lunes, 31 de octubre de 2022

Apuntes sobre el hombre como alma y cuerpo (3/5)

El sacramento de la Eucaristía muestra un aspecto de la relación del alma con el cuerpo, por el cual lo corpóreo es instrumento de divinización del espíritu. En la Eucaristía no es lo material lo que subyace a lo espiritual humano, sino que es el espíritu humano lo que subyace a las especies eucarísticas que contienen la presencia real de Cristo. El espíritu humano es nutrido de una humilde materia que no es ya la materia del pan y del vino, sino que es la materia del cuerpo y de la sangre de Cristo. El cuerpo come la carne y la sangre de Cristo y el alma viene cristificada. [En la imagen: detalle de "Invierno", o "Patinadores sobre hielo", óleo sobre lienzo de Julius Garibaldi Melchers, de 1880, actualmente en el Pennsylvania Academy of the Fine Arts, USA].

Naturaleza del alma como forma del cuerpo
   
----------El alma, en general, es el principio de vida de un sujeto material adecuado. La sustancia material de por sí no es viviente. Si manifiesta las obras de la vida, auto-conservación, auto-reproducción, auto-defensa, auto-crecimiento, auto-perfeccionamiento, ello es el signo de que tiene un alma: tanto la planta como el animal como el hombre. Se trata de un cuerpo animado o de una sustancia viviente. Así, el alma, en todo viviente material, se une a un cuerpo para darle forma, hacerlo vivir y cumplir las obras de la vida.
----------No siempre el alma es espíritu; es decir, no siempre el alma es una forma simple e inextensa, superior al cuerpo, capaz de subsistir y actuar sin el cuerpo; esto sucede sólo en el hombre. En las plantas y en los animales el alma es por un lado material y por otro lado es inmaterial: material, en cuanto el alma no actúa por sí, sino sólo conjuntamente con el cuerpo; inmaterial, en cuanto su acción no es transitiva, como en los cuerpos inanimados, acción que sale o emana del sujeto en el espacio, sino que es inmanente, es decir, acción que el sujeto cumple para la actuación y el perfeccionamiento de sí mismo.
----------El alma infrahumana, por tanto, es inmaterial en el sentido antes mencionado, pero no espiritual, como hemos definido al espíritu. El alma humana está toda en todas las partes del cuerpo, permaneciendo simple; el alma de los vivientes inferiores infrahumanos es el orden vital espaciotemporal del cuerpo viviente y actúa sólo en colaboración con un órgano; por lo cual no está toda en todas las partes del cuerpo, sino que se divide en diferentes partes según el órgano al que vivifica. En cuanto da vida al corazón es diferente de aquella parte que da vida al cerebro y así sucesivamente.
----------Sucede entonces que en el momento de la muerte del individuo, cuando el alma sensitiva, debilitada en sus fuerzas, ya no es capaz de gobernar el cuerpo, surge un fenómeno similar al de la muerte del hombre y es que las fuerzas fisico-químicas del cuerpo no dejan de actuar, porque obedecen a los impulsos y a las leyes de la naturaleza. Las fuerzas físico-químicas, como había comprendido Antoine Lavoisier [1743-1794], no conocen la muerte, sino sólo la evolución y la transformación. Pues bien, ¿qué es lo que sucede? Que en este contraste entre las fuerzas del alma y las del cuerpo, en un cierto punto, cayendo aquellas y estas permaneciendo las mismas, llegan a vencer a las fuerzas del alma.
----------¿Y qué le sucede al alma? El alma tiene un destino diferente en el caso del hombre y en el caso de los vivientes inferiores. El alma infrahumana, que existe sólo en cuanto organización de los órganos del viviente, extendida por todo el cuerpo en modo diversificado en los órganos del viviente, desapareciendo la organización dependiente de las fuerzas del alma, que no son ya capaces de sostenerla, cesa de existir y retorna a la potencialidad de la materia del viviente, materia la cual no está ya animada, por lo que ella asume esa configuración químico-física, que es propia del cadáver.
----------En el hombre, en cambio, como veremos mejor más adelante, el alma, capaz de actuar sin órgano físico, como actúa por sí misma, así subsiste por sí misma. No estando el alma humana extendida y diversificada en los individuales órganos del viviente, aun cuando las fuerzas químico-físicas vencen el debilitamiento de la fuerza vivificante del alma, todo lo que pueden obtener o causar es simplemente que el alma retire su influjo vivificante e informador hacia la materia del cuerpo, pero el alma, subsistiendo por sí independientemente de la materia, y de hecho siendo ella la que hace subsistir el compuesto humano, continúa existiendo eternamente, y subsiste como forma simple incapaz de disolverse o de desintegrarse o de descomponerse. Lo compuesto se descompone, pero no puede descomponerse lo que no está compuesto. Es decir, lo simple sigue siendo simple. En tal sentido se dice que el alma humana es inmortal.
----------El hombre es, por lo tanto, una sustancia compuesta por los dos géneros máximos del mundo de la creación: por un lado, la sustancia corpórea o material, generable y corruptible, que cae bajo nuestros sentidos y actúa físicamente en el espacio-tiempo; y por otro lado, la sustancia espiritual, es decir, en el caso del hombre, el alma espiritual, que es perceptible al sólo intelecto, que es inmortal porque es simple, y que actúa de modo inmaterial independientemente del espacio-tiempo.
----------Fue el Concilio de Viennes, de 1312, el que definirá que el "alma racional o intelectiva es de por sí y esencialmente forma del cuerpo" (Denz. 902). El Concilio presupone el concepto, ya elaborado por Aristóteles, de sustancia material compuesta de materia prima y forma sustancial. El hombre es, por consiguiente, una sustancia material o un cuerpo informado o animado por una forma sustancial espiritual, que es el alma.
----------La sentencia del Concilio de Viennes viene a precisar la doctrina del Concilio anterior, el Lateranense IV, para la cual no está claro cómo el hombre pueda ser una única sustancia, la persona, si está compuesto de dos sustancias, espíritu y cuerpo. El Concilio de Viennes precisa que el alma humana no es una sustancia espiritual completa, por lo tanto una naturaleza completa, como el ángel, sino que es incompleta, porque es solo forma del cuerpo; por tanto, la sustancia completa, es decir, la naturaleza humana completa, el hombre completo, es la sustancia compuesta de alma y cuerpo, es decir, la persona.
----------Queda la cuestión de la subsistencia de la forma humana, es decir, del alma espiritual. Ciertamente, el espíritu de por sí es inmortal. Sin embargo, el hombre es corruptible y mortal. Al momento de la muerte, la materia corpórea pierde su forma sustancial. No hay duda de que la sustancia espiritual completa, el ángel, sea inmortal. ¿Pero es inmortal también esa sustancia incompleta que es el alma humana? Es decir: ¿el alma humana es capaz de subsistir por sí misma aun sin el cuerpo? El Concilio Lateranense de 1513 sentirá, por lo tanto, la necesidad de definir dogmáticamente que el alma humana es inmortal (Denz.1440). Y con tal sentencia la Iglesia ha aclarado la doctrina revelada acerca de la naturaleza humana. Desde entonces, no ha hecho más que reafirmar estos dogmas, condenando los errores contrarios.
----------Que el Magisterio de la Iglesia haya aclarado la doctrina revelada acerca de la naturaleza humana, sin embargo, no quiere decir que no haya habido ni siga aún habiendo trabajo tanto para los físicos, como para los biólogos, como para los antropólogos y los psicólogos. La cuestión que aún aparece abierta y que no ha sido esclarecida dogmáticamente es cómo se produce la unión del alma con el cuerpo y, correspectivamente, qué sucede con la muerte del hombre, por la cual el alma sigue subsistiendo después de la corrupción del cuerpo. ¿Qué significa, esencialmente, el morir para el hombre?
----------Es necesario tener presente que el cuerpo humano es el hombre, es la persona humana. Es un cuerpo animado por un alma espiritual. Ella da forma sustancial a la materia prima del cuerpo. En el momento de la muerte la materia prima es abandonada por la forma sustancial y pasa a ser informada por la forma de las sustancias químicas que componían el cuerpo durante la vida.
----------El alma informa y vitaliza directamente el cuerpo, pero ella no actúa, no mueve, no gobierna, no efectúa directamente. Es forma subsistente, pero no es acción subsistente, porque la acción en las formas creadas es accidente de la forma como sustancia. En efecto, la forma pertenece a la esencia: la acción al ser. En tal sentido, en la criatura agere sequitur esse, como dicen los Escolásticos. Sólo Dios, esencia coincidente con su ser, es Acción subsistente o, como dice san Juan, Dios es Amor. Así, mientras el alma es permanente, las acciones de las individuales facultades a veces están en potencia, a veces están en acto. Si el alma coincidiera con su actuar, cesando de actuar, debería el alma cesar de existir.
----------El alma emana de sí tres órdenes de potencias vitales: 1) las facultades espirituales del intelecto y de la voluntad, que llevan consigo la actividad de la conciencia y de la memoria intelectual; ellas constituyen la acción suprema de la vida personal, intelectual, cultural, social y religiosa; 2) las facultades psíquicas, gobernables por la voluntad, son el conocimiento sensible de los sentidos externos e internos, la apetitividad o afectividad sensible orientada a la posesión del bien sensible y placentero; y la agresividad o irascibilidad, orientada al rechazo de lo malo y de lo doloroso; 3) el sistema neurovegetativo, autónomo, que funciona independientemente de la voluntad. Aquí tenemos la biología y la fisiología de la nutrición y de la reproducción de la especie.
----------Digna de mención en la vida de la persona es la vida sexual de relación hombre-mujer, que compromete al alma en una guía del cuerpo tanto en la dirección del autoperfeccionamiento moral de la persona como en el ejercicio de la afectividad y del amor en los tres planos vitales de la persona, espiritual, psíquico y vegetativo, en la modalidad de una recíproca complementariedad sobre los tres planos. La influencia del espíritu sobre la sexualidad se combina con la influencia de la sexualidad sobre el espíritu.
----------El sexo hace de factor de conjunción entre el alma y el cuerpo, porque la dimensión espiritual del sexo, es decir, la unión espiritual hombre-mujer, da forma y expresión al sexo corpóreo, mientras que, a la inversa, éste determina desde abajo la sexualidad del espíritu.
----------La nutrición es de por sí actividad del alma sensitiva sobre la base de la fisiología de la nutrición presidida por el alma vegetativa, pero en el hombre está gobernada por la voluntad. La nutrición incrementa y mantiene en vida físicamente al animal. Según la fe cristiana, el hombre puede nutrirse de un alimento y de una bebida físicos, que, sin embargo, nutren el alma y la elevan a una vida sobrenatural.
----------Este alimento es la carne de Cristo, y esta bebida es la sangre de Cristo. El sacramento de la Santísima Eucaristía muestra un aspecto de la relación del alma con el cuerpo, por el cual lo corpóreo es instrumento de divinización del espíritu. Dado que este alimento es Dios mismo bajo las especies eucarísticas, la Santísima Eucaristía es un alimento que no asume la forma de la persona, sino que es la vida espiritual de la persona que es elevada a la divinidad divina de este alimento.
----------En la Eucaristía no es lo material lo que subyace a lo espiritual humano, sino que es el espíritu humano lo que subyace a las especies eucarísticas que contienen la presencia real de Cristo. El espíritu humano es nutrido de una humilde materia que no es ya la materia del pan y del vino, sino que es la materia del cuerpo y de la sangre de Cristo. El cuerpo come la carne y la sangre de Cristo y el alma viene cristificada.
   
La cuestión de las facultades humanas
   
----------La Iglesia no ha definido dogmáticamente la existencia y la cualidad de las facultades o potencias del alma humana. Sin embargo, en 1663 ha puesto en el Índice (Index librorum prohibitorum) las obras de Descartes y en 1827 las de Kant. Este tema, sin embargo, todavía está encomendado a la psicología racional y a la experimental, pero es de tal manera importante en relación con la salvación eterna y son de tal manera graves los errores hoy en circulación, que no está excluído que un futuro Concilio o un futuro Papa nos proporcionen una doctrina dogmática acerca de las facultades del alma. El germen de esta dogmática lo tenemos en la doctrina del Concilio Vaticano I, donde la Iglesia define la existencia y el valor del conocimiento intelectual y racional capaz de demostrar la existencia de Dios, condenando la concepción materialista.
----------Posteriormente el papa san Pío X en la encíclica Pascendi habría de recordar el valor de la metafísica; el papa Pío XII en la encíclica Humani Generis habría de condenar la gnoseología idealista. El Concilio Vaticano II ha recordado la dogmática concerniente a la dignidad de la persona humana y ha condenado el ateísmo. El papa san Paulo VI ha recordado el valor de los conceptos dogmáticos. El papa san Juan Pablo II en la Veritatis splendor ha enseñado el carácter absoluto de la ley moral natural y en la Fides et ratio ha reafirmado el valor de la razón natural y de la filosofía. Interesante es la enseñanza de Juan Pablo II sobre la reciprocidad entre hombre y mujer. El papa Benedicto XVI ha condenado el cientificismo positivista. El papa Francisco ha condenado el gnosticismo y el pelagianismo y ha reiterado la condena del idealismo.
----------Sin embargo, creo que sería bueno, e incluso creo que es urgente, útil y oportuno, que la Iglesia definiera la existencia, la naturaleza, el poder, el objeto, el fin y los límites al menos de las dos facultades principales del alma humana, el intelecto y la voluntad, posiblemente en relación con la potencias sensitivas y vegetativas, en modo de tener así un cuadro completo de las potencias vitales del hombre, siempre, por supuesto, no por mero interés filosófico, sino con la mirada puesta en las exigencias de la salvación.
----------El Magisterio de la Iglesia, sobre todo a partir de los finales de siglo XIX, ha hecho un gran esfuerzo en la elaboración de su doctrina social y en el siglo pasado, con las enseñanzas del papa san Juan Pablo II, ha consolidado fuertemente su doctrina moral. También el papa Francisco insiste mucho en su docencia sobre los deberes sociales, y lo hace realmente bien. Sin embargo, de lo que hoy se siente verdadera necesidad es de dar fundamento racional a la moral personal, social, política y religiosa.
----------Para ser verdaderamente persuasiva y convincente, para proporcionar certeza y esperanza, para suscitar decisión, coraje, firmeza, perseverancia, fervor y entusiasmo, disponibilidad para afrontar los esfuerzos, sacrificios y renuncias necesarias, la Iglesia debe explicar la razón última del compromiso moral, que Dios pide a todos los hombres, para que no digan: "¿quién me obliga a hacerlo? Prefiero disfrutar de la vida presente antes que vagar entre las nubes y las abstracciones metafísicas y escatológicas".
----------Los católicos deben ciertamente dar ejemplo, vale decir, testimonio de vida, pero deben también saber suscitar el interés por las cosas espirituales y por su primacía sobre las cosas materiales, el interés por las cosas del alma, más importantes que las del cuerpo, el interés por la verdadera dignidad del hombre creado a imagen de Dios, destinado a devenir hijo de Dios, explicar al mundo con fundadas razones filosóficas, fortalecidas por su dogmatización, por qué y en vista de qué actúan cómo actúan.
----------Y todo esto no se obtiene sino por medio de una sabia predicación, argumentación y evangelización, que logre dar significado y explicación inteligible al testimonio de vida de los concretos gestos realizados y de las individuales acciones morales. Ciertamente, sin el ejemplo práctico la doctrina moral no es creíble, y es verdad que existen gestos que hablan por sí solos, pero sobre todo el actuar cristiano, sobrenaturalmente motivado en base a los dogmas de la fe, resulta ininteligible e insignificante, si no viene pacientemente, sabiamente y caritativamente explicado con la palabra y la doctrina. El actuar humano no es por imitación como el de los animales, sino que debe estar fundado en el razonamiento, y, para el cristiano, en la fe.

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