La denigración del catolicismo es de permanente constatación en la sociedad actual, especialmente en los medios masivos de comunicación. Pero también en el propio interior de la Iglesia, a poco que se analice.
El actual fenómeno de la denigración del catolicismo
----------Hablando del "deber de respetar la proveniencia cultural de cada persona, incluyéndola en un espacio de libertad que no sea restringido por alguna imposición dada por una sola cultura predominante", dijo el Santo Padre en la audiencia general del pasado 13 de octubre: "Este es el sentido de llamarnos católicos, de hablar de Iglesia católica: no es una denominación sociológica para distinguirnos de otros cristianos. Católico es un adjetivo que significa universal: la catolicidad, la universalidad. Iglesia universal, es decir, católica, quiere decir que la Iglesia tiene en sí, en su naturaleza misma, la apertura a todos los pueblos y las culturas de todo tiempo, porque Cristo ha nacido, muerto y resucitado por todos".
----------En el seno de la Iglesia católica ha venido avanzando desde hace muchos años un fenómeno desconcertante, con dimensiones que nunca antes habían existido en toda la historia de la Iglesia, sobre todo en cuanto utiliza las propias fuerzas oficiales de la estructura eclesial: la denigración del propio catolicismo hecha con diversos métodos y modalidades, los cuales a continuación abordaré y trataré de describir, insinuando luego brevemente cómo nos podemos liberar de esta "inmundicia" (tal como dijo el cardenal Ratzinger en 2005) que está desfigurando horriblemente el rostro de la Esposa de Cristo.
----------Todo este fenómeno autodestructivo ha comenzado, como ahora bien se sabe, de la gravísima falsa interpretación de las enseñanzas conciliares por obra de un renacido modernismo enmascarado de "progresismo" y no suficientemente reprimido desde sus inicios, incluso a veces elogiado, por el mismo episcopado, excluida comprensiblemente Roma, la cual, sin embargo, se encuentra aislada e ineficaz en sus numerosísimas intervenciones magisteriales debido a la falta de apoyo del propio episcopado.
----------El aislamiento de la Santa Sede, astutamente planeado por los resurgidos modernistas emplazados en muchos puestos de poder eclesial, fue evidente (al menos para quien no quisiera ponerse una venda en los ojos) hace una década atrás, en momentos en que el colegio episcopal (salvo honrosas y escasísimas excepciones) abandonó al papa Benedicto XVI a su humana impotencia gubernamental, constituyendo probablemente una de las causas de su decisión de abdicar de la sede petrina.
----------Un general sin ejército puede hacer muy poco y nada. Ésta ha sido la tragedia de la Iglesia una década atrás, y sigue siendo la de hoy, aunque con otros matices. Hasta que los obispos no se decidan a cumplir con su deber obedeciendo al Magisterio con coraje y sabiduría, la situación empeorará de más en más y los modernistas aumentarán su arrogancia y su prepotencia, así como su prestigio entre una masa enorme de católicos hoy completamente desconcertados y engañados por sus imposturas.
Un catolicismo sincretista y no confesional
----------Los neo-modernistas hacen de todo para presentar a los verdaderos católicos bajo un aspecto odioso, aislándolos, difamándolos y desacreditándolos, incluso si se trata del Papa, de cardenales o de obispos o de sacerdotes o de religiosos o de teólogos o de fieles dignísimos. Hasta hace algunos años atrás, los modernistas habían usado sobre todo una intimidación meramente psicológica. Pero, dado que han ido aumentando gradualmente su poder en muchos puestos de la más alta estructura eclesial, en los últimos años intervienen abiertamente con verdaderos y propios medios coercitivos y opresivos, para impedir a los católicos hacerse oír y denunciar las herejías del modernismo, precisamente aquellos católicos que iluminan y consuelan a los fieles y advierten y corrigen a los que se han dejado enredar por el error.
----------A continuación, intentaré presentar en unos pocos puntos el camino seguido por los modernistas y los métodos que han venido utilizando.
----------En primer lugar (y este es un tema que ya he tenido ocasión de tratar en este blog) lo han hecho corrompiendo la recta definición de "catolicismo" dada por el único órgano que es competente para darla, es decir, el propio Magisterio de la Iglesia católica. Tal definición se recaba sobre todo de ese autorizadísimo (y tan olvidado) documento oficial que es el Catecismo de la Iglesia Católica, el cual continúa y al mismo tiempo desarrolla otros importantísimos documentos del mismo género de los siglos pasados, como el famoso Catecismo del Concilio de Trento o el Catecismo de San Pío X o, para citar un documento más reciente, el "Credo de Paulo VI" del papa san Paulo VI, publicado en el año 1968.
----------Los modernistas, muy especialmente, se esfuerzan por todos los medios para que el término "católico" sea lo más sincretista, confuso y contradictorio posible, insertando en él los atributos más arbitrarios y contrarios al verdadero catolicismo, para así privar a los fieles de un criterio claro, objetivo y seguro de evaluación y discernimiento que permita distinguir aquello que es católico de aquello que no lo es.
----------Ciertos modernistas, es decir, los más extremistas o impulsados, no tienen la desfachatez de llamarse "católicos", sino que se presentan simplemente como "cristianos", considerando por lo demás al catolicismo como una denominación sectaria o "confesional", mientras que para ellos ser "cristianos" es signo de una mayor apertura y disponibilidad al diálogo. Otros en cambio, como el italiano Vito Mancuso, afirman "permanecer para siempre en la Iglesia católica", no obstante haber escrito un libro de enorme éxito en el que afirma rechazar al menos cuatro dogmas de la Iglesia católica. Así también, Karl Rahner es todavía considerado por muchos como "católico", aunque en su pensamiento se han individuado muchas herejías.
Un catolicismo con dos figuras de "católico"
----------En segundo lugar, los neo-modernistas han creado dos figuras de "católico", que ellos presentan en oposición entre sí, pero no opuestas según el criterio más obvio del católico bueno y del malo, criterio del que ellos se burlan considerándolo infantil, "maniqueo" y abstracto, sino según dos categorías artificiosas (estas sí abstractas y maniqueas) por ellos inventadas o derivadas de la política, tales como: "católico de izquierda" (correspondiente al bueno) y "católico de derecha" (que es el malo), o bien derivadas de la ideología iluminista-masónica del siglo XIX: católico "progresista", "avanzado" o "maduro" o "adulto" (el bueno) y católico "conservador, superado, reaccionario" o "tradicionalista" (el malo), sin contar toda una ulterior variopinta serie de otros adjetivos, bien conocidos y que no es aquí el lugar para elencar. Se trata de atributos sin ningún fundamento moral, evangélico y eclesial, sino recolectados aquí y allá desde otras corrientes o ideologías, como el marxismo, el liberalismo, el islamismo, el protestantismo, la política sin escrúpulos, etc.
----------Naturalmente, careciendo los neo-modernistas, por la propia naturaleza de su ideología, de auténticas referencias, fundamentadas, teóricas, serias y objetivas, dado que ellos mismos predican el relativismo y el evolucionismo conceptual, y fundan su "teología" en un modo de pensar que no es verdadero pensamiento sino emotividad irracional compuesta de slogans, clichés, frases hechas y tópicos o lugares comunes, no tienen ningún argumento serio para descalificar a los verdaderos católicos y para sostener su posición.
----------Por consiguiente, los neo-modernistas jamás se atreven a recurrir a las categorías normales de lo verdadero y de lo falso, de lo ortodoxo y de lo herético, sino más bien a la oposición entre "lo que es de hoy" ("verdadero") y "lo que era de ayer" ("falso"), o bien: lo "preconciliar" ("falso") y lo "postconciliar" ("verdadero") y ese tipo de infantiles tonterías, buscando ante todo suscitar con esos slogans burdas emociones que sean tales como para provocar simpatía y admiración hacia lo "progresista" (en realidad modernista), así como antipatía, repugnancia y desprecio por lo que es retrógrado "tradicionalismo lefebvriano".
----------Para los modernistas, esos católicos tradicionalistas retrógrados que denuncian la dramaticidad de la situación actual de la Iglesia, son esos molestos y quejosos "profetas de calamidades", de los cuales en su momento tomó distancia el papa Juan; y de modo similar, para ellos, hasta la Santísima Virgen, que por ejemplo en Medjugorje nos advierte del riesgo del castigo divino, es simplemente una inoportuna fastidiosa, que haría bien en quedarse en el cielo sin venir a la tierra a romper los huevos de la canasta.
----------Al contrario, según decía el cardenal Carlos María Martini [1927-2012] hace una década, "jamás la Iglesia ha ido tan bien como hoy", sólo para declarar pocos meses después de ello, antes de presentarse al juicio divino, que "la Iglesia está retrasada 200 años". Entonces, ¿cuál Iglesia? En el momento en que lo dijo Martini, naturalmente, la Iglesia de Benedicto XVI, mientras que la suya, la de Martini, está perfectamente aggiornada, está a la altura de los tiempos, y guía a la humanidad hacia los "magníficos y progresistas destinos", por usar las célebres palabras del poema Ginestra, de Giacomo Leopardi.
----------Para los modernistas, los católicos (estoy hablando ahora de los verdaderos) "no son evolutivos", sino que son personas rígidas, cerradas en áridas fórmulas abstractas, firmes en las ideas del preconcilio, no comprenden qué es el progreso. Y ciertamente los verdaderos católicos no aceptan el falso progreso de marca iluminista y hegeliana de los modernistas embanderados contra el verdadero progreso, que es el necesario progreso del Espíritu de Cristo que conduce a su Iglesia a la plenitud de la verdad.
----------Para los modernistas, los verdaderos católicos son "demasiado polémicos", simplemente porque denuncian sus herejías. Los modernistas, sí, en cambio, son personas mansas, abiertas, comprensivas, dialogantes, flexibles y dúctiles, sin espíritu inquisitorial, sin exclusivismos y sin presunción de "poseer la verdad". Sin embargo, si algún buen católico se atreve a refutar esta su hipocresía, viene a ser tratado, como se dice en Bolonia, "a pesce in faccia", como si le abofeteara un pez muerto en su cara. Y he aquí que precisamente esta constatación nos lleva a otra importante característica del actual catolicismo denigrado.
El pretexto de la obediencia
----------Con el reciente aumento de su poder en la Iglesia, por el que han alcanzado muchos cargos en los más altos vértices de la estructura eclesial, los modernistas ya no se limitan a dejar hacer a sus "compañeros de partido", permitiendo las críticas por parte de los verdaderos católicos. Por el contrario, comienzan a perseguir a aquellos pocos católicos, que son fieles a Roma, con diversos pretextos, acompañados por una sutil campaña denigratoria. Uno de esos pretextos, el cual se ha ido afirmando en estos últimos años, tal como para convertirlo en el desafortunado objeto del público desprecio, es el de la "desobediencia".
----------En efecto, en la actualidad se viene a ser castigado solamente porque se prefiere obedecer a Dios o al Magisterio de la Iglesia, o al Papa, antes que al "legítimo superior", que precisamente es ese superior apegado ideológicamente a los paradigmas de la revolución del '68, que desde los años del seminario se ha jactado de pertenecer a los "católicos del disenso", rebeldes al Magisterio de la Iglesia y al Papa, y ahora como superior, creyéndose dios en la tierra, continúa "su disenso", con esta diferencia: que a quien se atreva a desobedecerle a él, se le cae encima sorpresivamente y con la más rabiosa furia.
----------Lo que intento decir es que la mentalidad que ha quedado desde décadas atrás, en cualquier nivel de decisión en la estructura eclesial (sea en el clero o en el laicado) es que al Papa se lo puede desobedecer como se quiera, sin que suceda nada, de hecho se reciben aplausos del mundo. Y éste es precisamente el hábito episcopal, presbiteral y laical que ha permanecido hasta hoy desde los tiempos de los precedentes Papas del post-concilio, ya desde los tiempos del "magisterio paralelo" del papa san Paulo VI, hasta los tiempos de la desfachatada desobediencia al papa Benedicto XVI. Todo el mundo en la Iglesia aprendió en las últimas décadas a desobedecer. Sin embargo, quien hoy desobedece al superior modernista, se la juega por su cuenta. Ha nacido, como he dicho en un reciente artículo, una nueva inquisición: mientras aquella inquisición de antes castigaba la herejía, la de ahora castiga la ortodoxia.
----------¿Qué hacer? Es necesario que los obispos se despierten. Es necesario que Roma los exhorte a la obediencia, a la colaboración (esto es verdadera "sinodalidad") y al valiente y oportuno cumplimiento de su deber. Es necesario liberar los seminarios y los estudiantados religiosos de los maestros y de los propagadores de herejías. Suele suceder que hay jóvenes de buena voluntad con una buena base católica, que quieren ser sacerdotes o religiosos, pero que, una vez ingresados en el seminario o en el estudiantado, se ven obligados con sutiles amenazas psicológicas, y quizás con grave crisis de conciencia, a adaptarse a la usanza modernista, si quieren avanzar en sus estudios y agradar a sus superiores, a veces al propio obispo. Este gravísimo escándalo ha durado desde hace décadas, por lo que ahora tenemos toda una generación de obispos modernistas formados en la escuela de Rahner, Schillebeeckx y la más bella compañía.
----------Todos los obispos, sin embargo, son siempre obispos, tu es sacerdos in aeternum secundum ordinum Melquisedec. Por eso, a pesar de todo, si queremos ser católicos, debemos seguir teniendo absoluta confianza en nuestros obispos, ciertamente no tanto en el individual obispo o en el grupo de obispos, sino en cuanto en unión con el Papa, fuera incluso un individual obispo aislado entre los demás.
----------Por lo demás, es necesario que los obispos vigilen más, presten más atención, sobre la formación de sus seminaristas e intervengan a tiempo, porque es bien sabido que si estos sujetos se convierten en sacerdotes o incluso en teólogos famosos con ideas torcidas, después ya no hay nada que hacer. Si después estos últimos se convierten en obispos o superiores, la desgracia es todavía peor. Cuanto más ascienden en la jerarquía, más aumenta la calamidad para todo el pueblo de Dios.
----------¿Y qué debemos decir del papa Francisco? ¿Qué actitud debemos asumir como auténticos católicos ante él?... Creo que ninguno de los lectores habituales de este blog me puede reprochar no haber intentado responder suficientemente a esas preguntas. Ya he hablado suficientemente del tema, y seguiré hablando todo lo que haga falta. Por lo demás, nadie honestamente puede acusarme de papólatra ni de anti-papa. Por el contrario, he tratado de explicar en qué consiste la verdadera devoción a la cátedra petrina, tratando de mostrar del mejor modo que he podido todas las implicancias teológico-dogmáticas y teológico-morales de esa realidad divino-humana, sobrenatural-natural, infalible-falible, que es la institución del Romano Pontífice en la Iglesia. Incluso he señalado un criterio básico y general para resumir en dos deberes la actitud de todo católico (al menos todo católico culto) hacia el Papa: 1) preocuparse por conocer su programa de gobierno y colaborar con ese programa en la medida de lo posible, y 2) discernir las necesidades de la Iglesia y tratar de aportar como mejor se pueda en aquello que el Romano Pontífice no hace.
----------Por lo tanto, sí, como dice el Santo Padre, debemos "respetar la proveniencia cultural de cada persona", y es cierto que "el sentido de llamarnos católicos" es "la catolicidad, la universalidad", pero aunque no se trate de una mera "denominación sociológica" vivimos nuestra humana realidad de católicos de un modo distinto a otros cristianos: del modo verdadero, porque no somos modernistas, ni lo puede ser el Papa.
----------Nuestro Señor Jesucristo ciertamente tiene paciencia; sin embargo, en cuanto Fundador y custodio de la Iglesia Católica, a la cual ha garantizado hasta el fin del mundo la asistencia infalible del Espíritu Santo que guía al Sucesor de Pedro junto con el Episcopado unido a él, no podrá tolerar la tentativa de los modernistas de falsificar y deformar la estructura esencial de la Iglesia, la cual, como vivo organismo, ciertamente progresa en la historia, pero conservando inalterada la propia identidad.
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