Aún reconociendo la injusticia de la agresión rusa, no parece que pueda compartirse lo que circula hoy por los medios, ese enfrentar a una parte contra la otra, sino que existen valores y defectos en ambas partes. Es cierto que Rusia ha invadido a Ucrania, por lo cual su primer e inmediato deber es el de retirar sus tropas, reparar los daños y castigar a los criminales de guerra. Pero también Ucrania y la OTAN, detrás de las cuales están los Estados Unidos, han sido indudablemente provocadores. [En la imagen: fragmento de "Normandy Sabbath", óleo sobre masonita de 1944, de Lawrence Beall Smith, U.S. Army Center of Military History].
Las condiciones para la paz en Ucrania y entre Occidente y Oriente
----------Así como el cisma de 1054 se encuentra en el origen de la división de Europa y por tanto del actual enfrentamiento entre Occidente y Oriente, así la curación del aquel cisma constituirá también el factor de la reconciliación y de la reunificación y por tanto de la paz. Esta es precisamente la finalidad del ecumenismo católico-ortodoxo. Es de lamentar, por eso que, no obstante los diálogos ecuménicos que se han prolongado durante sesenta años, nunca venga abordada la central cuestión del Filioque.
----------El dramático momento que estamos viviendo debe, por tanto, ser entendido como fuerte llamado de la Providencia a retomar en concreto esa cuestión a fin de resolverla de una vez por todas, lo que significa que los hermanos ortodoxos deben reconocer su error para llegar, como dice el decreto Unitatis redintegratio, a la plenitud de la verdad, de la cual sólo la Iglesia católica está en posesión.
----------Por eso, mientras Roma y Constantinopla no se pongan de acuerdo sobre la cuestión del Filioque, es decir, hasta que la Ortodoxia haya reconocido este dogma, la paz en Europa será imposible y, en consecuencia, considerado el peso que tiene Europa en el mundo, será imposible la paz en el mundo.
----------De aquí comprendemos el rol fundamental, a los fines de tal delicadísimo discernimiento, de los pastores de almas, tanto católicos como ortodoxos, en la identificación de estos motivos profundos, espirituales, buenos o malos, de la guerra. De hecho, ¿quién está involucrado? ¿Dios o el demonio? Es sólo cuando el sabio pastor comprendiera estas causas, que ellas podrán ser eliminadas y se podrá llegar a la paz. Una paz lograda sin resolver estos problemas, será sólo aparente y presagio de nuevas guerras.
----------Siendo así las cosas, la Sagrada Escritura usa el término guerra en dos sentidos: un sentido negativo, como pecado o locura, y entonces ella, inevitable en el estado de naturaleza caída, estará ausente en la tierra de los resucitados; y un sentido neutro o técnico como simple conflicto entre dos ejércitos, y entonces será cuestión de ver en cada caso dónde está la razón y dónde está el error.
----------La Escritura es insuperable exaltadora de la paz y de la concordia entre los hombres y por lo tanto inigualable promotora de soluciones pacíficas mediante el diálogo y la tratativa de las controversias o disputas o contenciones entre pueblos y naciones. Pero al mismo tiempo ella constata con realismo que los hombres, como consecuencia del pecado original, tienen una tendencia al odio, a la soberbia, a la violencia, a la ira, por lo cual, incapaces de dominar racionalmente las pasiones, agreden al prójimo con la locura de la guerra. De ahí la necesidad moral, como deber de justicia, por parte de los pacíficos, de entrar a su vez en guerra para vencer las fuerzas militares desatadas por los belicosos, y obtener por tanto el someterlas y alcanzar la paz.
----------Hago ahora un breve paréntesis: algo de este tipo se vuelve también necesario en el ejercicio de la sexualidad. Dios ha creado al hombre y a la mujer para sean una sola carne, y quiere que haya armonía entre espíritu y sexo. Pero también en este campo psicológico se impone una ley similar a aquella ley para la solución de los conflictos entre los pueblos: si la carne no se somete pacíficamente al espíritu y en cambio perturba al espíritu, es necesario el uso de la fuerza, la mortificación y la abstinencia sexual. En la resurrección futura hombre y mujer, ya libres de la concupiscencia, volverán a ser una sola carne. Dios no quiere la derrota del prójimo ni del sexo sino en las condiciones de aquí abajo y por motivos razonables. Pero la meta que es necesario esforzarse por alcanzar, y que será plenamente alcanzada sólo allí arriba, es la amistad con el prójimo y con el sexo, porque ésta es la voluntad originaria y escatológica de Dios. Él quiere entre sus creaturas, entre espíritu y sexo, entre hombre y mujer, entre hombre y hombre, entre pueblo y pueblo, la paz, la unión y la armonía, no la lucha, la exclusión y el conflicto.
----------Sin embargo, y volviendo a nuestro tema centrado en la racionalidad en la conducción de la guerra, en la actual situación humana de naturaleza caída, se pueden dar circunstancias en que es necesario moralmente, como deber de justicia, por parte de los pacíficos, entrar en guerra para vencer las fuerzas militares de los belicosos, para someterlas y alcanzar la paz. Al tal respecto, la Sagrada Escritura enseña que una guerra puede ser querida por Dios (1 Cr 5,22; 14,8-17; 18,6-13; Jl 4,9). Sin embargo, Dios, que no quiere la muerte sino la vida, quiere la muerte de los enemigos de la vida precisamente en defensa de la vida. Y la acción escatológica divina será precisamente la de eliminar todas las guerras, lo que, sin embargo, no pertenece a la vida presente, sino a la condición de la Jerusalén celestial (Jdt 9,7; 16,2; Os 2,20).
----------Sea como sea, la guerra en sí misma, estrictamente en cuanto uso de la fuerza militar de un Estado contra la de otro Estado, sigue siendo siempre una acción humana, efecto de la razón y de la voluntad, lo que no quiere decir que se trate siempre de sana razón y buena voluntad. Pero para darle la cualificación moral, de guerra justa o de guerra injusta, es necesario ver con qué propósito, por cuál motivo, en nombre de qué, por cuáles medios y de qué modo ella es ideada y practicada (todo esto supuesto que está claro que hay que ver qué sentido damos al término "guerra"; pues si por guerra entendemos un acto criminal, es evidente que no puede existir una guerra justa, como no puede existir un crimen justo). En todo caso, es claro que para vencer a las fuerzas enemigas, además de disponer naturalmente de fuerzas suficientes, es necesario un sagaz ejercicio de la razón, que organiza la estrategia y la táctica.
----------En suma, está el hecho de que, para que una guerra logre su objetivo de vencer al enemigo, aunque se trate de una guerra injusta, es necesario que quien la conduce permanezca racionalmente lúcido y no se deje vencer por diversas pasiones, como el odio, o la codicia o el pánico, porque eso solo iría en beneficio del enemigo. Con mayor razón necesitará una sana razón y un recto querer si el fin del guerrear es lícito y debido para la defensa de los valores que están en la base de un Estado, de una nación o de un pueblo.
----------Sin embargo, el riesgo que se puede correr es que la acción para la resolución del conflicto y la conquista de la paz sea únicamente confiada a la sagacidad de las fuerzas militares y que éstas por tanto tomen la mano sobre los gobiernos, sobre los consejos de los sabios o sobre las autoridades religiosas, entidades humanas, en cambio, a las cuales supremamente debe ser asignada la competencia, la responsabilidad y la capacidad para conducir efectivamente a los beligerantes a la paz.
----------Por más que, de hecho, están en juego relaciones de fuerza similares a los fenómenos de la naturaleza, sin embargo, estas relaciones en las guerras todavía están guiadas por agentes humanos, que pueden ser desviados del mal y enderezados hacia el bien mediante oportunos y persuasivos mensajes o exhortaciones que, calmando los odios y las pasiones, los inducen a razonar o a arrepentirse.
El caso de la presente guerra en Ucrania
----------En el presente caso de la guerra de Ucrania parece que las cosas estén evolucionando en este sentido, es decir que sean los gobiernos estadounidense y ruso, maniobrando con sus respectivos poderes militares, los que se consideran suficientes para conducir el conflicto a una solución.
----------Pero razonar en términos de una victoria militar parece extremadamente peligroso para la paz mundial y privado de eficaces prospectivas. Como ya he tenido la oportunidad de escribir en este blog, estoy convencido de que esta guerra sólo puede resolverse haciendo emerger y dando voz a las fuerzas y representantes internacionales super partes, pasando a ellas la dirección de los eventos, como la ONU, pero sobre todo las fuerzas religiosas y espirituales, católicas y ortodoxas, sin excluir otras fuerzas, como las judías, protestantes y musulmanas, que recientemente, no en vano, se han encontrado en la grandiosa conferencia de Astana en Kazajistán, firmando al final de las labores un denso y rico programa de acción común, que parece hecho a propósito para infundir en el escenario de la guerra y entre sus protagonistas esa alma de espiritualidad que es la única que puede procurar a los beligerantes, a los pueblos involucrados en el conflicto, en particular a Rusos y Estadounidenses, a la Comunidad Europea y a toda la Comunidad internacional, un soplo de esperanza en la presente situación, que parece volverse cada vez más sombría y aterradora.
----------Es necesario más que nunca estar lúcidos y razonar, porque se corre el riesgo de dejarse vencer por cálculos de mero poderío militar o dejarse llevar por el pánico, sentimientos, estos, que son malos consejeros, mientras que, por el contrario, para encontrar serenidad y esperanza, es absolutamente necesario captar y comprender las causas históricas profundas de la presente guerra, las cuales, más allá de los respectivos imperialismos ruso y estadounidense, más allá de los intereses económicos, son un choque espiritual, una mutua incomprensión y una desestima humana, cultural, religiosa, enraizados en un profundo pasado histórico, cuyos nudos no resueltos están llegando ya a un punto crítico, y es solamente el deshacer esos nudos, no la astucia del poder militar, lo que producirá la ansiada paz.
----------Pienso en modo particular en la utilísima inspiración que emana de todo ese Magisterio que el papa san Juan Pablo II ha dedicado a evidenciar la necesidad de un encuentro entre los que él llama los "dos pulmones de Europa" después de un milenio de dolorosa separación religiosa. Recuérdense al respecto: la Carta apostólica La luz de Oriente, del 2 de mayo de 1985; la Carta encíclica Slavorum Apostoli del 2 de junio de 1985; la Carta apostólica con motivo del VI centenario del "bautismo de Lituania" en 1987; la Carta apostólica Euntes in mundum, con motivo del milenio del bautismo de la Rus' de Kiev, del 25 de enero de 1988; el Mensaje Magnum Baptismi donum, a los católicos ucranianos con motivo del milenio del bautismo de la Rus' de Kiev el 28 de febrero de 1988; y la Exhortación apostólica Ecclesia in Europa, del 28 de junio de 2003.
----------Si lo que plantea Rusia son simples reivindicaciones territoriales, sobre todo en el Donbass, como ha declarado oficialmente, entonces no se justifican para ello la invasión militar, la crueldad y destrucción llevadas a cabo en el territorio ucraniano durante estos siete meses, aunque sea cierto también que los rusohablantes del Donbass hayan sufrido severamente desde 2014 por parte de los ucranianos anti-rusos. ¿Cómo se explica tal odio recíproco entre dos pueblos hermanos, el ruso y el ucraniano, nacidos juntos hace más de 1000 años como pueblos cristianos a partir del bautismo de san Vladimiro?
----------Tenemos que preguntarnos entonces: ¿qué le está sucediendo realmente a Rusia? ¿Por qué está tan exacerbada? ¿Qué le está sucediendo a los Estados Unidos? ¿Y por qué ellos son tan duros? ¿Qué le está sucediendo a Europa? ¿Acaso no es la patria del cristianismo? ¿Qué está haciendo la Iglesia? ¿No debería ser la luz del mundo? ¿Y qué están haciendo las Naciones Unidas? ¿Qué le toca hacer a la presidencia de la Comunidad internacional? Cómo se ha podido llegar a este dramático punto? ¿Adónde ha acabado la civilización? ¿Estamos en el eclipse del hombre? ¿Está a punto de llegar Cristo Juez?
----------¿Todas estas inmensas, riquísimas y altísimas entidades humanas, sociales e históricas que he enumerado líneas arriba están actualmente a la altura de lo que la situación exige? ¿Existe en todas estas entidades una mirada lúcida, perspicaz, objetiva, imparcial, razonable, prudente? ¿Existe un estado de ánimo controlado, de dominio de la pasión, de benevolencia, de disponibilidad al diálogo, de respeto por el otro, de comprensión, de confianza? ¿Existe un criterio de juicio fundado al menos en razón? ¿Existe sentido de responsabilidad, de aceptación recíproca, de buena voluntad, y de sentido del bien común?
¿Qué se debe hacer?
----------En este tumulto de pasiones, en esta como erupción volcánica de violencia física y verbal, en este interminable acusarse recíproco, en esta maraña de noticias filtradas o contradictorias, donde el prejuicio o el preconcepto sustituyen al juicio equilibrado y objetivo, donde el diálogo no es sereno, es difícil saber cuál es el verdad o a quién creer, en este choque feroz de opiniones y convicciones contrarias, en este oscurecerse de los valores, en este exasperarse y radicalizarse del conflicto, en este aumento de la tensión, en esta aparición de terroríficos destellos siniestros, nos sentimos perdidos e impotentes.
----------Entre todas las voces, sin embargo, se escucha emerger una, aunque con toda la pesada carga de la fragilidad humana: la voz del papa Francisco. La otra voz, permítaseme decir, voz esperada, voz discutida y discutible, voz débil pero voz del espíritu, voz religiosa, voz que indudablemente tiene a sus espaldas el milenio del cristianismo ortodoxo ruso, es la de Cirilo, el patriarca de Moscú.
----------Preocupan las voces de los grandes líderes occidentales u orientales. Parece que faltan en su sentido de la responsabilidad y faltan en el medir las palabras. Sus discursos son superficiales y simplistas. Se ve que carecen de cultura, no se dan cuenta de la profundidad de los valores que están en juego. No conocen la historia. No saben qué es el Occidente ni qué es el Oriente. Por otro lado, no me atrae una victoria del Occidente y, por supuesto, como occidental, tampoco me atrae una victoria del Oriente. No saben salir del esquema agresor-agredido, como si todo se resolviera en el problema del jubilado atacado por el punguista.
----------Nadie, que no sea un fanático de Putin, niega la injusticia y la crueldad de la invasión rusa de Ucrania y por tanto el derecho de ésta a defenderse. Sin embargo, no hace falta mucho sentido común para advertir la tendenciosa parcialidad de las informaciones sobre la guerra que llegan aquí a Argentina seleccionadas por los estadounidenses, según las cuales Ucrania pasa por ser un pueblo pacífico e inocente, favorable a la OTAN, unido contra los Rusos, víctima del bárbaro invasor ruso, de cuya acción militar sólo se cuentan cada día horrores y crueldades, cuando en cambio, recurriendo a fuentes históricas atendibles e independientes, resulta que en realidad Ucrania está dividida entre católicos y ortodoxos, ortodoxos dependientes de Constantinopla y ortodoxos dependientes de Moscú, entre pro-occidentales y pro-rusos. La oposición a los Rusos no es compacta, sino contrastada. No todos comparten la simpatía por la OTAN y por el Occidente.
----------Aún reconociendo la injusticia de la agresión rusa, no comparto ese enfrentar a una parte contra la otra, sino que encuentro valores y defectos en ambas partes. No me quedo afuera, sino que he asumido esta posición precisamente después de maduro examen y porque vivo profundamente lo que está sucediendo. Es cierto que Rusia ha invadido a Ucrania, por lo cual su primer e inmediato deber es el de retirar sus tropas, reparar los daños y castigar a los criminales de guerra. Pero también Ucrania y la OTAN, detrás de las cuales están los Estados Unidos, han sido indudablemente provocadores.
----------No veo nada más auspiciable que lo que repetidamente exhorta a hacer el papa Francisco: no una victoria militar de una de las dos partes, sino una inmediata deposición de las armas de ambas partes y, como auspiciaba san Juan Pablo II, un encuentro, una reciprocidad, una comunión entre Occidente y Oriente, ya que Dios, que ha creado al uno y al otro, quiere que sean hermanos, no rivales, no uno por encima del otro, sino hermanos ambos bajo la presidencia de las Naciones Unidas.
----------Estoy convencido de que un contacto, un encuentro entre Francisco y Cirilo, supremos Pastores de almas, ministros de Dios, guías espirituales, representantes e intérpretes de las necesidades espirituales de un número inmenso de almas, será decisivo, será resolutivo. Sabemos que en el extremo infortunio, Dios hace madurar el renacimiento; cuando todo parece perdido y se ha llegado al final, he aquí que Dios hace resurgir y devuelve la vida, sobre el umbral de la muerte brilla la aurora de la resurrección.
Estoy en contra de los asesinatos y las guerras. Dios no puede quererlos, ni a los que los hombres consideran muertes y guerras justas, ni injustas. Y Dios lo ha dicho claramente en el quinto mandamiento. "La vida humana es sagrada porque, desde su mismo comienzo, implica la acción creadora de Dios y permanece para siempre en una relación especial con el Creador, su único fin […]. Nadie, bajo ninguna circunstancia, puede reclamar para sí el derecho de destruir directamente a un ser humano inocente" (Catecismo, 2258). Obviamente, para mí, el patriarca Kirill está fuera de la Iglesia, con su declaración en el 70° cumpleaños de Putin: "Dios te ha dado el poder". Dios no ha concedido a nadie la facultad de matar, sobre todo a personas inocentes como mujeres y niños. Estos crímenes claman venganza a Dios. Dios puso una marca en el cuerpo de Caín para que ningún otro hombre lo matara. Toda la historia humana está contra Dios. Es inútil tratar de justificar la guerra. El autor de las guerras es el hombre incitado por Satanás, que conoce muy bien las debilidades humanas. Kirill debería sentir vergüenza, ya que no están justificadas las carnicerías y las atrocidades que se están cometiendo por la "Gran Rusia"; grande sólo para el hombre pero ciertamente no para Dios. Nuestro papa Francisco I, ¿tendrá al menos una vez el coraje de ser el vicario de Dios en la tierra e interponerse entre los ejércitos, que no hacen más que cosechar muerte. ¿No sabe que después de la muerte los Santos van al Cielo? ¿No son los Mártires cristianos un ejemplo para él? ¿Qué hace en Roma mientras el mundo entero está al borde del abismo?
ResponderEliminarEstimado Hugo,
Eliminarel Quinto Mandamiento, como se desprende del texto del Catecismo por usted citado, no prohíbe el matar en modo absoluto, sino solo el matar al inocente, ya que en algunos casos no existe otro modo de defenderse de un enemigo que atenta contra nuestra vida o contra la salvación de la Patria, más que el suprimirlo. Es una triste necesidad, pero es una necesidad requerida por la salvación de la vida del individuo o de la sociedad, que tiene derecho a subsistir y a ser defendida.
Desgraciadamente, a consecuencia del pecado original, la guerra ha entrado en el mundo con muchas otras tribulaciones: el sufrimiento, el pecado, la muerte, la esclavitud de las pasiones y de Satanás, la tendencia al pecado, la discordia entre los hombres, la hostilidad por parte de la naturaleza.
Sin embargo, la gracia de Cristo, en el curso de la historia, permite gradualmente recuperar aquella paz en el individuo y en la sociedad que corresponde a la voluntad originaria del Creador y que llegará a ser encontrada en una forma superior en el Reino de los Cielos, bajo el señorío de Jesucristo.
Por cuanto respecta a Cirilo, en cuanto pastor de almas, sigue siendo el patriarca de todas las Rusias, aún cuando sepamos que su Iglesia es cismática respecto a la Iglesia Católica.
Es necesario también recordar que, según la tradición cesaropapista bizantina, el Patriarca deja al jefe del Estado una primacía en la protección de la Iglesia, lo que, sin embargo, implica a menudo una forma de timidez al momento de denunciar las injusticias del poder civil.
La frase de Cirilo ("Dios te ha dado el poder") también puede ser entendida como un recordatorio, en el sentido de que el poder que tiene Putin le viene de Dios, ante quien deberá rendir cuenta.
Por cuanto respecta a que, como usted cita, "Dios puso una marca en el cuerpo de Caín para que ningún otro hombre lo matara", el hecho de que a Caín se le perdone la vida es un hecho muy importante, que testimonia la clemencia que en ciertos casos el poder civil puede practicar en nombre de un sentido de humanidad. Sin embargo, debe recordarse que el texto bíblico, inmediatamente después de la citada medida, amenaza con la pena de muerte a quien mate a Caín.
Respecto a las razones de que el Papa permanezca en Roma ante la dramática situación, el papa Francisco, estando en Roma, puede utilizar una gran red de servicios de la Santa Sede, que está constituída por las Embajadas de los distintos Estados ante la Santa Sede, puede comunicarse con las Nunciaturas de todo el mundo, dispone de un núcleo de consejeros y de algunos institutos especializados en las relaciones con el Oriente, puede invitar a los cristianos de todo el mundo a rezar por la paz.
Estudiando la Historia de la Iglesia, pude conocer por vez primera la cuestión del filioque y me alegro de que usted la haya retomado y la haya entendido como la razón de la incomprension entre la Iglesia Occidental y la Oriental. Sin embargo, antes de este tema, está la Tradición y las Escrituras, del Antiguo y del Nuevo Testamento, las que nos dicen que Jesús ha traído la paz y ha prometido la resurrección y la vida eterna, reservada a los hombres de buena voluntad. Los eclesiásticos a menudo han confundido el poder temporal con el poder divino, mientras que Jesús ha dicho con claridad: "Mi reino no es de este mundo". ¿Qué papa o patriarca ha repetido alguna vez "mi reino no es de este mundo"? Al papa Francisco I le gusta la política y así también parece gustarle al Patriarca Kirill, pero la política es del hombre y muchas veces va de la mano de Satanás.
ResponderEliminarEstimado Hugo,
Eliminarme complace que usted se haya dado cuenta de la fundamental importancia de la cuestión del Filioque para comprender las raíces lejanas de la actual guerra en Ucrania.
En efecto, esta guerra es el último y extremo resultado del grave conflicto que ha nacido entre Europa occidental y Europa oriental en aquel desafortunado año de 1054, en el que el Patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario, se separó del Papa acusándolo de herejía por haber introducido en el Credo el famoso Filioque, que es el dogma según el cual el Espíritu Santo procede no sólo del Padre, sino también del Hijo.
Este cisma rompió la unidad de la Europa cristiana y desde entonces siempre ha habido una incomprensión y una hostilidad recíprocas entre la Europa que ha seguido siendo católica y la Europa oriental devenida "ortodoxa".
Esta tensión entre Occidente y Oriente aumentó en el siglo pasado con las dos guerras mundiales, que fueron una nueva expresión de esta hostilidad entre Oriente y Occidente.
Es cierto que el Occidente ha estado influenciado por el panteísmo oriental, y es cierto que el Occidente ha exportado el pensamiento de Marx a Rusia, haciendo nacer la Unión Soviética y la China comunista. Pero, este trasvasamiento de ideas, trratándose de errores filosóficos, no ha servido para nada para reconciliar Occidente y Oriente.
Estando así las cosas, la única esperanza que tenemos para la reconciliación es la acción de los Romanos Pontífices, depositarios del mensaje universal del Evangelio, y en el plano civil la acción de las Naciones Unidas (ONU).
Al mismo tiempo, es necesario que tanto Rusia como los Estados Unidos renuncien a una tendencia imperialista y expansionista en el mundo, que no les compete, y acojan de buen grado el universalismo y la fraternidad predicados por el Evangelio, así como deben también aceptar la presidencia de un gobierno mundial, que compete a las Naciones Unidas.
Los Romanos Pontífices, siguiendo las huellas de la enseñanza de Cristo, siempre han distinguido la autoridad espiritual de la Iglesia de la autoridad civil y temporal del Estado, y por tanto la diferencia entre el Reino de Cristo, que no es de este mundo, y los reinos, que son de este mundo, aún cuando es necesario efectivamente reconocer que, cuando los Papas poseían el poder temporal, en relación con los Estados de la Iglesia, a veces estaban efectivamente imbuidos de modo excesivo por la preocupación del poder temporal.