lunes, 24 de octubre de 2022

Ecumenismo correcto y ecumenismo equivocado

Dada la actual gradual protestantización de los católicos y la permanente hostilidad de los luteranos hacia el catolicismo, quizás me sea permitido preguntar al Santo Padre si no ha llegado el momento de aplicar el decreto Unitatis redintegratio en su totalidad. De lo contrario, ¿para qué lo ha publicado el Concilio Vaticano II? [En la imagen: fragmento de "Lutero ante la Dieta de Worms", pintura de Anton von Werner, de 1877, actualmente en la Galeria Estatal de Arte de Stuttgart, Alemania].

Es necesario aplicar el decreto sobre el ecumenismo en su integralidad
   
----------La preocupación ecuménica y la promoción del diálogo interreligioso están muy en el corazón del papa Francisco, y constituyen una de las características más destacadas de su pontificado. A fin de secundar las directrices del Santo Padre y a la vez aclarar ambigüedades y corregir equívocos, propongo hoy una reflexión sobre el tema, tomando por base lo que se publica en el número 4094 de La Civiltà Cattolica, del 2021, donde aparece un artículo del padre Giancarlo Pani bajo el título de: La excomunión de Lutero 500 años después, en el cual el autor pretende ofrecer una visión actualizada acerca de la actitud que debemos tener los católicos hacia los luteranos. El único enlace que aquí puedo ofrecer es la versión original italiana del artículo: La scomunica di Lutero 500 anni dopo (desconozco si existe on line la versión en español).
----------El padre Giancarlo Pani [n.1944] es un jesuita italiano. Entre 1979 y 2013 ejerció la docencia como profesor de Historia del Cristianismo en la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de La Sapienza, en Roma. Obtuvo su láurea en 1971 en letras modernas, y luego se especializó en la Hochschule Sankt Georgen di Ffm con una tesis sobre el comentario a la Epístola a los Romanos de Martín Lutero. Entre los años 2015 y 2020 fue subdirector de la revista de los jesuitas, La Civiltà Cattolica.
----------Entrando ahora en nuestra materia, acerca del artículo al que ahora me referiré, despues de una breve recreación histórica de los amargos sucesos del comportamiento de Lutero, presentado según el habitual estereotipo del "reformador", con sutiles puntos polémicos contra el papa León X y la conducta de los Dominicos que intentaron responder a Lutero, y tras un sobreentendido rechazo a las condenas tridentinas del pensamiento luterano, el padre Pani concluye con un juicio positivo sobre Lutero citando: 1) el ecumenismo del cardenal Kasper, a quien ya he tenido la oportunidad de criticar varias veces en mi blog, 2) la Declaración conjunta de 1999, de cuyos defectos también ya he hablado en varias ocasiones; 3) las palabras elogiosas del Santo Padre, demostrando gran magnanimidad, pero que evidentemente deben ser referidas sólo a los inicios de la actividad reformadora de Lutero, antes de convertirse en hereje y destructor de la Iglesia.
----------En la Dieta de Worms de 1521, Lutero, ya excomulgado por León X, dio pruebas claras de dos cosas: en primer lugar, de su soberbia y, en segundo lugar, de su condición de hereje. Prueba de soberbia fue que cuando Lutero fue puesto frente a sus tremendas responsabilidades sin posibilidad de escapatorias, por la autoridad del nuncio pontificio Gerolamo Aleandro, representante oficial del Papa, Lutero, para justificarse, tuvo la audacia de invocar, completamente a despropósito, el principio de la conciencia. Digo a despropósito, porque en este caso la negativa de Lutero a retractarse no fue en absoluto dictada por la buena fe, lo que lo habría excusado de su desobediencia, sino por una decidida voluntad de impugnar la verdad conocida.
----------El concepto subjetivista de la conciencia, manifestado por Lutero, es un principio deletéreo capaz de producir efectos devastadores si se le permite desarrollar. La posteridad de Lutero manifestará en los siglos siguientes el poder destructivo de este principio. Uno de sus productos notables será el protestantismo liberal, nacido con Schleiermacher y Dilthey en el siglo XIX y que sigue vivo en la actualidad.
----------Aquí tenemos un alejamiento del catolicismo aún más intenso -por ejemplo, Bultmann- que el de Lutero. Ha sucedido así que un Pannenberg, eminente teólogo luterano de estricta observancia, se ha encontrado, por su declarado reconocimiento, estar más cerca del catolicismo, que Rahner, seguidor de Bultmann.
----------En segundo lugar, Lutero demostró ser hereje en el momento en el cual pretendió que se le demostrara que estaba equivocado solo sobre la base de las Escrituras, rechazando el magisterio de la Iglesia.
----------El escrito del padre Pani es un ejemplo del falso ecumenismo que se ha difundido desde hace décadas, que es, como ya he demostrado varias veces en mis publicaciones, una incompleta aplicación del decreto del Concilio Vaticano II Unitatis redintegratio, el cual promueve, ciertamente, un trabajo común de católicos y protestantes tendiente a una mejor toma de conciencia de los valores cristianos, que han permanecido en común, pero no para que todo termine aquí, sino para que los católicos, bajo la guía del Papa, nos esforcemos a fin de que los hermanos separados , eliminando "impedimentos", "carencias" y "obstáculos" -eufemismos para decir herejías- "sean plenamente incorporados a la Iglesia Católica" (n.3).
----------El decreto conciliar Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, es un notable paso adelante cumplido por el Magisterio la Iglesia en el mejoramiento de las relaciones de la Iglesia católica con los luteranos, en cuanto supera una actitud de excesiva polémica, de la cual no estuvo exento el propio Concilio de Trento, aunque, visto más de cerca, en el Tridentino está presente, para algunas doctrinas, como he demostrado en mis publicaciones, un interesantísimo esfuerzo por ir al encuentro de Lutero, donde Lutero tenía razón y se lo podía aprobar, tanto que se podría decir que el ecumenismo -el verdadero ecumenismo- ya se encuentra in nuce en el Concilio de Trento, ciertamente mejor que el ecumenismo propuesto por el cardenal Kasper.
----------Unitatis redintegratio, por consiguiente, no anula en absoluto el tradicional sacrosanto deber sub gravi de los católicos de ayudar o exhortar a nuestros hermanos luteranos a corregirse de sus errores, que desde hace 500 años les hemos estado señalando, y a entrar a formar parte plenamente de la Iglesia, sino que simplemente prescribe un método nuevo, actualizado, mejor y más evangélico para cumplir este deber.
----------Por eso, el ecumenismo "a la Kasper" se podría comparar con la actitud de aquel Roberto, que es médico y que está bien de salud, el cual, constatando que su amigo Martín se ha contagiado el Covid, se negara a reconocer estar él en buena salud y a reconocer que Martín está enfermo, sino que se limitara a decir que su estado de salud es diferente y recíprocamente complementario, porque Roberto tiene una excoriación en un dedo, que Martín no tiene, por lo cual Roberto, temiendo ser presuntuoso y considerarse superior a Martín, y en nombre de la libertad de elegir las propias condiciones de salud, se negara a hacer un diagnóstico de la enfermedad de Martín y de proporcionarle la vacuna anti-Covid, invitándolo simplemente a orar con él al Espíritu Santo para que entre ellos pueda haber plena comunión de salud.
----------Si bien todos saben que existen criterios objetivos para distinguir el estado salud del estado de enfermedad, poquísimos reconocen la existencia de criterios objetivos para distinguir la ortodoxia de la herejía. Lo que es como decir que, mientras que todos reconocen la legitimidad y la autoridad de un Ministerio de Salud que da prescripciones contra el Covid, poquísimos reconocen en la actualidad la competencia y la autoridad del Magisterio de la Iglesia para distinguir la ortodoxia de la herejía.
----------¿Cuáles, de hecho, son los motivos razonables de aquel tonto y necio que, al darse cuenta de estar enfermo, no llama al médico con la esperanza de que el médico le cure? ¿Y cuál es el necio que, advertido por el médico que debe curar de determinado modo una cierta dolencia, no obedece al médico? ¿Por qué entonces el hereje, que se da cuenta de ser hereje o es advertido de ello por un buen teólogo, no debería agradecer a quien le advierte y correr a reparo, corrigiendo sus ideas? Sin embargo, los luteranos después de quinientos años, no obstante todos los llamados que les han hecho tanto la Iglesia como innumerables teólogos católicos, siguen todavía firmes en sus posiciones y, de hecho, hoy en día se jactan de ello, dado que en su opinión el cardenal Kasper está de acuerdo con ellos y que el papa Francisco ha elogiado a Lutero.
----------El ecumenismo propuesto por el cardenal Kasper, que opta por callar a los luteranos sobre sus errores, les lleva a creer que tienen razón contra nosotros los católicos y les confirma en sus herejías, mientras que por otro lado muchos católicos incautos o astutos, como los rahnerianos, creen que pueden seguir llamándose católicos, dejándose influir por los errores luteranos.
----------Sin embargo, me gustaría mucho preguntar a estos hermanos: ¿de qué sirve tanta sordera? ¿Acaso creen ustedes que este sea el verdadero y eficaz camino para llegar a la unidad y a la reconciliación? ¿Están pensando ustedes quizás en cambiar el juicio del Romano Pontífice acerca de Lutero, tanto como para poder decir que el papa León X y el Concilio de Trento estaban equivocados? ¿Por qué se aprovechan tan indiscretamente de la bondad del papa Francisco hacia ustedes?
----------Si el Papa reconoce hoy la parte de verdad contenida en Lutero, ¿por qué ustedes no reconocen lo que les falta para ser plenamente cristianos? Y también me gustaría decirle respetuosamente al padre Pani: ¿de qué sirve ocultar la verdad para complacer a los herejes y a los modernistas?
   
El buen samaritano
   
----------Necesitamos acostumbrarnos a tratar los problemas suscitados por la herejía imitando la premura del buen médico por el enfermo. Es necesario adoptar el modelo del buen samaritano no solo para aliviar con misericordia las miserias del cuerpo, sino también las del espíritu.
----------A este respecto, se ha difundido hoy un expediente astuto que permite evitar corregir al errante y liberarlo de su error, pensando así estar uno en buena conciencia. Tal expediente consiste en confundir lo falso por lo diferente. Se dice: ¿el sodomita? No comete pecado. Simplemente tiene una orientación sexual diferente. ¿Fulano no acepta los dogmas del catolicismo? No comete pecado. Simplemente cree en modo diferente.
----------De esta manera nos consideramos dispensados de preocuparnos por el hermano sodomita o por el hermano luterano. Se representa el papel de Caín hacia su hermano Abel, cumpliendo además con la apariencia de respetar la libertad de conciencia del hermano. Se piensa que el hacer presente al hermano, con franqueza, que está equivocado, y el intento de corregirlo, sería hacer violencia a su conciencia, se lo considera una falta de respeto a su diversidad, un querer imponer por la fuerza nuestras ideas.
----------Probablemente el sacerdote que pasaba en la parábola del buen samaritano, al ver al caminante medio muerto, no sintió el deber de intervenir porque ha pensado que no fuera asunto suyo, ha considerado que el pobrezuelo no tuviera necesidad, sino que simplemente se encontraba en una situación diferente.
----------¿Por qué, en cambio, ha intervino el buen samaritano? ¿Por qué era un entrometido? ¿Por qué era un metomentodo? En absoluto. Sino porque ha entendido que no se trataba de simple cuestión de diversidad, sino de un verdadero y propio estado de necesidad. Conocía el valor universal de la salud, por lo cual, así como él estaba bien, también aquel pobre tenía derecho a estar bien. Ha comprendido que las condiciones de salud de aquel pobre desventurado no eran normales o simplemente diferentes, sino defectuosas. Sabía que la salud era un bien precioso no sólo para él, sino también para aquel pobre hombre. Por otro lado, tenía los medios para socorrerlo, por lo cual en su buen corazón no ha dudado en utilizarlos.
----------De modo similar al buen samaritano de la parábola, el católico que corrige al hereje sabe muy bien que el catolicismo (katholikòs) es un valor universal. El Evangelio no es sólo para el católico, sino para todo el mundo. El católico sabe que no impone ideas propias, como si fuera él la verdad, sino que sabe que está anunciando la Palabra de Dios. Sabe que es sólo un humilde servidor, discípulo y transmisor de la Verdad. La suya no es una simple opinión, que le hace bien a él, pero no necesariamente a los demás. Al contrario, la Palabra de Dios es un bien universal, del cual todos tienen necesidad para salvarse.
----------Si el católico caritativo es capaz de corregir al hereje en los debidos modos, es necesario comprender bien que al hacerlo no está movido por quién sabe qué secreta voluntad de dominio, por quién sabe qué complejo de superioridad frente al hereje, por quién sabe qué qué rencor o desprecio o por espíritu de agresividad, sino que por el contrario está movido por la más exquisita caridad y misericordia.
----------Si luego de esa acción de caridad, el hereje se irrita o se ofende o no escucha, entonces quiere decir que no está en buena fe, quiere decir que es un orgulloso que no ama la verdad, sino la mentira. En cuyo caso el católico lo deja, sacudiendo el polvo de sus zapatos (Hch 13,51).
----------Volviendo al buen samaritano de la parábola de Jesús, cuyo ejemplo también es bueno para el problema de vencer la herejía, el samaritano ciertamente imaginaba que el herido habría estado muy contento de ser socorrido y también por ese motivo se mueve quien lo socorre. Ahora bien, sin embargo, hay que tener presente que en los problemas de las herejía las cosas no suceden siempre así.
----------Mientras cualquier enfermo en el físico se complace en ser socorrido, no siempre el enfermo en el espíritu, es decir, en nuestro caso el hereje, agradece a quien lo ilumina, lo desengaña e intenta corregirlo, sino que de hecho sucede que reacciona fastidiado o no lo escucha en absoluto. En cuyo caso el médico del espíritu deberá renunciar a curarlo y lo encomendará a Dios.
----------Pero también, en este caso, el médico del espíritu puede actuar como el médico del cuerpo, el cual, ante el enfermo, se interesa ante todo por verificar cuáles son los recursos sanos que le quedan al enfermo, a fin de que, después de haber hecho el diagnóstico de la enfermedad o del trauma, identificar cuáles son las fuerzas sobre las que puede apoyarse para que la cura pueda ser eficaz.
----------Por tanto, el constatar juntos, católicos y luteranos, que poseemos en común el patrimonio de los dogmas fundamentales del cristianismo, es un deber de todos y una de las tareas fundamentales del ecumenismo. De tal modo, estos valores comunes, gracias a las actividades ecuménicas, son sonocidos hoy mejor que en el pasado. Y esto es sin duda motivo de alegría para todos.
----------Pero otra importante conquista del trabajo desarrollado por el ecumenismo ha sido la de que la Iglesia ha profundizado el conocimiento de los aspectos positivos de la personalidad de Lutero. Esto explica las palabras de elogio que el Sumo Pontífice ha tenido hacia él, palabras que sería nefasto interpretar como negación de la condena de sus errores pronunciada por el papa León X y por el Concilio de Trento. Sería hacer del papa Francisco un hereje, en cuanto defensor de un hereje.
----------Pero indudablemente se mantiene el problema del futuro. Todos saben que hoy por hoy, salvo las ideas contrarias de algún espíritu facilón y confusionario, no existe unidad entre los cristianos. Y por eso existe el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
----------Pero, ¿de qué depende esta desunión y cómo se puede remediar? ¿Qué se debe hacer? Unitatis redintegratio lo dice claramente: depende de las secuelas seculares del hecho de que en el pasado "algunas comunidades que no son pequeñas se han desprendido de la plena comunión de la Iglesia católica" (n.3).
----------¿Cuál es entonces el remedio para la actual desunión de los cristianos? Que ellos eliminen aquellos "impedimentos", "carencias" y "obstáculos" que "se oponen a la plena comunión eclesiástica, a fin de que sean plenamente incorporados a la católica Iglesia de Cristo" (ibid.). Por tanto el camino está claramente trazado. Este es el objetivo último del programa ecuménico, del cual la conciencia de católicos y luteranos de poseer en común los dogmas fundamentales de la fe es sólo el primer paso.
----------Por eso, así como no tendría sentido que el médico, después de haber constatado la indisposición del enfermo y los recursos sanos que le quedan, se detuviera allí, añadiendo quizás los elogios de la salud y la descripción de aquellas que son las condiciones, esperando la curación, sin hacer nada concreto para procurarla, así de modo similar es un ecumenismo incompleto el hecho que católicos y luteranos nos limitemos a constatar juntos los valores en los cuales todos estamos de acuerdo, sin proceder más allá hacia Cristo, nosotros los católicos en el proponer y los luteranos en el corresponder, en la reciprocidad de la caridad fraterna, "perdonándonos unos a otros como Dios nos ha perdonado en Cristo" (Ef 4,32).
----------La meta última indicada por el Concilio es, en efecto, como se ha dicho y repetido, que los católicos, bajo la guía del Papa, junto con los hermanos luteranos, hagan todo lo posible para eliminar los errores que aún obstaculizan a estos últimos hacia la plena comunión con la Iglesia católica. Pero mientras estos hermanos no estén disponibles a esto, ellos serán un obstáculo para la plena unidad. Esto la Iglesia lo ha estado diciendo durante 500 años. Esperamos que haya llegado el momento de que lo escuchen.
----------De este modo, el Papa se ve estimulado por el decreto conciliar ya varias veces citado a recordar con toda discreción y caridad a los hermanos luteranos los "impedimentos", las "carencias" y los "obstáculos" (n.3), que todavía se mantienen y que deben ser removidos para que ellos alcancen en la Iglesia católica esa plenitud de unión con Cristo que ellos ciertamente anhelan.
----------Aparte, sin embargo, de la línea del cardenal Kasper, que no puede no haber sido aprobada por los Pontífices del postconcilio por haber estado él durante largos años al frente de las actividades ecuménicas oficiales de la Iglesia, sabemos que los mismos Pontífices en sus actividades ecuménicas también ellos se han abstenido siempre de aplicar las directivas del n.3 del decreto, que he citado repetidamente.
----------¿Por qué motivo? ¿Por qué nunca han mencionado a Lutero, aunque no hayan faltado referencias veladas o más o menos claras a sus errores, cuando esos errores están influenciando a los católicos? Al mismo tiempo, no se advierten conversiones de luteranos al catolicismo. Se sabe que los grandes Pontífices del pasado no dejaron de poner en guardia a los fieles contra los errores de los diversos arrianos, monofisitas, nestorianos, origenianos, valdenses, albigenses, husitas, jansenistas, y del mismo Lutero todavía con san Pío X, salvo Benedicto XVI. ¿Por qué este silencio de los últimos Pontífices sobre Lutero? ¿Ya no despierta preocupación? ¿O es que se temen las reacciones de los luteranos alemanes?
----------Probablemente los Papas, quizás bajo presión, tengan temor de crear dificultades al diálogo ecuménico. Indudablemente, los encuentros ecuménicos oficiales de estas últimas décadas han sido un bello testimonio de la común fe cristiana. Pero dada la protestantizaión en curso de los católicos y la permanente hostilidad de los luteranos hacia el catolicismo, me sea permitido preguntar al Santo Padre si no ha llegado el momento de aplicar el decreto Unitatis redintegratio en su totalidad. De lo contrario, ¿para qué lo ha publicado el Concilio?

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