jueves, 24 de septiembre de 2020

Una charla de domingo en el convento. De mezquindades culturales, de nuestra identidad europea y de Tomás de Aquino

Un amigo, atento observador de la vida católica en Argentina y Latinoamérica, me ha transmitido estos días su preocupación por lo que él denomina la "mezquindad cultural" de ciertos exponentes del catolicismo culto en nuestro país. Una actitud que, según él, puede ser en gran medida inconsciente, y que no existía en décadas pasadas, en que se reconocía sin pudor la indiscutible deuda de nuestra cultura a la de Europa; pero que en estos últimos años, quizás como débil reacción al relato indigenista o aborigenista, siente hoy vergüenza de reconocer la indudable realidad de nuestros orígenes: hemos nacido y somos la Europa extendida, la gran Europa, nacida a partir de la ciclópea labor cultural y evangelizadora de España.


----------Fue el pasado domingo, en el convento, presente mi sobrino Paolo, quien la mayor parte del tiempo se lo pasó callado, y mi amigo, que aportó los temas del coloquio. Mantengo mis dudas acerca de llamar "mezquindad cultural" a esta actitud de ciertos exponentes de la actual cultura católica argentina, pero no puedo dejar de reconocer que se nota en nuestras latitudes cierto desinterés por lo que está sucediendo en Europa (y particularmente en España) en el aspecto cultural y religioso. Una despreocupación que puede costarnos muy cara también a los argentinos. Efectivamente, considero que una actitud, no del todo consciente, de creernos autosuficientes e independientes y hasta superiores, nos ha vuelto insensibles por las raíces y el destino de la civilización y la cristiandad europeas. Incluso a los católicos, e incluso después del abundante Magisterio que al respecto hemos recibido en los pontificados de san Juan Pablo II y Benedicto XVI.
----------Lo digo sin pudor, convencido absolutamente de lo que es verdadero: debemos recuperar como católicos argentinos nuestra alma europea y el amplio horizonte de los puntos de vista de una cultura que excede los estrechos límites de nuestra breve historia como país.
----------En orden a recuperar nuestras raíces culturales, raíces europeas, considero que ante todo debemos tener claramente individualizados los puntos nodales, las cuestiones de fondo, los temas principales de la cuestión europea: las raíces cristianas, la relación del judeo-cristianismo con la cultura greco-romana, el cisma de Oriente, la crisis protestante, el surgir del cartesianismo que se continúa en el Iluminismo y en el idealismo alemán hasta Nietzsche y Heidegger (la así llamada "filosofía moderna"), y el comunismo.
----------No voy a hacerlo en la brevedad de esta nota, pero sobre cada uno de esos puntos nodales de la cultura europea, el católico culto debería estar suficiente y profundamente munido de un extenso conocimientos histórico, filosófico y teológico. Por citar un ejemplo: la cuestión luterana, como origen del protestantismo, debería estar bien identificada, particularmente en todo lo relativo a la oposición entre santo Tomás de Aquino y Lutero acerca de la relación de la gracia con el libre albedrío. Un saber profundo sobre ese punto seguramente no le impedirá al católico verdaderamente culto estar a favor de un sano ecumenismo, según las indicaciones del Concilio Vaticano II, evitando la miopía de la ideología tradicionalista fijista. Es lamentable la ideologización que estas corrientes tradicionalistas heréticas han hecho también de las doctrinas del Aquinate, filósofo "católico" como ninguno, es decir, abierto a la Universalidad de la Verdad.
----------Otro ejemplo de lo que intento decir podríamos verlo en la necesidad de estudiar el tomismo medieval de los disidentes orientales, precisamente porque profundizar en el conocimiento de este tema mostraría la universalidad del genio tomista y la posibilidad de un diálogo ecuménico con los hermanos de la Ortodoxia oriental. Esa apertura a la cultura de los disidentes orientales, precisamente a través de Tomás de Aquino, evitaría caer en el hoy tan frecuente reduccionismo de lo católico a lo romano.
----------Otro ejemplo (y repito que aquí no estoy haciendo sino señalar una simple guía de estudios) es lo referente a la posibilidad de un diálogo con el Islam, un tema de tanta actualidad en el pontificado del papa Francisco. Pues bien, la viabilidad de un diálogo con el Islam surge claramente de un estudio integral de temas tan apreciados por la secular cultura europea como son los temas del monoteísmo, del culto divino, de la ley moral, de la metafísica y de la cosmología, que sobre todo en el período de oro de la cultura filosófica islámica -el medioevo- estuvo en el centro de interés de los grandes clásicos de la filosofía islámica, en diálogo con los doctores medievales, como santo Tomás y el beato Duns Escoto.
----------Lo que intento decir es que, más allá de particularismos nacionales (no esenciales) el católico culto argentino se nota hoy -hablando en general- carente del sentido de la universalidad, que no por ser católico (universal) tiene que ignorar el carácter concreto de la persona, de la diversidad de los hechos y de las situaciones y del sentido de la historia. Debemos redescubrir nuestro ser "católico", o sea "universal" (katà-òlon = presente en todo), unum in multis. Universalidad del cristianismo, universalidad de la cultura grecorromana, universalidad de la doctrina del Doctor Communis Ecclesiae. De ahí la universalidad de Europa, en cuanto patria y dirección central del Cristianismo, encabezada por Roma, sede del Sucesor de Pedro.
----------En este punto de nuestra reflexión, los lectores más atentos, indudablemente habrán percibido que al insistir aquí sobre Europa, sobre la cultura europea, que es nuestra cultura, no estoy diciendo otra cosa que debemos sentir a Europa también como "Occidente". Al respecto, nunca se insistirá lo bastante en recomendar la lectura de aquel famoso libro de Oswald Spengler [1880-1936], La decadencia de Occidente. Pero si debemos amar a Occidente y desear conservar y defender sus valores, esto no debe ser por Occidente en cuanto tal, portador sólo de cosas occidentales, sino que debe ser en cuanto Occidente, o sea Europa, es lo que ha dado a luz al Cristianismo, y por eso Occidente, o sea Europa (la continental y la extendida), ha tenido y tiene la misión y responsabilidad sobrenaturales de difundir el Cristianismo por todo el mundo, a causa de su universalidad, ya sea en Occidente o en Oriente.
----------En relación con lo anterior, hay que saber muy bien que en Oriente el cristianismo tiene que ser oriental y no occidental. Pero también hay que saber que, según el mandamiento de Cristo ("id por todo el mundo"), todo el mundo debe adquirir los valores humanos y cristianos que Occidente ha tenido y tiene la misión dada por Dios de difundir por todo el mundo. Nada puede haber en el católico más ajeno que el escepticismo y la timidez que hoy afecta a ciertos occidentales, demasiado temerosos de imponer por la fuerza los valores occidentales a las culturas extra-europeas. No debemos ser contrarios al ingreso en Europa y Occidente de culturas extra-europeas (o sea, no occidentales), pero debemos siempre asegurarnos de que esto no comprometa los valores de Europa, los valores de Occidente.
----------Para que el católico culto pueda lograr esta postura o actitud equilibrada, debe percibir claramente la distinción entre lo universal y lo particular, lo cambiante y lo inmutable, lo contingente y lo perenne, lo absoluto y lo relativo, y esto precisamente en virtud de una formación aristotélico-tomista alimentada por una robusta, inteligente y vivida fe católica. De este modo se podrá conjugar armoniosamente diálogo y evangelización, acogida de lo diferente y rechazo del error, fidelidad a la tradición e impulso al progreso. No se piense entonces que la cuestión de restaurar Europa según sus raíces cristianas sea un problema de lucha contra la herejía modernista, que ha olvidado y ha combatido esas raíces; también es un problema de lucha contra la herejía lefebvriana que niega el carácter divinamente universal de Europa, que ha creado la civilización y cristiandad occidental, que por mandado divino debe ser dada a conocer y a plasmar en todo el mundo, respetanto, como se ha dicho, las diversas particularidades.
----------De este modo, el prestar atención a las raíces clásicas del cristianismo europeo nos hará sensibles tanto a los grandes temas de la re-evangelización o nueva evangelización como a los de la inculturación, los dos pilares de la acción apostólica y misionera de san Juan Pablo II. Se trata de lograr la capacidad de adaptar nuestro espíritu y de captar los valores de las diversas culturas, y al mismo tiempo de tomar conciencia de los valores comunes arraigados en la tradición europea, valores que trascienden las diversas culturas y que para hablar a hombres concretos tienen necesidad de inculturarse en la variedad de estas culturas.
----------La verdadera afirmación de Europa en el mundo, es la afirmación de Occidente y, por ende, la afirmación de Argentina, si Argentina quiere permanecer fiel a sus raíces. Pero esta afirmación de Europa y de Occidente en el mundo no podrá tener sentido y eficacia sino en la recuperación de sus raíces cristianas. Desde un punto de vista empírico y fáctico, a fuer de ser sinceros, el Cristianismo europeo, considerando la falta de sabiduría de ciertas orientaciones de los gobiernos europeos y del gobierno de la Unión Europea, parece estar en decadencia. Efectivamente, el Cristianismo europeo está en declive, y sabemos cuántas fuerzas que se autodenominan europeas, al mismo tiempo también esperan la extinción o, como dicen, la "superación" del cristianismo o para estos fines operan, quizás siempre en nombre de la "civilización", el "progreso", la "justicia" y la "libertad", sin comprender ni querer comprender, como la historia también demuestra, que estos valores sin el cristianismo son falsos valores, meras palabras.
----------En cuanto a nosotros, los católicos (y como dije antes, también me refiero a los católicos cultos argentinos) sabemos en base a la palabra de Cristo mismo que el Obispo de Roma regirá la Iglesia hasta el fin del mundo, aún cuando sea destruida, por hipótesis impensables, la misma ciudad de Roma. Por esto, la Europa cristiana no es una entidad histórica caduca como lo han sido los grandes imperios del pasado, como los Egipcios, los Romanos, los Persas, o el imperio otomano o el imperio chino o japonés, sino que es una entidad que precede al Reino de Dios y, por tanto, se abre a la eternidad de esa nueva humanidad de los resucitados profetizada por las Sagradas Escrituras de los Judíos y de los Cristianos.
----------Las mismas religiones o ideologías distintas del cristianismo, por poderosas que parezcan hoy si no también aparentemente vencedoras a veces, no tienen la seguridad de la perennidad, porque son llamadas por Nuestro Señor Jesucristo a confluir, liberándose de sus errores, en la única verdadera religión, la fundada por Él, la única religión guiada por el Hijo de Dios, Dios mismo que vive por los siglos.

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