sábado, 13 de febrero de 2021

Una lejana y modesta mirada a la España actual y a su... ¿improbable futuro?... ¿Qué sentido tiene ser hoy comunistas?

Desde hace un tiempo me han llamado la atención las noticias que llegan desde España. Pertenezco a esa generación de argentinos que crecimos y fuimos educados en el amor a la Madre Patria y celebrábamos cada 12 de octubre como algo propio, la raza, la gens, la cultura, la nación en amplio sentido, a la que pertenecemos (no las falacias que hoy les hacen celebrar ese día a los alumnos en las escuelas primarias). De modo que cuando me llegan noticias y rumores, como las de la campaña por la III República, o las versiones acerca de quienes detentan hoy el poder verdadero en el gobierno español, más allá de quien resida en La Moncloa, y las fotos de banderas rojas con la hoz y el martillo desfilando por las calles de Madrid, es inevitable preguntarse por el real valor simbólico de tales imágenes, y reflexionar sobre el verdadero significado de aquellas noticias.

----------No pretendo entrar aquí en el ámbito de la confrontación política directa. No tengo la competencia suficiente para ello. No estoy hablando de Pedro Sánchez ni de Pablo Iglesias en cuanto exponentes de dos fuerzas partidarias políticas españolas que hoy conforman gobierno, sino que mi discurso quiere ser más amplio, inspirándome en cuanto ha venido ocurriendo en España en estos últimos años, y poniendo ante todo por delante que soy un modestísimo observador lejano de hechos que no vivo y por ende, repito, absolutamente incompetente para hablar de la superficie de fenómenos que desconozco, pero no por eso inhabilitado para reflexionar sobre la esencia de las cosas.
----------En efecto, me pregunto, como observador de los hechos sociales que intenta dar una explicación de fondo de lo que está sucediendo hoy en España y de lo que podría suceder en el futuro: ¿cómo es posible todavía el comunismo después de tantas tragedias que ha causado a la humanidad? Porque el sentido común, aquí y en todas partes, en Argentina y en España, nos dice que cuando se ha experimentado que un proyecto de sociedad, puesto en acto, implementado, no solo no da los resultados esperados ni mantiene sus promesas, la sabiduría dicta que el proyecto venga a ser abandonado.
----------Eso precisamente es lo que ha sucedido con los grandes proyectos imperialistas de la antigüedad, con los programas heréticos y subversivos del medioevo y, en el siglo pasado, con los alocados objetivos políticos del fascismo y más aún del nazismo. Solo el programa social y humanista del cristianismo persiste y funciona desde hace dos mil años, cargado (aunque, por supuesto, siempre mezclado de la miseria humana) de frutos de justicia, de civilización, de cultura, de moralidad y de belleza. Y durará hasta el fin del mundo. Mientras que sistemas probados y experimentados como los de Estados Unidos y de Inglaterra, considerados por no pocos hoy como en cierto modo modélicos, no son totalmente ajenos a la inspiración cristiana.
----------Me pregunto por qué motivo (y el caso de España es un signo de esto entre otros muchos casos más conspicuos) tantos seres humanos todavía hoy siguen confiando en el comunismo, nacido de Karl Marx [1818-1883] y de sus colaboradores, aunque posteriormente, de hecho, sus seguidores sean infieles en algunos aspectos al propio Marx, o se mezclen con otros principios y factores ajenos, sin excluir la idea de conciliarlo, al menos en algunos de sus elementos, con el mismo cristianismo.
----------Considero que una explicación puede ser la fuerte carga utópica que posee el marxismo: que manifiesta aspirar a una sociedad libre, de iguales, donde todo es común, donde son realizados el progreso, la paz y la justicia social y donde el hombre domina el universo con el trabajo, el arte y la ciencia, en suma, la esperanza de una felicidad perfecta en esta tierra. Considerando tal ideal con esa formulación, ¿cómo puede el hombre, no obstante sus fracasos, renunciar a buscar su realización? Pero, por otra parte, ¿cómo no se ha comprendido todavía (y la historia de la santidad cristiana lo demuestra) que tal perfección humana no se puede obtener sin el socorro de la religión? Entonces, ¿es sincera o es ilusoria, la búsqueda de esta perfección, dado que los medios han existido durante dos mil años y no se los quiere usar?
----------Por otra parte, en esta desesperada obstinación por volver a proponer un ideal que ha fracasado, entran en juego otros factores no ciertamente nobles, que sin embargo constituyen constantes de la existencia humana en este mundo, consecuencia, como enseña el cristianismo, del pecado original: la soberbia del hombre que no acepta tener que rendir cuenta de su propio actuar a un Dios trascendente, sino que quiere ser causa de sí mismo y regla de sí mismo con su sola razón y voluntad, el instinto del hombre "carnal", para expresarnos con san Pablo, que quiere seguir apegado a los intereses materiales, en desprecio por los valores morales absolutos fundados sobre la metafísica y la religión, y a una ética colectivista de la autonomía absoluta, en la que el hombre es lo que cuenta, a los efectos de la propia auto-liberación, en el socialización de los medios económicos de la producción, de los cuales se espera como efecto y consecuencia la liberación espiritual del individuo y de la sociedad. No el espíritu que guía las fuerzas de la materia, sino las energías de la materia, como manantial de la elevación del espíritu. Un absurdo: como si lo menos pudiera ser la causa de lo más.
----------Ciertamente, se puede decir que las formas más inhumanas del comunismo (pensemos, por ejemplo, en el stalinismo o en las dictaduras del bloque soviético o en las muy conocidas crueldades de China, con el comunismo actualmente vigente) han sido una lección para los propios comunistas. De hecho, no podemos ignorar cómo en la historia de este movimiento han intervenido periódicamente medidas correctivas tomadas de otras filosofías, como la contribución humanista de Gramsci, el existencialismo de Sartre, la inspiración personalista del comunismo polaco, el aspecto libertario de la escuela de Frankfurt, el aporte del freudismo en Marcuse, el diálogo con los cristianos en Garaudy, el proyecto de "compromiso histórico" de Enrico Berlinguer, la atención a la filosofía de la estética de Natalino Sapegno, las concesiones al liberalismo por parte de la economía china, hasta las tendencias democráticas, pacifistas y pluralistas contemporáneas favorables al mismo principio de la libertad religiosa o incluso a la mística. Por no hablar de los imprudentes intentos de relación con Nietzsche por parte de cierta izquierda aristocrática en años recientes. Añádase el impulso dado por el Concilio Vaticano II al diálogo con los no creyentes, y los resultados positivos de este diálogo, preparado por la revista francesa Esprit y seguido por movimientos eclesiales por lo demás no del todo ortodoxos, como los "Cristianos por el socialismo" de los años sesenta y la teología de la liberación de los años setenta.
----------Llegados a este punto, sin embargo, podríamos preguntarnos, tras este fenómeno de reinterpretación, de transformación y de refundación, ¿qué sentido podría todavía tener proclamarse comunistas conservando el inconfundible y bien característico símbolo de la hoz y el martillo? De hecho, todos saben desde hace casi doscientos años, qué significa ese símbolo, qué es lo que partidos políticos, gobiernos, pueblos y naciones han hecho en nombre de ese símbolo, y cuál es la historia de ese símbolo.
----------Ahora bien, el símbolo de un movimiento político, económico, cultural, social o filosófico (y tal es el comunismo marxista en su realidad y en su historia) representa evidentemente los principios esenciales y característicos de ese movimiento, cambiados los cuales, el símbolo ya no tiene más razón de ser. Si se utiliza entonces el símbolo, se supone que se continúan aceptando aquellos principios que, en el caso del comunismo marxista, son bien conocidos por los historiadores del pensamiento y de la política.
----------¿Acaso ha cambiado el movimiento? ¿Ha recibido nuevas influencias? ¿Se ha corregido en algunos puntos? Muy bien. Pero preguntémonos, entonces: ¿en qué y por qué ha sucedido todo esto? ¿Ha cambiado en lo esencial? ¿O ha cambiado en un contorno de corolarios o elementos adicionales o suplementarios o accidentales, en suma, no esenciales? En el primer caso, si el movimiento ha cambiado en lo esencial, ya no hay razón para hablar de comunismo con su correspondiente símbolo. En el segundo caso, por el contrario, si el cambio es solo accidental, se justifica el mantenimiento. Ciertamente, se podría cambiar el símbolo y mantener lo esencial; pero ¿cómo no considerar que el mantenimiento del símbolo significa la conservación de lo esencial? Y si el movimiento se hubiera alejado de lo esencial en algún punto, el mantenimiento del símbolo ¿no conduciría a recuperar cuanto se había perdido recordando el ideal primitivo?
----------El papa Pío XI [1922-1939], como es bien sabido por todos, en la famosa encíclica Divini redemptoris de 1937 definió el comunismo como un "sistema intrínsecamente perverso" a causa de su materialismo, de su ateísmo, de su colectivismo, de su repudio de las verdades y de los valores morales absolutos, de su apología de la violencia, de su dictadura política, de su desprecio por la persona. Esto no quiere decir que en las ideas de Marx no haya también cosas buenas que, por consiguiente, son aquellas que atraen a las masas que desean justicia y desean ser liberadas de la explotación de los poderosos.
----------Sin embargo, podríamos preguntarnos si estos principios de justicia (teóricas bondades de las ideas de Marx) son verdaderamente originales en Marx o no podríamos encontrar sus inconfesadas raíces en la Biblia o en la tradición social de la Iglesia. En cualquier caso, si los comunistas abandonaran sus errores y mantuvieran cuanto de bueno existe en sus ideas, ¿seguirían siendo todavía comunistas?
----------Y el hecho de que todavía hoy existan los partidos comunistas con mucho de hoz y martillo en su vigente simbología, ¿qué significa eso? ¿Una vibrante protesta contra el capitalismo o contra un hipotético nuevo orden mundial opresivo? ¿La simple propuesta de una alternativa política razonable? ¿Contra las corrientes de derecha? ¿Contra las injusticias perpetradas por los gobiernos? ¿Por el apoyo de los trabajadores, de los desocupados, de los pobres, de las familias, de los marginados, de los inmigrantes?
----------¿O más bien significa el mantenimiento de cuanto Pío XI condenaba en su encíclica? En el primer caso, me pregunto: ¿es necesario para los fines antes mencionados ser comunistas o se podría igualmente y quizás mejor liderar una oposición verdaderamente sana en un partido que respete los valores morales absolutos ("no negociables", como por ejemplo la vida, la familia o la justicia), la religión, la Iglesia y los principios de la Constitución de cada país? Y si, por el contrario, se quiere seguir siendo comunistas en aquella línea que ha sido condenada por Pío XI y que tantos desastres ha causado a la humanidad, ¿qué sentido tiene todavía hoy llamarse y querer seguir siendo comunistas? ¿Debería la bandera roja eclipsar y eliminar la Cruz, como está sucediendo hoy en España, o es mejor hacerse a un lado para dejarnos ver la inestimable belleza de este imponente símbolo, ya sea en el Valle de los Caídos o en la cúpula de cualquier iglesia o capilla del territorio español, ese símbolo que desafía los siglos de la civilización, de la libertad y de la cultura?

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