"Todo poder desciende de lo alto", nos dice el apóstol Santiago. ¿Qué es, entonces, lo que nos vienen a decir los modernistas? Y si la sentencia de Santiago vale para la sociedad civil, porque toda autoridad deriva de Dios, vale todavía más para la Iglesia, fundada y guiada por el Hijo de Dios. De hecho, son bien conocidas las palabras de nuestro Señor Jesucristo a los Apóstoles: "No me habéis escogido vosotros a mí, sino que yo os he escogido a vosotros": la Iglesia está construída desde lo alto, no desde abajo. [En la imagen: una escena en el inicio del Cónclave, el 12 de marzo de 2013. Al día siguiente era elegido el papa Francisco].
Ante la renuncia de Benedicto, los modernistas descubrían sus cartas
----------Mi afirmación del artículo de ayer, de que en el trasfondo de los motivos explícitos de la dimisión del papa Benedicto XVI ha estado el complot de los modernistas precisa, supongo que para bien de algún lector al cual no le habré convencido suficientemente, de algunos argumentos más en detalle o mejor aún, algunos ejemplos concretos que fundamenten la tesis de la existencia de tal conspiración. Y los comenzaré a dar en esta nueva nota de la serie, aunque antes de darlos, creo conveniente reflexionar un poco más acerca de la sabiduría legislativa del Código de Derecho Canónico al prever las razonables motivaciones para una renuncia al solio pontificio, en circunstancias más "normales", si así se me permite llamarlas, o al menos más normales a las que, como es mi convencimiento, motivaron la dimisión del papa Benedicto XVI.
----------La reflexión sobre la renuncia se impone en las actuales circunstancias a cualquier Romano Pontífice, porque su ministerio no tiene un término temporal y, con la prolongación de la esperanza de vida, un Papa puede normalmente encontrarse gobernando la Iglesia (la cual es una realidad planetaria muy exigente de guiar), incluso en los años en que la edad avanzada y la enfermedad pesan más. A este respecto, el papa Francisco, con sus 86 años, notoriamente enfermo y achacoso, puede tomarse muy bien como ejemplo de lo que digo. Pues bien, como solamente el Papa puede tomar la decisión de dimitir, que le concierne, y con total libertad, ahora sucede normalmente que todos los Papas, en conciencia, reflexionan acerca de qué hacer en caso de enfermedad, "teniendo en cuenta ante todo el bien superior de la Iglesia", como escribió el papa Francisco en el prefacio del libro que dio a conocer la carta de san Paulo VI, escrita en 1963, recién ascendido al trono de San Pedro, acerca de su eventual renuncia en caso de enfermedad inhabilitante.
----------Ciertamente, la decisión de dimitir, es una elección dramática. En años recientes, el cine y la televisión han tratado de comprender el mundo interior de los Papas de los tiempos modernos, pero lo han hecho sólo de modo superficial, sin llegar a entender nunca realmente a estos hombres que son, sí, efectivamente, seres humanos como todos los demás, como todos nosotros, pero que también, y por encima de todo, son "hombres de Dios", con una misión y dones divinos habilitantes para cumplirla, que son absolutamente particularísimos, al punto que sólo ellos, entre toda la humanidad, detentan tal misión y carisma.
----------Como dice un antiguo y hermoso himno de san Bernardo de Claraval: "expertus potest credere / quid sit Jesum diligere" (sólo aquellos que lo han experimentado pueden entender lo que es amar a Jesús); a lo que se podría añadir: sólo quien lo ha experimentado puede comprender lo que es ser amado y ser elegido, ser llamado por Jesús. En el caso del Papa, se trata de un hombre llamado incluso a una tarea sobrehumana: ser el Vicario de Cristo en la tierra y vivir conforme a ello. Por eso no hay un solo Papa de nuestro tiempo que, más allá o a pesar de su lenguaje y de su personalidad, no haya expresado consternación por su propia pequeñez y miseria (de la cual posee plena conciencia) ante la tarea tan inmensa que tiene delante.
----------Solamente a la luz de la reflexión teórica, intelectual y afectiva, y al mismo tiempo en el ámbito orante de la contemplación espiritual de este misterio humano-divino que constituye el Primado de Pedro en la Iglesia, divinamente instituído por nuestro Señor Jesucristo, puede llegar a percibirse al menos algo de lo que vive la conciencia de un Papa en la hora de tener que tomar o no la decisión de dimitir.
----------Sin embargo, todos los Papas están unidos por un hilo invisible: la conciencia de que es Jesucristo quien guía y sostiene a su Iglesia, y que es su gracia la que le da la vida a su Cuerpo Místico, y que es el Espíritu Santo quien continuamente hace surgir nuevos brotes en su tronco de dos mil años, y siempre de una manera sorprendente. Y los Papas tienen la tarea de reconocer esos brotes, esas "sorpresas de Dios", como suele decir el papa Francisco. Después de todo, ¿quién podría "inventar" un Francisco de Asís sino la "imaginación" creativa del Espíritu Santo que continuamente hace florecer nuevos Santos, con nuevas formas de vida brotadas de la riqueza de la siempre mejor imitación de nuestro Señor Jesucristo, en el jardín de la Iglesia?
En la inminencia del Cónclave, Vito Mancuso indicaba cómo debía ser el nuevo Papa
----------Pasando ahora a citar algunos hechos que a mi entender fundamentan sobradamente la tesis del complot modernista contra Benedicto XVI, conspiración que llevó a su renuncia, comenzaré por citar un hecho puntual: un artículo aparecido en el periódico Repubblica del 9 de marzo de 2013.
----------En aquellos días inmediatamente posteriores al 28 de febrero de 2013, en que finalizó el pontificado de Benedicto, durante el período de Sede Vacante, agitados días en los cuales los Cardenales comenzaron a reunirse para prepararse a la elección del nuevo Papa, los modernistas, en la persona de uno de sus eximios representantes, el famoso hereje Vito Mancuso, el cual ya había sido refutado por intervenciones de importantes teólogos, pero por cuanto parece sordo de orejas, se hacen presentes en el periódico italiano Repubblica, del día 9 de marzo de 2013, uno de los diarios que más expresan la imperante cultura liberal-masónica ligada al poder político-financiero, para advertir con su habitual arrogancia y desparpajo cómo debería ser el nuevo Papa, si la Iglesia no quería "resultar cada vez menos interesante para el mundo contemporáneo" y quería reunir "a aquellos católicos que no quieren traicionar su propio tiempo". De hecho, sentenciaba Mancuso, "es sólo siguiendo el ritmo del mundo que se sigue el ritmo de Dios". Como si toda la preocupación de la Iglesia fuera complacer al mundo y no a Cristo. No cabe duda alguna que en aquel artículo Mancuso olvidaba que se puede muy bien agradar al mundo y no a Dios. Dios no se identifica con el mundo.
----------La intervención del Repubblica puede ser flanqueada por otra publicación de esos mismos primeros días de marzo del 2013, esta vez de Il Corriere della Sera, otro periódico italiano de enfoque masónico, que en aquella ocasión hospedaba un delirante artículo del filósofo Emanuele Severino, el cual, manifestando el rostro más siniestro de la masonería anti-católica, interpretaba la renuncia del papa Benedicto XVI como signo del aproximarse la disolución del cristianismo, finalmente vencido por las ideas ateo-panteístas del mismo Severino, las cuales inaugurarán para el hombre una era de libertad frente a la tiranía de la religión.
----------Pero, volviendo al artículo del Repubblica, no podríamos tener en esas pocas expresiones de Mancuso una síntesis más clara y más perfecta del proyecto modernista de Iglesia y de cristianismo (por cierto, un estribillo trillado y retrillado), que los modernistas vienen llevando adelante desde hace décadas con increíble obstinación, gran despliegue de medios comunicacionales, políticos y financieros y refinada capacidad para atraer y hacer presa, en el mundo católico, de sujetos influenciables, de los ingenuos, de los dudosos, cuando no muchas veces de los astutos arribistas, de los ambiciosos y de los hipócritas.
----------Mancuso, por lo tanto, no decía en aquel artículo sustancialmente nada nuevo, pero lo que decía era tan rancio y mohoso que no puede sino tenerse la impresión de que el propio Mancuso en el fondo no podía creer ni siquiera él en lo que decía, pero que escribía de esa manera porque a las alturas a las que había llegado "estaba ya jugado" o "en el baile", como se suele decir, sin duda generosamente financiado por el enorme éxito de sus libros escandalosos y corruptores (algunos con prólogo del card. Martini).
----------Por lo tanto, no está excluído que la conciencia de católico de Mancuso, llegado como ha llegado a ese punto, y tal como ha venido demostrando luego en esta última década, no se haya adormecido del todo, por lo cual ahora mismo, hoy por hoy, salvo un valiente arrepentimiento, el cual esperamos y por el cual rezamos, no parece estar en la capacidad de liberarse del ambiente en el cual, quizás por imprudencia o quizás por inadvertencia, se se ha atado, se ha esclavizado, y que ahora lo condiciona pesadamente.
----------De hecho, hoy es bien conocido y fehacientemente demostrado el hecho de que detrás del catolicismo modernista, obviamente no desprovisto de valores y, a veces, muy refinado y seductor (piénsese, por ejemplo, en la línea de los seguidores de Küng, de Rahner, de Schillebeeckx, de Boff, de Gutiérrez, de Teilhard de Chardin, de Kasper, de Bianchi, de Lehmann, de Zollitsch, de Forte, de Ravasi y de Martini), se esconde una serie de fuerzas que no remiten a la límpida y clara fuente de la verdad católica, representada por la dogmática tradicional del Magisterio de la Iglesia hasta el Concilio Vaticano II y el Magisterio pontificio posterior, expresión infalible de la Palabra de Dios, sino a las turbias y envenenadas aguas de las tendencias más peligrosas de la modernidad brotadas de sus peores vertientes, hábilmente disfrazadas bajo varios y engañosos pretextos, que van desde la promoción de la justicia y de la paz, hasta aquella del progreso, de la libertad, del pluralismo y de la solidaridad humana, contra cualquier dictadura y "poder que viene de lo alto".
----------En el fondo, se trata de aquella mitología de la Revolución Francesa, una corriente que ciertamente no está desprovista, como ya observaba Jacques Maritain, de instancias y reclamos evangélicos, pero que se mantiene sustancialmente enraizada en el antropocentrismo de origen renacentista y totalmente privada de esa referencia sobrenatural divinamente revelada que para un católico es razón de vida y garantía de la verdadera salvación del hombre. Al expresar esto, no hace falta decir que nos ubicamos bien lejos de esos sedicentes "católicos contra-revolucionarios" y "restauracionistas", que abrevando en ideologías como las de Jean Ousset o Plinio Corrêa de Oliveira, y repitiendo sus ideas como loros (quiero pensar que irreflexivamente y sin darse cuenta, por propia cortedad intelectual), rechazan la modernidad (la cual, al fin de cuentas, no es para ellos sino la "Revolución") como un totum, poniéndose así en las antípodas de la fe católica, sin distinguir modernidad y modernismo, y acercándose a posiciones cismático-herética lefebvrianas.
----------En el neo-modernismo de Mancuso, como es bien sabido, todo su pensamiento está aderezado con una fuerte dosis de materialismo evolucionista a lo Pierre Teilhard de Chardin, figura muy apreciada por los marxistas y por los comunistas, y que se engancha bien con la así llamada "Iglesia desde abajo" de la no totalmente extinguida todavía "teología de la liberación", de origen sudamericano (para referirme tan sólo a su versión más extremista y nociva, tan bien conocida por nosotros los argentinos).
----------Vito Mancuso representa por tanto el ala secularista, tendencialmente atea, del modernismo, de carácter popular y subversivo, a la cual, como sabemos, se suma la otra ala, más intelectual y ligada a los ambientes de la cultura y de la jerarquía católica, la cual aparenta o bien simula una forma de refinado espiritualismo que, en el fondo, no es más que un reasumir la tradición gnóstico-idealista alemana.
----------He aquí entonces que reaparece en Mancuso la vieja concepción evolucionista-modernista de la verdad, de perfil historicista, despreciadora de los valores inmutables y absolutos (de hecho, Mancuso ironiza y se burla de los valores "no-negociables" de los cuales hablaba Benedicto XVI y habla también el papa Francisco), una concepción de Mancuso que, por lo tanto, más allá del descaro con el cual se le quisiera llamar "católica", en realidad corta de raíz no sólo las enseñanzas de la divina Revelación, sino los mismos principios naturales y universales de la humana razón, la cual de esta manera se disuelve en la necedad y en la barbarie enemiga de toda civilización y rectitud moral de la persona y de la sociedad.
----------Mancuso aparenta y simula condenar en la Iglesia la corrupción, la injusticia, el conflicto, el escándalo; proclama querer el progreso y rechazar lo obsoleto y las antiguallas superadas de la historia. Pero luego de esa seductora proclama, ¿cuál es la solución que propone Mancuso? Esta: "La única solución está en el comprender que el principio que puede dar dirección, gobierno y sentido, evitando el precipitar en el nihilismo interior y en la anarquía social, es la fe en la lógica relacional, en la armonía, en la búsqueda del bien, de la justicia, de la paz, no en cuanto conocidos de una vez y para siempre según la lógica verticalista de los 'principios no.negociables' queridos por Benedicto XVI, sino aquello que es posible realizar de vez en vez en la situación concreta, en la lucha con el claroscuro de la vida del cual hablaba el cardenal Martini".
----------Como se advierte en estas expresiones del artículo de Mancuso: ni una sola palabra sobre el aspecto sobrenatural de la Iglesia y de la Jerarquía católica hasta el Ministerio petrino, sino tan solamente ese enfoque típicamente racionalista-secularista-masónico, según el cual todo el esfuerzo es el de suprimir precisamente este aspecto sobrenatural de la Iglesia para reducirla a una asociación simplemente humana, sobre el modelo de Amnesty International o de uno de los organismos internacionales de la ONU.
----------Además, Mancuso, como buen modernista, no quiere saber nada de la Tradición, sin darse cuenta de que el verdadero progreso, para no ser mutación caótica, cambio traidor y destructivo, no es más que la confirmación y explicitación de cuanto está contenido en la Sagrada Tradición. Con increíble e insensata audacia -él, el sedicente hombre del diálogo- quisiera ver expulsados de la Iglesia a todos los fieles a la Tradición (se la agarra, entre otras cosas, con las enseñanzas de los Papas del siglo XIX), convencido como está de que los modernistas son la verdadera Iglesia del futuro y que a ellos les toca dirigir la Iglesia.
----------Mancuso publicaba su artículo en el Repubblica el 9 de marzo del 2013, y el Cónclave se reunía el 12 de marzo, para terminar eligiendo al día siguiente al cardenal Jorge Bergoglio como papa Francisco I. Si durante estos diez años el nuevo Papa hubiera debido hacer caso a las propuestas de Mancuso y compañía, los males de la Iglesia que sufrimos desde hace sesenta años por culpa de los modernistas, muy lejos de disminuir, se agudizarían: continuaría la debilidad del papado, seguiría habiendo cardenales indisciplinados e imprudentes, el episcopado continuaría dormido, aumentaría la desobediencia al Magisterio, el desprecio hacia la Tradición, la interpretación protestante de la Biblia, el ecumenismo salvaje, el indiferentismo religioso, el diálogo descriteriado, el relativismo doctrinal y moral, la caída de las vocaciones, el aumento de las deserciones, los escándalos, y además se agotaría el impulso misionero y cesarían las conversiones al catolicismo.
----------Es cierto, por otra parte, que los propios modernistas llevan décadas con un celo infatigable digno de mejor causa llevando a cabo este diseño de Iglesia, verdadero plan diabólico, que ciertamente hoy por hoy ha dado sus frutos, habiendo ellos logrado infiltrarse incluso en el colegio episcopal y en el colegio cardenalicio. Es claro, por tanto, que los modernistas, después de tanto diuturno esfuerzo para hacer la escalada al poder, se hayan sentido en aquellos días del 2013 ya cercanos de la conquista del Papado, habiendo conseguido hacer dimitir a ese santo varón, que no les era para nada grato, Benedicto XVI.
----------Pero el colmo de la hipocresía manifestada por Mancuso en aquel artículo, expresión aquí también del más genuino modernismo, es el fingido desprecio por el apego al poder y por el gusto del mandar, cuando son precisamente los modernistas quienes hoy en tantos puestos de mando por ellos conquistados, dan prueba de una escandalosa prepotencia que defiende a los herejes y condena a los ortodoxos.
----------"Todo poder desciende de lo alto", nos dice el apóstol Santiago. ¿Qué es, entonces, lo que nos viene a decir Mancuso? Y si lo que dice Santiago vale para la sociedad civil, porque toda autoridad deriva de Dios, eso vale todavía más para la Iglesia, fundada y guiada por el Hijo de Dios. De hecho, son bien conocidas las palabras de nuestro Señor Jesucristo a los Apóstoles: "No me habéis escogido vosotros a mí, sino que yo os he escogido a vosotros": la Iglesia está construída desde lo alto, no desde abajo.
----------De modo que la polémica de Mancuso contra el aspecto jerárquico de la Iglesia es pura mentira y puro engaño, por lo demás una mentira siempre de nuevo propagada por todos los herejes que se hacen pasar por corderitos y cuando llegan al poder se enfurecen en todos los frentes.
----------Lo sé, queridos modernistas, después de tantos años de escalada, el hecho era que en aquellos días del 2013 esperaban tener el Papado, y hasta algunos de ustedes estaban seguros de haberlo obtenido en el Cónclave de ese año; pero la verdad pura y dura es que ustedes son unos perfectos ilusos, están absolutamente engañados, porque teniendo ustedes esa mentalidad mundana y secularista creen que tener un Papa, o convertirse en Papa, sea algo que se obtiene solo con maniobras, tramas o conspiraciones humanas. Pero el Papa en la Iglesia no es lo que ustedes piensan: es, sí, un pecador como todos nosotros, pero está dotado por Cristo de una fuerza invencible que desenmascarará todos vuestros engañosos equívocos y, si ustedes no se convierten, les hará sentir vergüenza ante la historia y por toda la eternidad.
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