viernes, 14 de octubre de 2022

La razón y la fe en la conducción de la guerra actual (1/2)

Una cosa es la guerra en sí misma, realidad despreciable pero inevitable, y otra cosa es el crimen de guerra, también despreciable pero evitable. Debe existir racionalidad en la conducción de la guerra. "Con decisiones prudentes se hace la guerra" dice el libro de los Proverbios 24,6. [En la imagen: una reproducción de "Guernica", óleo sobre lienzo de 1937, de Pablo Ruiz Picasso, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España].

Despreciabilidad e inevitabilidad de la guerra
   
----------Es mi deseo escribir hoy algo más sobre la guerra actual. Lo vengo haciendo desde su inicio, pero la situación evoluciona, y surgen nuevos aspectos que a veces confirman, a veces permiten profundizar, y a veces corrigen o matizan lo ya afirmado. El título para la primer puntada de este artículo puede parecer contradictorio, pero no lo es. ¿Despreciabilidad y a la vez inevitabilidad de la guerra? No hay nada de raro ni contradictorio en ello: desde el pecado original, el sufrimiento, el mal de pena, es inevitable, y será así hasta que en el paraíso del cielo desaparezca todo sufrimiento y también toda guerra. Quizás en lugar de "despreciabilidad", habría que usar algún otro vocablo español que indicara mejor la posibilidad de "desaprobar" o de "rechazar" la guerra, pero creo que se entiende sin dificultad lo que intento decir.
----------El fenómeno de la guerra es inudablemente una impresionante, recurrente y trágica manifestación de irracionalidad, de desencadenamiento de pasiones incontroladas, de crueldad, sobre todo de la soberbia de quien, divinizándose a sí mismo, y desprovisto de temor de Dios, cree que todo dependa de él y esté a su servicio; de ahí la imposición de las propias ideas como si fueran la verdad absoluta, el engaño y el fraude para someter al prójimo a sus fines perversos, una voluntad de poder, que lleva al belicoso a querer dominar, humillar, rapiñar, explotar y aplastar al prójimo, la ira desencadenada, expresión del odio ansioso de sangre, la avaricia, la sed de posesionarse de los bienes ajenos.
----------La guerra es una de las consecuencias más macroscópicas, más alucinantes, más odiosas y más mortíferas del pecado original, que ha dividido a esa humanidad, hombre y mujer, que habría debido y habría podido permanecer unida, que ha puesto hostilidad del hombre contra Dios, que ha puesto por consecuencia hostilidad y división entre hombre y mujer, entre espíritu y carne, entre alma y cuerpo, entre persona y persona, entre hermano y hermano, entre padre e hijo, entre raza y raza, entre estirpe y estirpe, entre pueblo y pueblo, entre nación y nación, entre hombre y naturaleza. Todo ha sido dividido.
----------Es lógico que, habiéndose roto el vínculo que mantenía al hombre unido a Dios y en paz con él, todos los otros vínculos que dependían de este primero, se hayan roto y en lugar de la paz haya nacido la guerra.
----------En la vida presente, las guerras son inevitables, así como son inevitables el pecado, la fragilidad, el sufrimiento y la muerte. Lo que podemos y debemos hacer, en el curso de la historia, con el socorro de la gracia, con el ejercicio de las virtudes e iluminados por la fe, es el disminuir gradualmente las crueldades, las injusticias, los crímenes, las locuras y los horrores de la guerra.
----------Sólo en la vida futura, cuando los salvados gozarán de la eterna bienaventuranza, no habrá más guerras, porque todos estarán en paz con todos, libres ya para siempre de cualquier forma de odio o maldad. Pero aquí abajo, por más esfuerzos que hagamos para lograr una humanidad pacífica, siempre habrá hombres belicosos y violentos, provocadores de guerras y conflictos. Hacer razonar al violento no es fácil; normalmente la fuerza se repele con la fuerza, aún cuando el uso de la fuerza debe ser razonable.
----------La guerra, cuando se hace sin ningún motivo razonable, es ciertamente una locura, como le gusta decir al Santo Padre; si luego en su raíz está la soberbia, el deseo de dominio, el gusto por el conflicto, la voluntad de prevalecer sobre el otro, la voluntad de destrucción, el odio, la avidez de riquezas, la guerra entonces se convierte en un pecado social y colectivo y un crimen gravísimo.
----------Si ha sido una locura aquella de Hitler de querer dominar con la fuerza en Europa, no ha sido ciertamente una locura aquella de los Aliados de abatir a Hitler. Si ha sido una locura aquella de Napoleón de pretender someter a Rusia, no ha sido ciertamente una locura aquella de Rusia de derrotar a Napoleón. Así, en el plano de la cultura, si es una locura aquella de los idealistas alemanes de pretender dominar en la filosofía, no es ciertamente una locura la dura reacción de los tomistas al refutar el idealismo.
----------De todos modos, queriendo referirme al aspecto odioso de la guerra, me parece más conveniente definirla con alguna categoría extraída de la moral más que de la psicopatología. La guerra no es un fenómeno de demencia colectiva, de competencia de los psiquiatras, sino que es una acción humana colectiva, voluntaria, injusta y criminal, en la cual el uso de la razón no está ausente, sino que más bien es contrario al orden moral, una acción tal como para merecer el castigo divino y la sanción de la justicia humana.
----------Sin embargo, el crimen de guerra no debe confundirse con la guerra misma como tal. En efecto, en medio de la guerra, el militar, el soldado, puede dar prueba, sí, claro, de cobardía o de crueldad, pero también puede dar acabada prueba de coraje, obediencia y fidelidad al deber, de heroísmo y de alta capacidad de sacrificio, hasta el sacrificio de la vida misma. De hecho, no está excluido que uno se pueda sacrificar matando, si se sucumbe combatiendo contra un enemigo de la vida o de la paz o de la libertad.
   
Para remediar una guerra, es necesario conocer las causas
   
----------La guerra no es necesariamente una "locura", un simple desencadenarse de pasiones irracionales, sino que existe también un guerrear racional, un guerrear según justicia y prudencia, en cumplimiento del código de guerra, custodiado por el tribunal de guerra, que es el que preside el deber del militar de combatir conforme a justicia (Ap 19,11) y no para dar rienda suelta a la ira, al odio y a la pasión.
----------En suma, la guerra, cuando es debida, debe ser regulada y motivada por la razón práctica según la ley natural y divina. El combatiente cristiano tiene el deber de confiar en la ayuda divina, cuando cumple su deber militar. De hecho, ¿para qué están los capellanes militares? El militar cristiano que muere sacrificándose por la patria puede estar seguro de ir al cielo de inmediato, como ha dicho el patriarca Cirilo, y esto prescindiendo del tema de si en la guerra en Ucrania tengan razón los Estadounidenses o los Rusos.
----------La idea de que el servicio militar sea algo ilícito, algo que deba ser abolido, porque se afirme quizás que sea contrario a la paz y porque se diga que la guerra es una cosa irrazonable, porque es una locura y una cosa inmoral, es una convicción que ha existido desde los inicios del cristianismo, por lo que existieron paganos, los cuales, haciéndose cristianos, creían que tenían que abandonar el servicio militar.
----------Pero debemos recordar que la Iglesia nunca jamás ha aprobado similares ideas, y siempre ha proporcionado capellanes a las fuerzas armadas, clara señal de que la Iglesia no rechaza en absoluto la idea de que un católico haga el servicio militar. Por lo demás, si la Iglesia desaprobara la guerra en modo absoluto, si rechazara cualquier guerra sólo porque es una guerra, es decir un simple enfrentamiento armado entre ejércitos, la consecuencia lógica sería que el católico pecaría o demostraría ser un demente y un lunático haciendo el servicio militar, cosa que la Iglesia está muy lejos de enseñar.
----------El negarse a prestar el servicio militar puede ser signo también heroico de espíritu de paz en un régimen totalitario, dictatorial y belicista, pero en un régimen democrático puede ser signo de cobardía y de molicie moral. De hecho, es conocido el lema del 68: "haz el amor, no hagas la guerra".
----------Quien está apegado al placer difícilmente acepta los sacrificios, las fatigas y la disciplina que se requieren en el servicio militar, y aún más les faltará el coraje para afrontar el combate y el riesgo de  la vida. Es obvio que la vida debe ser gobernada por el amor, pero no debe confundirse el amor con la lujuria.
----------El fenómeno de la guerra, en su complejidad, para poder ser comprendido, para poder ser superado y para poder ser reemplazado por la paz, debe ser analizado y examinado científicamente y teológicamente con la máxima atención, con toda competencia, y muchísima perspicacia, tanto en sus causas como en sus fines, tanto en sus modalidades como en su desarrollo, y asimismo en sus características individuales, porque cada guerra, al tener lugar en lo concreto de la existencia, es diferente de la otra.
----------Y si no se capta lo concreto, sino que se queda en lo genérico, nuestras intervenciones serán ineficaces. Y así como el buen médico cura una enfermedad sólo si es capaz de hacer un diagnóstico no genérico sino específico, preciso y circunstanciado, así el sabio que quiera indicar los caminos para la paz, debe hacer un análisis certero de la guerra en curso para establecer las responsabilidades, los deberes, los errores, los méritos, quién está equivocado y quién tiene razón dando "unicuique suum".
----------Por eso el fenómeno de la guerra puede ser, sí, en su irracionalidad, objeto del interés de la psiquiatría o del psicoanálisis, pero es directamente objeto de consideración, cálculo y reflexión por parte de quien la conduce y la combate, por parte de los estrategas, que, si quieren conducir la guerra de modo inteligente y a sangre fría y lograr la victoria, tienen el deber de valerse de las modernas ciencias marciales, de medios suficientes, de la experiencia histórica, de sabios consejeros militares, de los mejores recursos de los jefes militares, así como de usar rectamente la razón técnica y práctica para proceder racionalmente, con sagacidad y prudencia para no cometer descuidos, negligencias, ingenuidades, excesos, errores o crímenes.
----------Pero también se debe afirmar que el fenómeno de la guerra, sobre todo en este caso concreto de la guerra en Ucrania, en cuanto que en toda guerra juegan siempre rivalidades políticas, antagonismos étnicos o sociales, intereses económicos o de prestigio o de poder, tiene siempre raíces y motivaciones profundas en el alma humana, porque ningún hombre razonable, que no sea una marioneta del régimen, decide a la ligera arriesgar su propia vida, dispuesto a matar a los demás, sino en nombre de profundas convicciones, por más que estén ellas objetivamente fundadas o infundadas. Una cosa es que un creyente esté convencido en buena fe que Dios quiere la guerra, y otra cosa distinta es que un ateo combata en nombre del Partido o por fanatismo o en nombre de una ideología totalitaria, como el idealismo o el marxismo.
----------Aquel que conoce la historia de la Iglesia de Occidente y de Oriente, no tiene dificultad en darse cuenta, a partir de los factores político-religiosos del teatro de guerra, que la causa remota, pero todavía activa del conflicto ucraniano, la causa removiendo solo la cual tendremos la paz entre Occidente y Oriente, no es la de una injusta reivindicación territorial rusa, que también salta al primer plano, sino que es una causa mucho más profunda, que se relaciona con un bien conocido contraste dogmático entre la Iglesia de Roma y la de Constantinopla, que estalló en 1054, acerca de la misma concepción del misterio supremo del Cristianismo, una trágica y funesta divergencia relativa a la concepción misma del Misterio Trinitario, la famosa cuestión del Filioque, una cuestión para nada cerrada o superada, como consideran algunos, porque se trata en cambio de una disputa de vital importancia todavía abierta e irresuelta, de la cual lamentablemente nadie habla hoy, y mucho menos nadie piensa en conectarla con el problema de la guerra en Ucrania.
----------La unión entre Occidente y Oriente será una bendición para toda la humanidad, porque será la corrección de sus respectivos defectos endémicos y la recíproca integración de sus respectivos valores: el Occidente deberá renunciar a su presuntuoso racionalismo praxista y tecnocrático, que lo viene conduciendo al ateísmo y, por el contrario, deberá desarrollar una racionalidad que esté abierta a la religión y a la contemplación; el Oriente deberá abandonar su panteísmo irracional quietista, que lo viene empujando a la inacción, cultivando en cambio el sentido de la Trascendencia divina y renunciando a absolutizar el yo.
----------En cuanto a la secular cuestión del Filioque, muy lejos de tratarse de un vago principio abstracto, de una cuestión de palabras, es en realidad un principio activo de capital importancia, cuyo rechazo trae consigo la negación de la vida moral cristiana, en cuanto sujeta a la guía del Vicario de Cristo. En efecto, el Espíritu Santo que procede del Hijo es el fundamento del divino carisma de Pedro, por lo cual los Ortodoxos orientales, a partir del 1054, rechazando el primado del Romano Pontífice, se han privado de todo el progreso dogmático realizado por los Sumos Pontífices en un milenio, hasta nuestros días.
----------El Patriarcado de Constantinopla, separándose del Romano Pontífice, ha perdido ese primado, esa independencia y esa libertad que poseía frente al Emperador, el cual, sintiéndose también él custodio de la fe, comenzó a prevalecer sobre el Patriarca. Hasta el día de hoy, el patriarca Cirilo no demuestra ser independiente de la política de Putin, que imita el cesaropapismo de los zares y de los emperadores bizantinos.
----------En efecto, en la concepción bizantina, que se agrava tras el cisma del 1054, la custodia de la ortodoxia y la tarea de hacerla aplicar en el Estado y en la Iglesia pertenecen al Emperador, mientras que al Patriarca son reservados sólo el culto y la administración de los sacramentos como su propia competencia. Se comprende entonces cómo el Patriarca, sustrayéndose a la guía doctrinal del Romano Pontífice, se ha encontrado dependiente aún más de las ideas religiosas del Emperador.
----------Esta situación continuó incluso durante el régimen soviético, por más paradójico que parezca, aunque tal régimen fuera ateo y antirreligioso. Sin embargo, el marxismo asumió el rostro de una nueva ortodoxia y de una nueva religión. Significativo es el título "Pravda", es decir verdad, dado al diario del Partido Comunista.
----------Así fue como Stalin limitó las actividades religiosas con su bien conocida crueldad sangrienta, pero de ninguna manera se propuso abolir el sentido religioso y renunciar al rol de custodio y maestro de la verdad absoluta y salvífica, poniendo la doctrina de Marx en el lugar del cristianismo: Dios ya no era el Dios bíblico, sino el hombre liberador de sí mismo, según los principios establecidos por la antropología marxista. Stalin incluso, como se sabe, restableció el Patriarcado de Moscú después de haber sido abolido y reemplazado por el Santo Sínodo, por el zar Pedro el Grande en el siglo XVIII.
----------En cuanto al Patriarca bajo el régimen soviético, él mantenía la organización del culto y la conducción de la vida religiosa, pero debía encontrar el modo, en la custodia de la Ortodoxia, de no perturbar a la ideología dominante, evitando críticas y limitándose a temas conciliadores o de común buen sentido o de ordinaria humanidad, sin ignorar cuanto de bueno el régimen realizaba en el campo social y económico.

12 comentarios:

  1. "De hecho, ¿para qué están los capellanes militares?"
    El papa Francisco debería repensar la coherencia (o incoherencia) de su calificación como "locura de la guerra" con algunos de sus otros discursos:
    "Quiero agradecerles esta presencia de ustedes aquí. Agradecerles también todo lo que han hecho, lo que hacen y lo que seguirán haciendo en estos días durante mi visita. Trabajo añadido. Pero, sobre todo, quiero agradecerles lo que han hecho y lo que hacen por la paz poniendo en juego la vida. Y eso es lo que hizo Jesús: nos pacificó con el Padre, puso en juego su vida y la entregó. Esto los hermana más a Jesús: arriesgar para hacer paz, para lograr paz. Gracias de corazón por todo esto" (discurso a los militares y a las fuerzas del orden, Aeropuerto Militar de Bogotá, 8 de septiembre de 2017).
    "Queridos carabineros: vuestra misión se expresa en el servicio al prójimo... Esto requiere disponibilidad constante, paciencia, espíritu de sacrificio y sentido del deber. En vuestro trabajo estáis sostenidos por una historia escrita por servidores fieles del Estado, que han honrado al Cuerpo con la entrega de sí mismos... Gran importancia tiene vuestro compromiso más allá de los confines nacionales. En efecto, también en el extranjero os esforzáis por ser constructores de paz, para garantizar la seguridad, el respeto de la dignidad humana y la defensa de los derechos humanos en los países atormentados por todo tipo de conflictos y tensiones..." (discurso a los participantes del encuentro de la Fuerza de Carabineros, del 6 de junio de 2014).

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    1. Estimado Cristero Argentino,
      cuando el Papa habla de la guerra como "locura", se refiere a la actual guerra en Ucrania, y no está hablando de la guerra en general, sino que habla de esta guerra en particular, que nos atemoriza a todos, porque los dos contendientes, Rusos y Estadounidenses, se están amenazando mutuamente con usar las armas atómicas. Preguntémonos si esto no es una verdadera locura.
      Por eso, el Santo Padre ni siquiera sueña con esperar el desarme de los ejércitos nacionales con armas tradicionales. Así lo atestiguan las nobles exhortaciones del Papa a cumplir el propio deber al servicio de la Patria.
      Para entender lo que quiere decir el Papa, es necesario, por lo tanto, distinguir cuidadosamente las armas tradicionales de las armas nucleares. Y de hecho, si el Papa insiste en la absoluta necesidad de un desarme respecto a las armas nucleares, se abstiene absolutamente de proponer el desarme de los Ejércitos nacionales o de las Fuerzas del orden.

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    2. Estimado padre Filemón,
      estoy perfectamente de acuerdo con usted, y yo, al igual que usted he entendido en las palabras del papa Francisco, lo mismo que ha entendido Usted. Sin embargo, me parece que no todos los fieles católicos que escuchan o leen las palabras del Papa son capaces de hacer estas distinciones, y son los propios discursos del Papa, ambiguos, vagos, superficiales (poco cultos y carentes de historia, como usted mismo lo dice también en este artículo) los que fomentan en el pueblo católico los equívocos. Creo que de diez fieles que escuchan decirle al Papa "la guerra siempre es una locura", nueve lo malentienden.

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    3. Estimado Cristero Argentino,
      comprendo muy bien sus observaciones respecto al modo de expresarse del Santo Padre. Es un problema que venimos viviendo desde el inicio de su pontificado. En este punto es necesario mucha benevolencia, mucha caridad, mucha fineza en el interpretar, siempre haciendo un esfuerzo de interpretación benévola.
      En este caso nos damos cuenta de que, examinando un término que nos parece ambiguo, podemos interpretarlo en un sentido aceptable o bien en un sentido no aceptable.
      Tomemos por ejemplo la palabra "guerra". El punto de partida para entendernos sobre el significado de la palabra es simplemente un diccionario. ¿Qué dice el diccionario? ¿Qué es la guerra? La guerra es un conflicto armado entre las fuerzas militares de dos Estados o Naciones. Para una discusión de este tipo, se debería partir desde aquí. Y aquí entendemos que estamos ante una definición de tipo neutro, es decir técnico, por lo cual aquí ciertamente no podemos dar un juicio moral definiendo la guerra como acción injusta o locura. Para expresar un juicio de este tipo, es necesario ver con qué propósito o de qué modo se utilizan las armas.
      ¿Qué hace, en cambio, el papa Francisco? Parte de un concepto bíblico de la guerra, entendida como nefasta consecuencia del pecado original y por tanto como conflicto en el cual se desata el odio, la violencia, la rapiña, la destrucción. Está claro que entendiendo la guerra en este sentido, la guerra no puede más que ser una injusticia o una locura. Entonces, llegados a este punto, vemos cómo con el término guerra se pueden entender dos cosas diferentes: o una acción humana, de tipo puramente técnico, es decir, el uso de armas; o bien una acción intrínsecamente injusta.
      Con esta acepción del término "guerra" es lógico que la guerra se convierta en una cosa injusta, de lo contrario caeríamos en contradicción, así como si nosotros habláramos de un pecado justo o de un crimen justo.
      Se entiende entonces cómo la Biblia nos enseña que en la Jerusalén celestial no existirán más las guerras. En cambio, en la vida presente, a causa de las consecuencias del pecado original, las guerras son inevitables. Esto no excluye, sino que requiere en el curso de la historia un esfuerzo continuo, sostenido por la gracia divina, para una gradual eliminación de las guerras.
      ¿Qué hacer, por otro lado, en el caso de que una Nación sea agredida por otra? Es necesario organizar las Fuerzas Armadas, que frenan la maldad de estos agresores. Es lo que tradicionalmente se llama la "guerra justa". Mientras que es claro que la "guerra injusta" es aquella desatada por los agresores y por los violentos.
      Una tarea fundamental de mi blog es precisamente ayudar a los fieles a comprender cómo seguir útilmente las enseñanzas del Papa y a ponerlas en práctica. Esto claramente requiere un empeño hermenéutico, tal como para poder ayudar a los fieles a comprender exactamente lo que quiere decir el Santo Padre.

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  2. "Esta situación continuó incluso en el régimen soviético, por más paradójico que parezca, aunque tal régimen fuera ateo y antirreligioso. Sin embargo, el marxismo asumió el rostro de una nueva ortodoxia y de una nueva religión. Significativo es el título "Pravda", es decir verdad, dado al diario del Partido Comunista".

    Esa misma "inquisición doctrinal" de un régimen ateo y antirreligioso como el que reinó en la URSS, parece ahora ser la que imita al régimen comunista chino y la que aparentemente se aplica drásticamente a la Iglesia Católica en China.
    Esto está ligado al misterioso concordato (todavía desconocido en cuanto a los términos precisos) entre la Santa Sede y el gobierno chino (tema sobre el que me parece aún el padre Filemón no ha tratado en este blog).

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    1. Estimado Cristero Argentino,
      sobre este tema del régimen comunista chino, no soy competente. Mi campo es la teología, no la política, aunque reconozco que existe una estrecha relación entre teología y política.
      Como católico, me confío en las noticias oficiales que llegan o de la Santa Sede o de la Prensa católica, noticias que en general son positivas, aunque cautelosas y prudentes. Por lo tanto, solo puedo expresar la esperanza de que el acuerdo del Vaticano con China sea al menos una convención o concordato que salve un mínimo de dignidad para la Iglesia y que contenga el máximo de lo que la Iglesia puede obtener de un régimen totalitario.
      Ciertamente, en este campo la Iglesia no es infalible, sin embargo ella goza de una experiencia histórica de casi dos mil años de relación con el poder civil, experiencia que de diversas maneras asegura la tranquilidad de las almas y de los pueblos.

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    2. Estimado padre Filemón,
      comprendo los límites de su competencia en el estricto ámbito de lo teológico, sin inmiscuirse en lo meramente político. Lo entiendo perfectamente.
      Sin embargo, me resulta muy llamativo y sorprendente el giro como de 180 grados de la actitud de la Santa Sede hacia la llamada Iglesia católica en China, que ha vivido en el ocultamiento, clandestina, en los anteriores pontificados, siempre fieles al Papa, al contrario de la "Iglesia china oficial" desposada con el Partido Comunista.
      Me cuesta comprender la actual actitud del Vaticano, que obliga a aquellos fieles católicos a unirse y asimilarse a los que antes eran considerados traidores a la Iglesia y al Papa.

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    3. Estimado Cristero Argentino,
      dado que la Santa Sede ha estipulado un acuerdo con el Gobierno chino respecto a la organización eclesial de la Iglesia católica, yo creo que todos aquellos católicos que en precedencia al acuerdo realizaban el culto clandestino, no reconocido por el Estado chino, aunque pudieran ser fieles al verdadero culto católico, precisamente en cuanto católicos deberían tener confianza en este acuerdo entre la Santa Sede y el Gobierno chino.
      Agrego que me parece evidente en este acuerdo la intención del Papa de unir la Iglesia china, de modo que termine esa dolorosa división por la que cual existía la contraposición entre una Iglesia reconocida por el Régimen y una Iglesia no reconocida.
      Que luego en este acuerdo haya elementos que perjudiquen a la Iglesia o le creen dificultades, eso es posible. Pero en este punto debo repetirle lo que ya le he dicho y es que no soy competente en la materia y por lo tanto todo lo que puedo decir es formular la esperanza de que este acuerdo pueda, después de todo, asegurar a la Iglesia china una digna subsistencia, aun debiendo soportar un régimen que indudablemente no es favorable ni al cristianismo ni a la religión misma.

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  3. "En cuanto al Patriarca bajo el régimen soviético, él mantenía la organización del culto y la conducción de la vida religiosa, pero debía encontrar el modo, en la custodia de la Ortodoxia, de no perturbar a la ideología dominante, evitando críticas y limitándose a temas conciliadores o de común buen sentido o de ordinaria humanidad, sin ignorar cuanto de bueno el régimen realizaba en el campo social y económico".

    Esto escribe el padre Filemón muchas décadas después de Stalin.
    Quizás estas mismas palabras podrían ser utilizadas por algún futuro historiador, cambiando solo dos o tres términos, algunas décadas después del actual pontificado del papa Francisco:

    "En cuanto al Papa Francisco bajo el régimen del Nuevo Orden Mundial, él mantenía la organización del culto y la conducción de la vida religiosa, pero debía encontrar el modo, en la custodia de la Fe, de no perturbar a la ideología dominante, evitando críticas y limitándose a temas conciliadores o de común buen sentido o de ordinaria humanidad, sin ignorar cuanto de bueno el régimen realizaba en el campo social y económico".

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    1. Estimado Cristero Argentino,
      la comparación con el Patriarca Ortodoxo no se sostiene del todo, porque, mientras que el Papa, por voluntad de Cristo y con la asistencia del Espíritu Santo, tiene efectivamente una autoridad y un prestigio que superan a los de cualquier otro poder en la tierra; el Patriarca ortodoxo, aunque investido del carisma episcopal, a causa de su separación de Pedro, carece de aquella fuerza espiritual que le permitiría ejercer plenamente todo el vigor de su poder, para saber elevarse por encima de las fuerzas mundanas y no dejarse humillar.
      En cuanto a la relación entre autoridad religiosa y la autoridad política, existe una notable diferencia entre la concepción y la práctica en las dos Iglesias. La Iglesia Católica es independiente del poder político, gracias a la presencia del Romano Pontífice, el cual, al gobernar la Iglesia en todo el mundo, logra obtener un prestigio internacional, por el cual inspira respeto en las diversas Naciones del mundo.
      En particular, en lo que respecta a las Naciones individuales, se tiene un reflejo positivo en el ámbito de cada una, ya que la Iglesia Católica en esa Nación recibe del Papa directivas y un estímulo espiritual que lleva a los individuales pastores de esa Nación a asumir una actitud altamente digna frente a los diversos poderes políticos de las individuales Naciones, a fin de obtener el coraje de reclamar a las autoridades políticas en nombre de Dios a respetar el bien común y la justicia social, si ellas se desvían del cumplimiento de su deber.

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    2. Estimado padre Filemón,
      estoy perfectamente de acuerdo con Usted acerca de las notables diferencias en las características de la relación de la Iglesia Católica (y del Papa) frente al poder civil, con respecto a la relación de la Ortodoxia oriental (y del Patriarca) hacia el poder del Estado.
      Mi metafórica o literaria comparación, si se puede así decir, está sólo motivada en esa opción pastoral que es bastante evidente que el papa Francisco ha tomado respecto a los actuales líderes mundiales, actitud que no manifiesta una total firmeza en la defensa de los valores "no negociables". No, por cierto, a nivel de sus enseñanzas magisteriales, sino a través de sus gestos, actitudes, diálogos, colaboradores, etc.

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    3. Estimado Cristero Argentino,
      le hago presente que en la acción de gobierno de un Papa, hacia la Iglesia, es necesario distinguir dos elementos: la acción, que se dirige a los fieles, que es la acción pastoral, que un Papa realiza dentro de la Iglesia; y la acción diplomática, que un Papa realiza al poner a la Iglesia en relación con los Estados.
      Si observamos la conducta del papa Francisco, notaremos que por cuanto respecta a la defensa de los valores no negociables, él es exigente y claro, cuando se dirige a los fieles; mientras que en la acción diplomática debe tener una actitud más tolerante, dado que en este campo debe mantener relaciones con los Jefes de Estado, quienes, aunque se llamen católicos, presentan aspectos defectuosos desde el punto de vista moral.

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