domingo, 22 de enero de 2023

El católico y su obligado realismo (1/6)

El papa Francisco nota cómo el idealismo, al que también él llama gnosticismo, a causa de una excesiva presunción de saber y de una importancia exagerada dada a las ideas, se vuelve prisionero de abstracciones vacías, que lo aíslan de la realidad concreta y de una proficua atención al prójimo y a sus necesidades, por una auto-celebración del propio yo hecho centro de todo, como si fuera el Absoluto. [En la imagen: fragmento de "Astrea se despide de los pastores" o "Aparición de Astrea", óleo sobre tabla de mediados del siglo XVII, obra de Salvatore Rosa, conservada y expuesta en el Museo Kunsthistorisches de Viena, Austria].

¿Por qué la Iglesia nos obliga al realismo?
   
----------El Santo Padre ha recomendado firmemente y en repetidas ocasiones el realismo, contra la ilusión del idealismo, es decir, como Francisco suele decir, la ilusión del primado de la idea sobre la realidad, mientras que, por el contrario, es la idea la que debe subordinarse, sujetarse y adecuarse a la realidad, haciéndose regular y normar por ella. Y esto es precisamente lo que significa la palabra realismo.
----------¿Qué es la realidad? La realidad es el ser real del ente real. ¿Qué significa "ente real"? El término ente es hoy poco usado, salvo para ciertas expresiones burocráticas: "ente autónomo", "ente lírico", "ente de casas populares" y similares. Sin embargo, la noción del ente es la más conocida de todas, la más espontánea, la más común, la más amplia, la más universal, la más simple, la más indeterminada, la más inmediata, la más genérica, la más abstracta, aquella en la cual todas nuestras nociones se resuelven y respecto a la cual son menos amplias. Es la más significativa pero en modo implícito y potencial, porque el ente es aquello que tiene una esencia o existe o tiene el ser de cualquier modo, real o ideal, actual o posible. El término más corriente para designar al ente real o a la realidad es "cosa" o "algo".
----------La realidad es algo externo a nuestro pensamiento, a nuestras ideas, a nuestra conciencia. Nosotros mismos somos una realidad. La realidad nos es dada, es independiente de nosotros, está presupuesta a nuestro pensarla. De ella recabamos nuestros pensamientos, nuestras ideas, los contenidos de nuestra conciencia. Podemos, sí, modificarla con nuestra acción y nuestro trabajo, pero ella existe en sí independientemente de nosotros, antes y después de nosotros. No lo creamos nosotros.
----------La noción de lo real coincide con la noción del ente, implicando al menos que sea real, ya que también se puede hablar de ente ideal, lógico o de razón. La realidad también son las cosas. En efecto, precisamente realidad viene de res, la cosa. Incluso a propósito de la cosa, se puede hablar de cosa real o lógica o imaginaria, material o espiritual, concreta o abstracta, existente o inexistente, posible o absurda.
----------Ahora bien, cuando se habla de ente real, se puede entender tanto el ente común como el ente en cuanto ente. El ente común o ente universal o ente en general, es el ente objeto del intelecto natural, como noción intuitiva unívoca, primaria, simplicísima y universalísima, indiferente a toda división, determinación o diferencia inferior. La noción de ente se puede conectar con la noción de existencia. La noción de ente se obtiene mediante una abstracción de la esencia universal de todos los individuales entes. Es la esencia de la cual habla Avicena [980-1037], que prescinde de su ser en la mente o en la realidad.
----------El ente en cuanto ente es en cambio el ente real análogo, cuyo acto es el ser, objeto de la metafísica, que prescinde imperfectamente de los inferiores, predicable analógicamente de todo ente, concebido mediante un juicio existencial separativo y negativo ("El ente inmaterial no es material"), por el cual el intelecto, abstrayendo de toda materia, concibe el espíritu como distinto de la materia y percibe el ente puramente inteligible, vale decir, el alma, el ángel y Dios.
----------La noción del ente es la más abstracta de todas, porque prescinde también de los supremos géneros de las cosas y de cualquier ente individual y determinado. Pero no quiere decir, como pensaba Georg Hegel [1770-1831], que esté vacío de contenido y que no signifique nada, tal como para identificarse con la nada. Todo lo contrario: no existe oposición más radical que la que existe entre el ser y la nada, entre la realidad y la nada. La noción del ente es la más abstracta en cuanto que ningún género, ni siquiera entre los más vastos, puede identificarse con el ente, porque de lo contrario otro género no sería ya ente.
----------La cuestión del realismo es delicadísima, porque involucra la noción del ser, la cual a su vez involucra la noción de Dios, la cual en la Escritura se ha dignado Él mismo revelar su Nombre: "Yo Soy El Que Es" (hebreo: Ehiéh escer Ehiéh, del verbo hauá = ser) o más simplemente: "Yo Soy". Es imposible tener el concepto correcto de Dios sin tener el concepto correcto del ser.
----------Es verdad que la noción del ser es espontánea, inevitable, simplicísima, conocidísima y universal, por lo cual todos la tienen. Sin embargo, el error puede estar dado por el hecho de considerar como ser real algo diferente, insuficiente, demasiado restringido o contrario.
----------Típico error es el de confundir el ser con el pensar, con nuestra idea del ser, confundir lo real con lo ideal. Realismo es, en cambio, usar la idea para conocer lo real y distinguir lo ideal de lo real. He aquí la gran cuestión afrontada por este artículo.
   
El choque entre realismo e idealismo
    
----------He aquí el punto de fricción del realismo con el idealismo. El idealista está convencido de que su pensamiento coincide con el ser; para él el ser es el ser pensado por él; por lo cual nada está fuera de su pensamiento, y por tanto está convencido de producir él lo real con su pensamiento.
----------Se trata psicológicamente, en el hombre moderno, que alardea y se autoinciensa como "moderno", de la permanencia inconsciente de la mentalidad mágica del pensamiento primitivo (cf. J. Maritain, Cuatro ensayos sobre el espíritu en su condición carnal, Club de Lectores, Buenos Aires 1978, pp.57-104) o del pensamiento infantil del mundo de los magos y hadas, que con la varita hacen aparecer de repente un personaje tal como nosotros clicando en la computadora hacemos aparecer y desaparecer las imágenes.
----------Se trata, básicamente, de una confusión entre el ser con el aparecer: según el idealista, el ser no es considerado algo que existe en sí independientemente de mí, sino que el ser, lo real, la cosa, es lo que me parece a mí. Y así como soy capaz de crear ideas o imágenes con mi mente o con mi imaginación, así la realidad para mí no es una cosa en sí fuera de mí, sino que simplemente es una idea mía, es el producto de mi pensamiento en lo interno de mi pensamiento. No existe nada más allá de mi pensamiento. El pensamiento, como dice Gustavo Bontadini [1903-1990], es intrascendible.
----------En el fondo, el idealismo está todo aquí. El idealismo, muy lejos de ser el pensamiento crítico que habría demostrado la ingenuidad del realismo, se trata de una mentalidad infantil o permanecida infantil, que por una parte no ha sabido crecer intelectualmente confundiendo la realidad con la imaginación y el conocimiento con la magia; por otra, aunque sabiendo moverse en el mundo del espíritu y del pensamiento, no ha sabido mantener la debida modestia, que le permita darse cuenta de no estar en el centro y en la cumbre de la realidad, sino que simplemente es una criatura creada por Dios de la nada.
----------Realismo e idealismo son dos atracciones que siempre han competido por la mente del hombre. Es una mentira inventada por los cartesianos aquella que sostiene que el realismo sería una característica de la filosofía antigua, mientras que el idealismo sería el mérito de la "filosofía moderna", es decir, la filosofía cartesiana. En realidad, el idealismo, con su tendencia monista-panteísta, ya está presente en Parménides y en la antiquísima filosofía india, así como el realismo hoy está siempre vivo en el pensamiento católico y existirá hasta el fin del mundo, tal como hasta el fin del mundo se mantendrá la gnoseología católica fundada en el Evangelio.
----------Todos nosotros sentimos la atracción de estas dos orientaciones fundamentales del pensamiento: por una parte, la inclinación hacia lo real, hacia las cosas, hacia el ser, que conduce a Dios, Aquel Que Es, summum ens, ipsum Esse per Se subsistens. Esta inclinación nos parece ardua y fatigosa; el intelecto debe renunciar, en virtud de la abstracción, a los deleites de lo concreto y de lo sensible para elevarse a lo puro inteligible, en lo cual sin embargo ya el pagano Aristóteles encontraba su suprema alegría.
----------Debe alimentarse del insípido maná en lugar de las sabrosas cebollas de Egipto. Pero es precisamente dejando todo por Cristo Verdad que el intelecto recibe entonces de Él centuplicado y purificado, en la experiencia de la caridad, aquello sensible y aquello concreto, de lo cual había tenido que abstraer.
----------Por otra parte, está la otra inclinación: el espíritu de la soberbia nos sugiere que nos concentremos en nuestras ideas, embrujados por el poder y por la grandeza de nuestro pensamiento, fundando así nuestro querer no en la luz del ser, sino en el resplandor siniestro de un espíritu carnal, ya que -para citar a san Pablo- "estas cosas  tienen una apariencia de sabiduría con su afectada religiosidad y humildad y austeridad con respecto al cuerpo, pero en realidad sólo sirven para satisfacer la carne" (Col 2,23).
----------De este modo, existen grados o niveles de realismo y grados de idealismo. El realismo más radical es el de santo Tomás de Aquino [1225-1274]; el idealismo más extremo es el de Hegel. Y curiosamente las dos filosofías casi se tocan precisamente en el punto del ser, por tanto en la cuestión de la realidad, si no fuera porque mientras Tomás ve en el ser el nombre divino, Hegel, sin excluir que el ser pueda ser el predicado de Dios o del Absoluto, lo dialectiza con la nada cayendo en el nihilismo.
----------En el idealismo alemán es evidente la voluntad de conectar la realidad no con el ente ni con las cosas, sino con el cogito cartesiano, que a partir de Descartes, muestra progresivamente a lo largo de tres siglos hasta Hegel su virtualidad antropocéntrica, subjetivista y panteísta.
----------En la metafísica de Christian Wolff [1679-1754] emerge la preocupación por partir no de la referencia al ente, sino de la certeza de la autoconciencia. Para Immanuel Kant [1724-1804] es la forma a priori del intelecto la que da forma al fenómeno o al objeto. El yo, decía Johann Fichte [1762-1814], pone el no-yo. Es lo que él llama "imaginación productiva". Para Friedrich Schelling [1775-1854], el objeto es puesto por el sujeto. Para Hegel, lo real es lo racional, es lo que es puesto por la razón. Igualmente para Giovanni Gentile [1875-1944] el sujeto se crea a sí mismo: es lo que él llama "autoctisi". Para Edmund Husserl [1859-1938] no es la realidad la que regula nuestra subjetividad, sino que es la subjetividad la que da "constitución" a la realidad, como cogitatum.
----------También hay intentos de mediación entre realismo e idealismo, como el del Schelling ya maduro o el intento de Bontadini, que sin embargo corren el riesgo de la doblez y del oportunismo (es oportuno mencionar también la propia epoché husserliana, que aunque fundada en el idealismo, no tiene esa acrimonia contra el realismo constatable en un Fichte, y concede espacio al realismo, profesando que no quiere refutarlo, sino simplemente construir un filosofar que lo deje de lado. Sin embargo, cabe preguntarse qué filosofía es la que pretende considerar las esencias -wesenschau- prescindiendo del ente real). No es que no pueda encontrarse alguna verdad en el idealismo, aunque no sea otra sino que ciertamente conoce el valor del espíritu, y existen efectivamente formas de realismo grosero, burdo, materialista, cínico, amargo o pesimista.
----------Bontadini en su libro Estudios sobre el idealismo, quisiera demostrar que la que él llama "metafísica clásica", o sea para él la parmenídea, ha captado el ser mejor de cuanto lo había hecho santo Tomás utilizando a Aristóteles, es decir, entendiendo el ser como acto del ente inicialmente percibido por los sentidos. En efecto, según Bontadini, el verdadero y más profundo y alto pensamiento griego sobre el ser sería el de Parménides, quien supera y completa el idealismo moderno al evidenciar el verdadero realismo, que no es el puro acto de pensar sobre el modelo de Gentile, sino el pensamiento del ser, recuperado como él dice por Severino, que sigue a Parménides. Sin embargo, Bontadini, que quiere ser católico, no sabe decidirse entre el realismo tomista de la creación del ente contingente y el idealismo parmenidiano de Emanuele Severino [1929-2020] del único Ser como Ser necesario, porque no llega a comprender la positividad del devenir y, por ende, cómo pueda ser creado a partir de la nada antes que del ser, como diría Severino, una aparición finita del Ser.
----------Por otra parte, también los inferiores a la noción de ente, o sea los géneros, las especies y los individuos, incluso las diferencias y las determinaciones, son ente, por lo cual es evidente que la noción del ente abstrae de todo, tal para poder abarcar todo, pero al mismo tiempo, no puede abstraer de nada de todo lo que es ente, incluidos todos los posibles, hasta los mínimos entes y los entes imaginarios o de razón.
----------Muy lejos por tanto de ser una noción vacía, la noción del ente es la más rica de todas, no en acto, de lo contrario seríamos omniscientes, sino implícitamente y confusamente, porque con ella todo conocemos, todo pensamos, todo comprendemos. Es la única noción que usamos en todos nuestros pensamientos, ya que se supone que toda cosa sea un ente. Incluso nuestras ideas son entes, entes de razón, pensamientos pensados, entes mentales, pero entes. Incluso la nada la concebimos sobre el modelo del ente.
----------El Santo Padre dice repetidamente: "la realidad es superior a la idea". ¿Qué entiende aquí el papa Francisco con el término "idea"? Pues bien, el Papa se refiere al sentido más común de la palabra, como cuando decimos "mis ideas", "tengo una idea", "idea equivocada", "¡qué gran idea!", y cosas similares. Se trata de entidades mentales que se refieren a otras ideas o a la realidad.
----------En el lenguaje cotidiano usamos el término idea como sinónimo de concepto. Pero no son la misma cosa. La idea es un proyecto o intento mental productivo ya sea en sentido moral o en sentido operativo. El concepto es la representación mental de una cosa, una realidad o un ente ideal o de razón, matemático, lógico o imaginario, recabado por abstracción de la experiencia sensible.
----------El papa Francisco nota cómo el idealismo, al que también él llama gnosticismo, a causa de una excesiva presunción de saber y de una importancia exagerada dada a las ideas, se vuelve prisionero de abstracciones vacías, que lo aíslan de la realidad concreta y de una proficua atención al prójimo y a sus necesidades, por una auto-celebración del propio yo hecho centro de todo, como si fuera el Absoluto.
----------De tal modo sucede que las ideas, en lugar de ser medios mentales para captar y representar lo real, vienen a interponerse entre la mente y la realidad, con el resultado de que no vemos ya lo real más allá de nuestras ideas, sino que vemos sólo las propias ideas, confundiéndolas con lo real. No se ve ya al otro, al hermano, sino solo a uno mismo con los vanos productos de la propia mente.
----------Es claro que el abstraer es obra propia del pensamiento, de lo contrario sólo tendríamos la percepción sensible común a la de los animales, y es claro que las ideas pertenecen al mundo del espíritu, pero no es verdadera espiritualidad la que se detiene en la actividad ideativa, tal vez incluso adherente a lo real, o se detiene a concebir la ley moral en su abstracta universalidad, tal vez incluso una ley auténtica natural o divina, sin por ello situarla efectivamente en lo concreto de las situaciones, a semejanza de aquellos escribas y fariseos que "dicen y no hacen" (Mt 23,3) o a los que dicen "Señor, Señor, pero no hacen la voluntad del Señor" (cf. Mt 7,21).

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