lunes, 22 de febrero de 2021

Meditaciones de Cuaresma en pandemia (4/8) ¿Ha querido el Padre la muerte de su Hijo, Jesucristo, en la cruz?

El texto de la Sagrada Escritura que hoy nos sirve de pórtico en nuestras meditaciones teológicas cuaresmales, es aquel bien conocido de la Carta a los Hebreos: "Entonces dije: Aquí estoy, yo vengo –como está escrito de mí en el libro de la Ley– para hacer, Dios, tu voluntad" (Heb 10,7). Por lo tanto, la pregunta que nos hacemos es: ¿realmente ha querido el Padre la muerte de su Hijo, Jesucristo?

----------Al respecto, el recientemente creado cardenal Raniero Cantalamessa, ilustre Predicador pontificio, hace casi un año atrás, en la homilía del Viernes Santo del 2020, predicada en Roma ante el papa Francisco, se preguntaba: "¿Acaso Dios Padre ha querido la muerte de su Hijo en la cruz, para sacar un bien de ella?". Y él mismo respondía inmediatamente: "No, simplemente ha permitido que la libertad humana siguiera su curso, haciendo, sin embargo, que sirviera a su plan, no al de los hombres".
----------La respuesta del franciscano parece querer significar que el Padre no ha querido el sacrificio de Cristo. Esto parece corroborado por el hecho de que el famoso predicador sostiene que el Padre se ha dolorido por la muerte de Cristo, casi como diciendo que no la ha querido. Ahora bien, me parece que Cantalamessa se olvida aquí del principio moral del "voluntario indirecto", por el cual un acto objetivamente pecaminoso, como por ejemplo hacer abortar a una mujer, deviene lícito, si quien lo practica lo hace para salvar a la mujer. En tal caso, el aborto ha sido querido, pero como medio necesario para salvar a la madre. Esta licitud del aborto ha sido admitida por el venerable papa Pío XII en su discurso del 27 de noviembre de 1951.
----------Y es de suma importancia tener en cuenta que, aunque parezca existir alguna semejanza, este principio no tiene nada que ver con aquel bien conocido principio maquiavélico del fin que justifica los medios. En efecto, en el caso del principio maquiavélico el sujeto comete deliberadamente un pecado, pongamos por ejemplo, un robo, para socorrer eventualmente a los pobres, que es un fin ciertamente bueno. Pero la prosecución de este fin no cohonesta el robo, porque aquí el robo no se quería indirectamente, sin que se pudiera prescindir de él, sino que se quería directa e intencionalmente, pudiéndose prescindir de él.
----------En el principio maquiavélico se supone que no se nos presente un vínculo necesario entre el medio y el fin, porque el fin podría y debería ser obtenido por otro medio, a saber, un medio honesto. En cambio, en el caso del voluntario indirecto relativo a la realización de un fin bueno, el medio, aunque en sí mismo y directamente no es querido por tratarse de un pecado, no puede ser evitado sin fallar en la consecución del fin.
----------Así entonces ocurre en la muerte de Cristo. Está claro que la muerte de Cristo ha sido directamente querida por sus asesinos, quienes tienen toda la culpa, mientras que el Padre es perfectamente inocente. Sin embargo, permanece que en el plan del Padre era querida indirectamente la muerte de Cristo, a fin de que fuera posible su sacrificio, querido por el Padre y aceptado por el mismo Hijo. El Padre ha querido el sacrificio de Cristo, no su muerte como tal, mucho menos como asesinato. Sin embargo, la ha querido indirectamente, porque, dada la voluntad del Padre de un sacrificio cruento, está claro que no es posible un sacrificio cruento sin la muerte de la víctima. Pero si se sostiene que el Padre no ha querido, al menos indirectamente, la muerte de Cristo, se termina por decir que no ha querido ni siquiera el sacrificio de Cristo, lo cual es herejía.
----------En conclusión, la muerte de Cristo ha sido querida tanto por el Padre como por sus asesinos, pero con intenciones radicalmente opuestas. No se puede decir que ella no haya sido absolutamente querida por el Padre, porque de otro modo Cristo no habría sido crucificado. En cambio, ha sido querida por el Padre, no en sí misma, como la han querido sus asesinos, sino en cuanto expiación por los pecados y camino de salvación.

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