miércoles, 1 de febrero de 2023

Dos pontificados, similitudes y diferencias (4/4)

El próximo Papa se encontrará delante de una doble herencia pontificia, caso inaudito en toda la historia del Papado: la herencia de Benedicto y la herencia de Francisco. Tendrá muchas inspiraciones en las cuales poder basarse. La obra de implementación de la reforma del Concilio Vaticano II aún no ha terminado. Es necesario eliminar los caminos equivocados y recorrer el camino correcto, el nuevo Pentecostés auspiciado por san Juan XXIII debe todavía llegar. [En la imagen: una escena de la Misa exequial por Benedicto XVI].

El remedio contra la propagación de la lujuria
   
----------El remedio tradicional, el que hasta hace pocas décadas atrás era habitual, para la actual escandalosa propagación de la lujuria en sus formas más abominables, remedio basado en el simple autocontrol personal del impulso sexual, ya no es suficiente para hacer frente a este torrente fangoso y para extinguir una epidemia, que actualmente ha llegado a invadir todos los ambientes de la sociedad y de la Iglesia, pueblo e intelectuales, desde la base hasta los vértices, y aquel viejo remedio no basta por sí solo para satisfacer la exigencia emergente en sí justa de que la unión hombre-mujer sea expresión e incentivo del amor.
----------Pero el hecho cierto es que esta flagrante y exaltada irrupción colectiva de lujuria, propagandeada por los medios de comunicación, disfrazada con los pretextos habituales de la libertad, de la diversidad, de la conciencia y de la creatividad, bajo la protección de la "misericordia", como todos los movimientos de la historia, no está privada de una instancia válida, que el papa san Juan Pablo II supo comprender, pero que lamentablemente no ha sido igualmente comprendida ni por el papa Benedicto XVI ni por el papa Francisco, aún siendo ellos tan abiertos a las instancias reformadoras del Concilio Vaticano II y de la modernidad, y aún siendo también tan ricos en comprensión humana y profundos conocedores del hombre.
----------Pero el hecho es que la ética sexual católica, no obstante el camino recorrido en estos sesenta años del postconcilio, para liberarse de una milenaria herencia platónica, presente desde los Padres del desierto y los Padres de la Iglesia, sobre todo orientales, no obstante la preferencia por Aristóteles actuada por el Magisterio gracias a la interpretación hecha del Estagirita por santo Tomás de Aquino, la pastoral de la Iglesia no la ha logrado implementar todavía del todo, como lo demuestra el hecho de que ni Benedicto ni Francisco hayan tenido en cuenta la novedad wojtyliana, para liberarse de aquel dualismo platónico del alma que se libera del cuerpo y por lo tanto del sexo, a fin de asumir en plenitud la concepción bíblica de la relación hombre-mujer, es decir, la perspectiva de la resurrección del sexo, perspectiva mejor interpretada por la antropología aristotélico-tomista de la persona humana, unión sustancial biunívoca varón-fémina de espíritu y de sexo.
----------San Juan Pablo II, basándose en el capítulo 2 del Génesis, nos ha presentado un nuevo concepto de castidad no ya encerrado dentro de los límites de la naturaleza caída actual, sino que amplía nuestra mirada a una visión verdaderamente completa, que es la dada por la unión escatológica.
----------La mencionada visión de la unión escatológica hombre-mujer es aquella de la unión no procreativa, sino sólo afectiva. Lo que significa que la voluntad divina originaria y escatológica respecto de la unión hombre-mujer, no es la procreativa, reservada a la vida presente, sino sólo la afectiva.
----------Esto también implica que la actual necesaria práctica ascética de la abstinencia sexual no es un valor moral absoluto, sino que es una práctica de emergencia, que se ha convertido en indispensable para aquellos (los religiosos), los cuales sienten superiores exigencias de espiritualidad y por tanto quieren estar más libres del estímulo de la carne para poder disfrutar mejor de las alegrías del espíritu.
----------No se trata en absoluto de desaprobar o rechazar el placer sexual como tal, de por sí bueno y creado por Dios, sino que el problema moral de la castidad es el de hacer de modo que ese placer sea la expresión y el incentivo del superior placer del espíritu, por lo tanto, una sustancial unión y armonía de sexo y espíritu, que cae precisamente dentro de la originaria voluntad creadora divina.
----------La abstinencia se vuelve necesaria y obligada precisamente allí donde el placer sexual sofoca, estorba o perturba al placer espiritual, según la advertencia del nuestro Señor Jesucristo: si tu ojo te escandaliza, quítatelo; dando a entender: si no te escandaliza, quédatelo, ya que al fin de cuentas Dios ha creado el ojo para ver y ha creado el sexo para expresar el amor.
----------Sin embargo, advirtamos en este punto que aquí no hay lugar para las astucias, porque este discurso que a primera vista parecería avalar la perspectiva de la lujuria, es decir, la búsqueda absoluta del placer, aun a costa de asesinar la vida naciente, en realidad lo excluye absolutamente por dos razones: primera, porque la doctrina wojtyliana excluye la búsqueda del placer sexual por sí mismo, acto, éste, propio de la lujuria. Segunda, porque unión no procreativa no quiere decir unión que frustra artificialmente la procreación, sino unión donde la procreación naturalmente ya no existe, como en la resurrección.
----------Ahora bien, debemos constatar que todavía hoy por hoy, incluso hasta en los mejores ambientes de la estructura eclesial, el pensamiento de san Juan Pablo II no ha sido recibido y acogido. Lo testimonia el hecho de que ni Benedicto ni Francisco han dicho nunca una palabra al respecto.
----------No es posible imaginar al Romano Pontífice, siendo su tarea específica la de confirmar la fe de la Iglesia, sin saber distinguir lo que es doctrina de fe, de lo que es simple opinión teológica. ¿Acaso es posible que tanto el papa Benedicto como el papa Francisco entendieran que el pensamiento de san Juan Pablo II sobre esta temática de la sexualidad humana era una simple opinión teológica y no un verdadero acto de magisterio pontificio? Es absolutamente indudable que el papa san Juan Pablo II, en el tema aquí tratado, ha hecho un verdadero y definitivo desarrollo dogmático explicitativo de la fe de la Iglesia.
----------No es pensable que los papas Benedicto y Francisco no hayan sabido distinguir si en la enseñanza de san Juan Pablo II, respecto al sexo, se trataba de opiniones personales o de magisterio. Tanto Benedicto como Francisco, asistidos por el Espíritu Santo, han entendido perfectamente que se trata de magisterio. Ahora bien, el punto es otro. Se ha tratado, en cambio, de una opción pastoral, que ellos han considerado que tenían que hacer, pero que, según mi leal saber y entender, no es oportuna ni apropiada por el hecho de que la enseñanza de ese Santo Pontífice es precisamente la medicina que se necesita para la situación actual.
----------De hecho, a partir del Vaticano II y sobre todo a partir de Juan Pablo II, la Iglesia ha salido de un largo período de excesiva severidad en el campo de la ética sexual, la Iglesia ha podido liberarse (al menos en teoría) de un enfoque de tipo platónico, que apuntaba más a la separación del cuerpo que a la resurrección del cuerpo, resurrección de la cual podemos pregustar las primicias desde la vida presente (Rom 8,23). Por el contrario, hoy se ha extendido una tendencia laxista y permisivista, que es igualmente peligrosa, sobre todo por cuanto se refiere a la homosexualidad y el gender. Estoy convencido de que, si hoy la Iglesia presentara la sexualidad humana en la forma positiva en la cual la ha presentado el papa Wojtyla, esto servirá para tranquilizar los ánimos, para amortiguar las polémicas contra la ética sexual católica y para remediar los muchos pecados del sexo, que hoy vienen cometidos y exaltados, como si se tratara de un fenómeno de libertad.
----------Un luminoso punto de partida en este sentido proviene de las palabras del papa Francisco: "El sexo es un don de Dios". Esta es toda la esencia o todo el jugo de la enseñanza de san Juan Pablo II. Esto no quiere decir que no sea siempre necesaria una cierta práctica ascética, he aquí la práctica de la castidad, motivada por el hecho de que todavía nos encontramos en un estado de naturaleza caída, pero el gradual emerger del hombre nuevo, de paulina memoria, nos da la fuerza para realizar aquella unión entre espíritu y carne y entre hombre y mujer, que corresponde a la voluntad originaria y escatológica de Dios. El desarrollo doctrinal sobre el sexo humano, propuesto por el papa Wojtyla, ofrece la base para el respeto hacia la mujer y se abre a la colaboración entre hombre y mujer a todos los niveles, en la Iglesia y en la sociedad. Este punto ha sido efectivamente tratado, y en parte realizado, tanto por el papa Benedicto como por el papa Francisco.
----------Y, sin embargo, la solución al presente drama de la lujuria desenfrenada, vendrá por la medida en que introduzcamos este nuevo criterio de juicio que nos ha ofrecido aquel Santo Pontífice. Tal criterio juzga con sabiduría y equilibrio la instancia de valorización de la sexualidad que se oculta y al mismo tiempo engaña en el genderismo, en el hedonismo, en el freudismo y en el epicureísmo, precisando que tal goce sexual puede tener un valor humanístico, salvífico y santificante sólo si es efecto e incentivo de la unión espiritual entre hombre y mujer que va madurando en la vida presente, en el hombre nuevo de las primicias del Espíritu, y tendrá su plena realización en la futura resurrección.
   
La cuestión de la Misa
   
----------El Concilio Vaticano II ha querido ser un modo de presentar la vida cristiana de manera atrayente y persuasiva para el hombre de hoy. A este programa general de evangelización no podía sustraerse el rito de la Misa. El problema por lo tanto era: ¿cómo podemos presentar y organizar la celebración de la Misa de modo tal que el hombre de nuestro tiempo sea atraído o interesado para ir a Misa? La famosa constitución Sacrosanctum Concilium nació y se elaboró ​​bajo el impulso de esta intención.
----------¿Cuáles criterios fueron seguidos para realizar este objetivo? Obviamente, el Concilio no pensó en quienes estaban fuera de la Iglesia o incluso en los no-creyentes. Pensó en los mismos católicos, que sentían la necesidad de una Misa más convincente, más atrayente, más persuasiva, más comprensible.
----------Los Padres del Concilio Vaticano II pensaron al mismo tiempo en los hermanos separados, protestantes, anglicanos, ortodoxos y otros, y se preguntaron: ¿no será posible introducir en la reforma elementos comunes a nosotros y a ellos? ¿No sería mejor atenuar elementos que puedan de algún modo chocarles? Así sucedió que el corte y perfil del nuevo rito vino a asumir algunas características que acercaron la Misa a la Cena luterana: la acentuación de la comunidad, el aspecto conmemorativo, el tema de la Cena, el presidente de la asamblea litúrgica como representante de la comunidad, la pregustación de la Pascua, la abundancia de las lecturas bíblicas y, a la inversa, la atenuación de los elementos de contraste: el aspecto del sacrificio, la función pasiva de los fieles, la Misa como acción personal del sacerdote y, en el trasfondo de esto, disminuida o atenuada la evidencia del fundamento cristológico: la acción satisfactoria vicaria de Cristo, que obedece al Padre que ha querido su sacrificio en expiación y reparación de nuestros pecados.
----------El caso es que la reforma del rito de la Misa ha acercado a los católicos con los protestantes, pero a la vez los ha alejado de los ortodoxos orientales, porque ha empobrecido a la Misa respecto de aquella sacralidad anagógica que estaba presente en el Vetus Ordo, más cercano en esto a la tradición litúrgica ortodoxa. Los orientales siempre han tenido un sentido más alto de la liturgia que los latinos.
----------Nosotros, los latinos, estamos movidos por la preocupación de facilitar a los fieles la comprensión de lo que hace el sacerdote y de implicar a los fieles en la acción litúrgica, a riesgo de banalizar en cierto modo el misterio convirtiéndolo en funcional a la organización de actividades prácticas.
----------Los orientales en general, en cambio, mayormente sensibles a la trascendencia, inefabilidad y belleza del misterio, lo mantienen en su incomprensible trascendencia, dejando la organización de la acción a otras formas de reunión, y prefieren iniciar a los fieles por medio de los signos y de los actos de la liturgia como ir elevándose gradualmente hacia la experiencia del misterio. Está claro que el papa Benedicto estaba más atento que el papa Francisco a este aspecto mistérico de la liturgia.
----------Toda la dogmática tradicional de la redención y por tanto del sacerdocio y de la Misa está presente en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, pero el hecho es que ni Benedicto ni Francisco han insistido sobre estos temas, prefiriendo evidenciar las conexiones ecuménicas.
----------Benedicto, formado en la escuela de Guardini, gran teólogo de la liturgia, ha mostrado más sensibilidad que Francisco por el valor teológico y mistérico de la liturgia, entrando en particular consonancia con los Ortodoxos, mientras que Francisco ha atraído la atención de los Luteranos.
----------Conocemos la sexagenaria dolorosa historia del cisma lefebvriano y las alternadas historias ora del acercamiento, ora del contraste. Todos conocemos el motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto. Desafortunadamente, este documento no obtuvo el efecto de atraer a los lefebvrianos a la obediencia al Papa y a la aceptación del Concilio y del Novus Ordo, sino que de hecho los lefebvrianos se sirvieron de él para sostener que Benedicto les había dado la razón a ellos. Esto provocó la indignación de Francisco, el cual ha publicado el motu proprio Traditionis custodes, en el cual impone las restricciones a la celebración del Vetus Ordo. Tal vez hubiera podido mantener el Summorum Pontificum para aquellos católicos amantes del Vetus Ordo, que aceptan el Novus Ordo, la autoridad del Papa y las nuevas doctrinas del Concilio.
   
Las relaciones con la política y la guerra en Ucrania
   
----------Benedicto y Francisco han dado sabias indicaciones acerca de los deberes de los católicos en el ámbito de la política, y han sabido mantener el prestigio moral de la Santa Sede a nivel internacional emanando sabias sugerencias a las Naciones Unidas para obtener un fortalecimiento de la autoridad de la ONU en la comunidad internacional, cosa urgentísima, considerando como hoy la paz en el mundo está más que nunca en peligro a causa del enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia por el dominio sobre Ucrania. El conflicto, como sabemos, ha estallado en febrero del año pasado, pero había sido preparado por una guerra civil en Ucrania, en el Donbass, en acto desde 2014 entre filo-rusos y filo-ucranianos.
----------Acerca de la necesidad de la reunificación de la Europa cristiana, el papa san Juan Pablo II había insistido durante mucho tiempo con la emisión de importantes documentos, que recordaban el vínculo cristiano de siglos entre ucranianos y rusos, pero lamentablemente esta apasionada obra del Santo Pontífice, tan apta para favorecer la paz entre rusos y ucranianos no ha servido para nada y ha sido inexplicablemente ignorada por el papa Francisco, quien también ha dado significativas señales de fraternidad ecuménica hacia el Patriarca Cirilo en su famoso encuentro en Cuba en 2014.
----------¿Pero entonces, por qué Francisco no ha seguido los dramáticos acontecimientos del Donbass? La impresión que tengo es que no se ha dado cuenta de lo que estaba en juego y no ha dado importancia al cerco operado por la OTAN hacia Rusia, y tampoco a la renovada tendencia imperialista de Rusia hacia los países ex-soviéticos. Y ahora nos encontramos al borde de la tercera guerra mundial. Benedicto, como Juan Pablo, se refería mucho a la Europa cristiana y a sus responsabilidades en el mundo.
----------No parece que Francisco tenga el mismo interés, prefiriendo insistir sobre la variedad de las culturas esparcidas por el mundo. Yo pienso, en cambio, que ha sido más sabio el enfoque de los otros dos Papas, ya que siempre se mantiene el hecho de que el centro de irradiación del cristianismo es Roma.
----------Por otra parte, mi temor es que Francisco -he aquí su rasgo de ingenuidad- se haya dejado distraer de la atención a Europa por astutos asesores vinculados a la masonería, claramente presente en la ONU y en la Unión Europea, la cual masonería, como es perfectamente comprensible, quiere tener mano libre para llevar adelante su perverso diseño de dominio mundial, y no encontrar un fastidioso estorbo o antagonismo precisamente en la cabeza de esa Iglesia católica, a la ella pretende destruir.
----------También la preocupación del papa Francisco de crear Cardenales trayéndolos desde lugares más alejados de Roma, con el motivo del internacionalismo de la Iglesia, y creyendo que esto pudiera servir a la valorización de las culturas locales, no estoy seguro en qué medida haya sido medida oportuna, por el hecho de que lamentablemente en todo caso el modernismo se ha extendido por toda la Iglesia, por lo cual un Cardenal tomado de Uganda o de la Amazonia muy bien puede ser un rahneriano a diferencia de un Cardenal tomado de Milán o de Venecia, que puede ser un óptimo católico y tomista.
----------Además, estos Cardenales, por otra parte demasiado numerosos, ni siquiera se conocen entre sí, por lo cual está comprometida la función pastoral de su Colegio Cardenalicio, que debiera contar con estrechos colaboradores y consejeros del Papa, los cuales, para poder ser eficazmente tales, es necesario que estén cercanos unos de otros, aunque en sus legítimas diferencias. En cambio, en estas condiciones no les está permitido formar grupos de opinión, sino que permanecen aislados unos de otros de modo tal que el Papa puede mandar a cada uno con su bastón sin necesidad de consultarlos o escuchar su opinión.
----------Pero hay otra cosa más grave con respecto a la actual situación del Colegio Cardenalicio, y es la fuerte sospecha de que en él se encuentra la raíz de ese contraste entre pasadismo y modernismo, que desde hace sesenta años aqueja a la Iglesia. Tal contraste tuvo su inicio en lo interno mismo de las labores del Concilio (esto es narrado con abundancia de detalles por el padre Yves Congar en su Diario del Concilio (1960-1966), en dos volúmenes, Edizioni San Paolo 2005), trabajos conciliares que, como luego supimos, tuvieron momentos de alta dramaticidad, que pusieron en angustia el alma sensible de san Paulo VI, luego gracias a Dios resueltos con las votaciones de los individuales documentos conciliares. Pero la división de fondo se ha mantenido, y estoy convencido de que, si lefebvrianos y modernistas han podido perseverar en estos sesenta años con tanta soberbia, altivez y arrogancia, tan refinada capacidad para seducir y engañar a las almas, esto se ha debido al apoyo secreto de algunos Cardenales indignos de ambas facciones, los cuales permanecen en la sombra, mandando al frente a sus propagandistas y activistas.
   
Conclusión
   
----------El papado de Francisco cuenta todavía con sus chances. Y le auguramos muchos años más de actividad. ¿Qué es lo que se puede hacer todavía? Estoy seguro que Francisco ya no toma en cuenta todos los trombones aduladores de los Spadaro, de los Kasper, de los Madariaga, de los Maduro, de los Boff, de los D'Alema, de los Pannella, de los Melloni, de los Scalfari, de los masones y de los comunistas.
----------En cambio, podemos pensar que Francisco reflexiona sobre el ejemplo y los consejos que le ha dado Benedicto XVI. De hecho, en una reciente entrevista de Associated Press de hace una semana atrás (que he conocido gracias a la amabilidad de un lector), Francisco recuerda con calidez y afecto ese constante recurrir a los sabios consejos del "abuelo sabio" en sus habituales escapadas al monasterio vaticano Mater Ecclesiae. De modo que todavía es posible pensar que en el tiempo que le reste a su pontificado, Francisco pueda alcanzar a enderezar la reforma conciliar sobre un camino en el que se realice mejor esa imparcialidad y esa capacidad de mediación que deben caracterizar al Padre común y al Pastor universal de la Iglesia.
----------Sea lo que sea de lo que resta de su pontificado, quedan del papa Francisco, de todos modos, los actos verdaderamente válidos, que he enumerado más arriba, y sobre las humanas fragilidades extenderemos el bien conocido velo piadoso. Si iniquitates observaveris, Domine, Domine quis sustinebit?
----------Lo cierto es que, el próximo Romano Pontífice que el Espíritu Santo regale a la Iglesia, se encontrará delante de una doble herencia pontificia, caso inaudito en toda la historia del Papado: la herencia de Benedicto XVI y la herencia de Francisco I. El nuevo Papa tendrá muchas inspiraciones en las cuales poder basarse. La obra de actuación de la reforma conciliar aún no ha terminado. Es necesario eliminar los caminos equivocados y recorrer el camino correcto, el nuevo Pentecostés auspiciado por san Juan XXIII debe todavía llegar.

2 comentarios:

  1. "¿Cuáles criterios fueron seguidos para realizar este objetivo? Obviamente, el Concilio no pensó en quienes estaban fuera de la Iglesia o incluso en los no-creyentes. Pensó en los mismos católicos, que sentían la necesidad de una Misa más convincente, más atrayente, más persuasiva, más comprensible."

    Estimado Filemón, ¿usted piensa que quienes asisten actualmente a la Misa tridentina no entienden los ritos?
    Yo le aseguro que no. Los entienden perfectamente, y los viven en plena conciencia de su significado.
    ¿Qué es lo que ha querido, entonces, el Concilio, con el nuevo rito?

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    1. Estimado Don Benja,
      puedo comprender lo que usted dice, e incluso puedo aceptar que en aquellas comunidades mencionadas por usted en que los fieles asisten a la Misa según el rito vetus ordo, los fieles entienden los ritos. Puedo comprender su planteo, y puedo aceptar en cierto modo que esos cristianos entienden los ritos y, como usted dice, "los viven en plena conciencia de su significado".
      Sin embargo, a la vez puedo entender muy bien lo que han querido los Padres conciliares, y lo que el Espíritu Santo ha sugerido a la Iglesia a través del Magisterio, tal cual se refleja en los textos sobre liturgia del Concilio Vaticano II. ¿Y por qué puedo entender esto?
      Sencillamente porque yo he vivido en mi niñez y adolescencia aquella Misa anterior a la del Vaticano II, y no se han borrado de mi memoria lo que entonces se vivía en la comunidad parroquial de la cual yo he formado parte (algo muy distinto a lo que suele vivirse en los actuales grupos de Misa tridentina).
      Por lo demás, esa misma necesidad que los Padres del Concilio Vaticano II percibieron en los años 1960s de una Misa más comprensible para el común de los fieles, ya era una necesidad percibida en los años 1940s, en los tiempos de Pío XII, venerable Pontífice que también advirtió claramente esa necesidad.
      Puedo por lo tanto comprender que los reducidos grupos de fieles que hoy tienen sensibilidad e inclinación hacia la Misa vetus ordo (siempre una mínima minoría hoy en la Iglesia) son grupos particulares, con una particular formación litúrgica, que no es de todos, ni para todos, ni es posible imaginar que pueda significar una necesidad para todos los fieles.
      Finalmente, entre esas minorías de fieles afectos al vetus ordo, habría que hacer una ulterior distinción:
      Por un lado están aquellos grupos que, aún estando apegados al vetus ordo, se han mantenido fieles al Magisterio de la Iglesia, conscientes del Magisterio vinculante del Concilio Vaticano II, devotos del Romano Pontífice, y obedientes al Papa y al Obispo diocesano, y, por lo tanto, fieles que saben vivir al día con el latir de la Iglesia actual y según las directivas actuales de la Iglesia. Creo que el papa Francisco debió haber tenido más en cuenta a estos fieles, y permitir PARA ELLOS, la vigencia de las normas del Summorum Pontificum.
      Por otro lado están aquellos otros grupos, cismáticos formales o virtuales, lefebvrianos o más o menos filo-lefebvrianos, que están apegados a la Misa tridentina con la misma fuerza con la que están apegados a la ideología nacida de monseñor Lefebvre y, por lo tanto, rechazando a los Papas posteriores a Pío XII, rechazando la doctrina vinculante del Vaticano II, rechazando el Novus Ordo, y el Magisterio de los Papas del postconcilio. Es natural que este tipo de fieles, viviendo además inmersos tal como viven en un hiperliturgismo adictivo, conocen, como usted bien dice, el significado de cada menudencia ritual, pues es prácticamente lo único que les interesa de la vida cristiana. Esta es la clase de fieles a los que ha venido como saludable sacudón el Traditionis Custodes. El mismo hecho de que estas comunidades hayan expresado, en su arrogancia, que Traditionis Custodes no los afecta, demuestra claramente su carácter herético y cismático.

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