martes, 15 de noviembre de 2022

Consideraciones sobre el ateísmo (1/4)

El ateísmo es de por sí una convicción teórica, pero grávida de consecuencias morales. No es la simple negación de la existencia de Dios, sino una culpa moral; como de hecho se desprende claramente de la Biblia, es el rechazo voluntario a reconocer la existencia de Dios, aun sabiendo que Dios existe y que, por lo tanto, le son debidos honor y obediencia. [En la imagen: la palabra griega αθεοι, atheoi, tal y como aparece en la Epístola a los Efesios 2,12 del papiro 46 de comienzos del siglo III, por lo general, traducida como "(aquellos) sin Dios"].

Aproximación general al problema
   
----------Entre los muchos estudios que se podrían citar acerca del problema que hoy representa el ateísmo, aquí me limito a recomendar al lector interesado sólo tres: el libro de un gran filósofo dominico del siglo pasado, fallecido prematuramente, el padre Angelo Zacchi: Dio. La negazione (Editore Francesco Ferrari, Roma 1946). Siempre actual es la obra de Henri De Lubac, que muestra mediante un agudo análisis histórico el camino desde Feuerbach a Nietzsche: El drama del humanismo ateo (Epesa, Madrid 1967). En cambio, de una más amplia envergadura histórica y mayor perspicacia especulativa es el poderoso tratado en dos volúmenes del padre Cornelio Fabro, que, por su parte, capta las raíces del ateísmo moderno en el teísmo idealista de Descartes: Introduzione all'ateismo moderno (Studium, Roma, 1964).
----------El ateísmo no es la simple negación de la existencia de Dios, sino una culpa moral; como de hecho se desprende claramente de la Biblia, es el rechazo voluntario a reconocer la existencia de Dios, aun sabiendo que Dios existe y que, por lo tanto, le son debidos honor y obediencia.
----------El ateo considera que el hombre, ya sea considerado como individuo o bien considerado como sociedad, es suficiente para sí mismo, el hombre se basta a sí mismo; no es necesario establecer una causa o un creador del ser humano. El ateo piensa que la razón no remite a una causa trascendente de la razón misma y, en general, trascendente de las cosas y del mundo. Por eso, el ateo no tiene un interlocutor divino en el cielo, a quien pueda acudir para pedirle ayuda o para ordenarle lo que debe hacer.
----------Para el ateo, el hombre debe resolver por sí mismo sus problemas, mientras pueda. Y donde no pueda, no debe afligirse demasiado, porque la naturaleza está hecha de tal modo, que prevé la existencia de problemas insolubles. Es necio e irrazonable querer resolver problemas insolubles o aspirar a cosas imposibles como por ejemplo la inmortalidad o una vida absolutamente feliz.
----------Para el ateo debemos, por supuesto, corregirnos de nuestros defectos, pero en base a criterios que no nos son dados por ningún Dios, ni por razonamiento ni por revelación, sino por criterios que nosotros mismos establecemos. No tenemos más deberes fuera de aquellos deberes, siempre cambiantes, que establecemos o personalmente o colectivamente como sociedad, como clase o como Estado.
----------Como se sabe, no parece que en toda la historia de la humanidad el ateísmo haya estado tan extendido como lo está en las sociedades modernas. Hay quienes dicen que el ateísmo se ha aprovechado o ha tomado ocasión del propio cristianismo, aunque esto pueda parecer paradojal. Y de hecho, ninguna religión como el cristianismo diviniza al hombre de modo tan sublime.
----------Se deja de lado la persona histórica de Cristo y se capta la idea del Dios-hombre y el juego ya está hecho. Ciertamente, Cristo para el ateo no sería otro que el hombre que desde el principio, y a través de toda la historia de la humanidad, ha tomado conciencia de su divinidad, quien luego prácticamente, en la visión atea, no sería más que el vértice del ser hombre.
----------En tal modo, Cristo, para el ateo, indica a la humanidad el camino para alcanzar la plenitud de su dignidad. Dios deviene o se muta en hombre. Dios "desciende del cielo" de la abstracción para concretizarse en el hombre. El hombre "sube al cielo" dándose cuenta de su propia divinidad.
----------Esto explica la simpatía condescendiente que el hinduismo tiene por el cristianismo, habiendo tenido muchos siglos antes de Cristo una idea similar, que sin embargo desde un punto de vista cristiano sería cualificada como monofisismo y docetismo, herejías cristológicas de los primeros siglos.
----------Esto explica que aún después de dos mil años los indios, en su abrumadora mayoría, sigan siendo todavía tan reacios a convertirse a Cristo, visto por ellos simplemente como uno de los muchos símbolos o imágenes de su religión, cerrados como están en su orgullo gnóstico al considerarse en un nivel de divinidad, el brahmánico, superior al de Cristo mismo, quien, según ellos, no posee dos naturalezas entre sí distintas, como creemos nosotros los cristianos, sino que es una teofanía, una aparición de Brahman en una forma sensible (avatàr), por lo cual, para el sabio hindú, el devoto no recibe de Dios una gracia que le haga partícipe de la naturaleza divina, sino que es el mismo Brahman, que aparece en las semejanzas de un ser humano.
   
La actual convivencia entre creyentes y no-creyentes
   
----------En el siglo pasado, el ateísmo ha sido particularmente agresivo y persecutorio, y sobre todo en los años 1970s, logró una impresionante expansión, a tal punto que parecía que iba a conquistar el mundo. La cultura marxista conquistó un enorme prestigio en todo el mundo. Sin embargo, a partir de la repentina e inesperada disolución de la URSS en 1989-1990, el marxismo ha disminuído y atenuado algo su seducción y virulencia, así como su polémica contra la religión, al menos a nivel de instituciones públicas o estatales.
----------Ser ateo hoy es una elección frecuente, permitida ya desde los tiempos del Iluminismo por todas las constituciones de los Estados civiles, que admiten como derecho no sólo la libertad de religión, sino también la de irreligión. Frente al Estado democrático, los ateos y los creyentes gozan, al menos en línea de principio, de los mismos derechos y están sujetos a los mismos deberes.
----------El Concilio Vaticano II, sin embargo, por su parte, reconoce e incluso promueve, en los ordenamientos civiles de los Estados (aunque no obviamente dentro de la Iglesia) el derecho a la libertad religiosa, pero no el de irreligión, aunque la Santa Sede haya instituido un dicasterio para el diálogo con los no-creyentes.
----------En efecto, como es bien sabido, el Concilio ha deplorado de la manera más fuerte la doctrina y la práctica del ateísmo, y exhorta encarecidamente a los fieles a poner en marcha todos los medios posibles para encontrar una solución capaz de iluminar las mentes y para curar esta plaga social y espiritual con una oportuna y paciente obra de persuasión hecha no sólo de palabras, sino también de ejemplos.
----------El papa san Paulo VI asignó en su momento a la Compañía de Jesús como tarea especial la lucha contra el ateísmo; pero la Compañía lamentablemente no sólo no ha producido nada significativo en este campo, sino que ha sido connivente con las guerrillas comunistas en América Latina y ha concedido plena libertad de acción a un teólogo como Karl Rahner, el cual sostiene la posibilidad de un ateo en buena fe, un ateo que, por lo tanto, no es culpable. Volveremos sobre este punto más adelante. En cambio, la excomunión contra el comunismo lanzada en 1949 por Pío XII está todavía en vigor.
----------Los creyentes católicos, debido al hecho de que el ateísmo en el ámbito civil ya no es un delito como lo fue en otros tiempos, deben estar atentos a no subestimar el fenómeno, como si se tratara de una elección como cualquier otra, sino que deben recordar su deber, en la medida que les sea posible, de refutar el ateísmo, respetando al mismo tiempo a las personas.
   
Caracteres del ateísmo
   
----------En la actualidad, el saber o el deseo de saber o el indagar de dónde tiene origen el universo, no parece ofrecer un especial interés a muchos de nuestros contemporáneos, sino que parece ante todo ser una cuestión exclusivamente reservada a especialistas, a los astrónomos o a los paleontólogos, por lo cual la gente común no ven a esta cuestión conectada con la regulación de su conducta moral, cuyos principios ellos consideran que competa establecer exclusivamente a ellos o a la sociedad en última instancia.
----------El ateo, por lo tanto, bloquea el camino de la razón al llegar a las causas segundas y le impide llegar al término de su proceso fundamental, que es el de afirmar la causa primera, de modo similar a un sediento que, en lugar de saciar totalmente su sed, bebiera solo a la mitad de su necesidad. Ciertamente, nadie es tan insensato como para hacer tal cosa en circunstancias normales.
----------Sin embargo, la realidad es que el pecado original ha cegado o debilitado en tal medida a la razón y promovido el orgullo o, por el contrario, una falsa humildad, que esta frustración, esta especie de onanismo espiritual, que en condiciones normales y adecuadas no se da en el saciar la sed, puede darse en el satisfacer la sed de verdad de la razón, la cual, considerándose autosuficiente o por el contrario impotente, juzga insensato o imposible ir más allá. De este modo, la razón se detiene antes de haber alcanzado la meta o erige como causa primera aquello que es sólo una causa segunda.
----------Negando la causa primera de las cosas, el ateo niega lógicamente el carácter personal de la divinidad. Y aquí el ateísmo se asemeja al panteísmo. Tanto en uno como en otro caso, el yo no tiene ante sí un Tú divino, un interlocutor divino, un "Señor" o un Padre, concebido por analogía con un señor humano, con el cual hablar y quien le habla, un Dios a quien invocar y a quien escuchar: el panteísta, en cuanto que  Dios es él mismo, por eso no puede invocarse a sí mismo en caso de necesidad. En cuanto al ateo, no puede invocar a una persona que no existe. Por eso, para el ateo el creyente es un demente o un delirante que habla con los fantasmas.
----------La razón del ateo no llega a comprender o no quiere comprender que ella tiene frente a sí invisiblemente y de un modo puramente inteligible, a otra Persona, enteramente espiritual, que tiene frente a sí otra Razón, y esta eterna, infinita, inmutable y subsistente, superior a ella, por la cual ha sido creada y de la cual depende y que se propone como supremo bien y fin último y con la cual entrar en diálogo de modo similar a la relación que mantiene con los sujetos humanos.
----------Para el ateo, todo deviene y proviene de la materia, todo es historia, no existen valores eternos y verdades absolutas. El espíritu existe, pero es efecto de una autotrascendencia de la materia, única verdadera realidad. El espíritu no puede subsistir sin materia. Nosotros vivimos en la finitud y en el devenir, donde las cosas se generan y se corrompen, se trate de la naturaleza o de nuestras acciones. No tiene sentido para el ateo hipotetizar la existencia de un ser absoluto, personal, eterno, infinito, más allá del mundo. Toda la realidad se resume en nosotros los hombres y en el mundo que nos circunda. No existen otras realidades. Debemos atenernos a estas cosas con la ciencia, y dominar el mundo con la técnica.
----------Para los ateos, la muerte es un hecho natural: no hay necesidad de convertirla en una tragedia. De resurrección, ni siquiera pensar en ello. Pero ni siquiera es admitida la inmortalidad del alma. Nuestro destino personal se juega y se resuelve en esta tierra.
----------Según el ateo, si nos hemos hecho de méritos, trabajando por la humanidad del futuro, a lo máximo podremos dejar nuestro nombre en la historia, en el recuerdo agradecido de nuestra posteridad, pero no hay ninguna inmortalidad personal en el más allá. La inmortalidad del alma y más aún la resurrección del cuerpo en un paraíso celestial son fantasías pueriles y esperanzas ilusorias de individuos temerosos y egoístas que no tienen el coraje de aceptar la muerte. La única realidad es la historia de la humanidad en la naturaleza. Haber trabajado para la historia debe ser considerado suficiente.
----------Sin embargo, así como el ateo está convencido de que le corresponde a él establecer la ley moral, puede suceder que, si no está dotado de un fuerte sentido del deber, por motivos de conveniencia o de oportunismo o por otros motivos reprobables o incluso por simple debilidad humana, no siendo sostenido por la gracia, decline de la línea de la honestidad. Si esto les sucede a los creyentes, con mayor razón les sucede a los ateos, quienes, como se supone, no hacen caso ni prestan atención a la voluntad de Dios.
----------Además, el ateo no cree en la inmortalidad del alma. No cree que deba rendir cuenta en el momento de la muerte ante un Dios remunerador. Los premios y los castigos conciernen sólo a la vida presente. No hay ningún premio ni castigo más allá de la muerte, porque no hay ningún Dios que premie o castigue.
----------El ateísmo es de por sí una convicción teórica, pero grávida de consecuencias morales. En efecto, el ateo, que no cree en un Dios legislador, se considera dispensado de obedecer las leyes divinas y regula su conducta exclusivamente sobre su voluntad. Pero la misma idea de que Dios no existe es para la Biblia una insensatez y signo de un razonar incorrecto y malévolo, que merece un severo reproche. La Escritura lo atestigua muchas veces. "Me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras" (Sal 95,9).
----------Esto significa para la Biblia que es imposible probar que Dios no existe, mientras que es posible, debido y necesario probar que existe, si el hombre quiere obtener la salvación, que sólo le viene de Dios. Por lo tanto, la idea de que Dios existe no es una simple opinión, igualmente admisible y lícita como la tesis contraria, sino que es una verdad cierta y demostrable, vinculante para todos.
----------De aquí se deduce que, nadie, absolutamente nadie, habiendo llegado a la edad de la razón o que no sea enfermo mental, y esté abierto a la verdad, ignora en buena fe y por lo tanto sin culpa, que Dios existe, como puede no saber de la existencia de cosas contingentes y empíricas o incluso de ciertos deberes morales o leyes civiles, tal vez por haber recibido una educación insuficiente o por haber sido engañado por falsas ideas o por haber descuidado involuntariamente el informarse al respecto o por haber caído en un equívoco o por falta de memoria o porque la cosa no sea de su competencia.
----------De hecho, la razón humana, si tan pronto como ella comienza a funcionar, partiendo de sus evidencias primarias, es satisfecha en su necesidad de verdad y de progresar en el saber; si se la deja proceder libremente hacia sus extremas consecuencias, hasta donde ella puede llegar, y si se la satisface sin ponerle obstáculos en sus necesidades radicales, es conducida espontáneamente a interrogarse sobre el por qué de las cosas, por lo cual se pone a seguir o vislumbra, sin llegar a recorrerla, una cadena causal o finalística de fenómenos, que parece no tener nunca fin ni hacia atrás ni hacia delante.
----------Lo que ocurre es que, al final de sus exigencias y necesidades cotidianas, el ateo parece sentirse satisfecho, sin pretender nada más ni ir más adelante, aunque no vea el final ni el principio, admitido que ellos existan, de esa cadena causal. El ateo se ve llevado a aplicar el principio de causalidad sólo al nivel de los fenómenos, es decir, de las cosas visibles o a lo sumo de los hechos y de los actos humanos.

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