martes, 18 de octubre de 2022

El principio fundamental de la síntesis tomista (2/4)

Ciertamente la idea tiene la función de ordenar; y no hay duda que todo gran filósofo está guiado por una única idea madre organizadora. Pero santo Tomás de Aquino no fue un idealista, que haya organizado y fundado todo su pensamiento sobre una idea propia no extraída de lo real y externo, como sucede en la mente divina. Por el contrario, el humilde Tomás estaba muy lejos de semejante presunción. [En la imagen: fragmento de "Santo Tomás de Aquino", óleo en lienzo sobre tabla, del 1700-1725, atribuído a Evaristo Muñoz, actualmente en Centre Cultural La Nau, en el Retablo Mayor de la Capilla de la Sapiencia, Valencia, España].

El método idealista
   
----------Con lo que hemos visto anteriormente, podemos comprender cuál es el enfoque típico del idealista. El idealista tiene necesidad encontrarse frente e íntimamente a sí, en su "autoconciencia", no un real presupuesto, ya dado y formado, sino un "real", que hace sólo de material fenoménico para sistematizar y al cual dar forma y orden con ideas claras y distintas, bien dispuestas y bien en orden.
----------Lo real debe entrar en este esquema y si no entra, entonces peor para él. Para el idealista existe sólo aquello que él piensa que exista. El ser no es lo pensable, sino sólo lo pensado. Aquello en lo cual el idealista no piensa, no existe (famosa es, por ejemplo, la afirmación de Barzaghi, que él ha publicado repetidas veces, según la cual "no hay cosas en las cuales no pienso"). El idealista carece de la flexibilidad, de la ductilidad, de la disponibilidad y de la humildad intelectuales que son necesarias para adecuarse (adaequatio) y someterse al dato real en su existencia extra animam, en su misterio, en su trascendencia, en su infinita complejidad y en su inexhaurible diversificación, que convergen en la unidad.
----------Nadie niega la importancia y la necesidad de elaborar esquemas lógicos y bien ordenados. Pero debemos recordar que el filosofar no es tanto construir un hermoso sistema, sino que es prestar contínuamente atención a lo real en su permanencia y en su evolución y elaborar sí un bello sistema ordenado, pero que refleje lo real tanto como sea posible, siempre conscientes de nuestros límites, de nuestra falibilidad y de la posibilidad de mejorar siempre nuestros conocimientos y sistematizaciones.
----------Ahora bien, al idealista no le interesa tanto lo real, como el construir un sistema de ideas. Para él, lo real es solo una ocasión para construir su sistema, dando muestra de inventiva y genialidad. Por tanto, él concibe el filosofar como si fuera un obrar artístico; como si no consistiera tanto en el ver, sino en el hacer.
----------Por lo tanto, el filósofo idealista no se pone al servicio de los otros para conducirlos a la verdad, sino que es un hábil hablador que quiere impresionar sobre los demás con sus paradojales y asombrosos giros o salidas o frases originales o invenciones dialécticas, como lo podría hacer un malabarista o un mago o un prestidigitador. Ahora bien, santo Tomás de Aquino de Aquino está a mil millas de distancia de una actitud semejante. A santo Tomás, como a verdadero filósofo y sobre todo como a sacerdote y teólogo dominico, le interesa simplemente mostrar la verdad en la caridad.
   
El verdadero método tomista
   
----------La cuestión de fondo que se plantea santo Tomás, en respuesta a la cual podemos encontrar el fundamento de su sistema, no es aquella cuestión del ente ideal o ejemplar, sino que es la del ente real, de la res. A él le interesa supremamente la realidad, más que la idea. Ciertamente, por la idea tiene gran respeto, tanto que en Dios la Idea coincide con Dios mismo (Sum.Theol., I, q.15). La relación con lo ideal y la producción de las ideas constituye para el Aquinate la dignidad del espíritu, del intelecto, del pensamiento y de la persona, que es el ente por excelencia, ente inmaterial e inmortal, por encima del ente material. Santo Tomás considera al lógico un "nobilis artista"; pero siempre a fin de conocer y hacer conocer lo real.
----------La cuestión de fondo, sin embargo, para Tomás, con todo, no es tanto la cuestión del orden, sino la cuestión de qué es lo que está ordenado o más bien la cuestión de qué es lo que está unificado. Está claro que el sistema tomista es un sistema ordenado y que está dictado por una exigencia de orden. Pero eso dice muy poco. Pues todo sistema filosófico que se respete es un sistema ordenado.
----------Pero el punto que distingue a un sistema de otro es el contenido, la tesis, la proposición o definición fundamental, originaria y original del sistema. Es aquí que en cambio Barzaghi se escapa en consideraciones lógicas y metodológicas genéricas, sin poner en luz la verdadera originalidad y grandeza teorética de santo Tomás. Se ve también aquí el enfoque típicamente idealista del prevalente influjo de las ideas y de la lógica, sobre la consideración del contenido inteligible, influjo del que se hace depender a la realidad.
----------Pero para Tomás lo ideal es funcional a lo real, depende de lo real y se funda en lo real. El verdadero y primer fundamento es lo real, no la idea. Tomás es realista, no idealista. Hacer de santo Tomás de Aquino un idealista, como hace Barzaghi, quiere decir malentenderlo en el fundamento mismo de su pensamiento.
   
El valor de la idea
   
----------Santo Tomás de Aquino aprecia de todos modos la idea, la reconoce como regla y modelo, "exemplar" de lo real cuando lo que está en juego es el hacer o el actuar; pero no la convierte en un ídolo. La misma Idea divina, que para santo Tomás se identifica con la esencia de Dios, cede el paso ante el Esse divino, que es el Nombre propio de Dios (Sum.Theol., I, q.13, a.11).
----------La excelencia del ser respecto a la idea depende, en Tomás de Aquino, del hecho de que, mientras el ser pertenece al orden trascendental, absolutamente universal, la idea o pensamiento pertenece al orden categorial del espíritu, que coexiste con el ente material, por más que esté por encima de él; pero es sólo una región del ser y no lo penetra en su totalidad trascendental, ya que también la materia es realidad; sin embargo la materia no piensa. Sólo la Espiritualidad divina, en cuanto Totalidad subsistente del ser, no tiene junto a Sí, como la tienen las creaturas espirituales, a la realidad material, sino que la contiene en Sí misma virtualiter eminenter, en cuanto causa creadora de la materia.
----------Entre otras cosas, la misma palabra "ídolo", de la cual viene "idolatría", procede del griego eidos, que significa precisamente "idea". El idealismo es una forma de idolatría, que pone lo ideal en el lugar de lo real, el pensamiento en el lugar del ser. El idealismo plantea la idea fin para sí misma, como si fuera el fundamento de la realidad. En tal sentido, el idealismo es una "ideología", un tratar de las ideas sin preocuparse del hecho de que ellas sean o no conformes a lo real, precisamente porque resuelve lo real en la idea. Por eso, en cambio, el acto fundamental de la teoresis tomista no es la reflexio, que supone la idea y parte de la idea, sino que es la adaequatio, que es la conformidad a lo real, aunque sea por medio de la idea.
----------Y si es verdad que existe, como dice justamente Barzaghi, sobre todo en Dios, una idea que es ejemplar y modelo de lo real, "causa formal extrínseca", productora de lo real, ésta puede efectivamente producir lo real, si traspasa en la causa eficiente, que provoca el pasaje de lo posible a lo actual y de la potencia al acto, vale para decir que causa la realidad y opera sobre la realidad.
----------Ciertamente la mente pone orden en lo real por medio de la idea. En tal sentido, existe efectivamente un primado de lo ideal sobre lo real. Pero lo real está ordenado en sí mismo y por sí mismo, por lo cual el orden de nuestras ideas, para que sea válido, debe reflejar siempre el orden de la realidad. Por consiguiente, está claro que nuestras ideas presuponen lo real, y no crean lo real.
----------Sólo Dios es creador de lo real en base a sus ideas. Nosotros podemos producir realidades sobre la base de nuestras ideas sólo parcialmente, presuponiendo una materia o un sujeto sobre el cual actuar. Sólo Dios concibe la idea total del ente, porque de su acto creador saca origen el ente desde la nada.
----------Indudablemente la idea tiene la función de ordenar. Y no cabe duda de que se puede decir que todo gran filósofo sea guiado o inspirado en el fondo por una única idea madre organizadora. En esto Barzaghi tiene razón. Se equivoca, en cambio, al creer que Tomás fuera un idealista, que haya organizado y fundado todo su pensamiento sobre sí mismo, es decir, sobre una idea no extraída de lo real y lo externo, como sucede en la mente divina. Por el contrario, creo que el humilde Tomás estaba muy lejos de semejante presunción.
----------Entonces, debemos recordar con toda firmeza y convicción, siguiendo en esto el eje del pensamiento tomista, que para Tomás el ente es el objeto del pensamiento, tanto del pensamiento humano como del pensamiento divino. Si falta el objeto, falta el pensamiento. El pensamiento se define como relación al ente. El objeto solo puede ser un ente pensado, solo puede ser una idea, pero también estos objetos mentales, llamados "entes de razón" (ens rationis) o entes "intencionales" (esse intentionale), tienen sentido solo en relación con el ente real o porque dependen de él o en cuanto proyectos mentales, ideas ejemplares productoras de realidad.
----------Por lo tanto, un acto de pensar que no tenga por objeto, en cualquier modo o bajo cualquier forma o bajo cualquier determinación, el ente o un ente, por real o ideal que sea, es un no pensar. Puede ser un fantasear, un soñar, un imaginar, un delirar, pero no es pensar, porque pensar quiere decir concebir un ente como determinación, consciente o inconsciente, del concepto metafísico del ente. Aun cuando debamos pensar en la nada (por ejemplo, en el ex nihilo como presupuesto del acto creativo), no se trata de que no pensemos en nada, lo que sería de nuevo un no pensar, sino que seguimos pensando, entendiendo sin embargo la nada, que es también un no-ser, como si fuera ente (ad instar entis).
   
La interpretación de Barzaghi
   
----------El fundamento de la síntesis tomista, por tanto, no es, como Barzaghi cree, "el orden". No se trata, como él dice, de una "síntesis", no se trata de una "estructura originaria", no se trata de una "idea ejemplar". Cualquier filósofo serio tiene un pensamiento coherente, unitario, completo, lógicamente organizado y deductivo, sintetizable o que se deje sintetizar, es movido por una única directriz ideal, actúa un único proyecto o programa, se propone un fin unitario y surge rigurosamente de una estructura originaria y de fondo.
----------Estas, sin embargo, no son las características propias y exclusivas del sistema tomista, sino de todos los grandes filósofos. Por lo demás, las características delineadas por Barzaghi no tocan verdaderamente el fundamento, que debe ser un contenido o un objeto real, una intuición originaria, concerniente a la realidad, sino que son de carácter meramente metodológico.
----------Barzaghi nos dice, y por otra parte en modo insuficiente y no exento de errores, cómo llegar a la síntesis basilar, cómo organizar todo en torno al fundamento y cómo hacer partir todo desde aquí. Pero Barzaghi no nos dice cuál es este principio, tanto en su contenido como en su objetividad, además de equivocarse al indicarlo, porque lo confunde con el método para llegar a él.
----------Para mostrar cómo llega Tomás al fundamento, Barzaghi insiste sobre las operaciones lógicas del análisis y de la síntesis, de la invención y de la resolución del juicio, de la complicación y de la simplificación o sobre los modos de la predicación esencial ("cuarto modo dicendi per se"). Pero también aquí estamos sólo en el nivel del método. Estas consideraciones, en sí correctas, no nos dicen todavía nada acerca de cómo concibe Tomás el fundamento o sobre qué funda su sistema o en qué consiste ese fundamento, cuál es su contenido específico, su valor peculiar, su significado original, su importancia especulativa y teorética.
----------Según el autor, la operación por la cual la mente conduce el saber a su fundamento, es decir, a su punto de partida, no es tanto un llegar a lo que en precedencia no sabíamos, sino más bien un retornar a lo que ya sabíamos; no es tanto un conducir, sino más bien un reconducir el pensamiento al inicio. "Si soy reconducido allí, quiere decir que de allí he partido. Es un recorrido circular: se retorna a lo que se sabía, pero no se sabía que se sabía" (Barzaghi, Il fondamento teoretico della sintesi tomista, ESD, Bologna 2015, p.11).
----------Esta interpretación del modo con el cual Tomás plantea el fundamento de su pensamiento no refleja su método, que es método realista y no idealista. Para Tomás el acto originario de pensar no es una reflexio, sino una adaequatio. No se trata de captar la propia idea, sino de captar la realidad de la res. Objeto del saber, dice claramente el Aquinate, no son las species, sino la res (Sum.Theol., I, q.85, a.2).
----------El acto del conocimiento (cognitio) viene antes de la conciencia (cum-scientia). Por consiguiente, el fundamento está en el conocimiento (prima intentio), no en la conciencia (secunda intentio). Antes de conocer mis ideas, conozco las cosas, para representar las cuales formo las ideas de las cosas. Sólo en este punto puedo conocer, reflexionando, mis ideas, pero sólo porque ya he conocido las cosas.
----------Por lo tanto, el acto primario y fundamental, el inicio del pensamiento con el cual planteo el fundamento de mi pensamiento, no es una cosa que ya sé, sino una realidad que no sé todavía; es un pasar del no-saber al saber; es una aprehender lo real externo a mi pensamiento, real que está frente o delante de mí (ob-iectum), fuera de mí, antes de mí, independientemente de mí.
----------Que luego este fundamento sea algo o un valor que capto desde los inicios, más aún desde el primer inicio de mi pensar, esto es cierto, pero también sigue siendo cierto que no parto en absoluto de mis ideas, como creía Descartes, sino que parto de un contacto sensible con las cosas externas materiales; es allí que encuentro inicialmente la realidad y por lo tanto el fundamento de mi pensamiento. Entonces, si vuelvo sobre aquello que ya sé, es porque aquello que ya sé lo he aprendido por aquello que no conocía. Sólo Dios parte absolutamente de lo que ya sabe ab aeterno, porque Él no tiene nada que aprender de nadie.

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