lunes, 2 de enero de 2023

Las relaciones del idealismo con la alucinación

El resultado final del idealismo es la alucinación: en lugar de ser el pensamiento el que se eleva al Absoluto, será en cambio el sujeto embriagado de sí mismo, en una vacía estima de sí, el que se encierra en sí mismo en su propia obstinación y soberbia, se esteriliza por falta de alimento espiritual y se alimenta de ilusiones, de vanas o morbosas sombras y apariencias en lugar de la realidad. Sin embargo, el idealista (fuere del tipo y variedad que fuere) sabe vender su mercadería, porque es venerado por una muchedumbre que ve en él al genial escalador de las cimas de la verdad. [En la imagen: fragmento de "El lamento por Ícaro", óleo sobre tabla del pintor Herbert James Draper, realizado en 1898, actualmente conservado y exhibido en el museo Tate Britain, de Londres].​

----------Se encuentra dificultad para comprender el éxito que aún hoy, incluso en los ambientes de la teología católica, posee la concepción idealista del conocimiento que, partiendo de Descartes, pasa por Berkeley, Kant, Fichte y Schelling, para llegar a Hegel, Husserl, Bontadini y Gentile.
----------El idealista considera a la gnoseología realista como un engaño y no se da cuenta de que el engañado es él. Aparte de eso, el mismo concepto de "engaño" presupone el realismo, es decir, la exterioridad de la res al intellectus, o del ser al pensamiento, negada por el idealista, ya que ¿qué es el engaño sino una inadaequatio intellectus ad rem? Aquí vemos de inmediato cómo el idealismo se refuta por sí solo.
----------El Medioevo ha tenido ciertamente muchos defectos, pero todos saben que esa época, gracias a la influencia generalizada del realismo bíblico, ha sido inmune a esta peste que ha procurado inmensos daños a la Edad Moderna, y hasta el día de hoy el idealismo, no obstante las derrotas recibidas a lo largo de su historia, continúa obstinadamente y presuntuosamente confundiendo las mentes y causando inmensos daños a través de sus consecuencias morales, presentándose como el genial fruto de la así llamada "filosofía moderna", cuando en realidad el idealismo no es más que la reanudación del antiguo escepticismo y subjetivismo paganos, precedentes a la fundación del saber obrada por Platón y por Aristóteles.
----------Ello no ha impedido que santo Tomás de Aquino tuviera, con espíritu profético, un atisbo del peligro idealista que se desencadenaría muchos siglos después, por lo cual nos proporciona una refutación ante litteram del idealismo, aunque naturalmente, dado que, como he dicho, por entonces no había un peligro apremiante y aún no habían nacido los grandes sistemas idealistas como los de la Alemania del siglo XIX, no podemos esperarnos del Aquinate esas articuladas refutaciones que serán elaboradas sobre todo desde el siglo XIX hasta nuestros días por los filósofos del realismo católico (como por ejemplo el cardenal Zeferino Gonzalez, Liberatore, el cardenal Zigliara, Schwalm, Mattiussi, Sertillanges, Garrigou-Lagrange, Maritain, Cordovani, Zacchi, Simon, Toccafondi, Kuiper, Derisi, Galli, y tantos otros más).
----------Dado que el Magisterio Pontificio ha recomendado de modo especial el realismo de santo Tomás, ha rechazado implícitamente el idealismo que es exactamente su opuesto, pero el Magisterio ha intervenido en modo explícito contra el idealismo sólo con la Pascendi de san Pío X y la Humani Generis de Pío XII, y por algunas insinuaciones en san Paulo VI, en san Juan Pablo II y en Benedicto XVI, para volver a intervenir de modo explícito contra el idealismo en el magisterio del papa Francisco.
----------Sin embargo, esto no ha servido para nada, ya que hoy más que nunca, bajo el pretexto del progreso de la teología promovido por el Concilio Vaticano II, está muy extendida en los ambientes académicos de la Iglesia una forma de teología modernista, que retoma el idealismo condenado por el papa san Pío X. O bien, si se hace referencia a santo Tomás, se lo mezcla, siguiendo el ejemplo de Maréchal a principios del siglo pasado, con autores idealistas como Kant, Hegel, Heidegger, Bontadini y Severino.
----------En cambio, si en el Medioevo de algún modo podía plantearse el problema del idealismo, este podía nacer del idealismo platónico, pero hay que saber que la doctrina platónica de las ideas, siguiendo la sugerencia de san Agustín de Hipona, no era en absoluto entendida en la Edad Media en referencia a las ideas humanas, como se comenzará a hacer a partir de Descartes, sino a las Ideas divinas, entendidas como modelo o proyecto ideal increado y absoluto de las cosas, preexistente a las cosas. Y ciertamente esto había entendido decir Platón, aunque es cierto que en un clima politeísta y sin un claro monoteísmo.
----------Platón tenía mucho cuidado de no hacer de la idea humana o del concepto un pensamiento productivo de las cosas o en todo caso una representación de la cosa idéntica a la cosa, en suma, Platón tenía cuidado de no identificar el ser con el pensamiento. Por el contrario, para Platón el concepto humano, imagen (eikón) de lo real, no es más que una representación mental, una visión, una participación o imitación de la divina Idea existente en el Hiperuranio. No es el hombre, según Platón, quien produce las Ideas, sino que el hombre las encuentra y conoce lo verdadero, es decir, lo real, sólo si se adecua a ellas.
----------Cuando Aristóteles se da cuenta de que la piedra en la realidad es una cosa y la imagen de la piedra en el alma es otra, estará perfectamente en la línea platónica de la distinción entre el pensar humano que refleja la realidad objetiva y la Idea divina que la proyecta y la produce en la realidad.
----------Cuando más tarde un san Buenaventura pondrá las "ideas" como objeto de la filosofía, no le pasará ni siquiera por la antecámara del cerebro el hipotetizar una idea humana idéntica al ser que es el objeto de la filosofía. En definitiva, Buenaventura no afirmará una identidad de ser y pensamiento, sino que se referirá precisamente a la gran lección platónica mediada por Agustín de Hipona.
----------Los Medioevales, en definitiva, detrás de la enseñanza bíblica y sobre la base del realismo platónico-aristotélico, que es entonces el espontáneo de la ratio naturalis y del buen sentido común, sabían muy bien distinguir el saber humano, que recaba las ideas de las cosas, de la ciencia divina que crea aquello que piensa, y por eso la identidad de ser y pensamiento o, como dirá Schelling, de "sujeto" y "objeto", los Medioevales la reservaron para el Ser divino y ni siquiera soñaron con atribuírsela al espíritu humano.
----------El contorsionismo antinatural, forzado y astuto, falsamente crítico, de la "razón" cartesiana, tonta por querer ser demasiado prudente, aún no había nacido en el Medioevo, y la razón humana, iluminada por la fe, se dirigía espontáneamente y lealmente, con simplicidad aunque conscientemente, hacia lo verdadero, sin artificiosas trabas, elevándose al cielo de la metafísica y de la teología, aunque naturalmente también entonces las consecuencias del pecado original causaron falsedad, presunción, hipocresía y doblez; pero estos vicios no venían teorizados como si fueran el non plus ultra de la sabiduría. Había una sana ingenuidad, quisiera decir evangélica, que no carecía en absoluto de sentido crítico, más bien era el auténtico sentido crítico, posteriormente arruinado por el criticismo kantiano.
----------A propósito de lo que he querido calificar de sana ingenuidad evangélica de los medioevales, recuérdese la alabanza de los niños hecha por Cristo. Es de notar cómo frecuentemente los teólogos medievales son santos, o al menos hombres de gran virtud, al servicio de la Iglesia y de las almas, a diferencia de nuestros (¡no todos!) exhibicionistas de hoy, a partir de la así llamada "Reforma" de Lutero.
----------En cualquier caso, santo Tomás de Aquino ya se anticipa a dirigir sus golpes al corazón del germen originario del idealismo, su proton pseudos, en el famoso artículo 2 de la cuestión 85 de la Primera Parte de la Summa Theologiae, donde el Doctor Común se pregunta si el contenido de nuestro conocimiento (id quod intelligitur) son las cosas, o si lo son nuestras ideas (species intelligibiles).
----------Y el Aquinate responde que si fueran las ideas y no las cosas, faltaría el conocimiento de la realidad y sólo conoceríamos nuestros pensamientos, desaparecería la universalidad de lo verdadero y reaparecería ese sofisma de los antiguos según el cual "lo que parece es verdadero": exactamente los mismos inconvenientes que el idealismo moderno ha introducido en el mundo de la cultura.
----------El problema y el equívoco de fondo del idealismo está todo aquí: precisamente en el creer que nosotros no conocemos una realidad externa existente fuera de nosotros y sin nosotros, independiente de nosotros, sino que lo que conocemos son nuestras ideas de las cosas, la realidad ya pensada, por lo cual no hay un ser fuera del pensamiento, antes del pensamiento e independiente del pensamiento, sino que el ser es el mismo pensamiento, es el pensante y lo pensado: es la idea.
----------Al hacer en tal modo depender lo real de nuestro pensamiento, lo real ya no tiene necesidad de ser explicado por un Dios creador, sino que el hombre viene a sustituirse a Dios al dar existencia a las cosas. Por lo tanto se llega o al ateísmo o al panteísmo.
----------Por ejemplo, Berkeley, en su Tratado sobre los principios del conocimiento humano (Alianza Editorial, Madrid 1992, p.33ss.] dice: "El ser de las cosas es un percipi, y no es posible que ellas puedan tener cualquier existencia fuera de las mentes o de las cosas pensantes [la res cogitans de Descartes] que las perciben". Para decir esto, Berkeley considera, como ya lo había hecho Descartes, un grosero aunque generalizado error el creer que "todos los objetos sensibles tienen una existencia, real o natural, distinta del hecho de venir percibidos por el intelecto" (ibid.). Las cosas, si no son percibidas, no existen. Para Berkeley, las cosas pueden existir sólo con nuestro permiso: si no las pensamos, no existen.
----------Dice Berkeley en otra parte (p.34): "Me es imposible concebir en mis pensamientos una cosa u objeto sensible distinto de la sensación o percepción de ello. En realidad, objeto y sensación de ello son la misma cosa y, por lo tanto, no pueden ser abstraidos el uno del otro".
----------El universo para él "no tiene ninguna subsistencia sin la mente y su esse consiste en el ser percibido o conocido" (ibid.). Para él es impensable que pueda existir algo en lo cual no pensemos. El hombre toma el puesto de Dios en el tener que pensar en todo, de lo contrario nada existiría. Sin embargo, Berkeley, obispo anglicano, afirma creer en Dios. Pero yo me pregunto: ¿qué "Dios" es el suyo?
----------Berkeley, de hecho, no teme llevar su tesis a las extremas consecuencias con el siguiente parangón: "Si los objetos del sentido existen sólo cuando vienen percibidos, existen los árboles en el jardín o las sillas en la sala de estar sólo mientras haya alguien presente quien los perciba" (p.59). El piadoso obispo Berkeley no se da cuenta de que al decir esto hace depender la existencia de las cosas de nuestro pensamiento, como si nosotros fuéramos Dios. Y el panteísmo, entonces, consecuencia del idealismo, ya ha arribado.
----------En la gnoseología de Berkeley las cosas terminan siendo transformadas en fantasmas que aparecen y desaparecen. Se diría que el bien conocido gusto típicamente inglés por las historias de fantasmas aquí toma la mano del imprudente obispo Berkeley, el cual, por el contrario y paradojalmente, con estas tonterías que ni siquiera son creíbles para los niños, pretendía precisamente poner a salvo la dignidad del espíritu y del pensamiento frente a las concepciones de los materialistas.
----------Rahner, aunque dotado de mayor sentido metafísico, como son los alemanes, está en perfecta línea con Berkeley cuando afirma que "la esencia del ser es conocer y ser conocido en una unidad originaria, que nosotros queremos llamar conciencia o transparencia" ("subjetividad", "conocimiento") del ser de todo ente. [...] La naturaleza del ser es conocer y ser conocido en una unidad originaria: en otras palabras, es ser consciente y transparente. [...] El ser, del cual se indaga toda la problemática, es siempre también conocido". Rahner olvida que la "unidad originaria" de ser y pensamiento sólo está en Dios, por lo cual ser y pensamiento como tales no deben ser en absoluto confundidos, si no queremos terminar en el panteísmo.
----------Nadie niega que en el complejo movimiento idealista, sobre todo en el ambiente alemán del siglo XIX, existen grandes filósofos que afrontaron las cuestiones fundamentales del hombre, de Dios, de la existencia y del pensamiento; y ya solo esto bastaría para suscitar en nosotros el interés por su especulación, a menudo altamente técnica y sutil, así como y sobre todo el respeto por las personas, aunque no está prohibido ahorrarles algunos reproches desde el punto de vista moral. En particular, su método de hacer filosofía y la misma consideración que tenían del filosofar reflejan una actitud moral presuntuosa y exhibicionista, que toma su modelo del propio Descartes: la actitud de quien dice: "Ahora llego yo, hasta aquí nadie ha entendido nada, me toca a mí refundar la filosofía de una vez por todas, hay que cambiarlo todo y volverlo a hacer desde el comienzo", una filosofía por otra parte de tipo gnóstico, que pretende conocer a Dios mejor que Jesucristo y que su Iglesia. ¡Los santos no se encuentran! Solo podríamos mencionar al beato Antonio Rosmini [1797-1855], pero, como aclaró en su momento la Congregación para la Doctrina de la Fe, el "idealismo" rosminiano es solo fruto de un equívoco por parte del propio Rosmini, quien en realidad, al menos en sus intenciones, estaba en la estela del realismo católico, en la línea platónico-agustiniano-bonaventuriana.
----------Pero, repito, no hay que desconocer valores. Piénsese tan sólo en esa necesidad de un riguroso sistema omnicomprensivo, todo deducido de un único principio (Anfang) del filosofar, piénsese en el interés por el valor y la dignidad del saber, del pensamiento, de la lógica, de la idea, del Absoluto, del yo, del espíritu, de la conciencia, del conocimiento, de la acción, de la libertad, de la persona, de la historia.
----------Sin embargo, sin negar nada de todo eso, aquí yo quisiera limitarme a indicar o a recordar una grave consecuencia implícita en la gnoseología idealista, que ya ha sido señalada varias veces y que es necesario tener presente como una señal de alarma, una luz roja de alerta, para aquellos que no tuvieran el tiempo o el modo de adentrarse, para descubrir el error, en las difíciles disquisiciones de las filosofías idealistas, por otra parte con notables diferencias las unas de las otras, las unas más cercanas al realismo, las otras menos, dado que siendo el realismo el instrumento natural de la razón, el idealismo se ve constreñido a servirse de esta tendencia inevitable de la razón para validarse a sí mismo, pero haciéndolo de tal modo que luego el idealista se refuta a sí mismo, como he dicho al inicio de este exámen.
----------Recuerdo un proverbio que mi madre solía citarme de vez en cuando, aprendido a su vez de su madre: "Chi non s’accontenta dell’onesto, perde il manico con tutto il cesto". Lo que intento decir es que si el defecto de ciertas gnoseologías, como el fenomenismo, el empirismo, el materialismo, el sensismo, el freudismo, el positivismo, es el de embrutecer al hombre poco por encima del nivel de las bestias, encogiendo el cerebro y bloqueando la elevación de la mirada hacia lo alto, la mira y la ilusión del idealismo es todo lo opuesto: la pretensión de asegurar al hombre una amplitud de mirada y objetivo, un saber, un poder y una libertad que sólo pueden pertenecer a Dios. Si la tentación de las primeras gnoseologías son los vicios de la carne, la orientación del idealismo es el panteísmo que se resuelve en la gnosis y en la magia.
----------Este segundo aspecto lo ha puesto particularmente en luz en sus estudios Julius Evola. Los idealistas de hoy rechazan indignados la acusación de magia, dado que se consideran la encarnación de la Ciencia y de la Razón absoluta; sin embargo, quien conoce la historia de la filosofía sabe cuánta simpatía los idealistas han tenido, pero sin hacerlo demasiado notorio, por un gran filósofo como fue Giordano Bruno, quien abiertamente hacía profesión de magia derivada lógicamente de su monismo panteísta y metafísico, que por lo demás es una de las características fundamentales de todo idealismo inmanentista que se respete.
----------Esta aspiración impía y transgresora del espíritu es ya conocida por la antigua religión griega y es denominada con el término ybris, que podríamos traducir por: presunción, orgullo, arrogancia, violencia, prepotencia en el pensamiento y, por consecuencia, en la acción, en la teoresis y luego en la moral. También decimos: soberbia, narcisismo, prometeísmo, desacralización, auto-referencialidad, super-homismo, auto-divinización. Pensemos en el mito de Ícaro y de Prometeo.
----------Quien apunte demasiado alto, se precipitará ruinosamente hacia abajo. Decía Pascal: "El hombre no es ni ángel ni bestia, y lo malo es que el que quiere ser el ángel hace la bestia". Y de hecho no es difícil demostrar el parentesco del idealismo pseudoteísta con el materialismo ateo. Ya ha sido bien demostrada la derivación del ateísmo marxista de la pseudo-teología, hoy lamentablemente admirada, de Hegel.
----------Vale tener siempre presente que la soberbia de quien se cree Dios, o poco menos, puede ser a veces castigada con la demencia psíquica. Tenemos un Nietzsche para demostrarlo. La confusión del ser con el pensamiento puede terminar resolviéndose en la confusión de la realidad con la fantasía, es decir, puede justificar la alucinación o, por el contrario, la teoría idealista del conocimiento puede ser interpretada como sublimación o apoteosis de la alucinación como ideal de la verdad y del saber.
----------Dicho en otras palabras: la demencia puede ser confundida con la mística o el arte sublime. El romanticismo alemán, contemporáneo del idealismo, no siempre parece exento de este riesgo, sin menoscabo de la belleza del arte. Como alguien ha dicho: genio y desarreglo moral.
----------¿Qué es, de hecho, la alucinación? Es aquel fenómeno patológico o desorden de la sensibilidad asociado a la imaginación, por el cual el sujeto está convencido de sentir cosas del espacio externo, que en realidad no existen y son pura elaboración de su sensibilidad enferma. Pensemos en el fenómeno de la droga o en los estados delirantes. El idealismo es como una alucinación lúcida.
----------Tengamos en cuenta por otra parte que, para definir la alucinación como patología, es evidente que se necesita partir de una concepción realista del conocimiento, ya que si, como para Berkeley y para Rahner, el ser se resuelve en el ser pensado o, como dice también Hegel, si la cosa coincide con el concepto de la cosa, ¿cómo distinguir entonces la falsa representación o la apariencia de la realidad? El fenómeno alucinatorio en el cuadro del esse est percipi deviene sorprendentemente la función normal del conocer. No es ya posible distinguir el error de la verdad, la apariencia de la realidad, el espectro del hombre de carne y hueso, el sueño de la vigilia, la alucinación de la sensación normal, la normalidad psíquica de la enfermedad mental.
----------El resultado final, en lugar de ser el pensamiento que se eleva al Absoluto, será en cambio el sujeto embriagado de sí mismo, en una vacía estima de sí, que se encierra en sí mismo en su propia obstinación y en su propia soberbia, se esteriliza por falta de alimento espiritual y se alimenta de ilusiones, de vanas o morbosas sombras y apariencias en lugar de la realidad. Sin embargo, él sabe vender su mercadería, porque es venerado por una muchedumbre que ve en él al genial escalador de las cimas de la verdad.

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