martes, 14 de febrero de 2023

La relación del arte con la prudencia y la caridad (2/2)

La producción artística estimula a la vez la acción moral y la contemplación divina. El ideal moral agrada ante todo al intelecto y, en cuanto agrada, estimula la voluntad para ponerlo en práctica. Y así la estética, la ciencia de lo bello, estimula la virtud. El arte, por su parte, entra en juego en este movimiento del espíritu, en cuanto que, abriendo con su obrar el intelecto a la belleza de lo verdadero moral y teológico, suscita el amor por ambos y, en consecuencia, gracias a la praxis de la voluntad, conduce al hombre a la beatitud. [En la imagen: fragmento de "Alegoría del arte", óleo sobre lienzo producida en los años 1690-1694 por Sebastiano Ricci, perteneciente a la colección Sammlung Martinis, actualmente en Udine, Italia].

El arte debe servir al hombre
   
----------Supuesto lo dicho en la primera parte, se plantea, por tanto, el problema de la coordinación del actuar moral con el actuar artístico. Digamos inmediatamente que el fin del arte está subordinado al fin del hombre. Por consiguiente, el arte está subordinado a la prudencia. Por cuanto respecta a la relación con la sabiduría, la ciencia y el intelecto, el arte camina junto con la ciencia, y por tanto se estimulan mutuamente: la ciencia resuelve problemas técnicos al arte; el arte proporciona símbolos a la ciencia.
----------El arte, como bien comprendió Benedetto Croce [1866-1952], tiene su propio fin intrínseco, que es la expresión comunicativa, emotiva, original y deleitable de una intuición lírica del mundo interior de la subjetividad creadora del artista. Pero Croce creía que cuando el artista se propone fines didascálicos o moralizantes o doctrinales, viene a menos su espontaneidad, se introduce una finalidad extraña y nociva, se seca la vena poética, se enfría el entusiasmo y se apaga el fuego de la emoción lírica, que constituye la esencia, el valor y la libertad de la poesía. Por eso Croce prefería el Infierno de Dante al Paraíso, sin darse cuenta de que toda la Divina Comedia es, como lo es la Biblia, una aspiración al Paraíso del Cielo, por lo cual es aquí donde el Dante poeta ha dado lo mejor de sí mismo como poeta y como cristiano.
----------Es cierto que el arte se basa en una intuición creadora (al respecto, véase: Jacques Maritain, La intuición creadora en el arte y en la poesía, Ediciones Palabra, Madrid 2004), es decir, el artista intuye una forma intermedia entre su subjetividad y la naturaleza, y la representa o plasma en la obra de arte, en modo tal que en ella se reconoce la personalidad del artista (vale decir, su estilo) y el objeto de la naturaleza que le ha dado la inspiración. Así nosotros distinguimos las diferentes personalidades de los artistas. Una naturaleza de Van Gogh no es como la de Munk o la de Cézanne o la de Giorgione.
   
El arte está al servicio de lo bello
   
----------El arte es un obrar que, mediante la producción de una obra, pone al espíritu en contacto con la belleza espiritual y los sentidos en contacto con la belleza sensible. Esta experiencia de la belleza, como ya intuyó Platón, eleva el espíritu a la contemplación de la Belleza divina.
----------Lo bello, en general, como lo define santo Tomás, es "lo que, visto, agrada" (id quod visum placet). Lo bello tiene relación con la verdad, porque es la verdad el objeto de la vista. Sin embargo, agrada; y entonces tiene relación también con la voluntad, porque lo deleitable es objeto de la voluntad. El placer es la quietud del apetito intelectivo o sensitivo satisfecho por la posesión o fruición de su bien o por el cumplimiento de su acción natural. El placer estético estimula las formas de placer ligadas con el apetito. En el campo físico la principal es el placer sexual. En el campo del espíritu la forma principal es el placer de la contemplación divina.
----------Lo bello, por tanto, conjuga lo verdadero con lo bueno, el conocimiento con el amor. Lo bello es un bien, un bien para el intelecto, mientras que el bien para la voluntad es el bien moral. La belleza, por consiguiente, es propiedad tanto de lo verdadero como de lo bueno. Y el artista nos acerca con su obra a esta doble belleza. Así como lo bello, propiedad de lo verdadero y de lo bueno, recuerda el plan originario y escatológico de Dios, así lo feo, propiedad de lo falso y del mal, es consecuencia del pecado.
----------La producción artística estimula por tanto a la vez la acción moral y la contemplación divina. El ideal moral agrada ante todo al intelecto y, en cuanto agrada, estimula la voluntad para ponerlo en práctica. Y así la estética, la ciencia de lo bello, estimula la virtud. El arte, por su parte, entra en juego en este movimiento del espíritu, en cuanto que, abriendo con su obrar el intelecto a la belleza de lo verdadero moral y teológico, suscita el amor por ambos y, en consecuencia, gracias a la praxis de la voluntad, conduce al hombre a la beatitud.
----------Lo bello, según santo Tomás de Aquino (Sum.Theol., I, q.39, a.8.), resulta del concurso de tres factores, que son los siguientes: la completitud unitaria (integritas), el orden y la armonía de los elementos (proportio) y la inteligibilidad (claritas). Completitud quiere decir que en la obra hay todo aquello que es debido para ser. Es la plena realización del proyecto. Si falta algo esencial, la obra es fea.
----------Imaginemos lo que sería la columnata de San Pedro si le faltaran cinco columnas. ¿O qué diríamos si a la Gioconda de Rafael le faltara un ojo? ¿O si en la Última Cena de Leonardo los apóstoles fueran diez en lugar de doce? Los famosos "prigioni" de Miguel Ángel son bellos no en cuanto inconclusos, sino en cuanto imaginamos lo bellos que habrían sido terminados. Una obra inconclusa no lograda es fea, es impresentable.
----------Proporción quiere decir que en la obra debe existir un orden de los elementos entre sí en relación a un valor principal o central, que da sentido a toda la obra. ¿Qué diríamos de un retrato de Manuel Belgrano de pantalón para abajo en lugar de pantalón para arriba? ¿Qué diríamos sobre el campanario de una iglesia que fuera tres veces más alto que la iglesia misma? ¿Qué diríamos de un himno a la Virgen, que se preocupara por describir el calzado de Nuestra Señora? La desproporción es sinónimo de fealdad.
----------La claritas es la inteligibilidad de la obra. Ciertos artistas, sobre todo los abstractos, están demasiado preocupados por mostrar su originalidad, al punto que desprecian o abstraen por completo de representar algún elemento objetivo de la naturaleza. Sucede así que nace una mezcolanza confusionaria y casual sin significado, donde nada se entiende. La materia informe es sinónimo de fealdad. Lo feo es lo deforme, lo ininteligible.
----------Dios es supremo Artista. Él tiene una inagotable y riquísima fantasía creadora, que se expresa libremente en una infinidad de formas diversas, en los ángeles, en los hombres, en los animales, en las plantas, en los minerales, en los astros. Y la creatura más bella es la mujer, que une cuerpo y espíritu. Y entre todas las mujeres la más bella es María Santísima. Ella, que es tipo de la Iglesia, representa la belleza de la Iglesia, esposa de Cristo. Peligrosa es la belleza de Eva para el hombre viejo, esclavo de la concupiscencia. Santificante es la belleza de María para el hombre nuevo, que pregusta la resurrección.
   
El origen interior del poetar
   
----------La poesía nace en el poeta de una necesidad de expresar su propio mundo interior original, diferente de artista a artista, y de comunicarlo a un propio público más o menos amplio, pero no a toda la humanidad. Así que todo artista, todo poeta, por lo general, salvo excepciones, sobre todo los modernos, tiene su propio público, su propio lenguaje, su propia personalidad, su propio estilo, su propio mensaje, su propia poética que expresa su modo y método de hacer obras de arte, su programa de producción, a fin de que el público interesado en sus obras pueda entender y gustar lo que intenta decir.
----------Pero Croce no ha entendido que el artista no puede contentarse con la intuición lírica como si fuera el absoluto y la beatitud de su vida. El hombre no se contenta con el hacer, sino que tiene necesidad de ser. Su existencia es más importante que las obras que él produce, aunque sean fruto de la intuición lírica. Por eso el hombre, aunque sea respetando el fin del arte, no puede dejar de mirar más allá del arte, porque siente la necesidad de algo más allá, en suma, siente la necesidad de Dios. ¿Cómo entonces en su arte no expresar su actitud frente a Dios, aunque fuera, como hizo Leopardi, para cerrarse sin esperanza en el mezquino horizonte, lamentable y amargo, de su propio yo insatisfecho y desilusionado?
----------Croce, demasiado absorto en su concepción de la poesía, y encerrado en ella, no supo levantar la mirada más allá de la poesía, es decir, hacia donde ella misma conduce. No se dio cuenta de que el arte eleva el espíritu a la sabiduría contemplativa e incluso a la mística, como nos enseñan los Salmos de la Escritura. Demasiado atrapado en su historicismo, se olvidó de lo Eterno. Demasiado inmerso en la emoción, se olvidó del intelecto. Croce se olvidó de que el arte es una virtud intelectual. Sin necesidad de consultar a san Juan de la Cruz, le hubiera bastado reflexionar sobre lo que dice Kant en la Crítica del Juicio, a saber, que el gran arte hace superar la percepción de lo bello proporcionado al hombre, y eleva el espíritu a lo que por su grandeza no tiene proporción con el hombre, y que Kant llama lo sublime.
----------Por otra parte, la intuición creativa del artista es un conocimiento, pero no un simple conocimiento abstracto como puede ser el saber científico o filosófico; por el contrario, es una intuición intelectual que está inmersa en lo sensible, que está caldeada por el amor y estimulada por la emoción estética, es decir, por la percepción de lo bello, que puede ser la belleza de lo verdadero o de lo bueno.
----------La intuición creativa en el arte es, entonces, un conocimiento por afinidad, una empatía, por la cual un artista se siente afín o en sintonía con ciertas y determinadas cosas pero no con otras. Corot, por ejemplo, sentía en particular los paisajes, Morandi las naturalezas muertas, Modigliani los retratos de personas, Toulouse-Lautrec los espectáculos de variedades, Gauguin las mujeres tahitianas.
----------La intuición creativa, como ha evidenciado Maritain en Situation de la poésie (Desclée de Brouwer, 1938), tiene una semejanza con el conocimiento por afinidad afectiva, propio de la experiencia mística, en cuanto que en uno como en otro caso el sujeto no utiliza un saber puramente intelectual, sino un saber amante (un "intelecto de amor", dice Dante), que entra en contacto con el objeto del saber. Pero también hay una gran diferencia, que consiste en el hecho de que mientras en la poesía el objeto es una obra a producir, en el caso de la mística el objeto es Dios mismo, conocido en la fe amante inspirada por la caridad.
----------Por otra parte, la intuición creativa moderna tiene un carácter más subjetivo y circunscripto a un particular ambiente artístico, contrariamente a cuanto sucedía en el Medioevo, unido (hablando en general) por una común fe cristiana. Los artistas medioevales, de hecho, produjeron obras que todos entendían, también debido a la universalidad de los valores expresados ​​y la convencionalidad de los símbolos y del lenguaje. El artista moderno, en cambio, es comprendido y apreciado sólo por su público, a veces muy restringido, que sabe interpretar y gustar lo que quiere decir. En efecto, el artista no pretende expresar lo que piensa o conoce, sino lo que siente. Ahora bien, lo que pienso, si es una verdad universal, pueden pensarlo o saberlo todos. Pero lo que yo siento, o lo que me gusta a mí, no significa necesariamente que tú también lo sientas o te guste a tí. La música de Wagner le agrada a los apasionados de Wagner; la música de Verdi le agrada a los apasionados de Verdi.
   
Arte y espiritualidad
   
----------La prudencia anima el arte con las virtudes morales de la justicia, de la fortaleza y de la templanza, de modo tal que promueva el culto divino y sirva al bien común y no instigue al odio ni a la impiedad, que promueva la honestidad y la pureza de las costumbres y no incite a la intemperancia y a la lujuria y que estimule a la paciencia y el heroísmo y no a la adulación y al servilismo hacia poderosos, tiranos y dictadores.
----------Es cierto que el poeta, sea él creyente o no creyente, siempre puede ser un gran poeta. En esto le damos la razón a Croce. El ser poeta de por sí no implica ni la fe ni la incredulidad, porque es diferente la relación del poeta con su poesía de la relación positiva o negativa que el poeta tiene con Dios. Es suficiente con que el poeta sepa expresarse con propiedad y soltura de lenguaje, lenguaje correcto y refinado, con imágenes, símbolos y parangones originales y eficaces, con fuerza de sentimiento, estilo armonioso y fluido.
----------Sin embargo, no hay duda -y esto se le escapó a Croce- de que, de hecho, el poeta creyente es poeta mejor, no en cuanto que tenga más talento poético -el ateo podría tener más-, sino en cuanto que su comunión con Dios y su sed de Dios, fuente primera trascendente de la creatividad poética, hace sentir la presencia de Dios se advierta en lo interno de la misma obra de arte para animarla e inspirarla, de modo que aparece evidente aquello que dice Dante del arte humano que es "nepote" del arte divino.
----------Tomemos dos ejemplos paradigmáticos: Dante Alighieri [1265-1321] y Giacomo Leopardi [1798-1837]. Dos notabilísimos talentos poéticos. Y, sin embargo, ¡qué diferencia abismal y qué oposición más profunda entre las dos espiritualidades! Por una parte un hombre, Dante, que tiene a Dios frente a su mirada, que hace de su poesía la expresión de su arrepentimiento y de su necesidad de expiación, que a través de la visión del infierno y la experiencia del purgatorio lo conduce a una pregustación del paraíso.
----------Por otra, Leopardi, que tiene frente a su mirada a la nada, nada de la cual proviene y nada hacia la cual tiende, dirige toda su mirada y todos sus intereses hacia su yo dolorido, solitario y sediento de una felicidad terrena, que no posee y que, con la muerte inminente le será inalcanzable para siempre.
----------No le viene en mente preguntarse quién lo mantiene en vida, quién le ha dado la existencia, quién le permite escribir versos tan bellos como desesperados. No piensa en absoluto en una vida eterna y en una resurrección futura. Ningún deseo de Dios. No le viene en mente que su actual infelicidad podría ser ocasión para expiar sus pecados. No piensa en hacerse útil a los demás con obras de caridad. No se cuestiona si sus versos servirán para conducir a Dios o para generar desesperación. Nada de todo esto.
----------Cabría preguntarse: ¿qué gusto sacaba Leopardi de sus versos? ¿Acaso una mísera gloria terrena? ¿Y qué encuentran en Leopardi sus admiradores? ¿Qué sentido tiene proponer sus versos en la escuela (como se hace en Italia) a niños que se encuentran en un momento delicado de su existencia, en el cual se interrogan acerca del sentido de sus vidas (o a adolescentes de secundaria y de la universidad, como también se hace en Argentina)? ¿Qué luz les puede aportar Leopardi con su arte? En una edad en la cual los atractivos del mundo son fuertes y la espiritualidad está en pañales, ¿qué valor formativo puede tener el encanto de una poesía que cierra los ojos a Dios y fija la mirada en los placeres de la vida presente con la perspectiva de la nada eterna? En este punto podríamos preguntarnos si la belleza del poema no contribuye a nublar el espíritu, más que a elevarlo a la contemplación de la Belleza suprema.
   
El origen del talento artístico
   
----------El talento artístico, si se trata de un arte que no requiere una particular habilidad técnica, suele aparecer desde la infancia, porque es innato en la naturaleza individual del sujeto. De hecho, la actividad artística es inicialmente el efecto espontáneo del talento artístico, que puede manifestarse desde la más tierna infancia. El sujeto ciertamente tiene necesidad de una educación en su aptitud. Pero esa educación no hace más que perfeccionar un don de naturaleza que ya existe.
----------El sujeto actúa con naturalidad, por un impulso o inspiración interior, trabajando durante largos períodos de tiempo, casi instintivamente y sin error, sin necesidad de corregirse, con una laboriosidad a veces prodigiosa, una pura necesidad de expresarse y de hacer, persiguiendo normalmente fines benéficos, que deben fortalecerse en la conciencia moral del artista, a medida que avanza la edad, para que no corra el riesgo de aislarse de los demás y de una vana autocomplacencia.
----------El sujeto evidentemente debe tener a disposición variados instrumentos técnicos (por ejemplo, un lápiz, un instrumento musical, el conocimiento básico de un idioma), pero demuestra en ciertos casos una habilidad sorprendente, como si ya hubiera aprendido de un maestro, operando libre y espontáneamente con facilidad, alegremente, irresistiblemente, por propia iniciativa, pero también a petición.
----------Pero en tal caso, cuando la obra es por encargo, el trabajo no suele salir tan bien como cuando surge solamente de la pura inspiración. En el caso de una obra a petición, el sujeto debe comprometer su reflexión y su voluntad, a veces haciendo un esfuerzo: y el resultado suele ser inferior a aquel de cuando es movido por la sola inspiración. Y ella suele surgir imprevistamente o madura lentamente y secretamente, en contacto con ciertas cosas, hechos o personas o por el surgir de ciertos recuerdos. Pero la inspiración también puede ser evocada y renacer al recuerdo de experiencias similares precedentes.
----------Son incontables los casos concretos de niños que muestran a sus cinco o seis años una habilidad, por ejemplo en el diseño, muy superior a la de los demás niños de su edad. Es que sienten una necesidad natural de expresarse representando con lápiz de memoria cosas que han visto quizás poco antes o han imaginado en su fantasía: casas, animales, personas. Pero tales representaciones son tan realistas, que se juzgaría hechas por un adulto dotado. Se da también frecuentemente el caso de niños que no copian de los dibujos de otras personas y casi nunca reproducen del natural. Sino que tienen una extraordinaria memoria visual: ven un objeto en la calle (un auto, un tren, una casa, un perro, una persona, niños que juegan) y, una vez en el hogar, lo representan sobre el papel con seguridad, velocidad y sin corregirse. Si la experiencia de los lectores fuera que no ven hoy estos casos, quizás haya que cuestionarse acerca de la conveniencia o inconveniencia de poner en manos de niños de tres, cuatro o cinco años un computer, o un celular o una tablet, que quizás les esté abortando para siempre su intuición creativa y el desarrollo integral de su personalidad. 
----------Aquellos niños que manifiestan a tan temprana edad su talento artístico, continúan en esa actividad (siempre que exista el ambiente y la contención necesarios) durante muchos años, quizás exhibiendo y ganando premios en concursos, sin dejar de cumplir con las demás actividades normales de la recta educación infantil, adolescente y juvenil. Si fuera el caso, como es de desear, que estos niños reciban una formación religiosa por parte de sus padres y en la parroquia; puede suceder que les llegue o no les llegue la inspiración para tratar temas religiosos en sus producciones. No siempre esto ocurre de un determinado modo.
----------Sea como sea, lo importante es que el niño llegue a ser consciente de que su talento le ha venido como don de Dios, aún cuando al dibujar no piense en Dios, y lo que le interese sea solo expresarse y comunicar otros temas profanos. Sin embargo, lo importante a lograr por sus padres y demás formadores es que el niño pueda tener siempre a Dios como trasfondo de lo que hace, y lo tendrá en la medida que sea consciente de que en su trabajo quiera siempre hacer el bien y agradar a los demás.
----------Naturalmente, con el paso de los años puede suceder que aquel fenómeno infantil vaya pareciendo cada vez menos sorprendente y aquel niño, ya llegado a la edad juvenil y acercándose a la primera madurez, deberá por otra parte estudiar para mejorar continuamente la calidad de su trabajo, quizás pasando a otras técnicas, del dibujo a la pintura al óleo o al acrílico, por ejemplo, y decidiendo su ámbito artístico, dedicándose al retrato o a la naturaleza o a temas más abstractos (hablo de la pintura, pero lo mismo dígase de la música o de la escultura o de la arquitectura o de cualquier otra rama del arte). Se puede dar el caso que ya de adulto se comience a sentir cada vez menos el impulso a dibujar o a pintar, ese impulso que en la infancia era casi irresistible. Es el momento en que se decide la misión y rumbo a seguir en la vida, que será o no el arte.
----------Si el caso es que desaparece el deseo de producir arte, probablemente fruto ello de alguna crisis de crecimiento en la personalidad, puede ocurrir que la energía vital del sujeto sufra una lenta pero inexorable transformación, y se comience a abandonar gradualmente la actividad artística para orientarse en cambio hacia otro tipo diverso de creatividad. Se trata de cambios que a veces son percibidos confusamente, y que orientan al individuo hacia otros ámbitos del actuar humano, la verdad quizás, la ciencia, la filosofía. Sea como sea, y en el supuesto caso que aquel niño artista no llegue a ser un artista adulto y consumado, siempre aquella experiencia inicial con el arte le habrá servido al menos para configurar en su vida una nueva creatividad.

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