sábado, 21 de enero de 2023

El seductor engaño del gnosticismo

Frente a cualquier clase de gnosticismo (sea cual sea, antiguo o actual, modernista o pasadista) la verdadera sabiduría es saber enseñar a los demás a buscar a Dios, a ejercitarse en la virtud, a convertirse de los propios pecados, a caminar hacia la santidad, consolándolos en el sufrimiento, confortándolos en las dificultades, aconsejándolos en las dudas, robusteciéndolos en las pruebas, haciéndolos vencedores del mal. Y para todo esto es necesario el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo mediado por el Magisterio de la Iglesia y testimoniado por los Santos de todos los tiempos. [En la imagen: fragmento del Grabado Flammarion, ilustración aparecida en L'Atmosphère: Météorologie Populaire, París, 1888 de Camille Flammarion].

----------En varias ocasiones, en años recientes, el papa Francisco ha denunciado la presencia en el pensamiento contemporáneo de una corriente a la que ha identificado con el nombre de gnosticismo, calificándolo como concepción "superficial", por lo tanto incapaz de captar la profundidad de los valores de la fe.
----------Efectivamente, la superficialidad es el resultado último de la visión gnóstica, aunque ella tenga la pretensión de alcanzar un saber profundo o, si se quiere, supremo (el término proviene del griego gnosis que significa conocimiento, ciencia). El gnosticismo, de hecho, se caracteriza como la presunción, dictada por la soberbia, de alcanzar un conocimiento de Dios o del Absoluto superior al que proviene de la revelación cristiana y por tanto del mismo Evangelio de Cristo, transmitido al mundo e interpretado por la Iglesia.
----------Las varias menciones que ha hecho el papa Francisco al gnosticismo han sido más que oportunas, dado que ya desde hace muchas décadas, eminentes estudiosos católicos (baste con citar algunos nombres: Jonas, Festugière, Filoramo, Sfameni Gasparro, Introvigne, Innocenti, Samek Lodovici, Livi) han venido señalando la peligrosa presencia de esta compleja corriente de ideas, que se adentra en el fenómeno más amplio del modernismo (aunque, por supuesto, también el más extremo y delirante pasadismo no está privado de aspectos gnósticos). No estaría mal, en mi opinión que, confirmando estas iniciales y novedosas iniciativas del Santo Padre, el Magisterio de la Iglesia retomara este tema y le dedicara más atención para proteger al pueblo de Dios y a los mismos estudiosos de sus sutiles y fascinantes insidias.
----------Como es bien sabido, las iniciales explosiones del fenómeno gnóstico se produjeron ya en los primerísimos tiempos de la historia del cristianismo, y fue ese el momento en que el gnosticismo tuvo un poderoso adversario en san Ireneo de Lyon [140-202]. En esa época, el gnosticismo fue el grandioso y complejo intento de la antigua religión pagana de frenar el avance del cristianismo, oponiéndole no una lucha frontal como era la política de los Emperadores, y ni siquiera como hacía el judaísmo considerando al cristianismo como herejía del hebraísmo (i miním), sino que lo intentó con el ambicioso proyecto de realizar y explotar la nueva fe, falsificándola con ello mismo, en una visión especulativa o filosófica superior, de modo que la doctrina cristiana debía aparecer como una mitología vulgar y "psíquica" muy por debajo de la sublimidad teorética y "espiritual" de la especulación gnóstica recabada de los conceptos metafísicos del paganismo occidental y oriental de las antiguas religiones egipcia, pitagórica, órfica, mistérica, romana, platónica, plotiniana, hasta el neoplatonismo que llega hasta Proclo [412-485] y Jámblico [245-325].
----------Ahora bien, debemos decir que el fenómeno histórico del gnosticismo es muy complejo y contradictorio, resultante de la concurrencia de ideas, símbolos y mitos dispares, muchas veces extravagantes y absurdos, que han llevado a los estudiosos del pasado a dar poca importancia a tal fenómeno, estimándolo no merecedor de seria consideración, también por el hecho de que no se poseían los testimonios históricos que hoy poseemos tras recientes descubrimientos (como por ejemplo el de Nag-Hammadi en Egipto).
----------Por otra parte, tan solo ha sido recientemente, y por indudable mérito de agudos estudiosos como por ejemplo el padre Ennio Innocenti [1932-2021], el padre André Jean Festugière [1898-1982] y el historiador Giovanni Filoramo [n.1945], que se ha llegado a darse cuenta que la categoría histórica de gnosticismo podría ser extendida para significar una cierta actitud mental hacia el problema metafísico-teológico, que hace de trasfondo general también a otras grandes formaciones ideológicas vinculadas a religiones, sistemas filosóficos, poemas, epopeyas etiológicas y legendarias y creaciones literarias.
----------Pues bien, queriendo así sintetizar las ideas fundamentales que hacen de algún modo de denominador común a ese vasto fenómeno de pensamiento que llamamos gnosticismo, se podría decir lo siguiente: el interés de fondo del gnosticismo es el problema del Absoluto, de la Totalidad, del Infinito o de lo Eterno, digamos el problema teológico, entendido como relación del uno con lo múltiple.
----------El gnóstico cree conocer la solución del problema de la relación entre uno y múltiple, por medio de divina revelación, pero no revelación de parte de una comunidad histórica, o de una naturaleza exterior y objetiva, sino en su propia conciencia ("autoconciencia"), en cuanto que el gnóstico mismo se considera momento, aparición o manifestación del Absoluto. De ahí el gran orgullo y la soberbia del gnóstico, que se considera a sí mismo y a su doctrina como divina Verdad por encima de todas las otras doctrinas que se refieren a la divinidad, el origen y el fin de las cosas y el sentido fundamental de la existencia y de la vida humana.
----------Dicho de modo general, los ejes fundamentales del gnosticismo son, en tal sentido, la conciliación de la Unidad (monismo) con la Dualidad entendida como oposición (dualismo), origen de la multiplicidad y del devenir (mundo). La Dualidad niega la Unidad, por lo cual la conciliación se produce con un tercer término que implica coexistencia de unidad (identidad) y oposición (negación).
----------Por ejemplo: al ser se opone el no-ser, al bien se opone el mal, al todo se opone la parte, a lo universal se opone lo individual, al espíritu se opone la materia, a la vida se opone la muerte. Pues bien, la conciliación de todo con el Todo (vale decir, la conciliación del Uno-todo) sucede, en el gnosticismo, no por analogía o semejanza del mundo con Dios, como encontramos en Aristóteles, ni por participación como encontramos en Platón y en la misma Biblia, sino en forma cíclica, que asumirá luego sucesivamente el aspecto de la "dialéctica": la supresión de la negación por parte de la afirmación no anula la negación, sino que la deja subsistir precisamente porque ella es funcional a la afirmación.
----------Por lo tanto, en el gnosticismo no se da una verdadera victoria de lo positivo sobre lo negativo, de Dios sobre Satanás, de lo verdadero sobre lo falso, de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal. Sino que estas dualidades permanecen en el Uno absoluto, y por tanto permanecen en Dios, y vienen presentadas como legítimas porque deberían justificar la diversidad y la multiplicidad, y por tanto la existencia del mundo, el cual por consiguiente no tiene su origen como cosa en sí buena por creación, como enseña la Biblia y está implícito en Aristóteles y en Platón, sino que tiene origen por una división u oposición en lo interno del Uno, por lo tanto de Dios, Dios opone Sí a Sí, se opone a Sí mismo: de ahí la idea de Dios como principio tanto del bien como del mal, tanto de la vida como de la muerte.
----------El gnosticismo, carente del principio de analogía, de proporción o de semejanza (principio fautor de la armonía, del orden, de la concordia y de la paz), confunde lo diverso con lo contrario o con lo contradictorio, de modo que niega lo diverso en cuanto opuesto o enemigo, o admite lo opuesto en cuanto considerado diferente. La consecuencia, en el plano de la vida social, es la guerra de todos contra todos para negar lo opuesto y la tolerancia de cualquier injusticia en nombre de lo diverso.
----------Así, en el gnosticismo no hay verdadera distinción y comunión entre un Dios bueno y un mundo en el cual se encuentra el mal por culpa de la creatura, mundo que sin embargo viene salvado por Dios, sino que, dado que el mundo con sus males no es otra cosa que una aparición o concretización necesaria de Dios en Dios, es un Dios devenido mundo, la muerte y el mal vienen a encontrarse en Dios mismo, pero no como algo repugnante e injusto, salvo por apariencia, sino que para quien posee la "gnosis" el mal viene a ser algo lógico, necesario, divino, que asegura la existencia y la oposición de Dios y del mundo, no por tanto realmente distintos y en armonía, sino formando así un todo-uno o bien una Uni-Dualidad (panteísmo).
----------Según el gnóstico, el mal del mundo es causado por el propio aspecto maligno de Dios, mientras que el bien, en cambio, es causado por el aspecto bueno del mismo Dios. De esta idea es de donde sacará Marción de Sinope [85-160] aquella doctrina del Dios "malo", del Antiguo Testamento, creador del mundo, como distinto del Dios "bueno", del Nuevo Testamento, salvador y divinizador (idea renacida en el actual buenismo). En cambio, en el maniqueísmo la divinidad misma se desdobla o escinde en dos, con la famosa oposición entre el Dios del bien y el Dios del mal. En Baruch Spinoza [1632-1677], el mal es sólo una apariencia subjetiva, pero "desde el punto de vista de Dios" (sub specie aeternitatis) lo que nos parece malo es bueno. En Jakob Böhme [1575-1624], retomado más tarde por Georg W.F. Hegel [1770-1831], el mal es el demonio, por lo cual Dios, al crearlo, da origen al mal. En Hegel el demonio es la figura mitológica del "mágico poder de lo negativo", por el cual el Espíritu absoluto se niega a sí mismo y se reconcilia consigo mismo.
----------Si retrocedemos a siglos precristianos, la doctrina de la materia (cuerpo) mala, principio del mal, y del espíritu (alma) bueno, principio del bien, es ciertamente un aspecto del gnosticismo en la filosofía de Pitágoras y de Platón. Pero la cuestión del mal se mantiene siempre sin resolver. Sólo en el cristianismo el mal es absolutamente vencido en virtud de la idea de un Dios absolutamente bueno.
----------Comúnmente y de modo general, los estudiosos han puesto demasiado en relieve el aspecto dualista del gnosticismo, descuidando el hecho de que en el gnosticismo, como me parece haber mostrado, existe también una instancia de unidad. El defecto del gnosticismo es el de no saber componer armónicamente y sin contradicción estas dos fundamentales instancias de la metafísica y de la inteligencia. El dualismo conduce a una oposición entre Dios y el mundo y a la doctrina del Dios incognoscible (ágnoston), pero el monismo conduce al panteísmo, que es la verdadera gnosis, es decir, Dios reducido a un "concepto", según la univocidad del ser como ser pensado, como más tarde llegará a decir Hegel.
----------Un fuerte renacimiento del gnosticismo se produjo en el siglo XV con el florecimiento del hermetismo en el período del Humanismo, con Marsilio Ficino [1433-1499] y la magia renacentista de Gerolamo Cardano [1501-1576], Cornelio Agrippa [1486-1575] y Paracelso [1493-1541] hasta llegar a Giordano Bruno [1548-1600], y en el siglo XIX con la "teosofía" de Helena Blavatsky [1831-1891]. Estas corrientes siguen hoy vigentes en diversas líneas esotéricas, de gran difusión aún en el público en general. Por ejemplo, entre nosotros, basta una rápida mirada por los puestos de venta de libros de segunda mano, en la esquina de San Martín y Córdoba en Mendoza, para advertir la gran cantidad de títulos que responden a estas corrientes (estos puesteros no se tomarían el trabajo de exponerlos diariamente en sus mesas, en verano e invierno, acondicionarlos, limpiarlos de los efectos de la intemperie, etc., si no tuvieran buena demanda de su clientela).
----------El gnosticismo es, por consiguiente, no sólo un fenómeno histórico, sino una categoría del espíritu, un fenómeno cultural recurrente, una tentación constante propia de restringidos y exclusivos círculos intelectuales que se consideran en posesión de un saber místico-esotérico que eventualmente puede llegar a tener una salida o desembocadura práctica en la teúrgia y en la magia. Así se encuentra un toque de gnosticismo en todas las religiones, como por ejemplo el brahmanismo (yoga), el islamismo (sufi), el spinozismo y el judaísmo (cábala), al menos en algunas de sus corrientes, que pretenden ser superiores al cristianismo, pues alardean poseer una ciencia divina superior, porque los mismos maestros se consideran seres divinos superiores a la común masa de los mortales. Luego están las innumerables sectas gnósticas, de carácter más popular pero no menos pretencioso, que quizás en sentido sincretista se ramifican de aquellos grandes filones o grandes corrientes de la cultura (o mejor dicho: superstición) mundial.
----------El propio protestantismo, por ejemplo en su versión hegeliana o liberal (fruto en gran medida del racionalismo bíblico), o la ortodoxia oriental, en el fenómeno del hesicasmo, no están exentos de estas pretensiones gnósticas, en cuanto aseguran conocer a Cristo mejor que lo conoce la Iglesia católica, a la que consideran corruptora del Evangelio. Otras formaciones esotéricas, como la masonería, el ocultismo, el espiritismo o la Sociedad de los Rosacruz o incluso ciertas sectas satánicas, podrían muy bien incluirse en esta grande y variada familia del gnosticismo.
----------Siempre en el campo del conocimiento de Dios o el saber del Absoluto, en el extremo opuesto del gnosticismo, encontramos el agnosticismo (que implica la idea del no-saber, de la no-ciencia, del no-conocimiento: alfa privativa y gnosis), corriente de pensamiento también ella de antigua tradición y hoy más extendida que nunca en muchos ambientes, incluidos los ambientes culturales, los cuales no se sienten inclinados a abrazar el teísmo cristiano o iluminista y negar el panteísmo gnóstico, sino que rechazan también el ateísmo, por lo cual consideran posible y conveniente ponerse, por así decirlo, a medio camino entre el sí y el no, entre el saber y el no saber, en una duda sistemática y perenne, en una continua suspensión del juicio. Hoy esta actitud está muy extendida en ambientes culturales laicistas académicos, de la ciencia, de la política, del arte, de la literatura, y del actual periodismo o publicística.
----------La diferencia entre ambas corrientes es simple. Mientras el gnóstico pretende saber sobre Dios más de cuanto le es permitido al hombre, el agnóstico no abre su mente tanto como podría abrirla y se mantiene encogido, como un pájaro que no usa sus alas, a un nivel de conocimiento que no va más allá de la realidad material, sin por esto excluir una superación, pero nunca se decide, y permanece siempre en la duda, en el umbral del escepticismo. Immanuel Kant [1724-1804] está muy cerca de esta posición.
----------El gnóstico es un impostor, claro que no exento de agudeza intelectual y de fuerza especulativa, el cual, para emerger sobre los demás y parecer un genio de la teología, se exhibe en conferencias dando la apariencia de llegar a las cumbres más sublimes del pensamiento con abstrusas doctrinas que causan impresión entre los ingenuos, los cuales se mantienen como drogados ante sus discursos, pero en realidad haciendo espantosas confusiones, de las cuales sólo se dan cuenta los expertos, mientras que el común fiel, envenenado por sus teorías, sufre las consecuencias en el plano moral sin comprender las raíces del mal.
----------El gnosticismo ciertamente alcanza altas cumbres al tratar, por ejemplo, de la metafísica, de los atributos divinos o de los caracteres del espíritu, pero no se rebaja al nivel de lo simple. Además, cae en errores que, por su situarse a tan alto nivel, son errores sutiles, ocultos y peligrosos. A los simples les cuesta mucho reconocerlos. La verdadera sabiduría cristiana, por el contrario, es más sublime que el gnosticismo y al mismo tiempo sabe estar al alcance de todos, además de estar libre del error.
----------Para rastrear los errores del gnosticismo se necesita agudeza de mente y resistencia a sus fascinantes seducciones que tientan a los espíritus cultos e inteligentes, pero ambiciosos. Las mentes obtusas, ingenuas y simples, por su parte, no logran identificar los errores de los gnósticos, confunden la bondad con la credulidad y no comprenden por qué los sabios teólogos y el Magisterio de la Iglesia son tan severos con ellos. Los confunden con inexorables cancerberos del infierno o perros rabiosos, cuando en realidad ellos defienden a los fieles del engaño. Los gnósticos, por su parte, son hábiles en hacerse pasar por víctimas presentando bajo una mala luz a los sabios, contra los cuales logran canalizar la hostilidad y el desprecio de sus seguidores.
----------¿Cómo remediar esta desgracia del gnosticismo? Es necesario recuperar la estima de la verdadera sabiduría y de la verdadera fe. Sobre todo, es necesario redescubrir la humildad en nuestra relación con la verdad, especialmente si está en juego la verdad sobre Dios y sobre la divina revelación. Es necesario darnos cuenta de que la verdadera sabiduría no tiene nada que ver con el exhibicionismo o la pretensión de humillar al prójimo con un falso saber divino que en realidad es una impostura o una fábrica de espíritus inflados de sí mismos. Es necesario recordar, con san Pablo, que scientia inflat, caritas autem aedificat.
----------La verdadera sabiduría, en definitiva, es saber enseñar a los demás a buscar a Dios, a ejercitarse en la virtud, a convertirse de los propios pecados, a caminar siempre sin desmayo hacia la santidad, consolarlos en el sufrimiento, confortarlos en las dificultades, aconsejarlos en las dudas, robustecerlos en las pruebas, hacerlos vencedores del mal. Y para todo esto es necesario el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo mediado por la Iglesia y testimoniado por los santos de todos los tiempos.

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