Semanas atrás hicimos en este blog un análisis general del pontificado del papa Francisco, e incluso hicimos una comparación con el pontificado del papa Benedicto, sobre todo analizando esa particularísima década en que la divina Providencia dispuso la coexistencia de dos Papas, uno en el cargo y el otro emérito. Pero tales análisis no estarían completos si no nos refiriéramos con algo más de detalle a los contenidos y motivos de aquellos diálogos que el papa Francisco mantuvo con Eugenio Scalfari, recientemente fallecido. Analizar estos diálogos puede revelarnos quizás el núcleo que da sentido al actual pontificado.
----------A mediados del año pasado falleció a sus 98 años Eugenio Scalfari [1924-2022], fundador en Italia del diario Repubblica, y siendo su director durante veinte años. La sociedad civil italiana lo ha recordado de varios modos, mientras que la Iglesia, y no sólo la italiana, lo recordará siempre por haber mantenido a través de cartas y de entrevistas y coloquios personales, un intenso diálogo con el papa Francisco.
----------A ese diálogo deseo hacer referencia a través de tres notas consecutivas, pues considero que los análisis que se han hecho del pontificado de Francisco no serían completos si les faltara la indagación acerca de los motivos que impulsaron al Romano Pontífice a emprender este encuentro con una de las más influyentes personalidades italianas contemporáneas. Naturalmente, va por delante que el motivo principal de este encuentro del Vicario de Cristo en la tierra con Scalfari, así como con cualquiera, católico o no-católico, cristiano o no-cristiano, creyente o no-creyente, no puede ser otro que el de conducir a su interlocutor hacia Cristo. Claro que ese propósito puede ser cumplido de varios y variados modos. Pues bien, nos preguntamos: ¿cuál ha sido el modo del Papa? ¿Cuáles han sido las vías que él ha elegido para el diálogo con Scalfari? ¿Qué enseñanzas nos dejan estos diálogos epistolares y personales, para nuestra misión como evangelizadores?
----------En estos tres artículos resumiré los contenidos de estas conversaciones, refiriéndome a tres temáticas: primero, el tema de la verdad absoluta; segundo, el tema del concepto de Dios; y tercero, el tema del diálogo con el modernismo. En esta primera puntada de hoy considero de utilidad reproducir, con algunas leves variaciones, un texto que ya he publicado tiempo atrás en este mismo blog.
La verdad absoluta
----------Seguramente el lector recordará el ruidoso tan-tan mediático que produjo aquella carta que el Papa escribió a Scalfari al inicio de su pontificado. De hecho, sorprendió a muchos su declaración: "yo no hablaría, ni siquiera para los que creen, de verdad 'absoluta'...", cuando sabemos bien que esta expresión es tradicional no sólo en la filosofía sino también en el lenguaje del Magisterio de la Iglesia, para indicar a Dios o a la verdad divina. Así las cosas, la expresión del papa Bergoglio fue inmediatamente objeto de innumerables críticas de aquellos que, probablemente incapaces de dejar a un lado sus prejuicios, no fueron capaces del esfuerzo por encontrarle sentido, y pareciera que ni siquiera siguieron adelante en la lectura de la misiva pontificia. Pues, al fin de cuentas, para entender lo que quería decir el Papa con aquella expresión, sólo era necesario leer sus siguientes palabras: el Papa decía no a la verdad "absoluta", "en el sentido de que absoluto es lo que está desligado, lo que está privado de toda relación. Ahora bien, la verdad, según la fe cristiana, es el amor de Dios por nosotros en Jesucristo. ¡Por lo tanto, la verdad es una relación!".
----------Es necesario darse cuenta que aquí el Santo Padre no está hablando de la verdad en general o de la verdad como tal, sino de la verdad divina, la cual en Dios es idéntica al amor. Es una tesis conocida de la teología clásica, por ejemplo en santo Tomás de Aquino, que en Dios el saber es idéntico al amar. Famoso es el dogma del Concilio de Florencia, del año 1442, según el cual en la esencia divina "todo es uno, a no ser que se trate de la oposición relativa de las divinas personas" (in Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relations oppositio, Denz. 1330). Por lo tanto, debemos disipar cualquier sospecha de voluntarismo que podría surgir de una lectura superficial de las palabras del Sumo Pontífice.
----------En cambio, lo que aquí claramente está en la intención y en el corazón del papa Francisco es recordarnos que Dios está en relación con el mundo, con ese mundo que Él mismo ha creado, y que está en relación con el mundo sobre todo mediante el misterio de la Encarnación. Del mismo modo, nuestro relacionarnos con Él, que es un relacionarnos diferente en cada uno de nosotros, hace que la misma Verdad divina se relacione con nosotros en modos variados y diferentes para cada uno de nosotros.
----------Por esto y en tal sentido, la Verdad divina es una relación entre Dios con el mundo: Dios conoce el mundo; la verdad es la relación de un sujeto con un objeto: adaequatio intellectus et rei, como dice santo Tomás, aunque en el caso de Dios no es Él quien debe adecuarse a las cosas, sino que son las cosas las que son adecuadas al pensamiento creador que Dios tiene de ellas.
----------Pero la relación de Dios con el mundo es también amor, porque Dios ama al mundo y en Dios verdad y amor, como se ha dicho, se identifican en la simplicidad absoluta de la esencia divina. El Papa quiere concentrar la atención sobre este punto y en tal sentido rechaza aquí (en el preciso contexto de sus palabras) la expresión "verdad absoluta". De hecho, no podemos imaginar que el Sumo Pontífice no continúe considerando con el lenguaje tradicional a Dios en sí mismo como el Absoluto y como la Verdad absoluta, porque el término "absoluto", que ha entrado en el lenguaje filosófico y teológico desde hace solamente algunos siglos, puede ser sinónimo de "divino", si bien es cierto que no todo lo que es absoluto es divino, porque un ente finito puede ser absoluto por un aspecto y relativo por otro. En cambio, Dios es absoluto desde todo punto de vista: Dios es absolutamente absoluto. Por ejemplo, la persona humana tiene un valor absoluto en cuanto imagen de Dios, pero tiene un valor relativo en cuanto creatura finita, y sobre todo frágil y pecadora.
----------Es razonable y necesario distinguir verdades relativas de verdades absolutas y, a su vez, de la verdad absoluta. Sería errado, como parece suponer Scalfari, que existan sólo verdades relativas. Este es precisamente el error del relativismo, que se encuentra por ejemplo en la filosofía de Auguste Comte [1798-1857], quien dice: "todo es relativo, y este es el único principio absoluto". Deberíamos preguntarnos cómo puede ser posible que, si todo es relativo, haya entonces un principio absoluto. Este sofisma atestigua evidentemente cómo ni siquiera los relativistas más extremos pueden llegar a prescindir de algún absoluto, que entonces ya no será el verdadero absoluto (Dios) sino la absolutización de un valor relativo.
----------Verdad relativa puede decirse o bien en relación con el objeto o bien en relación con el sujeto. Si digo "hoy es jueves" y es efectivamente jueves 16 de febrero de 2023, esta verdad es relativa a la actual jornada de este jueves, pasada la cual cual esa afirmación, en relación con el objeto (¿qué día es?), deja de existir. En efecto, si digo "hoy es jueves", siendo viernes, estoy en lo falso.
----------Si, en cambio, se considera el sujeto que hace la afirmación, esta puede ser o parecer verdadera solo en relación al sujeto, pero ser falsa desde un punto de vista objetivo, o porque el sujeto está en buena fe: está equivocado sin saberlo (la llamada "verdad subjetiva", "ignorancia invencible"), o porque está en mala fe: se opone voluntariamente a la verdad ("ignorancia afectada o culpable").
----------Sin embargo, así como la verdad se regula por el objeto, todos estamos obligados a buscar la verdad objetiva, es decir, lo real tal como es en sí mismo, pero puede ocurrir que parezca verdadero lo que no lo es. Y esto o bien porque erramos involuntariamente o bien porque nos cerramos culpablemente a la verdad. En el primer caso estamos excusados, en el segundo merecemos ser redargüidos.
----------Aquí tiene mucha importancia el principio de la conciencia. Cuando el papa Francisco dice que también el ateo debe seguir su propia conciencia, el Santo Padre no por decir eso está aprobando el ateísmo (¿cómo se podría imaginar un Papa ateo?). Lo que aquí nos está enseñando el papa Francisco no es que la conciencia individual sea fuente absoluta de la verdad, sino que el Papa evidentemente se refiere al principio de la libertad de conciencia (o de religión) proclamado por el Concilio Vaticano II, el cual nos recuerda que también quien erra en buena fe, sin embargo debe seguir su propia conciencia y es inocente delante de Dios.
----------Por eso, el Estado y la Iglesia deben concederle al ateo un espacio de libertad, salvadas naturalmente las exigencias fundamentales del bien común. Se trata de un principio ya enseñado por santo Tomás de Aquino cuando dice que la conciencia errónea obliga (cf. Summa Theologiae, I-II, q.19. a.6).
----------La conciencia subjetiva de la propia inocencia o del propio buen derecho, aunque sea objetivamente e involuntariamente infundada, es de gran consolación y de enorme confortación, cuando permanecemos aislados e incomprendidos en un ambiente hostil, perseguidos por leyes injustas, traicionados por los amigos, oprimidos por los superiores, despreciados por los súbditos, calumniados por los mentirosos, difamados por los malévolos o maltratados por los prepotentes a causa de la verdad y de la justicia.
----------Esta conciencia que en tales pruebas sabe renunciar a los consensos y al apoyo humanos, es lo que caracteriza la fortaleza y la libertad de los héroes, de los santos y de los mártires tanto en la historia civil como en la de la Iglesia. En tal sentido, Cristo proclama bienaventurados a los perseguidos a causa de la justicia y anuncia a sus discípulos: "seréis odiados por todos a causa de mi nombre" (Mt 10,22).
----------En cambio, quien evita cuidadosamente o astutamente no ser odiado por el mundo por amor del mundo, para no dar mala impresión frente al mundo o para no tener problemas, tiene una conciencia deshonesta y farisaica o al menos es un cobarde y no es digno discípulo de Cristo, como dice el divino Maestro: "Quien se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, se avergonzará de él el Hijo del hombre, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" (Mc 8,38).
----------Es útil en esta cuestión de la objetividad (absolutidad) y de la subjetividad (relatividad) de la verdad, recordar también la correspondiente distinción entre verdad gnoseológica o relación de verdad como acto del intelecto, y verdad ontológica como cosa verdadera objeto del conocer. La relación de verdad, que hace referencia al sujeto (o sea la "verdad como relación", para decirlo con el Papa) es de por sí absoluta e inmutable, aun cuando el objeto es mutable: si es verdadero que hoy es jueves, y digo que hoy es jueves, esta proposición, en relación con el jueves que ya ha pasado, seguirá siendo verdadera para siempre (juicio verdadero), es decir, en absoluto, aun cuando el jueves (objeto del juicio) ya haya pasado.
----------En cambio, si el objeto es mutable, cambiante, entonces también la afirmación, precisamente para ser afirmación verdadera, debe cambiar en conformidad con el cambiar del objeto, por lo cual en relación al objeto la verdad cambia y es relativa al cambiar del objeto. Si llega el día de mañana, viernes 17 de febrero de 2023, y sin embargo sigo diciendo que hoy es jueves, evidentemente estoy en lo falso.
----------Las verdades relativas, por lo tanto, son mutables, cambiantes; mientras que, por el contrario, la verdad absoluta (tanto humana como divina) es inmutable, porque por definición la verdad absoluta es aquella verdad que no prevé mutamiento ni en el objeto, ni por consecuencia en el sujeto ni en el juicio: se trata de las verdades objetivas, fundamentales y universales propias de la razón y de la fe.
----------Hablando de verdad relativa, el papa Francisco hace precisión sin embargo de que no pretende sostener ningún subjetivismo. De hecho, decir verdad "subjetiva" (tal como la hemos definido más arriba) no significa necesariamente subjetivismo. Tengamos presente que el subjetivismo, en efecto, es la pretensión arbitraria e individualista del individual sujeto de ser la regla de la verdad, cuando en cambio, como he dicho, la regla de la verdad es el objeto (que pueda ser algo del propio yo, esto no quiere decir nada).
----------Para entender esto, es necesario recordar las distinciones que he hecho anteriormente. En efecto, de la definición que acabo de dar, se sigue que existe subjetivismo cuando el sujeto individual pretende ser la regla absoluta de la verdad, algo evidentemente ajenísimo a las intenciones y a las palabras del Papa. Subjetivismo se da, por ejemplo, en el solipsismo idealista del yo absolutizado y totalizante, considerado como fuente única de la verdad absoluta y de toda otra verdad (como por ejemplo en la filosofía de Fichte).
----------Es cierto que en la Sagrada Biblia no existe la "absolutidad" como atributo divino. Ni siquiera existe esa palabra (pero esto no quiere decir nada: incluso la palabra "persona" no existe en la Biblia, sin embargo, el misterio trinitario es una de las enseñanzas fundamentales de la Biblia). Ni siquiera santo Tomás de Aquino considera a Dios como el Absolutum, ni habla de veritas absoluta. En vano buscaríamos el atributo de la absolutidad entre los atributos divinos enumerados en la Summa Theologiae. Entre otras cosas, en tiempos de Tomás sólo se da el concreto "absoluto", pero no el abstracto "absolutidad".
----------Por el contrario, el absolutum para el Aquinate es un atributo normal para las realidades finitas. Por ejemplo, en el campo de la lógica, para él lo universal abstracto es un absolutum, en cuanto que es atemporal, libre e independiente (ab-solutum) de los individuos que le subyacen. De hecho, para comprender qué es lo absoluto, es útil considerar la etimología de la palabra, a la cual el Aquinate estrictamente se adhiere.
----------Es solo recién con el siglo XIX que en la teología, sobre todo en el idealismo alemán, surge el exploit de lo "Absoluto". Fue recién entonces que para indicar a Dios, se comienza a hablar de él como del "Absoluto". La propia tendencia monista de Hegel resuelve todo lo real en el Absoluto, por lo cual, según Hegel, sólo existe lo Absoluto, todo es Absoluto, todo está en el Absoluto, lo Absoluto está en todo (inmanentismo), en cuanto que todo es Uno. Y lo Absoluto precisamente es Uno.
----------Para Hegel, un "otro" distinto del Absoluto, externo a él, relativizaría al mismo Absoluto, porque, para distinguirse del Absoluto, debería tener algo que el Absoluto no tiene. Pero un Absoluto que no es Todo, ya no es absoluto. También rompería la unidad del Uno-Todo.
----------Sin embargo, a la concepción de Hegel se le escapa que este "otro" distinto del Absoluto puede muy bien existir como ente relativo al Absoluto (vale decir, en cuanto "ser por participación", como dice con claridad santo Tomás de Aquino), que es precisamente la condición del ser creatural, como ocurre precisamente en la concepción de un Dios creador del mundo, necesariamente externo a Dios (opus ad extra), ya que todo lo que está en Dios es Dios. Por otra parte, hay que decir que Hegel no comprende que lo creado no rompe la unidad divina, porque no se pone sobre el mismo plan de Dios en competición con él, sino infinitamente por debajo de él (trascendencia divina), como imagen, efecto o signo de la divinidad.
----------Para Hegel, en cambio, nada existe fuera del Absoluto, y dado que, sin embargo, Hegel no renuncia a admitir también la existencia de lo relativo, he aquí que para el filósofo alemán, visto que lo relativo no puede estar fuera del Absoluto, lo Absoluto mismo es concebido como incluyendo en sí mismo lo relativo, es decir, el mundo. Por eso, al fin de cuentas, lo Absoluto hegeliano no es un verdadero Absoluto, independiente de lo relativo, sino que paradójicamente, precisamente por ser absoluto, por ser Dios, alberga en su propia esencia divina al mundo, según la célebre aserción de Hegel: "Dios no es Dios sin el mundo".
----------Para Hegel no se puede dar un puro Absoluto, un Absoluto absolutamente simple, sino que el Absoluto mismo es relativo al mundo, está "historizado", aunque luego Dios venga, desde el punto de vista de Hegel, a ser relativo sólo a Sí mismo, dado que el mundo mismo es en Dios coincidente con la esencia divina. Pero esto evidentemente elimina la distinción entre Dios y el mundo y se cae en el panteísmo.
----------Estaríamos naturalmente y completamente descaminados si interpretáramos en este sentido las palabras del papa Francisco, el cual sabe muy bien, tanto por la fe como por la razón, que Dios, en su infinita perfección, podría existir incluso sin el mundo, siendo Dios precisamente lo Absoluto, lo Infinito, lo Eterno, el Ser más perfectísimo y por lo tanto el Ser completamente autosuficiente.
----------Un "Absoluto" que fuera en sí mismo relativo al mundo no podría ser un verdadero Absoluto, porque relación dice dependencia de aquello con lo cual se está en relación. Por consiguiente, hay que decir que el mundo depende de Dios pero Dios no depende del mundo. Dios tiene relación con el mundo en el sentido de que lo ha creado, lo conoce y lo ama, pero no en el sentido de que dependa del mundo.
----------Ahora bien, como se ha visto, la independencia es el carácter de la absolutidad. Si de hecho, con la creación y más aún con la Encarnación, Dios se ha puesto en relación con el mundo, esto es así simplemente porque Dios lo ha querido libremente por amor al mundo, y no porque esto se siga necesariamente o "lógicamente" de la esencia divina, como creía Hegel.
----------Como he señalado, la cuestión del "Absoluto", ignorada por el iluminista Kant, pasa a primer plano en la filosofía romántica de Fichte, Schelling y Hegel. Pero para ellos el Absoluto ya no es lo que entendía santo Tomás. Para el Aquinate, ab-solutum quiere decir más bien suelto, libre, independiente, autosubsistente, autosuficiente, que está por cuenta propia, cosa que podría convenir a Dios. Pero de hecho, en Tomás, como he dicho, no es un atributo divino, sino una categoría lógico-ontológico-moral.
----------Si queremos, "absoluto" significa también "desligado", pero no con el matiz negativo que parece poseer en las palabras del Papa, porque el absolutum puede tener vínculos de hecho: lo universal, aunque en sí independiente de lo individual, de hecho está presente en lo individual (unum in multis). Dios, aunque independiente del hombre, ha querido vincularse al hombre con un pacto de amor.
----------Pensemos también en la "absolución sacramental". "Absuelto" viene de absolutum, participio pasado de absolvo, que quiere decir aquí liberar del ligamen que hace esclavo o prisionero, es decir, las ataduras del pecado. Quien es absuelto de los pecados es libre, íntegro y feliz.
----------Por el contrario, como se ha dicho, es lo relativo lo que no conviene a la esencia divina, porque relativo dice dependiente y Dios claramente no depende de nadie. Sólo en el misterio trinitario existen relaciones divinas, las personas divinas, que sin embargo no dicen dependencia, sino que se habla de "relación" sólo de origen en la igualdad de la única naturaleza divina. El Hijo, por ejemplo, tiene origen del Padre, pero no es dependiente del Padre como lo inferior depende de lo superior, o el efecto de la causa, sino sólo porque es engendrado por el Padre, que le es igual en la común naturaleza divina.
----------La relación aquí no es un accidente, sino que es subsistente, porque es persona divina, para lo cual la persona relacionada es idéntica en la naturaleza divina con la persona relacionante. Por eso Dios sigue siendo el Absoluto: Dios y la Trinidad son un único Ser absoluto, Dios mismo.
----------Si en la Sagrada Escritura no encontramos el atributo de la absolutidad, sin embargo encontramos atributos equivalentes. La absolutidad en cierto sentido los resume a todos: la libertad, la independencia, la bondad, la eternidad, la totalidad, la infinitud, la majestad, la perfección, la inmutabilidad. El atributo de la absolutidad conserva su valor incluso si de hecho Dios ha creado un mundo, incluso si de hecho se ha encarnado y, por lo tanto, tiene una relación de conocimiento y de amor hacia el mundo. En efecto, Dios, creando el mundo, no cambia su naturaleza, por lo cual sigue siendo en sí mismo el Absoluto.
----------Pero está claro, como se ha dicho -y esto ciertamente el Papa lo sabe muy bien- que Dios ha creado libremente el mundo, liberrimo consilio, dice el Concilio Vaticano I. Podía, si quería, incluso no crearlo. Dios que no tenía necesidad de nosotros, ha querido por amor a nosotros en Cristo mendigar nuestro amor y pedirle un vaso de agua a la samaritana. Como dice san Agustín, "Dios que te ha creado sin tí, no te salva sin tí".
----------De ahí la dignidad del mundo, ciertamente, pero también la contingencia del mundo y la existencia absolutamente necesaria de Dios. Si Dios no existiera, el mundo no existiría. Mientras que el mundo podría no existir, en cambio Dios no puede no existir, porque es el Ser mismo absoluto, es lo que da razón de la existencia del mundo: es por tanto el absolutamente Necesario. Es el Necesse-esse, como lo llamaba el gran metafísico musulmán Avicena, citado varias veces por santo Tomás de Aquino.
----------Que quede claro entonces: el mundo no depende de Dios por deducción lógico-necesaria, así como las propiedades del triángulo dependen de la esencia del triángulo, como pensaba Spinoza. Esto implica la existencia en Dios del amor, un amor gratuito, generoso, misericordioso, de libre elección. Lo creado no desciende de la esencia divina, sino que es efecto de la divina voluntad.
----------Por eso mismo, no decimos que las propiedades del triángulo dependen del triángulo porque el triángulo las ama, sino simplemente por una deducción lógica de la esencia del triángulo. No es así como el mundo deriva de Dios, porque el mundo no proviene de su esencia sino de la nada, en virtud de su sabiduría, de su libertad, de su bondad y de su omnipotencia.
----------Scalfari parece estar preguntándole al Papa si se puede admitir un cierto relativismo de las verdades. En ese punto, el Romano Pontífice habría podido polemizar con el relativismo, como lo ha hecho el papa Benedicto XVI, pero en cambio Francisco reconoce que en Dios mismo existe un relacionarse.
----------Naturalmente, estas palabras del Santo Padre no deben ser entendidas en contraste con el papa Benedicto y como aprobación del relativismo, que es un grave defecto del pensamiento y de la conducta moral, por el cual se "relativiza" lo absoluto, no en el sentido legítimo declarado por el Papa, sino en el incorrecto sentido de hacer de Dios un ídolo al servicio de los propios deseos o, en todo caso, de relativizarlo respecto del hombre, casi como si el hombre estuviera por encima de Dios.
----------Está claro, como dice Francisco en su carta a Scalfari, que Dios, para ponerse en relación con nosotros y para que nosotros podamos ponernos en relación con Él, se nos presenta de vez en cuando de un modo adecuado a cada uno de nosotros. Pero una cosa es afirmar que Dios se pone en relación con cada uno de nosotros en modos relativos a cada uno de nosotros, y otra cosa distinta es negar a Dios la absolutidad intrínseca a su divina esencia, para hacerlo o bien un producto del hombre o bien un hecho contingente de la historia de la cultura. Está claro que sobre este punto el papa Francisco está completamente de acuerdo con el papa Benedicto XVI. Y el papa Ratzinger no hubiera tenido dificultad en suscribir las palabras del papa Francisco a Scalfari, entendidas como Francisco las entiende, y yo he tratado de explicar.
----------Por lo demás, podemos sin problemas admitir la existencia de un sano relativismo, cuando se reconoce como relativo lo que es efectivamente relativo y no se hace de él un absoluto. Pero así como existe un relativismo deletéreo, así también existe un igualmente deletéreo absolutismo, que exaspera los contrastes y crea dualismos irresolubles, contraponiendo las posiciones contrarias en modo tan absoluto, que parece imposible cualquier forma de diálogo y de conciliación. Hoy hay sobrados ejemplos de eso.
----------Esto es ciertamente lo que el Papa quiere decir al concluir esta parte de su carta: "es necesario entenderse bien en los términos y, tal vez, para salir de los cuellos de botella de una contraposición... absoluta, replantear en profundidad la cuestión. Creo que esto es hoy absolutamente necesario para iniciar ese diálogo sereno y constructivo que esperaba al comienzo de este escrito mío".
----------Es interesante advertir cómo en esta declaración del Papa aparece dos veces el "absoluto", una vez como adjetivo y otra vez como adverbio. De hecho, el concepto de "absoluto" está presente en nuestro propio lenguaje cotidiano. Pues bien, su aplicación en la teología depende del significado analógico del término, que se presta tanto para indicar el mundo como para designar a Dios.
----------No hay duda de que el papa Francisco sabe muy bien todo esto. Sin embargo, el Santo Padre cree en ese Absoluto, que no extremiza arrogantemente y obstinadamente, en una falsa "síntesis", las posiciones en contraste, como por ejemplo en la dialéctica hegeliana, sino que en su infinita y absoluta potencia de paz y de conciliación une las almas en la verdad absoluta.
¡Gracias Filemón por ser capaz de ver e interpretar el corazón y las intenciones del Papa Francisco! Sin usted, caeríamos en la idiotez de creer que cuando el Papa dice negro, quiere decir negro!
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminardejo una vez más de lado sus ironías.
Y le recuerdo lo que usted debe saber: nadie, ningún ser humano en el mundo y ni siquiera ningún ángel del cielo, sino Dios, es capaz de "ver e interpretar el corazón y las intenciones" de otro ser humano. Por lo tanto tampoco si se tratara del papa Francisco.
Por eso, y nuevamente dejando a un lado sus ironías, y reclamando esa fe divina y católica (aún en el supuesto caso que se tratara en usted sólo y apenas de un "linum fumigans", como dicen el profeta Isaías y Jesucristo), le recuerdo que el católico cree por fe que el Papa no peca en su fe, y por eso no puede enseñarnos sino la Palabra del Señor, cuando nos la enseña.
En todo lo demás, el Papa puede equivocarse e incluso pecar. Puede el Papa pecar contra todas las virtudes, pero nunca contra la virtud de la Fe. Si pensáramos que el Papa pudiera pecar contra la Fe, estaríamos llamando mentiroso a Jesucristo, lo cual es blasfemia.
Ahora bien, como el Papa podría pecar contra todas las demás virtudes, también podría pecar contra la prudencia, o contra la justicia, al gobernar o pastorear el rebaño a él confiado: toda la Iglesia. Podría pecar de imprudencia, por ejemplo, al expresar verdades de Fe o de moral de un modo no suficientemente claro e inequívoco, quizás por no asesorarse debidamente, o por una teología no suficientemente lógica y fundada, etc. En tal caso, pecaría no en los "contenidos" de fe (imposible tratándose del Papa), sino en el "modo" de enseñar la fe.
Es cierto que, en algunos casos, las carencias filosóficas o las carencias teológicas de un Papa, o su inmoderación en el hablar, o incontinencia discursiva, o su falta de retórica, etc., etc., pueden llevar a un Papa a manifestarse de un modo ambiguo y, como usted dice, puede parecer que esté diciendo a la vez "blanco" y a la vez "negro" (nunca, sin embargo, negro y solo negro).
Sin embargo, en tales casos, el creyente, vale decir, el católico que por gracia de Dios cuenta con su fe, no puede caer en la "idiotez" indicada por usted: 1°) primero porque el Papa no puede nunca enseñar un error contra la fe de un modo unívoco (negro y nada más que negro), y 2°) porque si ocurre que un fiel se encuentra ante una afirmación del Papa que parece querer decir a la vez "blanco" y "negro", entonces el fiel católico sabe que debe interpretarlo del modo correcto: el Papa ha dicho "blanco" (aún cuando no haya expresado claramente que él no ha querido decir "negro").