jueves, 13 de octubre de 2022

¿Cómo evaluar a Ernesto Buonaiuti?

¿Buonaiuti se ha engañado o quizás más bien se ha querido engañar? ¿A qué estaba apuntando? ¿A servir a las almas o a aparecer como un renovador? Lo cierto es que, reaccionando al atraso, cayó en el exceso opuesto del modernismo. ¿Imprudencia o efectiva incapacidad para llevar a cabo una acción equilibrada, de la cual todavía hoy, no obstante las directrices del Concilio Vaticano II, poquísimos son capaces?

----------Varias publicaciones católicas y no-católicas se hicieron eco en el pasado mes de abril de la publicación del libro de Giordano Bruno Guerri, "Eretico o santo" (La Nave di Teseo, Milán 2022), que en realidad es la puesta al día de un libro aparecido en 2001 con el título "Eretico e profeta". Es deber aclarar que la nueva edición tiene como subtítulo: "Ernesto Buonaiuti, il prete scomunicato che ispira Papa Francesco", lo que adelanta al lector las intenciones del autor, quien, sin dejar de declarar el carácter modernista de las tesis de Buonaiuti, sin embargo, se apoya en supuestas similitudes con afirmaciones del papa Francisco, para terminar calificando de modernistas también las propias enseñanzas del actual Romano Pontífice.
----------Afirmar eso es lo mismo que afirmar que el Papa argentino es un hereje, cosa imposible, como sabe todo católico de recta fe basada en el Catecismo. Pero, me explico: no que sea moralmente imposible que hoy algún sedicente "católico" pueda decir que el Papa enseñe herejías, sino que estoy diciendo que es dogmáticamente imposible que aquel que ha sido constituído por Cristo como nuestro Maestro de la Fe pueda enseñar herejías. El simple hecho de que haya publicaciones que hayan dado espacio y hecho propaganda a esta clase de desvaríos marca lo alejados que ya están desgraciadamente de la plena e íntegra fe católica ciertos autores de páginas webs y blogs, que no obstante todo esto, siguen autodenominándose católicos.
----------También nuestro conocido Luigino Bruni, aunque sin llegar a inmiscuir al papa Francisco en el asunto, en uno de sus últimos artículos en el diario Avvenire (precisamente el del pasado 2 de septiembre) ha publicado un breve ensayo titulado "Releyendo a Ernesto Buonaiuti: incomprendido, modernísimo investigador del Evangelio". Allí, Bruni destaca con sentida participación la evolución humana y espiritual de este sacerdote, ilustre estudioso bíblico, que fue excomulgado por Pío XI por sus tendencias modernistas.
----------Bruni cita algunos hechos conmovedores del famoso biblista, hechos que nos inducen a un sentimiento de cristiana comprensión, mientras que hoy nos sentimos casi incrédulos frente a la extrema severidad de la disciplina de aquel entonces, que llegaba hasta la figura del excomulgado vitandus.
----------El defecto de la autoridad eclesiástica de aquella época, fue el de ser desconfiada hacia lo nuevo y exclusivamente preocupada por no cambiar el depósito revelado conservándolo intacto; el defecto fue el de dedicar demasiada atención a la persecución de los errores y muy poca atención a la promoción del progreso y de la investigación; el defecto fue el de una excesiva necesidad de seguridad y de un desmesurado temor de promover las propias opiniones y de alejarse del sendero trillado para abrir nuevos caminos; el defecto fue el de concebir el celo pastoral de una manera demasiado conservadora y severa hacia el pensamiento moderno, a tal punto de no saber apreciar la instancia de los modernistas de actualizar la teología, de modernizarla, de hacerla progresar y de abrirla a los valores del pensamiento moderno.
----------Buonaiuti ha sido un incomprendido. Y el no haber comprendido a Bounaiuti ha sido el error de las autoridades eclesiásticas de su tiempo. Pero Buonaiuti tampoco se hizo comprender. En este sentido ha sido justamente censurado. Bruni reconoce lo primero, pero descuida lo segundo. ¿Buonaiuti se ha engañado o quizás más bien se ha querido engañar? ¿A qué estaba apuntando? ¿A servir a las almas o a aparecer como un renovador? Lo cierto es que, reaccionando al atraso, cayó en el exceso opuesto del modernismo. ¿Imprudencia o efectiva incapacidad para llevar a cabo una acción equilibrada, de la cual todavía hoy, no obstante las directrices del Concilio Vaticano II, poquísimos son capaces? Dejamos a Dios el juicio.
----------"Siempre existe la tentación de partir más bien del yo que de Dios, de anteponer nuestras agendas al Evangelio, de dejarnos transportar por el viento de la mundanidad para seguir las modas del tiempo, o al revés, de rechazar el tiempo que nos da la Providencia, de volver atrás. Pero estemos atentos: ni el progresismo que se adapta al mundo, ni el tradicionalismo o 'involucionismo' que añora un mundo pasado son pruebas de amor, sino de infidelidad. Son egoísmos pelagianos, que anteponen los propios gustos y los propios planes al amor que agrada a Dios, ese amor sencillo, humilde y fiel que Jesús pidió a Pedro" ha dicho anteayer el Papa. Lo cierto es que Buonaiuti no supo resistir a la primera tentación.
----------¿Buoniuti profeta? Luigino no tiene dudas. ¿Por qué? Porque Luigino ve sólo la instancia profética de Buonaiuti como modernización de la Iglesia y de la teología. Y no se da cuenta de que Buonaiuti ha propuesto tal modernización en modo equivocado, es decir, en modo modernista. Ha confundido lo moderno con lo modernista. Debemos ser modernos y no pasadistas o "indietristi" (atrasados), como dice el papa Francisco. Pero debemos serlo en el sentido correcto, no en el sentido modernista, sino como nos indica el Concilio en su verdadera interpretación, la de los Papas del postconcilio, y del Catecismo de la Iglesia Católica y no la de los modernistas y de los rahnerianos. Buonaiuti es moderno en cuanto que su instancia sigue siendo válida todavía hoy. Pero sigue siendo modernista, en cuanto que la ha satisfecho no en el sentido correcto, sino en el sentido modernista. Por lo tanto, ¿es Buonaiuti un profeta? No es un falso profeta, porque tiene algo bueno. Pero no es tampoco un perfecto profeta. Es un profeta que se ha equivocado.
----------El modernista ama al mundo moderno no porque es salvable, sino porque para el modernista el mundo moderno es absolutamente bueno. El pasasadista odia el mundo moderno no en cuanto odia en el mundo moderno la presencia de la herejía y del pecado, sino en cuanto en él no ve más que herejía y pecado. El católico postconciliar ama el mundo moderno porque sabe apreciar sus valores y corregirlo de los errores a la luz del Evangelio y de las enseñanzas del mismo Concilio Vaticano II.
----------El modernismo es la mayor desgracia de la Iglesia de nuestro tiempo. Es cierto que existe también el pasadismo, el lefebvrismo, y sus venenos. Pero ese pasadismo hace un daño mucho menor porque está muy lejos de haber alcanzado el poder dictatorial y el poder de seducción alcanzado por los modernistas. Para liberarse del modernismo, es necesaria la verdadera realización del Concilio Vaticano II en su auténtica interpretación dada por el Magisterio y leída en la estela de la Tradición.
----------El error de los modernistas, influenciados de hecho por los protestantes y por los idealistas alemanes, ha sido la presunción de estudiar la Escritura sólo sobre la base de las ciencias bíblicas, sin tener en cuenta el Magisterio y el dogma, y de hecho el error fue el de querer corregir al mismo Magisterio y al mismo dogma, actitud típicamente gnóstica (error éste compartido por los pasadistas); el error fue el de caer en una concepción evolucionista del dogma, de confundir el progreso dogmático con el relativismo gnoseológico.
----------La pregunta que nos surge espontáneamente es: ¿qué habrá hecho Buonaiuti para toparse con un castigo tan severo de la autoridad eclesiástica? Bruni, aparte de algunas cosas de escasa importancia, enumera cinco puntos que le fueron impugnados por el Santo Oficio. Bruni intenta una defensa; sin embargo, es necesario reconocer honestamente, según nos dice incluso el mismo Luigino, que el Santo Oficio tenía razón.
----------Ernesto Buonaiuti tenía razón en algunos puntos de su crítica bíblica, pero se trata de puntos de ninguna importancia dogmática, que por entonces eran puntos impugnados por la Comisión Bíblica, pero que hoy son aceptados por todos los exegetas. En cambio, fue exagerada la pena canónica que le fue irrogada, que por otra parte era frecuente en la época; y sobre todo las autoridades habrían debido reconocer, como hoy lo hacen, los lados buenos y útiles de la rica producción científica de Buonaiuti, cosa que lamentablemente no me consta que haya sido hecha. Era una costumbre, por otra parte, habitual en las autoridades de aquel entonces. Veamos uno por uno esos puntos, con mis correspondientes observaciones.
----------1. Dice Buonaiuti, citado por Bruni: "Viene espontáneo preguntarse si la transcripción conceptual y metafísica del misterio eucarístico (vinculada a la teología medieval) no venga a sofocar y a empobrecer la eficiencia mística de la solidaria participación eucarística" (Pellegrino di Roma, p.87)".
----------La observación que debe hacerse es que la reducción del dogma de la transubstanciación, como hace Buonaiuti, a una transcripción conceptual y metafísica del misterio eucarístico ligada a la teología medieval es evidentemente una operación completamente equivocada, que termina por negar el mismo dogma, ya que la Iglesia ha definido que la transubstanciación, es decir, la conversión de la sustancia del pan y del vino en la sustancia del cuerpo y la sangre del Señor, es lo que sucede con las palabras de la consagración.
----------En esto la Iglesia no reduce en absoluto el misterio eucarístico a un hecho metafísico, lo que sería gnosis, sino que ayuda a nuestra razón a comprender algo del divino Misterio, que infinitamente la trasciende y se experimenta sólo en la mística personal y comunitaria. Sobre este punto de la mística, Buonaiuti tiene razón. Se equivoca al despreciar la ayuda que nos viene de la metafísica, porque el concepto de "sustancia" en este caso ha sido dogmatizado por la Iglesia. Un caso similar es el del consubstantialem Patri.
----------2. Dice Bruni: "Buonaiuti recibió los primeros resultados que se comenzaban a leer en las revistas bíblicas alemanas y francesas sobre la no-historicidad del Edén y de los primeros capítulos del Génesis".
----------Si el Edén no hubiera sido un hecho histórico, realmente acaecido y existido al inicio de la historia, sino que debiera ser una simple mitología edificante y etiológica, entonces deberíamos negar: 1. el dogma de la creación del mundo, del hombre y de los ángeles; 2. el dogma de la creación del hombre y de la mujer; 3. el dogma del pecado original y de sus consecuencias; 4. el dogma de la redención, preanunciada por Dios en la promesa de la descendencia de la mujer que aplastará la cabeza de la serpiente.
----------Es evidente que Buonaiuti confunde aquí los elementos efectivamente míticos, simples e fantasiosos revestimientos poéticos arcaicos del dato revelado, completamente accidentales y ajenos a los contenidos del dogma, con estos mismos contenidos, por lo cual al rechazar a aquellos, termina por negar a estos.
----------3. Dice Bruni: "Para Buonaiuti 'podemos encontrar sustancialmente una cierta orientación gnóstica en el mismo autor del cuarto Evangelio canónico… Una gnosis aún en la etapa incandescente y potencial' (Storia del cristianesimo, I, 1942, pp.99-100)".
----------La observación que hay que hacer aquí es que es calumnioso atribuir a Juan una mentalidad gnóstica. Una tal calumnia supone el no saber qué es el gnosticismo y no haber entendido qué es el Logos joanneo, lo que equivale a rechazar el dogma del Hijo como Verbo del Padre. En efecto, el gnosticismo, como lo ha definido condenándolo el papa Francisco en Gaudete et exsultate, no es otra cosa que la pretensión de la idea humana de englobar en sí la realidad divina -podríamos decir la concepción idealista del conocer- y en consecuencia la soberbia del saber humano que quiere igualarse a la ciencia divina.
----------Y de hecho el actual Romano Pontífice, sobre la estela de la precedente condena de Pío XII en la encíclica Humani Generis, ha rechazado reiteradamente el idealismo (la gnoseología que subyace al modernismo), en favor del realismo, que es la gnoseología bíblica desarrollada por santo Tomás de Aquino y desde siempre recomendada por la Iglesia, incluido el Concilio Vaticano II.
----------4. Dice Luigino: "Buonaiuti identifica la influencia gnóstica y helenística en la misma visión del Logos del prólogo de Juan, que fue decisiva en la primera dogmática cristológica y trinitaria: 'El Cristo era más que la concreta identificación histórica de aquella figura mística del logos que ya Filón había concebido como el ser medio indispensable del cual Dios tenía necesidad para entrar en contacto con el mundo' (p.135)".
----------La objeción que a esta tesis debe hacerse es que Cristo, según el dogma católico, no es en absoluto, como creía Buonaiuti, la "concreta individuación histórica de aquella figura mística del logos que ya Filón había concebido como el ser medio indispensable del cual Dios tenía necesidad para entrar en contacto con el mundo", sino que es aquel hombre que históricamente ha existido y que ahora vive gloriosamente en el cielo a la diestra del Padre, hombre cuya humanidad ha sido hipostáticamente asumida por el Logos del Padre en la unidad de la Persona divina del Hijo, segunda Persona de la Santísima Trinidad, llamado por Juan Logos no en homenaje a Filón, que aquí no entra absolutamente para nada, porque su Logos no es en absoluto Dios sino una mediación creada entre Dios y lo creado, sino para expresar el hecho de que el Hijo, Dios de Dios, es el Pensamiento, el Proyecto, la Conciencia, la Idea, la Sabiduría y la Palabra del Padre.
----------5. Señala finalmente Luigino Bruni, esta tesis de Buonaiuti: "Así Buonaiuti escribía en su bellísimo ensayo 'Los orígenes del misticismo cristiano': 'El vocablo como el concepto de ascesis, considerada como un autoproceso de preparación y de purificación interior, con la implícita noción de un dualismo antropológico superable sólo a través de una serie laboriosa de esfuerzos y de negaciones, son extraños al horizonte de las experiencias neotestamentarias. La metanoia evangélica se realiza en un instante y no es en absoluto el resultado de un lento y penoso aprendizaje. La gracia del Espíritu la genera inmediatamente en el espíritu del creyente' (Le origini dell’ascetismo cristiano, 1928, p.212)".
----------Respondo diciendo que por la palabra metanoia podemos entender dos cosas. El primer significado de metanoia es el pasaje del estado de pecado al estado de gracia, es decir, el pasaje de la mala voluntad a la buena voluntad bajo la acción de la gracia. Esto es lo que se llama el proceso de la justificación del impío, del cual también habla Lutero. Efectivamente, este proceso ocurre en un instante.
----------El otro significado de metanoia es el proceso o camino de la conversión del pecador justificado, por el cual el sujeto en el curso del tiempo y a lo largo de la vida presente (y éste es el campo de la ascesis), se ejercita en una continua purificación de los pecados siempre resurgentes, haciendo continua penitencia, en la búsqueda de la perfección de la caridad, en la práctica siempre cada vez mejor de las virtudes y en la eliminación de los vicios. Es un camino fatigoso pero bello, donde se necesitan esfuerzos, disciplina, autocontrol, renuncias y sacrificios, pero se pasa de lo bueno a lo mejor, hasta el punto de pregustar ya desde ahora el gozo y la paz del paraíso del cielo, cosa que sucede en el experiencia mística.
----------Buonaiuti, hay que reconocerlo, tiene de bueno que aprecia la mística y ha comprendido que la perfección cristiana consiste en la mística. Pero tiene demasiada prisa por alcanzarla. Es necesario, por el contrario, prepararse a ella con la ascética y la formación teológica. Por otra parte, mientras la ascética depende de los esfuerzos de nuestra voluntad sostenidos por la gracia, la experiencia mística es un puro don del Espíritu Santo, para acoger el cual es necesario estar preparados; es un bien excelso que no está en nosotros procurarnos con nuestros solos esfuerzos, aunque sean sostenidos por la gracia.
----------Así, en el transcurso de nuestra vida cristiana, podemos y debemos decidir hacer un voto, ayudar a una obra de caridad, afrontar una dura lucha por la justicia, cumplir un sacrificio o una renuncia, pero no está en nuestro poder decidir realizar una experiencia mística, si no que es el Espíritu Santo el que sopla poderoso y repentino como en Pentecostés, nos eleva hacia Él y nos empuja a la acción, una acción cuya eficacia nos sorprende, no habiendo imaginado antes poder hacer obras tan grandes y soportar pruebas tan pesadas. De lo cual nos parece evidente que hemos sido movidos por el Espíritu Santo por haber acogido en la experiencia mística su inspiración cautivadora y entusiasmante.
----------La vida cristiana no es en absoluto, ¡para nada!, un cómodo y gratuito viaje maquinal en autobús o en avión empujados por el viento del Espíritu Santo con el Padre tiernamente sentado a nuestro lado, teniendo a Jesús como chofer o tripulante, en la ilusoria certeza de que suceda lo que suceda, todo terminará bien. No es esto lo que Jesús nos presenta como el camino a recorrer, sino que nos manda perentoriamente: "¡Entrad por la puerta estrecha!". Y Pablo: "¡procurad vuestra salvación con temor y temblor!" (Flp 2,12). Si bien es cierto que el amor supera todo obstáculo: "mi yugo es dulce, mi carga es suave" (Mt 11,30).
----------El Apóstol san Pablo también nos recuerda que aquí abajo la carne y el espíritu están en permanente e inevitable conflicto entre sí, y es necesario mucha fuerza y constancia para someter el espíritu a la carne. No se trata para nada del dualismo platónico del alma que se debe liberar del cuerpo, sino de un alma que debe vencerse ante todo a sí misma y a su soberbia y luego la rebelión de la carne, a fin de que entre espíritu y carne se restaure esa armonía originaria que Dios ha querido en el acto de la creación del hombre, en vista de una nueva y más perfecta armonía en la tierra de los resucitados.
----------Por consiguiente, el trabajo ascético debe prolongarse durante toda la vida, porque mientras estemos aquí abajo, sentiremos siempre el estímulo de la concupiscencia y la rebelión de la carne, en un alternarse ora de victorias ora de derrotas, para lo cual es necesario procurar siempre de nuevo, con un ejercicio siempre sostenido por la gracia, el alcanzar un progresivo dominio sobre nuestra misma voluntad rebelde y sobre las pasiones, dominio que será pacífico, estable y perfecto sólo en la futura resurrección.
----------El Concilio Vaticano II ha aceptado las instancias válidas de los modernistas (completando lo que no logró hacer la Pascendi de Pío X) y les ha dado satisfacción, precisando sin embargo que el progreso de la teología y de las ciencias bíblicas no se realiza juzgando el Evangelio en la sujeción al pensamiento moderno, sino que se debe cribar el pensamiento moderno a la luz del Evangelio. No es la modernidad la que debe corregir el Evangelio, sino que es el Evangelio el que debe corregir la modernidad.
----------El hecho desagradable, como todos saben, que en cambio apareció ya durante las labores del Concilio, fue el surgimiento de dos tendencias contrapuestas, cerradas la una hacia la otra y nada dispuestas a acercarse mutuamente: una tendencia proveniente del Centro-Norte Europa y de los Estados Unidos, que había acogido con entusiasmo la voluntad de san Juan XXIII de una modernización de la Iglesia y de la teología -el Papa hablaba de "aggiornamento"-, pero al mismo tiempo simpatizaba secretamente con el modernismo; y otra tendencia, todavía ligada al antimodernismo de la Pascendi, que estaba encomiablemente preocupada por conservar el depósito de la fe, pero al mismo tiempo estaba cerrada a los valores de la modernidad.
----------Estas dos tendencias están todavía hoy sumamente vivas y ningún Papa ha logrado hasta ahora ponerlas de acuerdo. Prevalece y domina la tendencia modernista, que se jacta de contar con el apoyo del Papa, hecho obviamente falso, pero desmentido con poca claridad por el Pontífice. "Ni el progresismo que se adapta al mundo, ni el tradicionalismo que añora un mundo pasado..." ha dicho anteayer. Esas palabras no son del todo claras, porque existe un sano progresismo y un sano tradicionalismo que son las dos naturales tendencias que en la Iglesia buscan tanto el progreso como la conservación, ambas esenciales a la vida del Cuerpo Místico de Cristo. El Papa sabe identificar mejor a la segunda tendencia: "indietrismo", pasadismo diríamos nosotros; pero no alcanza a llamar a la primera por su nombre propio: modernismo.
----------El estilo prevalente de la autoridad eclesial de hoy está en el extremo opuesto al de los tiempos de Ernesto Buonaiuti. Si antes existía demasiada severidad, hoy existe demasiada indulgencia. Si antes se tendía a interpretar en mal, hoy vige la desprevención y credulidad. Si antes se centraba casi exclusivamente en combatir los errores, hoy se centra solo en lo positivo y se olvida de corregir los errores. Si antes la tendencia era el conservadurismo, hoy la simpatía es por el modernismo. Si antes las censuras pululaban por cosas de poca monta, hoy estallan los escándalos más graves y nadie dice nada.
----------Es por lo tanto más urgente que nunca una labor paciente, sabia, prudente, de mediación, de conciliación, de conexión entre estos dos extremismos, cada uno de los cuales posee sus propios valores, que en sí mismos están hechos para complementarse y corregirse fraternalmente entre sí; si en lugar de ceder a la facciosidad o a la soberbia; si en vez de dar espacio a la pertinacia, a la venganza, a la desconfianza, al protagonismo; si en lugar de dejarnos vencer por el apego a nuestras ideas, por la pereza mental, por la envidia y por el respeto humano, todos nos dedicáramos a comprendernos y soportarnos mutuamente, a moderar los tonos, a evitar las rencillas, los litigios y los despechos, a escuchar al otro con confianza y humildad, a ponernos en la escuela de los grandes maestros y de los Santos recomendados por la Iglesia; si obráramos con espíritu de servicio y no por exhibicionismo y para obtener aplausos; si cultiváramos el arte de la discusión, de la disputa, del razonar, de la persuasión, de la refutación y de la demostración; si renunciáramos a la vana ostentación del saber, a la fácil y sistemática condena, a creer saber más que el Papa o que Cristo, a mostrar lo inteligentes y geniales que somos o a abrumar y humillar al adversario; si entendiéramos el diálogo no como un pugilato o un irse por las ramas con evasivas o una imparable calesita tiovivo o una exhibición de pacifistas clichés y lugares comunes, sino como edificación y formación recíproca, dispuestos a renunciar a las propias opiniones y a respetar las de los demás cuando las opiniones de los demás expresan lo correcto y lo positivo, si nos comprometiéramos más en todo esto, con caridad, perseverancia, modestia, paciencia, dulzura, misericordia, justicia, espíritu de oración, vida de gracia, dando el buen ejemplo, con recta conciencia, en la escucha de la palabra del Espíritu Santo, estoy convencido que la Iglesia se convertiría en esa comunidad ferviente, apasionante y atrayente que un día, hace dos mil años, se lanzó al mundo el día de Pentecostés.

4 comentarios:

  1. Tengo la impresión de que la historia de la Iglesia procede por ciclos, pasando a veces de un extremo al otro, como sucede ahora.
    Me parece que exista también una "super onda" si se piensa que al inicio de la Iglesia la herejía era no creer que Jesús fuera también un hombre, mientras que ahora no se cree o cuesta creer que Jesús sea Dios y se habla de él como un profeta con una "relación preferencial" no especificada con Dios y con una "autoconciencia gradual" (Rahner).
    Así leemos y escuchamos expresiones como "Jesús desarrolló la idea después de ver esto y aquello", "la función educadora de María hacia Jesús", Jesús "inicialmente discípulo de Juan Bautista", "el Dios de Jesucristo", "Jesús ya resucitado" (en el pensamiento), "Jesús sale fortalecido de la prueba de Getsemaní" (Card. Martini), Getsemaní visto como vértice de su autoconciencia y de su misión, etc.
    Al principio pensé que me equivocaba al oír hablar así a hombres de la Iglesia mucho más cultos que yo, pero luego tuve que cambiar de opinión.
    ¡No saben que Jesús es Dios! me he dicho para mí...

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    1. Estimado Hilario,
      estoy de acuerdo con usted en constatar la existencia hoy de muchas teorías sobre Jesucristo, entre las que lamentablemente se encuentran herejías o, al menos, ideas peregrinas, filosóficamente insostenibles, o, en cualquier caso, a veces próximas a la herejía.
      El discernimiento acerca de lo que es acorde a la fe y lo que está en contraste con la fe, es necesario, obligatorio, pero es una tarea muy difícil. Sin embargo, hay algunos criterios fáciles, a partir de los cuales es posible dar una evaluación de las diferentes cristologías hoy en circulación.
      Por lo pronto, le sugiero uno de ellos: la lectura atenta del Catecismo de la Iglesia Católica, bastante voluminoso, pero rico en datos. Incluso puede encontrar este Catecismo on line: https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html

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  2. Soy muy ignorante en campo exegético y, sin embargo, me atrevo a decir que uno de los trucos modernistas se desenmascara fácilmente: si se asume que Jesús haya tomado "conciencia de sí" progresivamente, es del todo lógico considerar TODA su predicación precedente al cumplimiento de tal proceso (¿Getsemaní?) como incompleta, y por tanto estar autorizados a interpretarla "a piacere", hasta el punto de reducir el carácter de Revelación; por ejemplo con respecto a los Sacramentos.
    ¿Estoy muy equivocado?
    Sin embargo, sobre la cuestión de la severidad/tolerancia, yo pienso (lamentablemente, en la modestia de mis competencias, a diferencia de su optimismo, padre) que la historia post-conciliar haya demostrado ampliamente el fracaso de la nueva pastoral, hasta el punto de que el modernismo ha conquistado los centros de la autoridad y de la enseñanza.

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    1. Estimado Carlos,
      en el conocimiento que Jesús ha tenido de la realidad es necesario distinguir tres planos.
      Uno. En cuanto Dios, Jesús conocía absolutamente todo por cuenta propia.
      Dos. En cuanto hombre, Jesús estaba unido hipostáticamente a la Persona del Verbo. Esta unión, como enseña el papa Pío XII en la encíclica "Haurietis aquas", de 1956, permitía a Jesús tener el conocimiento de todas las cosas. Este conocimiento es llamado ciencia infusa, porque las ideas de la mente de Jesús le han sido infundidas por el Verbo.
      Tres. Finalmente Jesús, también en cuanto hombre, ha aprendido las cosas poco a poco, como todos nosotros. Por cuanto respecta a la conciencia de sí, Jesús, como todos nosotros, la ha profundizado gradualmente a lo largo de los años, enriqueciéndola con los conocimientos adquiridos en precedencia por experiencia, por deducción y por aprendizaje.
      Por cuanto respecta al conocimiento del mensaje divino que Jesús debía revelar al mundo, él, en cuanto Verbo, lo conocía desde la eternidad; en cuanto hombre, Jesús, por ciencia infusa. Según santo Tomás de Aquino, Jesús tuvo el conocimiento de la revelación desde el momento en que fue concebido.
      Por cuanto respecta a la predicación de Jesús, él, en el curso de su vida pública, ha manifestado gradualmente y progresivamente aquella palabra de Dios, que él conocía ya como Dios y, desde cuando había sido concebido, como hombre.

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