Una cristología de origen luterano-hegeliano, que en el ámbito católico ha alcanzado sus extremas derivaciones en la cristología y soteriología rahnerianas, no es de las mejores para hacernos resistir a las fuerzas del pecado, del sufrimiento, de la muerte y de Satanás, y para lograr vencer en la buena batalla para alcanzar la vida eterna. [En la imagen: fragmento del retrato de Karl Rahner, pintado por Letizia Mancino Cremer, esposa del sobrino de Karl Rahner, Christoph Cremer].
Lutero-Hegel-Rahner: una falsa gnosis
----------En el desarrollo de la primera parte de este artículo, habiendo tomado por referencia algunos estudios hegelianos contemporáneos, he mostrado cómo la filosofía de Hegel, con la intención de dar una sistematización teorética del cristianismo luterano (por Hegel explícitamente profesado), termina por extremizar en modo gnóstico la cristología luterana de la redención elaborando un concepto de la muerte de Dios como momento dialéctico "negativo" interno a la misma esencia de Dios estructurada triádicamente según los bien conocidos tres momentos del en sí (an sich) como posición de sí; de la oposición de sí para sí u "objetivación" (für sich) y del retorno a sí como reconciliación de sí con sí (an sich für sich).
----------Este poder de lo "negativo" que actúa en lo interno de la misma divinidad y tiene expresión en la conducta humana, está representado místicamente, según Hegel, por la figura del demonio, que aparece desde el inicio de la historia bíblica bajo la imagen de la "serpiente". Hegel no acepta la doctrina católica del diablo, pero pese a ello, con su habitual bien conocido método gnóstico-racionalista, ve en el demonio de la Escritura el símbolo del momento "negativo" de la dialéctica, por el cual Dios, después de haberse opuesto sí a sí, se recupera a sí a cambio del otro -es decir, el demonio- para sí. También aquí se puede notar en Hegel una reacción racionalista respecto a la obsesiva demonología luterana.
----------El momento de la negación juega en la tesis de Hegel un rol esencial también en el ámbito de la cristología. El hombre Cristo, según Hegel, haciendo propio el pecado de Adán (este tema de Cristo pecador ya existe en Lutero), representa también el momento negativo del devenir dialéctico de Dios en la historia, en cuanto Dios se niega a sí mismo en Cristo para reencontrarse a sí mismo en Cristo. Dios, por lo tanto, tiene tres opositores: el demonio, el hombre y Cristo, todos ellos ligados a la muerte; pero estos tres opositores, es decir, estas tres figuras de lo negativo, conducen por sí mismas a lo positivo.
----------Sin embargo, mientras para Lutero la muerte de Cristo sigue siendo todavía católicamente no la muerte de Dios sino la muerte de un hombre y además Lutero mantiene la tradicional interpretación de esta muerte como hecho histórico contingente efecto de la libre voluntad amorosa del Redentor, en Hegel la arrogancia racionalista llega al punto de pretender ver en la muerte de Cristo una verdadera y propia necesidad lógica o racional ligada a su concepción dialéctica del ser y en especial modo del "Espíritu".
----------De tal modo la muerte, en la sistematización filosófica de Hegel, ya no aparece como algo en sí mismo abominable, efecto del pecado entendido como acto del libre arbitrio en oposición a la voluntad de un Dios de la vida, absolutamente bueno e incondicionadamente fautor de la vida, sino que con el pretexto de que Cristo Dios ha asumido la muerte para reconciliarnos con Dios, Hegel hace una exaltación o apología de la muerte, que él representa con el término lógico "negatividad" como momento necesario del progresar del Espíritu y del devenir mismo de Dios pasando a través de la muerte.
----------El demonio, en Hegel, es el símbolo mítico de la "negatividad", momento esencial de la dialéctica, que está presente también en Dios, y piedra angular de todo el sistema hegeliano. Sorprende muchísimo, por tanto, el título que le ha dado a su libro de años atrás, Vito Mancuso, libro por otra parte empeñoso: Hegel teologo e l’imperdonabile assenza del "Principe di questo mondo" (Piemme 1996).
----------La muerte, por lo tanto, es intrínseca a Dios y es un atributo divino. De ahí la divinización de la muerte, la cual ciertamente está en oposición dialéctica a la vida. Pero como la dialéctica para Hegel es la ley de lo real, si no existiera la muerte la dialéctica no funcionaría, por lo cual lo real quedaría anulado.
----------Pero esta apoteosis de la muerte en Hegel supone a su vez una concepción del pecado original, causa primordial de la muerte, no como acto de corrupción de la vida humana sino por el contrario como momento en el cual el hombre en el paraíso terrenal, saliendo de un "estado de inocencia" que Hegel entiende no como altísima perfección, sino como condición "animal" de inconsciencia, ha descubierto, bajo el impulso de la serpiente, la autoconciencia, ha tomado conciencia de sí y ha ejercitado su propio libre arbitrio y su propia "responsabilidad" reconociendo el bien y el mal y alcanzando esa "libertad" que lo ha elevado al nivel mismo de la divinidad, por lo cual, siempre según Hegel, la serpiente genesíaca, prometiendo a nuestros primeros progenitores que se habrían de divinizar comiendo del fruto prohibido, no les habría mentido, sino que les habría dicho la verdad, tanto que Dios mismo, después del pecado, habría reconocido que el hombre se ha elevado a la altura de la divinidad. Y Hegel cita en apoyo de esta tesis suya las palabras de Dios: "He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal" (Gén 3,22). Esta interpretación delirante del pecado original se encuentra expuesta en dos pasajes de los escritos de Hegel: en las Lecciones sobre la filosofía de la religión y en las Lecciones sobre la historia de la filosofía.
----------Hegel no se da cuenta de que aquí Dios ironiza, dado que Adán con su desobediencia no había en realidad adquirido ninguna divinización, sino que había caído en una trágica miseria que transmitirá a todos sus descendientes y que sólo Dios podrá quitar mediante la obra de la redención.
----------Para Hegel, Adán, que no se ha limitado a un conocimiento informativo sino que, tras la promesa de la serpiente, ha alcanzado un conocimiento fundativo del bien y del mal propio de la divinidad, se ha elevado al nivel de la vida divina precisamente pecando e introduciendo la muerte en el mundo.
----------Pero el así llamado "pecado" de Adán en realidad, según Hegel, no ha sido un verdadero pecado, es decir, Adán en sustancia, aunque realizando el mal, ha hecho bien, porque para Hegel el mal mismo es necesario para la afirmación del bien. En efecto, para Hegel no existe un bien absoluto e incontaminado, privado de mal o sin ningún contacto con el mal. El mal también está en Dios, porque la oposición bien-mal, como la oposición ser-nada y la oposición verdadero-falso, para Hegel son necesarias para la existencia de la dialéctica, dialéctica que, como he dicho, según Hegel es la ley de la realidad.
----------Se diría que en Hegel exista una especie de impía racionalización de la famosa "felix culpa" que la Iglesia canta el Viernes Santo. Hegel tenía un especial interés por el Viernes Santo, que para él era el símbolo de la dialéctica divina (véase, por ejemplo, el estudio bien trabajado y documentado de Emilio Brito SJ, La Christologie de Hegel, ed. Verbum Crucis, Beauchesne, París, 1983).
----------El hecho de que en la historia de la salvación, según el relato bíblico, Dios haya utilizado el pecado de Adán para darnos al Salvador, Hegel lo interpreta como acontecimiento "especulativo", es decir, como necesidad lógica: es la realización del mal lo que obtiene la justicia, porque para Hegel el cumplimiento del "mal" no es entonces un verdadero mal, porque no es otra cosa que la escisión del Yo divino en sí mismo, por la cual el Yo opone un mundo externo a sí y se lo reapropia como suyo.
----------Siguiendo aquí los antiguos mitos gnósticos, y convencido de tocar el vértice de la "Razón", Hegel considera la creación, la cual en realidad es un sublime acto metafísico, nada más que un mito pueril, y entiende el origen del mundo como un proceso lógico-necesario por el cual Dios originariamente uno pero "abstracto", se "autodetermina", se divide en sí mismo (como en lógica lo individual divide lo universal) en las oposiciones y en la multiplicidad y se concretiza como mundo y como historia.
----------Hegel interpreta la Encarnación del Verbo en este sentido, por lo cual para él Dios no sería Dios si no se hiciera hombre. En todo caso, el relato del pecado original, para Hegel, no tiene nada de histórico y representa sólo la dialéctica hombre-Dios que se resuelve en la dialéctica divina en lo interno de la misma esencia divina, porque Dios es a la vez Dios y hombre. En efecto, así es como Hegel interpreta el misterio de la Encarnación. Es hoy bien conocida la influencia de Hegel en la actual cristología católica. Este proceso comenzó con Küng y el mayor exponente de esta tendencia filo-hegeliana es Karl Rahner. Al final de este artículo daré un ejemplo de esta dependencia o sometimiento de Rahner frente a Hegel sobre este tema de la muerte.
----------En este punto de su reflexión gnóstica en cristología, efectivamente Hegel agrava la visión luterana de la Encarnación donde Lutero dice que lo que le importa en Dios no es su esencia, sino el hecho de que en Cristo está su Salvador, por lo cual en tal sentido tampoco Lutero sabe concebir un Dios que no sea Cristo. Es cierto que en Lutero hay aquí una instancia mística no alejada del catolicismo. En cambio, en Hegel subentra una presunción gnóstica de demostrar lo que está por encima de la razón.
----------He mencionado en el párrafo anterior, que Lutero dice respecto a la Encarnación que lo que le importa en Dios no es su esencia. Respecto a ello,en cambio, recordemos que el papa Benedicto XII, en 1336, definió dogmáticamente que la bienaventuranza celestial consiste en la visión inmediata de la esencia divina, lo que obviamente no excluye la visión de nuestro Señor Jesucristo, sino que simplemente quiere recordar que la Encarnación no ha sido un proceso metafísico con lo cual Dios se ha convertido en Dios, ya que Dios habría podido existir también sin la Encarnación, siendo ésta un acto de gratuito amor y no la consecuencia del devenir de Dios. El Dios conocido por la sola razón, ciertamente es ya el verdadero Dios, aún prescindiendo de nuestro saber de que se ha encarnado. Musulmanes y Judíos ya conocen al verdadero Dios, aunque no sepan que se ha encarnado. Conociendo a Cristo nosotros conocemos mejor a ese Dios del cual sabemos ya la existencia con nuestra razón. Pero bien sabemos la manera como trata Lutero a la razón. Aquí Hegel reacciona y cae en el exceso opuesto del racionalismo gnóstico.
----------Por eso en Hegel Dios se afirma o se "recupera" a sí mismo como viviente, precisamente negándose a sí mismo en la muerte. Por eso Cristo salva al hombre en cuanto que Dios mismo, en Cristo, muere y resucita. Sin embargo, tengamos en claro que según Hegel no resucita después de la muerte sino en la muerte. Pero esto, más allá de cualquier apariencia ligada al lenguaje descontrolado de Lutero, va mucho más allá del luterano pecca fortiter et crede firmius. Hegel, extremizando también aquí a Lutero, olvida el consejo del apóstol san Pablo que nos prohíbe hacer un mal para obtener un bien.
----------Por lo tanto, en Hegel el pecado o la supresión de la vida, que él llama "negatividad" como si se tratara de una simple operación lógica, no es un acto humano malo perdonado o perdonable por Dios, sino que es acto de Dios mismo que, para llegar a ser "consciente de sí" se escinde y opone sí a sí, tal como la muerte se opone a la vida para ser a su vez vencida por la vida. Pero el círculo se cierra porque el inicio coincide con el final y por tanto el ciclo vuelve a empezar.
----------A decir verdad, esta circularidad representa bien la absolutidad divina, pero el problema es que Hegel entiende tal circularidad también como un proceso histórico, vale decir, como "devenir" de Dios, por lo cual de aquí nace la típica concepción hegeliana de la historia, la cual une el conservadurismo (Dios es siempre eso) al espíritu revolucionario (el devenir de Dios).
----------Hegel no se da cuenta de que este conflicto en lo interno de Dios es simplemente absurdo y blasfemo, muy lejos de cualquier visión racional de la naturaleza divina, sino de lo más irracional que se pueda imaginar acerca de este delicadísimo tema. Por eso justamente el neo-hegeliano Richard Kroner [1884-1974] ha definido el sistema hegeliano como el más irracional de toda la historia de la filosofía.
----------Pero he aquí que al mismo tiempo también ha sido llamado "panlogismo" por ese su optimismo de la "reconciliación" de la divinidad con sí misma y por tanto de todo con todo. Incluso el demonio es perdonado por Dios (y aquí viene a la mente Orígenes) porque, al fin y al cabo, es un aspecto de la misma divinidad. Sin embargo, en Hegel también la alegría se tiñe de melancolía, porque el mal, el sufrimiento y la muerte siguen siendo siempre ingredientes necesarios de la dialéctica del Absoluto.
----------En este punto, vale tener presente que el prefacio de la Fenomenología del Espíritu, Hegel afirma que la "vida del Espíritu" implica que lo "accidental, separado del propio ámbito, lo que está ligado y es real sólo en su conexión con otro, adquiere su propia existencia determinada. Todo esto es el inmenso poder de lo negativo; ello es la energía del pensar, del puro Yo" (p.26).
----------Para Hegel, el espíritu está valientemente al lado de la muerte, permanece junto a ella y "mantiene firme el mortuum […] No se horroriza ante la muerte, reacio a la destrucción, sino que soporta la muerte y en ella se mantiene. El espíritu gana su verdad sólo a condición rencontrarse en la más absoluta devastación. […] El espíritu es esta fuerza sólo porque sabe mirar lo negativo y permaneciendo junto a él. Este afirmarse permaneciendo junto a lo negativo es la mágica fuerza que convierte lo negativo en el ser" (p.26).
----------El espíritu, según Hegel, tiene en sí mismo un poder que se desprende de él y que a él se contrapone, pero para luego volver a él y recrear la simplicidad y la quietud originarias. Es esta misma fuerza negativa la que provoca la recomposición de la unidad primitiva. Se trata de una descripción no privada de correspondencia a lo real; pero lo que es del todo inaceptable es la aplicación que Hegel hace de esta dialéctica a la misma esencia divina y por tanto, en lógica consecuencia, a la cristología.
----------Es necesario reconocer en Hegel la validez de este espíritu que afronta la muerte y no le tiene temor; sin embargo, este hecho de que el espíritu no tiene "horror" a la muerte y se complace en "permanecer" o "detenerse" junto a la muerte, tiene algo morboso e inaceptable. Parece encontrar un gusto por la muerte en sí misma; y esto ciertamente no es el signo de un buen espíritu. El espíritu bueno soporta la muerte sí, ¡pero para vencerla! "Huid del mal con horror", nos ordena el Apóstol.
----------Una cosa a notar en este "inmenso poder de lo negativo" es el hecho de que aquí Hegel no hace referencia al sacrificio de Cristo, sino que se le escapa la siguiente expresión: "mágico poder de lo negativo". La salvación del hombre, por tanto, no es fruto de la redención sino de la magia. Algo de este tipo ya encontramos en Giordano Bruno, hacia quien Hegel sentía mucha admiración.
----------Respecto a ello, han seguido siendo famosas las palabras de Giordano Bruno al final de uno de sus tratados acerca de la magia: "Quien quiera conocer los máximos secretos de la naturaleza, debe preocuparse por contemplar los mínimos y los máximos, los contrarios y los opuestos: qué profunda magia es extraer lo contrario después de haber encontrado el punto de la unión".
----------Adán en el paraíso terrenal, en la interpretación de Hegel, conocía el bien, el "punto de unión", pero, impulsado por la "negatividad", ha querido quitarle a Dios la función de legislador y sustituirse a Él. En tal modo, según Hegel, Adán ha devenido Dios. Pero un Dios contra Dios. He aquí entonces que Dios, para reconciliarse con Sí mismo, ha puesto otra decisiva negatividad: la muerte de Cristo, por la cual Dios, muerto en Cristo, se recuperó a Sí mismo en la resurrección de Cristo.
----------Por lo tanto, debemos decir con toda franqueza que los cristólogos católicos (y no son pocos) que hoy condescienden al dolorismo hegeliano del Dios que sufre, se aliena y muere, deberían recordar que este drama interior a la esencia divina en Hegel no es más que la consecuencia lógica de un Dios que es causa del mal y del pecado, ya que la pena es consecuencia del pecado.
----------Si estos cristólogos católicos enamorados de la cristología hegeliana fueran coherentes como Hegel, no deberían quedarse a mitad de camino, tal vez retenidos por el temor a exagerar, sino que deberían asumir tambien las premisas hegelianas. O si, por el contrario, para ellos estas premisas no son válidas, entonces deberían renunciar a las consecuencias, sin quedar pendulando entre el error y la verdad. Cristo nos pide que nuestro lenguaje sea sí, sí; no, no; el resto pertenece al diablo.
----------Ahora bien, a tal propósito de la cuestión de la muerte existe un gran equívoco, un enorme malentendido, y de larga data, pero duro de morir. Es verdad que el cristiano ama en cierto modo el sufrimiento, sabiendo que en esta vida es ineliminable y que de él viene la salvación. Pero no se trata de amar el sufrimiento en cuanto tal, lo que sería un signo de demencia o de perversión moral.
----------Por el contrario, el cristiano ama el sufrimiento, o para decirlo mejor, acepta serenamente el sufrimiento, con fortaleza, no en cuanto sufrimiento, sino en cuanto también hecho propio por Cristo hombre, el cual, por amor a nosotros, salva al mundo en cuanto, como Dios de la vida, impasible, omnipotente e inmortal, con su divino poder remite los pecados y salva de la muerte.
----------En cambio, ese mismo gusto morboso por la muerte como valor en sí, que existe en Hegel, parece advertirse tambié en Karl Rahner, para quien la muerte como tal correspondería a la plenitud de la vida y a la elección suprema y definitiva por la libertad, correspondiendo por tanto al momento de la salvación. Rahner de hecho niega que exista un "después" de la muerte, con el pretexto de que en el más allá el tiempo no existe, por lo cual todo se resuelve en el momento mismo de la muerte.
----------La muerte no es vista como hecho físico de la separación del cuerpo del alma que continúa existiendo separadamente del cuerpo (inmortalidad del alma), sino que viene cargada de un valor "espiritual". La muerte, dice él, es "un acto espiritual-personal del hombre mismo" (Sentido teológico de la muerte, Herder, Barcelona 1969, p.29). La muerte "es por su naturaleza el cumplimiento personal de sí" (ibid.). La muerte "debe ser entendida como acto del hombre desde lo interno y, bien entendido, precisamente la muerte misma, no sólo como una toma de posición del hombre frente a ella, que permanece fuera de ella" (ibid.). Por lo tanto la muerte no recibe valor de un acto extrínseco a ella, el cual puede ser precisamente una intención expiatoria o redentora (¡éste es el significado cristiano de la muerte!), sino que tiene valor en sí misma como muerte.
----------"En la muerte el alma alcanza el cumplimiento de su personal autogeneración [...] La muerte debe ser, por tanto [...] un activo conducirse-a-cumplimiento, generación creciente y comprobante del resultado de toda una vida y total tomarse-en-posesión de la persona, es un haberse-realizado-a-sí-mismo y plenitud de la realidad personal actuada libremente" (p.30). En otro lugar, Rahner sostiene que con la muerte el hombre muere enteramente, alma y cuerpo, y al mismo tiempo resucita, pero no hay espacio aquí para citar los pasajes.
----------Rahner no dice aquí ni una palabra sobre la visión beatífica como premio celestial y como estado de la plenitud final del camino del espíritu humano, estado del alma separada consecuente a la muerte, en espera de la resurrección en la Parusía, de hecho Rahner más bien niega la existencia de un alma separada porque el hombre resucita inmediatamente todo entero. Por otra parte, es evidente aquí cómo la muerte está morbosamente y absurdamente apreciada en sí misma y no como momento en el cual el creyente puede unirse a la cruz salvífica de Cristo, el cual ciertamente ha aceptado la muerte, pero no porque de por sí sea atrayente (Cristo ha sudado sangre ante la perspectiva de tener que morir), sino en cuanto que por voluntad del Padre celestial, Él ha expiado sobre la cruz nuestros pecados, no para que permanezcamos eternamente en la muerte, sino a fin de que fuéramos liberados de ella para siempre.
----------Ante estas lúgubres y blasfemas fantasías que han seguido su nocivo derrotero desde Lutero a Hegel y finalmente, en ámbito católico, han llegado hasta Rahner y sus seguidores, nuestro pensamiento se vuelve hacia la actual incapacidad generalizada en muchos de respetar y defender la vida o de renunciar a bajos niveles de vida (por ejemplo, el placer sexual) para alcanzar o proteger los niveles más elevados. Sucede que los hombres de hoy se rinden pronto ante el poder de las fuerzas de la muerte, no se cree lo suficiente en la vida. El "inmenso poder de lo negativo" del cual habla Hegel, parece superior a Dios: ciertamente una cristología hegeliana no es de las mejores para hacernos resistir a las fuerzas del pecado, del sufrimiento, de la muerte y de Satanás y para vencer la buena batalla para alcanzar la vida eterna.
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