A partir de la concepción buenista del pecado y de toda la moral buenista, y supuesta su antropología y su metafísica idealista, surge como consecuencia que los buenistas corrompen el dogma de la Redención y falsifican la divina Providencia. [En la imagen: fragmento de "Arcadia", pintura de Károly Markó, óleo sobre lienzo de 1830, actualmente en la Galería Nacional de Hungría, Budapest].
Los buenistas corrompen el dogma de la Redención
----------Los buenistas interpretan la obra salvadora de nuestro Señor Jesucristo prescindiendo del sacrificio redentor, y sustituyéndolo con la pasión del profeta y del mártir de la justicia, que no retrocede ni siquiera ante la perspectiva de la muerte. Tal rechazo del sacrificio cultual tiene sus raíces en la concepción kantiana de la religión, según la cual Dios no es un ente real en sí externo a la razón, creador de la razón, ubi ipsum lumen rationis accenditur, para decirlo con san Agustín de Hipona. Por eso, para Kant la religión no está basada en la obediencia a los mandatos divinos y, en particular, no implica la ejecución de deberes hacia Dios, culminantes en el ofrecimiento de sacrificios cultuales expiatorios.
----------De lo cual se comprende cómo para Kant el sacrificio de Cristo no debe ser entendido como sacrificio expiatorio y redentor, cuya finalidad es la de satisfacer a Dios por nuestros pecados, en lugar nuestro, sino que según Kant la muerte de Cristo no ha tenido otro significado para nosotros que el de darnos el ejemplo de ejecución del propio deber moral, incluso a costa de la propia vida.
----------En efecto, para Kant, dado que para él Dios no es otra cosa que la idea unificadora suprema de la razón, con la cual y en la cual la razón unifica todo lo múltiple de la experiencia y de las categorías, por ende, la religión no implica una relación con un Dios realmente existente fuera del sujeto racional, sino que no es otra cosa que la religiosidad, es decir, la escrupulosidad, rectitud, firmeza y honestidad con las cuales la razón representa de manera antropomórfica sus deberes, representándolos por comodidad imaginativa como mandatos recibidos de Dios, un Dios entendido como entidad personal.
----------El Padre celestial, según Lutero, retomado por los buenistas, ha pedido cuenta sólo a Cristo, el cual ha pagado con su sangre, por lo cual la deuda del pecado nos ha sido remitida gratuitamente. Nosotros no tenemos que hacer ninguna obra reparadora y podemos, frágiles como somos, continuar tranquilamente pecando sabiendo que de todos modos el pecado es inevitable, que Dios no lo toma en cuenta y que el Padre nos ha prometido salvarnos mientras creamos que nos salvará. ¿Queremos descreer de las promesas divinas?
----------Para los buenistas, que son los herederos liberales de Lutero, Dios no exige de nosotros ninguna expiación, ninguna reparación, ningún sacrificio, pero aún así nos garantiza que seremos salvos. Hoy, los actuales rahnerianos han empeorado la herejía de Lutero al agregar que Cristo tampoco ha cumplido ninguna expiación, no ha dado al Padre ninguna satisfacción en lugar nuestro, no se ha sacrificado en absoluto por la remisión de los pecados. Su sangre no es precio de nuestro rescate, sino simplemente la sangre de un mártir. Su muerte no ha sido en absoluto deseada por el Padre para nuestra redención, sino solo por sus asesinos. Cristo es simplemente el ejemplo para el buen cristiano.
----------A decir verdad, el buenista, con respecto a la obra de la redención, rescata correctamente un aspecto de amor y de misericordia, aspecto que es fundamental, pero no es el único. De hecho, el buenista se equivoca cuando excluye que la redención haya sido también, aunque secundariamente, una obra de justicia para compensar al Padre por la ofensa recibida por el pecado.
----------Rahner piensa que el hombre se reconcilia con Dios sólo porque Dios incondicionalmente ama al hombre sin exigirle ninguna reparación. Pero según el dogma de la redención, las cosas no son así, y además existe una lógica en el proceso de la justificación: si yo he agraviado a un amigo, no puedo pretender recuperar su afecto y que él vuelva a la paz conmigo sin reparar el daño que le he hecho, lo que precisamente demuestra mi dolor y mi arrepentimiento. Entonces y solo entonces me perdonará y volverá a ser mi amigo. Similarmente, según cuanto dice la Escritura, se comporta Dios con nosotros.
----------Si luego atendemos a cómo van las cosas en sentido propio, metafísico, será necesario decir que no es Dios, sino que somos nosotros, los que debemos reconciliarnos con Él, no es Dios quien debe aplacar su ira, sino que somos nosotros los que debemos aplacar nuestra ira; ya que Dios, aunque ofendido, no deja nunca de amarnos y procurar nuestra conversión. Por el contrario, somos nosotros quienes, pagando nuestra deuda en Cristo, recuperamos su gracia y podemos y debemos volver a amarlo.
----------Por lo demás, incluso el concepto de "ofensa a Dios" tiene un significado sólo metafórico, si es cierto que el ofensor le quita algo al ofendido. Ahora bien, pensándolo correctamente, ¿qué es lo que el pecado puede quitarle efectivamente a Dios, que deba exigir serle restituído o como que deba serle resarcido? ¿Resarcirle a Él, que ontológicamente no puede perder nada ni ser privado de nada?
----------Por lo demás, dicen y repiten los buenistas, Dios no es como un recaudador de impuestos, sino que es un donante generoso. No es como el profesor que da una buena nota a un buen alumno, sino que es la Verdad que a todos ilumina. Según los buenistas, Dios no impone deberes, sino que solo pide amor. No es el patrón que paga su jornal al trabajador, sino que es el buen samaritano que se inclina con compasión sobre el viajero herido. No amenaza con castigos, sino que sólo promete la salvación.
----------Para el buenista, por lo tanto, todos son pecadores perdonados y por tanto todos están en gracia. Todos, por ende, son fundamentalmente buenos, todos tienden a Dios y se salvan, porque Dios quiere que todos se salven. Por tanto, no debemos condenar a nadie, sino dejar a cada uno la libertad de regularse como quiera, según su conciencia, porque Dios y la Iglesia acogen a todos.
----------Según el buenista, el pecador debe ser acompañado, no corregido; compasionado, no reprochado. Cristo ha venido para salvar, no para condenar. Dios es ternura, no severidad. El mundo debe ser amado y no odiado, porque Cristo ha dado su vida para salvarlo. No se debe huir del mundo, sino salvarlo.
----------Ahora bien, si el pecado es simplemente un acto como cualquier otro, aunque inspirado por una moral diferente a la mía, ¿por qué motivo debería oponerme a la diversidad? ¿Acaso no es una riqueza? La vida es bella porque es variada. Y si yo tengo derecho a seguir mi moral, ¿por qué el otro no debería tener derecho a seguir la suya? Esta es la teoría buenista de los derechos humanos.
----------Para la concepción moral del buenista, lo que para mí es pecado, para el otro es un acto bueno. Y así también lo que para mí es un acto bueno, para otro podría ser pecado. Así que hagamos una cosa: basta ya con este discurso sobre el pecado, que nos lleva a condenarnos neciamente unos a otros y a negarnos el uno al otro la libertad de comportarnos como se quiera. Evitemos hacer lo que para nosotros es pecado, pero no juzguemos pecado lo que otros hacen en contraste con nuestra moral.
----------Así como nosotros estamos en buena fe y libres para seguir nuestra propia moral, así también debemos suponer que están en buena fe los demás al seguir su propia moral y, por lo tanto, dejémoslos libres para hacerlo, como ellos nos dejan libres a nosotros para seguir nuestra moral. El buenista, además de ser un relativista, es un liberal: lo importante para él no es hacer esto o aquello o evitar esto o aquello. Lo importante es ejercer el libre albedrío. Para él, la libertad no es libertad del mal, porque él no hace nunca nada malo; la libertad para él no es el justo ejercicio del libre albedrío en obediencia a una ley universal, sino que es el simple ejercicio del libre albedrío de acuerdo con la propia concepción del bien y del mal.
----------Al fin de cuentas, de todo esto resulta que el buenista no sólo no lucha contra el pecado en él y en los demás, sino que deviene promotor del pecado, en cuanto cree que todos son buenos, por lo que promueve y aprueba que cada uno se comporte como le plazca, incluso si según él pecan. Pero en realidad (así razona él, o más bien no razona) aquello que hacen es pecado sólo para él. Y por consiguiente dejémoslos en paz, tengamos respeto por ellos. Desde su punto de vista ellos siempre hacen el bien. Si se comportan así, es signo de que está bien para ellos. Dejémoslos libres y tengamos confianza.
----------De tal manera, puede ser que el buenista eventualmente rehúse en su conducta personal el aborto o el divorcio o la sodomía o el hurto o el asesinato, pero si ve cumplir estas cosas por otros, incluso cuando se autodenominen católicos, las aprueba poniéndose desde el punto de vista de los otros, y con esto da prueba de una mentalidad abierta al pluralismo y a la diversidad, dando espacio para todos. El suyo es un pensamiento, como se dice hoy, "inclusivo", y en tal sentido el buenista dice que la Iglesia acoge a todos.
Los buenistas falsifican la divina Providencia
----------Los buenistas tienen una concepción demediada de Dios: aceptan algunos atributos, pero rechazan otros, con la consecuencia, sin embargo, de que, dado que los atributos de Dios están todos conectados entre sí, quitando algunos, vienen a ser destruidos todos, y se termina en el ateísmo y en el nihilismo.
----------Admiten los buenistas un Dios creador, infinito, eterno, trascendente, sabio, providente, bueno, pacífico, misericordioso, amante del hombre. Pero no admiten que Dios pueda existir sin el hombre, porque según ellos el hombre, como dice Rahner, es el "destino de Dios", es decir, el hombre está finalizado por Dios, pero Dios también está finalizado por el hombre, por lo cual, como dice Hegel: "Dios no es Dios sin el mundo". Se comprende entonces que desaparece la trascendencia divina.
----------Dios para los buenistas está por esencia siempre junto al hombre y con el hombre; Dios siempre perdona y nunca castiga. Esto hace que todos nutran demasiada confianza en salvarse, por lo cual viene a menos y se pierde el santo temor de Dios, que nos hace vigilantes en el temor de pecar y por tanto facilita la huida del pecado. Aquellos que más fácilmente caen en el pecado son, de hecho, los que están demasiado seguros de no pecar. No es que no se deba confiar en la gracia, pero el hecho es que también debemos tener en cuenta nuestra fragilidad, volubilidad e inestabilidad.
----------A causa de estos errores surge la herejía actualmente muy difundida, incluso entre católicos, que pretende que todos se salven y que no pecan nunca o que, si pecan, están sin embargo siempre en gracia. Pero entonces Dios no es un verdadero Absoluto, porque Dios deviene relativo al hombre y al mundo. Por tanto, no es el mundo el que se regula en Dios, sino que el mundo deviene la medida de Dios.
----------Dios ya no es infinito porque su poder es finito. Dios no es sabio, sino que se contradice, porque también ha creado el mal que está siempre junto a Él. No es libre, porque el mundo no existe por su voluntad, sino en virtud de su misma esencia. Y por lo tanto ni siquiera es bueno porque en el mundo existe el mal. Y por consiguiente, vemos que se derrumban todos los atributos admitidos por los buenistas.
----------Además, dado que Dios no es omnipotente, no llega a impedir el mal, por lo cual sufre también Él (teopasquismo). Por lo tanto su misericordia no es infinita, sino limitada: nos ayuda hasta donde Él puede, pero no puede librarnos de todo mal. Además, Dios no es inmutable, porque, como dice Rahner, siguiendo a Hegel, en la Encarnación la naturaleza divina deviene humana; Dios deviene hombre (Menschwerdung) no en el sentido de que Cristo es hombre y Dios, sino en el sentido de que Él no es un Dios inmutable, sino un Dios que deviene, un Dios inmerso en la historia. Es un "absoluto en la historia" (para decirlo con el título de un libro del cardenal Walter Kasper), es un Dios que no puede estar sin la historia.
----------En necesario, en cambio, decir que Dios hace llover sobre buenos y malos. Manda los beneficios a fin de que los hombres sean felices y para que, acogiéndose a ellos, descubran al Autor, lo reconozcan, lo busquen, lo amen y lo obedezcan; manda las desventuras, consecuencias del pecado original, como prueba para la fe, como castigo de los pecados y para hacer ejercitar en la paciencia, en la solidaridad y la ayuda recíproca en los dolores comunes, y en la lucha contra el sufrimiento, para que se saque de las desgracias ocasión de penitencia y de conversión, transformándolas en sacrificios de expiación en unión con Cristo.
----------Si ciertas acciones de la naturaleza, como por ejemplo los cataclismos, los terremotos, las sequías, las inundaciones, las hambrunas, las epidemias, las bestias feroces, dañan al hombre, y si la parte material del hombre está gobernada por leyes químicas que antes o después obligan al alma a abandonar el cuerpo con la muerte, no significa que también la acción de estos agentes químicos sea mala, por el hecho de que hacen daño al hombre, ya que aquí también estamos ante un orden establecido por Dios, el cual orden, por ser establecido por Él, es por eso mismo bueno, y daña al hombre sólo como consecuencia del pecado original. De hecho, todo esto no quiere decir que la naturaleza sea mala, porque también en esto la naturaleza no hace más que obedecer las leyes divinas. Más bien, debemos interpretar estas acciones, como indica el mismo libro del Génesis, como castigos y consecuencias del pecado original.
----------Aquella naturaleza que en el Edén era sólo dócil, benéfica y sujeta al dominio del hombre, y servía sólo al bien del hombre, ahora, en estado de naturaleza caída, mantiene siempre las leyes anteriores, porque la naturaleza es sustancialmente la de antes del pecado. Pero ahora ella funciona en modo que ya no armoniza o ya no se deja armonizar con las necesidades físicas del hombre, a su vez en un estado de íntimo contraste, de corruptibilidad y perturbación física, psíquica y espiritual consecuentes a la culpa originaria.
----------En la vida presente, el hombre conserva fuerzas que le permiten, aunque imperfectamente, recuperar, en el curso de la historia, progresivamente, con el ejercicio de la virtud y el socorro de la gracia, las condiciones de inocencia y de perfección propias del Edén y, de hecho, como hijo de Dios, para edificar una nueva y más alta humanidad, que tendrá su vértice supremo y definitivo en la futura resurrección gloriosa.
----------En este camino de salvación y de perfeccionamiento sobrenatural, la humanidad con el empeño de la razón y de la buena voluntad, con el empeño de la ciencia, del trabajo, de la técnica y de la medicina, socorrido todo ello por la gracia divina, cumple progresivamente una obra de reconciliación de las leyes del espíritu con las leyes de la naturaleza y de la materia, de modo que la bondad ontológica de la naturaleza y de la materia viene a desposarse siempre mejor y siempre más con la bondad moral del actuar humano tendiente, aunque siempre en medio de nuevas pruebas y dificultades, a dominar el cuerpo y la naturaleza, para vencer el mal y el sufrimiento, el pecado y la desgracia, la enfermedad y la muerte.
----------Por consiguiente, la acción de las fuerzas de la naturaleza es siempre una acción buena en cuanto ordenada y guiada por Dios, ya sea que produzca generación, crecimiento, conservación y corrupción. La acción corruptora de la vida psicofísica del hombre es consecuencia del pecado original. Pero Dios concede al hombre los recursos de la naturaleza y también los recursos de la gracia para elevarse de la actual condición de miseria a condiciones de vida siempre más elevadas y satisfactorias.
----------El Dios bíblico es un Dios que provee como Padre sapientísimo, amorosísimo, justo, misericordioso y omnipotente, remediando las necesidades, reparando los daños y las injusticias, defendiendo a los oprimidos, abatiendo a los tiranos, alejando males y peligros, otorgando gracias y favores, dando fuerza y paciencia en las pruebas, protegiendo de fuerzas hostiles, guiando a los hombres hacia el bien, inspirando buenos propósitos, premiando a los buenos y castigando a los malos, justificando, perdonando y salvando a los pecadores, compasionando y levantando a los míseros, haciendo avanzar la historia, iluminando a los ciegos, consolando a los afligidos, aconsejando a los dudosos, amonestando a los pecadores.
----------Mediante la operación de los milagros, Dios hace cumplir extraordinariamente a la naturaleza obras en beneficio del hombre, las cuales, superando sus solas fuerzas, sustituyen la acción de las fuerzas corruptoras con fuerzas curativas y benéficas, que demuestran la omnipotencia y la infinita bondad divina animando al hombre en el difícil camino de la salvación y haciéndole pregustar la dulzura de la vida futura.
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