Terminábamos la nota de ayer indicando que el mismo Nuestro Señor Jesucristo no ha podido castigar a los fariseos, ni a los doctores de la ley, ni a los sumos sacerdotes, tal como se merecían por su incredulidad, sino al contrario, ha sido precisamente Cristo la víctima de todos ellos.
El problema del rahnerismo después del Concilio Vaticano II
----------Algo similar le sucedió al papa san Paublo VI con Karl Rahner [1904-1984] y el rahnerismo subsecuente. Considerando las cosas desde un punto de vista puramente objetivo, prescindiendo de la situación histórica y de los límites excusables de Paulo VI, es indudable que el pensamiento de Rahner, aunque rico en elementos positivos, contiene muchos errores filosóficos y herejías, errores bíblicos y contrarios al magisterio de la Iglesia, a veces manifiestos, muchas veces insinuados u oscurecidos o disfrazados, como para quererlos difundir sin llamar la atención, y encubiertos bajo la apariencia de querer promover la reforma conciliar, de hacer progresar la teología y de servir a la Iglesia según las exigencias de nuestro tiempo.
----------Por otra parte Rahner, como saben quienes se han habituado a la lectura de sus textos, a menudo procede estilísticamente con larguísimos periodos llenos de pasajes subordinados, que debilitan al pasaje principal o incluso lo contradicen, de una manera meliflua y aparentemente respetuosa y obsequiosa, completamente diferente a como eran los ataques y los furiosos insultos de un Lutero. Pero también existe un rahnerismo divulgativo, popular, hecho para el común de los fieles, que se expresa en pocos principios sencillos, como por ejemplo la idea de que todos se salvan o que el Papa puede equivocarse o que la fe no es conocimiento sino "encuentro", o que los conceptos y los valores son relativos, o que la ley depende de la situación, o que el pecado no existe o que todas las religiones son iguales o que Lutero tenía razón.
----------Sin embargo, los errores de Rahner no son menos peligrosos que los de Lutero, y de hecho a veces se desvían de la verdad católica incluso más que Lutero, haciéndolo Rahner en la línea de Hegel y de los modernistas, como cuando Rahner niega la inmutabilidad divina, niega la existencia de una verdad inmutable y definitiva, equipara el ser, el saber y la libertad humanos con los divinos, entiende la naturaleza humana como efecto de la propia voluntad, niega la existencia del infierno y el valor expiatorio del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo; concibe la gracia como vértice de lo humano, lo humano como devenir de lo divino, relativiza el dogma cristológico de Calcedonia, entiende la Trinidad en sentido modalista, niega la existencia de los ángeles y del demonio. Ni siquiera Lutero había llegado tan lejos.
----------Rahner inició de una manera muy prometedora su producción teológica en la década de 1930. Pero, ya desde el final de esos años comenzó a dar los primeros signos de un acercamiento a Hegel escribiendo dos libros que pretendían interpretar a santo Tomás de Aquino como si fuera un hegeliano. Esas dos obras son: Espíritu en el mundo, y Oyente de la palabra. En esos libros Rahner exponía los fundamentos de su concepción gnoseológico-metafísica, que ya era tendencialmente idealista, una postura que no habría ya de abandonar en toda su vida, no obstante las críticas que le fueron hechas desde el principio por parte de ilustres pastores, teólogos y filósofos, fieles a la Iglesia y eso hasta nuestros días.
----------Todos esos llamamientos, críticas y reconvenciones no sirvieron para nada, y no hubo nada que hacer. De hecho, Rahner comenzó a contar con gran cantidad de admiradores, engañados por Rahner de que él, como se jactaba, había encontrado el espíritu profundo de santo Tomás. Pío XII se limitó a frenar su actividad teológica solamente en relación con uno de sus escritos contra la virginidad de Nuestra Señora.
----------Cuando el papa san Juan XXIII tuvo la idea de convocar el Concilio Vaticano II, siguiendo el interés del canciller alemán Konrad Adenauer, el Papa liberó a Rahner de la censura y lo admitió entre los peritos del Concilio. Pero luego, finalizado el Concilio, Rahner comenzó a manifestar sin tapujos su enfoque hegeliano, propagando una interpretación modernista de los documentos finales del Concilio y así perduró, dejado libre por la autoridad eclesiástica, de hecho con un éxito creciente, hasta su muerte, ocurrida en 1984.
El comportamiento del papa san Paulo VI frente a Rahner
----------La pregunta que surge en este punto es la siguiente: ¿por qué Paulo VI no ha tomado nunca públicamente en consideración aquellas saludables intervenciones críticas de los teólogos fieles al Magisterio y a la sana filosofía, que señalaban el peligro rahneriano? ¿Acaso porque el Papa se había puesto del lado de Rahner? Eso es absolutamente impensable e indemostrable. Y sería una calumnia. Ni siquiera los rahnerianos han tenido la audacia de sostener una cosa de tal género.
----------Paulo VI no ha pronunciado nunca una sola palabra a favor de las ideas de Rahner, salvo para reconocer, como era justo y apropiado, sus méritos durante las labores del Concilio. Y Rahner, por su parte, nunca dio la mínima señal de acoger, retomar y desarrollar el magisterio del papa Paulo VI, como habría debido hacer un buen teólogo. De hecho, incluso se atrevió a acusarlo de error, cuando el Papa publicó la famosa encíclica Humanae vitae, en lugar de defenderlo de los ataques de los herejes.
----------En todo caso, es cierto que Rahner, como por lo demás es bien sabido, tuvo, como perito del Concilio asistente del cardenal Franz König [1905-2004], un papel destacado en la preparación de los documentos del Concilio, sobre todo en los de carácter principalmente pastoral, que luego comentó en numerosas publicaciones y conferencias, que lo hicieron famoso y autorizado en todo el mundo. Rahner, quien ya tenía fama de estudioso, daba la impresión de ser un teólogo serio, confiable, equilibrado, profundo y casi místico, alejado tanto de actitudes revolucionarias como de conservadurismos preconciliares.
----------Rahner dió claras señales de querer presentarse de este modo porque eso contribuía a su propio éxito y a su prestigio personal, sobre todo entre los obispos. A diferencia de Lutero, quien odiaba cordialmente a todos los obispos y no las mandaba a decir, Rahner con gran astucia buscó siempre ganarse el favor del episcopado, al menos de los obispos más ingenuos, vanidosos y menos preparados. Personalmente no estoy lejos de ver en esta actitud el efecto de una trama o complot en unión con la masonería, no muy distante la misma masonería tanto de las ideas de Rahner como de los bolsillos de ciertos obispos.
----------Claro que, sin embargo, es necesario puntualizar para nuestro consuelo (y no podía ser de otra manera) que todo el magisterio del papa san Paulo VI, con su rica, docta, límpida y razonada exposición y defensa de la doctrina católica integral, fue siempre una implícita refutación de los errores de Rahner. Nadie, por consiguiente, puede encontrar en el magisterio de Paulo VI, ningún apoyo para sostener los errores de Rahner. Al papa Montini, por su parte, no le gustaba hacer nombres, pero es fácil reconocer las ideas de Rahner en algunas de sus condenas genéricas o quejas, lamentaciones o denuncias por lo que él llamaba el "magisterio paralelo", por lo cual existe una "autodemolición de la Iglesia", como también decía san Paulo VI.
La situación actual y la relación Obispo-teólogo en nuestros días
----------Con la enorme circulación de ideas y de mensajes, que hoy permiten los modernos medios de comunicación, el católico, que se preocupa por mantenerse siempre en la verdad de la doctrina católica, tiene actualmente a su disposición una inmensa cantidad de pronunciamientos, enseñanzas, doctrinas, pareceres, opiniones, experiencias, teorías, sentencias, tomas de posiciones, relatos, proclamas, provenientes de las fuentes más dispares y de los más variados valores: provenienes del Romano Pontífice, de los "amigos del Papa", de los Cardenales, Obispos, párrocos, teólogos, sínodos, congresos, periodistas, filósofos, sociólogos, políticos, psicólogos, historiadores, escritores, letrados e iletrados, actores, novelistas, cantantes, poetas, profetas, videntes, sin excluir mensajes y advertencias de quienes aseguran haberlos recibido directamente de Nuestra Señora o del Padre Pío, o haberlos recibido antes de haberse despertado de la muerte, o haberlos recibido de extraterrestres o de las almas de los difuntos.
----------Pues bien, dejando de lado todo ese enorme material, frecuentemente tóxico para quienes no están en grado de discriminar lo que vale y lo que no vale, aquí quisiera limitarme a comparar brevemente las competencias del teólogo y las del Magisterio de la Iglesia en cuanto concierne al problema del juicio que se ha de dar y cómo hacerlo respecto a doctrinas que parecen erróneas o sospechosas de herejía.
----------Ya desde los primeros siglos de vida de la Iglesia, tiempos en que arduamente fueron formulándose los grandes dogmas de nuestra fe, aparecen teólogos y obispos herejes, por lo cual una de las funciones esenciales del ministerio petrino ha debido siempre ser la de refutar las herejías y castigar a los herejes, según lo que el mismo san Pablo prescribe al Obispo: "Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar. Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio" (2 Tm 4,1-5).
----------Y luego tenemos la Carta a Tito: "El Obispo, en su calidad de administrador de Dios, debe estar... firmemente adherido a la enseñanza cierta, la que está conforme a la norma de la fe, para ser capaz de exhortar en la sana doctrina y refutar a los que la contradicen" (Tit 1,7-9). El Apóstol da como ejemplo "muchos espíritus insubordinados, charlatanes y engañadores seductores de la gente. A esos es necesario taparles la boca, porque trastornan a familias enteras, enseñando lo que no se debe por una vil ganancia" (Tit 1,10-11).
----------Un ejemplo de cómo el teólogo debe trabajar en concierto y en sumisión al Magisterio, como ayuda, sostén, instrumento y defensa del Magisterio, en una justa autonomía y en una legítima libertad de investigación, es indudablemente santo Tomás de Aquino, quien tiene viva y clara la conciencia del ámbito en el cual se le permite expresar sus opiniones o proponer soluciones nuevas o críticas de sus adversarios y del ámbito reservado al Magisterio de la Iglesia, que constituye para el Aquinate una autoridad indiscutible, desde la cual extrae los argumentos y las fuentes para la edificación de su teología y para la refutación de los herejes.
----------Santo Tomás sabe también proponer al magisterio con modestia y espíritu de colaboración doctrinas teológicas que incluso serán dogmatizadas, como por ejemplo la doctrina del alma humana forma del cuerpo o de la persona divina como relación subsistente o de la visión beatífica, anticipando a veces en siglos al magisterio, como lo ha sido su tesis de la presencia de la distinción de los sexos en la futura resurrección, doctrina que ha sido aprobada y hecha suya por el papa san Juan Pablo II.
----------Santo Tomás nunca se pone a discutir ni a hacer comentarios al Papa acerca de sus opiniones privadas o su línea política o su forma de gobernar la Iglesia o su pastoral o su conducta moral. Se puede decir que todo esto en realidad queda fuera de la estricta competencia y tarea del teólogo. Era el estilo de los grandes escolásticos del Medioevo, los cuales por lo demás vivieron en un período feliz del Papado. Sólo en el siglo XI un san Pedro Damián [1007-1072], y en el siglo XII un san Bernardo de Claraval [1090-1153], reclamaron al Papa el cumplimiento de su deber. Los críticos del poder papal, que bordeaban la rebelión, eran sobre todo los herejes, comenzando por los cátaros y los valdenses y en el siglo XIV Guillermo de Ockham [1285-1347]. La crítica al papado se acentuó con el cisma de Occidente, dentro de la ortodoxia en santa Catalina de Siena [1347-1380], y en una tendencia herética más tarde en Juan Wiclef [1320-1384] y Jan Hus [1369-1415].
----------Pero el teólogo que fue el primero en empeñarse a fondo, con vigor, y frecuentemente no sin razón en denunciar los abusos del poder papal contra los alemanes, fue ciertamente Martín Lutero [1483-1546], que se inspiró en el modo agustiniano pastoral de hacer teología, pero que, sin embargo, como es bien sabido, sobrepasó todos los límites razonables, precipitándose en la herejía.
----------Sin embargo, el ejemplo de Lutero, purificado de sus intolerables excesos, ha dejado una huella en la relación entre el teólogo y el Papa, un estilo que comienza sobre todo con los teólogos jesuitas, con Francisco Suárez [1548-1617] o san Roberto Belarmino [1542-1621], pasa al siglo XIX en el beato Antonio Rosmini [1797-1855] y llega a nuestros días: una alta doctrina teológica que va acompañada con una fuerte preocupación pastoral y una sincera pasión por el bien de la propia época. En tal modo, también tomistas modernos, como por ejemplo Yves Congar [1904-1995] y Jacques Maritain [1882-1973], sobre todo después del Concilio, han asumido esta apertura pastoral y kerigmática de la teología, no solo ofreciendo su propia contribución, sino también no escatimando críticas a la autoridad, cuando ello fuera legítimo y útil.
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