domingo, 13 de noviembre de 2022

La necesidad de redescubrir la doctrina escolástica de los trascendentales y de advertir el peligro del trascendental moderno

Es necesario advertir lo peligroso que es hoy el uso del término "trascendental", derivado del idealismo alemán, y de modo particular el uso de la noción rahneriana de "experiencia trascendental", jamás aprobada por la Iglesia y que nada tiene que ver con aquel sano realismo, sobre todo tomista, que desde hace siete siglos es recomendado por la Iglesia, hasta el Concilio Vaticano II y el Magisterio subsecuente hasta el papa Francisco, como la filosofía más adecuada para interpretar tanto la divina Revelación, como el sentido del lenguaje y de las nociones dogmáticas que nos vienen propuestas por el Magisterio de la Iglesia. [En la imagen: fragmento de "Santo Tomás de Aquino", óleo sobre lienzo de 1610-1615, de Juan de Peñalosa, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Córdoba, España].

----------Debemos ser modernos, pero en el respeto a la verdad. De lo contrario seríamos modernistas, lo cual es la falsa modernidad, es decir, esa modernidad de la que se asumen no sólo sus conquistas válidas (lo cual es correcto y necesario), sino también sus errores. En el campo filosófico y teológico desde hace tiempo en muchos ambientes se suele contraponer lo que viene llamado "trascendental clásico" o "trascendental escolástico" con el denominado "trascendental moderno", con el obvio sobreentendido de que, dado que vivimos en el siglo XXI y no en el Medioevo, si queremos ser "modernos", estamos obligados a asumir el segundo y no el primero, que viene considerado decididamente superado, por no decir falso.
----------Los seguidores del trascendental "moderno", así llamado por ellos con sentimiento de orgullo, o más bien de jactancia, miran por otra parte con un mal disimulado compadecimiento a los partidarios del trascendental escolástico-tomista, sin renunciar a una sutil autoestima por la propia liberalidad y tolerancia hacia esos retrasados escolásticos que han sido irremediablemente superados por la historia. Y en cambio, los autoproclamados "modernos", que no desdeñan el apelativo de "trascendentalistas", no saben, los pobrecitos, hasta qué punto están superados por un auténtico progreso filosófico y teológico. Pero no sólo superados, sino, lo que es todavía peor, excluidos del camino de la verdad.
----------¿Pero qué es ese bendito "trascendental", con el cual hoy tantos se llenan la boca pensando así que sólo por decir esa palabra han de ser admitidos en el templo de la suprema sabiduría y de la más actualizada teología postconciliar? La palabra en sí misma es venerable y fundamental para quien desea cultivar ese saber últimamente y originariamente fundante e incontrovertible, universal y saludable, saber supremo de la razón, perfectum opus rationis, como decía santo Tomás de Aquino [1225-1274], que es la metafísica.
----------La historia del significado de este término es muy interesante e instructiva no solo para los teóricos de profesión, sino también para todos nosotros, creyentes y no-creyentes, ya que toca las bases de la razón, del conocimiento y de la realidad, con decisivos reflejos en la moral, en la teología y en la religión.
----------Pero ante todo expliquemos el significado originario y la importancia de esta palabra. Ella surge como término no del todo igual, pero con el mismo contenido conceptual, con santo Tomás de Aquino, en su comentario a la Metafísica de Aristóteles [384-322], quien habla de "propiedades" del ente en cuanto ente, que pertenecen por lo tanto a todo ente no en cuanto es tal ente, sino en cuanto es ente, es decir, en cuanto es algo existente de algún modo. Pues bien, el Aquinate llama trascendentia (= trascendentes) a tales propiedades que cubren toda la extensión del ente en todos los niveles, de modo que no se encuentra un ente que no las tenga, aunque en modos diversísimos, desde el mundo hasta Dios.
----------Pero lo que aquí santo Tomás de Aquino llama "trascendente", los metafísicos posteriores han preferido llamarlo "trascendental", distinguiendo así trascendente de trascendental como dos conceptos diferentes. En santo Tomás existe ya la clara conciencia de que se trata de dos conceptos distintos, pero su lenguaje aquí no tiene la precisión que habría de asumir luego en sus discípulos, fieles a su enseñanza, pero precisamente por eso mismo, preocupados de una mayor precisión del lenguaje.
----------De hecho, ¿en qué se distinguen los dos conceptos? Que lo trascendental, como he dicho, pertenece al ente como tal, por finito o infinito que sea, material o espiritual, mundano o divino. Así se distinguen seis trascendentales, que lamentablemente aquí no hay espacio para ilustrar uno por uno, por lo cual remito al lector a cualquier buen tratado de metafísica, y son: lo uno, lo real, lo algo, lo verdadero, lo bueno y lo bello.
----------¿Qué es, en cambio, lo trascendente? Es la cualidad de un cierto ente, podríamos decir un determinado ente categorial, que engloba un cierto género de ente, sobre todo el ente o sustancia espiritual, en cuanto ella está más allá o va más allá de un cierto límite. De hecho, el verbo latino transcendere está compuesto de trans, que significa: ultra, más allá, y scandere, que significa: elevarse, superar, ir más allá. Lo trascendente, por tanto, puede ser efectivamente el espíritu que, con la actividad del intelecto y de la voluntad, va más allá de las cosas materiales y también más allá de sí mismo para alcanzar valores superiores y excelsos, precisamente llamados trascendentes, al vértice de los cuales está Dios, supremo Ente trascendente. Así el "cielo", en la Biblia como en todas las religiones, es el símbolo de lo trascendente que es sobre todo el mundo del espíritu.
----------¿Pero qué ha sucedido con el surgir del idealismo a partir de Descartes? Que se ha comenzado a entender la metafísica no ya como fundada en la experiencia de los entes sensibles, es decir, en las cosas que nos circundan o en nuestro propio cuerpo, para elevarse desde allí, como del efecto a la causa o del signo al significado, a nuestra autoconciencia y al conocimiento del mundo y de las otras personas, del espíritu en general y finalmente de Dios mismo, para recabar de aquí un concepto analógico y diversificado del ente, tal como para poder comprender de algún modo en este único concepto, a todos los entes.
----------En cambio, con René Descartes [1596-1650], muchos filósofos han comenzado a pretender pasar por alto la experiencia sensible, neciamente considerada poco fiable o nada fiable, para captar inmediatamente, perfectamente y originariamente, como si fuéramos espíritus puros, el acto de nuestro pensar (que sería entonces un dudar que propiamente no es un verdadero pensar, sino un simple oscilar de la mente) y con ello mismo, como es bien sabido, nuestro propio existir como pensantes en acto (res cogitans).
----------Pero el caso ha sido que los idealistas no se han olvidado del todo del antiguo trascendental o trascendental escolástico, que se refería al ente como tal. De hecho, con Descartes, el cual resuelve el contenido de la metafísica en la autoconciencia, nace, por así decirlo, al menos implícitamente, un nuevo trascendental que sería el yo. Se trataba del famoso cogito cartesiano. Ahora bien, sin embargo, en realidad el yo no es un trascendental, sino un ente categorial, es decir, un ente entre otros entes.
----------Luego llegará Immanuel Kant [1724-1804], quien tendrá la bella idea de llamar "trascendental" no al conocimiento del ente objetivo y externo al pensamiento -lo que él llama la "cosa en sí"- sino al "modo de conocer a priori los objetos, como modalidad a priori del conocer". Nace así el llamado "a priori" que tendrá una fortuna inmensa entre los idealistas hasta nuestros días, hasta Karl Rahner [1904-1984].
----------¿Qué es el a priori kantiano? A decir verdad, el término ya existía desde antes en la filosofía escolástica, pero su sentido era otro. Lo a priori en la filosofía escolástica significaba, como dice la palabra misma: a priori = deducido desde lo que está primero, desde lo que está al inicio, un principio o lógico u ontológico, que sirve para la demostración científica. Sin embargo, se suponía que este principio fuera previamente extraído partiendo de la experiencia, según la gnoseología de Aristóteles y de santo Tomás de Aquino.
----------En Kant, en cambio, queda el conocimiento trascendental pero desaparece el ente trascendental, o quizás mejor dicho: queda sólo la res, la realidad externa, que es en Kant residuo evidente del precedente realismo, la famosa "cosa en sí" (Ding an sich), de la cual sabemos que existe pero no sabemos qué es. La conocemos sólo como se nos aparece a nosotros, el famoso "fenómeno" kantiano.
----------¿Pero qué es la "cosa en sí" conocida como "fenómeno"? Probablemente se trata de la realidad sensible, porque, por cuanto respecta al conocimiento de la naturaleza y de las funciones del espíritu y de la razón humana, Kant, con su famosa Crítica de la razón pura, está convencidísimo de haber encontrado la verdad, por lo cual la misma la razón pura deviene objeto de una nueva y fundada metafísica.
----------¿Pero, en este punto, qué ha sido de lo trascendental? Kant se burla de los trascendentales escolásticos y, habiéndose fundado en el cogito cartesiano como único objeto fundamental de la metafísica, acaba por rechazar los trascendentales ontológicos de la escolástica, para reducirlos todos a un único trascendental que es el cogito. Escolásticamente hablando se podría decir que todo viene reducido al verum, es decir al pensamiento, que él trata de fundar en la Crítica de la razón pura. Y éste será el principio fundamental del idealismo subsecuente, aunque luego Kant no olvide por completo los demás trascendentales. De hecho, como es bien sabido, él dedicará de algún modo al bonum la Crítica de la razón práctica, y al pulchrum la Crítica del juicio.
----------Ahora bien, en lugar del unum tenemos en Kant la actividad unificadora del intelecto. Pero hay que decir que en Kant esta consideración del unum es insuficiente, a tal punto que tendremos su famoso dualismo entre el "Yo pienso" y la "cosa en sí", es decir, entre el elemento idealista (el cogito cartesiano) y el realista, que reclama o recuerda el ente objetivo y trascendental de los escolásticos.
----------En este punto llega Johann Gottlieb Fichte [1762-1814], el cual intenta resolver este dualismo acentuando la función del cogito cartesiano que reaparece en el "Yo pienso" kantiano, mientras que por cuanto respecta a la "cosa en sí" viene negada su exterioridad al pensamiento y se la vuelve inmanente al pensamiento, o bien al Yo. Ella se reduce a ser un "no-Yo" puesto por el "Yo" en lo interno del "Yo".
----------Sin embargo, como se trata de un "Yo absoluto", Fichte siente la necesidad de distinguirlo del yo humano, consciente de los límites de este último. Excepto que, sin embargo, el Yo absoluto no trasciende del todo al yo empírico, sino que se erige como un ideal que atrae la acción humana, la cual, sin embargo, nunca lo alcanza. Aquí tenemos una especie de teorización filosófica del característico tormento romántico de la Sehnsucht. Para Fichte, lo trascendental sigue siendo evidentemente el Yo, pero Fichte no usa este término.
----------En cuanto a Friedrich Schelling [1775-1854], él se da cuenta de este sentimiento de frustración que suscita la ética fichtiana y cree poder resolver este nuevo dualismo con un nuevo impulso hacia la inmanencia, naturalmente siempre permaneciendo en la línea del cogito, por lo cual Fichte se ha hecho famoso por haber fundado el Sistema del idealismo trascendental, donde él retoma el principio del Yo fichtiano, que él llama Sujeto, pero este Sujeto en Schelling no pone un objeto incapaz de identificarse con el Sujeto, sino un objeto que se identifica totalmente con el Sujeto. En términos teológicos, se puede decir que se ha llegado a ese panteísmo, es decir, a esa identificación entre el hombre y Dios, hacia la cual Fichte tenía una cierta moderación. Por eso el trascendental schellingiano es un trascendental panteísta.
----------En cuanto a Georg Wilhelm Friedrich Hegel [1770-1831], también él, como Fichte, casi no habla de lo trascendental, sin embargo, el concepto idealista de lo trascendental no viene en absoluto negado, sino de alguna manera racionalizado respecto a Schelling, el cual tenía una tendencia más mística y poética, que lo llevaba a negar en el Absoluto, que entonces era el "Yo absoluto" de Fichte, cualquier diferenciación interna. Tal falta de distinciones en el Absoluto dará ocasión a Hegel de pronunciar aquella famosa frase: "El Absoluto de Schelling es como esa noche en la cual todas las vacas son negras".
----------Por el contrario, el trascendental hegeliano se presenta bajo varios títulos: "Razón absoluta", "Idea absoluta", "Ciencia absoluta", "Ciencia de la lógica", "Concepto absoluto", "Espíritu absoluto". La unidad de este trascendental es así una unidad dialéctica, por la cual el ser se identifica con el no-ser en el devenir, en modo tal que al final el ser coincide con el devenir. Al mismo tiempo, se mantiene la identidad del pensamiento con el ser, que ya aparece con Schelling. Así, el panteísmo hegeliano es de carácter gnóstico e historicista.
----------Ahora bien, de Hegel parten subsecuentemente dos direcciones diferentes: por un lado parte la corriente de Edmund Husserl [1859-1938], el fundador de la fenomenología y de su lógica, la cual es una reanudación de la lógica hegeliana, pero al mismo tiempo hay una cierta recuperación del realismo, porque Husserl redescubre la noción escolástica de la intencionalidad (el esse intentionale), como acto con el cual la conciencia, aunque concebida en clave cartesiana, capta o intuye el objeto (Wesenschau) entendido como esencia o "ente fenomenológico", el cual no es el ente en sí (que viene puesto "entre paréntesis"), sino que es el ente tal como aparece a la conciencia, denominado "correlato de la conciencia".
----------De tal manera, la así llamada lógica trascendental de Husserl se propone "construir" lo pensado mediante la tarea de "conferir sentido" al mismo objeto del pensamiento. En tal modo, el objeto no tiene un significado en sí, por cuenta propia, independientemente del sujeto, sino que le viene conferido a priori por el mismo sujeto, precisamente mediante su actividad cognoscitiva.
----------La otra dirección, distinta a la anterior, que parte de Hegel, alrededor de los mismos años, es decir a principios del siglo XX, durante los cuales trabajó Husserl, es la de Giovanni Gentile [1875-1944], fundador del así llamado idealismo actual, para el cual el ser se resuelve en acto del pensar, o del llamado "yo trascendental", también llamado "autoconciencia" o "autoconcepto".
----------El trascendental gentiliano viene así a ser la total inmanencia del ser en el yo pensante con la declarada exclusión de cualquier trascendencia, incluida la teológica, por lo cual en el pensamiento de Gentile viene confirmado el panteísmo hegeliano en la identificación del hombre con Dios.
----------En base a estas consideraciones, el lector debería darse cuenta con claridad, al menos cuan peligroso o equívoco es hoy el uso del término "trascendental", derivado de la filosofía del idealismo trascendental alemán. Me refiero en modo particular al uso frecuente de este término por parte de Karl Rahner [1904-1984], quien, como es bien sabido, añade a este adjetivo un nuevo sustantivo, hablando de "experiencia trascendental", tras la inspiración del existencialismo fenomenológico de Martin Heidegger [1889-1976].
----------Lamentablemente, la noción rahneriana de "experiencia trascendental" nada tiene que ver con aquel sano realismo, sobre todo tomista, desde hace siete siglos recomendado por la Iglesia, hasta el Concilio Vaticano II y el Magisterio subsecuente, como la filosofía más adecuada para interpretar tanto la divina Revelación, como el sentido del lenguaje y de las nociones dogmáticas que nos vienen propuestas por el Magisterio de la Iglesia.
----------En efecto, mientras la Iglesia no ha aprobado para nada el sentido que Rahner da a su "trascendental", sino que lo ignora completamente, por el contrario y en muchas ocasiones nos exhorta enérgicamente a redescubrir el auténtico sentido realista de la doctrina escolástica y tomista de los "trascendentales", como garantía de ese redescubrimiento de la metafísica, necesaria, según las propias palabras de la Iglesia y de los mejores filósofos y teólogos de hoy, para restituir auténtico fundamento al pensar, al saber y al actuar del hombre a la luz de la Palabra de Dios para la edificación de una sociedad justa y de una Iglesia que sea verdadera comunión de hermanos bajo la guía del Espíritu Santo.

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