sábado, 4 de febrero de 2023

San Agustín de Hipona y Martín Lutero (2/2)

En realidad nadie puede acercarse a la Sagrada Escritura sin una precomprensión racional y, por lo demás, la misma Escritura contiene conceptos filosóficos e incluso metafísicos, por lo cual si quien lee la Escritura no está ya iluminado por una sana razón, toma gato por liebre, precisamente como ha hecho Martín Lutero. "El que es de la verdad, dice Cristo, escucha mi palabra". Si no poseemos la verdad de la razón, en vano podremos pensar captar la verdad de fe. [En la imagen: detalle de San Agustín de Hipona, en un vitraux, obra de Louis Comfort Tiffany, en el Lightner Museum, St. Augustine, Florida].

----------Agustín y Lutero se encuentran sobre el tema de la interioridad y -el "hombre interior"- de la conciencia. Recordemos la famosa exhortación agustiniana: "noli foras ire, in teipsum redi: in interiore homine habitat veritas" (De vera religione, cap. XXXIX). Lutero invocó a su conciencia en la Dieta de Worms que rechazaba la orden perentoria a retractarse, declarando estar "encadenado a la Palabra de Dios".
----------La doctrina de la conciencia es importante en la Sagrada Escritura. Ella emerge sobre todo en san Pablo (syntéresis) y aparece como una facultad de juicio sobre aquello que es bueno o malo delante de Dios. No es un principio absoluto, porque ella puede ser buena o mala según se regule o no sobre la ley divina. La conciencia es un conocimiento, pero no dirigido hacia lo externo, sino hacia lo interno, donde Dios se revela también a aquellos que no conocen la Ley escrita de Moisés. De ahí la importancia del "testimonio de la conciencia" (Rom 2,15; 2 Cor 1,12). Esta doctrina de Pablo es también el fundamento de la importante doctrina de la "ley natural", conocida por la sola razón, incluso independientemente de la fe.
----------Ahora bien, ¿qué concepto tenía Lutero de la propia conciencia? ¿No se había dado cuenta de haber caído en el error? Es de temer que se basara sobre el concepto individualista de conciencia, cerrada en sí misma, que se deriva de la filosofía de Guillermo de Ockham [1287-1347], no de la Sagrada Biblia, en la cual la conciencia que erra en buena fe puede ser excusada, pero no resulta por ninguna parte una conciencia pecadora y en todo cierta por revelación divina de la propia salvación.
----------Su pretensión de aceptar de sus críticos sólo una refutación sacada de la Biblia y no del Magisterio no tenía justificación. No se comprende por qué Lutero aceptaba la Escritura y no el Magisterio, cuando la misma Escritura no es otra cosa que la puesta por escrito de la predicación o tradición apostólica que llega hasta nosotros precisamente bajo forma de Magisterio de la Iglesia, aunque sea cierto que la Sagrada Tradición sigue siendo una fuente de la Revelación distinta de la Sagrada Escritura.
----------Si el autor de un libro es un viviente, ¿tiene acaso sentido interpretar, juzgar o criticar su pensamiento refiriéndose solo a lo que él ha escrito, o no será más lógico hacerse explicar por él de cuanto en el libro puede ser oscuro o dar por correcta la interpretación que él da del libro? Ahora bien, indudablemente el Magisterio de la Iglesia no es el autor de la Sagrada Escritura, sin embargo, como sucesor de los Apóstoles, representa de modo viviente aquella misma Sagrada Tradición apostólica que ha puesto por escrito la predicación del Evangelio que nuestro Señor Jesucristo ha encomendado a los apóstoles.
----------Lutero, completamente tomado por la pertinaz convicción de haber recibido la revelación divina de su propia salvación, cosa que ciertamente no se encuentra en el Credo conservado por la Iglesia, por lo tanto sin razonable motivo, en consecuencia se había hecho la idea de la cual nadie llegó a moverlo, que los apóstoles, después de haber puesto por escrito la predicación del Señor, habrían tenido en los siglos siguientes sucesores que se habían desviado en la interpretación de la Escritura.
----------De ahí su obstinada convicción de que por mandato divino (no se sabe cómo obtenido) correspondiera a él (modestia aparte), después de muchos siglos de alteración, reconducir a la Iglesia al conocimiento del verdadero Evangelio, ignorando completamente lo que desde hacía quince siglos se sabía y es que Cristo había garantizado a su Iglesia una perfecta fidelidad en la conservación e interpretación de su mensaje de salvación. ¿Cómo es que tanta gente a lo largo de los siglos han podido creerle a Lutero?
----------Así que Lutero se comportó exactamente de tal modo frente a la Escritura -el famoso principio de la sola scriptura-, pretendiendo interpretar la Escritura mejor que la Iglesia y contra la Iglesia. ¿De dónde sacó el Reformador semejante método exegético? No del buen sentido común y ni siquiera de la tradición de los Padres, de los Doctores y de los Santos, sino sólo de su propia cabeza, en la presunción de estar directamente iluminado por el Espíritu Santo mejor que el Papa y contra el Papa. Se hace difícil comprender cómo tantos discípulos de Cristo lo hayan seguido luego y lo sigan en este absurdo modo de proceder.
----------De cualquier modo que sea, por equivocado que estuviera, debemos reconocer que Lutero era un apasionado por la verdad y por la verdad de la fe, tanto que llegó a acusar a Roma de herejía. Sin embargo, la verdad evangélica que absorbía todo su interés era exclusivamente la cuestión de la salvación, por lo cual en cierto momento él, en su famosa "iluminación" en los inicios de su obra reformadora, se convenció inamoviblemente de que el Evangelio le garantizaba el ser perdonado no obstante sus pecados, como si todo el sentido del Evangelio fuera el de asegurar a Lutero que habría de ser salvado.
----------Esta es la supuesta verdad que le interesaba a Lutero: su propia y personal salvación, todo lo demás en realidad a él no le interesa, aunque se sintiera investido con la misión divina de anunciar al mundo, contra la traición de Roma, esta interpretación del Evangelio, a fin de que otros pudieran ser salvos con la misma aplicación que Lutero se había hecho para sí mismo del Evangelio. Lutero estaba convencido de anunciar una liberación, pero lamentablemente semejante "liberación" estaba solamente fundada en la convicción equivocada de que Dios perdona incluso a quien no se arrepiente.
----------Y esta es su grave limitación. La predicación del Evangelio que Lutero llevó adelante con increíble energía a lo largo de toda su vida, se resolvía sin embargo solamente en la absoluta e igualmente subjetivista conciencia de estar personalmente salvado. Es cierto que luego Lutero erige como verdad universal aquello que creía para él, pero no fue otra cosa que erigir en universalidad, siempre con mentalidad ockhamista, una actitud subjetivista, sin fundamento objetivo y encerrada en sí misma.
----------Aquí se ve el ockhamismo exagerado de Lutero, del cual él hacía abierta profesión ("sum occamicae factionis"). De hecho, en Ockham el individuo emerge como absoluto, mientras que lo universal no es más que un nombre (de ahí "nominalismo"), con el cual se reúne un conjunto de individuos similares, un poco como la etiqueta "cucharas" en un restaurante se coloca en el cajón que contiene las cucharas.
----------Lutero, como Ockham, confunde el sentido con el intelecto porque no llega a abstraer la esencia universal de lo singular material. No obstante su espiritualidad y religiosidad, Lutero no alcanza a subir, aunque sea por vía analógica, al plano de la pura inteligibilidad que es el plano del espíritu, de los valores morales universales, de los atributos divinos, de la vida sobrenatural, de los misterios de la fe.
----------Todo para él, incluso la verdad de fe, incluso la Palabra de Dios, debe ser algo concreto, aquí y ahora, algo sensible, experimentable, historizado y encarnado. El acto de fe no es un acto intelectual, sino que es el acto de la emoción placentera de sentirnos perdonados. Dios no es Dios sino el Dios encarnado. Según Lutero, sin Cristo, y por consiguiente sin el hombre, sin el yo, Dios no existiría o, en todo caso, sería una pura abstracción o el monstruo aterrador de la theologia gloriae.
----------Ciertamente Agustín no es blando ni con la razón ni con la experiencia de los sentidos. Non est a sensibus expectanda sincera veritas, dijo de joven inmediatamente después de su conversión, probablemente todavía bajo el mal recuerdo de los pecados cometidos y en la reminiscencia del dualismo platónico. En las Retractationes, ya siendo anciano, en cambio vendrá a decir: Est sensus et animae.
----------A diferencia de Lutero, la espiritualidad agustiniana, a imitación de la joánnea, gira no sólo en torno al tema de la verdad sino también y sobre todo al de la caridad: caritas veritatis quaerit otium sanctum -y esta es la contemplación-; necessitas caritatis -y este es amor al prójimo- quaerit negotium iustum. Verdad, eternidad, caridad, están estrechamente entrelazadas: O aeterna veritas, o cara aeternitas o vera caritas!
----------Y cuando se dice caridad, no se entiende sólo la caridad hacia Dios, sino también la caridad hacia los hermanos y en particular, para un monje agustino, la vida común, fundada en el compartir la misma Palabra de Dios, lo que implica el humilde servicio al bien común en lo escondido, mientras que en Lutero se nota una exagerada puesta en primer plano de su problema personal (aunque siempre digno de respeto), lo que hace sospechar no un sincero deseo de santidad, sino un cierto exhibicionismo o protagonismo y la voluntad inconfesada de sobresalir por encima de los demás y de mandar, obviamente siempre "en nombre de Dios". Todo ello excluye una auténtica vocación religiosa. Sin embargo, los superiores, notando sus notables capacidades, le dieron demasiada cuerda, dejando que se sumergiera en un cúmulo de actividades, descuidando la plegaria (lo señala Jacques Maritain en su famoso estudio Tres Reformadores).
----------Lutero, por otra parte, no practicó hacia los sentidos la misma severidad que tuvo Agustín después de su conversión. En efecto, de joven monje, Lutero había tratado de practicar una ascesis demasiado severa y escrupulosa, que se le había convertido en un tormento. Para salir de ese estado, como es sabido, no buscó una ascesis más sabia y moderada, como correspondía, sino que simplemente la abandonó por completo, con la excusa de que de cualquier modo Dios es bueno y perdona.
----------Aquí el camino de los dos es inverso: Agustín parte de la carne y termina en el espíritu; Lutero parte del espíritu (no bien entendido) y termina en la carne (engañandose de estar en el espíritu). ¡Cuántos casos de religiosos del postconcilio, convencidos de ser "progresistas" (¡pero ojalá lo fueran!), cuando en realidad no lo son, sino que son modernistas, y en ello se asemejan al camino de Lutero!
----------Aún todavía maniqueo, el joven Agustín culpaba a la materia de sus pecados carnales, considerada en estas visiones dualistas como el principio del mal, pero luego, iluminado por la gracia y por las buenas lecturas, se dio cuenta de la hipocresía de una excusa semejante: por eso abandonó el maniqueísmo para seguir lealmente a Cristo reformando su concepción de la relación alma-cuerpo sobre la base de la enseñanza bíblica y comprometiéndose seriamente en el dominio de la carne. Lutero, por el contrario, se entregó a la carne, haciéndose la convicción de estar "liberado" y de cualquier modo perdonado y salvado.
----------De lo cual vemos qué carencia tenía la formación filosófica de Lutero y comprendemos sus errores en el campo de la fe y de la moral. Él declaraba basarse exclusivamente en la Biblia, pero en realidad nadie puede acercarse a la Escritura sin una precomprensión racional y, por lo demás, la misma Escritura contiene conceptos filosóficos e incluso metafísicos, por lo cual si quien lee la Escritura no está ya iluminado por una sana razón, toma gato por liebre, precisamente como ha hecho Lutero. "El que es de la verdad, dice Cristo, escucha mi palabra". Si no poseemos la verdad de la razón, en vano podremos pensar captar la verdad de fe.
----------Habiendo llegado a este punto, nos hacemos algunas preguntas. ¿Podemos en verdad decir que alguna vez Lutero ha conocido el verdadero cristianismo? ¿Su vocación monástica ha sido auténtica? ¿Abandonó la Iglesia porque había partido mal? ¿Había tenido una mala iniciación cristiana, basada en el terror en lugar del amor? ¿Por qué ha elegido a Ockham como maestro de filosofía, un rebelde a la Iglesia y condenado por ella? ¿Por qué ha traicionado a san Agustín y despreciado a santo Tomás, tan conforme a la enseñanza bíblica, por expreso reconocimiento de los Papas, Doctores y Santos?
----------¿Era incapaz de un pensamiento especulativo? ¿Por qué restringir el cristianismo solo a la cuestión de la justificación? ¿Lutero gira en torno a Dios o en torno a sí mismo? ¿Su pesimismo sobre la corrupción de la naturaleza humana es humildad o sólo es un pretexto para pecar libremente, seguro de la impunidad y con la convicción de estar de cualquier modo salvado? ¿Presunción de salvarse sin mérito? ¿Por qué Biblia sí, y Magisterio no? ¿Acaso él es infalible y el Papa es falible? ¿Por qué rechaza la Carta de Santiago? ¿Porque Santiago habla de la necesidad de las obras? ¿De qué sirve la gracia si no quita el pecado?
----------El Concilio de Trento corrigió la falsa reforma luterana y restituyó a la Iglesia su verdadero rostro, pero no asumió cuanto de válido existía en las instancias de Lutero. El Concilio Vaticano II ha iniciado providencialmente el diálogo con los hermanos separados. Hoy es necesario mantener unidos el ecumenismo promovido por el Vaticano II con la crítica desarrollada por el Tridentino.
----------Por otra parte, hay que reconocer que Lutero podría haber tenido buenos motivos para denunciar la corrupción y la desviación del clero, de los religiosos, de la jerarquía e incluso de la misma Santa Sede, pero al proponer un modelo de Iglesia que no es el correcto, está claro que su crítica se desvió del centro. Si se pretende corregir a los obispos negando el sacramento del Orden o si se intenta corregir el Papado negando la autoridad del Papa o se pretende redescubrir el Evangelio basándose únicamente en la Escritura y no también en la Tradición, es claro que se cae, por así decirlo, de la sartén a las brasas.
----------También debe notarse cuánto ha impedido la eliminación de la división entre católicos y protestantes, el surgir de Estados respectivamente "católicos" y "protestantes", como si una cuestión religiosa tan delicada pudiera llegar a ser un asunto del Estado. Por el contrario, tal politización de la religión ha terminado endureciendo y materializando las posiciones y las divisiones, dándoles una especie de aval estatal. Hoy, gracias a Dios, ese grave obstáculo ya no existe, por lo cual la Iglesia tiene más libertad para sanar las divisiones, que no afectan tanto a las estructuras estatales, como ante todo a las conciencias. Lo que se necesita hoy es hacer ecumenismo sin olvidar el Concilio de Trento.
----------En conclusión, no podemos dejar de alegrarnos por un ecumenismo bien conducido, regulado por las directivas del Concilio Vaticano II. Pero es de lamentar que esto no siempre sucede. Desgraciadamente también existe un falso ecumenismo, según el cual los protestantes no se convierten, mientras que los católicos se están convirtiendo en luteranos, aunque se mantenga la etiqueta de católicos.
----------Se hace difícil pensar cómo es posible que los errores y los malos ejemplos de Martín Lutero sigan ejerciendo tanto atractivo, después de cinco siglos, refutados mil veces por pastores generosos, predicadores celosos, teólogos insignes, santos misioneros, incluso mártires: pensemos en la obra grandiosa y benéfica de grandes santos del pasado, como san Juan de Colonia, san Pedro Canisio, san Francisco de Sales o el beato Marco d'Aviano, por no hablar del numeroso ejército de teólogos y polemistas; y entre los mártires, recordemos a los llamados "mártires dominicos de Colonia" en el siglo XVI, entre ellos precisamente san Juan de Colonia. ¿Por qué esto no sucede más bien para un san Agustín de Hipona o para la Iglesia Católica? ¿Es posible que el grande e inmortal Agustín no pueda corregir a Lutero?

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