sábado, 6 de febrero de 2021

El relativismo bajo la lupa del papa Francisco y del papa Benedicto

En los números 206-210 de la encíclica Fratelli tutti, el Papa, en fiel cumplimiento de su docente oficio (algo que no todos han destacado como correspondía), se ha expresado firme y claramente contra todo tipo de relativismo, con inocultables ecos de aquellos conocidos discursos del papa Benedicto XVI en que repetidamente el hoy papa emérito se refería al relativismo como un mal generalizado del cual es necesario hacer el esfuerzo por liberarnos. Permítanme, pues, que me detenga hoy en este tema, de gran utilidad.

----------Efectivamente, son bien conocidas y están aún muy frescas las enseñanzas acerca del relativismo, brindadas por Benedicto XVI, quien incluso llegó a referirse a la "dictadura del relativismo", como si fuera una especie de capa asfixiante que nos aplasta y empobrece. ¡El relativismo que se hace dictador, que se erige en absoluto! ¡Qué paradoja! Sin embargo, esto sucede, por ejemplo, en las naciones donde falta la libertad religiosa o los cristianos son perseguidos o donde hay explotación del hombre por el hombre.
----------Pues bien, es oportuno recordar que  en reacción a esta feroz polémica que tuvo el papa Ratzinger contra el relativismo, no han faltado en verdad en años recientes quienes han querido asumir la defensa del relativismo, refugiándose en conocidos sofismas y cayendo en los equívocos de siempre. Podría decirse que, muy lejos de ruborizarse por sus ridículos argumentos, los defensores del relativismo hoy son legión, y en la constatación de este hecho encontramos indudablemente la razón por la cual, una década después de las ardorosas polémicas de su ilustre predecesor, el papa Francisco ha tomado la posta en el combate contra el relativismo.
   
La condena del papa Francisco al relativismo
   
----------"El relativismo no es la solución. Envuelto detrás de una supuesta tolerancia, termina facilitando que los valores morales sean interpretados por los poderosos según las conveniencias del momento", comienza diciendo el Papa en el n.206 de Fratelli tutti, para continuar con algunas frases tomadas de su anterior encíclica Laudato si', que tienen inocultable perfil de respuesta a aquellas objeciones planteadas por los dubia de algunos cardenales años atrás: "Si en definitiva no hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes. Cuando es la cultura la que se corrompe y ya no se reconoce ninguna verdad objetiva o unos principios universalmente válidos, las leyes sólo se entenderán como imposiciones arbitrarias y como obstáculos a evitar" (encíclica Laudato si’ n.123).
----------Dirigida como está la encíclica Fratelli tutti sobre todo a todos los hombres de buena voluntad, el papa Francisco subraya verdades antropológicas, accesibles al conocimiento de todos los hombres por medio de las solas fuerzas de la razón natural. De ahí que sigue diciendo el Papa: "¿Es posible prestar atención a la verdad, buscar la verdad que responde a nuestra realidad más honda? ¿Qué es la ley sin la convicción alcanzada tras un largo camino de reflexión y de sabiduría, de que cada ser humano es sagrado e inviolable? Para que una sociedad tenga futuro es necesario que haya asumido un sentido respeto hacia la verdad de la dignidad humana, a la que nos sometemos. Entonces no se evitará matar a alguien sólo para evitar el escarnio social y el peso de la ley, sino por convicción. Es una verdad irrenunciable que reconocemos con la razón y aceptamos con la conciencia. Una sociedad es noble y respetable también por su cultivo de la búsqueda de la verdad y por su apego a las verdades más fundamentales" (n.207).
----------Luego el Papa habla claro contra el relativismo y la manipulación de la verdad en los medios de comunicación social y en los poderes públicos y privados: "Hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados. Lo que llamamos 'verdad' no es sólo la difusión de hechos que realiza el periodismo. Es ante todo la búsqueda de los fundamentos más sólidos que están detrás de nuestras opciones y también de nuestras leyes. Esto supone aceptar que la inteligencia humana puede ir más allá de las conveniencias del momento y captar algunas verdades que no cambian, que eran verdad antes de nosotros y lo serán siempre. Indagando la naturaleza humana, la razón descubre valores que son universales, porque derivan de ella" (n.208).
----------Y en el n.309 desarrolla aún más la idea anterior: "De otro modo, ¿no podría suceder quizás que los derechos humanos fundamentales, hoy considerados infranqueables, sean negados por los poderosos de turno, luego de haber logrado el 'consenso' de una población adormecida y amedrentada? Tampoco sería suficiente un mero consenso entre los distintos pueblos, igualmente manipulable. Ya tenemos pruebas de sobra de todo el bien que somos capaces de realizar, pero, al mismo tiempo, tenemos que reconocer la capacidad de destrucción que hay en nosotros. El individualismo indiferente y despiadado en el que hemos caído, ¿no es también resultado de la pereza para buscar los valores más altos, que vayan más allá de las necesidades circunstanciales? Al relativismo se suma el riesgo de que el poderoso o el más hábil termine imponiendo una supuesta verdad". Y el papa Francisco termina citando a san Juan Pablo II en palabras que también son renovada respuesta a quienes se preguntaban si para el papa Bergoglio seguían existiendo verdades absolutas (como si acaso fuera posible para un Romano Pontífice negar lo "intrínsecamente malo"): "En cambio, 'ante las normas morales que prohíben el mal intrínseco no hay privilegios ni excepciones para nadie. No hay ninguna diferencia entre ser el dueño del mundo o el último de los miserables de la tierra: ante las exigencias morales somos todos absolutamente iguales' (encíclica Veritatis splendor n.96)".
----------Finaliza el papa Francisco: "Lo que nos ocurre hoy, y nos arrastra en una lógica perversa y vacía, es que hay una asimilación de la ética y de la política a la física. No existen el bien y el mal en sí, sino solamente un cálculo de ventajas y desventajas. El desplazamiento de la razón moral trae como consecuencia que el derecho no puede referirse a una concepción fundamental de justicia, sino que se convierte en el espejo de las ideas dominantes. Entramos aquí en una degradación: ir 'nivelando hacia abajo' por medio de un consenso superficial y negociador. Así, en definitiva, la lógica de la fuerza triunfa" (n.210).
----------En definitiva, se trata de lo que el papa Francisco llamó al inicio de su pontificado la "otra pobreza", recordando entonces la famosa expresión repetida por el actual papa emérito: "Es la pobreza espiritual de nuestros días, que afecta gravemente también a los Países considerados más ricos. Es lo que mi Predecesor, el querido y venerado Papa Benedicto XVI, llama la 'dictadura del relativismo', que deja a cada uno como medida de sí mismo y pone en peligro la convivencia entre los hombres" (discurso en la audiencia al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, 22 de marzo de 2013).
   
El papa Benedicto XVI contra la dictadura del relativismo
   
----------No voy a repetir aquí las variadas declaraciones del papa Benedicto XVI acerca de lo que él llamaba durante su pontificado la "dictadura del relativismo". Valga para nuestro recuerdo al menos una cita: "Una condición previa para la paz es el desmantelamiento de la dictadura del relativismo moral y del presupuesto de una moral totalmente autónoma, que cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre. La paz es la construcción de la convivencia en términos racionales y morales, apoyándose sobre un fundamento cuya medida no la crea el hombre, sino Dios: 'El Señor da fuerza a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz', dice el Salmo 29,11" (mensaje para la XLVI Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2013). Fue la última vez que el papa Ratzinger se refirió a la dictadura del relativismo, y lo hizo precisamente en la misma perspectiva antropológica de la moral natural y la ley natural, que es la misma perspectiva de la encíclica Fratelli tutti.
----------Sin embargo, el propio papa Benedicto XVI, al menos por cuanto me consta tras haber repasado sus enseñanzas, no se ha detenido a explicarnos en detalle qué quiere decir con esta expresión, "dictadura del relativismo", y tampoco nos ha explicado por qué el relativismo es una cosa nefasta y condenable. Por eso, en esta nota quisiera intentar, esperando no ser demasiado pretencioso, interpretar lo que Benedicto XVI pudo querer decir con aquella expresión y por qué rechaza al relativismo con tanta fuerza y ​​tanta insistencia.
   
Lo relativo y el relativismo. ¿Qué es el relativismo?
   
----------La condena del relativismo no es nueva en la filosofía y en la teología católicas. Se habla, por ejemplo, con tono de condena, de "relativismo dogmático" o de "relativismo moral". Se habla también de "relativismo gnoseológico". Lo relativo como tal obviamente no es algo malo o falso. Pero, por favor, esté atento el lector: hablo ahora de lo relativo, no del relativismo. Lo relativo existe y tiene su propia dignidad, que debe ser reconocida; no debe ser exagerada pero tampoco debe ser despreciada.
----------En cambio, el relativismo es una especie de idolatría de lo relativo y, por lo tanto, una forma de empobrecimiento, en el mejor de los casos, de la vida espiritual, incapaz de elevarse a lo eterno, a lo universal y a lo que trasciende el espacio y el tiempo, en última instancia a Dios. Piénsese en filosofías como el historicismo, el empirismo, el positivismo, el liberalismo, el materialismo, el evolucionismo y el nihilismo.
----------Pero, ¿qué es lo relativo? Es algo que, por su propia esencia, hace referencia a un absoluto. Sin lo absoluto, lo relativo no tendría sentido y no existiría. Vemos de inmediato aquí el error de los relativistas, quienes, creyendo sostener lo relativo, piensan que lo absoluto no existe o que es una mera abstracción. De ahí el famoso axioma de Auguste Comte, "todo es relativo, y este es el único principio absoluto".
----------Pero de aquí se ve también cómo el relativismo es una teoría insostenible que se refuta por sí sola. En realidad, como el propio Comte se vio constreñido a admitir, no podemos evitar reconocer la existencia de lo absoluto. Entonces, en lugar de admitirlo con los dientes apretados, es mejor que lo admitamos franca y lealmente. Al fin y al cabo, todo esto nos beneficia, porque admitir un absoluto (sea ese absoluto lo que sea que concibamos) no es solo inevitable en el momento en que pensamos, sino que es también irrenunciable, en el momento en que ejercitamos nuestra voluntad y expresamos nuestras más profundas aspiraciones.
----------"Absoluto", ab-solutus, significa literalmente "suelto", libre de vínculos, ataduras, condicionamientos, independiente, sin premisas y sin consecuencias, fin en sí mismo, que se vale por sí mismo, autónomo, independiente, subsistente por sí y en última instancia existente por sí y del cual más bien depende lo otro y por el cual lo otro es finalizado, lo otro que es precisamente lo relativo.
----------Lo relativo tiene necesidad de lo absoluto, está orientado hacia lo absoluto, pero este último puede valerse por cuenta propia incluso sin necesidad de lo relativo. Es cierto, Dios, nos dicen los teólogos, ha creado el mundo, pero de por sí no tiene necesidad del mundo: habría podido existir solo sin el mundo. Algo de este carácter absoluto también tenemos nosotros, de una forma ciertamente muy limitada pero real. Nos damos cuenta de esto cuando entramos en el mundo del espíritu, del pensamiento y de la voluntad, tomando conciencia de nuestra necesidad de lo absoluto, de lo eterno, de lo infinito.
----------Naturalmente, es verdad que constatamos al mismo tiempo el carácter problemático de admitir un absoluto que sea absoluto desde todo punto de vista y, por lo tanto, constatamos la dificultad de llegar a conocerlo o de alcanzarlo. He aquí el drama del espíritu humano (pensemos en el problema de la metafísica) descrito por Kant en términos también demasiado dramáticos o pesimistas, pero aún así siempre verdaderos. Sin embargo, Kant no fue capaz de liberarse de este impasse, no alcanzó a salir del callejón sin salida en el que se había metido, si no acaso recién con su doctrina moral.
----------Pero nosotros, los católicos somos más optimistas: creemos firmemente en las energías del espíritu, aunque heridos por el pecado original, y por eso admitimos la posibilidad de la metafísica y de la trascendencia, y por tanto de la teología con las importantísimas consecuencias que de ella descienden al campo moral con las virtudes cristianas y la vida de la gracia. Sin embargo, ciertamente también nosotros sentimos la tentación del escepticismo, del subjetivismo y del relativismo y debemos luchar contra tales tentaciones corrosivas y desesperantes, que conducen al pecado y al crimen.
----------Pero incluso el relativista más radical que podamos imaginar, no puede prescindir de un absoluto. En todo caso, lo único que le puede ocurrir es más bien absolutizar lo relativo, como hizo Comte. Sin embargo, la tentación de ver nada más que lo relativo es fuerte. Es difícil pensar que exista algo que no tenga relaciones. Ciertamente, todos admitimos que la relación debe tener un término al cual ella se refiere, pero nos parece obvio que este término a su vez tenga relaciones con otro. En el plano empírico, es efectivamente cierto que todo tiene relación con todo. Yo me pongo en relación con Pedro, pero Pedro a su vez tiene relaciones con Juan y así sucesivamente. Creemos que desde aquí se puede ir al infinito.
----------Sin embargo, si reflexionamos seriamente sobre qué es lo relativo, nos damos cuenta de que lo relativo, como he dicho, debe ser relativo a algo absoluto, es decir, a algo que a su vez no tiene relación con otro, sino que se rige por sí. Ese algo, al fin de cuentas, es Dios. Pero sin llegar tan rápido a Dios debemos reconocer que existen también valores absolutos que aún así no son Dios, aunque sean de algún modo participaciones de él, imágenes y semejanzas finitas. Son aquellos que el papa Benedicto ha llamado "valores no negociables".
----------Se trata, precisamente, de valores a los cuales no podemos y no debemos renunciar. No podemos venderlos como hizo Esaú, quien cambió la herencia paterna por un mero plato de lentejas. No podemos traicionarlos, ni siquiera al precio de la vida. Sin ellos, la vida no tiene sentido o se convierte en un infierno. Son los valores de la verdad y del bien, de la certeza, de la justicia, de la libertad, los valores espirituales, metafísicos, morales y religiosos, los valores de la persona, la persona misma.
----------Mientras que lo relativo surge en el plano de lo contingente, de lo cambiante, de lo múltiple, de lo accidental, de lo opinable, de la apariencia, lo absoluto concierne al mundo del espíritu, de la sustancia, de la certeza, de lo necesario, de lo eterno, de lo infinito, de lo universal, al fin de cuentas, como he dicho, de lo divino. Sin embargo, existen absolutos que no son absolutos desde todos los puntos de vista, como lo es el Absoluto divino, sino que lo son solo por ciertos aspectos y no por otros.
----------En tal sentido se habla del valor absoluto de la persona o de la ley moral o de la verdad. En este sentido Kant hablaba del valor absoluto del deber o del "imperativo categórico": algo objetivo, universal y moralmente necesario, transgrediendo el cual la persona decae de su dignidad, y se rebaja al nivel de los brutos o en la mezquindad del oportunista o del libertino.
----------En definitiva: nadie puede prescindir de algo absoluto. El problema es el de saber cuál es el verdadero absoluto. La tentación frecuente es la de absolutizar lo relativo, lo que corresponde por lo demás a la relativización de lo absoluto. Lo absoluto no puede sino ser uno solo, de lo contrario habría dos absolutos que serían relativos el uno al otro y por lo tanto no serían ya absolutos. No podemos servir a dos amos, como Cristo nos advierte. Si lo absoluto es Dios, lo absoluto no puede ser el mundo. "No se puede servir a Dios y a Mammón". Una cierta malentendida renovación postconciliar lamentablemente se ha puesto en este camino. Una cierta "espiritualidad" de hoy se ha convertido en una fábrica de doblejueguismo, si me permiten la expresión, vale decir, pseudo-católicos que no pueden obrar sino con doblez.
----------Sin embargo, ¡cuántas veces caemos en esta miseria y en esta contradicción! Quizás no siempre nos demos cuenta y somos inconscientes, tan fuerte es en nosotros la tendencia a la incoherencia y a la contradicción. Frecuentemente no sabemos distinguir lo absoluto de lo relativo, los confundimos juntos, o creemos que es posible construir un "absoluto" no en su pureza, sino que tenga al mismo tiempo consigo lo relativo, como ha hecho Hegel con su "Absoluto" inmanente en la historia y en última instancia idéntico a la Historia, con su Dios que es una mezcla de ser y devenir, de finito y de infinito, de eterno y de temporal, un Dios que no es Dios sin el mundo. Con esto él creía interpretar el misterio cristiano de la Encarnación, pero confundía las dos naturalezas de Cristo, olvidando el Concilio de Calcedonia que lo prohíbe.
----------Un vestigio de lo absoluto está en todas partes, porque donde existe el ser ahí está ese rastro, al menos a los ojos de Dios que lo ha creado. Ciertamente, el ser como tal, el ser de las criaturas no se confunde con el ser divino. Este es el error de los panteístas como Emanuele Severino [1929-2020] entre los contemporáneos, para quien sólo existe el "Ser Eterno", por el cual todo es eterno. Sin embargo, es cierto, como reconoce el mismo santo Tomás de Aquino, que todo ente en la esencia divina y a los ojos de Dios es eterno. ¡Pero no los entes fuera de Dios, considerados en sí mismos!
----------El error de Severino, ya que lo he citado, es que, rechazando el concepto de creación, ve todo como emanación de Dios, y por lo tanto, en última instancia como Dios, aunque él no usaba el término "Dios", sino el equivalente metafísico de Ser uno, eterno y necesario. Todo para él es absoluto, inmutable y eterno. El devenir, lo relativo, el tiempo, lo múltiple, lo contingente no existen. Es el error que está en las antípodas del relativismo, el error en el polo opuesto, el error que resucita la concepción parmenídea del ser.
----------La posición correcta, que es precisamente la posición católica, es la de distinguir relativo y absoluto como sustancias diversas, aunque estén análogamente ligadas en la existencia, distinguir por consiguiente creatura y creador por aquello que son, sin despreciar o mundanizar al creador y sin idolatrar o supervalorar a la creatura. Lo relativo no es todo, pero tampoco es sombra, vanidad, mero fenómeno o mera opinión o apariencia, como encontramos en las filosofías de la India.
----------Lo relativo, especialmente si se trata de ente sustancial, tiene su propia consistencia, su propia autonomía, su propia dignidad hasta llegar a ser, en la persona (substancia individual de naturaleza racional, como decía Boecio), imagen de Dios. La persona humana ciertamente es un ente temporal, frágil, finito y relativo a aquel Dios que lo ha creado; sin embargo, en sí misma, precisamente en cuanto imagen, tiene, bajo muchos aspectos, un valor absoluto y eterno: está hecha, como dice el Evangelio, para la "vida eterna".
----------La persona humana es un fin, no un medio, como decía Kant, aunque sea un fin subordinado a Dios, fin último. De aquí el deber, hoy tan inculcado por la Iglesia, del respeto absoluto por la vida humana desde su concepción hasta su fin natural. La persona tiene relaciones, debe tener relaciones, ciertamente, no debe aislarse de los otros ni encerrarse en sí misma en un estéril individualismo o egoísmo; pero no se puede tampoco resolver en la relación o en la "autoconciencia", de lo contrario ¡cuántas personas quedarían excluidas del estatuto ontológico de personas! Tampoco se puede disolver en la alteridad o devenir esclava de la alteridad (con un malentendido "servicio al prójimo") de lo contrario se disolvería a sí misma.
----------La persona no puede ser instrumentalizada por ningún poder humano en una simple relación con otro, ya fuera el amante, la sociedad, el Estado o la Iglesia, o fuera Dios mismo, porque Dios mismo no lo quiere, tanto es el respeto que Dios tiene para con su creatura. En efecto, en la creatura humana la relación con Dios se suma al sujeto personal que por consiguiente no se agota en esa relación, aunque Dios mediante aquella relación quiera comunicar al hombre su propia vida absoluta.

2 comentarios:

  1. La condena de Francisco al relativismo en la encíc. Fratelli tutti es clarísima. Y la respuesta a los cardenales de los "dubia" también. Por otra parte, ha estado bien no responderles años atrás, porque la misma "duda" planteada acerca de que un Papa pudiera negar los valores morales absolutos es impensable, es una herejía de solo pensarlo.

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  2. Nadie puede decir que la condena del papa Francisco al relativismo (tanto al relativismo dogmático, como al gnoseológico, como al moral) sea ambigua. Todo lo contrario: es clarísima y muy firme en Fratelli tutti.

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