jueves, 6 de octubre de 2022

Breve nota sobre la llamada "intercomunión"

Entre los elementos que causan tensión y equívocos doctrinales en el actual Sínodo que se desarrolla en Alemania, uno de los puntos en debate es la así llamada "intercomunión" entre católicos y luteranos. De hecho, da la impresión que los episodios más o menos confusos de tal "intercomunión" se van repitiendo cada vez con mayor frecuencia en Alemania. [En la imagen: el papa Francisco en un momento de su alocución durante su visita a la Comunidad luterana evangélica de Roma, el 15 de noviembre de 2015].

----------De tanto en tanto se repiten en Alemania, y da la impresión que cada vez con mayor frecuencia, los episodios de la así llamada "intercomunión" entre católicos y luteranos, algunos más confusos y otros con perfil más explícito. A fines del pasado mes de mayo, el presidente del Congreso de la Iglesia Evangélica Alemana del 2023, el luterano Thomas de Maizière, recibió en Stuttgart la comunión directamente del obispo de Limburgo y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Georg Bätzing, en la Misa de clausura del "Día del católico", tras mantenerse un breve diálogo entre ambos antes de la Misa. En el contexto general del Sínodo Alemán, estos episodios no parecen ser accidentales o casuales.
----------También en mayo pasado, al finalizar el Congreso Ecuménico de Iglesias celebrado en Frankfurt, en la Misa celebrada en la catedral de la ciudad, la presidenta protestante del Congreso, Bettina Limperg, recibió la comunión; mientras que en el servicio protestante del mismo Congreso, el presidente por la Iglesia católica, Thomas Sternberg, también participó en la comunión. Es cierto que monseñor Bätzing, obispo católico de la diócesis anfitriona, había tomado la precaución de subrayar en los prolegómenos del encuentro que no podía haber una celebración conjunta de la Santa Misa por parte de clérigos de distintas confesiones ni una recepción general y transconfesional de la Eucaristía.
----------Sin embargo, lo menos que puede decirse es que la actitud de monseñor Bätzing fue todo menos clara y definida, cuando al participar en la Misa en la catedral de Frankfurt, explicó que personalmente respetaba el hecho de que los cristianos individuales no católicos pudieran comulgar. Por su parte, el deán de la mencionada catedral, Johannes zu Eltz, pidió perdón a los protestantes al comienzo de la Misa porque, según él, a menudo los luteranos tenían que "luchar bajo la arrogancia del bando católico", y agregó: "Os pido perdón por esto y os doy las gracias por vuestra larga paciencia". En su homilía, instó a las iglesias "a abandonar la petrificación" y a "dejar a un lado la idea de que tienen la razón absoluta".
   
El Papa no sufre la confusión de ciertos católicos alemanes
   
----------Al narrar los hechos anteriores, es probable que el lector los asocie a aquello que sucedió el 15 de noviembre de 2015, en Roma, cuando a una pregunta sobre la Comunión Eucarística que le había sido dirigida por una Señora durante el encuentro informal en la Comunidad luterana evangélica de la capital italiana, el papa Francisco respondió: "La pregunta sobre el hecho de compartir la Cena del Señor para mí no es fácil de responder, sobre todo ante la presencia de un teólogo como el cardenal Kasper. ¡Me da miedo! Pienso que el Señor cuando nos dio este mandato nos dijo: 'Haced esto en memoria mía'. Y cuando compartimos la Cena del Señor, recordamos e imitamos, hacemos lo mismo que hizo el Señor Jesús. Sí que habrá una Cena del Señor, habrá un banquete final en la Nueva Jerusalén, pero será lo último. En cambio en el camino me pregunto -y no sé cómo responder, pero su pregunta la hago mía-: compartir la Cena del Señor, ¿es el final de un camino o es el viático para caminar juntos? Dejo la pregunta a los teólogos, a los que entienden".
----------El Papa había hecho aquella visita a los luteranos de Roma (puede verse aquí el video de su alocución), y con las palabras citadas insinuó el significado que tiene para nosotros los cristianos (no sólo los católicos) la conmemoración ritual de la Última Cena del Señor, instando a los presentes a una profundización y clarificación de las palabras pronunciadas por el Señor sobre el pan y sobre el vino, y formulando la esperanza de que algún día todos los cristianos, superadas las actuales divisiones, pudiéramos, sobre la base de los actuales valores comunes, a partir del Bautismo, recordar y vivir en perfecta y plena comunión recíproca, este hecho fundamental de la vida de Cristo y, como consecuencia, hecho fundamental de nuestra salvación.
----------Acerca de aquellas palabras del papa Francisco en su visita a los luteranos de Roma en el 2015, tratándose de un encuentro ecuménico ocasional e informal, el Romano Pontífice obviamente ni siquiera ha mencionado el dogma católico de la Eucaristía, acerca del cual todavía está en curso la discusión, la tratativa y la investigación ecuménica de los expertos, en la cual el Papa no quiso entrar. El Santo Padre se limitó a recordar que nosotros, los católicos, concordamos con los luteranos en el reconocer que en el momento en el cual el ministro del servicio litúrgico repite las palabras del Señor sobre el pan y sobre el vino narradas por los Santos Evangelios, la fe de todos nosotros, los cristianos (católicos y no-católicos), es que Jesucristo glorioso está realmente presente en la comunidad celebrante con la ofrenda de su gracia.
----------Es válido entonces el tener presente que esta verdad de fe compartida por todos los cristianos, como dio a entender claramente el Papa en la mencionada ocasión, es una de las bases del diálogo y del encuentro que, bajo la asistencia del Espíritu Santo, en una caridad sincera y espíritu de reconciliación en la diversidad, debe conducir a la unidad escatológica de un solo rebaño bajo un solo pastor.
----------Como se sabe, Martín Lutero, oponiéndose a la interpretación dogmática tradicional de la Iglesia, negó que Cristo, después de las palabras "esto es mi cuerpo", quisiera decir que eso, lo que tenía entre sus manos, no era ya pan, aunque mantuviera la semblanza del pan, sino que era precisamente real y sustancialmente su cuerpo. Lutero creía que se trataba de una falsa interpretación y que hasta entonces la Iglesia se hubiera equivocado. Por ello, Lutero pensó haber encontrado la verdad, interpretando las palabras de Cristo en el sentido de que Él estaría presente en el pan, como si hubiera dicho: "Yo estoy en este pan", formulando así el concepto de presencia "en-con-y-bajo las especies del pan y del vino". Sin embargo, esto no corresponde en absoluto con lo que verdaderamente y textualmente ha dicho Jesús.
----------Ni siquiera Jesús, con la palabra "esto" (τοῦτο, en griego, de οὗτος, αὕτη, τοῦτο, "esto", que corresponde al latín hoc), ha entendido decir "este pan", porque se trata de un neutro, o sea "esta cosa", "esta sustancia" en sentido genérico, como que pueda referirse indiferentemente o conjuntamente al pan y al cuerpo, porque es el momento en el cual el pan se está transubstanciando en el cuerpo. Por otra parte, es imposible que Jesús haya querido decir: "este pan es mi cuerpo", porque sería una absurdidad: ninguna cosa puede ser una determinada cosa y simultáneamente ser otra determinada cosa. Toda cosa tiene su propia identidad y excluye todas las otras diferentes a ella. En cambio, a Lutero le parecía absurdo que el pan se convirtiera en la sustancia del cuerpo de Cristo conservando los accidentes o semblanza o "especies" propias del pan. En efecto, Lutero no tuvo en cuenta el hecho de que entre los accidentes y la sustancia del ente creado existe una distinción real, y por lo tanto una separabilidad de principio, por lo cual, aunque de hecho nunca ocurre en la naturaleza que existan los accidentes sin su sustancia o una sustancia sin sus accidentes, si Lutero hubiera tenido presente la mencionada separabilidad ontológica, no habría tenido dificultad en permanecer fiel al dogma católico y se habría dado cuenta de que no era la Iglesia la que se equivocaba, sino él.
----------Ahora bien, el ecumenismo, en un primer estadio, indudablemente va en busca de lo que nosotros los católicos tenemos en común con los luteranos. Sin embargo, nosotros los católicos no podemos contentarnos y detenernos, como cree erróneamente Karl Rahner (quien expone su tesis en el libro La unión de las Iglesias, una posibilidad real, Editorial Herder, Barcelona 1987), en las constataciones de las verdades, por más bellas y consoladoras que sean, resultantes o derivadas de los acuerdos ecuménicos, como si con ello nuestros deberes hacia los hermanos luteranos y los de ellos hacia Cristo y hacia nosotros se hubieran terminado, como si no hubiera para nosotros los católicos nada más que hacer y la unidad se hubiera ya conseguido, sino que, sobre la base de los valores comunes, nosotros los católicos debemos encontrar con ellos y a su servicio, los caminos, los tiempos, los lugares, los modos y métodos caritativos, prudentes, humildes, firmes, pacientes, persuasivos, perseverantes, para conducirlos y prepararlos gradualmente a redescubrir las verdades perdidas y entre ellas está la correcta interpretación de la institución de la Sacratísima Eucaristía y del Sacerdocio, y por lo tanto la verdad de la Misa en la Última Cena por parte del Señor.
----------El poder conmemorar juntos, católicos y luteranos, la Cena del Señor, es ciertamente una cosa bella y sumamente deseable. Pero si por ahora no estamos de acuerdo acerca de aquello que hace y dice el presidente o ministro de la asamblea, y acerca de aquello que Cristo hace suceder en ese momento, ¿qué sentido puede tener una asamblea como la que algunos llaman con grave ligereza "intercomunión"? ¿Cuál comunión donde existe la división? Unámonos donde podamos estar unidos, es decir, allí donde tengamos la misma fe. Si uno considera falso aquello que el otro cree verdadero, y a la inversa, ¿qué sentido puede tener reunirse sobre una base semejante? ¿Acaso es que se puede hacer comunión sobre una determinada cosa, cuando nos acusamos recíprocamente de estar en lo falso precisamente en referencia a esa determinada cosa, es decir, sobre la base del desacuerdo sobre cuál es la verdad de fe en juego o sobre el sentido de las palabras de Cristo? Acordemos por ahora dónde es posible estar de acuerdo. No forcemos las cosas. Pretender más, sería ficción o comedia, al fin y al cabo, sería una ofensa hacia ese Cristo al que todos amamos. Acostumbrémonos a esperar, mientras obramos lo posible. "Soportémonos unos a otros con amor" (Ef 4,2).
----------Por lo tanto, no nos adelantemos a los tiempos, avancemos por allí donde se abre, en la "diversidad reconciliada", en el testimonio y en la búsqueda de la verdad, en ese grado de comunión, que por ahora nos está permitido, en el respeto, en el perdón y en la corrección recíprocos, entregándonos a las obras de la justicia y de la caridad, sobre todo en la atención a los pobres, a los más necesitados y a los que sufren, sin rigideces ni estancamientos, pero también sin prisa, sin vanas ilusiones, y a la vez también sin perder el ánimo, dedicados a la oración y pidiendo luz en la acogida de la Palabra de Dios
----------Estas son las sugerencias, los estímulos y las ideas que nos llegan o nos pueden llegar de aquellas palabras del Santo Padre en aquella ocasión del 2015, que me he permitido recordar. Acojamos esas palabras con confianza, y dejémoslas fructificar, abiertos a los impulsos imprevisibles y vivificantes del Espíritu Santo.

8 comentarios:

  1. La cuestión de hoy es que tampoco los católicos llegan a dar ese significado a la Transubstanciación que tuvo en el medioevo. Para la mentalidad moderna, ya nadie ve una transformación, que deba por lo tanto ser aceptada por pura fe sin inteligencia, y todo hace pensar que la gente ve algo como arcano, si no mágico, casi idolátrico.
    La gente racionalmente y espiritualmente ve el sacramento mucho más de manera simbólica, con sus diversos significados relacionados, empezando por la asamblea en comunión de oración y de escucha en primer plano con respecto a la figura mística del oficiante, que según algunos sería inapropiadamente llamado "sacerdote", peor aún para muchos cristianos hoy, es que puedan llegar a entender la idea de un sacrificio incruento.
    ¿Es que el mundo católico también se está protestantizando? ¡No, estimado padre Filemón, yo diría que queremos retomar el pensamiento evangélico nativo! Por tanto, es bueno el Pastor que no cae en la trampa de generar conflictos ideológicos, la realidad de estar juntos vale más que las ideas.

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    1. Estimado Paracelsomol,
      la fe en la transubstanciación cualifica el ser católico, porque se trata de un dogma, negando el cual se cae en la herejía. Por eso, quien niega este dogma no es católico, sino hereje.
      Aceptar por fe requiere y no excluye el unir el razonamiento y la inteligencia con aquello que se cree. Ciertamente, esto significa evitar la pretensión de demostrar racionalmente el dato revelado, de lo contrario la fe no tendría sentido.
      Pero esto no quiere decir que no se pueda y no se deba proyectar luz sobre el misterio, usando la razón. Y la doctrina de la transubstanciación representa el más alto esfuerzo de la inteligencia para explicar el misterio de la fe.
      La magia y la idolatría, que son pecados mortales, no entran absolutamente para nada aquí, y en verdad sería cosa impía y abominable el creerlo, tratándose en cambio de sublimes verdades salvíficas, ideadas por el mismo Dios.
      No hay duda de que el sacramento tiene un significado simbólico, pero sería un grave error ignorar el valor de fe en cuanto a lo que efectivamente sucede, cuando el celebrante repite las palabras del Señor.
      El oficiante de la Misa se llama muy precisa y apropiadamente "sacerdote", porque es partícipe, ministro y representante de Cristo Sumo Sacerdote, y el sacerdote no es otra cosa más que esto: el Sacrum dans. El sacerdote nos da lo Sacro, que es Dios.
      Es dogma de fe que la Santa Misa es el mismo Sacrificio de la Cruz actualizado en el altar de manera incruenta. El negarlo es herejía.
      Por lo tanto, es mi deber avertirle que las ideas por Usted expresadas son exactamente las ideas de Lutero, que fueron condenadas por el Concilio de Trento.
      Lutero no redescubrió en absoluto el Evangelio contra Roma, sino que lo ha falsificado.
      Los conflictos en la Iglesia no los crean los dogmas ni los teólogos fieles al dogma. El que ha creado conflictos en la Iglesia ha sido Lutero con sus herejías.
      El estar juntos, cuando es provechoso, vale más que las simples ideas, pero el juntarse sobre la base de mentiras es pura tontería y necedad.

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    2. Gracias de corazón, padre Filemón, por estas palabras suyas, las cuales confirman de manera límpida la indefectible doctrina católica sobre la Eucaristía.

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    3. Estimada Herminia,
      me complace tu consenso con mi comentario.
      En estos tiempos de confusión, también grande entre católicos, todos, también tú, debemos ser fieles defensores de las verdades de nuestra Fe.

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  2. Filemón: usted escribe: "no nos adelantemos a los tiempos, avancemos... en el respeto, en el perdón y en la corrección recíprocos..."
    ¿Corrección recíproca? ¿En qué deberían corregirnos los luteranos? ¿Acaso la plenitud de la Verdad no está en la Iglesia Católica?

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    1. Estimado Rubén,
      es necesario distinguir, por un lado, la doctrina de fe católica, y por otro lado, el católico. Es claro que la doctrina de la fe católica contiene la plenitud de la verdad cristiana, a diferencia del protestantismo, incompleto y erróneo en varios puntos.
      El católico, en cambio, por muy culto y ortodoxo que pueda ser, puede tener una cultura defectuosa o deficiente en algunos aspectos, quizás no por malicia sino por ignorancia o por una formación insuficiente.
      Por esto, no se puede excluir que el católico pueda ser corregido o instruido por algún protestante preparado y fervoroso. Esto puede suceder en el campo doctrinal, pero más fácilmente en el campo moral. En este sentido, la Iglesia, al tratar de las normas del ecumenismo, ha hablado del deber de un perdón recíproco y de una corrección recíproca.

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  3. Estimado hermano Filemón,
    es de agradecer, una vez más, tu intervención, expresión de tu disposición apacible y del respeto filial que muestras siempre y en todo momento hacia el Papa.
    Sin embargo, el hecho en sí permanece. Y aquello que sucedió en el 2015 en su visita a los luteranos de Roma, no fue la primera vez que ocurría, ni tampoco fue la última.
    El hecho es que cuando el Papa deja de lado el texto escrito y habla de modo casual -improvisando- muchas veces no logra expresar con lenguaje adecuado la necesaria y debida claridad de pensamiento que el "maestro de la fe" siempre debería tener y usar frente a sus interlocutores. En tales casos, el Papa parece casi "sorprendido" del tema de la pregunta, titubea, y se muestra vacilante, como si no estuviera preparado, se esfuerza por articular una respuesta simple, firme y convincente...
    Una situación paradójica que sorprende, preocupa y asusta a muchos fieles, y ha sucedido muchas veces en su pontificado.
    Entonces los sacerdotes, los teólogos, los obispos están llamados a desempeñar un papel complementario, ya sea un rol interpretativo, ya sea un rol verdadera y propiamente sustitutivo, correctivo. Los ejemplos son abundantes.
    Urge rezar aún más por nosotros mismos, por la Iglesia y por el Papa.

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    1. Estimado Berengario,
      podemos hablar (y yo lo he hecho repetidamente en este blog) siempre con el debido respeto al Sucesor de Pedro, de ciertas limitaciones del papa Francisco; y esto lo podemos hacer porque estamos hablando de sus aspectos humanos, aspectos en los cuales el Papa puede manifestarse también, y de hecho se manifiesta, como hijo del Adán pecador; y lo podemos hacer también porque incluso tenemos el testimonio de la Escritura, donde por ejemplo el apóstol san Pedro manifiesta sus límites humanos y pecados, que en ciertos aspectos parecen ser aún mayores que los de los Papas conocidos por nosotros.
      El papa Francisco no es ni el papa san Juan Pablo II, que era políglota y tenía una extraordinaria familiaridad con los idiomas, ni el papa Benedicto XVI, uno de los más grandes teólogos del siglo pasado. El para Francisco ni es teólogo y "no habla bien" ni siquiera el español, en el sentido de que, su expresarse en la lengua de sus padres (el italiano, que es ahora su idioma cotidiano, y el idioma que también usó en su discurso del 2015 a los luteranos), es un expresarse muy esencial, escaso en términos específicos y poco rico en vocablos. En consecuencia, más que un buen italiano, en realidad habla una especie de... itañol.
      Que el papa Francisco no esté predispuesto para los idiomas es un hecho, pero no es su culpa ni responsabilidad suya. Que no sepa la teología de un Joseph Ratzinger, tampoco es su culpa ni su responsabilidad, pues el profesor Ratzinger y el padre Jorge Bergoglio, estuvieron llamados a tareas distintas el uno del otro, ni bien fueron ordenados sacerdotes.
      En el caso del papa Francisco, tal vez convendría -como varias veces he opinado en estos años- que hubiera evitado y evitara tanto los llamados "discursos improvisados", como sobre todo las respuestas extemporáneas a preguntas que requieren -sobre todo en su supremo oficio- respuestas muy precisas y a menudo bien articuladas.
      De todos modos, y en línea con lo que expreso en mi artículo, la respuesta que en la citada ocasión le dió el Papa a la Señora que le preguntaba sobre la Eucaristía, aunque se la diera en un muy mal italiano, su respuesta ha sido básicamente una respuesta impecable.
      Claro que en cualquier caso, aunque el papa Francisco se hubiera expresado de una manera teológicamente magistral, como un Joseph Ratzinger, y con un dominio lingüístico extraordinario, como un Karol Wojtyla, esto no evitaría que existan hoy quienes, si por desgracia deciden fustigar al Sumo Pontífice sintiéndose ellos más guardianes de la Verdad y de la Tradición, que él, considerándose ellos incluso mucho más católicos que el mismísimo Sucesor de Pedro, abrirían fuego igualmente y de todos modos. Así son los fariseos de hoy día.

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