martes, 28 de febrero de 2023

Las cenizas, y la sofística de Emanuele Severino

Una breve puntada más acerca de la metafísica de Emanuele Severino; esta vez recordando un artículo suyo de hace más de cuatro décadas, donde expone su teoría según la cual aquello que a nosotros aparece como un devenir, sería en realidad su aparecer y su desaparecer. Lo que en realidad sucede es que Severino confunde devenir y aparecer. Tratemos de explicarlo.

----------En un artículo aparecido en Il Corriere della Sera del 14 de agosto de 1980 titulado "Oltre la cenere" (Más allá de las cenizas), Emanuele Severino [1929-2020] expuso su famosa teoría según la cual aquello que a nosotros aparece como un devenir, o sea el sucederse de la generación y de la corrupción de las cosas, sería en realidad su aparecer y su desaparecer. Severino presenta, a decir verdad, el devenir en modo tendencioso, como venir de la nada y dirigirse a la nada, para así tener buen juego en negarlo.
----------Pero el hecho es que Severino confunde el devenir, generación y corrupción, con el aparecer de lo que ya existe y es eterno, y con el desaparecer de lo que todavía continúa en el existir y es eterno. Todo es eterno, lo contingente, lo caduco, lo corruptible no existe. La muerte, por tanto, no es un terminar, un ya no ser, sino un simple desaparecer: la muerte ya no aparece. Pero Severino no percibe que la muerte pone en juego el ser, que es un ser mutable y contingente y no un simple desaparecer de un ser eterno y necesario.
----------Hay que tener presente que, para Severino, el ser como tal es necesario. Severino formula el principio de identidad de este modo: el ser no puede no ser. Por consiguiente, el ser contingente, vale decir, el ser que puede no ser, queda excluido del horizonte del ser. Traduciendo esta tesis a términos religiosos, se viene a decir que existe sólo Dios, que es precisamente el único ser absolutamente necesario, mientras que el mundo, que es el conjunto de los entes contingentes, no existe.
----------En realidad, sin embargo, Severino se niega a admitir a Dios como único ser absolutamente necesario y eterno, y afirma que todo ser es eterno. Por consiguiente, nada surge y nada perece, sino que todo es inmutable y eterno. Lo que parece cambiar y devenir, en realidad aparece y desaparece.
----------Ahora bien, Severino parte de una consideración sobre el fenómeno de la muerte, la cual en el común sentir de todos es el terminar de la existencia terrena de una persona, por lo cual ya no existe. Severino considera luego la etimología de la palabra "fenómeno" y juega con el equívoco recordándonos que "fenómeno" significa efectivamente aparición: pero luego, hablando de la muerte como "fenómeno", ve la muerte no como el cese de la existencia del viviente, sino como la desaparición del viviente: el viviente ya no aparece, como si el vivir fuera un aparecer y el morir un desaparecer.
----------Siempre utilizando este esquema engañoso (vale decir, el surgir como aparecer, y el corromperse como desaparecer), Severino nos propone su famoso ejemplo del leño que, al quemarse, se convierte en cenizas y, antes de exponer su interpretación, describe inicialmente ese fenómeno en términos que son usuales al buen sentido común: la materia del leño pierde la forma del leño y adquiere la forma de la ceniza. Entonces, el leño ya no está y en su lugar existen las cenizas. Severino, sin embargo, tiene una objeción gravísima, de tipo metafísico, a esta modo de describir el comunísimo fenómeno.
----------Según él, el describir las cosas de este modo sería una "locura" porque violaría el principio de no-contradicción que prohíbe decir que el ser no es. Como resulta de otros pasajes de su pensamiento, esa descripción supondría el nihilismo, o sea la negación del ser, o sea el decir que el ser no es.
----------Ahora bien, en realidad es necesario decir que en esa descripción no se viola en absoluto aquel principio, porque no se dice simplemente que el leño no es el leño y la ceniza no es ceniza, sino que se especifica con obvias referencias al pasar del tiempo, que el leño de antes ya no es el leño que era antes y la ceniza de después ya no es la ceniza que no estaba antes. En otras palabras, se dice que no había ceniza y que luego surgió la ceniza y así, de manera similar, se dice que antes estaba el leño y luego el leño ya no está. Para Severino, en cambio, en esa descripción estaría implícita la "locura" de negar tanto la existencia del leño como la de la ceniza. Ahora bien, en realidad, eso no sucede en absoluto.
----------En efecto, para Severino decir que el leño ya no está, significaría que el leño ha caído en la nada. Y decir que después ha estado la ceniza significaría que la ceniza proviene de la nada. Si así fuera, estaríamos verdaderamente en la locura; pero eso no corresponde en absoluto al sentido de esa descripción. De hecho, el leño no es en absoluto anulado, sino que de él queda su materia, que asume la forma de la ceniza; y así la ceniza no surge de la nada, sino de la materia del leño.
----------A nadie le pasa por la cabeza que el afirmar que el leño se convierta en ceniza constituya una violación del principio de no-contradicción y que este devenir consista en el hecho de que el leño no es leño y la ceniza no es ceniza, sino que simplemente se ha constatado que ese leño que era en potencia ceniza, al quemarse ha pasado a ser ceniza en acto y que esa ceniza que era en potencia antes que se encendiera el fuego ha pasado del ser en potencial al ser en acto.
----------Por tanto, el devenir no es otra cosa que el pasaje del ser de la potencia al acto; no es en absoluto algo contradictorio, ciertamente siempre que no nos detengamos, como hace Severino, en las simples categorías del ser y del no-ser, sino que introduzcamos, como tuvo la genial idea de hacer Aristóteles, las categorías de la potencia (dynamis) y del acto (energheia), y la obvia referencia al antes y al después.
----------Es así que el devenir, aparentemente contradictorio y escandaloso para la razón, muestra en cambio su identidad y su necesidad, y por tanto esa inteligibilidad, que le permite ser objeto de ciencia y por lo tanto ser utilizado para el dominio de la naturaleza y el bienestar del hombre. ¿Entonces dónde está la contradicción? ¿Dónde está la locura? ¿Dónde está el nihilismo?
----------Por otra parte, Severino confunde la creación y la anulación o aniquilación con el devenir. Para Severino, la creación es una absurdidad, porque él niega el concepto de pasaje del no ser al ser y viceversa, sino que se limita a las solas categorías del ser y del no-ser. Por eso, según él, el afirmar que con el acto creador la creatura pasa de la posibilidad a la actualidad, del no-ser al ser, es una absurdidad, porque él reduce ilegítimamente esa afirmación a la siguiente: la creatura es y no es, lo que es evidentemente contradictorio.
----------Así, para Severino, el ser no puede ser anulado o caer en la nada, sino que es eterno, porque sería contradictorio el ya no ser. Este equívoco surge siempre del hecho de que Severino rechaza por principio las referencias temporales, que son aquellas que hacen evitar la contradicción.
----------Indudablemente sugestiva es la idea del retorno de aquello que desaparece. Esa idea hace recordar el dogma cristiano de la resurrección, pero hay una profunda diferencia entre la reaparición severiniana y la resurrección en el cristianismo, por tres motivos: primero, que en Severino retornan no sólo los bienes, sino también los males. Segundo, mientras para Severino reaparece lo que está oculto, la resurrección cristiana es una recreación, es un volver a ser de aquello que estaba extinguido, es un nuevo paso del no-ser al ser. Y tercero, el reaparecer severiniano es el reaparicer del Ser como ser eterno en todas sus apariciones eternas. En cambio, el resurgir cristiano es efecto del poder creador divino.
----------Para Severino, la creación de la nada es una expresión contradictoria porque pone la nada antecedente al ser de la creatura en el acto de ser creada. Tomando como pretexto que la nada es no-ser, Severino viene a negar su existencia, pasando por alto que la nada existe como ente de razón, y Severino se contradice al hablar de nihilismo a propósito de la concepción aristotélica del devenir.
----------En conclusión, hay que decir que el reclamo o llamado que nos hace Severino al ser, a la unidad, a la totalidad, al principio de no-contradicción, a lo eterno, a lo inmutable, a lo necesario, es indudablemente un oportuno llamado en el actual panorama asfixiantemente infectado de evolucionismo, relativismo, doble-jueguismo, historicismo, pero el desprecio altivo de Severino por la humildad del devenir y de lo contingente, acaba sufriendo la venganza de estos últimos que reclaman sus propios derechos conculcados con el riesgo de que el incorruptible Robespierre de la metafísica acaba a su vez bajo la guillotina de ese devenir y de esa contradicción, que él ha querido eliminar en modo absolutista y contradictorio.

7 comentarios:

  1. Marino Sessarego1 de marzo de 2023, 7:13

    Estimado padre Filemón,
    concuerdo plenamente con su reflexión. Severino ha sido un sofista y un manipulador de la verdad.

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    1. Estimado Marino,
      desafortunadamente Severino nos empuja a una forma de pensar, que vuelve imposible la admisión de la existencia de Dios, porque de alguna manera nos estimula en nuestro orgullo, y así nos empuja a centrar toda la realidad alrededor de nuestro yo, como si nada existiera por fuera de nuestro yo.
      Sin embargo debemos reconocer que Severino nos reclama tener en cuenta algunos valores fundamentales del pensamiento: el principio de no-contradicción, la oposición entre el ser y el no-ser, el rechazo del nihilismo, la importancia del ser necesario, absoluto y eterno.
      El peligro es que, malinterpretando estos valores, Severino acaba por juzgar como nihilista el concepto del devenir y el concepto de la creación, por lo cual el tiempo y el devenir no tienen, según él, una existencia objetiva distinta de la del Ser absoluto y eterno, sino que todo viene a ser eterno, en cuanto manifestación de lo eterno.
      Ahora bien, al fin de cuentas, ¿quién es este eterno? No es más que la explicitación última, panteísta, del cogito cartesiano, por el cual yo digo de mí mismo: "Yo soy", usurpando las palabras que Dios dice de Sí Mismo en Ex 3,13 y que Jesús se atribuye a Sí Mismo.

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  2. Silvio Romanelli1 de marzo de 2023, 8:06

    Estimado padre Filemón,
    sus artículos referidos a Emanuele Severino son ya numerosos.
    En la pregunta que le haré inmediatamente, le pido me disculpe mi falta de conocimientos sobre filosofía y teología.
    Entiendo que las principales preocupaciones para los temas que Usted trata en este blog son los relativos al cristianismo actual, a la actual situación de la Iglesia, y a los problemas actuales de la relación entre razón y fe.
    Al respecto, le pregunto: ¿el pensamiento de Emanuele Severino se encuentra hoy difundido en el ámbito católico? ¿En qué medida? ¿Sus ideas tienen peso hoy en los ambientes académicos? ¿Cuenta con seguidores? ¿Sus ideas se han difundido también de modo popular, no académico, en el pueblo cristiano?
    Desde ya le doy las gracias por informarme sobre el tema.

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    1. Estimado Silvio,
      la filosofía de Severino, expuesta en su lenguaje técnico, es de muy difícil acceso, por lo cual ciertamente en este sentido es seguido por poquísimos. Sin embargo Severino ha tenido una mente de gran apertura, de vastos intereses y también ha tenido una gran capacidad para comunicar y expresar sus ideas filosóficas en términos populares. Así, no sólo se ha expresado en publicaciones académicas, sino que también podemos encontrar sus artículos en periódicos de amplia circulación o en opúsculos accesibles a un vasto público.
      Por cuanto respecta a su influencia en el mundo católico, creo que es rechazado por muchos católicos por su impostación declaradamente anticristiana, tanto que Severino llega al punto de decir que el modo de pensar cristiano es una locura.
      Pero, por otro lado, Severino muestra sensibilidad por algunos valores, que son fundamentales para la filosofía cristiana, como el problema del absoluto, el problema del ser, de la eternidad, del infinito y de la alegría.
      Por otra parte, Severino ha destacado mucho la importancia del principio de no-contradicción, que es fundamental en la lógica y en el recto razonar. Cristo mismo nos manda a tener este rigor en el razonar cuando nos insta a usar un lenguaje que diga sí a lo que es sí y no a lo que es no.
      Lo lamentable en este sentido es que Severino no interprete bien ese principio, por lo que, en su discurso, se sigue que el devenir es contradictorio y que incluso se debería rechazar el concepto de la creación.
      Otro peligro del pensamiento de Severino es el del panteísmo, según el cual todo, comprendido yo mismo, sería una manifestación del ser absoluto, que en él ocupa el lugar de Dios. Aquí hay claramente un estímulo para la soberbia.
      De esta visión holística, es decir, que todo es uno, resulta que todo es bueno y eterno, por lo cual se corre el riesgo de ignorar la esencia del pecado y de caer en una visión buenista, que quita el sentido de la responsabilidad, por lo cual todo se vuelve lícito, sin que exista ninguna consecuencia negativa. Al mismo tiempo, sin embargo, paradójicamente, dado que para él todo es eterno, son eternos también tanto la alegría como el sufrimiento.
      Ahora bien, estas ideas tan contrastantes no sólo con la fe, sino también con el buen sentido común, pueden seducir a algunos católicos, que quieren tener una vida fácil y también pueden hacer cosquillas en nuestro orgullo, pero es suficiente con tener un mínimo de conciencia de nuestros límites humanos para rechazar estas ideas seductoras y asumir como buenos cristianos esa actitud de humildad, que es necesaria para la salvación.
      La filosofía de Severino, por lo demás, vacía de sentido los dogmas católicos, que se expresan en ese lenguaje religioso que admite la trascendencia de Dios Creador.
      En base a estas consideraciones, mi impresión es que cualquier católico normal, en contacto con el anticristianismo de Severino, experimenta una sensación de repugnancia. Lo que en Severino puede engañar a algunos católicos superficiales y vanidosos, es su visión optimista, que anula el sentido del pecado e infunde una vana certeza o seguridad de estar en la verdad absoluta.

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    2. Estimado Silvio,
      disculpe mi demora en responderle. Es que en un principio, sus preguntas me impulsaban a escribir un nuevo artículo sobre Severino, y lo había empezado a elaborar. Pero finalmente me he decidido a dejarlo para otra ocasión. De modo que aquí respondo, someramente, a sus preguntas.
      La filosofía de Severino, expuesta en su lenguaje técnico, es de muy difícil acceso, por lo cual ciertamente en este sentido es seguido por poquísimos.
      Sin embargo Severino ha tenido una mente de gran apertura, de vastos intereses y también ha tenido una gran capacidad para comunicar y expresar sus ideas filosóficas en términos populares. Así, no sólo se ha expresado en publicaciones académicas, sino que también podemos encontrar sus artículos en periódicos de amplia circulación o en opúsculos accesibles a un vasto público.
      Por cuanto respecta a su influencia en el mundo católico, creo que es rechazado por muchos católicos por su impostación declaradamente anticristiana, tanto que Severino llega al punto de decir que el modo de pensar cristiano es una locura. Pero, por otro lado, Severino muestra sensibilidad por algunos valores, que son fundamentales para la filosofía cristiana, como el problema del absoluto, el problema del ser, de la eternidad, del infinito y de la alegría.
      Por otra parte, Severino ha destacado mucho la importancia del principio de no-contradicción, que es fundamental en la lógica y en el recto razonar. Cristo mismo nos manda a tener este rigor en el razonar cuando nos insta a usar un lenguaje que diga sí a lo que es sí y no a lo que es no.
      Lo lamentable en este sentido es que Severino no interprete bien ese principio, por lo que, en su discurso, se sigue que el devenir es contradictorio y que incluso se debería rechazar el concepto de la creación.
      Otro peligro del pensamiento de Severino es el del panteísmo, según el cual todo, comprendido yo mismo, sería una manifestación del ser absoluto, que en él ocupa el lugar de Dios. Aquí hay claramente un estímulo para la soberbia. De esta visión holística, es decir, que todo es uno, resulta que todo es bueno y eterno, por lo cual se corre el riesgo de ignorar la esencia del pecado y de caer en una visión buenista, que quita el sentido de la responsabilidad, por lo cual todo se vuelve lícito, sin que exista ninguna consecuencia negativa.
      Al mismo tiempo, sin embargo, paradójicamente, dado que para él todo es eterno, son eternos también tanto la alegría como el sufrimiento. Ahora bien, estas ideas tan contrastantes no sólo con la fe, sino también con el buen sentido común, pueden seducir a algunos católicos, que quieren tener una vida fácil y también pueden hacer cosquillas en nuestro orgullo, pero es suficiente con tener un mínimo de conciencia de nuestros límites humanos para rechazar estas ideas seductoras y asumir como buenos cristianos esa actitud de humildad, que es necesaria para la salvación.
      La filosofía de Severino, por lo demás, vacía de sentido los dogmas católicos, que se expresan en ese lenguaje religioso que admite la trascendencia de Dios Creador. En base a estas consideraciones, mi impresión es que cualquier católico normal, en contacto con el anticristianismo de Severino, experimenta una sensación de repugnancia.
      Lo que en Severino puede engañar a algunos católicos superficiales y vanidosos, es su visión optimista, que anula el sentido del pecado e infunde una vana certeza o seguridad de estar en la verdad absoluta.

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  3. Excelente artículo del padre Filemón, sumamente esclarecedor en su apretada síntesis. También le agradezco su extensa respuesta a las preguntas anteriores del Sr. Silvio. Su respuesta nos informa detalladamente sobre las consecuencias actuales del pensamiento de Severino, y sobre los riesgos de su difusión entre los fieles católicos más ingenuos o desprevenidos.

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    1. Querido Ernesto,
      me alegro de que mis palabras hayan encontrado satisfacción.
      Siempre es triste tener que criticar a filósofos, que en cierto modo son valiosos, pero lo cierto es que mientras una buena filosofía nos ayuda a creer en Cristo y a profundizar en la Palabra de Dios, los errores filosóficos, casi siempre presentados de una forma seductora, solicitan nuestra soberbia y nublan la mirada de nuestro espíritu, engañándolo para elevarse a quién sabe qué visiones sapienciales (frecuentemente gnósticas).
      Es importante, entonces, que aquellos filósofos y aquellos teólogos, que tienen la misión de formar al pueblo fiel y de educarlo en la sabiduría cristiana, sean muy celosos en una obra de discernimiento, la cual, a la vez que logra identificar los aspectos positivos de los falsos filósofos, sabe advertir a los fieles contra las trampas que se esconden en sus doctrinas y que empujan a perder la fe o a desobedecer la voluntad divina.

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