----------Tras lo dicho ayer, surge entonces que, en el problema de cómo pensar o concebir a Dios y cómo hablar de Él, el método correcto no es en absoluto el de llevar el escepticismo al máximo. Nada de "escepticismo radical", como dicen los seguidores del pensamiento de Karl Rahner. No se trata de ser más escéptico que Gorgias o que Sextus Empiricus o que Hume, como si de ese modo se potenciase nuestra inteligencia. Por el contrario el método correcto es el de partir de una buena, verificada y sólida base de verdad y de absoluta objetiva certeza. Cuidado donde se ponen los pies, porque si se resbala, se cae por el precipicio.
----------Se debe construir sobre roca y no sobre arena. Se debe ser viento que abate los juncos, no juncos abatidos por el viento. Es necesario servir a un solo señor: la Verdad, y no a dos señores, Cristo y Belial. Es necesario elegir: aut-aut. El et-et vale en el ámbito de las opiniones, de la pluralidad, de la diversidad y de la analogía, donde el bien está con el bien, lo verdadero está con lo verdadero. Y es verdad que entre el blanco y el negro existen matices, pero no entre el sí y el no, lo verdadero y lo falso, el bien y el mal.
----------El intelecto debe ser iluminado con el concepto y no oscurecido, con el pretexto de la oscuridad del Misterio. La "experiencia a priori, preconceptual, trascendental y atemática de Dios", de la cual habla Rahner, no existe, es una ilusión de su gnoseología idealista. Él confunde el ser metafísico y trascendental con el ser divino. Solo en Dios el ser es idéntico al conocer. Respecto a esto nunca me cansaré de recomendar la crítica al idealismo rahneriano hecha por Cornelio Fabro [1911-1995] en su obra magistral La svolta antropologica di Karl Rahner (1974). En cambio, en el plano de la metafísica se da una distinción entre conocer y ser, porque la metafísica abraza no solo al Espíritu infinito, sino también al finito, creatural (ya sea el hombre, ya sea el ángel), cuyo pensamiento es distinto del ser.
----------Si en el desarrollo de la labor teológica, el intelecto del hombre se ve privado de la luz del concepto, quizás con la pretensión de sustituirlo con la imagen o la metáfora, entonces se cae en los más groseros antropomorfismos, por no decir en la idolatría, aunque indudablemente para un intelecto ligado a los sentidos como el nuestro, la imagen y la metáfora son necesarias para hacer accesible la abstracción intelectual metafísica y trascendental, que en todo caso debe presidir la imaginación.
----------Por lo tanto, es necesario hacer uso, como lo hace la Sagrada Escritura, de las nociones trascendentales del ente, del ser, de la existencia, del uno, de algo, de la perfección, de lo verdadero y del bien, porque es con estas nociones que es posible hacerse el necesario concepto de Dios, como vemos por ejemplo que en el Catecismo de San Pío X Dios es definido como el "Ente perfectísimo". Por consiguiente, debemos usar esos conceptos trascendentales precisándolos con los atributos propios de Dios, que son establecidos por la Teología Natural, por la Escritura y por la Doctrina de la Iglesia.
----------Para llegar a ver a Dios en el cielo es absolutamente necesario formarse un concepto verdadero de Dios aquí en la tierra, un concepto ya sea explícito o ya sea implícito, porque nuestro intelecto, al captar lo real, no puede sino hacer uso de conceptos y juicios. Por eso existe una Dogmática cristiana, por eso existen los artículos del Credo. Por eso existen la Doctrina de la Iglesia y la Teología. ¿Qué tipo de teólogo es el que, con el pretexto del misterio, altera a gusto y placer los conceptos de la metafísica bíblica y eclesial para concebir a Dios y pensar a Dios? Es mejor que se dedique a otra tarea.
----------Para afrontar adecuadamente (sea en filosofía o en teología) el problema de Dios, es necesario fortalecer el pensamiento, no debilitarlo, no dudar de sus recursos y posibilidades, no hacerle perder coraje y confianza, sino por el contrario infundirle confianza y esperanza. Pero no esperanza de captar la verdad en el futuro, como cree Rahner, no. La verdad sobre Dios se empieza a captar desde ahora mismo con la razón y con la fe, aunque obviamente en esta vida es sólo un camino hacia la visión beatífica.
----------El escepticismo (y el rahnerismo es escepticismo) empequeñece el cerebro y vuelve imbéciles y abúlicos, la existencia pierde su significado, el ser vale tanto como el no ser, lo verdadero como lo falso, el bien como el mal. Todo pierde sentido. Ahora bien, para poder pensar y concebir a Dios, para poder convenientemente hablar sensatamente de Él, es necesario que la razón y el intelecto sean empleados al máximo en la búsqueda de la verdad, no vagando en la niebla del "una cosa tan vale tanto como la otra".
Los engaños del método de Karl Rahner
----------Rahner es un hábil sofista en hacer uso de la lógica hegeliana, que le enseña a arreglárselas de cualquier manera, sea como sea, y a mantenerse a flote, aún cuando está completamente equivocado. Es expertísimo en convertir en su propio beneficio incluso las ideas más opuestas y en desfigurar incluso a aquellos que tienen óptimas razones en su contra. Si ha sido sorprendido con las manos en la masa, niega la evidencia y se desliza desleal y deshonestamente como una anguila.
----------Rahner no da nada por evidente, sino sus propias ideas y los dogmas del modernismo. Tiene siempre el tono del reformador, de quien sustituye lo viejo por lo nuevo, está siempre en polémica con la autoridad de la Iglesia, identifica la realidad con lo que él piensa de la realidad -la famosa "identidad del ser con el pensamiento"- no toma nada en serio, sino la instancia modernista, se balancea entre el sí y el no, no cree en la inmutabilidad y en la universalidad de la verdad, relativiza la ley moral al paso de los tiempos y de la diversidad de las culturas, pone todo en discusión, incluso los primeros principios de la razón y los dogmas más sagrados del cristianismo, excluyendo los principios de su metafísica y gnoseología hegelianas, que ha mantenido a lo largo de toda su vida desde 1939 a 1984, fecha de su muerte.
----------Pero volvamos, amables lectores, a recordar el fragmento del inicio de nuestra reflexión, ayer, y terminemos de comentarlo: "El cristiano es el verdadero escéptico, el más radical. Creyendo en la incomprensibilidad de Dios, está convencido de que ninguna verdad singular es realmente verdadera fuera de ese movimiento (que le es esencial) en el cual se supera en una pregunta destinada a quedar sin respuesta porque es pregunta sobre Dios y su incomprensibilidad".
----------No se confundan amigos lectores: la incomprensibilidad de Dios no tiene nada que ver con el escepticismo. Por el contrario, el escepticismo bloquea la inteligencia en la duda sobre las primeras verdades de la razón natural y con mayor razón le impide tomar en consideración la existencia y la naturaleza de Dios, que sólo se descubren avanzando, sobre la base de las verdades primeras, hacia el descubrimiento de la causa primera del mundo. Es sólo en este punto que la razón descubre la incomprensibilidad divina. Pero esta incomprensibilidad de Dios nada tiene que ver con la duda escéptica, sino que, por el contrario, supone la certeza de haber descubierto la existencia de Dios y su naturaleza.
----------Es falso por otra parte que en esta vida seamos incapaces de alcanzar ninguna verdad sobre Dios, es falso que no se pueda formar ninguna proposición absolutamente verdadera de razón o de fe, y que ella se vuelva verdadera sólo "en un movimiento en el cual ella se supera a sí misma". Al contrario, ella es y permanece siendo absolutamente verdadera, incluso antes de ese movimiento e independientemente de él.
----------Ciertamente, la verdad adquirida puede y debe ser superada por un conocimiento más alto del misterio divino, pero el hecho que ella no sea superada no quita nada o no pone en duda el carácter absoluto y la inmutabilidad de la verdad. Los dogmas de la fe no son opiniones provisorias destinadas a ser superadas y sustituidas por otras opiniones, que deberían a su vez ser sustituidas por otras hasta que el intelecto de los fieles y la Iglesia misma alcancen la visión beatífica. No. Los dogmas de la fe constituyen un saber certísimo sobrenatural, desde ahora mismo, garantizado por la autoridad divina de la Iglesia, acerca de ese infinito Misterio que esperamos algún día ver reveladamente, cara a cara, en el cielo.
----------No existe sustitución de contenidos inteligibles y conceptualizables, sino que son mejor concebidos, y esto constituye el progreso dogmático. Se trata de su perfeccionamiento quoad nos, hasta que veamos a Dios después de la muerte directa e inmediatamente, sin concepto. Rahner tiene demasiada prisa por eliminar los conceptos, pero entonces sucede que el Dios que él cree experimentar sin conceptos, no es el verdadero Dios, sino una abstracción de su mente, el Dios-Idea de Descartes, de Kant y de Hegel.
----------Los conceptos dogmáticos ya desde ahora nos instruyen en modo certísimo, infalible y definitivo, sin ninguna "perplejidad", aunque oscuramente -y aquí Rahner tiene razón- acerca de esa esencia divina que aquí abajo conocemos incoativamente en los límites de los conceptos de razón y de fe y bajo el velo de las metáforas, de los símbolos y de las comparaciones.
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
miércoles, 30 de septiembre de 2020
Los daños del escepticismo rahneriano en el pensamiento católico
Continuando con la reflexión iniciada ayer, veremos hoy cómo el escepticismo no sirve de nada ante el problema de Dios, y que, por el contrario, para encontrar a Dios es necesario iluminar el intelecto y no apagarlo. Con ello advertiremos los defectos y engaños del método teológico de Rahner que, sin embargo se ha difundido tanto en estas décadas, produciendo enorme daño en la Iglesia, clero y laicado.
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