viernes, 6 de enero de 2023

A diez años de la dimisión de Benedicto XVI (1/8)

Benedicto XVI ha logrado conducir, en plena lucidez hasta su muerte, una lucha eficaz en el plano de las ideas, donde ha demostrado una potencia extraordinaria y una intuición fulgurante. El mismo Joseph Ratzinger, que ya como Papa nos diera tan ricas enseñanzas, en su puesto más modesto, al servicio de Pedro, como Papa emérito, continuó prestándonos una ayuda importantísima en el camino de la verdadera fe y de la pacificación de la Iglesia. [En la imagen: el papa Benedicto XVI, el 11 de febrero de 2013, al mediodía, al momento de anunciar la renuncia a su cargo como Sumo Pontífice, durante un consistorio ordinario público].

Por qué dimitió el papa Benedicto XVI en 2013
   
----------Mucho y aún durante mucho tiempo se seguirá escribiendo sobre el papa Benedicto XVI [1927-2022], comenzando por toda la labor desarrollada por el teólogo Joseph Ratzinger como uno de los principales peritos del Concilio Vaticano II, siguiendo por su inapreciable labor junto al papa san Juan Pablo II como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante veinticinco años, y continuando por su pontificado [2005-2013] pleno de luminosa docencia y difíciles decisiones pastorales y de gobierno, y por estos últimos diez años en los cuales, como Papa emérito, acompañó a la Iglesia y colaboró con el papa Francisco, mediante su oración, su oculta vida de penitencia, y también con su palabra en momentos oportunos y precisos. Pero indudablemente Benedicto será también recordado inevitablemente por su renuncia en 2013. Y sobre este tema procuraré ofrecer algo de luz en esta serie de artículos, basados sobre todo en los acontecimientos que se vivieron en aquellos días de su dimisión, hace una década atrás, procurando volver a verlos a través del prisma de lo que hemos podido comprender en estos diez años de su emeritado pontificio.
----------La renuncia del papa Benedicto XVI al pontificado de la Iglesia fue anunciada por él mismo el 11 de febrero de 2013. Era el primer Papa que renunciaba después de seis siglos, pues el último en dimitir había sido Gregorio XII, en 1415. La renuncia de Benedicto XVI se hizo efectiva el 28 de febrero de 2013, a las 20:00 horas de Roma,​ momento en el cual la sede apostólica quedó vacante, por lo que se llevó a cabo un cónclave en el mes de marzo para elegir al siguiente Sumo Pontífice, quien resultó ser el papa Francisco.
----------La noticia de la dimisión del papa Ratzinger fue objeto de una extensa cobertura mediática, sobre todo centrada en lo que parecía ser​ el carácter insólito de un hecho como éste en la historia de la Iglesia, un hecho calificado por algunos como "revolucionario",​ al contraponerse a una costumbre de siglos, por la cual el Romano Pontífice extiende su pontificado hasta el momento de su fallecimiento. Sin embargo, aquella renuncia no fue un rayo en cielo sereno o una iniciativa improvisada ante la presión de los problemas por los que atravesaba la Iglesia. No faltan testigos, personas muy cercanas al papa Ratzinger, que han expresado que apenas fue elegido al solio pontificio había solicitado opiniones al respecto. El propio monseñor Gäenswein, su fiel secretario personal, en una entrevista reciente en un documental dedicado al Papa emérito, parece confirmar la hipótesis al afirmar que aquella decisión había sido meditada durante mucho tiempo.
----------Desde el 2013 y a lo largo de estos diez años, ha sido habitual el modo de interpretar la renuncia de Benedicto XVI en el sentido de que ya no pudo soportar el peso de tan tremenda responsabilidad. En el libro-entrevista Últimas conversaciones con Peter Seewald, dice en un momento: "En realidad soy más un profesor, alguien que reflexiona y medita sobre cuestiones espirituales. El gobierno práctico no es mi fuerte y esta es ciertamente una debilidad". Puede tratarse aquí de una afirmación reveladora porque el misterio divino-humano de la institución petrina, cuyo corazón es la infalibilidad pontificia que actúa en la misión docente del Papa ("confirma fratres tuos"), no juega en su ministerio pastoral y de gobierno ("pasce oves meas"), en que el Papa, no sin contar con una particular gracia de estado, queda más bien librado a las virtualidades personales de su prudencia y es, ciertamente, pasible de errores y pecados.
----------Ahora bien, al respecto vale tener presente, como los estudiosos de la historia de la Iglesia han señalado, que desde los tiempos del inmediato postconcilio, es decir, desde el pontificado de san Paulo VI, el Papado ha comenzado a debilitar su autoridad frente al Episcopado y esto con toda probabilidad a causa de algunos defectos inherentes a las directivas pastorales del Concilio Vaticano II, concernientes a la relación del Papa con los obispos. Me refiero sobre todo a la figura del obispo que surge de los decretos conciliares sobre la materia, a la doctrina de la colegialidad episcopal y de la Iglesia local, de la cual han surgido luego las conferencias episcopales nacionales y el instituto del sínodo mundial de los obispos.
----------Las directivas en el ámbito pastoral del Concilio Vaticano II contienen ciertamente algunos elementos que siguen siendo válidos, como por ejemplo la responsabilización del obispo y de los episcopados nacionales como deputados a una creatividad pastoral que tenga en cuenta las situaciones concretas de la grey que en concreto apacientan, sin por ello limitarse a ser simples intérpretes y transmisores de las directivas provenientes de Roma, y como dotados de una santa libertad y capacidad de iniciativa, también hacia la misma Roma, para sugerir propuestas e incluso modificaciones en la conducta pastoral de la Sede Apostólica, así como para corregir abusos y errores por cuenta propia sin esperar una señal de Roma.
----------Salvo que, sin embargo, en los mismos documentos conciliares sobre el tema viene delineado un modelo de obispo que, si bien por una parte resplandece por su cercanía caritativa a la grey, misericordioso y comprensivo, abierto al diálogo con todos, creyentes y no creyentes, por otra parte resulta deplorablemente ausente el otro tradicional y esencial aspecto del ministerio episcopal de colaboración con la Sede Romana en la vigilancia (recuérdese el significado de episkopos = supervisor) frente a las falsas ideas que pueden difundirse en el pueblo de Dios en materia de fe y de buenas costumbres, y por tanto en cuanto a su sagrado deber de corregir a los errantes tanto en materia de fe como de moral.
----------De tal modo, a causa de esta falta de vigilancia o por ingenuidad o por negligencia o por excesiva indulgencia, como se quiera decir, como cualquiera que no sea esclavo de prejuicios puede constatar, desde hace sesenta años a esta parte ha comenzado a surgir, con un aterrador crecimiento, una crisis de fe o rebelión o desobediencia hacia Roma en el ámbito de la fe a todos los niveles y en todos los ambientes de la estructura eclesial: fieles, sacerdotes, religiosos, teólogos y moralistas, sin excluir a los miembros del propio episcopado y del colegio cardenalicio, sin que Roma haya podido oponer una válida defensa y de corregir eficazmente a los que se desvían, los cuales a la inversa, viendo el éxito obtenido y la ausencia de obstáculos opuestos por la autoridad, se han vuelto cada vez más arrogantes y prepotentes, conquistándose para sí mismos en la Iglesia, por medio del engaño, la adulación y la astucia, muchos puestos de poder, incluso en los mismos ambientes romanos, desde donde ahora tienen la posibilidad de contrastar más al Magisterio del Papa y de ese modo sofocar aquellas pocas voces que se han mantenido fieles a dicho Magisterio, sosteniendo o tolerando en cambio a herejes y rebeldes cada vez más arrogantes y seguros de sí mismos.
----------Me refiero sobre todo a esa nefasta corriente del neo-modernismo, inmediatamente denunciado, pero lamentablemente en vano, por mentes muy agudas como Maritain, Siri, Fabro, Parente, Piolanti, von Hildebrand, Perini, Ottaviani, Lakebrink, los teólogos dominicos Enrico Rossetti, Guido Casali, Alberto Galli, Tomas Tyn y otros, neo-modernismo que, latente en las labores mismas del Concilio Vaticano II pero obviamente allí reprimido, ha asomado su cabeza con temeraria audacia desde el inmediato postconcilio y precisamente aprovechando la falta de intervención de los obispos, algunos de los cuales conniventes en tal masacre, bajo el engañoso pretexto de llevar a cabo ese Concilio que ellos en cambio falsifican, se ha fortalecido a tal punto como para poner al Sumo Pontífice, hace una década, a comienzos del 2013, en las tristísimas y dramatísimas condiciones, casi inauditas, de no sentirse ya capaz de gobernar la Iglesia. De ahí la dimisión.
----------Desde aquel mismo 11 de febreo de 2013, no han faltado los intérpretes que han hablado de debilidad personal por parte de Benedicto XVI. Tal argumento se ha venido repitiendo durante los últimos diez años, e incluso durante esta última semana, tras la muerte del papa Ratzinger. Pues bien, preguntémonos también nosotros por tal hipótesis: ¿debilidad personal? Sin embargo, preguntémonos al mismo tiempo: ¿qué hubiera hecho un papa Wojtyla? ¿Y los otros Papas cómo han hecho para resistir? Pero el caso ha sido que la situación durante el pontificado de Benedicto XVI se fue precipitando por acontecimientos gravísimos e inauditos, ocurridos precisamente en esos años, en las vísperas de aquel 11 de febrero de 2013.
----------Basta pensar en el escándalo de la pedofilia encubierto por obispos, algunos de los cuales incluso implicados, la inaudita y sacrílega traición perpetrada dentro de la misma Secretaría de Estado donde los mandantes lograron en principio esconderse detrás del pobre Paolo Gabriele, la escandalosa resistencia episcopal al decreto pontificio de liberalización de la Misa Tridentina, el ruidoso silencio culpable con motivo del espectáculo blasfemo de Romeo Castellucci en enero de 2012, sin mencionar la impunidad difundida por actos sacrílegos y denigrantes contra la religión, la dolorosa polémica sobre los "castigos divinos", en la cual fue injustamente acusado el historiador Roberto de Mattei, quien no había hecho más que recordar la doctrina tradicional de la Iglesia, la general desobediencia episcopal que toleraba y tolera en todas partes teólogos, liturgistas y docentes desobedientes al Magisterio de la Iglesia en materia de fe y de moral, obispos y cardenales partidarios del pensamiento herético de Karl Rahner, la larga y descriteriada y engañosa actividad ecuménica que desarrollaba el card. Kasper, las intervenciones de cardenales como Martini o Ravasi totalmente disonantes, no diré de la línea de la Santa Sede, sino de la misma doctrina de la fe, junto con los vergonzosos ataques contra prelados muy dignos como mons. Crepaldi o mons. Negri.
----------El papa Benedicto -se dijo también y se ha seguido diciendo- hizo un gesto de humildad. Eso es muy cierto. Hizo también un gesto de coraje. Esto también es cierto, en el sentido de que, al hacer ese gesto, ciertamente previó que habría de ser acusado de falta de valentía y de "huir ante los lobos", para recordar una famosa frase suya, y esto no obstante lo realizó lo mismo. Otros hablaron y siguen hablando de "libertad espiritual". Esto también es cierto. En efecto, el cumplir ponderadamente y conscientemente un gesto de tanta importancia y tan insólito, es ciertamente signo de un espíritu sanamente independiente que se deja guiar sólo por Dios,. Y ha sido también un desprendimiento de sí mismo por el bien de la Iglesia.
----------Pero, según mi parecer, todas estas opiniones no logran captar el motivo de fondo que se puede delinear en estos términos: una movida estratégica de prudentísima y corajudísima sabiduría pastoral. ¿En qué sentido? Con el programa, -así lo he venido considerando todos estos años- de que una vez que Joseph Ratzinger tuviera la posibilidad de volver a ser un simple teólogo, de poner en práctica sus extraordinarias dotes intelectuales, su larga experiencia como pastor, su profundo conocimiento de la situación actual y pasada de la Iglesia, con sus aspectos positivos, sus esperanzas y sus males morales y doctrinales, para corregir y para remover, colaborando con su sucesor. Tal como en cierto modo lo ha hecho.
----------Aquel gesto cumplido por el papa Ratzinger en 2013 nos hace ulteriormente comprender, si aún hubiera necesidad, el cambio que con el Concilio Vaticano II se ha verificado en la conducta del Romano Pontificado: si hasta Pío XII habíamos tenido un papado poderoso e impositivo, en la centenaria tradición que iniciada desde el medioevo había sido confirmada por la reforma tridentina, ahora, con el Concilio Vaticano II comienza, de hecho, pero no porque lo haya querido el Concilio, una nueva figura de Sumo Pontífice, que podríamos denominar "Papa crucificado y abandonado", siguiendo el ejemplo de Cristo en la cruz, para usar una expresión innovadora de los Focolares, que ellos usan para la vida cristiana común. No existe ya el ejército pontificio; sólo están los guardias suizos. ¿Pero, qué puede hacer el Papa con tal simbólico cuerpo militar?
----------Por otra parte, para el Papa, en línea de principio, es suficiente imitar el testimonio de nuestro Señor Jesucristo: que asuma un determinado aspecto o que no asuma otro, es cosa secundaria. Si hasta Pío XII tenemos la imitación de Jesús que da órdenes, disciplina y es obedecido, a partir de san Paulo VI Jesús aparece en la cruz, sin ser escuchado, y siendo abandonado por todos, aunque permanezan a su lado la Virgen y san Juan. Por lo demás, si prestamos atención, Jesús mismo en el curso de su vida terrena, ciertamente ha enseñado, pero nunca tuvo a su disposición (es más, de hecho los ha rechazado), a los seguidores que pudieran hacer respetar, si fuera necesario con la fuerza, sus mandatos y sus preceptos. Nuestro Señor nunca jamás despidió de su cargo a ningún escriba o a ningún doctor de la ley.
----------Esto quiere decir, en principio, que el munus del Sumo Pontífice es doble: la enseñanza -munus doctrinal- y una fuerza a su disposición -munus pastoral- que debería ser la Curia Romana y el Colegio Episcopal, encargados de velar por su respeto. Ahora en cambio, a partir de san Paulo VI, y con impresionante progreso hasta hoy, esta fuerza ha desaparecido casi por completo. ¿Qué le queda al Papa? La voz de Cristo, quasi vox clamantis in deserto, que ciertamente puede aconsejar, exhortar, conjurar, pero también, como ha hecho Cristo, mandar y amenazar, se entiende siempre para el bien de la Iglesia. Este es, por tanto, ese "bien de la Iglesia", al cual según mi opinión se refirió Benedicto en su declaración de dimisión.
----------La Iglesia se encuentra hoy en una situación angustiosa que nunca hasta ahora le había ocurrido. La Iglesia, como ya hubo de decir san Paulo VI, cuando hablaba de un proceso de "auto-demolición", se está destruyendo desde lo interno. Muchos términos del lenguaje católico se han mantenido, pero con un significado anti-católico. El mismo término "católico" no se entiende ya qué cosa signifique. Pero los modernistas, ¿qué Iglesia quieren? Es en el fondo muy simple: quieren transformar la Iglesia en una asociación simplemente humana sobre la cual poder mandar según sus ideas modernistas.
----------El papado, durante estos últimos sesenta años, se ha ido debilitando, pero no por la cobardía de los mismos pontífices, ni siquiera por motivos de inmoralidad, como sucedió efectivamente con el papado del Renacimiento. En cambio, en el papado moderno tenemos, como es bien sabido, también Papas santos. El papado de nuestros tiempos se ha debilitado, en cambio, por causa de fuerza mayor, por motivos objetivos independientes de las fuerzas de los individuales Pontífices, a causa del aislamiento en el cual han sido puestos por algunos de sus propios colaboradores, fingidos amigos pero en realidad enemigos.
----------Pensemos, por ejemplo, solamente en los Dominicos y los Jesuitas, instituidos para ser el brazo derecho del Romano Pontífice y actualmente -cosa que de ninguna manera desmerece sus preciosas fuerzas sanas- reducidos a conservar en sí mismos venenos de muerte: los seguidores de Schillebeeckx entre los frailes dominicos, y los seguidores de Rahner entre los jesuitas.
----------El modelo del Papa de hoy está deviniendo el del Papa profeta y el del Papa mártir, similares a los Papas bajo el Imperio Romano, con la diferencia de que si en aquellos tiempos el enemigo era externo, hoy lamentablemente los enemigos los tenemos en casa. Hace más de cuarenta años escuché, y de respetables fuentes, expresar una horrible sospecha acerca de la muerte imprevista, inesperada e inexplicable de aquel hombre santo, el papa Luciani. Y por lo demás, ¿no sufrió el papa san Juan Pablo II un atentado contra su vida? ¿Y no recordamos que esto ya le había sucedido también al papa san Paulo VI?
----------Desde aquel 11 de febrero de 2013, pensando en el inminente cónclave y en el por entonces todavía desconocido sucesor del papa Benedicto, me imaginaba que el nuevo Papa estaría lleno de energía y al mismo tiempo dispuesto a sufrir y aceptar no ser obedecido, pero que alzaría la voz con tono terrible, siguiendo el ejemplo de Cristo, que amenazaba a los fariseos y a los doctores de la ley. Por cierto, el papa Francisco, en cierto modo, ha cumplido, en algunos aspectos sí, y en otros no, mis personales previsiones. Pero no es el caso aquí de hablar del actual pontificado (cuyas características he venido tratando en muchas publicaciones de este blog). Sea lo que sea de aquellas previsiones de hace una década, de hecho, sigo manteniendo mi opinión: es necesario que el papado recupere su prestigio y su autoridad doctrinal, aún cuando no dispone de las fuerzas necesarias para hacer aplicar las enseñanzas doctrinales y morales.
----------En cuanto a estos últimos diez años en que Joseph Ratzinger ha vivido como Papa emérito, veo en ellos confirmado que su gesto de habilísima "retirada estratégica", le ha permitido sacar fruto de sus extraordinarias dotes de cultura y de sabiduría para ayudar al papa Francisco y a la Iglesia a resurgir y a caminar por los caminos del Señor. Ratzinger era sustancialmente un intelectual, como lo era por ejemplo san Paulo VI. Ahora bien, difícilmente un intelectual puesto en funciones de gobierno, posee el pulso necesario para hacer mantener en su lugar a los indisciplinados y corregir a los desobedientes. Por otra parte, se puede ser santo lo mismo, como lo demuestra el caso famoso de san Celestino V.
----------Joseph Ratzinger ha logrado conducir, en plena lucidez hasta su muerte, una lucha eficaz en el plano de las ideas, donde ha demostrado una potencia extraordinaria y una intuición fulgurante, como por lo demás es la cualidad de los grandes teólogos alemanes, los cuales pueden ser grandes en el mal, pero cuando son fieles a Pedro son sin duda grandes en el bien. El mismo Joseph Ratzinger, que ya como Papa nos diera tan ricas enseñanzas, en su puesto más modesto al servicio de Pedro, como Papa emérito, continuó prestándonos una ayuda importantísima en el camino de la verdadera fe y de la pacificación de la Iglesia.

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