El excomulgado puede tener la personal convicción subjetiva, como le ha sucedido a Lutero, de no encontrarse en absoluto fuera de la Iglesia con sus ideas y su conducta, sino de hecho la convicción de pertenecer más que nunca a la verdadera Iglesia y que, más bien fuera de la Iglesia están los que lo han excomulgado. Y obviamente la misma convicción la tienen los seguidores del hereje o del cismático. [En la imagen: la bula Decet Romanum Pontificem expuesta en las salas del Archivo Vaticano, con la vista de sus últimos folios].
Qué significa hoy ser excomulgados
----------Por cuanto respecta a los actuales herederos de las ideas de Lutero, a cinco siglos de su rebelión, es evidente, de cualquier modo, que también el papa Francisco, como el papa León X, no puede sentir que los luteranos estén en plena comunión con él, más allá de toda la benevolencia que el Santo Padre tenga hacia los luteranos. Sin embargo, hay que decir que desde los tiempos de León X el significado de ser excomulgados ha estado sujeto a una comprensión más evangélica y más abierta a la misericordia.
----------Se podría decir que hasta la publicación del decreto Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II, que ha dado paso a las actividades ecuménicas, ser excomulgados quería decir estar totalmente fuera de la Iglesia visible. Se concebía a la Iglesia sobre el modelo de una casa, respecto de la cual o se está dentro o se está fuera. No hay términos medios, no se puede estar siempre en el umbral de entrada al edificio. Pues, ¿qué puede pasar? Que un padre pueda echar de casa a un hijo degenerado. Así, la excomunión era concebida como acto con el cual el prelado expulsa de la Iglesia visible a un fiel rebelde. En la medida disciplinar de la excomunión emergía la decisión de la autoridad por encima del significado de la elección separatista del excomulgado. En cambio, en la concepción moderna de la excomunión el acento es puesto más en el hecho de que la autoridad toma nota de lo que el propio cismático ha decidido.
----------Pero, reflexionando mejor precisamente sobre cuanto había sucedido con los luteranos, la Iglesia se ha dado cuenta de que los seguidores de Lutero, con el transcurso del tiempo, no eran una simple pandilla de descriteriados e impíos subversivos, sino que se habían ido organizando entre ellos, han seguido profesándose cristianos, admitiendo el Símbolo de la Fe, considerándose Iglesia de Cristo, de hecho considerándose "Iglesia reformada", según ellos reformada más conforme al Evangelio que la Iglesia Romana, mientras que entre ellos, si bien existían indudablemente elementos que se alejaban del cristianismo aún más que Lutero, existían también personajes dignos de estima y de respeto.
----------Ya en 1530 los luteranos se habían organizado en una Iglesia alternativa a la Católica y elaboraron, por obra de Felipe Melanchthon [1497-1560], un Credo, la Confesión Augustana, que según ellos reflejaba la verdadera fe cristiana y de los Apóstoles. Por lo demás, Lutero no había abandonado en absoluto los valores fundamentales del cristianismo, los dogmas de la Santísima Trinidad, la Encarnación, la Redención, la Comunidad cristiana, el ministerio en la Comunidad, la Sagrada Escritura, la doctrina de la Justificación, los Mandamientos, el Bautismo, la Cena del Señor, la oración del Padre Nuestro.
----------Al fin de cuentas, el historiador y el teólogo no atado a prejuicios debe reconocer que Lutero quería promover una reforma de la Iglesia y en los inicios de su vida religiosa también había hecho algunas propuestas que eran buenas, y esto a tal punto que el Concilio Vaticano II ha ido al encuentro de ellas. Y por eso los luteranos siguen llamándolo "Reformador". ¿Por qué el papa León X no hizo ninguna mención a estas cosas ni en el decreto de excomunión ni nunca? ¿Por qué no hizo un llamado a los Obispos alemanes? ¿Por qué no les dió indicaciones pastorales para la recuperación de los católicos seducidos por Lutero?
----------Por otra parte, la Iglesia, al constatar la permanencia y el difundirse del luteranismo en el mundo, tanto como movimiento de rechazo de algunas verdades de la Iglesia católica, como de mantenimiento de los valores fundamentales del cristianismo, gradualmente se ha dado cuenta que pertenecer a ella no debía ser concebido simplemente como "o dentro o fuera", criterio que estaba en la base de la excomunión infligida por León X a Lutero, sino que existían grados de pertenencia parcial a la Iglesia.
----------Y a la inversa, la Iglesia se ha venido dando cuenta de que podían existir diferentes grados de alejamiento de la Iglesia, sancionados por las excomuniones de diferente nivel. En otras palabras, el dejar a la Iglesia o la rebelión contra la Iglesia o contra el Romano Pontífice podía implicar diversos grados de alejamiento de la Iglesia misma, así como un sarmiento puede ser desprendido de la vid por la mitad, o por tres cuartos, por cuatro quintos o por cinco sextos, hasta que se desprenda por completo.
----------Una cosa era la separación de Roma de los Ortodoxos Bizantinos otra cosa eran los jansenistas, otra cosa eran los anglicanos, otra cosa los luteranos, otra cosa los calvinistas, otra cosa los husitas, otra cosa eran los cátaros, otra cosa eran los arrianos, otra cosa eran los monofisitas, y así sucesivamente.
----------Así, el decreto Unitatis redintegratio distingue varios grados de pertenencia a la Iglesia católica. Existe, sin embargo, un nivel mínimo por debajo del cual no se da absolutamente ninguna pertenencia visible, y está, siempre en ámbito monoteísta, el encontrarse por debajo de la misma fe cristiana, como podrían estarlo, por ejemplo, los judíos o los musulmanes. Lo cual, por otra parte, como es sabido, no excluye que quien en buena fe ignora el Evangelio y sigue honestamente el dictamen de la recta conciencia, venga inconscientemente a pertenecer en modo invisible a la Iglesia católica y a salvarse.
Comunión y excomunión
----------La comunión eclesial es aquella convergencia y consenso de las inteligencias de los fieles en una misma verdad de fe, acompañados de una unión concorde de las voluntades en el compartir los mismos bienes sobrenaturales y en el perseguir las mismas finalidades salvíficas prospectadas por las verdades de fe, en la obediencia al Romano Pontífice. La sinodalidad es expresión de esa comunión.
----------La excomunión, en cambio, es la ratificación disciplinaria oficial y canónica, por parte de la autoridad eclesiástica competente, de que un determinado fiel o un determinado grupo de fieles han roto la comunión eclesial, con el consecuente alejamiento o sustracción del cismático por parte de la autoridad de la participación visible de los bienes de la comunión eclesial, participación externa vuelta imposible precisamente por la falta de voluntad por parte del cismático para fruir de esos bienes.
----------Por tanto, como expliqué antes, el acento está puesto no en la decisión de la autoridad sino en tomar nota de la decisión del cismático. No es tanto una expulsión, sino el reconocer que el fiel o el grupo ya se han puesto fuera por sí mismos, porque ellos mismos son los que de hecho rechazan la comunión o las condiciones para su posibilidad, aun cuando de palabra ellos lo nieguen (un caso bien visible de lo que estamos diciendo son en la actualidad los lefebvrianos, que entre ellos siguen llamándose "católicos").
----------Así, la excomunión es un acto público canónico de la autoridad eclesiástica competente, Papa u Obispo, con el cual la autoridad notifica a quien, a juicio de la misma autoridad, se ha hecho merecedor de tal procedimiento, que él ha roto la comunión con la Iglesia, y que por lo tanto viene a ser excluido de pertenecer a la Iglesia. La ruptura de la comunión con la Iglesia puede suceder o por parte de un individuo, el cristiano cismático, o por parte de un cierto número de seguidores del cismático.
----------La excomunión, en cuanto acto de la jurisdicción papal, no es siempre necesariamente una medida disciplinar justa y prudente, sino que puede ser injusta e imprudente. Un papa puede excomulgar a alguien que no lo merece, o bien puede no excomulgar a quien podría y debería excomulgar.
----------Como se sabe, la excomunión puede ser removida a discreción del Papa, y también el mismo Papa u otro Papa puede volver a excomulgar a quien se le ha levantado la excomunión. Además, existen excomuniones más o menos graves según la entidad del delito cometido. Claramente, las excomuniones excluyen de la Iglesia visible pero no necesariamente del paraíso del cielo, donde el Papa no tiene jurisdicción.
----------El excomulgado puede tener la personal convicción subjetiva, como le ha sucedido a Lutero, de no encontrarse en absoluto fuera de la Iglesia con sus ideas y su conducta, sino de hecho la convicción de pertenecer más que nunca a la verdadera Iglesia y que, más bien fuera de la Iglesia están los que lo han excomulgado. Y obviamente la misma convicción la tienen los seguidores del hereje o del cismático. El luterano cree seguir a Cristo y al Evangelio mejor que el católico y cree haber entendido mejor que el católico lo que es la Iglesia de Cristo. El padre Yves Congar [1904-1995], gran conocedor del luteranismo y precioso impulsor con sus sugerencias del documento conciliar sobre el ecumenismo, en una magistral obra suya sobre la cuestión de la reforma de la Iglesia (Verdadera y falsa reforma en la Iglesia, ediciones Sígueme, Salamanca 2014), señala esta convicción de Lutero y de sus seguidores en las páginas 314 y siguientes).
----------Quien se ve afectado por una injusta excomunión, puede no tenerla en cuenta si esto trajera una gran ventaja para las almas, pero en principio es mejor adecuarse a la medida, para dar ejemplo de obediencia. El excomulgado, sin embargo, siempre puede hacer el bien reservadamente.
----------Indudablemente Lutero (como ocurre con muchos cismáticos hasta el día de hoy) dio un pésimo ejemplo de protervia y de soberbia con su flagrante desprecio por la excomunión. Pero, por otra parte, el Papa debía imaginar cuál habría sido la reacción de Lutero y de los luteranos y, en mi opinión, habría debido adoptar una forma menos severa, como la que he descripto anteriormente. En tal modo, el resultado en cambio lamentable ha sido que el Papa perdió su prestigio y Lutero sacó ventaja de ello. Estas consideraciones que hago ahora sobre la prudencia o no de la excomunión a Lutero, creo que son oportunas en estos días en que tantos publicistas recuerdan las obras del papa Benedicto XVI, algunos para alabarlas y otros para criticarlas. Al respecto, recuérdese que en enero de 2009 Benedicto decidió levantar la excomunión a los cuatro obispos lefebvrianos a quienes en 1988 había excomulgado su predecesor, el papa san Juan Pablo II.
El programa conciliar a fin de que los cristianos puedan llegar desde el conflicto a la comunión
----------El caso de Martín Lutero es precisamente aquel caso al que alude el decreto Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II con las siguientes palabras: "En los siglos pasados surgieron grandes disensos en la Iglesia, separándose de la plena comunión de la Iglesia no pocas comunidades, a veces no sin responsabilidad de ambas partes. Pero los que ahora nacen y se nutren de la fe de Jesucristo dentro de esas comunidades no pueden ser tenidos como responsables del pecado de la separación, y la Iglesia católica los abraza con fraterno respeto y amor; puesto que quienes creen en Cristo y recibieron el bautismo debidamente, quedan constituidos en alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica" (n.3).
----------Está claro que los luteranos de hoy, educados en el luteranismo, no pueden tener culpa por la separación que tuvieron Lutero y sus seguidores contemporáneos. Y esto, sin embargo, no quita que los luteranos de hoy sigan permaneciendo separados en la medida en que ellos acepten los errores de Lutero. Sin embargo, una característica del luteranismo, a diferencia del catolicismo que, gracias a la unión con el Papa está unido en la plenitud de la misma verdad revelada custodiada por la Iglesia, es que la distancia con la Iglesia católica es diferente y más o menos grande según si las diversas corrientes luteranas se distancian más o menos de la doctrina católica y por tanto de la comunión con la Iglesia Romana.
----------El Concilio Vaticano II, en el decreto Unitatis redintegratio, confirma que los luteranos, en la medida en que hacen suyos los errores de Lutero, están sujetos a "divergencias con la Iglesia católica" (ibíd.). Tales divergencias representan "no pocos obstáculos, a veces muy graves, que se interponen a la plena comunión eclesiástica, que el movimiento ecuménico trata de superar" (ibid.).
----------Lo que es como decir que los católicos, en cuanto pertenecientes a la "Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de la salvación, y en la que puede conseguirse la plenitud total de los medios salvíficos", esa Iglesia que se guía "por el colegio apostólico, a saber, el que preside Pedro", esa Iglesia a la que "el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza" (ibid.), deben obrar para que "todos los que de alguna manera pertenecen ya al Pueblo de Dios, se incorporen plenamente a ella" (ibid.).
----------El Concilio también enseña que "aunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen algunas carencias, no están en absoluto desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que ha sido confiada a la Iglesia católica" (ibid.).
----------He aquí, por tanto, el deber de los católicos de hacer todos los esfuerzos, ellos que pertenecen a esa Iglesia que posee la "plenitud de la gracia y de la verdad", para liberar a los hermanos separados de aquellas "carencias" que impiden la plena comunión con la Iglesia católica, desde el momento en que deben reconocer con franqueza a esas comunidades como "instrumentos de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que ha sido confiada a la Iglesia católica" (ibid.).
----------Y concluye el decreto conciliar sobre el ecumenismo: "Todo esto, realizado prudente y pacientemente por los fieles de la Iglesia católica, bajo la vigilancia de los pastores, conduce al bien de la equidad y de la verdad, de la concordia y de la colaboración, del amor fraterno y de la unión; para que poco a poco por esta vía, superados todos los obstáculos que impiden la perfecta comunión eclesiástica, todos los cristianos se congreguen en una única celebración de la Eucaristía, en orden a la unidad de la una y única Iglesia, a la unidad que Cristo dio a su Iglesia desde un principio, y que creemos subsiste, sin posibilidad de ser perdida, en la Iglesia católica y esperamos que crezca cada día más hasta el fin de los tiempos" (n.4).
"Al respecto, recuérdese que en enero de 2009 Benedicto decidió levantar la excomunión a los cuatro obispos lefebvrianos a quienes en 1988 había excomulgado su predecesor, el papa san Juan Pablo II".
ResponderEliminar¿Y qué hay de monseñor Marcel Lefebvre? ¿Acaso no quedó también levantada su excomunión?
Estimado Anónimo,
Eliminarsi no me equivoco, en 2009 el papa Benedicto XVI decidió levantar la excomunión a los cuatro obispos lefebvrianos consagrados por Lefebvre en 1988. Ellos cuatro habían sido excomulgados al igual que los dos obispos consagrantes, por decisión del papa san Juan Pablo II.
Cuando llega el caso, la autoridad eclesiástica puede levantar la excomunión, pero sólo lo hace sobre fieles vivos, no sobre fallecidos, pues el Papa gobierna sólo la Iglesia terrena, no la Iglesia purgante ni la Iglesia celestial.
Igualmente, otra pregunta, referida al n.3 de Unitatis Redintegratio, que se cita en este artículo: "En los siglos pasados surgieron grandes disensos en la Iglesia, separándose de la plena comunión de la Iglesia no pocas comunidades, a veces no sin responsabilidad de ambas partes. Pero los que ahora nacen y se nutren de la fe de Jesucristo dentro de esas comunidades no pueden ser tenidos como responsables del pecado de la separación, y la Iglesia católica los abraza con fraterno respeto y amor; puesto que quienes creen en Cristo y recibieron el bautismo debidamente, quedan constituidos en alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica" .
ResponderEliminar¿Acaso el mismo criterio no debiera aplicarse a los actuales seguidores de monseñor Lefebvre? Ya existen varias generaciones en sus comunidades. ¿Pueden ser responsables de la que el autor del artículo llama actitud herética cismática de Lefebvre?
Estimado Anónimo,
Eliminarel n.3 del decreto Unitatis Redintegratio hace referencia a "siglos". En concreto, la rebelión luterana se produjo hace cinco siglos.
La rebelión de Lefebvre causó el cisma respecto a Roma, en 1988, o sea hace sólo unos treinta años.
En cualquier caso, a pregunta final de su comentario reclama como respuesta un juicio prudencial que debiera hacer la autoridad competente. Aún así, resulta evidente la diferencia entre los luteranos y los lefebvrianos respecto a la distancia en el tiempo del momento en que se produjo el cisma.