viernes, 18 de abril de 2025

El Misterio Eucarístico (2/)

En la Santa Misa Jesús está presente, y esto es una cosa tremenda. Podríamos decir casi metafóricamente así: está presente con un pedacito de cielo, en la Sacratísima Eucaristía. Santo Tomás de Aquino explícitamente lo dice. Jesús existe en el lugar celestial y, con el lugar celestial, se vuelve presente en otro lugar, pero no localmente. Jesús no está contenido en el lugar terrenal. Está siempre contenido en su lugar celestial, pero se hace presente sustancialmente, y por tanto no localmente, también sobre esta tierra. [En la imagen: fragmento de "A Misa llaman", acuarela de Ramón Sánchez Méndez, 2010, colección privada].

Transubstanciación y Creación
   
----------Pero a diferencia de la creación, en la que primero hay una pura nada, y después está todo el ente, en la transubstanciación está el pasaje, digamos así, del pan y del vino sujetos a sus respectivos accidentes, al cuerpo y a la sangre de Cristo bajo accidentes que no son los suyos propios. No en el sentido de que los accidentes del pan y del vino se añadan al cuerpo y a la sangre de Cristo. Esto es imposible. Sino que mientras en la creación primero no hay nada y después hay todo, en la conversión sustancial primero hay una sustancia y luego hay otra sustancia con otros accidentes, que no son los suyos.
----------Santo Tomás de Aquino, que es siempre muy delicado y refinado en sus análisis filosóficos, dice que la transubstanciación se sitúa entre la generación sustancial, de la cual tenemos ejemplos en la naturaleza, y un acto que solo Dios puede cumplir que es precisamente la creación. Es algo casi más cercano a la creación que a la generación de las cosas.
----------Entonces, en este sentido, es sólo quien Dios actúa. Y también aquí, como en general en la creación, Dios no se sirve de instrumentos. No puede tampoco. Porque no hay ningún instrumento creado que pueda ser por así decirlo previo a la creación, ya que toda creatura es objeto de creación, por lo tanto no puede ser un instrumento. Por tanto, como en la creación Dios no se sirve de instrumentos, así también la transubstanciación no es susceptible de una causalidad instrumental.
----------Luego están las palabras, que son las mismas que pronunció Jesús en la Ultima Cena, que el sacerdote pone por así decirlo en el espacio, y a través de ellas Dios produce este prodigio, que es el pasaje sustancial del pan y del vino en la sustancia del cuerpo y de la sangre de Cristo.
----------Está el sacerdote eterno, el sacerdote principal, Jesús. Luego están los pobres sacerdotes ministros, que prestan su voz a Jesús mismo. Y luego sobre todo, más allá de estas palabras, está el alma del sacerdocio, está el alma del sacrificio, está el alma de Jesús llena de esta caridad oblativa que quiere sacrificarse, que quiere expiar. Cosas que profundizaremos ahora siguiendo al padre Garrigou-Lagrange.
----------Luego está la unión del sacerdote ministro a esta oblación interior de nuestro Señor Jesucristo. Y está la unión del pueblo, de la asamblea celebrante, a esta oblación, oblación tanto del sacerdote ministro como sobre todo del sacerdote Cristo. Y luego está la acción sacramental, es decir, la oblación que los hombres hacen a Dios, la cual, sin embargo, ya no es una oblación simplemente de elementos materiales, sino que esta oblación deviene, en virtud de la transubstanciación, oblación de Cristo mismo.
----------Y este sacrificio no es solo presentar a Jesús al Padre. Es presentar a Jesús también a la Santísima Trinidad, en cuanto está sometido, en el sentido que ya hemos explicado, sacramentalmente, pero, como vemos, por ello mismo realmente, a la realidad de su muerte en cruz. Ahora bien, como vemos, por eso la Santa Misa es el mismo sacrificio de la cruz. Es necesario ver siempre esto.
----------En la Santa Misa nosotros tenemos la gracia única de participar en el misterio del Calvario, más allá de los siglos, más allá de la distancia temporal y espacial. Es necesario estar precisamente allí como si estuviéramos ante la cruz de Cristo Señor, históricamente plantada en el Gólgota. Es necesario participar en este sacrificio con los mismos sentimientos de María Santísima y de san Juan ante la cruz de Jesús.
----------Luego profundizaremos en esta ejemplar unión oblativa de María en el sacrificio del Señor, precisamente porque María Santísima nos da el ejemplo de nuestra participación en el sacrificio de la Santa Misa. Sin embargo, es necesario ser siempre consciente de esto. Cuando se celebra la Santa Misa asistimos a la presencia de nuestro Señor Jesucristo crucificado.
----------Es este sacrificio de la cruz, que tendremos que meditar precisamente hoy. Lo veremos ahora. Esto es muy importante. Este sacrificio de la cruz no es multiplicado en el ser. Y esto es muy importante. Pero, como se dice en filosofía, es el mismo individualmente y numéricamente, es decir, es el mismo e idéntico sacrificio de la cruz, que en su modalidad histórica Jesús ofreció en aquel momento y en aquel lugar al Padre para expiar todos los delitos de la humanidad. Y es el mismo sacrificio que es re-propuesto en otra modalidad, pero siempre en su identidad, sobre los altares donde se celebra la Santa Misa.
----------Veamos entonces la objeción capciosa de los protestantes contra la teología del sacrificio de la Santa Misa. Era precisamente esta: "Ustedes, los católicos, con su idea de que la Misa es un sacrificio, no están respetando las Sagradas Escrituras, porque está escrito, que Él ha ofrecido este sacrificio una vez por todas, efapax, de una vez para siempre". Pero entonces nosotros, los católicos, ¿no respetamos lo que dice la Escritura? No. Ciertamente no hay falta de respeto.
----------Nosotros, los católicos, estaríamos faltando el respeto a la Sagrada Escritura si se tratara de dos sacrificios diferentes, pero siendo un único e idéntico sacrificio, se puede decir fuerte, en alta y clara voz, que Jesús, efapax, de una vez y para siempre ha ofrecido este idéntico sacrificio por nosotros. El cual no es numéricamente multiplicado, sino que es siempre de nuevo re-propuesto, el mismo e idéntico sacrificio. Es también un bello misterio, pero, en fin, es necesario explicarlo.
----------Pero el Concilio de Trento se preocupa precisamente de aclarar este punto, en el que los protestantes, en un cierto sentido, podrían tener razón, ¿no lo parece así? Por lo cual podrían decirnos: "En definitiva, si vosotros católicos decís que la Misa es un sacrificio en sí mismo, entonces quiere decir que Jesús ofrece muchos sacrificios". Respondemos: no, Él sólo ha ofrecido uno. Sepan disculparme aquí mi escaso ecumenismo, si me jacto de nuestro catolicismo: a diferencia de los protestantes, nosotros tenemos una cosa prodigiosa y es que este único sacrificio de la cruz no es un evento histórico remoto en los tiempos. Este único sacrificio está siempre en acción, siempre activo en la historia de la humanidad, siempre ante nuestros ojos. Nosotros tenemos siempre presente a nuestro Dios revestido de su debilidad, de su humanidad, de su forma de siervo. Pues bien, tenemos a nuestro Dios siempre presente delante de nosotros.
----------Y santo Tomás de Aquino, cuando escribe el Oficio del Corpus Christi exclama precisamente, recurriendo al Salmo: "¿Qué pueblo tiene un Dios tan cercano a sí como el pueblo cristiano?". Nuestro Dios está cerca de nosotros en el Sacramento Eucarístico. Nuestro Dios crucificado está cerca de nosotros en cada Santa Misa.
----------Dedicaremos en alguna otra ocasión toda una meditación también a este punto, inspirándonos en el padre Garrigou, en un opúsculo suyo, titulado Más allá de las leyes del espacio y del tiempo. Y será una meditación no fácil, ciertamente, en la que de nuevo pondré a prueba la paciencia del lector. Pero es realmente una meditación muy importante ver cómo la presencia real de Cristo, siendo sustancial, ocurre en virtud de la sustancia y no de los accidentes. Ahora bien, entre los accidentes están también los del tiempo y del espacio.
----------Por lo tanto, la presencia de Jesús no ocurre accidentalmente, ni siquiera localmente y temporalmente. Es decir, está más allá del lugar y el tiempo. Y es por esto que puede suceder este prodigio, que Jesús está co-presente en diferentes altares y al mismo tiempo presente en el cielo, porque no abandona el lugar donde el Padre lo ha puesto a su derecha.
----------Por eso Jesús está presente. Es una cosa tremenda. Podríamos decir casi metafóricamente así: está presente con un pedacito de cielo, en la Sacratísima Eucaristía. No sé si estoy dando la idea. Santo Tomás lo dice explícitamente. Jesús existe en el lugar celestial y, con el lugar celestial, se vuelve presente en otro lugar, pero no localmente. Jesús no está contenido en el lugar terrenal. Está siempre contenido en su lugar celestial, pero se hace presente sustancialmente, y por tanto no localmente, también sobre esta tierra. De todos modos, después tendremos que profundizar en todo esto.
----------Está así también evidentemente más allá del tiempo, de modo que Jesús puede estar co-presente al mismo tiempo en diferentes altares y en diferentes tabernáculos. Sin embargo, esta observación, que muchos hacen, es muy correcta. En la práctica, nosotros debemos precisamente, de alguna manera, renunciar a estas categorías espacio-temporales, para comprender esta continuidad en el tiempo del único sacrificio de Cristo a lo largo de todos los siglos y de todos los días de nuestra vida.
----------Garrigou Lagrange subraya sobre todo lo que él llama el alma del sacrificio de la Santa Misa. Y esta alma es la misma alma del sacrificio de la cruz. No hay dos almas. Hay una sola. Y es siempre esta caridad oblativa de Cristo. Entonces hay que mostrar -y esta es la tarea del teólogo-, cómo esta actitud sacrificial de Cristo permanece para eternamente. Permanece siempre.
----------También ahora nuestro Señor Jesucristo está allí, evidentemente no ya con el sacrificio de la cruz, porque éste ha pasado. Jesús no muere más. Pero Él está en el cielo siempre intercedentem pro nobis, siempre para interceder por nosotros. Es por eso que el padre Garrigou dice que "la inmolación cruenta ha cesado". Jesús ya no muere, ya no está crucificado; "pero la oblación interior, el alma del sacrificio, permanece para siempre". Ya no es meritoria. Esto es muy importante. El mérito se tiene solo cuando no existe todavía el premio. Por consiguiente, Jesús era viador y comprehensor al mismo tiempo. Recordemos el significado de estos términos: comprehensor se dice de aquel que ya está en la bienaventuranza eterna. Viador es aquel que todavía está en camino, hacia la patria del cielo. Por consiguiente, Jesús, durante su vida terrana, -como dice santo Tomás y toda la teología católica-, es simul viator et comprehensor.
----------Y por tanto Jesús, el primer instante de su existencia, está dotado al mismo tiempo de visión beatifica. Por tanto, en este aspecto, ya está en el paraíso del cielo. Pero bajo otro aspecto, el de su corporeidad, que está destinada a morir y a sufrir la terrible pasión, está todavía en camino hacia la glorificación de su cuerpo. Por lo tanto también es viador. Es comprehensor y viador.
----------Por lo tanto, Jesús, una vez que ha devenido totalmente comprehensor y ya no es más viador, ya no puede merecer nada, porque ahora está en la patria del cielo. Así también nosotros, merecemos en esta tierra. Pero, una vez que hemos dado el último aliento a Dios, en punto de muerte, ya no se merece más. Vemos entonces lo importante que es nuestra vida en esta tierra para una santa muerte.
----------Por lo tanto, tampoco la plegaria de Jesús, esta oblación de Jesús, es meritoria. Porque Él ya está en posesión de los bienes divinos. Por lo tanto, ya no es más meritoria, porque Cristo ya no está en camino hacia la patria celestial. Pero es una plegaria, nótese bien, siempre de adoración, de acción de gracias, de reparación y de súplica, que continúa aplicando a las generaciones, que se suceden, los méritos del Calvario.
----------Por lo tanto, Jesús continúa orando al Padre, sobre todo en el aspecto de la súplica, pero no hay que reducir esta oración suya por nosotros solo a esta dimensión. Está todo en su plegaria. Está la adoración sobre todo, está la rendición de gracias, está la expiación y está también la impetración. Por lo tanto, esta súplica de Jesús en el cielo, el Cual ora por nosotros, se refiere a todas las generaciones humanas que se suceden sobre esta tierra; todas son beneficiadas por esta súplica. ¿Y qué le pide al Padre?
----------Jesús le pide al Padre una sola cosa, y es que los méritos de su sacrificio de la cruz, los méritos de su vida santa, de su muerte y de su resurrección, sean aplicados a nosotros en cada ocasión de ocasión en ocasión. Jesús le pide al Padre esta efusión de las gracias que Él nos ha ofrecido a todos nosotros, una efusión eficaz, una aplicación concreta a cada una de nuestras almas.
----------Y el padre Garrigou recurre evidentemente a este estupendo versículo 25 del séptimo capítulo de la Carta a los Hebreos, donde san Pablo dice: "Jesús vive eternamente para interceder por nosotros, semper vivens ad intercedendum pro nobis". Es nuestro abogado en el cielo, que continúa sacrificándose interiormente, ya no más exteriormente, pero el alma del sacrificio sigue siendo siempre esta.
----------La oración de súplica, observa el padre Garrigou, la plegaria de súplica en el alma santa de Cristo cesará al fin del mundo, pero hasta ese momento Cristo ora por nosotros, a fin de que sus méritos y su expiación nos sean aplicados. Es lo mismo que dice también santo Tomás en la Summa Theologiae, II-II, q. 83, a. 11, en el tratado de la virtud de la religión y en particular del sacrificio de Cristo. Tal plegaria es de valor infinito y se expresa sobre todo en el sacrificio de la Santa Misa, del cual nuestro Señor es el sacerdote principal.
----------Por consiguiente, como vemos, esta alma, que está en el paraíso del cielo, porque es siempre el alma de Cristo, es siempre su mentalidad sacrificial. Es la plegaria que siempre dirige Jesús al Padre, esta plegaria, que es el alma, que ha sido el alma de la Santa Cruz, el alma del sacrificio de la Santa Cruz, esta plegaria continua en el cielo y anima una por una cada Santa Misa, que es ofrecida.
----------Y esto es en virtud de la identidad del sacerdocio de Cristo. Y el Concilio de Trento ha subrayado muy bien esta verdad. Es decir, siempre es el mismo sacerdote, que se ha ofrecido a Sí mismo inmediatamente en la cruz y que ahora se ofrece siempre a Sí mismo para la mediación de los sacerdotes ministros. Pero es siempre el mismo Oferente, el mismo sacerdote con la misma alma de su sacrificio, que es la caridad en la obediencia, que quiere sacrificarse, que quiere morir por la salvación del hombre. Y lo quiere para siempre.
----------Lo quería en el momento del Calvario y lo quiere por toda la eternidad. Es por esto que citaré ahora los pasases directamente de las actas del Concilio de Trento, citados a su vez por el padre Garrigou, quien dice así: una enim, eademque est hostia, se trata siempre de la misma e idéntica hostia, es decir víctima ofrecida, Idem nunc offerens, y también es el mismo oferente, Aquel que ofrece, sacerdotum ministerio, por medio del ministerio de los sacerdotes, qui seipsum tunc in cruce obtulit, Aquel que entonces se ofreció en la cruz, sola offerendi ratione diversa, con la única diversidad, con la única diferencia de la ratio offerens.

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