evidencia, con muchos argumentos y razones, los puntos en los cuales una cierta "teología de la liberación", que entonces, como se hizo evidente, era la de Boff y de sus compañeros, es irreconciliable con el Evangelio:
----------– por su prospectiva meramente secularista cerrada a la trascendencia;
----------– la salvación, por lo tanto, no como existencia bienaventurada en un futuro mundo ultraterreno, sino como salvación intramundana. Para Gutiérrez "no existe otro mundo, sino que existe sólo éste".
----------– por la concepción de la fe, entendida no como asunción de una doctrina del Magisterio de la Iglesia, sino como experiencia de la Palabra de Dios en la comunidad;
----------– por su praxismo cerrado a la necesidad de la plegaria y de la contemplación sobrenatural;
----------– por la concepción de la libertad entendida no como liberación del pecado sino de la injusticia social;
----------– por su entender la liturgia no como "fons et culmen totius vitae christianae" y la Misa como sacrificio divino expiatorio, sino como símbolo y momento de la presencia de Dios en la praxis colectiva de la liberación;
----------– por la ausencia de una doctrina de la gracia redentora y sanadora como remisión de los pecados: para esos liberacionistas, se piensa la gracia como símbolo de la voluntad reformadora y revolucionaria del pueblo de Dios en el proceso de autoliberación;
----------– por su actitud subversiva proclive a la violencia de clase en la reivindicación de los derechos de los trabajadores, de los pobres y de los oprimidos;
----------– por el desprecio de la jerarquía católica y de las prerrogativas de la Santa Sede acusadas de ser estructuras opresivas ligadas a las clases dominantes, sobre el fundamento de una eclesiología "desde abajo" (Iglesia popular), donde se predica una igualdad que no es la cristiana compatible con el primado del sacerdocio sobre el laicado, sino más similar a la concepción luterana del sacerdocio universal;
----------– por su planteamiento típicamente marxista, según el cual no es la persona individual la que determina el bien social con la voluntad moral referida a Dios, sino que son las estructuras sociales y el cambio político de los medios de producción, aunque guiados por la Providencia, los que conducen a la liberación de los individuos, cuyo ser se resuelve enteramente en la relación con la sociedad.
----------Por el contrario, la auténtica ética evangélica, la cual para algunos parece predicar la debilidad frente al opresor, un intimismo individualista que ignora el sufrimiento del prójimo, una cobarde resignación ante la injusticia y alienantes formas de consuelo, en fin, como lo demuestra la historia de la Iglesia, a decir verdad demuestra mayor realismo, energía y eficacia de acción que los ampulosos manifiestos, las utópicas proclamas y los programas revolucionarios de la teología de la liberación.
----------Entonces quisiera preguntarle hoy al querido padre Gustavo Gutiérrez, ya en su prolongada ancianidad: ¿aún sigue creyendo que esto es el Evangelio? O tal vez Ratzinger se ha equivocado, cuando, después de minuciosos análisis, conducidos por sus colaboradores, en virtud del mandato recibido del papa san Juan Pablo II, ha puesto en luz estos puntos de contraste precisamente en nombre de la correcta obra y lucha por la liberación de las clases trabajadoraa y de la emancipación de los pobres, que encuentra una referencia decisiva en aquella que desde tiempos de León XIII llamamos "doctrina social de la Iglesia"?
----------El defecto fundamental de la teología de la liberación no es ciertamente el de concentrar la atención sobre las grandes cuestiones atinentes a la justicia y la paz, con particular referencia a la liberación y a la elevación de las clases menos favorecidas o incluso afligidas por diversas y pesadas formas de miseria, ya que esto es un deber fundamental, no digo del cristiano, sino de cualquier hombre de conciencia, sino que su defecto fundamental es el modo restringido y reductivo, por tanto falso, de concebir el cristianismo, todo cerrado en los intereses, en los medios, en las perspectivas y en las posibilidades del mundo presente, por un futuro meramente terreno, con la ilusión de encontrar la felicidad en este mundo, lo que al final acaba por convertir en ineficaz y decepcionante la lucha por ese mismo ideal para el cual ella declara constituirse.
----------Aun cuando no dejemos de considerar los elementos válidos de la teología de la liberación, si no se trata de apropiadas soluciones adecuadas a la América Latina, me pregunto qué pretende entonces añadir a la ya riquísima doctrina social de la Iglesia, que, después de León XIII, pasa por Pío XI, Pío XII, san Juan XXIII, san Pablo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI? ¿O tal vez quisiera corregir esta preciosa doctrina que, si no siempre pone en juego la infalibilidad del Magisterio, dado su carácter prevalentemente pastoral, ciertamente en sus principios desciende directamente de la fe dogmática?
----------En cualquier caso, no veo mal una sana teología de la liberación al lado y no en contra del Magisterio de la Iglesia. Por mi parte, no excluyo que la teología de la liberación aquí y allá proponga algunas soluciones aún más avanzadas, que la Iglesia está muy lejos de despreciar y, de hecho, asume tranquilamente. Pero se mantiene el problema de sus errores. Si los teólogos de la liberación se han corregido de tales errores, la Iglesia no tendrá más que alegría y consuelo; si en cambio estos teólogos todavía están apegados a esos errores, entonces, cuando se habla de "teología de la liberación", siempre será necesario especificar para evitar los equívocos. ¿De cuál "teología de la liberación" se trata?
----------Han transcurrido casi cuarenta años del momento en que fueron emanados aquellos citados documentos pontificios acerca de la teología de la liberación, pero aún así, no faltan en nuestro país sedicentes "católicos" que, apegados a una tradición obstinadamente mal comprendida, rechazando pertinazmente el Magisterio de la Iglesia, y frecuentemente vinculados a sectores otrora privilegiados, rechazan la "teología de la liberación" como un totum satánico, así como rechazan el progreso en la Iglesia, se consideran a sí mismos anti-progres y contra-revolucionarios, y consideran un desquicio más del papa Francisco el haber incoado la causa de beatificación del siervo de Dios cardenal Pironio, acusándolo "de clara adhesión a la teología de la liberación por su progresismo de izquierda", "idolatrado por lelos", y capaz de "cualquier cosa". 
----------Para decirlo con absoluta franqueza, los necios que hablan en tales términos, deberían comenzar por leer alguna vez los textos del cardenal Pironio, para entender que él no adhería sino a la verdadera teología de la liberación, aquella que está resumida, por ejemplo, en estas espléndidas palabras del Salmista: "Bienaventurado el hombre que piensa en el débil y en el pobre: en el día del mal el Señor lo libera, lo guarda, lo hace vivir, lo hace feliz en la tierra y no lo entregue en las manos de sus enemigos" (Sal 41,2).

2 comentarios:

  1. Además del Venerable Cardenal Pironio, Mons. Helder Camara también fue declarado Siervo de Dios al autorizar la Oficina Vaticana de las Causas de los Santos el inicio del proceso de Beatificación.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Claudio,
      gracias por recordarnos ese dato.
      Efectivamente, en 1999 la Iglesia reconoció a mons. Helder Cámara como siervo de Dios, y la Congregación para la Causa de los Santos emitió su parecer favorable para el inicio del proceso de beatificación, el cual se inició en 2015, en la diócesis de Olinda y Recife.

      Eliminar

En ciertas horas del días se permitirán comentarios sin moderación. Los comentarios no cónsonos con el blog serán removidos. Igualmente los que falten a las normas del respeto personal.