miércoles, 30 de noviembre de 2022

El idealismo modernista de Gustavo Bontadini

La verdadera concepción cristiana y tomista, perfectamente adaptada también a la modernidad, porque dicha concepción es sabiduría perenne, es la de una unión del hombre con Dios que no confunda las naturalezas, aunque sea una unión fundada sobre la íntima presencia de la Causa primera en su creatura, y más aún siendo don de gracia al hombre que lo vuelve hijo de Dios, a imagen de Cristo y partícipe de la vida divina.

----------Un aspecto importante del modernismo actual (sobre todo el que hoy afecta notoriamente a Italia y que, desde el centro de la cristiandad, se expande de un modo u otro a toda la Iglesia) tiene su origen, ya desde los años lejanos del fascismo, de la obra de Gustavo Bontadini [1903-1990] en la Universidad Católica de Milán, la cual ya en aquel tiempo, sobre todo con la dirección de monseñor Francisco Olgiati [1886-1962], advertía la urgente necesidad de una seria confrontación del tomismo con el pensamiento moderno, como ya estaban haciendo en Francia pensadores de la talla de Jacques Maritain [1882-1973] y otros dignos y valerosos filósofos y teólogos católicos, anticipando en tal modo aquello que habría de ser luego el impulso dado por el Concilio Vaticano II al progreso y a la sana modernización de la cultura católica.
----------Gustavo Bontadini, discípulo de Olgiati, retomó la sugerencia de su maestro, pero lamentablemente le dio un mal pliegue, porque Bontadini, aunque era católico y se autodenominaba tomista, en realidad se había dejado seducir por el idealismo panteísta hegeliano de Giovanni Gentile [1875-1944] y, de hecho, Bontadini no ocultaba en absoluto tal simpatía, aunque se esforzara por ponerla de acuerdo con su fe católica, sin la cual, por lo demás, no habría tenido títulos para enseñar en una Universidad Católica.
----------También Bontadini sentía esa exigencia de asumir lo positivo de la filosofía moderna en la tentativa en sí generosa de poner paz entre realistas e idealistas y de colocar en continuidad la filosofía moderna con aquella que él llamaba "filosofía clásica", con una expresión en realidad no muy felíz, sacada de la cultura corriente, por la cual se habla de "música clásica", "moda clásica", "vinos clásicos", etc. Sin embargo, estaba claro lo que Bontadini entendía decir: la filosofía antigua, sobre todo griega, que luego fue adoptada y corregida por los Padres y por los Doctores de la Iglesia, sobre todo por santo Tomás de Aquino.
----------Bontadini, por tanto, trató de poner en luz una continuidad entre lo antiguo y lo moderno, pero a la vez, como todos los idealistas, estaba convencido de que Descartes hubiera marcado una clara distinción entre la filosofía precedente, enredada en la incerteza y en la confusión, y la nueva fundada por Descartes, capaz de resolver finalmente de una vez por todas el problema del conocimiento y de la verdad. Siendo así las cosas, Bontadini se convenció entonces de que, para salvar la filosofía precedente, era necesario encontrar en ella algo que precediera a Descartes, y se convenció de que ese algo fuera la concepción parmenídea del ser que, según Bontadini, era la misma que la de santo Tomás.
----------Bontadini expuso este proyecto suyo en repetidas oportunidades, como por ejemplo en sus escritos: Valutazione analitica e valutazione dialettica della filosofia moderna, en Studi sull’idealismo (Vita e Pensiero, Milano 1995, pp.221-237), e Idealismo e immanentismo, en  Conversazioni di metafisica (Vita e Pensiero, Milano 1995, vol.I, pp.5-32). De anbos trabajos desconozco si existen versiones al español.
----------De ahí en Bontadini la recuperación de santo Tomás de Aquino, pero debe aclararse que se trata de un Tomás de Aquino no aristotélico, sino más bien parmenídeo: operación a decir verdad desesperada, que sin embargo habría de estar luego destinada a un cierto éxito hasta nuestros días. Mientras tanto, sin embargo, esta recuperación del ser parmenídeo fue tomada muy en serio por el discípulo Emanuele Severino [1929-2020], el cual la entendió de un modo tan extremista como para poner en clara luz la absoluta irreconciliabilidad de este "ser" con el ipsum Esse tomista, por lo cual Severino no solo rechazó cualquier contacto con el Aquinate, sino que incluso apostató de la fe católica y fue expulsado de la Universidad Católica después de una intervención de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1970.
----------Un mérito indudable de Bontadini, debe reconocerse, fue el de querer reproponer o replantear la cuestión del ser y, por lo tanto, de una válida metafísica. Excepto que, sin embargo, él creía poder reimpostar o renfocar la nueva metafísica del ser sobre la base del inmanentismo de origen cartesiano, que había llegado hasta Hegel, pensamiento del cual Gentile era notoriamente seguidor en Italia.
----------En sustancia, Bontadini está convencido de la posibilidad de proponer la trascendencia en lo interno de la inmanencia, como en el fondo ya había hecho Gentile. Pero todo sano realista comprende inmediatamente que esta supuesta "trascendencia" no es una verdadera trascendencia, es decir, no pone en juego a un Dios real distinto del humano pensamiento, sino que implica un "Dios" meramente pensado o meramente ideal, por tanto, inmanente al pensamiento humano y en último análisis producido por este pensamiento.
----------Bontadini confundía la inmanencia de marca idealista con la interioridad de la tradición agustiniana, que son en cambio dos cosas muy diferentes. Una cosa es el interiorismo agustiniano, otra cosa es el inmanentismo idealista. Entrambos hablan de una cierta inmanencia de Dios en el hombre. Sin embargo, mientras el interiorismo agustiniano implica la conciencia de la presencia de Dios en la propia conciencia; a la vez está claro que Dios trasciende la conciencia, por lo cual la conciencia, para alcanzarlo, debe trascenderse a sí misma, aunque ella sigue siendo siempre la creatura y Él el Creador.
----------Por el contrario, en el inmanentismo de origen cartesiano, Dios no está en la conciencia como un Tú trascendente externo a la conciencia, presupuesto a la conciencia e independiente de la conciencia, en cuanto creador de la misma conciencia, sino que, como será claro en los continuadores de Descartes, Kant y Fichte, es una idea de la conciencia humana, por lo cual no es un Dios real, sino un Dios pensado por la conciencia y por lo tanto puesto por la conciencia, un ser inmanente a la misma conciencia.
----------De hecho, en Descartes, como se desprende fácilmente del famoso cogito, el ser coincide con el ser pensado o con la "idea" (de ahí el nombre de "idealismo"). De aquí derivará en el idealismo alemán la coincidencia del pensamiento con el ser, al fin y al cabo según la antiquísima tesis que ya se encuentra en Parménides (to autò to noèin kai to èinai: el pensamiento y el ser son una misma cosa).
----------Es sabido cómo el papa san Pío X, en la encíclica Pascendi, condena el inmanentismo. Sin embargo, lamentablemente Bontadini no ha tenido en cuenta esta condena y ha pretendido concebir un inmanentismo conciliable con la doctrina de santo Tomás, lo cual es imposible. Véase la crítica a Bontadini en: Cornelio Fabro, L’alienazione dell’Occidente (ed. Quadrivium, Genova 1981, pp.133-142).
----------Pero también otros eminentes filósofos y teólogos católicos, desde los años 1920s, habían puesto en guardia, con excelentes refutaciones, contra el peligro proveniente de Giovanni Gentile, quien incluso tenía la pretensión de ser él el verdadero intérprete del cristianismo (cf. G.Gentile, La religione. il modernismo e i rapporti tra teologia e filosofia. Discorsi di religione, Ediciones Sansoni, Florencia 1965). Pero esto no sirvió de nada a Bontadini, que prosiguió impertérrito por su camino, reuniendo en torno suyo a numerosos discípulos que todavía operan en los ambientes académicos católicos.
----------Sería largo enumerar las refutaciones que en la época de Gentile y de Bontadini recibieran sus intentos por armonizar idealismo y cristianismo. Mencionemos, por ejemplo: Emilio Chocchetti, La filosofia di Giovanni Gentile (Società Editrice Vita e Pensiero, Milano 1922). Chocchetti fue docente en la misma Universidad donde enseñaba Bontadini. Angelo Zacchi, Il nuovo idealismo italiano di B.Croce e G.Gentile (Edizioni Francesco Ferrari, Roma 1925); Mariano Cordovani, Cattolicismo e idealismo (Società Editrice Vita e Pensiero, Milano 1928). El padre Cordovani fue Maestro del Sacro Palazzo y murió en fama de santidad: pero ni siquiera esto significó nada para Bontadini. Mientras tanto, en Francia, Jacques Maritain también atacaba el idealismo con gran sabiduría; véase por ejemplo su famoso Les Degrés du savoir y La vida propia de la inteligencia y el error idealista, en Reflexiones sobre la inteligencia y su propia vida (Editrice Massimo, Milán 1987, c.II).
----------Bontadini tiene todas las razones al decir que el pensamiento es pensamiento del ser. El problema es que Bontadini rechaza la verdadera concepción tomista, que se ajusta al realismo bíblico que se refleja en la distinción del pensamiento respecto del ser y en el primado del ser sobre el pensamiento (o como dice el papa Francisco, en que "la realidad es superior a la idea"). Por el contrario, para Bontadini, lo absoluto no es el ser sino el pensamiento, de modo que no hay un ser "presupuesto" al pensamiento y externo al pensamiento mientras el pensamiento sea intrascendible. El ser, como dice Bontadini, "se resuelve en el pensamiento". Para Bontadini, "el ser está en el pensamiento" no como resultado del hecho de que el intelecto humano inicialmente en  potencia, y por lo tanto todavía ignaro del ser, subsecuentemente se actúa representando el ser en el concepto, mientras que el ser en sí permanece externo al pensamiento.
----------Hablar de una intranscendibilidad del pensamiento humano viene a significar la negación del Misterio divino en su infinitud, en cuanto la mente humana no reconoce los propios límites y pretende tener esa infinitud que sólo puede tener el pensamiento divino, el cual es el único ser intrascendible, mientras que el pensamiento humano, incluso iluminado por la fe, es infinitamente trascendido por el Ser divino.
----------Por el contrario, Bontadini ve la relación pensamiento-ser como si estuviera en juego sólo el pensamiento divino, que es el único en el cual los dos términos coinciden, porque Dios, como dice Aristóteles, es Pensamiento subsistente, reduciendo por tanto a lo divino también el pensamiento humano y acabando de hecho, aunque él no lo quiera, en el panteísmo. En efecto, en el ámbito teológico, Bontadini está firmemente convencido de la distinción entre Dios y el mundo, acepta el dogma de la creación, admite la existencia del devenir y se esfuerza precisamente por demostrar la existencia de Dios partiendo de la experiencia del devenir.
----------De hecho, sobre estos puntos capitales Bontadini se opondrá vigorosamente al monismo eternalista y acósmico de su discípulo Severino, quien negaba tanto la existencia del devenir como la de la creación. Esto quiere decir entonces que existe objetivamente un estridente y sorprendente contraste en Bontadini entre, por una parte, su metafísica y su gnoseología, de marca puramente gentiliano-hegeliana, y, por otra parte, su teología, que está en línea con santo Tomás de Aquino y la fe católica.
----------Pero todo esto quiere decir que la particular propuesta bontadiniana de una confrontación o encuentro de la filosofía clásica con la filosofía moderna ha fracasado, y de hecho ha fracasado porque Bontadini no se ha dejado guiar por santo Tomás de Aquino, o al menos por el verdadero santo Tomás, que siempre ha sido recomendado por la Iglesia, sino que se ha dejado guiar por ese mismo idealismo que debía ser tamizado o cribado a la luz de Tomás para rescatar lo positivo y rechazar lo negativo. En cambio, Bontadini ha asumido el idealismo acríticamente y en bloque, quedando por lo tanto afectado por el veneno contenido en él. Se comprueba en la historia de Bontadini una verdad ya muy vieja: que las doctrinas filosóficas son digeribles; pero son como las serpientes: primero hay que quitarles el veneno; pues los que no lo hacen quedan ya asesinados y al dispensar este veneno asesinan a los demás.
----------Recuperar el ser parmenídeo no es una mala idea. Pero antes es necesario liberarlo del univocismo que favorece el panteísmo, para poder adaptarlo a la concepción bíblica, realista, pluralista, analógica del ser (Aristóteles), que prevé un ser por esencia al lado y por encima del ser por participación (Platón).
----------Sólo así no se dará un único Ser necesario y eterno, exclusivo de todo devenir y multiplicidad creados, de manera que entonces todo deba ser necesario y eterno, sino que se dá un Dios que es, sí, necesario y eterno, pero al lado y junto a un mundo temporal y contingente, mundo por Él creado de la nada y no "aparición" o "teofanía" del Eterno, expresiones, estas, que son signo inequívoco de panteísmo, ya que en tal caso si se admite el mundo, no está fuera Dios con una propia consistencia ontológica, sino que viene absorbido en Dios. O bien puede ocurrir el proceso contrario: que Dios viene absorbido en el mundo y entonces tenemos el ateísmo. En todo caso existe siempre la confusión entre Dios y el hombre.
----------La verdadera concepción cristiana y tomista, perfectamente adaptada también a la modernidad, porque dicha concepción es sabiduría perenne, es la de una unión del hombre con Dios que no confunda las naturalezas, aunque sea una unión fundada sobre la íntima presencia de la Causa primera en su creatura y más aún siendo don de gracia al hombre que lo vuelve hijo de Dios, a imagen de Cristo y partícipe de la vida divina.

9 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón de la Trinidad:
    Quisiera que usted me permitiera hacer algunos comentarios a su artículo "El idealismo modernista de Gustavo Bontadini". Soy un simple laico, pero me agradaría formularle algunas observaciones como un modesto estudioso y antiguo alumno de Bontadini. Entiendo bien el idioma español, aunque no estoy seguro de expresarme bien en ese idioma, pues mi lengua materna es el italiano, por eso le pido me disculpe los posibles errores.
    Me parece que los aspectos positivos a reconocer en su artículo son, además de la claridad expositiva y la elección de dedicar un espacio a un pensador que merece una gran atención (como lo confirman las contribuciones científicas que se siguen publicando sobre él), el reconocimiento al esfuerzo realizado por Bontadini en la comparación del tomismo y el pensamiento moderno y en la conciliación del idealismo y el realismo. Además usted, acertadamente, padre Filemón, añade que "un mérito indudable de Bontadini, debe reconocerse, fue el de querer reproponer o replantear la cuestión del ser y, por lo tanto, de una válida metafísica".
    Todo lo demás me parece opinable, y por eso cuestionable, empezando por el título de su artículo. Naturalmente, digo esto con el máximo respeto por el Autor y tratando, como debo, de explicar, aunque sea sintéticamente, mis razones a continuación.
    La filosofía de Bontadini era una filosofía y una metafísica, no una teología o una posición exegética. Como bien documentan sus biógrafos (uno de los más recientes, Luca Grion), Bontadini fue un ferviente católico fiel a la Santa Romana Iglesia, pero nunca escribió contribuciones teológicas o exegéticas en sentido propio. Se ocupó de apologética y, de hecho, durante varios años organizó seminarios sobre esta disciplina, pero para defender el tradicional depositum fidei contra las objeciones de los filósofos y científicos críticos, utilizando argumentos exclusivamente racionales.
    Considero que utilizar una categoría de tipo religioso, como la del Modernismo, para calificar (o descalificar) una doctrina filosófica, en este caso representa un abordaje superficial y un forzamiento polémico.
    Incluso si por Modernismo entendemos el componente filosófico del movimiento modernista que floreció entre finales del siglo XIX y principios del XX, descrito por la encíclica Pascendi (1907) de Pío X, la calificación en cuestión parece arbitraria al ser aplicada a Bontadini. En efecto, no sólo la teología sino también la filosofía elaborada por los modernistas le era ajena a Bontadini, ni Bontadini era modernista -si se quiere retomar las otras dimensiones señaladas por Pío X como propias del movimiento en cuestión- ni siquiera como creyente, historiador, crítico, apologista o reformador. Así lo confirman sus obras y sus biógrafos.
    Más precisamente, en términos filosóficos, Bontadini no era un agnóstico como los modernistas, si por agnosticismo entendemos, como indica la Pascendi, la doctrina según la cual "la razón humana, encerrada rigurosamente en el círculo de los fenómenos, es decir, de las cosas que aparecen, y tales ni más ni menos como aparecen, no posee facultad ni derecho de franquear los límites de aquéllas. Por lo tanto, es incapaz de elevarse hasta Dios, ni aun para conocer su existencia, de algún modo, por medio de las criaturas".

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  2. Bontadini tampoco simpatizaba con una filosofía de la religión basada en la doctrina modernista de la "inmanencia vital", según la cual "la fe, principio y fundamento de toda religión, reside en un sentimiento íntimo engendrado por la indigencia de lo divino. Por otra parte, como esa indigencia de lo divino no se siente sino en conjuntos determinados y favorables, no puede pertenecer de suyo a la esfera de la conciencia; al principio yace sepultada bajo la conciencia, o, para emplear un vocablo tomado de la filosofía moderna, en la subconsciencia, donde también su raíz permanece escondida e inaccesiblesubconsciente, donde su raíz permanece oculta e incomprensible".
    Tampoco compartía la opinión de los modernistas, para quienes, "desde el momento en que Dios es a un tiempo causa y objeto de la fe, tenemos ya que aquella revelación versa sobre Dios y procede de Dios; luego tiene a Dios como revelador y como revelado. De ahí [...] aquella afirmación tan absurda de los modernistas de que toda religión es a la vez natural y sobrenatural, según los diversos puntos de vista".
    Pero sobre todo, más allá de fórmulas más o menos felices, su artículo no especifica por qué se cree que "un aspecto importante del modernismo actual" (se supone que teológico) "tiene su origen, ya desde los años lejanos del fascismo, de la obra de Gustavo Bontadini" ¿Cuál es la relación de condicionamiento en la que usted piensa? De relaciones directas su artículo no muestra ninguna. De todos modos, no existe ninguna.
    Más adelante el propio padre Filemón admite que la teología de Bontadini "está en línea con santo Tomás de Aquino y la fe católica".
    Estimado padre Filemón: ¿quizás será que su artículo se refiere a condicionamiento indirecto, es decir, entre la filosofía de Bontadini y la filosofía utilizada por los actuales y no mejor especificados teólogos modernistas? De hecho, éste es el ámbito, el filosófico, en el cual se mueve la continuación de su artículo, y precisamente en este dominio se concentran mis objeciones.
    En primer lugar, usted define a Bontadini como que "se autodenominaba tomista". Sin embargo, Bontadini se autodefinió y fue siempre, más bien, un neoescolástico o un neoclásico. La diferencia no me parece irrelevante y sorprende que usted, para Filemón, a quien supongo formado en este tipo de clasificaciones, lo olvide.
    Leemos en su artículo: "Bontadini, aunque era católico y se autodenominaba tomista, en realidad se había dejado seducir por el idealismo panteísta hegeliano de Giovanni Gentile". Ahora bien, aparte del hecho de que el panteísmo hegeliano fue significativamente reformado por Gentile (cf. La riforma della dialettica hegeliana, de 1912), Bontadini fue todo menos "seducido" por la dimensión inmanentista de la filosofía de Gentile. Al contrario, la rechazó, si se piensa en el esfuerzo crítico que realizó, con éxito, contra el inmanentismo metafísico de Gentile desde sus primeros años de actividad y hasta el final de su actividad (ver por ejemplo el ensayo: Abbozzo di una critica dell’idealismo immanente, que se remonta a los años 1925-1926, cuando Bontadini tenía 22-23 años y aún no se había licenciado, o el ensayo La critica negativa dell’immanenza, publicado en 1926. Entre sus últimas tomas de posición, conviene releer: Gentile e la metafisica, de 1977).

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  3. Estimado Padre: advierto ahora que, no obstante mis esfuerzos por ser breve, mis comentarios consumirán más espacio del que yo en principio había pensado. Espero no fastidiarlo con mi pretensión de que Ud. considere reflexionar sobre estas ideas. Y en realidad no sé si fuera conveniente expresarle todo lo que ya había preparado para comentar aquí. Espero sus opiniones. Y desde ya mismo, le agradezco su atención.

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    1. Estimado Giuseppe,
      sus comentarios no me fastidian en absoluto, sino todo lo contrario, pues aprecio su modo respetuoso y dialogante, que procura desarrollar la polémica de un modo que debería ser siempre el normal, pero que hoy ha sido lamentablemente olvidado por muchos.
      He hecho una primera lectura a sus observaciones, y reflexionaré un poco más sobre ellas.
      Sin embargo, prefiero que Ud. desarrolle todo lo que quiere exponer, con toda libertad, para luego yo, contando con un panorama completo de sus puntos de vista, le responda según mi parecer.
      Aguardo, entonces, la continuación de sus observaciones.

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  4. Gracias, padre Filemón, por su atención. Procuraré terminar de exponer mis ideas sobre su artículo, agradecido por su disposició a considerar mis observaciones, dispuesto a mi vez a considerar sus puntos de vista.

    Pues bien, continúo, entonces. Es muy cierto que Bontadini apreciaba la dimensión gnoseológica, no la metafísica, del actualismo, aunque la gnoseología de Gentile que él valoraba era una versión esencializada de la misma. En este sentido, es cierto lo que usted dice, que "Bontadini no ocultaba en absoluto tal simpatía", pero se trataba de una simpatía hacia un actualismo gnoseológico rigorizado u "obligado en sí" y visto como un antídoto contra el gnoseologismo dualista moderno. También en este caso la verdad impone evitar juicios sumarios.
    Al igual que su maestro Olgiati, continúa usted en su artículo, "también Bontadini sentía esa exigencia de asumir lo positivo de la filosofía moderna en la tentativa en sí generosa de poner paz entre realistas e idealistas y de colocar en continuidad la filosofía moderna con aquella que él llamaba 'filosofía clásica', con una expresión en realidad no muy felíz, sacada de la cultura corriente". Las cosas no son exactamente así. A Bontadini, frente a Olgiati, no le interesaba tanto acoger elementos positivos específicos de las filosofías modernas que pudieran reconciliarse con el tomismo, cuanto sobre todo mostrar que el ciclo filosófico moderno, polémico con la época clásica desde Descartes hasta Kant, al final de su propio proceder, con el idealismo, se eliminaba a sí mismo, por así decirlo, volviendo a poner de moda la metafísica clásica, o al menos su posibilidad. La discontinuidad entre la filosofía moderna y el período anterior venía superada con el idealismo, especialmente el idealismo actualista, siempre que el actualismo también fuera llevado un poco más allá.
    Pasando ahora a la cuestión de la naturaleza de la metafísica clásica valorada por Bontadini, que se remonta como inspiración a Parménides, el texto del padre Filemón afirma que "la concepción parménida del ser [...], según Bontadini, era la misma que la de santo Tomás. De ahí en Bontadini la recuperación de santo Tomás de Aquino, pero debe aclararse que se trata de un Tomás de Aquino no aristotélico, sino más bien parmenídeo: operación a decir verdad desesperada". Pero incluso en este caso parece inevitable estar en desacuerdo con el Autor del artículo. Bontadini nunca mantuvo la identidad entre la concepción parmenídea del ser y la metafísica tomista, más bien sostuvo lo contrario (ver por ejemplo: La concezione classica dell’essere e il contributo del tomismo).

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  5. Sigo refiriéndome a pasajes del artículo: Bontadini "creía poder reimpostar o renfocar la nueva metafísica del ser sobre la base del inmanentismo de origen cartesiano, que había llegado hasta Hegel, pensamiento del cual Gentile era notoriamente seguidor en Italia". Pero, ¿cómo es factible, me pregunto, perseguir una metafísica de la trascendencia basada en el inmanentismo? Evidentemente es imposible, ya que se trata de tesis contradictorias. ¿Fue Bontadini tan ingenuo como para intentar lo imposible? En realidad, el artículo habla de inmanentismo en un doble sentido, el gnoseológico y el metafísico, reprochando a Bontadini haber querido demostrar la trascendencia metafísica (de Dios respecto del mundo) a partir de la inmanencia gnoseológica (del ser respecto al pensamiento).
    ¿Demostración imposible? Usted, padre Filemón, es de esta opinión, ya que -afirma- "esta supuesta 'trascendencia' no es una verdadera trascendencia, es decir, no pone en juego a un Dios real distinto del humano pensamiento, sino que implica un 'Dios' meramente pensado o meramente ideal, por tanto, inmanente al pensamiento humano y en último análisis producido por este pensamiento". Ahora bien, digo yo, se puede discutir hasta el infinito sobre qué es exactamente lo que el idealismo y el actualismo pretenden sostener con respecto al pensamiento, pero ciertamente cuando Bontadini, en la metafísica, pensaba en Dios y en el ser se refería a algo real y no producido por el pensamiento como un ens rationis. Después de todo, siempre se opuso a la creatividad idealista del pensamiento, calificándola de "retórica". Y defendió con eficacia el concepto aristotélico y tomista de la intencionalidad. ¿Cómo se puede pasar esto por alto?
    En cuanto a la interpretación bontadiniana del idealismo y la concepción relacionada del pensamiento, usted, padre Filemón, se limita a recordar algunos juicios tradicionales, que yuxtaponen realismo e idealismo, sin entrar en los méritos de la exégesis de Bontadini, que merece mucha más penetración.
    ¿La empresa filosófica de la filosofía de Bontadini está caracterizada por la "vanidad" y la "peligrosidad", como cree usted siguiendo en esto a Cornelio Fabro? Pero me pregunto: ¿por qué se utilizan estos tonos en la discusión filosófica?
    ¿Para Bontadini "lo absoluto no es el ser sino el pensamiento", como usted dice? Con todo respeto, lo desafío a mostrar siquiera un solo pasaje en el cual Bontadini haya pronunciado un juicio similar. En realidad Bontadini escribía y sostenía algo muy diferente, a saber, que el pensamiento es intrascendible, en el sentido de que cualquier realidad es puesta o imaginada como absolutamente extraña o trascendente con respecto al pensamiento, por el hecho mismo de ser puesta (por el pensamiento), le resulta no absolutamente extraña, pero de alguna manera, aunque sea indeterminadamente o en mínima medida, intencional. Por supuesto que hablamos en este caso del pensamiento no como fenómeno psico-físico, que de hecho es trascendido de infinitas maneras por la realidad, sino como apertura intencional, representativa o lógica. Es decir, como pensamiento en sentido propio. Lo que se trasciende en cambio es el mundo y la experiencia.

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  6. ¿Entonces: Bontadini niega el "misterio divino en su infinitud", como usted dice? También en este caso es necesario considerar equivocado el juicio precipitado del padre Filemón de la Trinidad. En efecto, el pensamiento metafísico, condensado en la "protología" de Bontadini, en el momento en el cual afirma demostrativamente lo divino, es decir, reconoce a Dios como trascendente al mundo y a la experiencia, se da cuenta de que con ello mismo capta un mínimo de la realidad divina, escapando de la relativa infinitud. Infinitud respecto a la cual el pensamiento filosófico debe callar, reconociendo sus propios límites. Esto en coherencia con la tradición metafísica antigua y medieval.
    ¿Es esta una metafísica y gnoseología "de marca puramente gentiliano-hegeliana"? Con todo respecto, padre Filemón, ¡no confundamos gnoseología y metafísica en aras de la polémica!
    Usted concluye su análisis en estos términos: "la particular propuesta bontadiniana de una confrontación o encuentro de la filosofía clásica con la filosofía moderna ha fracasado, y de hecho ha fracasado porque Bontadini no se ha dejado guiar por santo Tomás de Aquino, o al menos por el verdadero santo Tomás, que siempre ha sido recomendado por la Iglesia, sino que se ha dejado guiar por ese mismo idealismo que debía ser tamizado o cribado a la luz de Tomás para rescatar lo positivo y rechazar lo negativo. En cambio, Bontadini ha asumido el idealismo acríticamente y en bloque, quedando por lo tanto afectado por el veneno contenido en él".
    Mis observaciones desean mantenerse en un plano de respeto y de debate intelectual, pero no puede menos de considerar a este artículo como un juicio poco generoso e historiográficamente infundado, si se tiene la paciencia de releer los escritos de Bontadini y reconocer el esfuerzo del filósofo milanés por distinguir, en el ámbito del idealismo, la correcta crítica del dualismo gnoseológico de la dimensión inferior o retórica representada por las doctrinas de la creatividad del pensamiento, de la dialéctica abstracto-concreto, de las formas absolutas del espíritu, del Yo trascendental, de lo antitrascendente, etc.
    Pero de todos modos, a veces el "fuego amigo" es más hostil que el "fuego enemigo". Hablo de fuego amigo porque el tomista padre Filemón de la Trinidad debería reconocer en el neoclásico Bontadini un pariente filosófico, un heredero inteligente del gran santo Tomás de Aquino, no su adversario.
    También el padre Giacon, tomista inflexible, polemizó con Bontadini en la década del treinta. Él temía, ante la genial interpretación historiográfica de la filosofía moderna propuesta por Bontadini, posibles cedimientos teóricos al subjetivismo y al inmanentismo, los cuales habrían podido reflejarse también en el campo metafísico. Sin embargo, a partir de los años cincuenta y hasta principios de los ochenta, Bontadini explicitó su propia metafísica, que resultó trascendentalista, creacionista y coherente con la fe cristiana. Los temores resultaron infundados: ningún peligro para el realismo, para la metafísica creacionista y para la fe, sino más bien para su renacimiento. ¿Por qué entonces, el presente artículo? ¿No habría más bien que tomar nota de todo lo que modestamente he trado de exponer y, así, reconsiderar la contribución de Bontadini, hoy considerado por muchos como uno de los más grandes filósofos del siglo XX?

    Aguardo, padre Filemón, sus comentarios.

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    1. Estimado Giuseppe,
      le agradezco sus extensas consideraciones. Espero no demorarme más que un par de días en responderle, con mis puntos de vista.

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  7. Estimado Giuseppe,
    he respondido y comentado acerca de sus observaciones y críticas, escribiendo un breve artículo. Lo encuentra en:
    https://linumfumigans.blogspot.com/2022/12/bontadini-y-su-catolicismo-dialogo-con.html

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