martes, 17 de enero de 2023

Comunión eclesial, excomunión, diferentes grados de pertenencia a la Iglesia, situaciones de herejía y de cisma (3/3)

El ecumenismo no es más que la fase terminal de la evangelización y del ingreso en la Iglesia católica: anunciar al hermano ya en parcial comunión con nosotros aquello que todavía le falta para el pleno conocimiento del Evangelio y la plena comunión con la Iglesia católica, liberándolo de las lagunas, de las carencias y de los obstáculos (como dice el Concilio Vaticano II) que se interponen a la plena comunión, para que también él, junto con nosotros, sea invitado al banquete de bodas. Como dice el papa Francisco, no se trata tanto de excluir, cuanto sobre todo de integrar, añadiendo lo que falta. [En la imagen: fragmento de uno de los mosaicos murales del siglo VI en la Basílica de San Vitale, en Ravenna, representando la Vid y los Sarmientos].

La Iglesia es indivisible, pero los cristianos pueden estar divididos
   
----------Los movimientos heréticos y sectas no dividen a la Iglesia, no rompen su unidad, sino que son grupos que se separan de la Iglesia y que, por lo tanto, ya no se inspiran en el principio de la unidad y de la unión, que está garantizado por la guía del Romano Pontífice, mantienen en sí mismos un principio de división interna, como es testimoniado por el multiplicarse de las sectas heréticas. Por tanto, en el ecumenismo no se trata de reunir a la Iglesia, sino de reunir a todos los cristianos en la fidelidad al Papa.
----------Los herejes cismáticos creen ser la verdadera Iglesia, mientras que aquella de la que se han alejado sería la Iglesia que se ha desviado de la verdad. Por el contrario, lo verdadero es que no es la Iglesia la que se ha desviado de la verdad, sino que son los herejes cismáticos los que han abandonado la verdad, dejando la Iglesia y fundando otra, que es falsa o al menos incompleta. Los herejes de tipo conservador, los pasadistas, rechazan la "nueva Iglesia"; los modernistas, rechazan la "vieja Iglesia". En ambos casos son cismáticos enfrentados a la verdadera Iglesia guiada hoy por el papa Francisco.
----------Pero al mismo tiempo, en la medida en que los herejes sigan conservando algunos elementos de Iglesia, también conservan un principio de unidad y de comunión, lo que explica el hecho de que los luteranos hayan mantenido a lo largo de los siglos una cierta comunión basada entre ellos en su común referencia a Lutero, que consiente hoy la existencia de esa Federación Luterana Mundial, con la cual el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos mantiene tratativas y, por ejemplo, ha tratado para la redacción y publicación de la Declaración Conjunta sobre la doctrina de la Justificación de 1999.
----------Por tanto, el propósito del movimiento ecuménico no es el de reunificar a la Iglesia, casi como si fuera una especie de ánfora, cuyos pedazos necesitaran ser recompuestos. La Iglesia no es un compuesto de partes puestas juntas y mantenidas unidas por un pegamento, como las piezas de una mesa de madera, y ni siquiera es una simple asociación humana, que se erige y está unida gracias a la adhesión concorde de los miembros a un pacto común, de modo de poder ser disgregada, como puede desmoronarse en pedazos una mesa o disolverse una sociedad, sino que es una única sustancia viviente espiritual-corpórea, es una mística persona, es una persona sobrenatural hecha de personas humanas (cf. J.Maritain, L’Eglise du Christ. La personne de l’Eglise et son personnel, Desclée de Brouwer, Bruges 1970), es el cuerpo de Cristo y la esposa de Cristo, representada por la Virgen. La ilusión de todos los perseguidores de la Iglesia es creer poderla destruir o disolver, como si fuera una simple sociedad humana corruptible. Pero Cristo le ha prometido: portae inferi non praevalebunt.
----------¿Qué ha querido decir el Señor? Que la Iglesia es inescindiblemente una, gracias a la acción del Espíritu Santo, y que como comunidad de fieles obtiene y mantiene la comunión fraterna gracias a la guía de Pedro. Así la Iglesia es una en cuanto persona animada por el Espíritu; gracias a la asistencia del Espíritu Santo es una comunión indestructible cum Petro y sub Petro en cuanto comunidad de fieles.
----------Los Ortodoxos Orientales, que han rechazado la guía del Papa, conservan su ser Iglesia, porque han conservado la fe en la acción del Espíritu, alma de la Iglesia, pero, faltando la obediencia al Vicario de Cristo, que asegura la unidad doctrinal, el buen orden, la disciplina y la cohesión en la comunidad eclesial, no son capaces de asegurar esos valores a sus respectivas Iglesias, sino que viven desligados entre ellos, en un pluralismo desordenado, con autonomías exageradas, superponiéndose los unos a los otros, con celos recíprocos, en contrastes irresolubles, sin unidad organizativa y sin una disciplina común.
----------En cuanto a la imagen del pueblo de Dios o de la asamblea de los convocados (hebreo: Qahál, de lo cual ekklesía), ella es ciertamente bíblica y define la esencia de la Iglesia, pero debe ser bien entendida, porque al fin de cuentas un pueblo es una simple colección de personas, las cuales pueden entrar en tal conflicto entre sí, como para romper la unidad de la sociedad y dividirla en sí misma en dos partes opuestas.
----------El problema es, por consiguiente, como se suele decir, "remendar el desgarro", similar al de una túnica desgarrada en dos partes. Pero precisamente estamos siempre aquí, en lo que ya dijimos: la Iglesia no puede ser despedazada o lacerada o dividida en dos partes, una de este lado y otra del otro, "la una armada contra la otra", para citar a Dante. Este sería un concepto muy burdo de Iglesia, que ignoraría su unidad, la cual, en cambio, es una nota o cualidad esencial de la Iglesia.
----------Esta imagen del "remendar el desgarro", parecido al de una túnica que se ha roto en dos partes, lamentablemente es el infelíz parangón usado por el papa León X para significar el cisma de Lutero, como si una mitad de la Iglesia hubiera permanecido con Roma y la otra mitad con Lutero. Pero las cosas no son así en absoluto: el luteranismo no añade nada a cuanto ya posee el catolicismo, como si fuera la mitad de un todo al que le faltara la otra mitad, que serían los luteranos, sino que más bien son los luteranos los que deben remediar la ausencia de algunos elementos esenciales -"carencias" y "lagunas", como dice el Concilio Vaticano II-. Por consiguiente, la solución del problema luterano es que los luteranos recuperen aquellos elementos de Iglesia que han abandonado, manteniendo aquellos que han conservado.
----------La Iglesia, en efecto, es una entidad subsistente personal a dos niveles de existencia: un nivel fundante y un nivel fundado (Ef 5,24-29). Fundamentalmente es una unidad personal; pero una unidad que sostiene una multitud de personas; es una persona corporativa: fundamentalmente es una multitud de personas humanas, es una comunidad; es el "cuerpo de Cristo" (Ef 5,23). El alma de la Iglesia es la unidad fundante, creada por el Espíritu Santo. El cuerpo es la multitud de los fieles, es el aspecto humano social.
----------Según el cardenal Charles Journet [1891-1975], en su famoso libro L’Eglise du Verbe Incarné (Desclée de Brouwer, Bruges 1962, vol. II, 472-708) el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, en el sentido de potencia y vida divina animadora trascendente. Pero la Iglesia es una persona creada espíritu-corpórea, que como tal tiene necesidad de un alma inmanente, una forma sustancial. Pues bien, esta forma es creada por el Espíritu, alma trascendente de la Iglesia. Según Journet, el alma de la Iglesia es la caridad. Pero así como la Iglesia es una entidad ontológica y no moral, creo que es mejor decir que el Espíritu crea el alma de la Iglesia en o por medio de la caridad. Pero la caridad presupone la Iglesia ya existente y es acto de su persona.
----------Las personas que están definitivamente enraizadas en la unidad fundante, están conexas de manera indisoluble entre sí e inseparablemente entre ellas y por la unidad fundante. Esto sucede sólo en el cielo. En cambio, los miembros de la Iglesia que viven en esta tierra, pueden separarse unos de otros y de la Iglesia. Estos son precisamente los herejes y los cismáticos.
----------Entonces, ¿qué es lo que ha sucedido con el cisma luterano? ¿Y qué es lo que sucede en todo cisma? Exactamente lo que dice el decreto Unitatis redintegratio: que "comunidades no pequeñas se han desprendido de la plena comunión con la Iglesia católica". Una cosa es la separación-entre y otra cosa distinta es la separación-de. El cisma es una separación de este segundo tipo.
----------Por lo tanto, es necesario usar no la comparación de la túnica ni la comparación del ánfora o de la simple asociación humana, sino aquella comparación usada por Cristo mismo: la parábola de la rama o sarmiento que se desprende de la vid. Si una sociedad o un ánfora se parten en dos, se acabó para ellas. Pero si la Iglesia pierde algunos de sus hijos, que se le rebelan o se van por su propio camino como el hijo pródigo, ella sigue viviendo lo mismo, aunque afligida. En todo caso, son estos hijos los que están en peligro como el sarmiento medio desprendido de la vid.
----------Si en cambio se trata de un litigio o de un conflicto o de una lucha entre dos partidos en lo interno de la Iglesia, esto no compromete en absoluto la unidad de la Iglesia, sino que los dos partidos, sobre la base de la común pertenencia a la Iglesia, deberán hacer todos los esfuerzos posibles para reconocer los puntos de contacto entre ellos y sus errores en un plano de paridad y de reciprocidad, a fin de volver a observar juntos el pacto traicionado por ambos y volver a colaborar juntos.
----------La unidad de la Iglesia está completamente al reparo de cualquier conflicto que socave o intente socavar o destruir su unidad, aunque las fuerzas del mal no se cansan de repetir la tentativa a lo largo de la historia, no obstante ciertas apariencias sobre todo al surgir de las herejías y de los cismas.
----------Cualquier pueblo puede dividirse en sí mismo, como lo demuestran las guerras civiles. En cambio, la Iglesia es un pueblo indivisible. Existen en la Iglesia, sí, contrastes internos, antagonismos, facciones opuestas, pero sólo se trata de conflictos entre hombres de Iglesia; no afectan nunca a la unidad de la Iglesia. O bien se trata de hombres que se rebelan a la Iglesia. He aquí entonces los cismáticos. Pero siempre estamos ahí: el hecho de la existencia de las oposiciones entre católicos y cismáticos no quiere decir que la Iglesia se divida en dos grupos, sino que los sarmientos se separan de la vid.
----------Sí, ciertamente san Pablo la presenta como un cuerpo orgánico, pero siempre estamos ahí: también el cuerpo orgánico, aunque compuesto de órganos, es un todo uno: no puede vivir si le falta un órgano vital. Así las iglesias de los herejes conservan elementos de Iglesia, pero son como cuerpos sin vida, porque están privados de algún elemento o algún órgano que es necesario para la vida: sirven a lo sumo para salas de anatomía. Si algún órgano ha permanecido sano, puede ser utilizado, por ejemplo en los trasplantes de órgano.
----------En otros casos, el organismo puede muy bien haber permanecido sustancialmente sano, y sin embargo carecer de algún miembro u órgano no vital. En este caso se puede hablar de verdaderas y propias Iglesias, como en el caso de las Iglesias de los Ortodoxos Orientales o de los cismáticos no heréticos, a los cuales les falta la guía del Sumo Pontífice, lo que provoca la ausencia de una organización y de una disciplina jurídica unitaria y de una guía para el recto progreso dogmático.
----------La acción del Espíritu Santo está presente allí, pero no actúa por medio del Hijo, que guía a la Iglesia por medio de Pedro. De hecho, para los Ortodoxos Orientales el Espíritu procede sólo del Padre y no del Hijo, lo que impide al Hijo hacer fluir el Espíritu en la tarea que compete al Hijo, expresada por el Sucesor de Pedro. El cisma Ortodoxo bloquea el flujo del Espíritu que proviene del Hijo.
----------También debemos señalar con toda precisión que así como Dios crea el alma de cada hombre, como forma sustancial de su cuerpo y principio de la unidad de su ser, así también el Espíritu Santo vivificante crea el alma divina sobrenatural de la Iglesia como comunidad humana y con ello mismo crea la unidad de la Iglesia como persona mística, esposa de Cristo y Madre de las almas, de la cual, como enseña el Concilio Vatcano II, la Santísima Virgen María es el "tipo", es decir, el modelo, como virgen para Dios, madre de Dios y esposa de Dios. Además, el Espíritu Santo, que es Espíritu del amor recíproco y de la comunión fraterna, crea la comunión de caridad entre los hermanos, hijos de Dios y discípulos de Cristo, miembros del Cuerpo de Cristo, Cuerpo del cual Cristo es el Jefe por medio de Pedro y sus sucesores.
----------Es necesario, entonces, que católicos y luteranos juntos, a la luz de la Palabra de Dios, atentos y dóciles a los impulsos y a las iniciativas del Espíritu Santo, en la común oración al Espíritu Santo, con espíritu de penitencia, intenciones honestas, constructivas y leales, animados por la bienaventurada esperanza, en la confianza recíproca, sin segundas intenciones, sino a la luz del sol, sin ficciones, vanas astucias o razonamientos torcidos, capciosos o sofistas, sino con argumentos sólidos y persuasivos, sin rivalidades ni antagonismos ni deseo de prevalecer sobre el otro, sin servilismos ni adulaciones, sin arrogancia ni vanidad, sin fáciles concordismos ni confusiones, sin instrumentalizaciones ni aprovechamientos, sin pereza ni cobardía, sin amiguismos ni paternalismos, sin tergiversaciones ni rodeos, sin espíritu de conquista sino con espíritu de servicio y sincero amor por la verdad y la justicia, tengan por objetivo el de eliminar toda facciosidad y partidismo, todo exclusivismo y extremismo, todo dogmatismo o imposición, dirimiendo disputas, rencillas, disidencias, y sofocando inútiles controversias, contrastes y conflictos en materia de relaciones recíprocas, de fe y de moral.
----------Se trata de volver a caminar juntos hacia el reino de Dios, de rencontrar los valores perdidos, la fraternidad, el respeto y la estima recíprocos, la comunión, la concordia y la paz en la justicia, en la caridad y en la misericordia, aunque en la legítima libertad de pensamiento, de opinión y de conducta.
   
Qué hacer concretamente
   
----------¿Y como hacer? Necesitamos, nos dice el decreto Unitatis redintegratio, dos cosas: primero, reconocer los errores recíprocos del pasado y del presente y perdonarnos recíprocamente, incluso si se tratara de la conducta de ciertos Papas. Y en segundo lugar, que los católicos soliciten con toda doctrina, sabiduría, humildad, caridad, prudencia y paciencia a los hermanos luteranos el llegar a la plena comunión con la Iglesia católica y con el Papa, reforzando la base cristiana que ha permanecido intacta en Lutero, colmando las "lagunas" y quitando los "obstáculos", vale decir, reconocer y corregir los errores de Lutero a la luz de la Escritura y de la Tradición en la interpretación del Magisterio actual de la Iglesia católica.
----------Es inevitable, nos advierte san Pablo, que existan herejías (1 Cor 11,19). Pero, una vez descubiertas después de serio examen, no debemos dejar que envenenen y contaminen la conciencia de los fieles, como si se tratara de simples opiniones diferentes, sino que debemos esforzarnos solícitamente y con todas nuestras fuerzas para extinguirlas, para sanar o aislar a quien estuviera infectado, para adoptar las medidas necesarias para que la epidemia no se propague y para evitar el contagio y para impedir la difusión de las prácticas inmorales, que derivan necesariamente de las ideas heréticas.
----------Esta es la gran empresa a realizar, la máxima obra de misericordia, a la cual hoy la Iglesia, bajo la guía del Papa, está llamada a cumplir. Esta es la verdadera implementación del Concilio Vaticano II. Se necesita justicia, y a vez también severidad, pero sobre todo iluminada y auténtica misericordia, que no ofenda a la justicia, como recordaba el papa san Juan XXIII en el memorable discurso de apertura del Concilio Vaticano II, ofreciendo así a la asamblea conciliar el espíritu con el cual debía ser guiada y animada. Esto se entiende, cuando se habla del "espíritu del Concilio", y no de la teología de Rahner.
----------Por lo tanto, mantengamos los ojos bien abiertos, no nos dejemos llevar de las narices, luchemos contra Satanás y no contra los molinos de viento o, peor aún, contra Dios y su santa ley, en nombre de una falsa libertad. Ciertamente, es necesario evitar los juicios afectados y las sospechas infundadas. Pero esto no justifica las tergiversaciones y el andarse con rodeos por el temor a perder consensos. Amemos la verdad y rechacemos de plano la astucia. Evitemos tanto la irreflexión inconsciente como el catastrofismo y afrontemos la situación con discernimiento, valentía y sentido de responsabilidad.
----------Por tanto, cuidémonos de no resignarnos a la existencia de las herejías, de los opuestos extremismos, de las sucias maniobras, de las divisiones y de las facciones y del legalizarlas como si fueran diferentes y normales expresiones del sentir cristiano, diversas maneras de ser cristianos, como los Franciscanos son diferentes de los Dominicos, o los Camilianos de los Salesianos.
----------Prestemos atención sólo a las críticas y oposiciones constructivas y fraternas, a las "oposiciones polares", a las complementariedades recíprocas, a los legítimos contrastes de opinión. Deshagámonos de toda presunción, litigiosidad, partidismo, ambigüedad, oportunismo, doblez, servicio a dos señores y duplicidad, y seamos lineales, leales, honestos y límpidos en la búsqueda del reino de Dios, unidos en la única fe en la realización de un sano pluralismo y de una legítima variedad.
----------El Concilio no propone en absoluto, como algunos creen, como modelo de la Iglesia ecuménica, con el pretexto de la sinodalidad, construir una especie de armada Brancaleone, un emporio de las religiones, un mercado de pulgas, un caravasar, un parlamento, o edificar una federación de Iglesias subjetivistas, todas en paridad de derechos, consideradas simplemente como diferentes entre sí, todas verdaderas y todas falsas según los puntos de vista, bajo la presidencia temporal electiva del líder religioso de turno, como si se tratara de un organismo internacional de tipo político o cultural o humanitario.
----------El Concilio Vaticano II, por el contrario, como bien hemos visto y repetidamente, prescribe un diálogo y una recíproca colaboración entre católicos y luteranos sobre objetivos morales, religiosos y humanísticos, de modo que puedan permitir a los católicos llevar gradualmente a los luteranos a la plena comunión con la Iglesia católica, de modo que se obtenga, como ha querido y quiere nuestro Señor Jesucristo, un único rebaño bajo un solo pastor: el Papa, Vicario de Cristo.
----------Los católicos deben persuadir a los luteranos de que ser plenamente cristianos quiere decir ser católicos. Lo cual es válido sin menospreciar en absoluto todas las riquezas de cultura y de espiritualidad que el protestantismo ha producido desde Lutero hasta hoy.
----------No debemos confundir el conflicto intraeclesial con el pluralismo eclesial. Los conflictos deben ser resueltos y no tapados con una unidad de fachada, de apariencia. Si no se puede resolverlos por el momento, deben ser soportados en espera de poderlos resolver. Pero no debemos resignarnos a ellos y sobre todo no deben ser legalizados con vanas acrobacias dialécticas.
----------La paz en la Iglesia no se obtiene dejando en pie los conflictos con la idea de superarlos o, como dicen, de llegar a una "síntesis" simplemente acercando una a la otra las dos partes adversas. Sería como creer que un buen comercio de setas se obtenga vendiendo tanto las sanas como las venenosas, como si cada uno tuviera sus propios gustos y hubiera que respetar tanto lo sano como lo venenoso.
----------No deben confundirse con la diversidad una doctrina falsa, una conducta perversa y el rechazo de la comunión. No existen las "fes", así como existe una pluralidad de productos agrícolas en el mercado o una pluralidad de opiniones políticas o periodísticas. Hablar de una pluralidad de fes quiere decir no haber entendido nada de la seriedad abisal de la fe en cualquier religión, para la cual la fe no es una opinión subjetiva, sino una verdad absoluta, salvífica y universal.
----------La fe religiosa, por lo tanto, es una sola. Hay muchas verdades de fe en el sentido de que hay muchas cosas verdaderas que afectan la religión. Pero la relación de verdad del pensamiento a una determinada cosa, es sólo una. La adecuación del intelecto a ese dato real o existe o no existe. O una cosa es así o no es así: tertium non datur. El tertium pertenece al diablo, diría Cristo. Lealtad y honestidad en el pensar y en el hablar. Es necesario evitar la duplicidad, la ambigüedad, la hipocresía y el oportunismo.
----------En definitiva, el ecumenismo no es más que la fase terminal de la evangelización y del ingreso en la Iglesia católica: anunciar al hermano ya en parcial comunión con nosotros aquello que todavía le falta para el pleno conocimiento del Evangelio y la plena comunión con la Iglesia católica, liberándolo de las lagunas, de las carencias y de los obstáculos que se interponen a la plena comunión, para que también él, junto con nosotros, sea invitado al banquete de bodas. Como dice el papa Francisco, no se trata tanto de excluir, cuanto sobre todo de integrar, añadiendo lo que falta.

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