lunes, 21 de noviembre de 2022

La antipatía por Santo Tomás de Aquino (2/2)

Tomás de Aquino nos muestra que es posible construir un humanismo con las solas fuerzas de la razón, fundándose en la metafísica y elevándose luego a la teología natural. Es probablemente a este humanismo de la razón y de la metafísica al que se refiere el papa Francisco, cuando exhorta a todos los pueblos a la fraternidad y les propone un pacto educativo común. Dios no viene nombrado, no porque sea excluído, sino porque está sobrentendido. [En la imagen: fragmento de "Santo Tomás escribiendo el Himno del Santísimo Sacramento", óleo de Giovanni Barbieri Guercino, de 1662, actualmente en la Basílica de Santo Domingo en Bologna, Italia].

El sentido de la universalidad del Doctor communis Ecclesiae
   
----------La teología científica o escolástica no puede no tener un valor objetivo universal, aun cuando ella, como producto del hombre, esté sujeta al error. Sin embargo, con sus búsquedas, descubrimientos y propuestas -y aquí Tomás es ejemplarmente modelo- es de ayuda al Magisterio de la Iglesia para el enriquecimiento de su doctrina y también con vistas a la preparación de nuevas definiciones dogmáticas.
----------El saber teológico es un saber objetivo, cierto y universal y, en tal sentido, inmutable. Los descubrimientos teológicos se asemejan a los descubrimientos geográficos: si hasta el descubrimiento de Cristóbal Colón no se sabía de la existencia de América, desde el momento del descubrimiento es imposible volver para atrás y hacer como si se ignorara la existencia de América. Una vez que santo Tomás de Aquino ha demostrado la inmortalidad del alma, sería necedad dudar o negar la inmortalidad del alma. Por lo tanto, por méritos especiales como éste, la Iglesia ha nombrado a santo Tomás "Doctor común de la Iglesia". Pero al mismo tiempo, como es bien sabido, también existen en la Iglesia diversas corrientes teológicas, que dan espacio a la diversidad de las opiniones y a una legítima libertad de pensamiento.
----------Tomás nos enseña que si se quiere ser católicos (kath'olikós = lo-que-es-en-todas-partes), no se capta lo universal si se desprecia la abstracción. La necesidad exagerada y fuera de lugar de concreción conduce a la miopía, al materialismo y al sensismo, a aquello que el Aquinate llama "hebetudo sensus" (cf. Summa Theolgiuae II-II, q.15, a.3), signo de obtusidad del espíritu, de embotamiento o torpeza mental, propio, como diría san Pablo, de una mente "carnal", porque el intelecto no funciona sino abstrayendo, sobre todo en el campo del conocimiento espiritual y sobrenatural. El intelecto, en la práctica, debe captar lo concreto, pero elevándose por encima del espacio-tiempo, más allá de la física, a la metafísica.
----------Por eso, la vida sobria, la práctica de los votos religiosos y las austeridades ascéticas favorecen la metafísica, la teología especulativa y la inteligencia espiritual. Todo Sacerdote o Religioso, como santo Tomás, para no caer en el devocionalismo y en las futiles querellas y vanidades de la vida cotidiana, para dar verdadero sabor a su vida, para ser "sal de la tierra" y mantener en alto su empeño ascético, deberá tener el gusto o al menos la admiración por la metafísica, aunque no tenga que enseñar teología en Roma y tenga que ser capellán del hospital o párroco rural o ecónomo de convento.
----------Es necesario saber renunciar a las cebollas de Egipto para saborear con los sentidos del espíritu, como dice san Buenaventura, la aparente insipidez del maná caído del cielo, alimento que nutre la mente de las realidades celestiales reveladas en la fe. Panem de caelo prestitisti eis.
----------Tomás de Aquino es uno de aquellos santos, bastante raros, a decir verdad, pero frecuentes en la Orden de Santo Domingo, que se apasionan por un tema abstracto, que parece dejar fríos o indiferentes a muchos, pero que en realidad toca y hace vibrar una cuerda particularmente sensible del espíritu humano: la de la verdad. Tomás va en esto extremadamente a fondo, conoce muy bien el corazón humano, sabe cómo llegar a él y captarlo, sacude imperturbable las bases de la conciencia para fortalecerlas, se abre el camino en el bosque, derriba monstruos pavorosos, allí donde se juega precisamente el destino eterno del hombre, y por eso con su pueril simplicidad, su consumada prudencia y su ardiente caridad, suscita ora los consensos más entusiastas, ora las más enérgicas reacciones de rechazo, por no hablar del odio.
----------Los fidelísimos perseveran a lo largo de los siglos, siempre golpeados y jamás abatidos. Otros, los cabecillas de la cultura dominante, de tanto en tanto quisieran terminarla con este aguafiestas, "piedra de tropiezo y piedra de escándalo" (1 Pe 2,8). Tomás, por su parte, toma en su mano las serpientes sin quedar envenenado, habla de la herejía con la objetividad del científico, con la emoción contenida y la calma premurosa del médico, mientras desencadena en torno el escándalo de los fariseos.
----------En cambio hoy, en reacción a un pasado, en el cual se ha dramatizado demasiado sobre este tema y se ha excedido en la severidad, en los juicios fáciles y en el horror, hoy se ha perdido de vista el cuadro o marco terapéutico en el cual debe ser insertado el problema de la herejía, por lo que hoy asistimos a un clima de irresponsabilidad y de superficialidad, donde de la herejía no se habla o se da la incapacidad de ser objetivos y la explosión de un clima emotivo de sobreexcitación o de amarga ironía; he aquí la agresión contra quienes plantean con las mejores intenciones la cuestión, como si fueran el ogro de las fábulas infantiles. Sería como escandalizarse por el hecho de que un médico trate las enfermedades.
----------Es urgente volver a hablar de la herejía en aras y por amor de la verdad, con el debido equilibrio, con juiciosa valoración, con modestia, caridad, valentía y prudencia, espíritu de servicio a las almas, voluntad para ayudar a los pastores en su nada fácil tarea, y para derrotar los poderes de la mentira y del mal.
   
Tenemos necesidad de teólogos santos
   
----------No parece que hoy tengamos una clara percepción de la relación de la teología con la santidad. Por lo general hoy se hace difícil comprender cómo un teólogo pueda ser santo con esas virtudes propias de la santidad que son la misericordia, la sed de Dios, la simplicidad, la humildad, la honestidad, el amor a la Cruz, la valentía profética, la parresía, el discernimiento de los espíritus, la pureza doctrinal, la piedad religiosa, la obediencia a la Iglesia, el odio hacia lo falso, la sabiduría, la caridad hacia el prójimo, la lucha contra Satanás y el desprecio por el mundo. El modelo rahneriano de teólogo, que hoy tanto éxito tiene, ciertamente no ayuda, sino que por el contrario produce rebeldes, pedantes, narcisistas, hipócritas, presuntuosos y falsos místicos.
----------Hoy se vuelve difícil comprender la utilidad eclesial de las causas de beatificación que tienen los teólogos. Por otra parte, quizás por la misma escasez de teólogos santos, actualmente las causas de beatificación parecen mayoritariamente orientadas a la valorización de las obras sociales y asistenciales, expresión de la misericordia corporal, cosa ciertamente óptima, a la cual todos somos sensibles, y de la cual siempre tenemos necesidad, por lo cual estas causas tienen el éxito asegurado; pero, gracias a Dios, en este campo no es necesario tener una fe católica explícita, sino que es suficiente ese buen corazón y ese sentido de humanidad, que pertenecen también al no-creyente honesto, que podría corresponder al samaritano del Evangelio.
----------Donde, en cambio, escasean verdaderamente los obreros del Evangelio es en el campo de las obras de la misericordia espiritual, que atañen a las necesidades espirituales del pueblo, obras en sí mismas mucho más importantes que las corporales, porque son las atinentes a los valores específicos del catolicismo. Y aquí el agente de misericordia espiritual debe frecuentemente comenzar por suscitar el interés y la necesidad por las cosas del espíritu, porque, si bien alguien sano de mente percibe sus necesidades materiales, pocos se dan cuenta de la superior importancia de las necesidades espirituales.
----------Y aquí evidentemente no basta el buen samaritano, no basta estar dotados de una fe propia del creyente común, sino que se necesitan hombres con una fe particularmente robusta e iluminada, porque deben estimular, corregir, fortalecer y proteger la fe del creyente común, de modo similar a como el médico en el campo de la salud física y del tratamiento de las enfermedades debe poseer un saber muy superior al del común paciente.
----------Pero aquellos así llamados teólogos, tal vez docentes en Facultades pontificias o seminarios diocesanos (no hago nombres), que, por su ignorancia y desobediencia al Magisterio de la Iglesia, se dejan burlar en materia de Catecismo por la verdulera o el panadero o el quiosquero, que los absuelve de su gravísima responsabilidad, ¿qué dirán un día ante el tribunal de Cristo, suponiendo que crean en ello?
----------Por consiguiente, oficio importantísimo del teólogo, hoy como nunca antes, es el de estimular a la santidad a sus colegas teólogos, y proponer la santidad propia del teólogo, sobre el modelo del Aquinate, dando el ejemplo de una irreprensible fidelidad a la Palabra de Dios, a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia, junto con el cortejo de todas las virtudes que hacen a la santidad.
----------A decir verdad, de poco cuenta la doctrina, aun cuando fuera sana, si ella no es testimoniada por la santidad, que inspira un modo de hacer modesto y servicial, ajeno al altivo y oracular, que a veces se encuentra en los catedráticos, los cuales como suele decirse "la hacen caer de lo alto". El santo teólogo, aún inspirando veneración por la sacra doctrina, está todo él dedicado a satisfacer las necesidades espirituales del prójimo, sobre todo de aquellos que yacen "en las tinieblas y en la sombra de la muerte" (Lc 1,79). Y no estamos hablando de los daños que hacen quienes difunden una falsa doctrina.
----------Tenemos necesidad de médicos del espíritu, doctos, expertos y preparados, que sepan diagnosticar las enfermedades y brindar curas eficaces. Tenemos necesidad de pastores que tomen cuidado por la custodia de la fe, que protejan a las ovejas de los lobos, que liberen a los fieles de los errores.
   
La confrontación con la modernidad
   
----------Antes de seguir adelante con esta nueva puntada de nuestra reflexión, aclaremos una cuestión semántica que constituye hoy un pequeño problema para entendernos los que hablamos el idioma español. Vuelvo a usar aquí el término "confrontación", porque es el preciso y específico para el concepto que quiero transmitir, pero, lamentablemente, hoy hemos perdido el sentido originario de esa palabra.
----------La confrontación es la acción y efecto de confrontar, que viene del latín medieval confrontari, que quiere decir "estar próximo" (de con: con y frons: frente). De ahí que confrontar puede significar carear a dos personas o cotejar dos cosas, o compararlas, por ejemplo cotejar escritos. El confrontar es el estar una persona o una cosa frente a otra. Por tanto, en su sentido originario y general no es el disputar ni el litigar ni el enfrentarse, tal cual hoy nos suena cuando usamos la palabra confrontación.
----------Esta breve aclaración semántica es importante y útil porque si, como es ahora nuestro caso, hablamos por ejemplo de la "confrontación del Evangelio con la modernidad", podemos entender tal frase en su recto sentido: un poner frente a frente la Palabra de Cristo con el mundo moderno, para una comparación, un cotejo, un careo, una criba de los aspectos positivos y negativos de la modernidad a la luz de los criterios evangélicos (y no al revés, como quieren los modernistas: expurgando del Evangelio todo aquello que no condice con la modernidad). O bien podríamos entenderlo como lo hacen los pasadistas: confrontación como total oposición y disputa, rechazando la modernidad como un totum, sin distinguir sus aspectos positivos de aquellos negativos, confundiendo modernidad con modernismo.
----------Pues bien, tenemos necesidad de teólogos que sepan confrontar la modernidad, sin condenas globales, pero también sin sujeción, separando el grano de la paja, el trigo del lolio, siguiendo el ejemplo de grandes teólogos como Fabro, Congar, Daniélou y Maritain. Por eso Maritain llama acertadamente a Tomás "apóstol de los tiempos modernos" (El Doctor Angélico, DDB, Buenos Aires 1942). Como señala Maritain, Tomás es también ejemplo por el modo cómo ha sabido confrontar la modernidad de su tiempo, marcada por el ingreso de Aristóteles en París. Tomás ha sabido, por una parte, valorizar el Estagirita, superando el tradicionalismo de los agustinianos y de san Buenaventura; pero por otra parte también ha sabido evitar los errores del Filósofo, por los cuales los se habían dejado seducir los innovadores, como Siger de Brabante.
----------La doctrina de Tomás, a excepción de algunos opúsculos de tipo divulgativo, ciertamente está hecha para los teólogos, por lo cual él se expresa en el lenguaje técnico de la teología. Pero esto no impide en absoluto que los mismos teólogos puedan presentar al pueblo y a los fieles comunes los conceptos principales de Tomás en un lenguaje simple y adecuado a ellos, tanto más porque no son conceptos de opiniones privadas, sino óptimas mediaciones de la Palabra de Dios. El lenguaje ddel Concilio Vaticano II traduce en lenguaje moderno el lenguaje escolástico de santo Tomás. Es fácil reconocer detrás de los términos del Concilio los conceptos del Aquinate o al menos ver su perfecto acuerdo con ellos.
----------Es claro también que, por más que Tomás sea ese genio que ha sido, nada impide a Dios hacer surgir un teólogo superior a santo Tomás, que pueda ser alabado y recomendado como él por la Iglesia, así como Tomás ha superado a aquellos que lo habían precedido. Pero no es necesario que Dios ponga uno solo por encima de todos: también podría ofrecer a la Iglesia un conjunto de ejemplos. Pero hasta ahora la Iglesia no ha reemplazado al Aquinate con nadie más. No está excluído que los rahnerianos ejerzan presiones sobre el Papa para que le conceda a Rahner tal honor.
----------Pero del papa Francisco, más allá de alguna expresión que pueda saber a rahnerismo, y aunque el Papa está abierto a los aspectos positivos del rahnerismo y cite muy poco al Doctor Communis Ecclesiae, no ha llegado ni el más mínimo indicio en este sentido y de hecho el Sumo Pontífice reiteradamente ha condenado el idealismo, el pelagianismo y el gnosticismo, que son errores rastreables también en el rahnerismo, aunque no exclusivamente suyos. A decir verdad, y para ser completamente justos para con el Santo Padre en este aspecto, hoy debemos decir claramente que el papa Francisco recientemente ha reconfirmado a santo Tomás de Aquino como Doctor Común de la Iglesia (tal como lo hemos informado en un reciente artículo).
   
Santo Tomás, Doctor Humanitatis
   
----------Este es el título que san Juan Pablo II ha querido dar a santo Tomás en ocasión de un discurso que él pronunció el 29 de septiembre de 1990 en la clausura del IX Congreso Tomista Internacional, organizado por la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás, que había asumido como tema general de sus albores, como afirma el mismo Papa, "la figura y el valor de santo Tomás como 'Doctor humanitatis', como yo mismo lo he definido al concluir el precedente Congreso de 1980". Así por tanto dijo el Papa:
----------"A Santo Tomás, por su concepción del hombre y de la naturaleza humana como entidad sustancial de alma y cuerpo, por el amplio espacio concedido a las cuestiones 'De homine' en la Summa y en otras obras, por la profundización y la clarificación a menudo decisiva de tales cuestiones, bien se le puede atribuir también la calificación de 'Doctor Humanitatis', en estrecha vinculación con una esencial relación con las fundamentales premisas y con la misma estructura de la 'Ciencia de Dios'. De hecho, él inserta su tratado 'De Homine' en el 'De Deo creatore' (cf. I, q.75ss.), en cuanto el hombre es obra de las manos de Dios, lleva en sí la imagen de Dios y tiende por su naturaleza a una siempre más plena semejanza con Dios (cf. I, q.93)" (publicación a cargo de la Pontificia Academia de Santo Tomás, Libreria Editrice Vaticana 1990, pp.6-7).
----------El Tomás teólogo apoya su teología sobre la antropología y la antropología sobre la metafísica. Tomás es fundador del humanismo cristiano. Pero propone un humanismo fundado en razón antes que estar fundado sobre la fe y sobre la revelación cristiana. La revelación, según Tomás, confirma, integra y sobreeleva a la filiación divina, ese humanismo que ya la razón natural de todo hombre sabe construir por sí misma fundándose sobre la metafísica. Del hombre, luego, la razón recaba la moral, se eleva a Dios y abraza el don de la fe: conocimiento del hombre a la luz de la fe. "Humanismo integral", para usar el título del famoso libro de Maritain, es por tanto el humanismo tomista, que añade el aporte de la fe al conocimiento de la razón.
----------Pero Tomás nos muestra que es posible, en línea de principio, construir un humanismo con las solas fuerzas de la razón, fundándose en la metafísica y elevándose luego a la teología natural. Es probablemente a este humanismo de la razón y de la metafísica al que se refiere el papa Francisco, cuando exhorta a todos los pueblos a la fraternidad y les propone un pacto educativo común. Dios no viene nombrado, no porque sea excluído, sino porque está sobrentendido.

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