martes, 29 de noviembre de 2022

La necesidad de comprender la maniobra del idealismo

Frente a los problemas morales y disciplinares hoy dramáticamente candentes en la Iglesia, problemas que tienen un purulento e inocultable absceso en el actual sínodo alemán, son pocos los que advierten su radical relación con errores metafísicos y teológicos. Y son poquísimos los que, puestos a la búsqueda de soluciones para estas llagas que hoy afectan a la Iglesia, logran advertir el luminoso camino indicado por el papa Francisco con su renovada denuncia contra el idealismo y su innovadora condena del gnosticismo. Frente a la gran maniobra del idealismo, la cual tiene todo el perfil de un verdadero complot contra la Iglesia, es más necesario que nunca comprender y llevar a la práctica estas enseñanzas y directrices del Romano Pontífice.

----------Desde la época del modernismo, condenado por san Pío X, se viene gestando en el seno de la Iglesia una compleja maniobra de los pro-idealistas para obtener en lo interno de la doctrina católica un derecho de ciudadanía también para el idealismo alemán, el llamado "idealismo trascendental" una operación similar -esto sea dicho sin desprecio hacia nadie- a aquella por la cual en el campo político Turquía se ha ido esforzando para demostrar a Europa contar con los papeles en regla para formar parte de la Comunidad Europea.
----------El problema del idealismo es una secular cuestión, que se arrastra desde el Medioevo, desde los tiempos de Meister Eckhart [1260-1328], gran místico dominico alemán, el cual ideó una espiritualidad cristiana de tendencia panteísta, que sin embargo no fue aprobada por la Iglesia y de hecho fue condenada. Hoy hay quienes se esfuerzan por mostrar las buenas intenciones de Eckhart sosteniendo que su mística sería defectuosa sólo desde el punto de vista del lenguaje y reflejaría la modalidad propia de la espiritualidad alemana, conducida a una especie de subjetivismo o a un acentuado interiorismo que se asemejaría al inmanentismo y al panteísmo pero sin serlo, expresión de lo que los alemanes llaman con un término intraducible, el Gemüt, una especie de síntesis entre sentimiento, emoción e intuición.
----------Una cierta presencia de idealismo o de apriorismo siempre ha sido admitida en la Iglesia: se trata de la vena o filón platónico, que está presente en el gran san Agustín de Hipona y da inicio a toda una escuela de espiritualidad que brilla por ejemplo en san Anselmo de Aosta y en san Buenaventura. Al mismo tiempo, sin embargo, con el surgimiento del genio de santo Tomás de Aquino, la Iglesia, hasta nuestros días, no ha ocultado nunca su preferencia por el realismo tomista respecto al por lo demás moderado y aceptable idealismo, precisamente sobre todo el de la tradición mística.
----------Sin embargo, hay idealismo e idealismo. Con Descartes ha nacido un nuevo y más extremo idealismo que ha comenzado a crear preocupaciones para la Iglesia. Ya las obras de Descartes en 1663 fueron puestas en el Índice. Y desde entonces el idealismo cartesiano, aliándose en Alemania con el luteranismo, inició una tendencia de pensamiento la cual, aunque declarándose "cristiana", culminando en el pensamiento de Hegel, entraba en un conflicto cada vez mayor con la doctrina de la Iglesia Romana, hasta llegar a la condenas del idealismo en Pío IX, al Concilio Vaticano I, en san Pío X y en Pío XII. Los retoños y esquejes de esta oposición al idealismo inmanentista todavía se pueden encontrar hoy, por ejemplo, en la encíclica Fides et Ratio de san Juan Pablo II y en las más recientes condenas del idealismo y gnosticismo por parte del papa Francisco, con su muchas veces reiterado principio de la superioridad de la realidad sobre la idea.
----------Extrañamente, el idealismo subjetivista y panteísta no ha sido condenado por el Concilio Vaticano II. Algunos se lamentan de que el Concilio ni siquiera ha reiterado la condena del comunismo. Pero esto no me parece una grave laguna, ya que existe desde 1937 la espléndida encíclica Divini Redemptoris de Pío XI, un documento de amplio alcance con el cual el comunismo viene detalladamente descripto y refutado.
----------Nunca jamás nada similar la Iglesia ha hecho con respecto al idealismo, que también es una doctrina compleja, no desprovista de valores, pero donde el error es muy sutil y fascinante, a tal punto de ser capaz de engañar incluso a espíritus escogidos y hombres doctos, porque se presenta con el rostro de la alta especulación, de la mística y de la espiritualidad. Además, el idealismo alemán, heredero de Descartes y de Lutero, se presenta con el nombre seductor de "pensamiento moderno", como si estuviera más allá de la "teología escolástica", considerada ya superada, por no decir equivocada. Y esto, naturalmente, involucra también la doctrina de santo Tomás de Aquino. ¿Y quién no quiere ser moderno? ¿Quién no rechaza quedarse estancado en el Medioevo? Tanto más porque hemos tenido hace sesenta años un Concilio que precisamente ha tenido entre sus intenciones la de asumir los valores de la modernidad. ¿Y entonces?
----------Sin embargo, el Concilio no ha abandonado en absoluto la tradicional preferencia por el realismo tomista, expresión excelente del realismo bíblico y del tradicional realismo de la Iglesia y de todos los Padres, los Santos y Doctores, aunque en el pleno respeto de la tradición agustiniana, cuyo idealismo sin embargo es del todo innocuo y de hecho recomendable, porque, al exaltar el verdadero valor de la conciencia y de la interioridad, admite la trascendencia divina y la limitación del hombre, mientras que el idealismo moderno "trascendental" cae en el inmanentismo y en una concepción del hombre que se identifica con Dios, quizás bajo el pretexto de la "Encarnación del Verbo" y de la vida de gracia.
----------Por eso, no estamos aquí concordes en absoluto y la Iglesia no puede más que rechazar absolutamente, sin medios términos, ese tipo de idealismo, el cual, como he dicho, tiene su máximo representante en Hegel y en su escuela hasta el día de hoy, como por ejemplo en Italia Giovanni Gentile [1875-1944].
----------Por otra parte, este idealismo, como ha sido demostrado por Fabro y Cottier, no es más que un cripto-ateísmo, que vendrá a ser explicitado luego por Marx, el cual precisamente parte de Hegel de modo explícito, y, al fin de cuentas, Marx no viene a hacer más que explicitar las potencialidades contenidas en el pensamiento hegeliano. En efecto, si con el idealismo el hombre viene absorbido en Dios (la famosa Erhebung), nada impide la operación contraria de un Dios que se disuelve y desaparece en la absolutidad del hombre, como lo decía el mismo Marx: "El hombre es Dios para el hombre".
----------La "alienación" (Entfremdung y Entäusserung), por la cual el hombre es esclavo de un Dios trascendente, ya existe en Hegel, y Marx no hará más que "liberar" al hombre de este Dios trascendente y esclavizante. Y si en Hegel el Dios inmanente es el hombre mismo, en Marx sólo queda la absolutidad del hombre, que ya no se llama "Dios", sino simplemente "Hombre". Y es significativo que haya ciertos ateos, como refería años atrás el cardenal Ravasi, que no quieran llamarse "ateos" (aunque lo sigan siendo), sino "humanistas seculares".
----------Ni siquiera la masonería, que aunque rechaza toda religión positivo-revelada, llega a la impiedad del idealismo hegeliano, que es fingida espiritualidad, desembocante en el ateísmo marxista, ya que al menos la masonería oficial (si queremos excluir aquí a la masonería esotérica) se detiene en la religión natural-racional del iluminismo y al menos admite la existencia de Dios.
----------Por no hablar de la salida o resultado totalitario (fascista, nazi y comunista) de los principios hegeliano-marxistas, que hemos abundantemente experimentado en el siglo pasado. La masonería, al menos, por más que sea anticlerical, se pone en el plano de la democracia y de los derechos humanos. Pero las consecuencias últimas del hegelianismo marxista conducen a la humanidad a la más atroz barbarie.
----------Sin embargo, lo que ha sucedido es que, con la nueva atmósfera creada por el Concilio Vaticano II, convenientemente abierta como se sabe al diálogo con todas las culturas y con todas las religiones, incluso abierta al contacto con los no-creyentes (aunque esto no haya sucedido siempre del modo más prudente), los idealistas han vuelto a vivir con más fuerza que nunca, decididos a ser admitidos en el horizonte oficial de la doctrina católica, o bien intentando disolver la tradición dotada de univocidad, precisión y unidad propios de la doctrina católica en nombre de un confuso y contradictorio "pluralismo" con el que pretenden dar espacio y cabida también a Lutero, Hegel, Descartes y quizás incluso a Marx.
----------Ahora bien, no se puede negar que la atención dada por la Iglesia al idealismo en general haya dado resultados positivos, conduciendo por ejemplo a la valorización de personajes antaño marginados por una tendencia tomista (y encima de un tomismo no siempre fiel al Aquinate) quizás demasiado prevalente en la Iglesia: pensemos, por ejemplo, en un Blondel, en un Rosmini, en un Newman, en un Duns Scoto, en una Edith Stein. Hoy ya tenemos la canonización de Newman, y el mismo Eckhart viene visto con simpatía y alguno ha sugerido promover su Causa de Beatificación. Todo esto es ciertamente positivo.
----------Es necesario, en cambio, bloquear y frustrar de una vez por todas otra forma de apoyar el idealismo, que no puede conducir y no conduce a nada bueno. Se trata de una maniobra idealista que tiene sus orígenes explosivos en el modernismo de los tiempos de san Pío X, pero que ya había iniciado en sordina en el siglo precedente, cuando la Iglesia, con Gregorio XVI y el beato Pío IX, desaprobó el intento de algunos teólogos alemanes, Hermes, Günther y Frohschammer, de reconciliar el catolicismo con el hegelianismo.
----------En la Escuela de Lovaina, a principios del siglo pasado, se produjo entonces el intento, aunque también fallido, por más que haya tenido mucho éxito, del jesuita Joseph Maréchal, de conciliar a santo Tomás con Kant. Tal intento fue precursor de aquel, mucho peor, también él fallido (pero pocos hoy se dan cuenta), de Karl Rahner de conciliar a santo Tomás con todos los errores del idealismo moderno hasta Husserl y Heidegger.
----------Esta última tentativa, aunque ya haya suscitado justas críticas desde hace cincuenta años, todavía no ha sido condenada oficialmente por la Iglesia, pero espera serlo, como la Iglesia siempre ha condenado estos engañosos hibridismos, sobre todo cuando se difunden peligrosamente. Hasta ahora los rahnerianos, con su astucia, se han cubierto bajo la sombra del Concilio, pero cuando sea realmente claro para todos lo que el Concilio ha dicho verdaderamente (algo que aún después de sesenta años todavía está por aclararse, al menos en el problema de la teología), los errores de Rahner vendrán a ser claros para todos.
----------De modo similar en la Universidad Católica de Milán se produjo en los años cincuenta-sesenta el intento generoso pero ingenuo y sustancialmente ilusorio de Giuseppe Bontadini, desenmascarado y refutado por el padre Fabro, de conciliar el catolicismo con el idealismo de Giovanni Gentile, quien descaradamente se declaraba "católico" (y tal era considerado por muchos), no obstante su apertísimo inmanentismo panteísta.
----------Bontadini intentó iniciar un catolicismo de inspiración idealista e incluso parmenídea, rechazando a Aristóteles. Las consecuencias últimas de tal insensata empresa las sacó un discípulo suyo, Emanuele Severino, el cual incluso cayó en una forma de monismo eternalista ateo, con la acusación de "nihilismo" hecha al cristianismo y al entero pensamiento occidental. ¿Acaso queremos refugiarnos en el Oriente? ¿En el nihilismo budista? Hay alguno que se lo está hoy pensando seriamente.
----------Es necesario que el genio alemán, que se expresa en el idealismo trascendental, pero no sólo en él, se deje disciplinar por la doctrina católica, intérprete infalible de la Palabra de Dios, como lo ha hecho mucho tiempo antes la cultura greco-romana, dando así lo mejor de sí misma en la obediencia a Cristo.
----------Lo que quiere decir que es necesario que la Iglesia distinga claramente de una vez por todas un idealismo lícito y compatible con el Evangelio, fuente de humildad y santidad, como el de un san Agustín de Hipona y un san Buenaventura, de un idealismo ilícito e incompatible con Cristo, fuente de soberbia y de impiedad, como el que iniciando con Descartes mixturado con Lutero, culmina en Hegel.
----------En estas condiciones, el genio alemán dará verdaderamente lo mejor de sí mismo en el concierto pluralista del pensamiento católico y de la plena comunión eclesial, según su más bella tradición que comienza con san Alberto Magno, prosigue con Corrado Köllin para llegar a los Kleutgens, a los Weiss, a los Schmaus, a los Bartmann, a los Pieper, a los Guardini, hasta llegar a la más reciente estrella de la sabiduría alemana, el mismo Joseph Ratzinger, Sumo Pontífice de la Iglesia entre los años 2005-2013, papa Benedicto XVI. El papa hoy emérito, como doctor privado, es evidentemente muy libre de seguir a san Agustín o a san Buenaventura o a Guardini, en el cual incluso pueda inspirarse también el papa Francisco, aun cuando oficialmente recomiende a santo Tomás de Aquino, pero nunca encontraremos a un Ratzinger ni a un Bergoglio, ni siquiera como personas privadas, seguidores de Lutero o de Hegel.
----------Igualmente también Juan Pablo II, en cuanto Papa, no podía dejar de recomendar a santo Tomás, pero, como doctor privado -como solía recordar el padre Fabro, que se lo había oído al mismo Papa-, Wojtyla prefería a Duns Scoto. El pluralismo teológico es una de las riquezas y de las glorias de la Iglesia Católica, pero sobre el camino de la verdad hay límites y vallas que no se pueden traspasar.

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