jueves, 25 de noviembre de 2021

El templo: ¿todavía tiene sentido hablar de lugar sagrado? (1)

¿Qué sentido y significado posee el templo en la sociedad actual? ¿Tiene el edificio de una iglesia algún papel significativo para el hombre de hoy? ¿El templo sigue siendo un lugar sagrado? ¿O en el mundo actual el templo que ha perdido sentido y significado es exclusivamente el templo cristiano? Claro que hay que tener presente que el templo es manifestación de la virtud de la religión, y la virtud de la religión es expresión de la fe.

La decadencia de la religión en Occidente
   
----------Un fenómeno notoriamente extendido, sobre todo en Occidente, fenómeno que es también de raíces cristianas, es la decadencia no solo de la religión cristiana, sino la decadencia de la misma religión como virtud natural, con todos esos actos, usos, ritos, medios, símbolos, convicciones y, esas manifestaciones externas, que lo caracterizan. Y por consecuencia, se está perdiendo conciencia de la importancia del lugar sagrado como sitio, ámbito, reducto o edificio especialmente destinado al culto religioso.
----------Puede sorprender el hecho de que mientras en Occidente, que ha vivido durante dos mil años en el cristianismo, la más elevada de todas las religiones, se registre una decadencia de la religión y una difusión del ateísmo, mientras que la religión y por lo tanto el templo con sus relacionados sacrificios vienen largamente mantenidos en las clases populares del Oriente. Está en crisis la religión fundada por el Hijo de Dios, mientras que permanecen y de hecho prosperan las religiones inventadas por el hombre.
----------Esta situación depende en parte paradójicamente de una mala interpretación del cristianismo y precisamente del misterio de la Encarnación. En lugar de la recta interpretación de ese misterio, se ha entendido, hablando en líneas generales, que el hombre pueda devenir Dios y Dios cambiarse en hombre. Si el hombre puede devenir Dios, entonces no puede existir un Dios por encima del hombre. Y he aquí el ateísmo. Si Dios puede devenir hombre, quiere decir que Dios es hombre: y he aquí el panteísmo.
----------El ateísmo marxista ha podido difundirse en China por la afinidad que tiene con el confucianismo, una forma de antropocentrismo cuya vaga religiosidad cede fácilmente a la seducción del prometeismo marxista, que en el fondo y básicamente es una extremización del fariseísmo judío.
----------Junto a esta crisis de la práctica religiosa cristiana, emerge muy claro la actual difusión de la religión islámica o musulmana. Aquí, como en Oriente, no es tanto la religión natural la que es negada, sino que más bien es negada la religión cristiana en cuanto cristiana.
----------Por su parte, la masonería continúa, como ha sido y sigue siendo siempre su estilo, denigrando y destruyendo los dogmas de la fe, con la pretensión de salvar la sola religión natural, como si ella sola bastara para la salvación, y difundiendo una mentalidad pelagiana, por la cual el hombre se considera capaz de elevarse por sí mismo a lo divino, porque él mismo es originariamente divino.
----------Es cierto que la masonería rechaza el ateísmo y reconoce la necesidad humana de la ritualidad y de la simbología, pero asigna a estas formas del espíritu contenidos y propósitos mágicos, al alcance y bajo dominio del hombre, contenidos y propósitos para los cuales el iniciado gradualmente pasa del saber empírico a la ciencia gnóstica, que lo convierte en señor de la naturaleza, además de maestro, guía y libertador de la humanidad a la luz del ideal de la razón, representado por el símbolo del Gran Arquitecto del Universo.
----------La masonería asume el concepto del templo a partir del templo de Salomón, que los masones sin embargo entienden como espacio exterior (la logia masónica) donde la masonería ejercita esa ritualidad simbólica, que representa la construcción del templo interior de la razón y de la libertad.
----------Ahora bien, debemos tener presente que el decaer de la religión está estrechamente conectado con el decaer de la fe. En la época en que vivimos se observa cómo la decadencia de la fe tiene por correlato el aumento de la vana credulidad. Se carece de fe en aquello o en aquellos a los cuales sería razonable creer; pero se cree en magos, en sofistas, en impostores y en charlatanes.
----------De modo general, puede decirse que hoy se cree que la fe está contra la razón, cuando, en cambio, la fe es en realidad la purificación y la exaltación de la razón. Se rechaza creer en cosas razonables y se cree en cosas absurdas. Con el pretexto del misterio, se extingue la luz de la razón. O bien se da una razón soberbia, que se niega a sujetarse a la fe. Así se cultiva la necedad en lugar de la sabiduría. En lugar de Cristo se prefiere las noticias de la TV, lo que difunden las redes sociales o el influencer de moda, la ciencia ficción, Buda, Confucio, Mahoma, Marx, Hegel, Darwin, Sai Baba, Sigmund Freud, Margherita Hack, Gianni Vattimo, Piero Angela, Pachamama. Las consecuencias morales no se hacen esperar. Quizás hay quienes se lamentan de todo esto, pero, aún con sus lamentos, no se quieren convertir a Nuestro Señor Jesucristo.
----------Bajo el influjo de Lutero, se sustrae al acto de fe su aspecto racional, y se lo reduce a una mera experiencia atemática. Se niega el motivo racional del creer y se lo reduce a una experiencia de lo divino. Se ha olvidado que en el creer, la razón está ciertamente iluminada por Dios, pero no sin que la razón arroje también luz sobre lo que es requerido para creer, y no sin que la razón sepa también por qué debe creer.
----------Entonces podemos entender que la religión, que en realidad de verdad debería ser la puesta en práctica de lo que razonablemente la fe cree, o bien desaparece como alienación o enfermedad mental o como vana imaginación u opio del pueblo, o bien deviene fanatismo, fe en los extraterrestres, en los fantasmas, en la reencarnación, en el cuerpo astral, en el yo absoluto o en el yo trascendental.
----------Por otra parte, todos conocemos el hecho de la enorme cantidad en Europa de iglesias desconsagradas, destruidas, reconvertidas a otros usos o transformadas para otros fines en los dos últimos siglos; así como la disminución de su producción, no obstante el aumento de la población y, en las pocas que se construyen, la disminución de su belleza y del cuidado con el que se construyen.
----------En las últimas décadas, también se ha extendido el hecho de dedicarlas, aunque sea en ocasiones, para otros fines, como los espectáculos musicales, la actuación de coros, las muestras de arte, las conferencias, hasta para organizar en años más recientes almuerzos para pobres e inmigrantes.
----------Pero el fenómeno que está a la vista de todos es la disminución de la presencia de los fieles, la disminución de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y la disminución de la práctica de los sacramentos. A esto le sigue la disminución en el número de los miembros de asociaciones y movimientos laicales y de institutos religiosos. Todo esto es sin duda el signo de un declive generalizado de la virtud de la religión. La realidad es evidente: se está difundiendo un humanismo insensible a los actos de culto externo que deben ser dedicados a Dios, cosa inaudita en la historia de la humanidad, en la cual el culto divino, cualquier culto religioso, aunque se trate del culto politeísta, crudo o idolátrico, ha estado presente en todos los pueblos desde la más remota antigüedad, a tal punto es así que los paleontólogos, para distinguir la diferencia entre restos humanos y restos antropoides, verifican la presencia o ausencia de signos o símbolos religiosos.
----------Hay que tener presente otro fenómeno: el surgimiento de la reforma protestante ha causado una ralentización en la construcción de nuevas iglesias, dado que los templos representan una forma de culto divino ya no reconocida por el culto protestante. En efecto, podemos afirmar que el protestantismo, con la negación del sacerdocio y del sacrificio de la Misa, ha socavado la idea misma de religión y, aunque Lutero haya querido presentarse como un reevaluador de la interioridad cristiana, de hecho el protestantismo en realidad, con su sustitución del sacerdote por el laico, ha provocado una progresiva decadencia de la práctica de la virtud de la religión, cuyos extremos resultados son el indiferentismo y el ateísmo.
----------En Oriente, en sus variadas religiones, el conocimiento de Dios está sujeto a dos niveles: 1) un nivel común, popular, que entiende al hombre como vanidad o apariencia empírica y temporal, destinada a fundirse o disolverse en Dios. Y aquí tenemos la práctica de la religión, que prepara a esta disolución, que es la liberación del Sí de la propia apariencia material y contingente. Y por otro lado, 2) un nivel superior y supremo, el de la gnosis, para el cual Dios se revela como la raíz del yo o bien la Autoconciencia absoluta, experiencial, atemática, supraconceptual y por tanto más allá de la religión, un nivel propio de los sabios.
----------La reacción a la reforma protestante por parte de la Europa que permaneció siendo católica, sobre todo en el curso de la reforma tridentina, especialmente en Italia, Francia y España, fue, como todos saben, grandiosa hasta el siglo XVIII. Un fuerte revés en el aumento de las iglesias vino con la Revolución Francesa. Se produjo un avivamiento con la Restauración. Pero ya había surgido una sociedad en la cual la presencia católica se había convertido en minoría, con la consecuencia de una fuerte disminución de la construcción de iglesias, aunque desde entonces hasta hoy la arquitectura sacra no ha dejado de progresar.
----------En este desarrollo, sin embargo, junto a un aspecto positivo, que ha implicado una renovación de los materiales y de los medios de construcción, así como una evolución del gusto estético, está el registrar el surgimiento de formas arquitectónicas que muestran una disminución del sentido de lo sagrado y la incapacidad para construir ambientes verdaderamente adecuados para la oración y para la liturgia.
----------Se trata de una orientación de la arquitectura sacra, que quisiera presentarse como fruto de la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II, inspirado por el criterio ecuménico que ha dado origen al novus ordo Missae, pero que en realidad es una orientación arquitectónica que se trata de una desviación modernista y filoprotestante, una orientación que ha producido iglesias y liturgias improntadas por una escuálida grisura y por la banalidad, desprovista de gusto estético y de sentido de lo sagrado.
----------El antes mencionado conjunto de fenómenos preocupantes de enorme trascendencia histórica, que hemos pasado a vuelo de pájaro, hace pensar en una coalición de fuerzas satánicas, que se han concentrado no tanto contra la religión como tal, sino precisamente contra la religión cristiana, contra su aspecto humanístico y al mismo tiempo sobrenatural, contra su Dios trascendente pero al mismo tiempo promotor del hombre, contra la asociación de la razón con la fe en el culto de Dios, contra una noción de Dios que no es el vértice del hombre, sino que es Padre, liberador en el Espíritu, Hermano en Cristo.
----------Por tanto, es necesario realizar en el mejor de los modos la reforma litúrgica conciliar, en la certeza de vivir ese nuevo Pentecostés, que había auspiciado el papa san Juan XXIII como fruto del Concilio. En tal modo la Iglesia, vivificada por una poderosa animación del Espíritu Santo, libre de las seducciones del mundo, gustará las "primicias del Espíritu" (Rm 8,23) y recibirá las "arras del Espíritu" (2 Co 5,5), antes de la apostasía general (2 Tes 2,3-4), que preparará la Parusía del Señor. En aquella circunstancia, aparecerá el "inicuo, que se sentará en el templo del Señor haciéndose pasar por Dios" (2 Tes 2,4).
----------Podemos discernir que aquel culto a la Diosa Razón celebrado en la catedral parisina de Notre-Dame durante la Revolución Francesa representó un presagio de este culto idolátrico del hombre, que es profetizado por san Pablo en esos pasajes de la Segunda Carta a los Tesalonicenses.
----------Sin embargo, lo que no deja de sorprendernos hoy, que vivimos en un clima social fuertemente improntado por el secularismo, es el fervor religioso que animaba a nuestros padres de siglos pasados ​​en el diseño y construcción de los templos, los cuales eran evidentemente el fruto de la conjunción de fuerzas eclesiales, religiosas, arquitectónicas, urbanísticas, espirituales, técnicas, artísticas, económicas, políticas y culturales, que hoy ni siquiera soñamos, cuando pensamos en la facilidad de aquella época de las ingentes contribuciones económicas necesarias para las empresas, para la buena disposición de las fuerzas políticas, el valor de los artistas y de los arquitectos, el inmenso trabajo de los operarios, con medios extremadamente atrasados en comparación con los que hoy tenemos a disposición.
----------Y sin embargo, entonces construyeron obras admirables, que nosotros hoy estamos muy lejos de poder hacer, porque hemos perdido la fe de estos nuestros padres y ya no somos capaces de afrontar, en nombre de la fe, todas las penurias, el dispendio de dinero, el empleo de fuerzas de trabajo, los sacrificios necesarios, para la construcción de esas iglesias, que ellos construían para la gloria de Dios y la salvación de las almas. Imaginemos lo que no hubieran hecho estos nuestros padres, si hubieran podido disponer de los medios y materiales de los cuales disponemos nosotros hoy. Imaginemos lo que podríamos hacer con los medios de hoy, si tan solo tuviéramos una pizca de esa fe que movía a nuestros padres.
----------El Concilio de Trento suscitó en su época una inmensa producción de iglesias en Europa y en las zonas de misión. El Concilio Vaticano II, indudablemente, se ha ocupado del arte sacro y lo ha promovido con buenas indicaciones y validísimos argumentos. Pero, ¿cómo ha sido que los frutos de tales directivas, comparados con los producidos por el Concilio de Trento, parecen una nulidad?
----------Y no se puede decir que la autoridad eclesiástica no haya emitido en estos cincuenta años una multiplicidad de documentos claros y precisos al respecto. Sin embargo, la reforma tridentina, con muchas menos palabras, ha producido muchos más frutos, en proporción a la población de aquella época, mucho menos numerosa que la población de hoy. Si hoy tuviéramos la misma fe de entonces, produciríamos cinco veces más de cuanto ellos han hecho con la población existente entonces.
----------Bien sabemos que todo recto humanismo implica la virtud natural de la religión. Sin embargo, uno de los aspectos más preocupantes del "humanismo" concebido y vivido por la sociedad actual es el diluirse de la virtud de religión, frecuentemente sustituída por el culto al hombre, porque el hombre tiene necesidad de adorar a alguien, por lo cual si no adora a Dios, se adora a sí mismo. Si el cielo está vacío, quiere decir que debemos adorar a la tierra. Si después de la muerte todo ha terminado, quiere decir que debemos buscar gozar lo más posible aquí abajo por cualquier medio y de todas las formas posibles. Si nosotros mismos somos el Absoluto, entonces no hay necesidad de un Dios fuera de nosotros y norma de la moral. Ya sabemos por nosotros mismos lo que tenemos que hacer y lo gestionamos por nuestra cuenta. ¿Sigue, sin embargo, habiendo sufrimiento? ¡Es que también Dios sufre! Como dice Severino, se debe ser felices en el sufrimiento o, como decía Nietzsche, hay que "bailar en el infierno". Feliz él, entonces...
----------Pero el hecho es que si en una sociedad falta la virtud de religión, es como si un organismo careciera de una sustancia necesaria para su vida normal o su propia subsistencia. Frecuentemente el hombre de hoy piensa que puede prescindir de la religión o es indiferente a la religión. La religión no le interesa. Cree poder gobernar su vida sin la religión y ser feliz sin la religión.
   
El Dios del cielo
   
----------La religión está estrechamente ligada al símbolo del cielo. El templo representa la futura Jerusalén celestial. Dios regidor, causa y gobernador de todo, está desde siempre y para siempre en todas partes, y en todo, en el corazón del hombre como en la naturaleza, en el cielo como en la tierra, pero se muestra de modo especial y privilegiado solo en ciertos lugares y en ciertos tiempos, más en el cielo que en la tierra, más en el corazón del hombre que en la naturaleza. El cielo es un símbolo universal de lo sagrado y de lo divino. La plaza Tien-An-Men en Beijing quiere decir "plaza de la paz celestial".
----------¿Y por qué toda esta simbología asociada al cielo? Porque Dios, de modo similar al cielo, es trascendente, está por encima del hombres, es altísimo, es excelso, es eterno, es perfectísimo, es ilimitado, es muy vasto, es muy profundo, es infinito, es puro espíritu, es señor, es origen, es causa y, por tanto, la causa trasciende el efecto, la causa es superior al efecto, domina, gobierna y regula el efecto.
----------Pues bien, entonces la conclusión es obvia, se entiende la simbología natural del cielo: ¿qué mejor imagen que el cielo para representar la trascendencia, la vastedad, la firmeza, la inmutabilidad, la impasibilidad, la belleza, el esplendor, el misterio impenetrable, la amplitud, la profundidad, la altura, la eternidad, la infinitud, la espiritualidad de Dios, respecto a la materia, a la tierra y al hombre?
----------Por eso Nuestro Señor Jesucristo habla del Padre, que está "en los cielos", no que se encuentre a una cierta distancia de nosotros, ubicado entre dos galaxias o entre las nubes, sino precisamente para expresar simbólica e imaginativamente la esencia de Dios.
----------Ahora bien, es cierto que el misterio de la Encarnación conlleva la unión de cielo y tierra, consagra la tierra y hace descender el cielo a la tierra. Sin embargo, la diferencia entre cielo y tierra no está abolida y Cristo hombre-Dios no ha mezclado sus dos naturalezas, sino que permite un pasaje o una mediación entre la una y la otra después de la ruptura y la separación del pecado.
----------Por consiguiente, también en el culto cristiano, es necesario mirar siempre hacia lo alto, hacia el cielo, más allá de la presente vida mortal, y elevarnos desde aquí abajo, desde la tierra. No es que todo se resuelva aquí en la tierra bajo pretexto de que el Hijo de Dios ha venido a la tierra. Sino que Cristo ha venido a la tierra para conducirnos al cielo. Por lo tanto, se mantiene siempre la trascendencia del cielo sobre la tierra y nuestro destino final no está en esta tierra, sino en el cielo. Por consiguiente, se mantiene siempre la diferencia entre la casa del hombre y la casa de Dios, que es el templo, es la iglesia.
----------Para llegar a Dios, es necesario escalar, elevarse o volar. El ángel tiene las alas. En cambio, el alejarse de Dios es expresado con la imagen del descender o incluso del precipitar. Como dice el Salmo: "mi voz se eleva a Dios y clamo por ayuda; mi voz sube a Dios hasta que me escuche" (Sal 76,1).
----------El templo, el edificio del culto cristiano, ha sido desde los inicios de la libertad religiosa concedida por el emperador Constantino, además del lugar de reunión de la comunidad para la celebración de la liturgia, ante todo la iglesia "catedral", es decir, aquella donde residía la cátedra del obispo.
----------Así como la liturgia es la fons et culmen totius vitae christianae, en torno a la catedral y a la sede del obispo, comenzaron a florecer desde los inicios todas aquellas obras relativas a la vida cristiana: la escuela de catequesis, y las diversas obras sociales y asistenciales. El templo se convirtió en centro de irradiación de formación cristiana, de cultura, de caridad y de espíritu misionero. Un oficio similar comenzó a ser desempeñado por las iglesias parroquiales y abaciales, así como por las de los santuarios.
   
La virtud de religión
   
----------El hombre se eleva a Dios con la religión (como virtud o acto humano) y Dios se abaja a lo humano en la fe (como acto o don divino), según la ley de la Encarnación. El encuentro sucede en el templo. Por esto a menudo en las religiones los templos son construídos en lugares altos. Lutero tiene razón en este punto, pero no en el primero. Es necesario escalar el monte: esta es obra y deber del hombre. Pero en el monte he aquí que desciende Dios: esta es la obra divina en el culto cristiano.
----------En la religión, el templo o lugar sagrado nace por la natural exigencia humana de recordar aquellos lugares donde Dios se ha manifestado y se manifiesta en modo especial, privilegiado y excelente, por no decir milagroso. Estos lugares devienen así lugares de elección para encontrar a Dios, para invocarlo, para recibir su gracia. Son lugares por Dios elegidos, en los cuales Él ama preferencialmente hacer descender sus gracias, revelarse, escuchar las oraciones, acoger los votos y los sacrificios.
----------El tiempo es superior al espacio, como suele decir el papa Francisco. En efecto, en cierto sentido es así, porque el tiempo supone el espacio, el tiempo supone las dimensiones cuantitativas del cuerpo y su ubicación en el espacio. Pero la corporeidad no es la pura y simple corporeidad extensa imaginaria, la res extensa de Descartes, necesaria y suficiente para construir el cuerpo geométrico.
----------La vida humana está inmersa en la corporeidad real, sensible, hecha de materia y forma, como es la constitución de nuestra naturaleza humana y de su actuar y de todas las realidades del mundo físico. Ahora bien, estas son realidades en movimiento, en devenir, lo que implica la dimensión de la temporalidad, la cual por tanto añade una ulterior perfección ontológica a la simple extensión de los cuerpos en el espacio.
----------El espíritu humano tiene más que ver con el tiempo que con el espacio. Piénsese en el devenir de la acción, en el proceso del razonar, en el cambiar y en el fluir de la vida interior, en el sucederse de los actos humanos y de los acontecimientos de la historia. De ahí la mayor importancia de la historia con respecto a la geografía, porque la historia supone la geografía, pero no al revés.
----------De ahí la dimensión no sólo espacial, sino también y sobre todo temporal de la religión y de la liturgia. De ahí el vínculo del lugar de culto con el tiempo y, por lo tanto, con el calendario litúrgico y el sucederse en el tiempo de las ceremonias, de los aniversarios, de las recurrencias, de las conmemoraciones.
----------El espacio y el tiempo son accidentes del cuerpo, ya sea el cuerpo humano o la realidad corpórea de los vivientes y no vivientes de la naturaleza. El espíritu, en cambio, es independiente del espacio-tiempo y está por encima del espacio-tiempo. Si el espíritu está ligado al lugar es porque, como alma, es la forma de ese determinado cuerpo humano colocado en el espacio. Si el espíritu está en el tiempo, es porque la razón y la voluntad del hombre proceden con actos sucesivos en el tiempo.
----------Espacio y tiempo son, por lo tanto, las condiciones normales de nuestra vida física. Muy difícil por consiguiente se presenta la cuestión de qué pasará con el espacio-tiempo en la futura resurrección de los cuerpos y en qué sentido los profetas hablan de "tierra nueva y cielos nuevos", incluso si el libro del Apocalipsis predice que el templo ya no existirá, porque, en cuanto lugar para los sacrificios, ya no será necesario, dándose una humanidad ahora perfectamente reconciliada con Dios.
----------Sin embargo, todavía aquí abajo no alcanzamos a imaginar cómo podrá ser ese espacio-tiempo del cielo, espacio-tiempo en el cual, por otra parte, deberían ya desde ahora estar viviendo en el cielo los cuerpos inmortales de Jesús y de María. No disponemos aquí de comparaciones terrenas que nos puedan ayudar, por lo cual, si bien ese hecho corresponde a una profunda necesidad de nuestro ser, debemos entregarnos con pleno abandono a lo que Dios en su omnipotencia querrá hacer.
----------Es necesario distinguir el culto externo del culto interior. Este tiene el primado sobre aquel y es su fin. Pero no se puede dar culto interior sin culto externo, porque este es su expresión externa, a menos que se trate de quien en buena fe y sin culpa ignora el culto cristiano.
----------El culto externo no es, por lo tanto, necesariamente hipocresía, como creía Lutero, sino que el culto externo, en sí mismo, si está bien implementado, es bueno, obligatorio y santo. La hipocresía es si uno pretende practicar el culto interior, sin querer practicar el culto exterior. Es cierto, de todos modos, que puede existir un culto exterior que es falso, es decir, al cual no corresponde una convicción interior, sino que es practicado solo para aparentar, para hacer buena impresión y figura frente a los demás.
----------Pero si consideramos la virtud de religión en sentido estricto y preciso sin reconducirla o referirla a la simple espiritualidad o a la moral, como esa parte de la justicia que rinde a Dios ritualmente el culto debido en la ofrenda del sacrificio expiatorio, pues bien, debería notarse que Lutero tiende a identificar la religión con el fariseísmo, con la hipocresía, confundiendo lo auténtico con lo falso.
----------La religión supone la distinción entre lo humano y lo divino y la sujeción del hombre a Dios: el hombre, que se siente ciego, impuro, descarriado, frágil y pecador, busca en lo divino luz, ayuda, corrección, consuelo, perdón, gracia, protección, curación, purificación y benevolencia. Le agradece, le rinde homenaje, le obedece, le ofrece sacrificios, lo adora, lo contempla, desea unirse a él, disfrutar de él.

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