jueves, 9 de febrero de 2023

El sacerdote: su vida y su misión (3/4)

Dos puntos hoy. Primero: el sacerdote es el hombre de lo sagrado y de lo santo. Segundo: el sujeto propio del sacramento del Orden es el hombre varón. Acerca de este dato de fe, aunque hoy ya no sea válido el argumento de conveniencia dado por santo Tomás de Aquino, la teología puede ofrecer nuevos argumentos de conveniencia que hacen comprensible el dato de fe. [En la imagen: fragmento de La Última Cena, óleo sobre tabla, de Juan de Juanes, de alrededor de 1562, conservado y expuesto en el Museo del Prado, Madrid].

Lo sagrado y lo santo
   
----------El sacerdote es el hombre de lo sagrado y el guía a la santidad. La Iglesia ha tomado los dos conceptos de sacro y santo de la religión romana, para explicitar lo que está contenido en el único término hebreo kadósh, puro, separado de lo impuro, y en el griego aghios, sin tierra, por lo tanto, celestial.
----------Sacer tiene el significado de "inviolable" porque está destinado o dedicado o consagrado a Dios. El sacrum, lo sagrado, es aquello que concierne a Dios o que sirve para el culto divino o que circunda lo divino o que introduce o es relativo a Dios o que transmite lo divino o que es un signo de lo divino. De aquí proviene la palabra sacramentum, sacramento, signo sensible eficaz de lo divino, que produce la gracia que él significa. El sacer-dos es el hombre que da lo sacro.
----------Lo sagrado concierne a toda una serie de cosas que tienen incidencia en la actividad sacerdotal: la consagración, el sagrado ministro, el sacramento, el rito sagrado, la oratoria sagrada, la Sagrada Escritura, la Sagrada Tradición, el lugar sagrado, las funciones sagradas, el tiempo sagrado, el arte sacro, las vestimentas sagradas, los objetos sagrados, el mobiliario sagrado, la historia sagrada. Lo sacro tiene incidencia en las determinaciones del derecho y de la liturgia, en las normas disciplinarias de la Iglesia, en los usos y costumbres del pueblo y de los fieles, en las tradiciones litúrgicas y populares.
----------Lo sagrado se opone a lo profano. Lo profano pro-fanum, frente al fanum, el templo, es lo humano, lo secular, lo terreno, lo laical. El sacerdote debe mediar entre lo sagrado y lo profano, hacer descender lo sagrado en lo profano y elevar lo profano a lo sagrado. El sacerdote es ciertamente el hombre de todos, el "hermano universal", como decía san Charles de Foucauld, porque a todos está dirigido el Evangelio que él anuncia, todos están llamados a la mesa eucarística que él ofrece, todos están llamados por él a confesar sus pecados, a hacer penitencia por ellos, a enmendar la propia vida en una continua búsqueda del Señor. El sacerdote preconciliar era el sacerdote sacralizado, el sacerdote modernista es el sacerdote profanado.
----------Pero el sacerdote sigue siendo siempre, y por supuesto indudablemente también después del Concilio Vaticano II, el hombre de Dios, el hombre que da a los fieles el gusto de Dios, el hombre que "sabe a Dios", sapientia, sapere, tener-sabor-de, el mistagogo, el guía al cielo y a la visión beatífica, el mediador de la gracia, el revelador de lo Inefable, el iniciador a los misterios sagrados, el hombre de la anagogía. Cuando él quiere comunicar el secreto cristiano, conducir a las almas a la santidad y a la perfección, inmediatamente ve menguar a sus discípulos, y se ve obligado a llevar una vida retirada no por misantropía, sino precisamente para tener acceso al misterio de las almas en su relación con Dios.
----------Al sacerdote, en el retiro del confesionario, se abren las conciencias por la confianza que él inspira gracias a su sabiduría, a su competencia, a su reserva, a su prudencia, a su capacidad de aconsejar, de confortar, de iluminar los abismos de las conciencias, de descender a lo profundo de los infiernos, de guiar a las alturas de la beatitud, de abrir horizontes inmensos, de fomentar grandes esperanzas, de indicar culpas y tesoros escondidos, de sanar las heridas más sangrientas y recónditas, de revelar y potenciar recursos ignorados por sus propios poseedores, de disipar dudas atroces, de estimular buenos hábitos, de extirpar los vicios, de extinguir viejos prejuicios, de dar certeza a lo incierto, de calmar angustias tormentosas, de purificar los ángulos y rincones más escondidos del espíritu, de desenmascarar las insidias y los engaños del demonio.
----------El sanctum viene de sancionar: aprobar, reconocer, confirmar, ratificar. El santo es aquel que ha sido reconocido tal por la autoridad según los cánones: ha sido canonizado, de modo tal que su ejemplo de vida se presenta como guía segura hacia la santidad. Lo santo se refiere a la conducta moral del sacerdote, a su estado de gracia, a sus virtudes, a sus obras, a sus acciones, a su vida.
----------En algunos idiomas existe una sola palabra para indicar lo sagrado y lo santo, para demostrar así su estrecha conexión. En griego tenemos aghios, que significa "sin tierra": el sacerdote es un hombre celestial. En alemán tenemos heilige, de Heil, que significa salvación, salud. Kadosh en hebreo se refiere a la idea de lo puro, separado de lo impuro. Tiene una referencia al sentido del tacto: puro porque está intacto. En la ley mosaica está conectado con la prohibición de tocar con manos impuras cosas que son puras, como lo sagrado, o de tocar con manos puras cosas impuras, por ejemplo ciertos alimentos o ciertas personas.
----------Jesús va más allá de estas prescripciones formalistas, tocando a un leproso o a un ciego o dejándose tocar por los enfermos o por una pecadora o por María Magdalena cuando se le aparece como resucitado. Lo sagrado es más jurídico; lo santo es más religioso.
   
¿Por qué el sacerdote debe ser varón?
   
----------Respecto al tema que aquí le dedicaremos unas breves reflexiones, son importantes documentos eclesiales a tener en cuenta los siguientes: la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Inter insigniores, de 1976, y la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis de san Juan Pablo II de 1994.
----------Desde hace unos cincuenta años algunos teólogos niegan que el sexo masculino pertenezca a la esencia del sacerdocio, por lo cual son favorables al sacerdocio de la mujer. Pero los papas san Paulo VI y san Juan Pablo II, y más recientemente el mismo papa Francisco, han reafirmado repetidamente la doctrina tradicional de que el sujeto propio del sacramento del Orden es el hombre varón.
----------Tanto san Paulo VI como san Juan Pablo II han aclarado que las cosas son así porque así lo ha querido Cristo, por lo cual estos Papas hacen referencia a un dato de fe. Esto no quita que esta disposición del Señor no pueda ser sostenida enpor argumentos de conveniencia. Santo Tomás de Aquino propuso un argumento que hoy ya no es válido, a saber, que el sujeto del sacramento sería sólo el varón, porque ser sacerdote significa ser jefe o cabeza y la mujer no puede mandar al hombre, siendo inferior a él.
----------El argumento teológico de conveniencia moderno referente al dato de fe de que sólo el hombre varón puede ser sujeto del sacramento del Orden, se recaba de los datos ya establecidos concernientes a las características diferenciales psicológicas naturales del hombre y de la mujer (al respecto, véase el artículo en este blog acerca de la diferencia entre el alma del varón y el alma de la mujer) y, sin demostrar nada porque se trata de una verdad revelada por el Señor, muestra la extrema conveniencia de la disposición de Cristo. En efecto, al varón le place entrar en lo íntimo de la mujer para fecundarla y volverla madre. A la mujer, en cambio, le place acoger al varón en su intimidad para ser fecundada y devenir madre. El varón le da de sí mismo; la mujer lo acoge, lo concibe, le da de lo suyo, lo da a luz y lo da al mundo.
----------De tal modo, se advierte que existe una diferencia entre el alma masculina y el alma femenina en relación con la fe y con la predicación de la Palabra de Dios. La mujer tiene un alma mejor dispuesta a la acogida y a la confianza que el alma que tiene el hombre varón, quien está llevado más bien por la iniciativa, por la acción y por la predicación de contenidos intelectuales universales.
----------La mente masculina es más apta para la argumentación racional y filosófica, útil para la apologética y para la teología especulativa. La mente de la mujer es más apta para la intuición intelectual, lo que le permite aferrar de modo más directo la verdad del mensaje que recibe del varón.
----------La mujer es más rica en afectividad que el hombre. La mujer no sabe razonar de modo frío tal como lo hace el varón, sino que tiene necesidad, en el razonar, de involucrar siempre la afectividad. Esto hace que mientras el varón sea más apto para un pensar universal, la mujer sea más capaz de personalizar el mensaje universal viviéndolo afectivamente y concretamente.
----------De lo que acabo de decir, se sigue que la mujer supera fácilmente al hombre en la fe, en el abandono confiado, en la humildad, en el seguimiento, en la escucha, en el asimilar, en la obediencia, en el conservar y meditar en el propio corazón, en la fidelidad, en el reproducir y repetir cuanto ha sentido y escuchado, en la dedicación a la persona amada, en el sacrificarse por la persona amada, y en el dedicarse al cuidado de los frutos que ella ha recabado de su seno, por haber aceptado la palabra del varón.
----------El hombre en cambio (salvo que esté afectado por el vicio del machismo) tiene una especial aptitud para comprender a fondo y para gustar la belleza del alma femenina ("¡he aquí por fin la carne de mi carne y el hueso de mis huesos!"), y una especial capacidad para hacerse escuchar y apreciar por la mujer, mediante argumentos persuasivos, de manera que está llevado a instruirla, a entusiasmarla del ideal que le propone, a hacerla razonar y hacerle sacar conclusiones y frutos de lo que él le dice.
----------En perfecta correspondencia con su masculinidad, el sacerdote es el buen sembrador que fecunda el buen terreno del alma en escucha, simbolizada por la mujer; y depone en su mente el germen o semilla de la Palabra de Dios. En este punto, la mente fecundada por la palabra de Dios, o bien la mujer en sentido místico, concibe lo que el sacerdote, o bien el varón, le ha dado o bien anunciado.
----------En la escuela del Magisterio dogmático de la Iglesia, el alma, es decir, la mujer en sentido místico, se forma un concepto de lo que el sacerdote, es decir, el varón, le ha enseñado, lo expresa con la palabra y lo comunica al prójimo en el testimonio cristiano. Esto significa que el fiel varón que acoge la palabra y el sacramento administrado por el sacerdote, es en tal caso espiritualmente mujer. Y el mismo sacerdote, que recibe la palabra del Romano Pontífice, es espiritualmente mujer, mientras que la mujer, que a su vez transmite la palabra que ha recibido del sacerdote, es espiritualmente varón.
----------Ahora bien, a la doctrina de la Iglesia según la cual solo el varón puede ser sacerdote, han sido hechas algunas objeciones. Las planteamos y respondemos esquemáticamente:
----------Primera objeción. Nuestro Señor Jesucristo no ha tenido más remedio que adaptarse a la mentalidad de su propio tiempo, la cual, dada la subestimación de la mujer que era propia de esa época, nunca habría podido aceptar que también las mujeres pudieran ser sacerdotes.
----------La Iglesia ha respondido afirmando que Cristo ha tomado su decisión de modo del todo independiente de las consideraciones de tiempo, porque su voluntad vale para todo tiempo, referida como está a la esencia inmutable del sacramento del sacerdocio. Por otra parte, en cosas que eran esenciales para su misión, como por ejemplo el anuncio de la cruz o de la eucaristía, como el comer su carne, no ha temido escandalizar a los presentes. Si, pues, la mujer pudiera ser verdaderamente sacerdote, Cristo no habría dejado de decirlo.
----------Segunda objeción. ¿Qué tiene que ver la obra de la salvación con el sexo? El sacerdote es un ministro de salvación: que ella sea obrada por un hombre o por una mujer, ¿qué diferencia hace?
----------Respuesta. El Padre ha querido que la salvación fuera obrada por un Dios encarnado en un sujeto de sexo masculino. Es necesario que aceptemos la voluntad del Padre.
----------Tercera objeción. En estos últimos tiempos, la mujer ha conquistado en la sociedad muchas posiciones y funciones que la sitúan a la par del varón. ¿Por qué no debería ocurrir esto también en la Iglesia?
----------Respuesta. Allí donde la mujer se encuentra en condiciones que están por debajo de aquello que le corresponde por derecho, ella debe poder trabajar para alcanzarlas y deben poder serle concedidas. Pero el hecho es que la mujer no debe incluir el ser sacerdote en el número de los derechos para reivindicar, porque no se trata en absoluto de un derecho humano, sino de un don gratuito e inmerecido que Dios concede sólo a algunos por motivos escondidos en el misterio de su amor y de su misericordia.

2 comentarios:

  1. Estimado padre:
    Sobre la posibilidad de un sacerdocio femenino, a los muchos admiradores de Karl Rahner presentes hoy en la Iglesia, habría que recordarles que, también en este tema, el teólogo alemán entró en conflicto con san Juan Pablo II, con el papa Francisco y con cuanto la Iglesia siempre ha profesado:
    "Parece inevitable concluir que la actitud de Jesús y de sus apóstoles [sobre el ministerio femenino] se explica suficientemente por el ambiente cultural y sociológico en el cual ellos actuaron y en el que tuvieron que actuar como lo hicieron, mientras que su comportamiento no es necesario que tenga un significado normativo para todos los tiempos, es decir, para el tiempo en que este entorno cultural y social ha sufrido un cambio sustancial. No parece ser demostrado que el comportamiento efectivo de Jesús y de los apóstoles implique una norma de revelación divina en el sentido estricto del término.
    Esta costumbre (incluso si existe desde hace mucho tiempo y sin haber sido puesta en discusión) ciertamente puede ser entendida como una tradición 'humana' como otras tradiciones de la Iglesia que en algún tiempo fueron incuestionadas, que existieron durante mucho tiempo y que, sin embargo, se han convertido en obsoleta a causa de un cambio sociológico y cultural". (K. Rahner, "¿Sacerdocio de la mujer?" en Solicitud por la Iglesia. Nuevos Ensayos VIII 1982 p.266).

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    1. Estimado Berengario,
      San Juan Pablo II, con la Carta Apostólica Sacerdotalis ordinatio, de 1994, ha declarado acerca de la cuestión del sacerdocio de la mujer: "con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia".
      No se trata, por lo tanto, de una tradición humana, sino de una práctica que, por pertenecer a la constitución divina de la Iglesia, ha sido evidentemente querida por Cristo, independientemente de consideraciones relativas a su tiempo y, puesto que el Papa habla de una sentencia a tenerse de manera definitiva, esto es el signo de que esta práctica, contrariamente a lo que piensa Rahner, "tiene un sentido normativo para todos los tiempos".

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