martes, 9 de febrero de 2021

El modo como valora el Papa al Concilio Vaticano II

El pasado 30 de enero, el Santo Padre pronunció un Discurso a los participantes en el encuentro promovido por la Oficina Catequística Nacional de la Conferencia Episcopal Italiana, alocución durante la cual hizo algunas afirmaciones sobre las cuales en particular es bueno que nos detengamos, para entender lo que ha querido decir el papa Francisco, porque tienen particular interés en el momento actual que vive la Iglesia.

----------Las frases que me interesa destacar en especial son las siguientes: "El Concilio es magisterio de la Iglesia. O estás con la Iglesia y por tanto sigues el Concilio, y si no sigues el Concilio o lo interpretas a tu manera, como quieres, no estás con la Iglesia. A este respecto tenemos que ser exigentes, severos. No, el Concilio no se negocia (...) No, el Concilio es así (...) La actitud más severa, para custodiar la fe sin el magisterio de la Iglesia, te lleva a la ruina. Por favor, ninguna concesión a los que intentan presentar una catequesis que no sea concorde con el Magisterio de la Iglesia".
----------Son sólo las frases que resumen lo que el Santo Padre intenta decir. Por supuesto, como es ya bien conocido, el papa Bergoglio hizo sus habituales saltos del texto, improvisaciones que tienen también su valor, pero que a veces suelen tener varias consecuencias: para algunos aclaran las frases del texto, pero para otros las obscurecen y, a veces ocurre peor aún, pueden sugerir interpretaciones parciales, sesgadas, partidistas, al gusto del oyente, pero, que afortunadamente, en el caso que nos ocupa, no las tienen, porque en el texto resalta bien claro (¡en este caso particular!) la imparcialidad del exponente.
----------1) En primer lugar, si nos atenemos al sentido literal de estas palabras, no es necesario hacer ningún esfuerzo interpretativo: es indudable que el Papa se ha referido a los que interpretan las doctrinas del Concilio Vaticano II a su propio modo, sin tener en cuenta la interpretación del Magisterio de la Iglesia. Pero, ¿a qué particular Magisterio de la Iglesia se refiere indudablemente el Papa? ¿Cuál es el Magisterio de la Iglesia que se ha dedicado a la tarea de interpretar (y aplicar, implementar) los documentos del Concilio Vaticano II? La respuesta es simple: el Magisterio postconciliar. Por lo tanto, en el mencionado pasaje el Santo Padre se refiere a quienes interpretan por su cuenta el Vaticano II, sin tener en cuenta la interpretación que viene haciendo desde hace más de cinco décadas el Magisterio de los pontífices del postconcilio.
----------2) En segundo lugar, es lógico y legítimo que nos preguntemos: ¿quienes son estos a los que se refiere el papa Francisco? Ya el papa san Pablo VI, en los convulsionados años inmediatamente posteriores al Concilio, reclamaba por la fidelidad de todos los fieles y de todo el clero al Magisterio auténtico de la Iglesia, alertando acerca del "magisterio paralelo" que se advertía entre teólogos, académicos en universidades, profesores de seminarios, y pastores. "Magisterio paralelo" fue la misma expresión que usó repetidamente el papa san Juan Pablo II, reclamando obediencia de fe al magisterio postconciliar. El papa Benedicto XVI habló frecuentemente de ello; y respecto al magisterio del papa Francisco, no podemos pasar por alto aquel importante discurso en la clausura de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, el 18 de octubre de 2014, el cual, aun cuando hubiera sido de desear mayor precisión terminológica, el Papa fue suficientemente claro al señalar a los dos partidos que hoy laceran el cuerpo de la Iglesia visible.
----------Pues bien, aquellos a quienes el papa Francisco se refiere son los que siguen desde hace décadas dos desviadas tendencias en el interior de la Iglesia. Están los pasadistas, que rechazan el Concilio porque lo consideran infectado de modernismo. Y están los modernistas, que dan muestras de acoger el Concilio, pero lo interpretan en sentido modernista para respaldar sus propias ideas.
----------Es indudable que sobre este asunto el Papa lo tiene muy claro (el mencionado discurso de 2014 indica que lo ha tenido claro desde el mismo inicio de su pontificado, aún cuando bien sabemos que a nivel de gobierno y disciplina no es tan imparcial como debiera): ni los unos ni los otros están en comunión con la Iglesia, ni los unos (pasadistas, lefebvrianos y filo-lefebvrianos), ni los otros (modernistas, filo-modernistas y rahnerianos) están realmente unidos en obediencia de fe a la Iglesia docente, aunque pueda ocurrir que los unos y los otros se consideren a sí mismos como verdaderos católicos, los primeros en nombre de la "tradición" (aunque en realidad una pseudo-tradición), los segundos en nombre del progreso (aunque falso progreso).
----------Los buenos católicos, en cambio, saben que en la Iglesia no debemos quedarnos atrás, pero tampoco debemos huir hacia adelante. Quien quiera ser verdaderamente católico debe mantenerse al día con la Iglesia, y quiero decir: con su Magisterio auténtico y actual, el estadio a nosotros más próximo de la Tradición viviente. Ahora bien, firmes en este principio fundamental, no nos está prohibido sin embargo recuperar lo que se ha perdido, y tampoco está prohibido anticipar proféticamente el futuro.
----------Por otra parte, no estoy diciendo que no haya nada bueno en los unos y en los otros: en efecto, tradición y progreso están hechos para vivir juntos, para convivir: el progreso debe estar fundado sobre la tradición y la tradición debe ser la base del progreso. No puede ser renovado sino lo que debe ser conservado. Debemos tener el coraje para desprendernos de lo que ya no sirve más y la humildad para aceptar las sanas novedades. Mis habituales lectores saben bien que me estoy refiriendo aquí al sano tradicionalismo y al sano progresismo, dos corrientes absolutamente legítimas, y aún más, corrientes necesarias en la Iglesia, porque ambas son complementarias y se necesitan mutuamente. Otra cosa es el pasadismo (el rígido fijismo nostálgico de un pasado que ya no volverá porque no puede volver) y el modernismo (el querer asumir la modernidad como un todo, sin discernimiento ni respeto por el dogma).
----------Los unos y los otros consideran que las doctrinas del Concilio están en ruptura y son discontinuas con respecto al Magisterio precedente, y por eso mismo ambos manifiestan su herejía. Los pasadistas, pseudo-tradicionalistas, sostienen erróneamente haber permanecido fieles a la Tradición, mientras dicen que el Concilio la habría traicionado con ideas modernistas. Los modernistas, en cambio, ven erróneamente en el Concilio sus propias ideas y, por lo tanto, así como el modernismo es ruptura con la Tradición, rechazan como superado el Magisterio preconciliar, porque no creen en la inmutabilidad del dogma. Los pasadistas (lefebvrianos y otras clases de abusivos conservadores, no legítimos conservadores) quieren conservar lo que debe ser tirado. Los modernistas (mal llamados progresistas) quieren tirar lo que debe ser conservado. Los pasadistas endurecen lo que es cambiante. Los modernistas disuelven lo que no se debe cambiar.
----------3) El Santo Padre enuncia por consiguiente quiénes son los verdaderos católicos en comunión con la Iglesia. Son aquellos que acogen con agrado la interpretación del Concilio dada por la Iglesia del postconcilio, por ejemplo las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica y las del Derecho Canónico de 1983. El Papa es claro al respecto, aunque debo decir que lo sucedido en estas cinco décadas de postconcilio nos ofrece (siempre en mi modestísima opinión) la certeza de que se debía ser más claro.
----------En mi modesta opinión, así como la historia del postconcilio hubiera sido probablemente distinta si el papa san Pablo VI y sus sucesores, san Juan Pablo II y Benedicto XVI, no sólo hubieran hablado de "magisterio paralelo", y no sólo se hubieran dedicado a transmitir constantemente el Magisterio auténtico, mediador de la Escritura y Tradición para el pueblo fiel, sino identificando formalmente como herejías los errores del "magisterio paralelo" (por ejemplo las doctrinas rahnerianas), e identificando claramente como cisma al modernismo (tal como se identificó al cisma lefebvriano), del mismo modo las cosas serían quizás distintas si hoy el Papa volviera a hablar de herejía y de cisma; aunque es cierto que de alguna manera lo hace, cuando habla de "ser exigentes y severos" y de que "no estás con la Iglesia si no estás con el Concilio".
----------Ahora bien, vale tener presente que el Papa es tan firme en el sostener la obligación de obedecer al Concilio porque se refiere sobre todo a las doctrinas del Vaticano II, las cuales, si bien no contienen la definición formal de nuevos dogmas, no por ello enuncian tesis que puedan ser discutidas o incluso ser erróneas. De ningún modo. Las doctrinas de los Concilios, en efecto, contienen verdades ciertas pertenecientes a la fe, que por lo tanto no pueden ser negadas, por lo cual la Iglesia nunca jamás se ha retractado de las doctrinas ni siquiera de las condenas de herejías pronunciadas en los Concilios.
----------Sin embargo, es diferente el discurso en lo que respecta a las directivas pastorales o disciplinarias, pues su autoridad no depende de la infalibilidad del Magisterio, que concierne a la dogmática, sino de la prudencia pastoral y jurídica de la Iglesia, la cual dicta disposiciones o emana leyes, que posteriormente ella a su discreción puede modificar o derogar, como de hecho ha sucedido en el pasado, por lo que suele ocurrir que un Concilio posterior aporta cambios a lo que había decidido el precedente.
----------Así, el papa Benedicto XVI, hace ya una década, dijo que mientras las doctrinas del Vaticano II deben aceptarse para estar en comunión con la Iglesia, no está prohibido discutir ciertos puntos de las disposiciones pastorales. De hecho, una crítica prudente y cuidadosa de ellas puede preparar futuras intervenciones pontificias o incluso podría ser tomada en consideración por un futuro Concilio.

4 comentarios:

  1. Estimado Fr Filemón,
    Si mal no recuerdo Ud. se ha referido en alguna ocasión a Aldo Maria Valli y su blog, Duc in altum. Me ha llamado la atención que últimamente se ha producido en ese periodista una deriva hacia posiciones ultratradicionalistas; por ejemplo, se nota en la nota publicada el pasado 6 de febrero, de un autor argentino, otro bloguero, claramente pseudo-tradicionalista o filo-lefebvriano, con claras invitaciones al cisma, ya que se habla de preparar una "iglesia subterránea" ajena a la institucional.
    Sé que Ud. ya ha abordado antes estos temas con mucha claridad y firmeza, y en varias ocasiones, pero creo que no estaría mal reconsiderar la cuestión, ante nuevas oleadas de pseudo-tradicionalismo, como el caso del arzobispo Viganó y de sus seguidores. De hecho, el sitio "Chiesa e postconcilio" ha publicado hace días una salvaje elucubración de Viganó precisamente sobre el discurso del papa Francisco, que usted comenta en esta nota.

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  2. Querido Ross, yo también he notado, el giro lamentablemente filolefebvriano que ha tomado Valli desde hace algún tiempo. Por mi parte, me he ocupado desde hace muchos años del lefebvrismo y de la crítica que debe hacerse a esa corriente herética y cismática, desde el catolicismo. Me complace la sabiduría de sus juicios sobre la actividad de los lefebvrianos o pseudo-tradicionalistas. Oremos por su conversión y por la paz en la Iglesia.

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  3. Mejor rezar por la conversión de ustedes dos, queridos Filemón y Ross Poldark, pidiendo la intercesión de San Marcel Lefebvre y del único prelado católico que queda en circulación, Mons. Viganò. Paz y bien...

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  4. Querido Anónimo,
    tal vez sea mejor que suplique a Dios por tu alma, visto que estás falsificando el nombre de católico al ponerte del lado de los cismáticos.

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