viernes, 13 de enero de 2023

A diez años de la dimisión de Benedicto XVI (8/8)

Los aspectos positivos que se advierten en el pontificado de Francisco no han hecho más que retomar la línea del pontificado de Benedicto. Por lo tanto, es necesario que el próximo Papa retome los mismos lineamientos, para hacer así avanzar ulteriormente a la Iglesia en el camino del reino de Dios, con la esperanza de podernos liberar de una buena vez y por todas de la cadena cada vez más insoportable del modernismo, imagen especular del lefebvrismo, y realizar la verdadera modernidad, ajena al modernismo y al pasadismo, modernidad que nos ha sido enseñada por las palabras y el ejemplo de Benedicto. [En la imagen: los restos mortales del papa Benedicto XVI durante los días de la capilla ardiente en la Basílica de San Pedro].

Verdadero promotor de la reforma del Concilio Vaticano II
   
----------Se sabe bien que la Iglesia sufre desde hace sesenta años una grave división interna entre dos minorías, entre dos partidos (uno mayor numéricamente y otro menor) que combaten entre sí en relación al juicio que debe darse a las doctrinas del Concilio Vaticano II. Ello sucede ante la sufriente mirada de la inmensa masa de los simples y auténticos fieles católicos. La atención de la Iglesia se ha polarizado en torno a esos dos partidos contrapuestos, encabezados por dos personajes con poderosas y apasionantes personalidades. Se trata de dos partidos que vienen interpretando las doctrinas del Concilio Vaticano II como si estuvieran ellas a favor del modernismo, los unos para aceptarlas, y son los seguidores de Karl Rahner, los autodenominados progresistas, pero que en realidad son modernistas, y los otros para rechazarlas, y son los seguidores de Marcel Lefebvre, autodenominados defensores de la Tradición, pero que en realidad son pasadistas.
----------Los Papas del postconcilio a partir de san Paulo VI se han dado cuenta inmediatamente del estallido de esta crisis interna en la Iglesia misma y que no ha sido provocada por ataques externos, a tal punto que Paulo VI, en 1975, habló de "autodemolición", y de "magisterio paralelo". Los Papas del postconcilio reaccionaron contra los lefebvrianos, blanco fácil dada la escasez de su número y la evidente oposición al Concilio, pero, pillados desprevenidos por los rahnerianos, que se habían presentado como protagonistas del Concilio y habían obtenido de inmediato un éxito inmenso, permanecieron boquiabiertos y casi incrédulos, limitándose a acusarlos de modo correcto pero genérico y no dirigido, y por lo tanto muy poco efectivo, porque los afectados siempre tenían la escapatoria de decir: yo no tengo nada que ver, dado que no se me ha nombrado.
----------Por otra parte, los Papas hasta san Juan Pablo II se limitaron a señalar la oposición entre aquellos que estaban a favor del Concilio Vaticano II y los que estaban en contra del Concilio, según un esquema fácil pero insuficiente correspondiente a conservadores y progresistas. El papa Benedicto XVI, en cambio, con su agudeza y perspicacia de teólogo habituado a desenmascarar los fraudes, nos ha dado una mirada más lúcida acerca de la conflictiva situación, distinguiendo a verdaderos y falsos reformadores, diríamos hoy distinguiendo a los progresistas, que son completamente lícitos, de los modernistas, que son fautores de la herejía. La distinción entre verdadera y falsa reforma ya estaba presente en el poderoso libro del padre Yves Congar, Verdadera y falsa reforma de la Iglesia, que data de los años '50 del siglo pasado.
----------Es curioso como variados sectores del actual pasadismo se mantienen apegados a aquella vieja y nada útil distinción entre progresistas y conservadores, expresada por el papa Juan Pablo, sin dar señales de haber advertido la corrección a la misma hecha por Benedicto. De ahí que entre los sedicentes tradicionalistas (en realidad pasadistas) hoy se siga atacando al progresismo católico, sin distinguir un auténtico progresismo (lícito y necesario) de un falso progresismo (que en realidad es el modernismo). No hay lugar aquí para enumerar a todos los que se mantienen en aquella insuficiente distinción entre conservadores y progresistas (entre los actuales publicistas argentinos que se han mantenido indiferentes a la enseñanza de Benedicto, basta con mencionar por ejemplo a mons. Héctor Aguer y al padre Javier Olivera Ravasi).
----------Por el contrario, el papa Benedicto XVI, habiendo enfocado el problema con precisión y claridad (repito, distinguiendo a verdaderos y falsos reformadores, es decir, distinguiendo a los progresistas respecto de los modernistas), luego, durante su pontificado, consecuentemente se ha esforzado a fondo en pos de la solución del grave conflicto interno a la Iglesia, dándose cuenta de la importancia del problema: porque es una evidencia que si la Iglesia católica no está unida en sí misma, ¿cómo puede hacer para predicar eficazmente al mundo la reconciliación, la concordia y la paz? ¿Con qué credibilidad lo haría?
----------El papa Benedicto se ha esforzado con gran imparcialidad en hacer obra de mediación y de conciliación entre los dos partidos proponiendo la verdadera interpretación del Concilio y poniendo en luz los valores de cada uno de los dos partidos, excluyendo errores modernistas y pasadistas, así como destacando también la recíproca complementariedad, y subrayando cómo el Concilio ha realizado un progreso en la continuidad.
----------Recordemos que Benedicto XVI tenía a sus espaldas más de veinte años de actividad como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, oficio en el curso del cual había combatido contra numerosos errores de matriz marxista, masónica, liberal, positivista, cientista, secularista, modernista y protestante, ganándose con semejante tarea una fuerte hostilidad en los ambientes correspondientes.
----------El joven teólogo Joseph Ratzinger, durante las intensas labores del Concilio Vaticano II colaboró con Karl Rahner en modo particular para la elaboración de la constitución dogmática Dei Verbum. Rahner era entonces un teólogo ya muy conocido y estimado de manera particular por sus estudios de espiritualidad. Había publicado un importante estudio sobre los sentidos espirituales en los textos de san Buenaventura, y se había encontrado en ello con Ratzinger, también él admirador del Seráfico Doctor.
----------Además, ambos estaban interesados ​​en el pensamiento de los Padres de la Iglesia y en los problemas de la Iglesia. En aquella época también publicaron juntos algunas reflexiones teológicas concernientes a la relación entre Tradición y Revelación (Revelación y Tradición, Editorial Herder, Barcelona 1970). Pero mientras Ratzinger permanecía en la estela de la plena ortodoxia católica con la mirada puesta en los Padres, en san Agustín, en san Buenaventura y en Romano Guardini, en cambio Rahner, ya desde los años anteriores al Concilio, había quedado infectado por la filosofía de Hegel y de Heidegger, así como por la exégesis protestante de Bultmann, aunque durante los trabajos del Concilio había ocultado este veneno, que comenzó a difundir desde el inicio del postconcilio, aprovechando la fama que había obtenido en el Concilio, tanto que los Obispos, por temor a pasar por conservadores, recordando los méritos de Rahner en el Concilio, no tuvieron la fuerza o la sagacidad de contradecirlo y desenmascararlo, con un desesperado esfuerzo por interpretar en bien como "progresistas" ciertas tesis rahnerianas arriesgadas, que en realidad eran heréticas.
----------Así, terminado el Concilio, Ratzinger se da cuenta de que Rahner había comenzado a propagandear las enseñanzas del Vaticano II de un modo distorsionado y capcioso, no correspondiente a la exacta interpretación católica, de modo que inmediatamente se distanció de su giro panteísta, y atacó a Rahner durísimamente en su libro de 1982 afirmando que Rahner "a très largement repris le concept de liberté  propre à la philosophie idéaliste – un concept de liberté qui en réalité ne convient qu’à l’Esprit absolu – à Dieu – et nullement à l’homme" (Les principes de la théologie catholique, Téqui Paris 1982, p.188).
----------San Juan Pablo II lo recompensó haciéndolo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es de imaginar la rabia de los rahnerianos, quienes desde entonces le juraron venganza y comenzaron a tramar sistemáticamente contra el Papa en el intento posiblemente de quitarlo de en medio. De hecho, desde entonces ellos le hicieron guerra hasta el punto de organizar la famosa mafia de San Gallo, compuesta por rahnerianos, los cuales crearon tierra arrasada en torno a Benedicto, de modo de debilitar su poder, hasta el punto de ponerlo en las condiciones de ya no poder gobernar la Iglesia. Y por esto dió la dimisión. Benedicto, por tanto, renunció al mando no tanto por insuficiencia de fuerzas personales, sino fundamentalmente por falta de colaboradores y por haber encontrado en su gobierno una resistencia, donde se esperaba una colaboración. Bastaba que se hubiera limitado a aquellas fuerzas que le quedaban, como siempre habían hecho todos los Papas, hasta que se le acabaran sus fuerzas. Nadie le pedía más. Pero por otra parte, ¿cómo podía decir que se había quedado solo? Prefirió que no se escuchara eso. Y lo comprendemos, aunque la cosa fuera evidente.
   
La decepción de los sangallistas
   
----------Al mismo tiempo, como es sabido, el grupo de San Gallo, en una serie de encuentros secretos, ilegales y clandestinos que se prolongaron durante algunos años desde los tiempos del papa san Juan Pablo II, habían orquestado la sucesión de Benedicto en la persona del cardenal Bergoglio, quien fue efectivamente elegido en 2013, inmediatamente después de la dimisión de Benedicto.
----------Sin embargo, cabe señalar que la elección del cardenal Bergoglio fue perfectamente regular, gracias a la benevolencia de Benedicto XVI, quien liberó de la excomunión, en la cual habían incurrido, a los cardenales del grupo de San Gallo, permitiéndoles expresar y propagandear su voto a favor de Bergoglio.
----------Los conspiradores esperaban haber hecho elegir a un Papa dócil a sus tramas rahnerianas, pero no habían previsto, como bien se expresó posteriormente el papa Francisco, las "sorpresas del Espíritu Santo". En efecto, una vez elegido el nuevo Papa, es cierto que Francisco ha tenido alguna expresión o postura que podría ser interpretada en sentido rahneriano, como por ejemplo su tendencia buenista, misericordista y filo-luterana, pero el conjunto total de su pontificado, como por otra parte se habría debido esperar, ha sido y es una negación del rahnerismo en cuanto herejía. Pero tal fue la ceguera de los sangallistas, que ellos esperaban un Papa herético, algo que el Espíritu Santo no puede permitir en absoluto.
----------En efecto, los sangallistas esperaban obtener de parte del papa Francisco que proclamara a Karl Rahner como modelo de teólogo en lugar de santo Tomás de Aquino, Doctor Communis Ecclesiae, y en cambio han tenido una tremenda desilusión porque el papa Francisco, con motivo de un congreso tomista internacional en Roma, a fines del pasado año 2022, ha vuelto a recomendar, como muchos de sus predecesores Papas y como lo hizo el mismo Concilio Vaticano II, a santo Tomás como Doctor Común de la Iglesia. Acerca de Rahner no ha dicho nunca una sola palabra, sino que ha condenado sus errores sin nombrarlo, sobre todo en ocasión de la condena del idealismo y del gnosticismo, en favor del realismo.
----------Un gran mérito del papa Benedicto XVI ha sido el de estimular el interés teológico y por lo tanto el de fortalecer la fe con la atención a los recursos de la sabiduría humana, de la razón filosófica y de la exégesis bíblica en varios ámbitos del saber: de la ética, de la dogmática, de la espiritualidad, del ecumenismo, de la teología racional, de la eclesiología, de la apologética, de la cristología, de la liturgia. Ricos en doctrina y en unción son sus tres volúmenes sobre Jesucristo. Muy esclarecedora, como ya he dicho antes, fue la entrevista que concedió a Messori, publicada en 1985 bajo el título de Informe sobre la fe.
----------En fin, Benedicto XVI se distinguió por el coraje y la paciencia con los cuales supo aceptar fuertes oposiciones a causa de su testimonio a favor de Cristo, como sucedió cuando las fuerzas masónicas presentes en la Universidad de Roma le impidieron pronunciar un discurso de altísimo nivel sapiencial o cuando recibió los ataques del fanatismo islámico en ocasión de su denuncia del irracionalismo voluntarista islámico.
   
El enorme legado de las grandes enseñanzas del papa Benedicto
   
----------Todos los temas que sabemos son tan caros para el papa Francisco, la misericordia, la justicia social, la fraternidad, el Espíritu Santo, la unión con Cristo, la filiación divina, la misión, la evangelización, el diálogo ecuménico e interreligioso, la inculturación, la ecología, el respeto por la diversidad, la familia, el bien común, la paz internacional, la libertad religiosa, están ya presentes en el magisterio de Benedicto XVI, temas algunos más desarrollados en Benedicto, otros más desarrollados en Francisco.
----------El papa Benedicto nos ha dejado un riquísimo patrimonio de doctrina, profundamente nutrida de exégesis bíblica, en la cual emerge la espléndida trilogía de las encíclicas Deus caritas est, Spe salvi y Caritas in veritate, donde se advierte con fuerza la huella de la sabiduría agustiniana inspirada en el Evangelio de san Juan.
----------Para el 2013 Benedicto, con gran coraje, había programado sabiamente un Año de la Fe, casi como para querer asestar un golpe decisivo a los rahnerianos, pero los adversarios advirtieron inmediatamente el gravísimo peligro y se apresuraron a acelerar los tiempos de la conjura, para así poder obtener la dimisión de Benedicto antes de que diera inicio al reprobadísimo "Año de la Fe".
----------Y efectivamente lo consiguieron. Benedicto dió la dimisión pocos meses antes de que finalizara el Año de la Fe, que se desarrolló desde el 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013. Así sucedió que la encíclica que Benedicto tenía en mente escribir, fue escrita por el papa Francisco con el título de Lumen fidei, ayudado ciertamente por Benedicto, pero lamentablemente carente de esa fuerza terapéutica que Benedicto seguramente habría impreso en ella. El resultado fue un documento carente de esa eficacia antimodernista que ciertamente habría tenido, si el papa Benedicto hubiera podido escribirla por sí solo.
----------Memorable fue el Año Sacerdotal proclamado para el 2009-2010, en el 150° aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, al que propuso como modelo de sacerdote, óptima idea que tuvo Benedicto, ya que un factor fundamental en la crisis actual de la Iglesia es precisamente el desconcierto o el malentendimiento del significado y valor del sacerdocio, que involucra en sí los misterios centrales del catolicismo, en corrección de la herejía luterana, desde siempre amenazante sobre la Iglesia y hoy más que nunca, no pareciendo suficientes los remedios aplicados por el Concilio de Trento y por el mismo Vaticano II.
----------También cabe destacar, entre los grandes actos del pontificado de Benedicto, el fuerte y sabio impulso para la conciliación de los lefebvrianos con la Iglesia. Benedicto supo dar con el famoso motu proprio Summorum Pontificum, con el cual, mientras reafirmaba la obligación para los católicos de frecuentar la Misa novus ordo, facilitaba la celebración de la vetus ordo alabando sus méritos. Desafortunadamente, los cismáticos no tuvieron la lealtad para apreciar de manera correcta el magnánimo gesto del Papa, e instrumentalizaron deslealmente el documento para oponerse al novus ordo, al Concilio y a la autoridad del Papa, tanto que el papa Francisco se vio obligado a frustrar estos movimientos apretando los frenos y tal vez incluso demasiado.
----------Como Papa emérito, Benedicto XVI ha estado cercano al papa Francisco en el ejercicio de su ministerio con algunas intervenciones significativas para integrar a la acción del Papa en el cargo, precisamente allí donde Benedicto juzgaba necesario que esa acción de Francisco fuera aclarada o apoyada o interpretada.
----------¿Cuál es el legado que Benedicto XVI ha dejado a Francisco y al próximo Papa? Muy lejos de haber sido un simple "conservador", como algunos publicistas han afirmado, el papa Benedicto, aparte de su deber como Romano Pontífice de conservar el depósito de la fe, tarea realizada por Benedicto de modo ejemplar, ha sido modelo de verdadero reformador, según el dictado auténtico del Concilio Vaticano II, contra su falsificación por modernistas y lefebvrianos, ambos concordes en tal falsificación.
----------Los aspectos positivos que se advierten en el pontificado de Francisco no han hecho más que retomar la línea del pontificado de Benedicto XVI. Por lo tanto, es necesario que el próximo Papa retome los mismos lineamientos, para hacer así avanzar ulteriormente a la Iglesia en el camino del reino de Dios, con la esperanza de podernos liberar de una buena vez y por todas de la cadena cada vez más insoportable del modernismo, imagen especular del lefebvrismo, y realizar la verdadera modernidad, ajena al modernismo y al pasadismo, modernidad que nos ha sido enseñada por las palabras y el ejemplo de Benedicto.

16 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón,
    su artículo es una luminosa interpretación del mensaje de Benedicto XVI, como promotor de la auténtica reforma del Concilio Vaticano II. Si todo Santo (y en mi opinión, Benedicto lo es) tiene una idea eje, un mensaje, una "causa" para su canonización, ésta es precisamente la "causa" de beatificación de Benedicto XVI: su fidelidad al plan de reforma conciliar, fidelidad que lo llevó al martirio (por obra de los modernistas) de su renuncia.
    Por otra parte, y en un aspecto menos importante, pero tambiénn valioso, me produce alegría que por un momento usted haya abandonado el vocablo de "pasadistas" (un término que puede ser muy útil en muchos otros contextos, para hacer referencia a la corriente general "indietrista") por el de "lefebvristas", identificado así con nombre y apellido al sector que capitanea la rebelión pasadista.
    Estos días se ha hablado mucho de que el motu propio Traditionis custodes "rompió el corazón" de Benedicto XVI al leerlo (personalmente creo que instrumentalizan unas infelices palabras de monseñor Gänswein), y son los mismos que olvidan que entre los que "rompieron el corazón" de Benedicto están, y no en los últimos lugares, los lefebvrianos, con su obstinación a permanecer en la herejía y en el cisma, no obstante los "diálogos teológicos" a los que se inclinó Benedicto, y al levantamiento de las excomuniones.
    Gracias por su artículo.

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    1. Estimado Berengario,
      estoy muy contento por cómo has entendido mi pensamiento y, considerando la estima que te tengo en base a contactos anteriores, tus palabras me confirman en mi opinión.
      Yo también considero que el papa Benedicto ha sido un Santo. Lo que espero es que el papa Francisco reflexione y tome ejemplo de este verdadero reformador, que nos ha indicado el verdadero camino de la renovación conciliar, desmontando todas las ilusiones y engaños que nos llegan de los modernistas.
      Por cuanto se refiere a los lefebvrianos (imagen especular de los modernistas), Benedicto ciertamente también los sufrió, aunque se ha mostrado muy acogedor con su famoso Motu Proprio Summorum Pontificum.
      En sustancia, el papa Benedicto ha reproducido en sí mismo la vida misma de Jesucristo: ha anunciado la verdad, ha sufrido por la verdad y, como Jesús, se ha quedado solo. Sin embargo, junto con Jesús, pudo decir: "No estoy solo, sino que el Padre está en mí".

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    2. Estimado padre Filemón,
      le agradezco que me tenga en consideración y estima, para mí es un orgullo que así sea.
      Creo útil señalarle un artículo de Philippe Maxence aparecido en Le Figaro el pasado 31 de diciembre, bajo el título "Les trois décisions historiques de Benoît XVI". Lo encuentra en: https://www.lefigaro.fr/vox/religion/les-trois-decisions-historiques-de-benoit-xvi-20221231
      Tiene varios aspectos positivos, aunque algunos negativos (los cuales me hacen pensar en una tendencia pasadista de su autor.
      El autor considera como las tres decisiones históricas del pontificado de Benedicto XVI: 1) enseñar que existen dos interpretaciones del Concilio, una falsa, la de ruptura, y otra auténtica, la de continuidad; 2) terminar con la disputa litúrgica, permitiendo a todo sacerdote celebrar el vetus ordo; y 3) ofrecer a los anglicanos el modo de conservar sus tradiciones al convertirse al catolicismo aceptando plenamente su doctrina y disciplina.
      Yo podría estar de acuerdo con semejante esquema y síntesis.
      Sin embargo, señalo algunos puntos débiles, o que me parecen erróneos en el autor:
      - da la impresión de que fuera indiferente para un sacerdote celebrar Misa según el novus ordo o el vetus ordo; cuando en realidad de verdad, Benedicto ha señalado la obligación que tiene todo fiel de frecuentar la Misa de Paulo VI (como usted muy bien ha señalado).
      - considera al motu proprio Traditionis Custodes del papa Francisco como en línea de ruptura con el M.P. Summorum Pontificum, lo cual es absolutamente erróneo (y me hace pensar en la ideología pasadista del autor de este artículo).
      A mi entender, Traditionis Custodes está en línea con Summorum Pontificum, aunque quizás (como usted bien dice) las restricciones disciplinares impuestas por el papa Francisco para la celebración del vetus ordo sean excesivas (estos días, el cardenal Müller ha dicho que "Traditionis custodes ha sido una medida imprudente", lo cual ha dado pie a que los pasadistas interpreten las palabras de Müller para propio benedicio).
      - finalmente, un punto importante, que me parece un grosero error: el autor indica que la convocatoria al Sínodo de Obispos sobre la sinodalidad, que se reunirá en octubre, es precisamente el golpe definitivo a Summorum Pontificum y a la obra de conciliación litúrgica en la Iglesia.

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    3. Estimado Berengario,
      por cuanto respecta a la disposición a favor de los anglicanos convertidos al catolicismo, su sabiduría es obvia, pero por otra parte me parece que no podría haberlo hecho de otra manera. Probablemente la conversión de los anglicanos también sea mérito de Benedicto.
      Por cuanto respecta al diálogo con los lefebvrianos, fueron sabias aquellas palabras suyas cuando dijo que la parte pastoral del Concilio podía ser discutida, pero les precisó a los lefebvrianos que, si querían estar en plena comunión con la Iglesia, tendrían que aceptar las nuevas doctrinas del Concilio.
      En tercer lugar, debe subrayarse la distinción que él hizo entre el único rito ordinario de la Misa, es decir, el Novus Ordo, y el rito extraordinario (o sea para ocasiones fuera de lo usual), el Vetus Ordo. También aquí mostró un gran equilibrio y la capacidad para acoger lo positivo que se encuentra entre los lefebvrianos, aunque reafirmando al mismo tiempo la primacía del Novus Ordo y la obligación de todo católico de acogerlo.
      Finalmente, coincido con usted en que la opinión de ese periodista respecto al próximo Sinodo de Obispos es totalmente infundada.
      La Misa Vetus Ordo es una verdadera Misa. Por lo tanto, es absolutamente impensable que pueda ser abolida por cualquier autoridad. Lo que un Papa puede hacer y está haciendo, es el reglamentar la celebración del rito según modalidades que pueden ser o más liberales o más restrictivas, cosa que por lo demás ya está ocurriendo si seguimos las diferentes actitudes por parte de los Papas.

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  2. Menos mal que a las infelices palabras de Mons. Gänswein siguieron las iluminadas palabras de Fray Filemón.

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    1. Estimado Anónimo,
      ironías aparte, en ningún momento en este artículo he tenido palabras referidas a quien ha sido secretario privado del papa Benedicto XVI.

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    2. Lo de Gänswein lo dijo Berengario

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    3. Estimado Anónimo,
      efectivamente, Berengario se hizo eco de ciertas versiones publicísticas que dicen que el que fuera secretario privado del papa Benedicto expresó en una entrevista que Traditiones custodes adoloró el corazón de Benedicto.
      ¿Qué habrá querido decir eso, si es que lo dijo, y le sucedió a Benedicto?
      No lo sé.
      De lo que estoy convencido es que Benedicto se ha sentido dolorido desde el momento en que (mucho antes de publicarse Traditionis custodes) se dió cuenta de que la benevolencia por él manifestada con el MP Summorum pontificum se vió falsificada por el uso que hacían los pasadistas del permiso para celebrar la Misa vetus ordo como instrumento para oponerse al Concilio Vaticano II, al magisterio pontificio postconciliar y al Papa.
      Al fin de cuentas el MP Traditionis custodes no fue para Benedicto más que la confirmación de que el Papa en el cargo confirmaba, con su autoridad petrina, lo que él ya sabía. En mi opinión, no tengo duda ninguna de que, entonces, Traditionis custodes incentivó el dolor de Benedicto, porque el papa Francisco confirmaba la manipulación que se había hecho de Summorum pontificum (cosa que Benedicto ya sabía).

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  3. Estimado Filemón,
    no es mi intención discutir ni mucho menos negar la neta distinción que hace Benedicto XVI entre falsa reforma y verdadera reforma de la Iglesia, lo cual implica la distinción entre falso progreso y verdadero progreso, que viene a corregir o más bien a profundizar con un mayor análisis la simplista distinción entre progresistas y conservadores.
    Pero creo advertir que también el papa Francisco mantiene aquella distinción hecha por el papa Juan Pablo II entre progresistas y conservadores.

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    1. Estimado Hilario,
      usted está en lo cierto, pues si bien el papa Francisco a hablado en repetidas ocasiones de lo que implica la verdadera reforma de la Iglesia, oponiéndose a lo que no es tal cosa, sin embargo, es muy cierto que el Papa ha mantenido aquella vieja distinción hecha por san Juan Pablo II entre progresistas y conservadores.
      Por lo tanto, repito lo que digo en el artículo: es necesario que el papa Francisco tome en ello ejemplo de su predecesor. Es necesario que el papa Francisco o un próximo Papa retome los mismos lineamientos de Benedicto, distinguiendo el auténtico progresismo (que implica la conservación) del falso progresismo (que es el modernismo) para hacer así avanzar ulteriormente a la Iglesia en el camino del reino de Dios.
      Si nos quedamos con la mera antítesis entre progresistas (a favor del Concilio) y conservadores (en contra del Concilio), entonces se mantendrán las divisiones. Habrá anti-progres (que expresa o veladamente estarán contra el Concilio) y habrá anti-conservadores (que incluso querrán ir aún más allá del Concilio, y son los modernistas).
      Sólo una clara distincion entre auténtico progreso y falso progreso, bajo el principio señalado por Benedicto de la "reforma en la continuidad", hará avanzar a la Iglesia en el camino hacia el Reino de Dios.

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  4. Desde el CVII que los papas quieren progresar y cada vez hay menos fieles, menos religiosos, menos sacerdotes, más obispos y cardenales y más papas canonizados.

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    1. Estimado Anónimo,
      desde el día de Pentecostés los Papas no pueden sino cumplir su misión. Los Papas vienen queriendo hacer progresar a la Iglesia, tanto en el esclarecimiento de la Fe como en el perfeccionamiento de la vida cristiana, desde el primer Papa, San Pedro, hasta el actual, Francisco, porque el Papa, Vicario de Cristo y Cabeza visible de la Iglesia, es más consciente que nadie de su deber de secundar al Espíritu Santo en sus actuales mociones para hacer que la Iglesia progrese ("el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, El les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he dicho", Jn 14,26; "cuando venga el Espíritu de la verdad, los guiará para que puedan entender la verdad completa", Jn 16,13).

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  5. Padre Filemón,
    entiendo lo que Ud. dice cuando escribe: "...los Papas hasta san Juan Pablo II se limitaron a señalar la oposición entre aquellos que estaban a favor del Concilio Vaticano II y los que estaban en contra del Concilio, según un esquema fácil pero insuficiente correspondiente a conservadores y progresistas".
    Lo que me llama la atención es que el papa san Juan Pablo II, aún teniendo a su lado como colaborador al cardenal Ratzinger, quien sin duda habrá dialogado, y mucho, con el Papa sobre estas cuestiones, se mantuviera sin embargo en la distinción demasiado simple entre progresistas y conservadores, sin aclarar que hay progresistas y progresistas, así como hay conservadores y conservadores.
    Por otra parte, ¿cuál es la razón por la cual los Papas del postconcilio no hayan hablado de "modernismo"? en lugar de seguir usando el término general de "progresismo", que puede decir demasiadas cosas, tanto buenas como malas?
    Gracias por su artículo.

    Nadia Márquez

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    1. Estimada Nadia,
      no es sólo en este punto donde doctrinalmente el papa Benedicto ha ido más allá y más profundo que su predecesor.
      El papa Juan Pablo II (al igual que el papa Francisco) tiene en mira a los conservadores (o pasadistas como los llamo yo) que rechazan el Concilio Vaticano II, o como máximo lo consideran sólo un Concilio pastoral (cuando en cambio fue un concilio también doctrinal, dogmático, con nuevos desarrollos del dogma católico). Frente a estos falsificadores del Concilio Vaticano II, el papa Wojtyla señala el "progresismo" como auténtica actitud frente a un Concilio que, de hecho, fue progresista (por supuesto, en el respeto y fidelidad de la inmutable doctrina, a la que hace progresar en esclarecimiento, sin quitar ni añadir nada).
      El que los Papas del postconcilio no hablen de "modernismo" es comprensible (aunque no creo que del todo justificable) para evitar pastoralmente que se los tome como retrógrados o conservadores. Pero personalmente considero que ya es hora de que las cosas sean llamadas por su nombre, y este Papa o su sucesor comience a hablar claramente de un sano progresismo (absolutamente necesario) en la Iglesia, asi como es necesaria la conservación del depósito de la Fe, rechazando a la vez ese falso progresismo que es el viejo modernismo que en estas últimas décadas ha renacido con mucha más fuerza y poder seductor.

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  6. Por lo tanto, si los mismos Papas han usado aquella vieja distinción de los opuestos conservadorismo y progresismo (Juan Pablo II, Francisco), entonces esto disculpa a todos aquellos que siguen usando esa distinción.
    Además, no me queda claro por qué debería ser mejor la distinción usada por Benedicto.

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    1. Estimado Anónimo,
      la vieja distinción usada por Juan Pablo II (y que también ha usado Francisco) entre conservadores y progresistas, no tiene nada de malo si se la entiende bien. Hay una sana tendencia y obra conservadora en la Iglesia, así como hay una sana tendencia y obra renovadora, progresista, en la Iglesia. Ambas tendencias y tareas deben mantenerse y fomentarse, porque son ambas necesarias para la vida de la Iglesia, porque no se puede conservar sino lo que progresa, y no se puede hacer progresar sino a algo (que por ende se conserva).
      El problema es cuando conservar significa apego a un pasado ya superado y que ya no puede ser conservado, porque ya no sirve, o incluso porque es dañino. Y el problema es cuando progresar se entiende como búsqueda de lo nuevo por lo nuevo, por mera adecuación a la marcha del mundo y de su deriva en el error y en el pecado. Entonces, en tales casos, ya no se trata de sana conservación o de sano progreso en la Iglesia, sino de herejías: pasadismo y modernismo.
      La distinción usada por Benedicto (aunque este Papa evitara también usar el término modernismo) es mejor, porque al hablar de verdadero y falso progreso o reforma, vale decir, entre progreso en la continuidad y progreso en la ruptura, nos está señalando implícitamente la distinción entre progresismo y modernismo.

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