miércoles, 3 de febrero de 2021

La concepción cristiana del mal (3)

Finalizamos hoy esta pequeña serie sobre la concepción del mal en la teología cristiana (véase la primera nota, y también la segunda nota).

----------El mal en sí mismo es un hecho negativo, a lo sumo, como mal de pena, es justo castigo; pero como mal de culpa es injusticia y suscita indignación, horror e irrefrenable repugnancia en una sana conciencia moral.
----------Amar el mal es o perversión o inconsciencia o demencia. Incluso el pecador que hace el mal, lo juzga siempre, aunque arbitrariamente, un bien. El mal como tal, en cuanto carencia de ser, no puede ni siquiera ser objeto del querer, el cual tiene necesidad siempre de orientarse hacia un bien. También quien se suicida, no ve su muerte como un mal, sino que piensa que para él sea bueno así. Incluso el nihilismo más radical tiene necesidad de aferrarse a algún objeto, considerándolo como bien. Ciertamente, esto no justifica el estúpido y cómodo buenismo de hoy, por el cual se dice falsamente que todos están en buena fe, nadie tiene malas intenciones y nadie tiene mala voluntad. Sin embargo, sigue siendo cierto que el mal no podría engañarnos y no podría engañar si no se presentara bajo las apariencias del bien.
----------El bien puede existir sin el mal (piénsese en el Absoluto divino), pero el mal tiene necesidad siempre de parasitar un bien al que corroe y corrompe. El mal del pecado no es más que un falso bien o un bien aparente. Aquí abajo existe el mal, pero en el paraíso celestial seremos libres de todo mal.
----------El cristianismo cancela el mal de culpa y transfigura el mal de pena en principio de expiación y de salvación, incluso lo inserta en el torrente del amor y de la misericordia. El cristianismo nos enseña que el mal del que realmente debemos preocuparnos no es tanto el mal de pena, como el de culpa, el pecado: una vez quitado este, incluso el mal de pena tiene fijado su fin, si no en la vida presente, ciertamente en la futura.
----------Por cierto, el mal en sí mismo no es razonable, no tiene derecho a la existencia, no es ni lógico ni necesario; ni siquiera es un simple incidente de tránsito, es una cosa seria, muy seria; sin embargo, puede ser vencido; en el fondo, nos lo dice ya la filosofía, es sólo accidental, contingente y puede pasar.
----------Tomar a la ligera el problema del mal o tener una idea equivocada del mismo puede conducir a la tragedia y a la condenación en lugar de a la redención y a la salvación. Aquí es fundamental saber con certeza qué está mal y qué está bien, conocer los divinos mandamientos y ponerlos en práctica.
----------Pues bien, el cristianismo, nuestra fe cristiana, nos enseña cómo evitar el mal y cómo dejarlo pasar. El mal de pena no termina de inmediato, sino solo gradualmente, y es necesario utilizar el mismo mal de pena, como nos ha enseñado Cristo. En cambio, el pecado, es decir el mal moral, que es el mal más serio, puede ser eliminado de inmediato con la penitencia, la conversión y el perdón divino.
----------Por consiguiente, el mal existe por un cierto motivo, por una cierta "razón": porque, como hemos venido diciendo, el pecado ha entrado en el mundo. Pero nuestra fe cristiana da un nuevo "porqué" al mal, le da sentido nuevo, no ciertamente que lo apruebe (pues el mal siempre sigue siendo el mal), sino en cuanto deviene en Cristo, en el modo que he dicho, camino de salvación.
----------Y de hecho la vida cristiana pone fin al mal en el modo antes mencionado, dándole un significado, y ordenándolo a un bien superior, gracias a la omnipotencia y a la bondad divina. En esta visión, Léon Bloy [1846-1917] decía: "Sufrir pasa, haber sufrido no pasa". Cristo resucitado todavía posee las heridas de la crucifixión no como signo de sufrimiento y de humillación, sino como título de gloria.
----------Por lo tanto, si Dios permite el mal, no es porque Él sea impotente o maligno, sino porque precisamente permitiendo el mal muestra su omnipotencia obteniendo un mayor bien del mal y su bondad dándonos con Cristo un bien superior -la vida cristiana- que es lo que hubiéramos tenido si el mal no hubiera estado allí.
----------Indudablemente, incluso después de las explicaciones que nos da el cristianismo (y que en estas notas he intentado resumir), el misterio del mal permanece (mysterium iniquitatis, como dice san Pablo). La razón humana da alguna explicación del mal, como he indicado anteriormente, sin que esto quiera decir que el mal tenga una buena razón para existir. Sin embargo, como es demostrado por la historia y es confirmado por la fe, el hombre con sus solas fuerzas es incapaz de vencer el mal. Una luz decisiva sobre la cuestión del mal no nos viene de la razón, sino de la fe, y la historia del cristianismo, sobre todo la historia de los santos, lo atestigua. La razón nos puede decir que el mal puede ser vencido gracias a la omnipotencia y a la bondad divinas. Pero saber cómo puede ser vencido solo nos lo dice la fe cristiana, el cristianismo.

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