Quisiera recordar hoy con los lectores, los puntos esenciales sobre la ética natural en relación a la fecundación artificial. Un par de circunstancias particulares de las pasadas semanas me han visto tener que lidiar con este tema, tratando de explicar, no con argumentos católicos, sino mediante un discurso sobre bases simplemente racionales, los valores de la ética matrimonial, y eso me ha llevado a entrar una vez más en animados debates en la discusión nunca inactiva sobre la licitud o ilicitud de la fecundación artificial.
----------Son conocidas las posiciones de la Iglesia Católica. Pero en esta nota quisiera hacer una breve exposición sobre bases simplemente racionales, vale decir de Ética natural, exposición que de por sí también puede ser compartida por los no católicos. Es cierto que lo que voy a decir es enseñado con acentos particularmente fuertes por el Magisterio de la Iglesia, pero esto solo porque el contenido de la Moral católica se sitúa en dos niveles deontológicos: un nivel exclusivamente propio del catolicismo, que se refiere a deberes y finalidades que superan cuanto la razón práctica puede establecer por sí acerca de la conducta humana, porque se trata de preceptos divinamente revelados. Constituyen aquello que la Iglesia llama normas "sobrenaturales", que han sido reveladas por Nuestro Señor Jesucristo, y que orientan al hombre hacia un fin sobrenatural que es la visión beatífica del misterio trinitario.
----------Las normas de este nivel son objeto eminente de la fe católica, es decir, se aceptan como conocimiento de fe y se viven con la ayuda de la gracia. Por consiguiente, se refieren a los aspectos exclusivamente propios de la Moral católica, aspectos entre los cuales podríamos mencionar: la práctica de las tres virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad, la imitación de Nuestro Señor Jesucristo, la práctica de los sacramentos, la vida según el Espíritu Santo, la observancia de las leyes de la Iglesia, etc.
----------Pero sabemos muy bien que en el depósito de la Divina Revelación que Cristo ha confiado a la Iglesia para enseñar al mundo también están contenidas normas de Ética natural, aptas para construir un pleno humanismo, en cuanto de por sí demostrables también en base a la simple razón práctica, común a todo hombre razonable. Se trata de la Moral natural, o sea la que es estudiada por la Filosofía.
----------Desde este punto de vista la Iglesia se ha hecho siempre la abanderada de los más altos y nobles intereses del hombre y de todo hombre, en todo tiempo y en todo lugar, proponiendo un sistema de ética humana que va desde el respeto a la dignidad de la persona, a la promoción de la cultura, de la ciencia, del arte y de la filosofía, desde la promoción de la justicia y de la paz, a la defensa de la vida humana desde su inicio hasta su fin, a la enseñanza de los principios fundamentales de la convivencia civil, social, económica y política. La Iglesia, sabiéndose continuadora de su Divino Fundador, Jesucristo, Causa Ejemplar del hombre, continúa su misión, que implica también comunicar a la humanidad la imagen del hombre perfecto y de lo que la dignidad de la naturaleza humana conlleva en el plano simplemente natural, sabiéndose la Iglesia poseedora de los recursos (la gracia de los sacramentos) para hacerle posible al hombre alcanzar la altura y dignidad que su naturaleza humana exige. Por eso con toda razón el papa san Pablo VI pudo presentarse en 1965 en su discurso a los representantes estatales en la ONU como "experto en humanidad".
----------De modo que quiero ahora recordar, no como enunciados de fe, los cuales a los ojos de los no creyentes no tienen ningún valor objetivo, sino como un argumento racional, los principios que deben regular e iluminar la cuestión, y que son aptos para convencer a todo hombre razonable. Haré un breve elenco con breves explicaciones y las motivaciones relacionadas. Por supuesto, las cuestiones morales relativas a la fecundación artificial (en sus variados aspectos) implican complejos y minuciosos detalles y cuestiones aún debatidos, que aquí voy a dejar de lado; pues lo único que intento ofrecer es una sintética lista de enunciados morales y sus motivaciones al alcance de la comprensión de cualquier hombre razonable.
----------1°) La medicina, para llevar a cabo su nobilísima finalidad y para evitar favorecer la muerte antes que la vida, no producir enfermedades en lugar de curarlas, no conducir al vicio sino a la virtud, debe regular su acción sobre la base de una veraz y objetiva concepción del hombre, de la salud y de las finalidades de la vida humana. Ahora bien, la fecundación artificial es contraria a estas finalidades, en cuanto implica la supresión de embriones humanos y actos sexuales ajenos a la natural unión del hombre y la mujer.
----------2°) La procreación no es un deber ni un derecho de nadie, al punto tal que si el sujeto, aunque casado, no puede procrear, exista el deber por parte de la medicina de obtener artificialmente la procreación para quien la desee. De hecho, los derechos inviolables del hombre conciernen al individuo, no a la reproducción de la especie humana. Ahora bien, la procreación concierne a la subsistencia de la especie, no a la del individuo. De hecho, para que la especie humana se reproduzca, no es necesario que todos procreen, mientras que para que cada individuo subsista, es necesario que esté seguro de todo lo que necesita para vivir.
----------3°) Es cierto que la medicina debe ayudar a la naturaleza carente o deficiente a cumplir su función; pero precisamente el no poder generar no es un defecto que sea lícito remediar tecnológicamente, porque, como he dicho, no existe en todo hombre aunque esté casado, ni el deber ni el derecho de procrear, sino sólo la facultad, donde y cuando el organismo tiene la fuerzas naturales. De lo contrario, ¿por qué no hacer procrear también a un sujeto de diez años o a un anciano de noventa años?
----------4°) Por esta razón, si bien la técnica es útil y, en ocasiones, hasta necesaria para procurar la salud del individuo (por ejemplo, la cirugía o la ortopedia en tantas circunstancias) no tiene justificación racional si está dirigida a consentir al individuo para procrear.
----------5°) No se debe confundir la procreación con la producción tecnológica. El hombre llega a la existencia por procreación o generación. La vida surge de la generación, no es producto de la tecnología. Pretender hacer existir a un ser humano mediante medios técnicos, como precisamente la fecundación artificial, significa considerar al hombre como producto técnico, tal como se construye una máquina, lo que evidentemente es ofensivo para la dignidad del procreado, rebajado al nivel de un producto de la técnica.
----------6°) Como he dicho, el procedimiento de la fecundación artificial implica actos sexuales antinaturales y la supresión de embriones, lo que es contrario tanto a la verdadera unión del hombre con la mujer, como al respeto por la vida del concebido.
----------7°) La pareja humana estéril no por esto se ve frustrada en la práctica de la transmisión de la vida. Es cierto que hombre y mujer se unen para generar la vida, pero no existe solo la generación física: de esta son capaces también los animales. Sino que la dignidad humana implica también un modo mucho más noble de generar, que es la acción educativa, formativa, escolar, asistencial, curativa, social, solidaria, benefactora y promotora de la dignidad humana en todos sus aspectos. Basta considerar la institución de la adopción.
----------Conclusión. Es urgente recuperar el sentido de estos principios. No se trata tanto y no solo de las ideas de los católicos, sino del bien de la sociedad misma, de la existencia de la civilización y de la subsistencia misma de la vida humana. Por esto, también un Estado sanamente laico y no confesional (existe la libertad religiosa) no puede renunciar a trabajar para que estos principios sean respetados, a fin de cumplir lo que es de su estricto deber como promotor del bien común y de la dignidad del hombre. No están en juego aquí las opiniones políticas o la libertad de pensamiento; aquí está en juego la salvación del hombre. Aquí es necesario ser firmes por el bien de todos, también de nuestros enemigos.
----------Nota final: Obviamente existen claras enseñanzas del Magisterio de la Iglesia que confirman el elenco de principios que acabo de ofrecer. Pero en esta nota he querido evitar las citas y las referencias a documentos conciliares y pontificios, limitándome como dije a una exposición sobre la base de principios racionales.
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