martes, 22 de noviembre de 2022

El Rahner edulcorado que se enseña en la Gregoriana

El año pasado se cumplieron 80 años de la publicación de "Oyente de la palabra", el libro de Karl Rahner que es el manifiesto programático de un cristianismo hegeliano con la fraudulenta cobertura o carátula de santo Tomás de Aquino: una operación absurda. El libro constituye la columna vertebral de todo el subsecuente pensamiento rahneriano. La referencia a Tomás está en ese libro como falso enfoque o estético peluquín, que Rahner en las décadas siguientes abandonaría, para sustituirlo por Heidegger.

Una conmemoración discutible
   
----------L'Osservatore Romano del 22 de febrero del año pasado publicó un artículo escrito por la docente de filosofía de la Universidad Gregoriana, Giorgia Salatiello, titulado "Una visión optimista de lo humano", que tiene por objetivo ser la presentación del contenido de un famoso libro de Karl Rahner [1904-1984], titulado "Oyente de la palabra", en ocasión del 80° aniversario de su publicación.
----------Este libro ya fue señalado por el gran teólogo del siglo pasado, Cornelio Fabro [1911-1995], con su libro "La svolta antropologica di Karl Rahner" (Rusconi, Milano 1974). El padre Fabro demostró irrefutablemente, con esa escrupulosidad científica y la sutil acribia que caracterizaba su extraordinaria inteligencia teológica, la impostura de la propuesta rahneriana, la cual pretendía ocultar su sustancial idealismo hegeliano (de la identidad del ser con el pensamiento) bajo un disfraz tomista, falsificando el pensamiento del Aquinate y presentándolo como si fuera un hegeliano, cuando es bien sabido que si hay un adversario del idealismo por su simple y franco realismo bíblico del ipsum esse, ese es precisamente santo Tomás de Aquino.
----------Desgraciadamente, Salatiello no tiene en cuenta esta grave y motivada denuncia del padre Fabro y con una sorprendente ingenuidad presenta a un Rahner como maestro de la conjunción de antropología y metafísica, de metafísica y teología, de teología y cristología, cuando en realidad, en lugar de eso, Rahner no habla de conjunción sino de identidad entre todas esas disciplinas, que es una cosa muy diferente, porque Rahner en ese libro no formula en absoluto la propuesta de una filosofía cristiana o de un humanismo cristiano, sino que, confundiendo la naturaleza con la gracia, lo trascendente con lo trascendental, el conocimiento con la autoconciencia, la potencia obediencial con la potencia natural, propugna de modo deshonesto y fraudulento, recubriéndola con la autoridad del Aquinate, la identidad hegeliana del ser humano con el ser divino, del saber humano con el saber divino, de la libertad humana con la libertad divina, en definitiva, precisamente ese gnosticismo panteísta, que el papa Francisco ha condenado en repetidas ocasiones.
   
Un Rahner endulzado
   
----------Salatiello esconde la insidia o trampa rahneriana bajo una exposición edulcorada y engañosa del sistema rahneriano, haciéndolo aparecer, en suma, similar y quizás más avanzado que el de santo Tomás, aunque en su presentación, queriendo ella ser fiel a Rahner, no logra evitar hacer transparentar algo del veneno, sensible al gusto ejercido, aunque ella lo haya azucarado cuidadosamente.
----------Por tanto, limitémonos a examinar algunos juicios de Salatiello. Ella afirma que Rahner apoya la "coincidencia de la filosofía de la religión con la antropología metafísica". En realidad, la filosofía de la religión es algo muy distinto de la antropología metafísica. La primera es una disciplina moral que expone la naturaleza de la virtud de religión. La segunda es una disciplina especulativa, cuyo objeto, el hombre, es algo bien distinto de la virtud de religión, porque la naturaleza humana no se resuelve en absoluto en el ser religioso, es decir, en su relación con Dios, sino que el ser religioso presupone la naturaleza humana ya constituida y es una expresión entre otras, aunque indudablemente de suma importancia.
----------Pero Salatiello no dice a qué apunta esta confusión entre el ser humano y el ser religioso. Tal confusión apunta, según explícita declaración de Rahner, a concebir al hombre como tensión hacia Dios, entendido como "horizonte de la autotrascendencia humana", de lo cual viene la consecuencia, explícitamente declarada por Rahner, de que todo hombre está en gracia y se salva.
   
El sujeto
   
----------Salatiello afirma que para Rahner el hombre es "un sujeto caracterizado por una ilimitada apertura a la inmensidad del ser y, por lo tanto, no confinado dentro de los límites de la sola materialidad. En virtud de tal apertura, el ser humano puede configurarse como aquel que es capaz de escuchar una eventual palabra que Dios quisiera pronunciar, ya que su apertura no pone límites extrínsecos al alcance de esa palabra".
----------Sin embargo, Salatiello no especifica que para Rahner esta "ilimitada apertura a la inmensidad del ser" no es la actitud que el intelecto humano tiene de poner como objeto de su saber el infinito misterio de Dios, sino que para Rahner es la apertura del mismo ser humano, que Rahner llama "ser de la trascendencia", al ser divino, en modo tal que el ser humano trascendiéndose deviene divino.
----------Por eso mismo Rahner afirma que la naturaleza humana no tiene caracteres fijos para siempre, inmutables, definidos y perfectamente delimitados, sino que es ilimitada, indefinible e indefinidamente plasmable o modelable por la libre voluntad de la persona, la cual, como "espíritu en el mundo", dice Rahner, por una parte se autotrasciende en la dimensión trascendental hacia el horizonte divino, pero por la otra se historiza y se materializa en lo empírico y en lo categorial, que es la expresión conceptual, verbalizada y mutable de la precedente originaria y apriorica experiencia trascendental preconceptual y atemática del ser como sí y como ser divino, por la cual el ser es el ser pensante y el ser pensado.
   
Del espiritualismo al materialismo
   
----------En su artículo, infelizmente publicado por L'Osservatore Romano, Salatiello también, afirmando que para Rahner el hombre no está encerrado en los límites de la sola materialidad, hace aparecer a Rahner como si fuera un espiritualista que admite la superioridad del espíritu sobre la materia. Y sin embargo, es bien sabido que el espiritualismo rahneriano es sólo aparente. En realidad Rahner, como Pierre Teilhard de Chardin, no admite en absoluto la posibilidad de un puro espíritu separado de la materia, por lo cual no admite en consecuencia la inmortalidad del alma y la existencia de las almas de los difuntos, sino que la resurrección del cuerpo ocurre inmediatamente después de la muerte, de hecho en el mismo momento de la muerte. Por eso Rahner, como Hegel, no admite una pura espiritualidad divina, sino que Dios deviene, cambia y sufre, es Historia y, por eso, también Dios es "espíritu en el mundo". Además, como Teilhard, Rahner admite la teoría de la evolución en sentido darwiniano, según la cual la materia autotrascendiéndose deviene espíritu.
   
La antropología
   
----------Salatiello vuelve a decir en su interpretación del pensamiento rahneriano: "la antropología metafísica, coincidente con la filosofía de la religión, se configura como antropología teológica".
----------La observación que debe hacerse a esta declaración de la profesora de la Gregoriana es que se puede ciertamente hablar de antropología metafísica, pero Salatiello no precisa cómo Rahner entiende esa antropología. Para Rahner, el hombre no es un ente categorial, una sustancia compuesta de materia y forma, sino que es, heideggerianamente, el "Ser ahí" (Dasein). El ser-ahí y aquí, el ser historizado. Pero entonces ¿aquel que no se interroga por el ser, quién no hace metafísica, no es un hombre?
----------Por consiguiente, lo que debe decirse es que el ser ahí o aquí no caracteriza al hombre como tal, sino a cualquier ente mundano. También un gato o un ratón están allí o aquí. Si luego por "ser" entendemos el ser absoluto, Dios, entonces estamos de nuevo en el panteísmo. Ciertamente, Dios está allí y aquí, de hecho, está en todas partes. Pero el hombre no es Dios.
----------Ya he dicho líneas arriba que la antropología metafísica es bien distinta de la filosofía de la religión. La primera trata del hombre; la segunda, de una actividad del hombre. Identificar al hombre con la actividad religiosa significa desconocer que un hombre no religioso sigue siendo un hombre. Será un hombre impío, pero sigue siendo un hombre.
----------La antropología teológica no se funda en absoluto en la coincidencia del hombre con el hombre religioso. Sino que ella se funda en la antropología filosófica, en la cual la inclinación religiosa no es la totalidad del ser humano, sino una entre otras de las actividades del hombre. La antropología teológica, en cambio, presupone la antropología filosófica y considera la vida de gracia que se añade a la vida simplemente humana, es decir, la condición del hombre como hijo de Dios en Cristo destinado a la vida eterna.
   
La filosofía cristiana
   
----------Salatiello vuelve a citar palabras de Rahner, tomadas del libro Oyente de la palabra y dice: "La filosofía es intrínsecamente cristiana porque 'constituye al hombre en la escucha de un mensaje de Dios', ese mensaje que la teología revelada atestigua no ser puramente eventual, sino de hecho pronunciado en la historia".
----------De ninguna manera. La filosofía es sola e intrínsecamente racional; es, como dice santo Tomás, el perfectum opus rationis. El ser cristiano toca la vida sobrenatural de la fe y de la gracia. Concebir la filosofía como intrínsecamente cristiana quiere decir divinizar la razón y secularizar la fe.
----------La filosofía no nace cristiana. Lo llega a ser después de que el filósofo ha escuchado la divina revelación, que contiene verdades de por sí accesibles a la razón y verdades suprarracionales. El filósofo, aceptando la primeras, deviene filósofo cristiano. Aceptando las segundas, deviene teólogo cristiano.
----------Lo que "constituye al hombre en la escucha de un mensaje de Dios" no es la filosofía cristiana, cuyo objeto permanece siempre en el horizonte de la razón, sino que es la gracia de la fe, que va más allá de los intereses de la razón y por tanto de la filosofía, aunque sea cristiana, y que abre al conocimiento de aquellos misterios sobrenaturales, que son el contenido de la palabra de Dios, o más bien del dato revelado.
----------El filósofo, que está sola y puramente interesado en los contenidos racionales, propios de la filosofía, no piensa en ponerse a escuchar una eventual revelación divina, aunque en su teología racional no excluya en absoluto la posibilidad de que Dios le hable al hombre de sí, y que le pueda suceder al hombre el desear o auspiciar que Dios quiera hablarle.
----------El ponerse a la escucha de una eventual palabra de Dios viene a la mente del filósofo sólo en cuanto quisiera trascender el plano de la filosofía para acceder a una verdad superior, revelada por Dios mismo. Platón formuló este voto observando qué fortuna habría sido si la divinidad misma se hubiera dignado hablarnos de sí. Esto es precisamente lo que ha sucedido con la revelación judeo-cristiana.
----------Por lo tanto, no es en absoluto cierto que "la filosofía constituya al hombre en la escucha de un mensaje de Dios". La filosofía cristiana, en cuanto filosofía, constituye al filósofo autor del propio saber racional filosófico, o es efecto solamente del interés filosófico del hombre. Pero como el filósofo es cristiano, será llevado también a considerar aquellas verdades racionales contenidas en la Escritura.
----------La profesora Salatiello capta bien la pretensión exagerada rahneriana de que la razón de por sí requiere ir más allá de sí, con evidente auto-divinización de la razón, que no puede dejar de ser presagio de desastres para el hombre, como es demostrado por el racionalismo de Descartes hasta el de Hegel. Y he aquí que se llega luego al idealismo y al gnosticismo. Pero es claro por el contrario que una "palabra de Dios", que es requerida por la simple razón, ya no podrá ser palabra de Dios, sino que se rebajará al nivel de la palabra del hombre, y tendremos todas las formas de secularismo y materialismo.
----------Por otra parte, el hecho de que la filosofía se ponga esencialmente en el plano gnoseológico de la pura razón, le permite al cristiano dialogar también con no-cristianos e incluso con los no-creyentes y con los ateos, si es que éstos están dispuestos a razonar. En efecto, mientras no de todos es la fe cristiana, todos, en cuanto seres humanos, poseen la razón, la cual por tanto es suficiente base de diálogo, ya que para demostrar la existencia de Dios y edificar la religión natural, es suficiente la razón.
----------Con esto es cierto que existe la filosofía cristiana y también la filosofía católica. Es aquella que, como decía Jacques Maritain en De la philosophie chrétienne (Desclée de Brouwer, París 1933) y monseñor Octavio Derisi en Concepto de Filosofía cristiana (Gotelli, Buenos Aires 1936), surge de "aportes objetivos" y de los "consuelos subjetivos". Los primeros son los contenidos, los cuales, aunque siendo racionalmente demostrables, han sido de hecho revelados por el judeo-cristianismo, como Dios como ipsum esse per se subsistens, la creación, la providencia y la misericordia divinas, la dignidad de la persona, la ley moral como efecto de la voluntad divina, el pecado como desobediencia a Dios, la potencia obediencial.
----------Consuelos subjetivos son los reflejos morales en la vida del teólogo de las mismas verdades reveladas sobrenaturales, todos medios de gracia, la participación en la liturgia, la misma vida de gracia, las virtudes teologales, la ascesis cristiana, los dones del Espíritu Santo, el ejemplo y la guía de los santos, la vida eclesial.
----------Aporte subjetivo particularmente precioso es el estado religioso, que favorece en modo excelente la facilidad necesaria para el estudio, para la investigación y para la docencia. Además, grandes ayudas el religioso filósofo recibe del Instituto al que pertenece, sobre todo si tiene una larga tradición cultural en este campo, como por ejemplo los Agustinos, los Benedictinos, los Franciscanos, los Dominicos, los Jesuitas.
----------Tal vez el ateo se esfuerza (sabemos que inútilmente) por demostrar que Dios no existe, y somos nosotros los que debemos en cambio demostrarle que existe. El fideísta sostiene que para saber que Dios existe basta la fe y que la razón no es necesaria. Nosotros debemos demostrarle que el suyo es un dios falso, producto de su imaginación o bien la elefantiasis de su egoísmo.
   
La potencia obediencial
   
----------Aclaremos un punto arriba mencionado. La potencia obediencial es una disponibilidad que la naturaleza humana tiene de ser elevada por la gracia. Se distingue de la potencia natural, que es aquello que la naturaleza puede ser y puede hacer según sus poderes naturales.
----------De la potencia obediencial la antropología ha tomado conciencia reflexionando sobre cómo sea posible que una naturaleza finita como la naturaleza humana, perteneciente al orden creatural, pueda gozar de una vida sobrenatural y divina permaneciendo creatura y sin devenir Dios, cosa evidentemente imposible. Es necesario admitir en el vértice de la naturaleza una disponibilidad perteneciente a la naturaleza, que la abre hacia lo alto y la habilita para ir más allá de sí misma, para obtener una fuerza superior, hacia lo divino que trasciende la naturaleza, pero un divino, la gracia, que no sigue arriba, separado, sino que inhiere a la naturaleza, como su propiedad y como cualidad accidental añadida a la naturaleza.
----------El defecto de Rahner radica en el hecho de que él quisiera resolver la naturaleza en la potencia obediencial, siempre ello debido a su tendencia a sobrevalorar la naturaleza y a rebajar lo divino. Y cuando quiere distinguir, separa excesivamente, relativizando la naturaleza y enfatizando el misterio con un apofatismo exagerado, un misterio tan denso, que nada de ese misterio entendemos.
   
La autoconciencia
   
----------También en el tema de la autoconciencia, Salatiello no ve hasta el fondo dónde va a terminar Rahner, y ella se detiene antes, dándonos la falsa impresión de un Rahner sustancialmente innocuo, en línea con el pensamiento de santo Tomás, mientras que en cambio Rahner se sirve de Tomás como espejito para alondras para hacernos aceptar lo que a él le interesa, es decir, la visión hegeliana de la autoconciencia, de enfoque idealista-panteísta, que es cuanto de más opuesto se pueda pensar al realismo teísta del Aquinate.
----------De hecho, dice Salatiello: "el tema de la autoconciencia como retorno completo del sujeto sobre sí, que Rahner reelabora originalmente a partir de santo Tomás, nos sitúa frente a un sujeto que está siempre presente a sí mismo y que no se dispersa en el mundo aun cuando lo conoce o actúa sobre él".
----------Pero Salatiello no aclara cuál es el "sujeto", que se pone a sí mismo, del que habla Rahner, que no es para nada el sujeto humano, del cual habla santo Tomás de Aquino, creado por Dios, que deriva sus conocimientos partiendo de los sentidos y contiene en su conciencia lo que en precedencia ha recabado por abstracción del contacto sensible con las cosas externas, sino que es el "sujeto" hegeliano, que no es puesto por Dios, como el sujeto tomista, sino que se pone a sí mismo y tiene orígen de sí mismo como pensamiento idéntico al ser: "La naturaleza del ser del ente", es decir del sujeto, "es conocer y ser conocido en una unidad originaria, que hemos llamado conciencia de sí, autotransparencia del ser para sí mismo o subjetividad" (Oyente de la Palabra, editorial Herder, Barcelona 1976, p.73).
----------Claramente esta "subjetividad" no puede ser la humana, de la cual habla santo Tomás, que supone la distinción entre el pensamiento intramental y el ente extramental, mientras que aquí tenemos una identidad del pensar y del ser. Ahora bien, ¿dónde puede existir tal identidad sino en el ser divino? Solamente Dios es identidad de ser y de pensamiento (como lo dice santo Tomás en la Summa Theologiae, I, q.14, a.4.). Por lo tanto, lo que Rahner quisiera atribuir al hombre, en realidad le pertenece a Dios.
----------Continúa diciendo Salatiello: "Estrechamente conectada con esta, entonces, está la cuestión de la libertad que sólo la conciencia de sí hace posible, garantizando una amplia toma de distancia de la alteridad y permitiendo poder disponer de si mismos, asumiendo las personales decisiones con responsabilidad".
----------Según su método de detenerse en un determinado punto para no descubrir la vergüenza, aquí también Salatiello enuncia nobles conceptos, que no perturban a nadie, reflejando efectivamente el pensamiento de Rahner, pero calla sobre las notas más inquietantes, que una vez más se resienten del influjo de Hegel.
----------El concepto rahneriano de la libertad vacía de sentido el libre albedrío (véase al respecto: Curso Fundamental sobre la Fe, editorial Herder, Barcelona 1998, pp.121-125) al excluirlo del ámbito moral y dando sólo importancia a una libertad como expresión de una "opción fundamental" (véase al respecto la enciclica Veritatis splendor de san Juan Pablo II, de 1993, n.65), por la cual la persona tiende constitutivamente a Dios, mientras que ella es libre de plasmar a su placer y antojo una naturaleza humana amorfa, ignara de la ley natural. Se comprende entonces el severo juicio que pronunció el entonces cardenal Ratzinger, de quien Salatiello púdicamente, pero también poco honestamente, no menciona una sola palabra:
----------"En el planteamiento básico Rahner ha asumido grandes dosis del concepto de libertad propio de la filosofía idealista, un concepto de libertad que, en realidad, no conviene más que al Espíritu absoluto -a Dios- y para nada al hombre" (Teoría de los Principios Teológicos, Herder, Barcelona 1985, p.201).
   
Un programa idealista-panteísta
   
----------Por todo lo antes dicho, Oyente de la palabra debía ser conmemorado de otro modo. Ese libro de Rahner es el manifiesto programático de un cristianismo hegeliano con la hipócrita cobertura o carátula de santo Tomás: una operación absurda. El libro constituye la columna vertebral de todo el subsecuente pensamiento rahneriano. La referencia a Tomás está en ese libro como falso enfoque o estético peluquín, que Rahner en las décadas siguientes abandonaría, para sustituirlo por Heidegger.
----------El intento de Rahner en Oyente de la palabra, ha sido el de transferir al campo católico lo que en el siglo XIX ya había sido intentado por la derecha hegeliana y en el propio campo católico, a saber, la asunción de la cristología hegeliana. Pero los propios luteranos desaprobaron a sus correligionarios, que habían intentado la empresa, mientras que los católicos como Hermes, Günther y Frohschammer fueron censurados por el beato Pío IX. Nos preguntamos qué sentido tiene el renovado intento rahneriano.
----------Se debe decir que este intento ejerce cierta fascinación, porque quisiera ser una interpretación panteísta del misterio de la Encarnación. El hombre es concebido como un Dios encarnado. Así se explica el trascendental originario preconceptual, que constituye el Yo absoluto, derivación del cogito cartesiano, como condición de posibilidad de lo categorial de la experiencia sensible, que funda el yo empírico.
----------En la base de la concepción rahneriana del misterio de la Encarnación no está el dogma calcedonense de la distinción de la naturaleza humana respecto de la naturaleza divina, y el respeto a la prohibición calcedonnse de creer que la naturaleza divina se transforme en naturaleza humana, sino que por el contrario existe la concepción herética de Hegel, según la cual existiría "la unidad de la naturaleza humana con la naturaleza divina" y el cambio de esta en aquella.
----------Por consiguiente, se deriva de aquí la concepción rahneriana de la gracia, que oscila entre dos excesos opuestos: por un lado, un exceso minimalista, es decir, su reducción a la plenitud de la naturaleza (Pelagio) y por otro lado, un exceso maximalista, es decir, la exagerada exaltación hasta el punto de identificarla con Dios, de modo que el hombre en gracia es Dios (gnosis).
----------Esta visión panteísta de la gracia y de la Encarnación ya está presente en el siglo XIV en Meister Eckhart, quien fue censurado por Juan XXII en 1329 (Denz. 950-979). Eckhart sostenía que el cristiano no es similar a Cristo, sino que se transforma en Cristo, para así devenir idéntico a él. Por tanto, la gracia no era participación en la vida de Cristo, sino que es la misma vida de Cristo, de la cual vive el cristiano. Hijo de Dios, para Eckhart, quiere decir que el cristiano es hijo de Dios del mismo modo y en la misma medida en que lo es Cristo. Ahora bien, Hegel era un admirador de Eckhart y pretende precisamente retomar su cristología.
----------Por lo tanto, se puede decir que si Rahner ha propuesto con fuerza, y quisiéramos decir en modo prepotente, en nuestros tiempos una cuestión fundamental del cristianismo, esta es precisamente la cuestión de la gracia. Acerca de esto debemos reconocerle mérito. Pero he aquí, sin embargo, el problema: que Rahner, careciendo en metafísica de las fundamentales nociones de la analogía y de la participación, no ha podido encontrar, como logró santo Tomás de Aquino, un punto de equilibrio entre pelagianismo y gnosticismo, entre antropocentrismo (su "giro antropológico") y trascendentalismo ("experiencia trascendental"). Tal punto lo habría encontrado si hubiera seguido verdaderamente a santo Tomás y no lo hubiera camuflado de hegeliano con el resultado engañoso que ha conseguido.
----------El papa Francisco en años recientes ha señalado dos claras falsificaciones del misterio de la Encarnación: la falsificación gnóstica y la falsificación pelagiana. Entrambas están presentes en el rahnerismo: la primera es la herejía del hombre divino preexistente ("experiencia atemática trascendental preconceptual"), que desde el cielo del cogito donde posee la ciencia absoluta o autoconciencia (gnosis) desciende a la tierra ("experiencia categorial") y deviene histórico y empírica. En este caso, Dios se transforma en el hombre. Es la así llamada "cristología desde arriba". Aquí la gracia es la autocomunicación divina al hombre. Aquí la referencia principal es el panteísmo hegeliano. El hombre se hace Dios.
----------La segunda es la herejía pelagiana del hombre histórico y material que se autotrasciende deviniendo Espíritu, es decir, deviniendo Dios. La naturaleza alcanza su cumbre en la gracia. El hombre, implícitamente Dios, se eleva a sí mismo y se actúa explícitamente como Dios. Es la así llamada "cristología desde abajo". Aquí la referencia es el ateísmo marxista. El hombre toma el lugar de Dios.
----------Por lo tanto, es necesario rencontrar el verdadero sentido del misterio de la Encarnación en relación con la salvación del hombre. No podemos albergar ninguna duda: Oyente de la palabra debe ser colocado en el museo de los intentos fallidos de interpretar y vivir hoy el misterio de la Encarnación, mientras que, a la vez, es necesario recuperar la cristología de santo Tomás de Aquino, que siempre ha sido recomendada por la Iglesia como la que mejor que otras interpreta teológicamente el dogma cristológico.

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